Yahari Ore no Seishun (NL)

Volumen 12

Capítulo 1: Finalmente la Estación Cambia y la Nieve Comienza a Derretirse

Parte 1

 

 

Hace mucho ya que me acostumbré al frío del invierno.

Debido a que nunca he dejado la ciudad donde nací, o dejado esta calle, el frío era algo a lo que me había acostumbrado durante todo este tiempo. Es más, no pensaba que hubiera algo diferente sobre el invierno en Chiba.


Ya sea el aire seco, el cosquilleante viento helado, o los escalofríos que iban desde mi espalda hasta mis pies, no eran algo particularmente repugnantes. Aunque, bueno, seguían siendo molestos.

Podías quejarte sobre las cosas a las que te acostumbrabas, pues esas quejas eran vistas como ocurrencias, y por lo tanto nadie se hacía problema. De todas formas, sea calor o frío, era una cuestión de que tanto ha sobrepasado el estándar actual. En otras palabras, no puedes comparar este frío si nunca has experimentado otros fríos en otros lugares.

Así que, si no sabes lo que la calidez es, entonces nunca sabrás sobre otras fuentes de calor. La calidez se da, por ejemplo, como cuando calientas tus manos con tu aliento, o con el suave sonido de tu abrigo y tu bufanda apretándose, o como cuando un grupo de tres personas se sienta sobre un banco y accidentalmente sus rodillas se tocan. El calor de la persona sentada al lado tuyo.

Pensaba en la razón por la cual el calor que se obtenía a través del contacto físico me parecía tan aterrador. Por cierto, las personas que estaban sentadas a mi lado eran Yukinoshita y Yuigahama. Las dos estaban a un puño de distancia.

De noche, en este parque que estaba al lado del mar, no había nadie más que nosotros tres. Si miraba hacia arriba, podía ver los dos condominios donde Yukinoshita vivía.





A este parque se podía llegar caminando una pequeña distancia desde el distrito comercial frente a la estación, y si tomabas la ruta principal, terminarías pasando por una calle llena de condominios. Aunque se encontraba frente al mar, debido a la presencia de varios árboles majestuosos, y a los árboles plantados para solidificar la arena, el viento marino no se sentía tan frío.


Incluso así, la razón por la que sentíamos el aire invernal tan fuerte era debido a la falta de gente, y a la nieve que caía gradualmente.

Seguía siendo 14 de Febrero.

La gente llama a este día «El día de san Valentín», o el día de las sardinas secas. Hoy era ese día donde mi hermana, Komachi, iba a dar su examen de ingreso a mi preparatoria.

También, fue el día en donde fuimos juntos al acuario.

La nieve que había caído desde la mañana no se había acumulado mucho, pero su presencia se podía ver claramente en los árboles y en el pasto. Déjenme decirles algo, la nieve puede absorber el ruido.

Aunque no pensé que una capa tan delgada de nieve como esta pudiese absorber mucho ruido. De todas maneras, ninguno de nosotros estaba haciendo sonido alguno… Sólo estábamos mirando silenciosamente a la noche.

Por un instante, la luz de la luna reflejada en la nieve y las lámparas de la calle nos iluminaron. Gracias a eso, nuestros cuerpos brillaron en contraste con la oscura noche. Recordé que en el pasado las lámparas emitían una luz fluorescente pálida. Si ese era el caso hasta ahora, estoy seguro que la luz nos haría sentir más fríos.

Sin embargo, el naranja que se reflejó en la nieve dio un aura caliente. Aun así, la nieve desaparecía con el más ligero toque. Ese calor, esa luz trascendente, me dice que la nieve destellante, que se ve durante el atardecer cuando cae al mar, no es una alucinación.

La nieve que cayó, claramente, era real, al igual que nuestro día juntos. La nieve era la prueba de ello, y aun así, desaparecería con el más mínimo cambio de temperatura o con el paso del tiempo.

Si la tocas, desaparece, si te pones a jugar con ella, se quiebra y se deshace. Y sin embargo, incluso si no le haces nada, igual desaparecerá algún día.

Si el clima se mantuviese frío para siempre como ahora, ¿será que la nieve se quedaría también? Me mantuve pensando sobre estos insignificantes «Que tal si». Con un temblor, aparté esos pensamientos. La respuesta a esa pregunta la sabía desde hace mucho tiempo, desde que hice aquél muñeco de nieve cuando era un niño.

Agité mi cabeza y dejé el asiento. Desde la esquina de mis ojos, vi a una máquina vendedora que era de mitad azul y de mitad rojo.

Justo cuando estaba a punto de dirigirme allí, me volví hacia atrás y pregunté:

—¿Quieren tomar algo?

Escuchando mi pregunta, ellas se miraron la una a la otra por un instante, y luego, con la misma rapidez, asintieron con sus cabezas. Asentí también para demostrar que había entendido.

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Caminé hasta la máquina vendedora y saqué algo de dinero de mi billetera.

Como siempre, escogí café para mí. Entonces, escogí dos latas de té rojo. Me puse de cuclillas y las recogí, luego me los puse dentro del bolsillo de mi abrigo.

Mientras sacaba las latas una a una, sentí que la última que toqué con las manos estaba un poco caliente y, aun así, tenía un frío inusual. Si hubiese seguido agarrándola, definitivamente mi mano se habría quemado. Y mientras pasaba esa lata de una mano a otra, pensé en el motivo de aquél frío inusual.

Cuando mi mano se acostumbró al calor de la lata, mi pregunta fue respondida.

El calor que puede ser sentido por el cuerpo humano puede ser medido en números. Si no les das algún sentido, son sólo números.

Sin embargo, yo sé de una calidez que era más que eso. La diferencia entre ese calor medido por números y la calidez es más grande. Era algo que había sentido en carne propia también. Aunque, a pesar de eso, no sentí que debía abrir la boca. Después de todo, era algo insignificante.

Cuando pienso en el calor que puedo obtener a través de un café de 100 yenes, y el calor de nuestras rodillas tocándose accidentalmente, siento que lo último es mucho más caliente.

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Mientras ignoraba el calor en mi mano, continué caminando hasta el banco. Mientras lo hacía, recordé sobre la calidez en mi pecho que permanecía hasta este día.

Tenía un indicio de que, muy probablemente, no era posible para mí el sentir este calor de nuevo. Por lo tanto, quise congelar el tiempo en este instante, más aun así, seguía caminando hacia adelante.

El espacio de la banca, en la que estaba sentado, continuaba vacío cuando regresé. Ya que ahora entendía lo que era esa calidez, no pude sentarme.

¿Entonces cuál es la distancia correcta? Hasta ahora no he encontrado una respuesta a esta pregunta.

Así que pensé: «Debería estar bien hasta aquí. Probablemente podré dar un paso adelante.», mientras caminaba lentamente hacia ellas.

De la misma manera que lo había hecho durante todo este año, me aproxime gradualmente a ellas, probando mis límites sobre si podía acercarme más, y al mismo tiempo, ajustando  la distancia entre nosotros.

Di pasos firmes hacia adelante sin saber nada, más pisaba cuidadosamente cuando notaba algo. Sin embargo, cuando me di cuenta que no entendía nada, mis piernas no pudieron dar un paso más.

Sólo un paso más. Incluso medio paso estaría bien.

Pero, a esa distancia, me detuve.

Yahari Ore no Seishun Vol 12 Capítulo 1 Parte 1 Novela Ligera

 

Las lámparas iluminaban el banco como si fuera un cantante en un concierto. Las sombras serpenteaban en incontables direcciones, gradualmente desvaneciéndose en la distancia.

Miré sin pensar a aquellas sombras mientras saqué las dos latas de té rojo y silenciosamente se las pasé a ellas.

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Ambas parecían algo nerviosas, pero de todas formas me agradecieron. Levantaron sus manos para recibir y cuidadosamente se las pasé como para no tocar sus dedos, entonces luego puse mis manos en mis bolsillos.

En ese momento, hubo un claro, crujiente sonido.

Pude sentir algo suave en mis bolsillos, y, sin inspeccionarlo, noté que era la bolsa de galletas que había recibido.

La cantidad de galletas no había incrementado ni decrecido. Bueno, incluso si las aplastara no cambiaría su peso.

De igual manera, la felicidad no incrementa tan fácilmente. Sea Peter, Chita o Carrousel, todos ellos dijeron eso.1

Aun así, a pesar de no incrementar, el hecho de que pudiera decrecer tan fácilmente o que se pudiera perder era una característica horrible.

Preocupado de que quizás las había aplastado o que las había deformado, las saqué de mi bolsillo. Afortunadamente, la envoltura rosada las había protegido funcionando como una almohadilla.

Sintiendo un alivio, traté de volverlas a poner dentro pero entonces escuché a alguien exhalar tras de mí.

Mirando hacia la fuente de ese sonido, miré a una Yukinoshita obsevando a las galletas.

—Son realmente hermosas…

Ella parecía estar mirando a las galletas con bastante dedicación. Aquellas palabras que habían salido de su boca hicieron que Yuigahama se sorprenda. Sin embargo, ella rápidamente se inclinó hacia delante y respondió:

—¡Ah, sí! La bolsa y el masute me tomó bastante tiempo encontrar.

—¿Ah? ¿Masute? ¿Es algún tipo de saludo en India? Yukinoshita presionó sus dedos contra su sien y dijo:

1 Referencia a Shinnosuke Ikehata, Kiyoko Suizenji and Maki Carrousel, aunque ni idea del porqué.

—El saludo es «namasute», y ella está hablando sobre la cinta de envoltura. Es una sorpresa que sepas tanta información insignificante sobre saludar a pesar de que no saludas mucho por tu cuenta.


—¿Eres idiota? Con un saludo apropiado, el ambiente se vuelve rápidamente amigable. Los saludos son algo que hay que saber.

Al escuchar eso, Yukinoshita pareció más cansada y rió ligeramente.

—Bueno, viniendo de ti, un saludo probablemente contará como conversación.

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—Ah, cierto. Es por eso que intento no saludar a la gente.

—¡¿Hikki, eres tan malo para tener conversaciones cortas?!

Bueno, no puedo hacer nada si mi nombre es «Hikki». Que tan cierto es que el nombre de una persona determina su comportamiento. Ahora que lo pienso, me había acostumbrado al «Hikki» de Yuigahama… Si hubiese sido el yo de antes, probablemente la habría ignorado al llamarme de esa manera tan embarazosa… Quizás hubiera desviado la mirada mientras me sonrojaba y hubiera empezado a susurrar con rabia aquél nombre. Sí, claro, como si tuviera memorias de ese tipo. Simplemente me había rendido y había aceptado su manera de llamarme desde que la conocí por primera vez.

«Masute», la abreviación para decir «Cinta de envoltura», eh… Bueno, ya lo recordaba, pero todavía no entendía que clase de envoltura era o cómo es usada. Ahora que lo pienso, señorita Yukinoshita, tú pareces tener un amplio conocimiento sobre la terminología de los jovenes. Qué sorpresa. Cambié mi mirada hacia ella mientras pensaba en esto.

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Y como si hubiera entendido mis intenciones, ella sonrió gentilmente.

—Cinta de envoltura. Es originalmente usada para el solo propósito de sellar cosas. Sin embargo, ahora es usada para las decoraciones y propósitos de diseño.

—¡Así es! Hay muchas que son lindas también, ¡es bastante popular! Es comúnmente usada para embalajes o en cuadernos.

Mientras escuché la explicación de Yuigahama, di otra mirada a la bolsa. Ya veo, es bastante exquisita.

La bolsa había sido amarrada con la cantidad justa de cinta dorada. Incluso la patita de perro que había sido imprimida en ella lucía bastante lindo. Si ponías todo junto, era un diseño hermoso.

Continué mirándolo. Yuigahama, que parecía algo incómoda, empezó a moverse de rato en rato. Sus ojos también se mantuvieron yendo de aquí para allá.

—Bueno, sobre el sabor… No estoy muy segura, pero lo intenté lo mejor que pude.

Con eso, ella me miró con una vista determinada. Sus ojos serios decían claramente que no estaba bromeando. Acaricié gentilmente la bolsa.

Sin ningún rastro de sarcasmo, respondí:

—…Sí, estoy seguro de eso.

Esto era algo que ella había hecho dando su mejor esfuerzo. Aunque no sabía el sabor pues no las había probado aún. Era algo que ella había trabajado a pesar de no ser buena cocinando. En consecuencia, sabía muy bien que ella había puesto su corazón y alma en ello.

Por lo tanto, haciendo mi mejor esfuerzo, le iba a decir honestamente mis sentimientos, sin ningún intento de denigrar o de arreglar. Sin embargo, ella parecía que ya sabía lo que le quería decir.

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—¿Verdad? ¿No lo dijiste antes, Hikki? Algo sobre «mientras den su mejor esfuerzo», o algo por el estilo.

Yuigahama rió e hinchó su pecho. Ella agitó su dedo orgullosamente mientras lo hacía.

—…¿Todavía recuerdas eso?

Fue un poco sorprendente. Ella tenía una muy buena memoria. Bueno, por supuesto, yo también lo recordaba.

Lo que dije en aquél entonces no era una mentira. Realmente lo dije desde el fondo de mi corazón. Es sólo que me sentí avergonzando sobre que otra persona me recuerde lo que había dicho en el pasado. Soy de esos que quieren morirse cada vez que piensan sobre lo que dijeron antes.

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