Kajiya De Hajimeru (NL)

Ha amanecido. Todos nos lavamos y nos preparamos, intercambiando muy pocas palabras entre nosotros. No habíamos traído mudas, así que teníamos poco que preparar. Incluso Diana, que había necesitado un poco más de tiempo ayer por la mañana, no se entretuvo en absoluto hoy.

Nuestra huida de anoche había sido una alocada carrera, pero Jolanda aún recordaba el camino de regreso. Una vez más, tomó la delantera mientras nos adentrábamos en el bosque.

Me dirigí a Rike.

—Mejor si te mantienes en la retaguardia.

Las habilidades de combate de Rike eran limitadas. Puede que fuera capaz de enfrentarse a unos cuantos bandidos, pero ni que mencionar, que un dragón sería demasiado para ella.

Diana asintió con expresión seria.

—Por favor. Vigila a Krul y a Lucy, y en el peor de los casos, ocúpate de ellas.

—Bien —confirmé—. Ahora, la única pregunta es si el dragón seguirá allí.

—Creo que sí —respondió Lidy, mirando a nuestro alrededor—. Ese lugar es una valiosa fuente de alimento.

—Creo que tienes razón —era poco probable que la piedra arco iris fuera un recurso común, y para el dragón debía de ser un preciado manjar. Por lo que había visto ayer, la colina estaba llena de la piedra…tanta que ni siquiera un dragón habría sido capaz de engullirla toda en una sola noche.

—Estará ahí, o no estará —añadió Flore con indiferencia.

Eso también era cierto.

—Eizo, de algún modo tengo la sensación de que tu afición a meterte en problemas se está extendiendo al resto de nosotras —comentó Rike con una carcajada.

El resto de mi familia se apresuró a aceptarlo sin más. Dejé caer deliberadamente los hombros, y las risas de respuesta resonaron por todo el bosque.

Por el ambiente alegre que se vivía, nunca se habría pensado que estábamos a punto de entrar en combate. No obstante, eso no era más que la Técnica Secreta de Forja Eizo: el Arte de la Relajación… Bueno, así es como quiero llamarlo al menos.

Volvimos al claro de ayer. Desde entre los árboles, pudimos ver al dragón de espaldas a nosotros, ocupado en desenterrar la piedra arco iris. Quedaba más piedra de la que yo esperaba, pero probablemente el dragón sólo desenterraba lo que podía comer.

Con los ojos fijos en el dragón, Helen susurró:

—Seguro que no pierde el tiempo. Está ocupado trabajando, desde temprano.

—Gracias a eso, tenemos una oportunidad —respondí—. Vámonos.

Helen, Flore y yo nos arrastramos lentamente hacia la espalda del dragón. Aún no nos había visto. Como Lidy había dicho, no debía tener un buen sentido del oído.

Como depredador supremo, no necesitaba estar atento a los enemigos. Además, dado que la magia era su principal fuente de alimento, habría evolucionado para percibir la esencia mágica—me costaría creer que la magia produjera sonidos audibles, así que no necesitaba un oído agudo.

Pese a todo, sabíamos que el dragón podía ver perfectamente. Probablemente también tenía una nariz aguda. En ese momento, estaba distraído por el banquete que tenía delante. No obstante, si hubiera estado usando todos sus sentidos, nuestra posición habría sido descubierta inmediatamente.

—Abalanzarse precipitadamente es demasiado arriesgado —murmuré en voz baja.

A mi lado, Helen asintió.

—Si tuviéramos algo como una bola.

Las bolas eran armas de proyectiles compuestas por dos pesos unidos por una cuerda. Podían lanzarse contra un enemigo para atraparlo y sellar sus movimientos.

—Bolas tan grandes como para detener a una bestia tan enorme no serían nada fáciles de lanzar…pero la próxima vez que luchemos contra un dragón, me aseguraré de que tengamos algunas a mano —prometí bromeando.

Helen se rio disimuladamente.

—Preferiría no convertir esto en un hábito.

—Buena observación —dije, ofreciéndole una sonrisa.

Por el contrario, Flore resopló.

—¿De verdad? Podría hacer esto todo el día —parecía estar en el bando contrario.

—Dilo cuando seas más rápida —respondió Helen, con una sonrisa sarcástica en los labios.

—¡Buuu! —Flore hizo un puchero.

Este ambiente relajado duró sólo un segundo—al instante siguiente, oí un silbido. Vi cómo tres flechas surcaban el aire, volando hacia el dragón. Sólo una dio en el blanco, colándose entre dos escamas e incrustándose profundamente en la carne del dragón, pero fue suficiente.

— ¡¡¡ROOOAAAR!!! —el dragón rugió de dolor.

Helen no dejó escapar su oportunidad. Corrió hacia la bestia, con dos estelas de luz azul detrás de ella.

—¡Golpea en las patas! —grité.

—¡Lo sé! —Helen gritó con la misma fuerza.

En un abrir y cerrar de ojos estaba en la parte baja de la bestia. Líneas azules de luz se enroscaron alrededor de las patas del dragón. Clavó sus espadas cortas en su carne, cortando sus escamas. Las armas hechas con appoitakara demostraron inmediatamente su potencia.

—¡No es lo suficientemente profundo! —maldijo Helen, visiblemente irritada.

Creía que había hecho bastante, pero estaba claramente insatisfecha.

—¡Yo me encargo desde aquí! —gritó Flore.

Era un poco más lenta que Helen, pero no le dio tiempo al dragón a recuperarse del ataque que le había arrancado las escamas de la pata. Empuñó su larga daga con una velocidad que casi rivalizaba con la de Helen y apuñaló al dragón a pocos centímetros de donde Helen había dejado su carne al descubierto. La sangre brotó en el aire como una flor roja.