Kajiya De Hajimeru (NL)

Volumen 5

Capítulo 1: La Familia Que Vive En El Bosque

Parte 1

 

 

Tras nuestro habitual viaje a la ciudad, regresamos a la cabaña. Como siempre, lo primero que hicimos fue descargar el carro y guardar las provisiones.

—¿Dónde va esto?

La pregunta vino de Samya, una Bestial de tipo tigre. Llevaba mucho tiempo viviendo en este bosque y la había rescatado hace tiempo, cuando resultó herida por el ataque de un oso.

—Justo ahí —señalé.

—Lo tengo —dijo, caminando para poner las provisiones donde le había indicado.

Luego, Rike, una mujer Enana, se acercó a mí. Llevaba un saco de mineral al hombro. Cabe mencionar que Rike también era mi aprendiz.

—Oh, ¿puedes poner eso ahí? —le pregunté.

—Lo haré, jefe —respondió.

Diana, la joven de la familia Eimoor y hermana menor del Conde Eimoor, estaba guardando objetos domésticos como rollos de tela. Lidy, una elfa, ayudaba con la comida y los ingredientes.

Salí al exterior, donde Krul—el draco de nuestra familia—me esperaba. Ella se había unido a nuestra familia hace algún tiempo. Había expresado mi interés por tener un caballo y Camilo nos había ofrecido a Krul. En aquel momento, resoplaba con entusiasmo, aún entusiasmada por nuestro viaje. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que tuvo que arrastrar un carro durante una distancia tan larga.

Y por último, nuestro nuevo miembro de la familia era Helen, una mercenaria. No obstante, no podría volver a esa profesión hasta dentro de un tiempo debido a algunos problemas con el Imperio vecino, por lo que se quedaba con nosotros.

Con un par de manos extra, lo tuvimos todo ordenado en un instante.

Hoy, además de las mercancías habituales, también habíamos comprado juegos de sábanas a Camilo. Las guardamos en las nuevas habitaciones de la cabaña, una de las cuales sería la de Helen a partir de ahora.

Asimismo, le compramos a Helen algunos artículos de primera necesidad. Cualquier otra cosa que necesitara, la compraríamos cuando fuera necesario.

Helen había estado usando ropa prestada de Diana, quien había estado encantada de compartirla, alegando: ‘Mi hermano me empacó bastante de casa’. La ropa no le quedaba exactamente bien, pero Helen se la ponía de todos modos, esperando a que tuviéramos la oportunidad de ajustarla.

Una vez terminado el trabajo de clasificación, le dije a Helen:

—Dejamos las noches después de nuestras excursiones por la ciudad para el tiempo libre. Pásala como más te guste.

—¿En serio? —dijo Helen.

Asentí con la cabeza.

—Sip —por supuesto, Helen aún no tenía mucho, así que sus opciones eran limitadas.

—En ese caso, voy a ver cómo está el draco —declaró, vibrando de inquietud. Parecía que Krul le había interesado desde el principio.

Diana levantó una mano y dijo:

—Te acompaño.

Bien. Helen estará bien con mamá Diana a su lado.

—No creo que pasé algo, pero tengan cuidado de todos modos —les indiqué.

Las dos asintieron.

—Entiendo —dijo Helen.

—Comprendido —añadió Diana.

Se dirigieron a la puerta, pero en ese momento recordé algo que quería decirles.

—Diana —las llamé por la espalda—, a propósito, Helen se unirá a nosotros durante nuestras sesiones de sparring a partir de esta noche.

Diana me miró con los ojos muy abiertos.

—¿En serio?

Helen había sido capturada y mantenida cautiva en el Imperio—acabábamos de regresar de una misión para sacarla de esa situación. No obstante, el hecho de que fuera necesario rescatarla no significaba que fuera débil. Todo lo contrario. En el combate uno contra uno, Helen era más fuerte que yo, y esperaba que el combate fuera una buena forma de que recuperara la confianza.

—Sí, ya lo he hablado con Helen —le expliqué.

Los dos lo habíamos hablado de camino a casa desde el Imperio. Al principio se había mostrado reacia, pero cuando le insistí, finalmente asintió. Fue un leve movimiento de cabeza, pero asintió.

Cuando Catalina, una sirvienta de la familia Eimoor, se enteró de que Helen se enfrentaría a Diana y a mí, comentó con envidia:

—Oh, si yo tuviera tanta suerte como mi lady.

En ese momento, Diana le dijo a Helen:

—Estoy deseando aprender de ti.

—No me voy a contener —respondió Helen.

—Pues mucho mejor —dijo Diana.

—Sin heridas graves, por favor —les grité a las dos.

Pero estaban charlando entre ellas animadamente. Me pregunto… ¿cuántas de mis palabras llegaron realmente a sus oídos?

No veía ningún inconveniente en este plan. Pensando en el futuro, cualquier oportunidad de mejorar nuestras habilidades de combate sólo podía ser algo bueno. Casi todos en la familia eran mujeres, lo que ponía en duda las anticuadas ideas de este viejo fósil de la Tierra acerca de que los hombres tenían que asumir el papel de luchadores.

Tenía ganas de trabajar, así que me dirigí al taller.

—Rodeado de mujeres, eh —murmuré.

El hecho de ser el único hombre de la casa me había molestado en el pasado… Pero no era como si hubiera planeado que esto sucediera. ¡Incluso Krul era hembra!

Había pasado un tiempo considerable desde que llegué a este mundo. ¿Quién iba a pensar que, incluso después de tanto tiempo, todas las personas con las que me llevaba bien eran mujeres?

Es cierto que me había acercado a Marius, Camilo y el trío de cocineros, pero hasta ahora no hubo ningún hombre que viniera a vivir con nosotros. En este mundo, la mayoría de los hombres, a partir de cierta edad, tenían una profesión fija, lo que dificultaba la visita a nuestra forja. En ese sentido, no era extraño que todos nuestros visitantes fueran mujeres, pero aun así… ¿no está nuestra familia demasiada desequilibrada?

Cuando entré en la forja, eché un vistazo al altar kamidana donde había colocado una estatuilla de la diosa. No pude evitar pensar que su sonrisa (sin tener en cuenta que yo mismo la había tallado) parecía insinuante.

 

Regresamos a la cabaña poco después del mediodía y trabajé en la forja hasta el anochecer. Aunque llevaba más de una semana fuera de casa, no me sentía oxidado, gracias en parte a que había reparado espadas como parte de mi coartada mientras había estado en el Imperio.

Había una segunda razón por la que había vuelto a mi rutina sin problemas: En realidad confiaba en las habilidades trampa. Me las había concedido una poderosa entidad llamada Vigilante al trasladarme a este mundo.

Bueno, como todavía estoy en buenas condiciones, no debería haber ningún problema para que mañana me ponga a trabajar como es debido.

Y así, concluí el día. Cuando estaba ordenando, las tablillas de madera colgadas en la forja me avisaron de que habían abierto la puerta de la sala de estar. Aposté a que Diana y Helen habían regresado.

Oí una animada charla procedente de la sala de estar. Al poco rato, la puerta de la forja se abrió con un * ¡bang! *

Como era de esperar, Helen había sido la que había abierto la puerta. Entró y dijo:

—Cielos, Eizo, ¿ya terminaste?

—Sí. El sol ha empezado a ocultarse, y para empezar, no estaba trabajando en nada tan serio —respondí—. ¿Querías algo?

—Nada en particular. Rike me dijo que estabas aquí cuando pregunté, así que pensé en venir a echar un vistazo. Nada más.

Me pareció oír un atisbo de decepción en la voz de Helen, así que mantuve deliberadamente un tono optimista y contesté:

—Mañana empiezo un proyecto y necesitaré tu ayuda en él. Entonces podrás observar todo lo que quieras.

—¿Hah? ¿Hablas en serio?

—Por supuesto —le aseguré—. Te lo prometí, ¿no? —le había hecho esa promesa cuando la rescaté, pero quizá ya lo había olvidado.

Pero al contrario de lo que yo pensaba, Helen respondió:

—Ah, sí. Gracias —su mirada se dirigió hacia un lado mientras me agradecía, y por su expresión, parecía que realmente lo recordaba.

—Puedes agradecérmelo cuando terminé —le di una ligera palmada en el hombro, y el movimiento fue algo torpe (porque ella era más alta que yo). Luego, me dirigí de nuevo a la sala de estar.

 

A la mañana siguiente, fui con Krul a buscar agua al lago, como era nuestra rutina habitual. Parecía contenta de ir conmigo… —pensé. Realmente no podía leer las expresiones de los dracos, así que mi interpretación era en parte ilusoria.

Ya que estábamos en el lago, aproveché para lavarme también, mientras charlaba con Krul.

—¿Me sustituyó Diana en mi ausencia? —le pregunté.

Kuluuu —gorjeó.

No pude entender los matices de su respuesta, pero, de algún modo, me pareció que estaba diciendo: “Sip”.

Gracias al buen rato que pasé con Krul, mi día había empezado con buen pie.

—¿Volvemos?

¡Kululululu!

Caminamos juntos de vuelta a la cabaña, yo con las jarras de agua sobre los hombros y Krul con ellas colgadas del cuello. Otra imagen de nuestro tranquilo día a día.

En casa, terminamos de desayunar y de lavar la ropa antes de sentarnos juntos para nuestra reunión matutina.

Inicié la discusión declarando:

—Hoy forjaré una espada para Helen.

—¿Continuamos las demás con nuestro itinerario habitual? —preguntó Rike.

—Sí. Puedes seguirme mientras trabajo. ¿Puedes hacer más planchas de metal con tiempo extra?

Las cinco dieron su visto bueno.

Comienza un nuevo día en Forja Eizo.

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