Kajiya De Hajimeru (NL)

Volumen 2

Capítulo 1: Nubes Oscuras En El Horizonte

Parte 2

 

 

—¿Sería tan amable de decirnos quién es usted y por qué le atacaban esos hombres?

La mujer no respondió. No dispuesto a rendirme, intenté otra táctica.

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—Incluso sin que digas nada, es obvio que hubo… circunstancias, por así decirlo, y estoy seguro de que son difíciles de explicar. Sin embargo, acabamos de matar a tres hombres, y si los guardias nos interrogan, vamos a necesitar una razón. Así que, piensa en tu respuesta como un favor. ¿Puedes decirnos cómo sucedió todo esto?

Me miró fijamente a los ojos. No pude evitar notar que sus propios ojos eran de un azul impresionante. No había conocido a mucha gente en este mundo, pero estaba seguro de que, con sus refinados rasgos, sería considerada una belleza por casi todo el mundo.

Por alguna razón, me resultaba familiar. ¿Acaso se parecía a una actriz del oeste que había visto en una película en la Tierra?

En eso por fin, se decidió a hablar.

—En primer lugar, me gustaría darle las gracias. Me llamo Diana Eimoor. Vivo en la capital, pero por diversas razones se ha decidido que me quedaré en otro lugar durante un tiempo. Había estado viajando a mi residencia temporal, pero entonces esos hombres me atacaron. No quiero ni pensar en lo que habría pasado si no hubieran venido ustedes.

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Me di cuenta de que tenía un Apellido—su familia debe ser el origen del problema que Camilo había mencionado.

Lancé una mirada significativa a Samya, que normalmente podía detectar cuando una persona mentía por su olor. Samya sacudió ligeramente la cabeza, confirmando que la joven decía la verdad.

—Entiendo su situacióndije, y luego señalé a los hombres muertos que yacían cerca—. Ahora, ¿qué debemos hacer con ellos?

Tardaríamos un poco en esconder los cuerpos, y podríamos ser descubiertos por una patrulla inoportuna. Por otro lado, si alertamos nosotros mismos a las autoridades de la situación, tendríamos que esperar a que llegaran.

Me asustó lo calmado que estaba, pero ahora no era el momento de analizar eso.

Mientras dudaba, la mujer—Diana—hizo una sugerencia.

—Vamos a esconderlos.

—¿Estás segura? —pregunté—. Supongo que no eran ladrones comunes.

—Estoy segura —dijo ella con firmeza—. Esos hombres iban detrás de mí. No quiero que la persona que los envió sepa que han fracasado en su misión… al menos, durante el mayor tiempo posible.

—Mientras tanto, ¿se mudará a su residencia temporal?

—Así es.

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La estaban persiguiendo, aunque eso no significaba necesariamente que fuera la “buena” en este escenario… pero qué más da. Ya estoy a bordo del barco, así que veamos a dónde nos llevan los vientos.

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—Podemos esconderlos en el bosque —dije—. Rike, ¿te importaría tirar del carro hasta aquí?

—Entiendo —ella fue a seguir mi orden.

No es que quisiera cargarlos en el carro, sino que mi plan era arrastrarlos hacia los árboles antes de que Rike regresara. Podríamos hacer que pareciera que los lobos habían matado a los hombres porque, por suerte, habíamos salido de la batalla sin mancharnos de sangre.

Luego, me dirigí a Samya.

—¿Puedes ayudarme?

—Claro.

—Gracias.

—No hace falta que me lo agradezcas —dijo ella—. Por supuesto que ayudaré.

Cada uno de nosotros agarró un par de brazos y comenzó a arrastrar los cadáveres hacia la línea de árboles. Tirando con todas mis fuerzas, el proceso no duró mucho. Dejamos los cuerpos justo en el límite exterior de los árboles, pero el límite del bosque seguía siendo el bosque. Los cuerpos quedaban ocultos a la vista si los soldados venían a patrullar, y los lobos vendrían a husmear en busca de carne fresca antes de que terminara el día.

Terminamos justo a tiempo cuando Rike llegó con el carro.

—Diana, los tres nos dirigiremos a casa ahora, pero antes de separarnos, ¿nos dirás a dónde vas? —pregunté—. Quién sabe, puede que te sirvamos en el futuro.

Diana lucía claramente afectada.

Le había salvado la vida, pero seguíamos siendo más o menos extraños. No la culpo por ser reacia a contar su historia a un viejo cualquiera.

Sin embargo, en contra de lo que esperaba, Diana acabó respondiendo.

—Me quedaré con un conocido de mi hermano mayor, pero vive en un lugar bastante remoto.

¡Un hombre con la misma amabilidad!

—Se asentó en esta zona no hace mucho tiempo.

Las similitudes se acumulan. Me pregunto qué tipo de persona es…

—Es un herrero con habilidades impresionantes.

Uhhh… ¡¿Qué acaba de decir?!

—Él forjó el preciado cuchillo de mi hermano y también su espada. Mi hermano dijo que una vez que maneje el estado actual de las cosas, visitará a este herrero para una revisión.

Un hombre que posee un cuchillo y una espada de mi diseño. Alguien con el cabello tan rubio como el de Diana, con sus mismos rasgos distinguidos. Conocía exactamente a una persona que coincidía con esa descripción, pero seguramente no podía ser…

—Um… Diana, tu hermano no será por casualidad un guardia en la ciudad por la carretera principal, ¿verdad? —pregunté tentativamente—. ¿Un guardia con el nombre de Marius?

—Sí…así es —Dijo Diana con expresión aturdida—. Mi hermano es Marius Albert Eimoor, pero ¿cómo lo has sabido?

Todo…tiene sentido ahora…

—Diana empecé.

—Sí.

—Creo que el conocido del que te habló tu hermano…sería yo.

—¡¿Perdón?!

Parecía sospechar. En su mente, era demasiada coincidencia que su rescatador hubiera resultado ser el hombre que ella había estado buscando. Si yo estuviera en su lugar, la probabilidad de que aceptara esa información con una risa y un “¡Cielos, gracias por decírmelo!” era casi nula.


Pero, por desgracia, aquí estábamos.

—Los tres vivimos en el Bosque Oscuro —expliqué—. Nuestra cabaña está bastante lejos en el bosque, así que es probablemente el mejor refugio para ti en estas circunstancias.

—Mi hermano me dijo que debía hablar primero con un comerciante llamado Camilo si quería encontrar al herrero.

—Eso aclara toda duda restante entonces. Camilo es mi único socio minorista y la única persona que sabe dónde vivo.

En realidad, había otra persona que sabía dónde vivía: Helen, la mercenaria que había visitado mi taller para pedir un encargo. Sería un problema totalmente diferente si Helen hubiera filtrado mi ubicación, pero eso parecía muy poco propio de ella. En cualquier caso, no quería complicar la situación con información innecesaria, así que mantuve en secreto la existencia de Helen.

Diana me miró fijamente y me dijo:

—¿Puedes decirme tu nombre, por favor?

En el torbellino de acontecimientos, me había olvidado por completo de presentarme.

—Por supuesto. Me llamo Eizo —dije, prefiriendo mantener mi apellido, Tanya, en secreto por ahora.

—La mujer con rasgos de tigre es Samya, y la enana es Rike.

Tanto Samya como Rike dieron sus saludos.

—Eizo… —Diana repitió. No pude saber, por su expresión, si reconocía el nombre o no.

—En cualquier caso, has ganado algo de tiempo frente a tus perseguidores, ya que esos tres están fuera del camino. ¿Por qué no vienes y te quedas con nosotros, al menos por un día?

No quería que nos quedáramos vagando por el bosque durante mucho más tiempo. Si pasaba una patrulla, sería difícil explicar nuestras acciones, sin mencionar que sería un gran dolor de cabeza. Las consecuencias serían inconmensurables si descubrieran que habíamos matado a los hombres.

—De acuerdo, aceptaré tu propuestaaceptó Diana al fin—. Por favor, perdona mi intromisión por hoy.

—Bien. Pues pongámonos en marcha. Samya, si puedes vigilar nuestras espaldas, Rike y yo tiraremos del carro. Diana, ¿puedo contar contigo para hacerle guardia a Samya?

—Por supuesto. Será un placer —dijo Diana, dirigiendo la segunda parte de su declaración a Samya.

—El placer es todo míorespondió Samya.

Una vez decidido el curso de acción, nos pusimos en marcha para volver a casa como un grupo de cuatro personas. Nos habíamos desviado de la carretera principal, por lo que tuvimos que retroceder para retomar el camino hacia el bosque. Esto nos llevó un cuarto de hora.

Cuando llevábamos una hora de camino, pedí un descanso.

—Vamos a hacer un pequeño descanso. ¿Qué les parece?

—Por mí está bien —dijo Samya.

—Sí, jefe —añadió Rike con su habitual cortesía.

—A mí también me gustaríaaceptó Diana.

Con los tres en la misma página, nos reunimos, dejamos nuestras pertenencias por el momento y nos tomamos un descanso para beber agua. Yo compartí un poco de la mía con Diana.

Después de saciar mi sed, le hice un gesto a Samya para que se uniera a mí lejos de las otras dos.

—¿Puedes venir un segundo?

Se acercó trotando sin demora.

—¿Qué pasa?

—¿Sientes alguna señal de que nos estén siguiendo? —pregunté, manteniendo mi voz baja—. Nada me llama la atención, pero quería comprobarlo contigo.

—Hmm… —olfateó el aire, moviendo la nariz—. No huelo nada. Tampoco percibo a nadie aparte de nosotros cuatro.

—Eso es un alivio.

Me preocupaba qué hacer si nos seguían desde lejos. Después de todo, éramos un grupo numeroso, y Rike y yo estábamos muy ocupados tirando del carro. Sería difícil no detectarnos, pero eso sí, la visibilidad era bastante baja, así que no sería fácil seguirnos por este bosque. Supongo que estaba pensando demasiado, pero prefería eso a otra posibilidad.

Una vez que retomamos la ruta, nos mantuvimos en alerta máxima durante todo el camino de vuelta a la cabaña. En total, el viaje nos llevó una hora y media más de lo habitual, pero finalmente llegamos a casa.

Me dirigí hacía nuestra invitada.

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—Diana, siento hacerte esperar, pero tenemos que ocuparnos primero de la carga.

—Por favor, no te preocupes por mí. De hecho, ¿puedo hacer algo para ayudar?

Dudé antes de contestar. Era una invitada, pero si iba a vivir aquí, no estaría de más que ayudara en las pequeñas tareas. “El que no trabaja, tampoco come“, o eso se dice. Aunque el trabajo de herrería sería otra historia.

—Aceptaré tu amable oferta —dije—. Vamos. Te mostraré dónde va todo.

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—De acuerdo.

Los cuatro trabajamos juntos para descargar el mineral y el carbón y llevarlo todo al taller. Almacenamos la sal y los artículos de uso diario en la sala de estar. Quería ceder la habitación de invitados—antes conocida como estudio—a Diana, así que hice que Samya y Rike sacaran sus pertenencias de mi dormitorio y las llevaran a sus propias habitaciones, haciendo espacio para que todos se mudaran.

—La casa estará un poco llena con todos nosotros, pero espero que la encuentres acogedora —le dije a Diana. Ella no parecía desanimada por el espacio. En todo caso, parecía impresionada.

—No sabía que hubiera una cabaña tan encantadora en el Bosque Oscuro.

—Me he mudado hace poco, como dijo tu hermano. De todos modos, parece que Rike y Samya están moviendo las cosas, así que vamos a acomodarte.

—Claro.

Ahora que íbamos a recibir a una mujer de clase alta, agradecí doblemente que hubiéramos puesto más empeño en hacer la cama de invitados.

—No hemos recibido muchas visitas, así que me disculpo por la escasez de la habitación. Somos una casa sencilla, así que esto ya es un lujo para nosotros. Espero que lo entiendas.

La respuesta de Diana fue amable.

—Por favor, no se moleste por mí. Esto es más que suficiente para mí.

—Ponte cómoda, todos hemos tenido un largo día. Puedes dejar tu capa aquí y quitarte el polvo de tu travesía. Haré que Samya y Rike te traigan agua caliente más tarde para que te laves.

—Gracias. Se lo agradezco mucho.

Me despedí con la mano y salí de la habitación.

¿Y ahora qué? Necesitaba averiguar más sobre las circunstancias de Diana, pero tenía la sensación de que preguntar marcaría un punto de no retorno.

Era obvio, por sus modales, que era una dama de pies a cabeza y, sin embargo, era cortés incluso con un herrero de poca importancia como yo. ¿Era porque había oído hablar de mí por su hermano, Marius?

¡Y también había tratado a Samya con amabilidad!

Decidí dejar la conversación seria para más tarde. Era hora de cenar.

Pero antes, me quité el equipo de viaje y calenté suficiente agua para los cuatro. Todos nos limpiamos en nuestras respectivas habitaciones antes de reunirnos en el salón para comer.

El menú de hoy era costillas de jabalí sazonada y sopa de lentejas (o su equivalente), acompañadas de pan blanco y vino. Era extravagante para Samya, Rike y para mí, pero ¿era lo suficientemente bueno para Diana?

—Esto es todo lo que podemos ofrecerte. Espero que sea de tu gustole dije.

Pensé que sería reacia a comer, pero dio un bocado sin dudarlo. Ver su disposición a probar mi cocina me hizo estar más ansioso por escuchar su crítica.

—¿Cómo…está?

—¡Está delicioso! —sus ojos azules brillaron de placer. Los demás saltamos ante su exclamación, detalle que no se le escapó, y se encogió sobre sí misma.

—Lo siento. No quería…

—No te disculpes —dije—, me alegro de que te guste. Todos estábamos preocupados por no cumplir con las expectativas de una dama apropiada.

—Por favor, no hay necesidad de seguir formalidades.

—De todos modos, disfrutar de una comida deliciosa es uno de los grandes placeres de la vida. Una mala comida puede arruinar todo el día —dije con seriedad a despecho. En mi vida anterior, cuando el trabajo me agobiaba, una buena comida nunca dejaba de animarme.

De repente me acordé de una tía que dirigía un restaurante que visitaba con frecuencia en Japón. Uno de los pocos remordimientos que tenía de mi antigua vida era que nunca podría volver a verla.

—¿Has comido mal alguna vez en tu vida? —Samya se burló.

—¡Por supuesto! —exclamé—. Innumerables veces. ¿Qué clase de vida crees que he tenido?

—¿Seguro? —respondió con descaro—. Supuse que eras demasiado exigente para eso.

—No es así. Deja que te cuente la vez que… —empecé a contar historias de algunos lugares donde había comido en la Tierra, aunque me aseguré de retocar los detalles para no revelar mi secreto.

Nos divertimos bastante mientras hablábamos de las peores comidas que habíamos comido en nuestra vida. Incluso Diana nos contó una anécdota sobre la vez que había probado un “manjar” hecho con una carne misteriosa, que había terminado siendo totalmente repugnante.

Por desgracia, todas las cosas buenas tienen que llegar a su fin, y ya me había decidido durante la comida—tenía que presionar a Diana para que me contara los detalles de sus circunstancias.

—Ahora que todos hemos comido hasta saciarnos, Diana, ¿puedes contarnos el resto de la historia? ¿Por qué te echaron de la capital?

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Diana dudó brevemente.

—Muy bien… Supongo que no puedo ocultarlo más.

Comenzó su relato.

 

◇ ◇ ◇

 

Diana (y Marius) formaban parte del condado de Eimoor, cuyos dominios incluían la ciudad que frecuentábamos. La familia tenía cuatro hijos: tres varones y la única hija, Diana. El hijo mayor era Leon y el segundo, Karel. Marius era el más joven de los tres. Naturalmente, Leon era el sucesor del condado.

La historia había comenzado un mes antes. El conde Eimoor y León habían dirigido una misión para dar caza a una manada de bestias mágicas que habían estado arrasando cerca de la frontera del país. Sólo llevaban a sus guardias privados, ya que se preveía que las bestias eran pequeñas. Una misión así no requeriría normalmente la presencia de León, y mucho menos del conde. Sin embargo, el conde Eimoor se iba a jubilar pronto, y antes de traspasar su título y todas sus responsabilidades, quería mostrar a su hijo cómo dirigir una misión de primera mano.

Así pues, el jefe y el sucesor de la familia Eimoor se habían dirigido a la batalla sin movilizar a los soldados del país, y cuando habían llegado, se habían encontrado con que su información había sido completamente errónea. Tanto el Conde como León habían muerto en el campo de batalla, y sus fuerzas habían sido destruidas. Unos pocos afortunados pudieron huir con vida, y volvieron con historias de los monstruos que habían destrozado todo lo que tenían a la vista.

Después de recibir la devastadora noticia, Marius se apresuró a volver a casa. Sin embargo, cuando investigó el incidente, descubrió algunas discrepancias en la historia. En primer lugar, los cadáveres que había examinado, incluidos los de su padre y su hermano, no tenían las marcas de garras y dientes que suelen acompañar a los ataques de animales salvajes. ¿Había habido alguna bestia en la batalla? ¿Podría ser que incluso el informe inicial hubiera sido falsificado?

Si todo el incidente había sido una trampa, el principal sospechoso era, por supuesto, Karel, pero no había pruebas. Y Karel tampoco declaró. Al fin y al cabo, mientras se mantuviera al margen de la investigación y no se le incriminaría, el título de conde pronto caería en sus manos.

Pero fue entonces cuando un peñasco se estrelló contra los planes cuidadosamente trazados de Karel. Los registros revelaron que no era Karel quien heredaría el patrimonio en caso de muerte de Leon, sino Marius, ya que Karel había nacido de una amante, mientras que Marius era hijo de la esposa legítima del conde. Al nacer Marius, se había cambiado el orden de la herencia.

Sin embargo, la madre de Karel había muerto mientras daba a luz, y la señora de la casa, la esposa del conde Eimoor, se había visto conmovida por esa trágica circunstancia y decidió acoger a Karel bajo su cuidado. Lo había criado como su propio hijo, tratándolo igual que a sus hermanastros.

Al habérsele negado lo que consideraba su derecho de nacimiento, Karel había maldecido a Marius y decidió que no tenía más remedio que eliminar a su hermanastro. Pero, por supuesto, era más fácil decirlo que hacerlo, ya que Marius vivía lejos de la capital. La ciudad en la que Marius trabajaba como guardia estaba a medio día de viaje en carruaje tirado por caballos; debido a esta distancia, era difícil, si no imposible, mantener el control sobre los detalles de cualquier plan. Karel atentaba ocasionalmente contra la vida de Marius, pero el conflicto no se había resuelto.

Ese era el estado intrigante de la capital en la actualidad. Sin embargo, el estancamiento no podía continuar por mucho más tiempo. Había que decidir pronto quién sería el jefe de la familia, para que el título no quedara al aire. Entre Karel o Marius tendrían que mover sus fichas, y lo tenían que hacerlo pronto.

La razón por la que Diana se había visto envuelta en la batalla por la herencia era porque ella también era hija legítima del conde Eimoor. Si se casaba con el hijo de otra familia noble, no era impensable que pudiera heredar la propiedad en su lugar. Karel no tenía intención de dejar el asunto de la herencia al azar, y había planeado eliminarla mientras pudiera. Para proteger su vida, Marius la había enviado conmigo mientras se ocupaba de Karel, de una forma u otra. Sin embargo, Karel se había percatado de los planes de Marius y había dispuesto que algunos hombres interceptaran a Diana durante su viaje, y fue entonces cuando acudimos en su ayuda.

 

—No lo has tenido fácildije, reflexionando sobre todo lo que me había contado.

Ahora parecía que Diana se iba a quedar con nosotros más de una o dos semanas, lo cual no me importaba, pero ¿sería capaz de aguantar aquí tanto tiempo?

Y lo más importante, ¡Diana forma parte de la nobleza! Sabía que era de una familia adinerada, ¿pero de la auténtica nobleza? ¡¿Y Marius está preparado para suceder el título de conde?!

Esto explicaba por qué los instintos de Marius eran mucho más agudos que los de un guardia medio, y también cómo conocía el funcionamiento interno de la ciudad dentro de las murallas.

—Creo que ahora entiendo el escenario completo de lo que está sucediendo en la capital, junto con las circunstancias tuyas y de Marius. No hay ningún problema en que te quedes aquí, pero ¿cómo te sientes al respecto, Diana?

Desde que supe lo importante que era su familia, tal vez debería inclinarme y hacer una reverencia, pero era muy poco y demasiado tarde para eso.

—¿Cómo me siento? —repitió Diana, sin entender la pregunta.

—Bueno… ya sabes, ¿no será problemático que una persona de tu categoría se relacione con un humilde herrero como yo? No importa que haya otras dos mujeres aquí. Si se extendiera el rumor de que te quedas conmigo, ¿no serías expulsada de la clase noble?

—No tienes que preocuparte por eso, Eizo. Mi hermano dijo que se encargaría de ellome tranquilizó Diana.

—Luego está la cuestión de la duración. Lo más probable es que te quedes aquí para el futuro inmediato, no sólo una o dos semanas. ¿Te parece bien?

—Por supuesto. No hace mucho que nos conocemos, pero ya sé lo amables que son Samya y Rike. Y lo amable que eres tú. No tengo ninguna preocupación en ese sentido.

—Hmmm… —Bien por ella, bien por mí—. Por último, ¿tienes algo que verifique que Marius quería que buscaras refugio conmigo, específicamente?

—No debería haber ningún error. Ahora que he venido aquí en persona, estoy firmemente de acuerdo con su apreciación. No hay mejor lugar para esconderme.

—Sí, pero me gustaría verificarlo, por si acaso.

Por mi parte, estaba feliz de acogerla, pero si resultaba que estaba destinada a ir a otro lugar, no sería mejor que un secuestrador en lo que respecta a la gran sociedad.

—Cualquier cosa servirá, sólo una prueba física… —murmuré.

—Oh, ahora que lo mencionas, tengo una carta que debía entregar a Camilo.

—¿Los detalles estarán escritos en la carta?

—Lo más probable.

Yo seguía dudando.

—No puedo leer la carta de otra persona.

—La carta es sobre mí, y te doy mi permiso —insistió—. La traeré —se levantó y se dirigió a la habitación de invitados.

Me pregunto… ¿Será que realmente disfruta de nuestra compañía? Al ver su persistencia, un sentimiento de alegría se encendió dentro de mí.

Diana sacó la carta y me la entregó. El sobre estaba sellado con cera, pero no tenía ningún escudo impreso, tal vez como forma de desviar la atención.

Este mundo no hay ninguna ley sobre abrir el correo de otras personas, ¿verdad?

Abrí el sobre con mi cuchillo.

 

Maestro Camilo,

Tengo fe en que se ha mantenido al tanto de las noticias de la capital y ha comprendido las complicaciones que hay.

 

El contenido de la carta detallaba los problemas en los que estaban metidos Marius y Diana, exactamente como Diana me había descrito. La conclusión dejaba al descubierto la petición de Marius.

 

Te confío a mi hermana, Diana. Por favor, ayuda a presentarle al herrero que forjó mi espada. No conozco su dirección, sólo sé que vive en un lugar remoto que sería un refugio adecuado para mi hermana. Puesto que usted está asociado con él, ¿podría ocuparse de mi hermana hasta que él visite su tienda?

 

Marius había escrito también unas líneas de saludo final, pero yo había leído lo necesario.

—Eso lo aclara. Marius tenía la intención de que vinieras a nosotros. Sólo hemos tomado un atajo para llegar a donde estamos.

Las tres mujeres asintieron.

El hecho de que Diana hubiera acabado viniendo directamente aquí en lugar de detenerse en la tienda de Camilo, como estaba previsto, tenía otra ventaja: ayudaría a despistar a cualquier perseguidor. Para cuando alguien se diera cuenta de la desaparición de los matones que habíamos sacado, las pruebas ya se habrían desvanecido en el viento.

—Diana, eres bienvenida aquí todo el tiempo que necesites —dije—. Por favor, ten cuidado de permanecer dentro del territorio que rodea la cabaña. Si deseas aventurarte en el bosque, llévame a mí o a Samya contigo, de lo contrario podrías ser objetivo de los lobos.

—Lo prometodijo ella.

—Entiendo que puede haber asuntos que no quieras discutir con un hombre. En tal caso, por favor, apóyate en Samya y Rike para que te ayuden.

—No quiero abusar, pero gracias por la cálida bienvenidaDiana se volvió hacia Samya y Rike, y luego se inclinó.

—¡Aquí todos somos amigos! —dijo Samya con una sonrisa—. Ven a vernos cuando quieras.

—Si no te importa, hay algo que me preocupa —dije, cambiando de tema. Mi siguiente pregunta iba a ser grosera, pero tenía que saberlo—. Diana, ¿por qué nos hablas con tanta educación? No digo que esté mal, pero eres parte de la clase alta. No necesitas ser tan reservada.

—Son mis salvadoresdijo Diana simplemente.

—Vamos a vivir juntos durante algún tiempo. Personalmente, te agradecería que hablaras de forma más casual. No me malinterpretes, no pretendo agarrarte desprevenida ni nada por el estilo. Simplemente sería más cómodo para todos, imagino.

—Entiendo…quiero decir…bien. Lo intentaré.

—Gracias.

—Pero… —ella dudó.

—¿Qué sucede? —le insistí.


—Tampoco quiero ser una carga. ¿Puedo ayudar en la casa?

Me tomé un segundo para considerarlo. Al fin y al cabo, era nuestra invitada, y no era probable que otro encargo privado se pasara por aquí, así que trabajaríamos en nuestro horario habitual de herrería. Supongo que podría considerarlo como un pago.

—De acuerdo, puedes ayudar con la herrería —acepté finalmente.

—¿Estás seguro?

—Sólo con las tareas básicas.

—¡Gracias! —parecía rebosante de entusiasmo.

Supongo que tendremos que incluirla en nuestra tranquila vida por ahora, aunque albergar a una pequeña fugitiva no era algo que fuera tranquilo.





—Eso lo resuelve. Ahora vamos a descansar un poco. Todos nos lo merecemos después del día que hemos tenido.

—Me parece bienrespondió Diana.

—Biendijo Samya. Y finalmente, Rike.

—De acuerdo.

Los tres dieron su visto bueno, poniendo fin a nuestro largo día lleno de aventuras.

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