Kajiya De Hajimeru (NL)

Volumen 5

Capítulo 8: Aquella Que Se Adentró En El Bosque

Parte 1

 

 

Por la mañana, asamos cecina sobre el fuego menguante para desayunar y luego nos lavamos rápidamente. Nuestra noble señorita favorita no tenía ninguna queja sobre la noche que había pasado al aire libre. De hecho, estaba encantada.

—Es la primera vez que acampo —comentó Diana—. ¡Siempre me había preguntado cómo sería, y ahora ya lo sé!

Por supuesto, las más emocionadas por pasar la noche al aire libre eran las dos pequeñas de la familia. Krul y Lucy solían dormir separadas del resto de nosotros en la choza de los dracos—la pequeña cabaña de Krul—pero hoy todos estábamos a su lado cuando ellas se despertaron. ¿Era de extrañar que estuvieran tan emocionadas? Tuvimos que calmarlas a ambas (Diana alborotaba como una mamá gallina) mientras nos preparábamos para partir.

Era el segundo día de la aventura de Forja Eizo en el bosque. A través del follaje, podíamos ver fragmentos de cielo, tan despejado y azul que parecía que nuestro viaje contaba con las bendiciones del cielo.

Jolanda nos guiaba, pero estrictamente hablando, la que realmente se mostraba al frente, sacando pecho y exudando un aire de mando, era Lucy. A un lado de Lucy caminaba Jolanda, y en su retaguardia estaba Samya, lista para apartar a Lucy del camino a la primera señal de problemas.

Según nuestro plan, llegaríamos a la “piedra arco iris” al atardecer como máximo, o eso había dicho Jolanda. En general, eso significaba que la piedra estaba a dos días de la cabaña, sólo ida—era una distancia lo bastante razonable como para que pudiéramos permitirnos hacer el viaje periódicamente en caso de que la piedra resultara valiosa.

De ida y vuelta, tardaríamos cuatro días, lo que constituía el itinerario de viaje perfecto. Podría decirse que nuestro destino seguía estando dentro de nuestro propio patio trasero, pero, a pesar de todo, estaba a una distancia agradable de casa. Si nos apetecía, podíamos alargar el viaje un día más, hasta completar cinco.

Así pues, nos dirigimos a nuestro destino mientras el sol subía lentamente por el cielo. Nuestro viaje fue pacífico y tranquilo durante toda la mañana hasta que el sol alcanzó su cenit.

Mientras viajábamos, nos mantuvimos alerta. No obstante, aquí, en la región interior del Bosque Oscuro, sólo deambulaban bestias y animales salvajes. Como casi no había otros humanos, había menos necesidad de precaución.

Por mi parte, estaba relajado. Saboreaba el aire del bosque, como si estuviera dando un paseo con una pizca extra de alerta.

Fue entonces cuando lo oímos.

—¡Eeeyaaah!

El grito agudo de una mujer atravesó el aire.

Por un segundo, pensé que el sonido podría haber sido el grito de un pájaro nativo del Bosque Oscuro, uno que no anidaba en los alrededores de nuestro claro, pero las expresiones tensas de Samya y Jolanda me hicieron reconsiderar mi hipótesis.

Samya chasqueó la lengua y gruñó:

—¿Un forastero aquí? ¿En el corazón del bosque?

—Imposible… Es prácticamente inaudito —Jolanda miró a Samya.

Estábamos muy adentrados en el Bosque Oscuro. Una cosa era un guerrero del calibre de Helen (es decir, alto), pero lo más probable era que una persona normal, por ejemplo una desventurada aldeana, fuera atacada por lobos nada más poner un pie en el bosque. Un luchador experto podía atravesar el bosque con la preparación adecuada. O con una increíble cantidad de suerte. No era del todo imposible que alguien acabara en el interior del bosque sin encontrarse con una sola bestia salvaje por el camino. Cualquiera que fuesen las circunstancias, teníamos que analizar la situación, encontrar a la persona que había gritado y ver qué le había ocurrido.

Mantuvimos los ojos abiertos y los oídos atentos mientras corríamos tan rápido como podíamos en la dirección de donde había venido el grito.

—Lo he oído por aquí —dijo Samya, agitando sus redondas orejas.

Las orejas ligeramente puntiagudas de Jolanda también se movieron.

Lucy, observando a las dos Bestiales, trató de imitarlas moviendo también las orejas. Dudaba que entendiera lo que estaba pasando, pero era innegablemente adorable. Por suerte, Diana tenía a Lucy en brazos y mi hombro estaba a salvo por el momento.

—Con lo agudo que tienen el oído, seguro que tienen razón —dijo Helen a Samya y Jolanda. Ella también buscaba señales de la otra persona—. Eso si nuestro objetivo no huyó cuando nos oyó llegar.

Asentí con la cabeza, dándole la razón, mientras yo también examinaba la zona. El frondoso bosque se extendía a nuestro alrededor. Era casi idéntico al bosque que rodeaba nuestra cabaña, y la idea me produjo un escalofrío. ¿Por qué? Porque es difícil escapar de un laberinto cuando todo parece igual. Si me viera abandonado aquí (sin mis trampas), sería casi imposible encontrar el camino de vuelta a casa. En realidad, no viajaba a ciegas y tenía una idea general de la dirección de la cabaña.

Exploramos los alrededores y esperé que lo que habíamos oído no fuera un grito agonizante.

—Es difícil ver con estos malditos árboles en el camino… —me quejé.

—Estoy contigo… —Diana respondió.

Nosotros dos éramos diferentes de Samya y Jolanda (y Krul y Lucy)—todas tenían sentidos superiores del olfato y el oído. Incluso Helen y Lidy tenían sus instintos afinados para captar otras presencias. Diana y yo sólo contábamos con la vista. Ni que decir tiene que no éramos de mucha ayuda en un lugar de escasa visibilidad como éste, por no hablar de Rike, que sólo tenía la mínima capacidad de combate.

Después de ir un poco más lejos, Samya se detuvo en seco. Los demás la seguimos. El aire estaba cargado de tensión.

—Hay alguien aquí —murmuró Samya.

Helen asintió.

—Sí.

Jolanda también asintió sin decir palabra.

Las tres se separaron de repente y corrieron hacia un matorral cercano.

No, “correr” no era la descripción correcta. Samya saltó hacia delante. Helen, con su agilidad, parecía que volaba. Jolanda se movía como si se deslizara por la hierba.

Alcanzaron su objetivo casi al mismo tiempo, y oímos un segundo grito.

—¡Aaaagh!

Por lo que mis oídos podían decir, la voz era la misma que antes.

Bien, ¿A quién tenemos aquí?

Helen se levantó, tirando de la persona misteriosa—una mujer joven—por el cuello con ambas manos.

—Haaaaah… —Helen suspiró pesadamente, con la cara desencajada como si hubiera mordido algo desagradable—. ¿Qué demonios haces aquí, Flore? —Helen regañó a su cautiva como una madre regaña a su hija.

La mujer llamada Flore tenía los ojos verdes y el cabello medio largo y color canela recogido en una coleta. Vestía el tipo de ropa de aldea que yo había visto a menudo en la capital, pero lo que la diferenciaba inmediatamente de la aldeana promedia era la coraza de cuero, el escudo atado al brazo y la pequeña espada que colgaba de su cintura.

Los que habíamos sido espectadores corrimos a reunirnos con Samya, Jolanda y Helen.

Cuando llegamos, pregunté:

—¿Una conocida?

Helen me miró y asintió.

—Es una—cómo lo explico—una mercenaria amiga mía. Bueno, al menos así nos conocimos —se dirigió de nuevo a Flore—. ¿Qué voy a hacer contigo? —reprendió—. ¿Dónde crees que estás exactamente?

—¡Esa es mi línea, jefa! —gritó Flore, negándose a retroceder ni un milímetro—. ¿Por qué demonios te escondes en el Bosque Oscuro?

—¿A qué has venido? —preguntó Helen.

—Me hablaste una vez sobre tu viaje, ¿recuerdas? Despertó mi interés. Pensé que, con mis habilidades, no tendría ningún problema en hacerlo yo misma —explicó Flore, sacando la lengua pícaramente.

Helen se cubrió la cara con una mano, un movimiento que probablemente fue casi inconsciente.

—No me puedo creer que…

—¡Pero vamos! ¡Los jabalíes son adversarios mortales! —dijo Flore alegremente.

La mirada de Helen se agudizó.

—¿Te has enfrentado a uno?

—¿Eh? ¿No? Me topé con uno cuando salía de los arbustos y grité de la sorpresa. Lo golpeé con mi escudo y salió corriendo hacia alguna parte. Pero esa fue la primera vez que no he sido capaz de dejar algo inconsciente.

Helen asintió.

—Ya veo.

El misterio del primer grito estaba resuelto.

La mirada errante de Flore se detuvo de repente en algo.

—¡Oooh! ¡Un perrito! ¡Qué liiiindo! —estaba mirando a Lucy, envuelta en los brazos de Diana.

¡Arf! —respondió Lucy moviendo la cola.

Así es nuestra educada niña.

Con el permiso de Diana, Flore rascó la cabeza de Lucy y ésta aceleró el movimiento de la cola. Flore observó a la cachorra con una sonrisa tonta (Diana, por su parte, estaba muy orgullosa), pero entonces, su expresión se tornó incrédula al darse cuenta.

—¿Hah? Este pequeñín es…

Me rasqué la cabeza.

—Claro… Es una lobezna del bosque —admití. Omití la parte de que era una bestia mágica.

Lucy tenía varios rasgos característicos de los lobos del bosque. No sabía si Flore se había topado a menudo con esas bestias en el pasado, pero al menos había visto suficientes como para reconocer a Lucy como lobezna. Un torpe intento de ocultar la verdad sólo habría conseguido que indagara más en el asunto. En lugar de eso, le expliqué la situación a Flore de la misma manera que se la había contado a Jolanda.

—Se separó de su manada —le dije—. También es huérfana, así que decidimos criarla nosotros.

—Wooow —Flore volvió a acariciar a Lucy en la cabeza—. Has tenido una vida dura, ¿verdad? —se giró hacia mí—. Dime, esta pequeña— ¿Eh? —antes de terminar su pregunta, sus ojos se abrieron de par en par.

Miré a mi alrededor y vi a Samya y Jolanda acompañadas por Krul.

—La zona está des…despejada —informó Jolanda en voz baja, arrastrando los pies detrás de Samya.

Samya suspiró. Parecía que habían ido a explorar los alrededores por nosotros.

—Gracias —respondí a Jolanda—. ¿Por qué no tomamos todos un breve descanso?

Todos asintieron.

Pero de repente, un fuerte grito atravesó la calma del Bosque Oscuro.

—¡¿Es u-un dragón?! —esas palabras resonaron con seguridad por todo el bosque. Naturalmente, Flore fue la autora.

Los demás nos quedamos paralizados por la sorpresa, pero Flore, con los ojos brillantes, se lanzó hacia delante y empezó a rodear a Krul a una velocidad asombrosa.

—¡Dios mío, Dios mío, Dios mío! —dijo en voz alta—. ¡¡¡Es un draco!!! ¡Increíble!

Krul bajó la cabeza, curiosa por saber qué estaba pasando.

Golpeada una vez más por el encanto de Krul, Flore dijo:

—¡Awww! ¿No eres una preciosidad? Pensé que darías más miedo —extendió lentamente la mano y acarició la cabeza de Krul.

Krul respondió lamiendo en línea el rostro de Flore.

—¡Eeek! Me hace cosquillas —protestó Flore con una risita.

Los demás sonreímos ante sus ocurrencias y Diana observó su interacción con orgullo.

—Ahora que estamos todos al día, una vez más, ésta es Flore —Helen puso una mano en el hombro de Flore—. Fuimos mercenarias juntas, pero ella se unió muuuucho después que yo, así que no hay necesidad de inclinarse ante ella.

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