Kajiya De Hajimeru (NL)

A la mañana siguiente, los cinco y Krul fuimos al lago. El viaje no era nada nuevo, pero aun así me aseguré de llevar una espada corta para defensa personal. Rike trajo su hacha (sobre todo porque la necesitaría para talar árboles), y las otras tres llevaron sus arcos.

Me quitaba un peso de encima haber aumentado por fin nuestro arsenal. Puede que las armas no sirvieran de mucho contra una emboscada mágica, pero como los usuarios de magia eran raros en este mundo, las probabilidades de que nos encontráramos con un problema así eran escasas (fuente: Lidy). La mayor amenaza para nosotros en este bosque eran los osos.

Krul estaba emocionada por salir con todos. Atravesamos el bosque a un ritmo tranquilo, y parecía que íbamos de camino a hacer un picnic.

Por el camino, vi un animal que no había visto nunca.

Bueno…no nunca en sí—era casi idéntico a un tigre.

Pensándolo bien, los Bestiales de tipo tigre como Samya existían, así que era lógico pensar que los tigres también vagaban por este mundo.

Era bastante obvio lo que estaba viendo, pero como era la primera vez que veía uno en el Bosque Oscuro, le pedí a Samya que me lo confirmara.

—¿Es un tigre?

—Sip —respondió—. Es raro que venga uno por aquí.

—No nos atacará, ¿verdad?

—Si quisiera, ya lo habría hecho. Seguro que se ha percatado de nuestra presencia. Estaremos bien mientras no lo provoquemos —dijo sin ninguna preocupación—. Solía verlos más a menudo cuando vivía al norte y al oeste, pero ahora estamos en territorio de lobos. Los tigres no suelen merodear por aquí.

—¿Podría haberlo perseguido hasta aquí un oso? —pregunté.

—Creo que un oso lo habría conducido más al norte, más cerca de la orilla opuesta del lago. Probablemente vino aquí en busca de una presa. De todos modos, los avistamientos de tigres son raros, pero se ven uno o dos de vez en cuando.

—No eres pariente de ninguno de ellos, ¿verdad?

—¡No! —espetó Samya.

Dudaba que los Bestiales apreciaran que se mencionaran sus conexiones pasadas con el reino animal. Sin embargo, no tuve otra opción que preguntar… Habría sido muy incómodo si ella hubiera dicho de repente, “¿No es esa la voz de mi amigo, Li Zheng?”.

—Lo siento —dije.

—No pasa nada. Pero para que lo sepas, tampoco puedo hablar con tigres.

—De acuerdo, de acuerdo, lo entiendo.

Si ella era capaz de comunicarse con los tigres, habría hecho el escenario Li Zheng aún más convincente… Aunque, hay que reconocerlo, que un poeta se convirtiera en un tigre devorador de hombres era una circunstancia bastante particular.

El tigre nos observó un rato más antes de dar media vuelta y volver a las profundidades del bosque. Samya teorizó que había venido aquí persiguiendo una presa, pero no parecía hambriento. Al fin y al cabo, aquí había un auténtico bufé de animales para cazar si le hubiera apetecido.

Aparte de ese raro encuentro, nuestro viaje al lago fue tranquilo.

Las cazadoras habían hundido el cadáver del jabalí en el lago, y Samya no había mentido sobre su tamaño—está cosa era descomunal. Incluso desde la orilla, podía verlo claramente bajo el agua. Samya había cazado algunos jabalíes bastante pesados en el pasado, pero este se llevaba el gran premio al tamaño con diferencia.

Nos metimos en el agua y atamos una cuerda alrededor del cuerpo del jabalí para que Krul pudiera ayudarnos a sacarlo a la orilla. Incluso con cinco personas, habría sido agotador sacarlo sin la ayuda de la fuerza de Krul.

Samya, Diana y yo sujetamos la cuerda con las manos; Krul también se colocó en la línea. Juntos tiramos de la cuerda. Incluso con la ayuda de Krul, el jabalí pesaba mucho—¡debía de pesar al menos trescientos kilos, y eso después de haberle quitado las tripas! Sus órganos por sí solos probablemente habían sido un festín extravagante para los lobos de por aquí.

Finalmente, después de muchas sacudidas, el cuerpo del jabalí llegó a la superficie del lago. Lo arrastramos hasta donde nos esperaba Rike con una plataforma que había hecho de madera. Fue una lucha cargar el jabalí en la plataforma—el cuerpo era extremadamente difícil de levantar, lo cual era una sorpresa para nosotros, teniendo en cuenta que nuestro grupo incluía a un enano, una bestial, un draco y a mí, con mi fuerza mejorada con trampas. Si Krul no hubiera estado con nosotros, quizá no habríamos podido llevárnoslo a casa.

El cuerpo del jabalí sobresalía del tablón. Lo aseguramos con una cuerda, atándole también las patas, lo que no era poca cosa debido a su enorme volumen. Una vez que estuvo bien sujeto, todos nos esforzamos por transportar la plataforma a la cabaña. Gracias a Krul, aún podíamos viajar a buen ritmo, aunque había que reconocer que íbamos más lentos de lo habitual. Entre todos, conseguimos llevar el jabalí a casa pasado el mediodía.

De vuelta a la cabaña, colgamos el gigantesco jabalí de un árbol. Esta tarea requirió cada gramo de fuerza que teníamos. Por supuesto, Krul fue de gran ayuda; sinceramente, sin ella, no habría sido posible levantar el cuerpo del jabalí.

El descuartizamiento también requirió más tiempo y esfuerzo, ya que el jabalí era enorme, pero en cuanto al proceso, el trabajo fue bastante estándar. Sin mis cuchillos personalizados, no lo habríamos conseguido.

Alabado sea nuestro señor y salvador: ¡mis trampas!

Los cinco ayudamos a despiezar el cuerpo del jabalí, y en una hora lo dividimos en trozos de carne y subproductos. Reservé suficiente carne fresca para la comida de hoy y llevamos el resto al almacén. Más tarde, secaríamos los trozos o los curaríamos con sal.

Gracias a Dios que habíamos terminado de construir el almacén… De lo contrario, habríamos tenido que secar la carne en el taller—todos los trescientos (o cerca) kilogramos.

Cuando terminamos con el jabalí, ya había pasado el mediodía, aunque aún faltaban unas horas para que oscureciera. Todos, incluido yo, estaban hambrientos, y todas se quedaron mirando exigiendo comida.

Bueno, les había prometido a todas que habría un gran festín para hoy. Así que, llevé la carne fresca a casa y me puse manos a la obra.

Había un montón de platillos que podría haber preparado rápidamente para satisfacer los rugientes estómagos de todos, pero quería cocinar algo delicioso como recompensa por todo nuestro duro trabajo. Esperaba que todos (incluyéndome a mí) tuvieran un poco más de paciencia.

Primero saqué una tabla de cortar y piqué la carne de jabalí con un cuchillo. Por mucho que me esforzara, nunca iba a hacer un trabajo tan minucioso como el que podría hacer una picadora mecánica, pero piqué la carne lo más fina y uniformemente posible.

Una vez picada, la pasé a un cuenco de madera. No tenía ni cebolla ni ajo, así que amasé la carne sólo con sal y pimienta hasta que empezó a pegarse. Dividí la carne en cinco porciones, las hice bolas y luego las aplané y las hundí ligeramente en el centro.

La hornilla requería fuego, y lo avivé hasta que estuvo a temperatura media. Si hubiera utilizado una cocina de gas, habría podido controlar la temperatura con un regulador. Con una estufa de inducción, simplemente habría tenido que pulsar un botón. No obstante, este hornillo utilizaba carbón como combustible, por lo que no tenía un control preciso de la temperatura. Las demás tendrían que perdonarme si quemaba accidentalmente la comida.

Con el hornillo en marcha, calenté una sartén y la engrasé con grasa de jabalí. Luego, coloqué las cinco hamburguesas en la sartén. Las asé por un lado durante unos tres minutos antes de darles la vuelta, y después, vertí un chorrito de brandy en la sartén. Sólo quedaba tapar la sartén y dejar que los jugos se redujeran durante tres minutos más.

En mi mundo anterior, la carne medio cruda era popular…pero yo no era lo bastante valiente como para comer carne de jabalí semi cruda recién sacada de la naturaleza.

Alimenté el fuego con más carbón. Cuando quité la tapa, la sartén desprendía un aroma delicioso. Dejé las hamburguesas en el fuego sólo un poco más antes de retirarlas del fuego.

¡Orden lista!

El plato del día eran las hamburguesas. O, al menos, una imitación con carne de jabalí…

Serví las hamburguesas, junto con la salsa que suelo preparar para los filetes. La carne habría quedado perfecta con queso o huevos fritos, pero no tenía los ingredientes.

En cuanto saqué la comida, Samya gritó de alegría. Sus ojos brillaban de emoción.

Dijimos todos juntos Itadakimasu y empezamos a comer.

—Ya había probado un plato parecido, pero tu versión es deliciosa —comentó Diana. Era hija de una familia de condes, así que había comido una gran variedad de platos durante su infancia y estaba muy versada en cocina.

—Aaah, así que este platillo existe aquí —repliqué.

En la preparación de este plato se habían empleado dos técnicas importantes y fundamentales: primero, picar los restos o las partes duras para ablandar la carne, y segundo, cocerlo todo a fondo para disipar cualquier riesgo de comer carne cruda. Eran técnicas estupendas, pero como eran tan básicas, no era de extrañar que los cocineros las utilizaran también en este mundo.

—Tu plato está más elaborado que los que he comido antes —añadió Diana.

Hmmm, ¿quizás el cocinero se había detenido en enrollar la carne hasta convertirla en una simple bola? Los pasos de la receta de la que hablaba Diana no podían ser muy diferentes… Después de todo, las hamburguesas no eran precisamente algo avanzado—ya que en mi mundo anterior existían desde varias generaciones antes que yo.

—En casa nunca comí nada parecido —dijo Rike—. Cuando comíamos carne, casi siempre era seca.

No todo el mundo tenía fácil acceso a la carne fresca. Preparar la carne también requería habilidad—de hecho, en Japón había un libro de recetas dedicado exclusivamente a preparar Jamón Jinhua. Las recetas de cecina deben de ser un producto básico en este mundo.

Recordé los estereotipos enanos que había aprendido de la ficción en mi antiguo mundo. Por lo que había oído, los enanos no eran precisamente conocidos por ser grandes chefs. Sin embargo, una vez había tenido una conversación con Rike sobre cocina, y ella me comentó que había cocineros enanos en las ciudades que albergaban grandes comunidades de enanos. En otras palabras, había cocineros enanos expertos que podían preparar recetas complejas.

Lidy añadió su granito de arena.

—Rara vez comíamos carne en mi aldea, así que es la primera vez que como un plato así.

Los elfos eran conocidos por ser vegetarianos, pero no evitaban la carne como yo había pensado. Más bien, dependían en gran medida de la agricultura como fuente de sustento. Los visitantes de las aldeas élficas simplemente habían sacado sus propias conclusiones (incorrectas) a lo largo de los años.

Aquí, en Forja Eizo, servía carne—fresca o en conserva—todos los días. Lidy comía el mismo menú que todos, y la nueva comida aún no le había sentado mal.

—Bueno, ya sabes lo que dicen: el hambre es la mejor especia —recité.

—¡Esto estaría rico, aunque no me muriera de hambre! —Samya insistió en voz alta. Al parecer se había enamorado del platillo.

—Lo tengo, lo tengo. Lo volveré a hacer cuando tenga tiempo —prometí.

La hamburguesa estaba tierna, sabrosa sin tener sabor a carne de caza, e innegablemente deliciosa… Sin embargo, el inconveniente era el tiempo de preparación.

Como era herrero, podría fabricarnos una picadora mecánica…pero ahora me estaba precipitando. Decidí dejar de pensar y disfrutar de la comida.

Todos empezaron a clamar qué tipo de comida querían probar, así que el resto de la comida fue bulliciosa.

◇ ◇ ◇

Durante los tres días siguientes, volvimos a nuestra rutina normal—nos centramos en forjar cuchillos y espadas para entregárselos a Camilo. Como de costumbre, Rike se encargaba de los modelos básicos y yo de los de élite.

Sin embargo, una cosa había cambiado—mi velocidad había aumentado. O mi cuerpo se estaba acostumbrando al trabajo, o había subido el nivel de mis trucos. Por desgracia, no podía determinar la razón exacta, así que tampoco podía concluir que forjar una gran variedad de armas hubiera aumentado mi ritmo.

Sea lo que sea, a partir de ahora decidí dedicar al menos un día entre entrega y entrega a fabricar algo nuevo.

Quién sabe, quizá dé con un nuevo producto que añadir a la línea de Forja Eizo… La próxima vez que estemos en la tienda de Camilo, le preguntaré qué se vende bien.

◇ ◇ ◇

Llegó el día de la entrega. Cargamos el carro con los objetos recién forjados, así como con las armas que empuñábamos para nuestra autodefensa. Enganchamos a Krul, que estaba entusiasmada con la perspectiva del viaje, y nos pusimos en marcha.

La carreta traqueteaba mientras atravesábamos el bosque. De vez en cuando, fragmentos del canto de los pájaros se filtraban a través del estrepitoso ruido que producía la carreta. Rike era ya una experta en el manejo del mando, así que avanzamos rápidamente por el bosque.

¿Ese tigre ya regresó a su propio territorio? Todo está bien mientras no nos topemos con un oso… Una pelea en la que tanto el oso como mi familia resultan heridos no es más que una situación en la que todos pierden.

Bajo las hábiles manos de Rike, nuestro carro tirado por un draco pronto salió a la carretera. Aumentamos la velocidad.

Hoy disponíamos de tres nuevas armas de proyectiles. Los confines abarrotados del bosque podían ocultar a un enemigo, pero aquí, en las llanuras, podíamos detectar a un enemigo a kilómetros de distancia. Y si veíamos algo peligroso, estábamos preparados para atacar de inmediato.

Krul corría mucho y todos estábamos preparados para la defensa necesaria, pero en general, el estado de ánimo era tranquilo y relajado.

Cuando llegamos a la puerta de la ciudad, saludamos al guardia, que iba equipado con una alabarda. El guardia no parecía tan ansioso como las dos últimas veces, así que supuse que Marius debía de haber difundido por fin la noticia de que la “ladrona” (Nilda) ya no era una amenaza en esta zona.

Con poca algarabía, nos dirigimos a la ciudad.

Nos tomamos nuestro tiempo para llegar hasta la tienda de Camilo, y me di cuenta de que el número de personas que nos miraban descaradamente había disminuido en comparación con nuestra última visita. Aunque no estábamos aquí muy a menudo, los habitantes de la ciudad se estaban acostumbrando poco a poco a nosotros.

Las calles estaban animadas pero concurridas, y el ambiente no era bullicioso sino agitado. Todo el mundo parecía apresurado en sus quehaceres. Nos abrimos paso a través de este ajetreo y pronto llegamos a la tienda de Camilo.

Después dejamos el carro en el almacén y llevamos a Krul a la parte de atrás, subimos a la sala de reuniones y esperamos a Camilo. Al final entraron él y el dependiente jefe, ambos con un aspecto más atareado de lo habitual.

—Parecen ocupados —comenté.

—Sólo un poco —las palabras de Camilo parecían un poco tensas. Sólo se mostraba así de evasivo cuando estaba bajo presión, pero decidí no preguntar. En lugar de eso, di prioridad a nuestra negociación, y mi enfoque directo pareció convenirle a Camilo.

—Trajimos nuestro inventario habitual —le dije—. Encontrarás jabalinas y arcos en el carro, pero no están a la venta, así que por favor apártalos.

—Bien —Camilo le hizo una señal al dependiente jefe con los ojos, y éste asintió en respuesta. Camilo continuó—. Tengo algunas novedades. He encontrado un proveedor para tus semillas de patatas.

—Oh, ¿en serio? Te lo agradezco.

Las patatas me facilitarían el camino hacia una vida hermética en el bosque. Por supuesto, no podíamos depender de las patatas como única fuente de alimento, pero sería útil tenerlas.