Kajiya De Hajimeru (NL)

Poco después de empezar a investigar a Eizo Tanya, me vi haciendo una visita al Imperio. Rike y Lidy, dos residentes de su forja, habían atestiguado que alguna vez se había aventurado por allí—me dijeron que lo comprobara por mí mismo.

En todas partes del Imperio había signos de mantenimiento y nuevos proyectos de construcción que habían sido patrocinados por la generosidad del anterior emperador. Gracias a los avances, la gente que llenaba las calles luciendo sonrisas.

La orden imperial abarcaba el desarrollo de todo tipo de instituciones públicas, y oí que la biblioteca de la ciudad también era impresionante. Así que decidí que esa sería la primera parada en mi búsqueda de fuentes de información.

Fiel a su reputación, la biblioteca albergaba una vasta colección de libros y documentos de gran calidad. La colección había florecido bajo la dirección del anterior emperador.

Comencé mi búsqueda, pero, frustrantemente, la información que buscaba me resultaba difícil de encontrar. Fue entonces cuando me topé con un anciano que conocía muy bien la historia de la ciudad. Me apresuré a entablar conversación con él.

—¿Todo eso ocurrió aquí?

—Sí. Por razones desconocidas, documentos que deberían haberse conservado cuidadosamente se han perdido en el viento”, —respondió—. No sé nada más en detalle que eso.

Según este hombre, Eizo se había cruzado en el camino de esta ciudad durante—atención—un intento fallido de revolución en el Imperio. Una rebelión había estallado aquí, pero al final, había sido rápidamente reprimida y había terminado en fracaso.

El emperador de entonces había lamentado profundamente que sus decretos hubieran sembrado la semilla de la revolución, por lo que se había comprometido a gobernar con benevolencia a partir de entonces. A grandes rasgos, esto era mitad relato histórico y mitad leyenda.

Fuentes recientes encontradas en el Imperio sugerían que el emperador conocía la rebelión de antemano, y que había contratado en secreto a un mercenario de renombre para persuadir o asesinar a los líderes rebeldes.

Se desconocía qué había ocurrido con ese mercenario, pero al parecer había sido capturado por las fuerzas rebeldes.

Fue entonces cuando Eizo apareció en escena y se deshizo sin ayuda de varias unidades de revolucionarios en un abrir y cerrar de ojos, todo para rescatar al mercenario.

Es posible.

Técnicamente, la identidad del misterioso hombre que aplastó a las tropas rebeldes sigue siendo indeterminada.

Tras reunir información de varios relatos diferentes, pude averiguar que el estallido de la rebelión coincidió perfectamente con el periodo en que Eizo supuestamente había visitado el Imperio. Había entrado en el Imperio después del mercenario, pero antes de que se sofocara la revolución…o eso parecía.

Dicho de otro modo, sólo había una persona cuyos antecedentes eran en su mayoría desconocidos, pero que también reunía todos los requisitos para ser el salvador.

Por eso estuve convencido durante un tiempo de que mis sospechas eran ciertas.

Pero enseguida mi hipótesis quedó refutada. Según todas las fuentes y testimonios, Eizo no era “más que un herrero”. Oí la frase tantas veces que me harté de ella. Durante un tiempo sospeché que el gran énfasis en su oficio era una coartada, pero no encontré pruebas que respaldaran mi teoría.

Por lo tanto, la capacidad de combate de Eizo no debía ser más que la que cabría esperar de un herrero—como mucho, habilidades similares a las de un ciudadano promedio.

Al final, llegué a la conclusión de que el misterioso hombre (o mujer) que había rescatado al mercenario no era Eizo, después de todo.

Rezo por que algún día salga a la luz una nueva fuente que invalide esta última teoría. Ese día lo recibiré con los brazos abiertos.