Kajiya De Hajimeru (NL)

Volumen 5

Capítulo 9: El Dragón

Parte 2

—Esta pequeña es especial —dije—. La cantidad de comida que necesita es completamente diferente a la de otros dracos.

—Ohhh.

Oculté cualquier mención a la magia en mi explicación. Estaba segura de que Flore estaría de acuerdo si le pedía que no dijera nada, pero en primer lugar no podía divulgar lo que no sabía. Era mejor no abrumarla con nada innecesario, supuse.

Después de comer, Samya hizo la pregunta:

—¿Y ahora qué hacemos?

—Tenemos varias opciones —empecé—. Número uno: nos vamos a casa. Es la mejor opción si queremos evitar problemas —conté con los dedos—. Dos: esperamos a que el dragón se vaya antes de recoger la piedra arco iris. La desventaja es que no sabemos cuánto tiempo se quedará —levanté un tercer dedo—. Tres…

Trago. Todos tragaron audiblemente.

—Lo matamos.

Alguien jadeó.

Esta última opción solía descartarse con una carcajada.

—No debería haber muchas consecuencias, aunque lo dejemos en paz, pero hay una cosa que me molesta —admití.

—¿Qué es? —preguntó Rike inclinando ligeramente la cabeza.

En lugar de responder, pregunté:

—¿Por qué crees que eligió comerse la piedra arco iris?

El dragón había desenterrado la piedra con sus garras y se la había comido. Este tipo específico de piedra está imbuido de magia. Si juntamos eso con el hecho de que Krul era descendiente de dragones (por muy lejanos que estuvieran en términos de sangre)…

Lidy anunció la respuesta.

—¿Estaba absorbiendo magia?

—Lo más probable. Si no, no hay forma de que mantenga un cuerpo de ese tamaño.

En realidad, en mi mundo anterior también había reptiles gigantes, así que era biológicamente posible que sobrevivieran sin magia. No obstante, indudablemente, la magia era una forma de alimentación mucho más eficiente.

—¿Y en qué parte del bosque hay una densa concentración de energía mágica? —pregunté.

—Ohhh…

Toda la familia suspiró tras considerar mis palabras. El Bosque Oscuro era rico en magia, pero había un lugar que tenía una dosis particularmente alta de ella, un lugar que los animales evitaban, donde los árboles no crecían. Todos en la familia habrían sabido la respuesta en un instante.

Porque ese lugar…no era otro que nuestra casa.

—Supongamos que va volando en busca de sustancias mágicas para usarlas como alimento. Aunque se vaya de los alrededores, es cuestión de tiempo que nos lo volvamos a encontrar —dijo Diana.

Asentí con la cabeza.

—Sería mejor para nosotros que no viniera de repente a llamar a nuestra puerta diciendo: ‘Hola, soy yo. El dragón’.

Las aventuras de hoy serían insignificantes comparadas con el caos resultante de una escena así, si es que llegaba a producirse. No tenía ni idea de dónde había salido el dragón, pero era una suerte que la bestia no se hubiera presentado en la forja.

Helen ladeó la cabeza.

—En ese caso, nuestra única opción es…

—Derrotarlo —declaró Jolanda con un susurro silencioso—. Aunque no tengo muchas ganas de hacerlo.

Rike miró con sorpresa a Jolanda, que se enroscaba ligeramente sobre sí misma.

Nuestro oponente podía ser un dragón, pero seguía formando parte del ecosistema natural de este mundo. No estaba seguro de si podía, en conciencia, eliminarlo por mi propia conveniencia cuando era yo el que había venido de un mundo diferente. Sólo era un inquilino de este mundo, por así decirlo—en todo caso, debería haber sido yo quien se marchará.

No obstante, Forja Eizo ya se había convertido en el hogar de nuestro normal y cotidiano día a día. Dada la oportunidad de librarnos de una amenaza con relativamente poco impacto en nuestro hogar, no quise más que aprovecharla.

Disculpa, Sr. Dragón (o podría ser Sra. Dragón, por lo que sé), pero vas a tener que perdonarnos por acabar contigo.

—¿Vamos a matarlo? —preguntó Flore en voz alta—. Yo quiero… ¿pero es posible?

Su preocupación era comprensible. Todo mi cuerpo se había congelado cuando me había enfrentado a él. Todos mis sentidos me habían gritado que el dragón no era algo a lo que oponerse. Era natural preguntarse si podríamos matarlo o no. Pero aun así…

—Estoy aquí. Tú también estás aquí —tranquilizó Helen a Flore—. Y puede que Eizo no lo parezca, pero no se queda atrás.

Flore me miró sorprendida. Yo sólo me encogí de hombros como respuesta.

Helen continuó.

—Además, Samya, Jolanda y Lidy son hábiles arqueras. En mi opinión, tenemos muchas posibilidades de ganar —se golpeó el pecho con convicción.

Flore consideró las palabras de Helen. Su rostro, concentrado, estaba iluminado por las llamas de la hoguera y teñido de rojo. Pensaba que Flore era una impulsiva que actuaba antes de pensar, pero al parecer también tenía un lado serio.

Ahora que lo pensaba, cuando nos conocimos, Flore nos había contado que se había defendido durante un enfrentamiento con un jabalí. Debe de ser de las que conocen sus fuerzas y sus límites, una persona que elige sus batallas en consecuencia. Si no, nunca habría sobrevivido todo este tiempo como mercenaria.

Finalmente, Flore volvió a hablar.

—Si tú lo dices, Jefa. Confío en ti…

Helen le dio una palmada firme en la espalda.

—Entonces está decidido.

—Vamos a dormir un poco para mañana —sugerí—. Estamos en una cueva, pero Helen y yo haremos turnos de guardia.

—Puedes contar conmigo —dijo Helen.

Nos acostamos temprano para reponer energías y prepararnos para la inesperada batalla que nos esperaba.

Una vez más, como la noche anterior, me desperté con el cuerpo estremecido. Abrí los ojos y vi el rostro de Helen ante mí.

—¿Hora de cambiar? —murmuré.

—Sí. Tampoco es que me importe quedarme de guardia —dijo Helen.

—No seas tonta —repliqué—. Mañana serás la protagonista. Tendremos problemas si te encuentras mal por falta de sueño. Aunque estoy seguro de que es poco probable.

Helen frunció los labios.

—No va a ocurrir.

No creía de verdad que las habilidades de Helen se entorpecieran por perder un par de horas de sueño, pero nuestra oponente no era de las que se subestiman.

—Por cierto, ¿cómo de fuerte es Flore? —pregunté.

—Es un genio —respondió Helen sin detenerse.

—Te apresuras a elogiarla.

—Es la verdad. Los genios existen. No es que venga de una familia de caballeros ni nada de eso, y nunca lo adivinarías por su aspecto, pero es impresionante.

Hoh… ¿Un espadachín que es llamado genio por la famosa Ataque Relámpago?

—Aun así, ganaría en una pelea uno a uno —dijo Helen—. ¿Y si eres tú, Eizo? Bueno, puede que ganes uno de cada diez.

—¿De verdad se la puede llamar genio si pierde tan fácilmente contra ti? —pregunté con una sonrisa irónica.

Helen se echó a reír.

—Mañana tendrás la oportunidad de verla de cerca.

—Claro, esperaré a verla.

Helen se acostó y pronto oí que su respiración se hacía más profunda. Me quedé mirando las llamas de la hoguera, pensando en la batalla de mañana.