Death March kara Hajimaru Isekai Kyusoukyoku (NL)

Volumen 18

Capitulo 9: El Ladrón Fantasma

Parte 2

“Estoy de vuelta.”

Tras entregar el Ojo de Dragón y a los ladrones en el cuartel general de la guardia, y devolver el cofre con el anillo a la sala de subastas, expliqué la situación a Tifaleeza y a la Srta. Gerente.

Como Hikaru era técnicamente la ganadora de la subasta del anillo, le correspondía a ella hacer el papeleo y recogerlo en la sala de subastas.

Tardamos más de lo esperado; el sol ya se había puesto cuando regresamos a la mansión de la capital real.

“Bienvenido de nuevo.” “¿Bienvenidoooooo?”

Como de costumbre, Mia y Tama fueron las primeras en saludarme, seguidas a su vez por las demás chicas mientras nos dirigíamos al salón.

“Amo, la cena está lista en el jardín.” “Gracias, Lulu.”

Otra tarde disfrutando del sakura mientras comíamos sonaba bien.

Los árboles de sakura del reino de Shiga florecieron durante más tiempo que los cerezos en flor de Yoshino, en Japón, aunque la temporada parecía estar llegando a su fin.

“Bien, un brindis por nuestro éxito en la subasta, ¡salud!” “¡Salud!”

Todos alzaron una copa y respondieron al unísono.

Aparte de Hikaru, todas sus bebidas eran sin alcohol.

“El sake de Shiga va muy bien con las crujientes pieles de pescado… ¿No crees, Ichirou?”

“Sí, así es.”

Aunque el salmón sakura aún estaría de temporada durante un tiempo, ya no podría comprarlo una vez que abandonáramos la capital real, así que mientras tanto me saciaba.

Por mi mente pasó la idea de que podría ir mejor con vino que con sake de Shiga, junto con la imagen de un izakaya. Pero no podía recordar quién de mi antigua patria había dicho eso, y la imagen pronto se desvaneció.

“¿Meeeew?”

“¿Por qué comer piel de pescado cuando hay mucha carne, sir?”

Evidentemente, Tama y Pochi eran un poco jóvenes para entender el atractivo.

“¿Qué pasa, Hikaru?” “Ajaja, no es nada.”

El comentario de Arisa me hizo volverme hacia Hikaru, que parecía extrañamente a punto de llorar.

“No parece nada, lo declaro.” “Mm, preocupado.”

“De verdad, estoy bien.”

Hikaru negó con la cabeza mirando a Nana y Mia. “Estaba pensando que este realmente no es mi Ichirou.”

Un poco achispada, Hikaru me miró con expresión solitaria.

“Siempre que decía que el sake combina bien con las pieles de pescado, mi Ichirou decía: Obviamente, el vino marida mejor.”

El Ichirou Suzuki de Hikaru parecía un tipo estrecho de miras. Las pieles de pescado eran mucho más versátiles que eso.

Arisa me dio un codazo, incitándome a servirle más sake a Hikaru y añadir: “Debían de estar muy unidos.”

A mi lado, Arisa tenía una expresión que decía algo así como: “¡¿Es lo mejor que puedes hacer?!”, pero preferí dar una respuesta vaga antes que arriesgarme a tocar un tema que pudiera molestar aún más a Hikaru.

“Sí, lo estábamos.”

“¿Cercanos como una pareja?” Preguntó Arisa.

“Ajaja, no.” Hikaru negó con la cabeza. “Le quería más que a nada, claro, pero no podíamos ser pareja.”

“¿No le dijiste cómo te sentías?”

“Por supuesto que lo hice. Pero me rechazó las tres veces.” Hikaru cerró los ojos con nostalgia.

“Ichirou dijo que yo era como una hermana menor para él; esa fue la razón.”

“B-Bueno, el Amo está fuera de los límites. Ya me tiene.”

La mirada de soslayo de Hikaru hacia mí debió de enfadar a Arisa: rápidamente extendió los brazos delante de mí a la defensiva.

“Mrrr.” “Arisa…”

“Perdón, quiero decir que nos tiene a nosotras.” Enmendó Arisa cuando Mia y Lulu protestaron.

“Ichirou, ¿ahora te gustan las niñas?”

“Por supuesto que no. Siempre he preferido a las mujeres mayores, y sigo prefiriéndolas.”

Especialmente mi querida Srta. Aaze, que resultó ser más antigua que la historia de la humanidad.

“¡En eso eres igual que mi Ichirou!”

Completamente borracha, Hikaru me rodeó con sus brazos.

Me alegró verla sonreír por fin, al menos hasta que empezó a llorar al mismo tiempo.

En lugar de ofrecerle palabras inadecuadas de consuelo, me limité a acariciarle suavemente la cabeza y la espalda hasta que dejó de llorar.

Cuando por fin se agotó y se quedó dormida, susurró con una voz tan tierna que me dolió el corazón: “Te echo de menos, Ichirou.”

***

“Lo siento mucho. Se suponía que esto iba a ser una celebración.”

Tras una breve siesta que le hizo recuperar la sobriedad, Hikaru se disculpó mansamente ante todos.

“Vamos, no te preocupes. A veces tienes que desahogarte o explotarás.”

Arisa habló en nombre del resto del grupo. “¡Ya basta de charla pesimista!”

Dio una palmada enérgica. “¡Amo!”

“Muy bien, es momento de desvelar el Anillo de Oración.”

A mi señal, Hikaru sacó el Anillo de Oración de su Inventario y lo colocó sobre la mesa.

Brillaba con una suave luz azul.

“Así que este es el Anillo de Oración… el tesoro que permite un deseo concedido por los dioses…”

Lulu miró el anillo.

Entonces su expresión arrobada cambió como si hubiera pensado en algo.

“… Arisa.”

Lulu hizo una seña a su hermana e intercambiaron una conversación susurrada.

Como parecía algo privado, desactivé mi Audición Aguda para no escuchar.

Arisa pareció sorprendida y miró fijamente a los ojos de Lulu durante un instante, antes de que su mirada se volviera cariñosamente orgullosa, como una madre que mira a su hija adulta.

“… Amo.”

Lulu y Arisa también me hicieron señas y me susurraron al oído. “… ¿Estás segura?”

Apenas podía creer lo que me estaban proponiendo. “Sí, creo que sería lo mejor.”

“¡Estoy totalmente de acuerdo con Lulu!”

No había vacilación en sus ojos, a pesar de la dificultad de esta decisión.

Ambas son muy amables.

“En ese caso ustedes deberían hacer los honores.” Entregué el Anillo de Oración a Arisa y Lulu.

A su vez, se acercaron a Hikaru. “¿Eh?”

“Es un regalo de Lulu y mío.”

Presionaron el anillo en la mano de Hikaru.

Al darse cuenta de lo que le habían dado, los ojos de Hikaru se abrieron de par en par.

“Por favor, úsalo.” “¿Qué? Pero…”

Abiertamente estupefacta, Hikaru miró a Lulu. “De verdad, sólo tómalo.”

“Estaremos bien.”

“¡Sí! De momento no tenemos ningún problema en permanecer como esclavas, y estoy segura de que nuestro Amo cargado de trampas encontrará otra forma de liberarnos de nuestro Geist tarde o temprano.”

Lulu y Arisa asintieron alentadoras a Hikaru.

Al ver sus sonrisas, la expresión desconcertada de Hikaru se transformó en una compleja mezcla de alegría, gratitud y disculpa.

“¡Ahora, ve y usa esa cosa para reunirte con tu verdadero amor!”

Con lágrimas en los ojos, Hikaru se volvió hacia mí interrogante.

Asentí con la cabeza.

Agarró el anillo con fuerza y se lo apretó contra el pecho, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.

“Gracias, Arisa, Lulu. Y a ti, Ichi…”

Luego sacudió la cabeza, como si soltara algo, y se corrigió. “Satou.”

Debe de ser su forma de demostrar que me veía como la persona que había conocido en este mundo, no como el Ichirou de su antiguo mundo.

“Deseo…”

Hikaru murmuró su oración.

La luz fluyó del anillo, tiñendo la capital real de un azul deslumbrante.

Era una luz increíblemente suave, cálida de amor sagrado. Y entonces…