Kajiya De Hajimeru (NL)

Volumen 3

Capítulo 3: El Demonio Y La Hoja

Parte 2

 

 

—¿Sí?

—Me importa muy poco si eres un Demonio o no —afirmé.

—Ya veo —sus palabras fueron acompañadas de una compleja sonrisa.

No había pasado por alto el hecho de que era una criminal, pero sus crímenes no eran tan graves en lo que a mí respecta, y la iba a tratar igual que a cualquier invitado. Eso era lo que habíamos decidido ayer también.

Después de traer el agua, llené un pequeño balde y lo llevé a la habitación de huéspedes. La mujer demonio me siguió.

Ahora que lo pienso, aún no le había preguntado su nombre. No podía dirigirme a ella como “mujer demonio”.

—Si se puede saber, ¿cuál es su nombre?

—Es Nilda.

—Pues bien, Nilda, aquí está la habitación de invitados. Este paño y el agua son para ti. Te llamaré cuando el desayuno esté listo, así que aséate y ponte cómoda.

—Entiendo —dijo Nilda con un movimiento de cabeza, y luego entró en la habitación.

Cuando volví a la sala de estar, todas se acababan de despertar.

—¿Ha venido? —preguntó Diana.

—Sí —respondí—. Ahora está guardando sus cosas y quitándose el polvo.

—Entonces deberíamos lavarnos también.

Asentí con la cabeza, y todos nos separamos para atender nuestras rutinas matutinas. Samya entró en la habitación de invitados para recoger la ropa sucia, lo que fue de gran ayuda, ya que no podía entrar en la habitación de una mujer tan despreocupadamente.

Cuando terminamos los quehaceres y el desayuno estaba listo, hice que Samya llamara a Nilda para que se uniera a nosotros. Nos reunimos todos alrededor de la mesa del comedor. Samya, Rike, Diana y yo aplaudimos y dijimos Itadakimasu al unísono. Nilda copió nuestros gestos y nos imitó en silencio.

Cuando empezamos a comer, me dirigí a Nilda.

—Ahora que estamos todos aquí, ¿puedes presentarte al grupo? Sería incómodo que te llamaran señorita Demonio, ¿no?

Una mueca apareció en el rostro de Nilda.

—Me llamo Nilda. Soy del reino de los demonios —dijo con brusquedad.

Puede que su experiencia como demonio la haya hecho más cautelosa, pero pensé que podría ser bondadosa en el fondo. Tanto ahora como durante nuestro enfrentamiento en la carretera, se había mostrado abierta a mis peticiones, y nunca dijo nada innecesario.

La mirada de Nilda pasó entre Rike y Samya. ¿Acaso los bestiales y los enanos no vivían en el reino de los demonios?

A pesar de su presentación tan brusca y del hecho de que era un demonio, se había presentado, así que nosotros también lo hicimos de la misma manera.

—Soy Eizo. Un Humano —dije—. Ella es Samya. Es una bestial.

—Mi nombre es Rike. Soy una enana.

—Y yo soy Diana. Soy humana, como Eizo.

—El draco que vive en aquella choza es Krul, y eso es todo —finalicé—. Ahora bien, entrando al tema, ¿cómo te enteraste de nuestra forja?

—Mi grupo estaba patrullando la frontera entre el mundo de los demonios y de los humanos cuando nos encontramos con una unidad de reconocimiento humana —explicó Nilda—. Uno de los miembros era una pelirroja llamada Helen. Por ella me enteré de tus armas.

Nilda había dicho “mundo de los demonios”, pero todas las razas coexistían en el mismo mundo. El mundo demoníaco era la región sobre la que reinaban los demonios, y lo mismo ocurría con el mundo humano. La terminología era un remanente de las grandes guerras de hace seiscientos años.

—Una pelirroja llamada Helen… ¿La llamaban por el nombre de la Espada Relámpago? —pregunté.

—¿Ataque Relámpago? Ese es el nombre que había oído —respondió Nilda.

Helen había dicho que se iría de la región, pero quién iba a imaginar que llegaría hasta el territorio de los demonios.

¿Y cuándo había cambiado su apodo? A Ataque Relámpago, ¿eh? Desde luego, era bastante rápida.

Nilda continuó su relato.

—Luchamos con Ataque Relámpago y sus aliados, pero sufrimos una pérdida abrumadora. No tenían como objetivo nuestras vidas. En cambio, Helen destruyó todas nuestras armas. Todo ocurrió tan rápido que ni siquiera tuvimos la oportunidad de reaccionar.

Helen empuñaba un par de espadas fabricadas por mí, así que una hoja de acero normal no habría tenido ninguna oportunidad. Sin embargo, esa era una forma muy dura de tratar las espadas—por muy orgulloso que estuviera de la durabilidad de mis modelos personalizados, incluso ellos tenían sus límites. Me aseguraría de arreglar sus espadas la próxima vez que volviera.

—Me percaté de su estrategia y desvié mi arma a propósito de su hoja, pero no pude rechazarla por mucho tiempo. Antes de darme cuenta, mi arma estaba destrozada. Pero ella me dijo que no era tan mala. Creo que sus palabras exactas fueron: ‘¡Podrías haberme hecho la competencia si tuvieras un arma como la mía!’.

—¿A eso te referías cuando dijiste que te habías enterado de nuestra forja por Helen? —pregunté.

Nilda asintió.

—Sí. Le dije que me gustaría comprarme un arma como sus espadas duales, aunque se negó. Me dijo: ‘Mandé a hacer estas pequeñas de forma personalizada. No podrás encontrar una igual tan fácilmente’. Ahí terminó nuestra conversación.

Nilda continuó su historia.

—Algunos de mis compañeros nos oyeron hablar y vinieron corriendo, aunque bien podrían no haberse molestado. Ataque Relámpago se encargó de ellos fácilmente. Ella y sus aliados se retiraron después de eso por alguna razón, pero antes de irse, me mostró el pomo de su espada y me dijo que, si realmente quería una espada, debía buscar un herrero que usara esa insignia.

—Ahora lo entiendo.

—Pedí permiso para irme de viaje y vine aquí para comenzar mi búsqueda. Sólo sabía que había que buscar en esta región, pero supuse que cualquiera que llevara un arma con el mismo grabado la habría obtenido directamente del herrero o de un comerciante con el que éste hiciera negocios. Lo demás simplemente se me ocurrió por el camino.

Me pregunto por qué Helen no le dijo nuestra ubicación… Tal vez porque no tenía tiempo.

Ahora sabía la historia completa detrás de los rumores del ladrón empeñado en la caza de un objetivo misterioso. Nilda había estado buscando nuestra insignia del Gato Regordete Sentado. ¿Quién iba a pensar que Helen había sido realmente el catalizador original detrás de toda la cadena de acontecimientos?

—¿Por qué nadie podía recordar tu cara o tu aspecto? —pregunté.

—La mayor parte del tiempo estaba oculta por mi manto, pero la magia “Olvidar” también es muy efectiva en este tipo de situaciones.

—Aaah.

Ese es otro nuevo tipo de magia que debo conocer. Nilda dijo que se le daba mal la magia, pero a la hora de la verdad sabe manejarla muy bien.

—¿Alguna pregunta más? —ella preguntó.

—No, eso es todo —respondí—. Por ahora.

Ella asintió.

—De todos modos, la comida está deliciosa.

—Me alegra escuchar eso, aunque sea por cortesía.

—En absoluto. Nunca había conocido a un chef tan hábil, ni siquiera en la casa de mi honorable hermana mayor.

—En ese caso, aceptaré con gusto el cumplido. —me incliné dramáticamente.

Al ver mi actuación, el rostro de Diana adoptó una expresión compleja.

No sabía qué clase de personaje era la hermana de Nilda, pero a juzgar por el cambio en el tono de Nilda, debía ser alguien importante. Tal vez Nilda era incluso de una familia aristocrática como los Eimoor. Me alegró de verdad que encontrara mi cocina a la altura de los cocineros que servían a la nobleza.

No estaba seguro de si era apropiado preguntarle sobre el reino de los Demonios, así que charlamos durante el resto del desayuno sobre nada en particular.

 

Después de desayunar, recogimos la mesa y pasamos a la forja. Cuando mis compañeras y yo nos inclinamos ante la kamidana , Nilda nos imitó.

—No tienes que hacer eso, sabes —dije—, sobre todo si va en contra de las costumbres demoníacas de honrar a los dioses de los humanos.

—No existen tales reglas. Encontré su ritual fascinante, así que quise intentarlo. Eso es todo.

—Siempre que estés segura.

¿Serán ateos los Demonios? ¿O es que el gobernante del reino se encuentra en la cima absoluta de la jerarquía?

Nilda realizó los pasos del ritual—dos reverencias, dos palmadas y una última reverencia—con gracia. Nuestra oración habitual era para que el trabajo del día saliera bien, pero me pregunté qué era lo que había rezado Nilda. Como hombre, sería descortés por mi parte entrometerme, así que aparté mi curiosidad de mi mente.

Una vez terminada la oración, Rike y las demás empezaron a fabricar planchas de metal. Encendí el horno con magia, ya que era la forma más rápida de hacerlo.

La mirada de Nilda se centró en mis manos.

Sé lo que quieres preguntar, pero antes tengo mis propias preguntas.

Guie a Nilda hacia la mesa del espacio de la “tienda”, al otro lado del mostrador, y nos sentamos uno frente al otro.

Fui al grano.

—¿Qué tipo de arma buscas?

—Es un tipo de espada bastante rara. Sólo se forja en una región concreta, así que es posible que no la conozcas —respondió—. En lugar de una espada estándar de doble filo, me gustaría que me hicieras una espada larga y fina con un solo filo.

—Un arma para cortar y acuchillar —respondí—. ¿Tiene la hoja una ligera curva?

—Sí.

Asentí y agarré un trozo de madera que había en el taller. Con mi cuchillo, lo tallé rápidamente en una forma que resultaría familiar a cualquier niño japonés de secundaria. Durante una excursión de la clase, al menos alguien se aseguraba de comprar uno como recuerdo. El modelo que hice era tosco y sin pulir, pero pensé que era una réplica aceptable.

—¿Qué te parece esta forma concreta? —le pregunté a Nilda cuando finalicé.

—Es exactamente lo que me imaginaba —ella dijo.

—Interesante.

Lo que Nilda había venido a encargar era una Katana.

Una Katana.

La petición encendió el fuego de mi alma japonesa.

Sin embargo, había un problema—podría hacer una espada con forma de Katana, pero no iba a ser realmente auténtica.

Las Katanas se fabricaban envolviendo una capa de acero duro alrededor del acero blando para crear una espada que no se doblara ni se rompiera. La fuerza de una Katana residía en su núcleo blando, por muy contradictorio que pareciera.

Pero, cuando utilizaba mis trucos, cualquier acero con el que trabajaba acababa superando el potencial del acero normal. Podía imitar la técnica colocando capas de acero de calidad personalizada alrededor de un núcleo de calidad élite, pero el acero de calidad personalizada ya era prácticamente irrompible, así que no tenía sentido tomarse la molestia.

Bueno…no ninguno . Siempre había que pensar en el entrenamiento de Rike.

Al final, decidí forjar una espada superponiendo acero de calidad personalizada sobre acero de calidad personalizada.

—Una vez solucionado esto, ¿puedes salir al patio conmigo? Trae tu arma —le dije a Nilda.

—¿Para qué? —preguntó ella.

—Quiero ver cómo manejas tu espada. Voy a ajustar la longitud y el peso de la espada en función de tu estilo de esgrima —le expliqué.

—Comprendo —dijo ella. Volvió brevemente a la sala de estar y regresó con la espada en la mano.

Abrí la puerta exterior y salí de la cabaña. Nilda me siguió.

No tenía ninguna razón para temer a Nilda—no había ningún beneficio para que me atacara—pero cambié mi cuchillo para tener un fácil acceso, por si acaso intentaba algo.

—¡Eeep! —gritó Nilda nada más salir.

Krul había llegado a la cabaña y miraba a Nilda a corta distancia.

—¿Cuándo has venido aquí? —le pregunté a Krul.

¡Kululul! —ella chirrió y me acarició el hombro.

Le acaricié el cuello y le dije:

—Está bien, está bien. Pero vamos a hacer algo peligroso, así que no te acerques, ¿bien?

Krul siguió mis instrucciones y se acostó en un lugar alejado de mí y de Nilda. Empezó a mordisquear la hierba.

¡Qué buena chica!

—O-Olvidé que estás criando un draco —tartamudeó Nilda.

—Se conocieron ayer. Estaba tirando de nuestro carro, ¿recuerdas?

—Es cierto. Está muy apegada a ti.

—¿Es algo fuera de lo normal en los dracos? —pregunté con curiosidad—. Krul es el único draco que he visto.

—Los dracos también viven en el mundo de los demonios, pero son salvajes y de poco carácter —aclaró—. Hacen caso a las instrucciones si es necesario, pero rara vez se sienten felices por ello.

—Oh, ¿de verdad? No pensé que los dracos pudieran ser tan diferentes.

—Yo tampoco estoy muy familiarizada con ellos, pero tu draco es ciertamente un caso excepcional en lo que respecta a mi experiencia.

—Ya veo.

Me pregunto si Krul es una raza de draco diferente a las del reino de los demonios. Eso podría explicar por qué he recibido información contradictoria sobre sus dietas. Tal vez los dracos son como los gatos con todo tipo de personalidades únicas.

De todos modos, no importa su raza, Krul es Krul. Ella es parte de la familia.

Sacudí la cabeza para aclarar mis pensamientos. Era hora de centrarse en el encargo.

—¿Es este un buen lugar para demostrar mi habilidad con la espada? —preguntó Nilda.

—Sí. Siéntete libre de ejecutar los movimientos que te gusten o los que se te ocurran.

Nilda asintió.

—De acuerdo.

Desenfundó su espada y comenzó a ejecutar una rutina. Sus movimientos eran silenciosos y limpios. Se movía con agilidad cuando debía hacerlo y se detenía cuando debía hacerlo. No obstante, me di cuenta de que no siempre se detenía perfectamente.

Sin embargo, ése fue el único defecto que vi en su técnica. Era la diferencia entre ella y Helen, pero, a pesar de todo, era ligeramente más hábil que Diana.

Nilda había dicho que quería una Katana, pero actualmente utilizaba una espada de doble filo. Entonces, ¿por qué una Katana? La respuesta no era importante para mi trabajo, pero pensé en preguntar de todos modos.

—La espada qué pides es diferente de la que estás blandiendo. ¿Hay alguna razón para ello?

Nilda continuó su danza mientras respondía.

—Mi arma principal fue destruida por Ataque Relámpago. Esta espada es simplemente mi reserva —sonaba disgustada, y podía imaginar por qué.

—Siento hacer una pregunta tan extraña.

—No es ningún problema. Si hubiera tenido más experiencia, no habría ocurrido —respondió.

Seguí observando la demostración de Nilda hasta el mediodía. En ese momento, ya había visto todo lo que necesitaba.

—Muy bien, eso es suficiente —le dije.

Cuando tuve su atención, separé las manos a una distancia de dos manos entre sí. Era demasiado larga para llamarla wakizashi , pero tenía la longitud de una kodachi .

—¿Qué tal es la longitud?

—Parece un poco corto —dijo ella.

—Tu esgrima favorece la velocidad sobre la potencia, como la de Helen, ¿no? En ese caso, una hoja más corta sería más ágil —expliqué.

—Hmm.

—Pienso hacerla lo más ligera posible por la misma razón.

—Muy bien. Te confiaré los detalles —dijo.

Ahora que habíamos acordado el diseño básico y las especificaciones, todo lo que tenía que hacer era fabricarlo.

 

Antes de entrar, me despedí de Krul; su chirrido de respuesta fue seguida por Nilda y por mí cuando regresamos al taller.

En la forja, Rike y las demás trabajaban a toda velocidad fundiendo planchas de metal. El trabajo era sencillo, ya que en su mayor parte se trataba de verter acero fundido en un molde; tres trabajadoras experimentadas de cuatro significaban que la eficiencia era de esperar.

Me remangué.

—Es hora de que yo también empiece.

—¿Está bien si miro? —preguntó Nilda.

—Claro, si quieres, pero nada de lo que haga hoy será muy interesante.

El primer paso era el sunobe , que consistía en alargar la Katana hasta la longitud adecuada. Todo lo que iba a hacer hoy era calentar y martillar. Una vez que terminara con el moldeado y el diseño ornamental, sería el momento de templar la espada.

—Por cierto, no tienes que permanecer en la casa —añadí—. Si lo prefieres, puedes pasear por el bosque o entrenar en el patio.

—Me quedaré —declaró Nilda—. Me interesa este proceso desde hace mucho tiempo, y rara vez tengo la oportunidad de observarlo en mi propio reino.

—Por mí está bien.

Saqué unas cuantas planchas de metal de nuestras reservas, luego agarré una con unas pinzas y la introduje en el lecho de fuego.

 

Primero tenía que templar el acero.

Normalmente, también quitaría las partes del acero que fueran demasiado impuras para utilizarlas. Sin embargo, como tenía mis trampas, la estructura del metal estaba garantizada para que resultara uniforme cuando terminara, así que el proceso era un poco diferente para mí que para los herreros normales.

Calenté el metal y lo martillé uniformemente. Al mismo tiempo, imbuí el metal con magia. Como iba a ser un modelo personalizado y no un modelo de élite, trabajé con mis trucos al máximo. Los modelos de élite no tenían que ser perfectamente uniformes, pero para los modelos personalizados, la más mínima imperfección era imperdonable.

Utilizando mis trucos, supuse que podría fabricar acero HSLA—Acero de Alta Resistencia y Baja Aleación—pero la pregunta era, aunque lo fabricara, ¿para qué lo utilizaría?

De vuelta a la espada—una vez satisfecho con la calidad del metal templado, pasé al siguiente paso. Este paso se llamaba tsumiwakashi , y consistía en soldar en forja una gran cantidad de piezas de acero para convertirlas en un trozo sólido. Un subproducto natural de este paso era el óxido de hierro, así que, para reducir la oxidación, cubrí los haces de acero con una capa de ceniza de paja. De este modo, conseguí dos trozos de acero separados.

Luego venía el plegado, que se llamaba orikaeshi tanren . Después de calentar y martillar, utilicé un cincel para marcar la soldadura donde doblaría el acero. El plegado era lo que daba a la superficie de las Katanas sus ondulaciones características, y dependiendo de cómo se plegara el acero, el patrón resultaría diferente. Manipular el metal para que adoptara la textura deseada requería concentración y maestría. Por desgracia, en mi caso, las trampas igualaban la estructura del metal, por lo que las ondulaciones apenas eran visibles.

Averiguar cómo imitar el hermoso aspecto del acero laminado y mantener al mismo tiempo la perfecta uniformidad de mis hojas hechas con trampas era un ejercicio para más adelante.

Había querido probar el tsumiwakashi y el orikaeshi tanren , pero ¿quién iba a saber que tendría una oportunidad tan rápida? Los designios del destino eran realmente misteriosos.

Nilda me miraba fijamente mientras trabajaba, con los ojos brillantes de interés.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó.

—Estoy fabricando la cantidad de acero de alta calidad que necesitaré para la espada —le expliqué.

—¡Oho!

Le debe gustar mucho la herrería. Tal vez, si hubiera nacido en una clase baja, incluso se habría convertido en una… aunque no tengo intención de preguntárselo.

Como estaba haciendo un modelo personalizado, cada paso del proceso me llevó más tiempo de lo habitual. No terminé de soldar los dos trozos de acero hasta después del almuerzo.

Cuando terminé, llamé a Rike.

—¿Tienes un segundo?

—¡Sí! ¿Qué ocurre, jefe?

—Estoy forjando una espada de estilo nórdico llamada Katana. El siguiente paso es fundamental para el proceso, así que quiero que observes.

—Entiendo. Gracias por la oportunidad. —Rike se unió a Nilda para ver mi demostración. Nilda observaba como invitada, pero era considerada con el entrenamiento de Rike.

Martillé uno de los trozos de acero hasta convertirlo en una barra larga y delgada. El otro trozo lo martilleé hasta convertirlo en una plancha plana. Una vez que la barra se había enfriado lo suficiente, recalenté la plancha.

Mientras trabajaba, explicaba el proceso a mi público.

—Normalmente, la hoja estaría hecha de un acero duro y la barra de un acero blando. El acero duro por sí solo haría que la espada fuera demasiado frágil. Por otro lado, el acero blando por sí solo sería demasiado maleable.

En mi caso, las dos piezas de acero que había hecho con mis trampas eran de acero refinado y de alta calidad. Había poca diferencia entre ambas. La magia incorporada al metal lo hacía más duro y duradero, a diferencia de los modelos básicos, en los que el metal contenía poca magia.

Una vez que la plancha de acero estaba lo suficientemente caliente, la puse sobre el yunque y la doblé en forma de U. Luego introduje la barra en la cuenca en forma de U. Esta técnica de envolver el metal blando con el metal duro se llamaba kobuse .

—Las armas forjadas de este modo tendrán la fuerza de ambos tipos de metal —continué—. Serán afiladas y resistentes a la flexión debido a la dura cubierta exterior, y serán difíciles de romper debido al núcleo interior flexible.

—Ya veo. Así que esta es una técnica que se practica en el norte, ¿eh? —preguntó Rike con aprecio.

A su lado, Nilda también asentía con la cabeza.

—Sí, así es —dije.

Los datos que tenía instalados me decían que en el norte existían armas como las Katanas, por lo que me planteé la hipótesis de que se fabricaban de la misma manera. Crucemos los dedos para que no me equivoque.

Ahora, por fin, había llegado el momento de iniciar correctamente el paso del sunobe . Necesitaría martillar el acero a las dimensiones correctas.

Mojé el yunque con agua y puse el acero caliente sobre él. Mientras martilleaba, el agua se evaporaba, haciendo que el aire se volviera brumoso. De vez en cuando, mis golpes producían un chasquido grave, como si se hubiera encendido la pólvora.

La primera vez que ocurrió, todos se sobresaltaron.

—P-Perdón —dije al ver que todos se sobresaltaban.

Nilda se sentó rígida con los ojos muy abiertos.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Rike.

—Esto hará que la superficie de la espada sea suave y vidriosa —expliqué.

—Oooh, qué efecto tan interesante —dijo ella.

Desde fuera, oímos un fuerte ” kulululululu “. Al parecer, también había asustado a Krul.

Salí corriendo y encontré a Krul de pie junto a la puerta, con cara de preocupación. Le acaricié la cabeza suavemente y le expliqué que no pasaba nada. Volvió tranquilamente a su choza, así que esperé haber podido calmar sus temores.

Después, volví a repetir el ciclo de calentamiento y martilleo, dando forma al acero con la anchura, la longitud y el grosor adecuados. Cuando las dimensiones se ajustaban más o menos a lo que tenía en mente, me detuve.

Ya estaba empezando a oscurecer, así que el resto del trabajo tendría que esperar hasta mañana.

Me negaba a retirarme del taller, pero me repetía una y otra vez que hacer horas extras no era saludable mientras limpiaba mi espacio de trabajo.

 

◇ ◇ ◇

 

Al día siguiente, pasé a dar forma a la espada, lo que se conoce como hizukuri. Samya y Diana trabajaron juntas en la fundición de espadas, como de costumbre, pero a partir de aquí, Rike me observaría en lugar de forjar.

Quiero ver una Katana hecha por enanos. Hay un cierto je ne sais quoi (no sé qué) en la idea. ¡Trabaja duro, Rike! Por mi bien también.

Comencé el hizukuri con el resultado de la etapa anterior del sunobe—una delgada barra rectangular de metal. Al final del hizukuri , la sección de cruce se habrá convertido en un pentágono, cuyo vértice era el borde de la hoja.

Por ello, los lados de una Katana no eran perfectamente planos. Una cresta, llamada shinogi , recorría la hoja por ambos lados. En otras palabras, eran los dos puntos laterales de la sección de cruce pentagonal. La parte plana de la hoja entre el dorso y el shinogi se llamaba shinogi ji .

Me tomé mi tiempo para dar forma a la hoja, calentando y martilleando diez centímetros de acero cada vez.

La punta de una Katana podía adoptar muchas formas diferentes. Había puntas largas y puntas robustas; el lado del filo podía ser curvo como un cuarto de círculo o perfectamente recto. Para la espada de Nilda, decidí hacer una punta de ikubi kissaki , curvada y de longitud media.

Cuando estuve satisfecho con la forma preliminar de la hoja, la levanté para comprobar el perfil. Los ojos de Nilda y Rike brillaban de emoción mientras miraban, sin pestañear, mi trabajo.

—Empieza a parecer una espada de verdad —dijo Nilda con asombro.

Comprendí exactamente cómo se sentía.

—Increíble, ¿verdad?

Como dijo Nilda, a estas alturas, la forma del metal era reconocible como una Katana. Siempre me emocionaba ver cómo un bloque de metal se transformaba en una espada.

En Japón, era posible determinar la época y la región de origen de una Katana examinando las características de su perfil, pero nada de esa historia tenía que ver con este mundo. Así que me limité a dejar que mis instintos y mis trampas guiaran mi mano.

—Al dar forma a la Katana, es importante prever cuánto se arqueará la hoja cuando se enfría y ajustarla convenientemente —expliqué—. De lo contrario, la Katana acabará más curvada de lo que pretendías.

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