Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 9

Capitulo 4: El Camino De Un Genio

Parte 6

“¿Qué pasa con eso? ¿No es normal que los humanos usen homúnculos? También nos está utilizando porque quiere un lugar al que pertenecer,

¿verdad?”

“No puedo negar eso. Sin embargo, como magos, deberían poder resolverlo por su cuenta. No, lo retiro. Esta tontería le sienta bien a idiotas como tú que han abandonado tu orgullo de magos”.

“Ugh…”

Suimei se paró ante el líder, que ahora estaba gimiendo de dolor de nuevo mientras le transmitía el juicio de un Ejecutor.

“El ex Alphard Nine, Saix Ruger. Por solicitud de la Asociación de las Mil Noches, aunque te perdonaré la vida, estás arrestado”.

“Hemos caído tan lejos…”

“Si desea reactivar su organización, hágalo de la manera correcta. Deberías haber sabido que algo que llevaría a la Asociación de las Mil Noches contra ti estaba mal desde el principio”, escupió Suimei al líder caído antes de volverse hacia Felmenia. Iré a buscar a Hydemary. Ustedes tres restringen a estos chicos. No es que se muevan mucho con esas quemaduras”.

Luego partió hacia la iglesia.

“¡Esa es una barrera tipo cerramiento! No es posible que entre desde afuera…”

Sin duda, Saix estaba a punto de afirmar que era imposible, aparentemente olvidando que Suimei ya había hecho lo imposible hoy.

En el segundo en que Suimei tocó el exterior de la barrera, de repente recordó algo que había oído una vez sobre Hydemary. Algo que el líder de la Sociedad le dijo una vez…

***

Ocurrió en la misma habitación con poca luz. “Señor Suimei”.

“¿Si?”

“Ya sabes, sobre ese familiar tuyo…”

“Hydemary no es mi familiar. Ella es mi discípula”.

“No es así, Sr. Suimei. Está clasificada como familiar. No importa cómo lo pases por alto, no cambiará el hecho de que ella no es humana. ¿Piensas lo contrario?”

“Quiero decir, eso es objetivamente cierto, pero…”

Pero aun así, Suimei no quería tratarla como a una familiar. La expresión amarga de su rostro lo decía, pero Nettesheim negó con la cabeza.

“No deberías tratar a esa chica demasiado como un humano, ¿de acuerdo? No les hará ningún bien a ninguno de los dos”.

“Eso puede ser, pero no puedo simplemente tratarla como un objeto”.

Suimei objetó en un tono claro y decisivo, pero Nettesheim se rio entre dientes y se rio de todo como un malentendido.

“Aah, no, ciertamente no. Eso no es lo que quise decir. El simple hecho de ser una familiar no la convierte en la sirvienta de un mago; de hecho, no debes tratarla como un objeto. Sin embargo, si no respetas las diferencias entre ustedes dos, se creará una división infranqueable entre ustedes”.

“¿Es eso así?”

Suimei se sintió aliviado al escuchar lo que Nettesheim realmente había querido decir y le lanzó una mirada sucia como amonestación por no ser más cuidadoso con su elección de palabras para empezar, pero Nettesheim nuevamente se rio de todo.

“Heh, tal vez estaba siendo un poco cruel. Dicho esto, eso no es exactamente lo que quería decirte hoy. Sobre esa chica… ”

“¿Te refieres a Mary?”

“Sí, ella. ¿Sabes que los homúnculos tienen fuertes vínculos con los Registros Akáshicos?”

“Si. Escuché que se les otorga conocimiento de los Registros Akáshicos al momento de la creación a través de una cualidad especial del Lapis Philosophorum que les da vida”.

“Precisamente. Los Registros Akáshicos son la fuente del conocimiento de un homúnculo. Es lo que les da su propia forma y la razón por la que se les llama genios. Sin embargo, hay una deficiencia en esto”, dijo Nettesheim con una pausa antes de concluir. “Los Registros Akáshicos no llegan tan lejos como para otorgar a los homúnculos la naturaleza humana”.

“¿De verdad? Los Registros Akáshicos son los anales de toda la historia: presente, pasada y futura. ¿No deberían registrarse allí también las sutilezas de las emociones humanas?”

“Como conocimiento objetivo, sí. Pero no importa cómo lo abordes, aprender algo y experimentarlo son cosas muy diferentes. Eso es cierto incluso para los humanos. Nos desarrollamos y crecemos en base a las experiencias que acumulamos desde el día en que tomamos conciencia del mundo”.

“¿Y estás diciendo que los homúnculos son iguales?”

“Señor Suimei, no importa el ser, el crecimiento requiere la acumulación de experiencia. Las personas pasan por las cosas, fomentan formas de lidiar con ellas y las usan para desarrollar y moldear su ego. El conocimiento otorgado por los Registros Akáshicos es estéril en ese sentido. Esa chica puede aprender de ellos toda la experiencia del mundo, pero esa experiencia nunca será suya”.

Eso tenía mucho sentido. En resumen, aprender de los Registros Akáshicos no fue diferente a aprender de cualquier otro libro. No es lo mismo leer algo que experimentarlo.

“Esa chica es un genio. Ella es naturalmente talentosa. Bastante literal. Su don proviene de la naturaleza. Nada de lo que tiene es algo que ha adquirido gracias a sus propios esfuerzos y, sin embargo, se comporta con la mayor confianza. ¿Ves la disonancia allí?”

“…”

Nettesheim ciertamente tenía razón. La gente ganaba confianza a partir de las experiencias exitosas, por lo que era realmente extraño que Hydemary se comportara con tanta confianza cuando no tenía nada de lo que hablar. Y aunque su vasto conocimiento debería haberla hecho muy consciente de que tal presunción era una tontería, siguió comportándose de esa manera. No tiene sentido.

“A Edgar siempre le faltó esa sensibilidad. Tiene bastante talento y, como yo, es un excéntrico al que le gusta mantenerse alejado de los asuntos mundanos. Por eso te confió esa chica”. Allí, el tono alegre de Nettesheim se volvió dócil cuando dijo: “Mientras exista esa disonancia, es  solo cuestión de tiempo antes de que pierda el rumbo. Entonces… cuando llegue ese momento, Sr. Suimei, debe ser usted quien la guíe”.

Nettesheim le pidió a Suimei que fuera una luz guía para Hydemary, sin embargo…

“¿Soy capaz de tal cosa?”

Suimei no estaba seguro de ser apto para la tarea. ¿Por qué Nettesheim tenía una opinión tan alta de él? Todavía era muy joven. Todavía no tenía un amante, y mucho menos un hijo. ¿Qué sabía él acerca de guiar a otros? Los ojos de Suimei preguntaron eso y más mientras miraba a Nettesheim, quien respondió con una sonrisa.

“Señor Suimei, la forma en que vives habla de tu sueño. Puede compartir objetivos comunes con todos nosotros, pero su sueño le pertenece exclusivamente a usted. Es una luz que brilla más que todo lo demás en la oscuridad. Es un sueño infantil sin presunción notable, y tan invaluable. Es la respuesta a todas las oraciones y un faro para iluminar el camino de los perdidos”.

Nettesheim recitó esas palabras como un poema y luego dijo…

“Cuando las personas se pierden de vista a sí mismas, pueden seguir avanzando siempre que haya una luz que las guíe. Cuando incluso el suelo debajo de ellos es incierto, aún pueden gatear hacia la luz. Por eso… Cuando llegue el momento, debes mostrarle a esa chica tu sueño”.

Al encontrar todo esto algo vergonzoso, Suimei se volvió aún más reacio. “¿De verdad crees que se rebajaría a algo tan desagradable como gatear?”

“No hay necesidad de preocuparse por eso. Mientras tú, el que posee todo lo que ella no tiene, estés allí, seguramente te perseguirá”.

“¿Ella me perseguirá…?”

Al escuchar eso, Suimei no pudo evitar recordar el día en que llevó a Hydemary a la Sociedad por primera vez. Se proclamó a sí misma un genio, validando sin saberlo todo lo que Nettesheim acababa de decir. Era como si ella hubiera apostado su propia identidad. Era su sentido de sí misma. En otras palabras, estaba luchando contra eso inconscientemente.

Ser diferente a los demás era tan, tan desesperadamente solitario. No poseer nada la ponía tan, tan desesperadamente ansiosa. Ese mantra constante, “Soy un genio, soy un genio”, era un grito desesperado para distraerse de lo que realmente sentía.

***

“No vales nada”.

“No eres deseada”.

“Nadie te necesita”.

Las voces familiares seguían repitiendo las mismas cosas. Le dijeron que era desechable, no deseada. Que todos pensaban así.

Las voces provenían de las sombras. Sombras familiares. Una tenía la silueta del anciano que idolatraba como su padre. Otras se parecían a sus hermanas mayores.

“Detente… Por favor detente ya…”

Ella no quería escucharlos. No esas voces, ni esas palabras.

Hydemary nunca pensó que la habían abandonado. Ella había creído con seguridad que la necesitaban, que la gente incluso confiaba en ella. Pero no pudo silenciar esa pregunta persistente y molesta en su corazón. ¿Por qué sus hermanas mayores, autómatas que poseen testamentos, fueron educadas por su padre mientras ella era despedida?

Hubo momentos en los que se le pasó por la cabeza que tal vez ya no la necesitaran, tal como afirmó el chico rubio. Era normal que los padres criaran a sus propios hijos. Durante unos años, al menos. Pero Hydemary había sido entregada poco después de su nacimiento. ¿Fue porque Edgar no vio la necesidad de criarla? ¿Era porque no le tenía afecto cuando era su hija?

Así, las ansiedades de Hydemary se acumularon y se agravaron. Las voces familiares que la apuñalaban lo empeoraban aún más.

“No eres deseada”.

“Fuiste tirada”.

Las sombras se extendieron sobre ella como para aplastarla contra el suelo de este mundo magenta sellado. Se acurrucó y se tapó los oídos para bloquear las sombras susurrantes, cuando…

“Caramba…”

Las sombras que la rodeaban fueron repentinamente cortadas por la magia cuando una nueva voz, familiar pero exasperada, llegó a los oídos de Hydemary.

“¿Qué estás haciendo, genio? Quedar atrapado en un hechizo como este no es propio de ti, ¿verdad?”

Por supuesto, el que apareció a través de las sombras no fue otro que Yakagi Suimei.

“Ya veo… Así que ahora eres tú, Suimei-kun.”

“¿Hmm?”

“Estás aquí para decirme que tú tampoco me necesitas, ¿verdad?”

“Oye, no te preocupes. Soy de verdad, ¿me oyes? No soy una de esas sombras que te ha estado atormentando”.

“Eres… eres tú”.

Al mirar más de cerca, Hydemary vio que realmente era Suimei. Todas las demás figuras habían sido meras sombras, pero esta era una persona real con toda su sustancia y color. Hydemary no sabía lo que estaba haciendo, pero Suimei, que no era la sombra, no parecía estar aquí para menospreciarla. Sólo murmuró “buen dolor” de nuevo con asombro mientras bajaba los hombros.

“Oye… Suimei-kun, ¿soy una niña no deseada?”

“¿Qué? ¿No deseada?”

“Si. ¿No me envió mi padre porque ya no me necesitaba?” Allí, Suimei negó con la cabeza.

“Como  el  infierno  que  lo  hizo.  Si  el  maestro  pensara  que  ya  no  te necesitaba, no había forma de que te hubiera enviado a la Sociedad”.

“Entonces, ¿por qué me envió lejos? ¿Hay alguna razón para que yo aprenda otra magia cuando ya tengo la mía propia?”

“Eso…”

Eso, Suimei no pudo responder. Era cierto que Hydemary nació en el mundo con magia propia. Realmente no había necesidad de que ella saliera de su camino para aprender otra magia. Ella ya era una maga de pleno derecho, lo que significa que no había ninguna razón real para enviarla a la Sociedad. No había ninguna razón para que ella necesitara estudiar con Suimei o convertirse en su discípula.

“Mi padre me hizo, y luego terminó conmigo. Por eso me despidió, ¿no? Mantuvo a todas mis hermanas mayores a su lado…”

Ante esto, el tono de Suimei tomó un giro caprichoso.

“Oh vamos. ¿A dónde fue tu descaro habitual? No me digas que te deprimiste todo solo porque alguien dijo algo que no estabas acostumbrado a escuchar. ¿O lo hiciste tú? ¿Por eso te atraparon en esta mierda?”

“¡Estoy… estoy hablando en serio!”

Su actitud despreocupada era demasiado irritante. Hydemary no pudo evitar gritarle, y con eso, sintió como si algo turbio y oscuro comenzara a desbordar desde la boca del estómago.

“Mi padre me creó, ¡pero nunca me dieron una tarea ni una meta! ¡Me acaba de despedir! Ni siquiera me dijo que era útil como homúnculo, o como mago para el caso… ¡¿De qué sirvo?!”

“Si un genio como tú no sirve para nada, ¿qué pasa con un tonto mediocre como yo?”

“¡¿Qué tienes de mediocre?! ¡Tú puedes hacer cualquier cosa! ¡Sabes tanto! ¡Todos te reconocen! ¡Pero no yo! ¡No tengo nada de eso a mi favor!”

De hecho, Hydemary no tenía experiencia. Ella no había logrado nada. Entonces, ¿y si ella fuera un genio? De lo único que podía enorgullecerse era del solo hecho de que era homúnculo. ¿Y qué valió eso? También era algo que le había sido otorgado.

“¡Fui creada! El poder que poseo, el conocimiento que tengo, mi talento…

¡Todo me fue dado! ¡Hasta el último pedacito! ¡No poseo nada mío! ¡Nada!”

Hydemary gritó que sus pulmones se vacían, su pecho subía y bajaba en busca de aire. Incluso ella se sorprendió por la fuerza fuerte y violenta de las emociones dentro de ella.

Ella había sido creada. Le habían dado todo lo que tenía. En otras palabras, ella, o una réplica exacta de ella, podría hacerse de nuevo. Entonces, ¿qué valor había en ella específicamente? ¿Qué la hizo realmente especial? No había forma de que ella lo supiera.

Pero al gritar con todo su corazón, no lloró ni gimió. Todo quedó finalmente en silencio cuando una mano suave cayó sobre su hombro.

“¿Lo sacaste todo?”

“Yo estoy…”

“Mary… es cierto que eres diferente de los humanos normales. Naciste con el mundo a tu alcance y eres capaz de hacer casi cualquier cosa por tu cuenta. Pero eso no es todo lo que hay para ti, ¿verdad? El valor de nadie se determina en el momento en que nace. Es algo que toma forma gradualmente poco a poco durante un largo, largo período de tiempo”.

“¿Sucede… con el tiempo?”

“Si. Las personas necesitan tiempo para crecer por sí mismas y tú no eres una excepción. No puedes simplemente saltarte esa parte del proceso”.

“Pero… no hay garantía de que lo haga, ¿verdad?”

“Por eso el maestro te envió. Para que puedas adquirir lo que no tienes, lo que quieres, con tus propias manos. Definitivamente no fue porque no te quiera”.

Eso era completamente posible… Pero también había otra posibilidad. Si las sombras estaban en lo cierto y Hydemary realmente no era deseada…

No había lugar para ella en este mundo.

Y cuando su visión se sacudió por tales ansiedades, miró a Suimei, quien le sonrió gentilmente.

“Pero aun así… Incluso si nadie más te necesita…”

Esta joven siempre estaba persiguiendo sus sueños, tratando de salvar a aquellos que no podían ser salvados. Siempre estaba tan radiante, corriendo hacia adelante con tanta seriedad. Eso era simplemente quien era. Y precisamente por eso, le tendió la mano a Hydemary sin dudarlo.

“Te necesito. Así que no hables así de ti”.

Por eso se arrodilló junto a ella, se acurrucó en el suelo y le hizo señas para que lo acompañara.

“¿Me necesitas? ¿De verdad?”

“Si.”

“¿Ya no irás a ningún lado? ¿No volverás a desaparecer de la nada?”

“Si.”

“Lo odio, ¿sabes? Quedarse atrás así. ¿Tienes idea de lo solitario que es?”

“No te preocupes. Estoy aquí ahora. Entonces…”

Toma mi mano, dijo.

Tómalo y nunca lo sueltes, dijo.

Te guiaré a donde perteneces, dijo.

Una calidez floreció en el pecho de Hydemary al escuchar esas palabras. Antes de que se diera cuenta, la ansiedad que la atormentaba se desvaneció como las sombras.

“¡Mm!”

Y entonces ella tomó su mano con un gran asentimiento. La fuerza que la empujó hacia arriba fue fuerte, confiable y rebosante de confianza.

Sí, eso fue todo. ¿No fue precisamente porque Suimei era este tipo de humano por lo que decidió seguirlo para empezar? ¿Por qué no se había dado cuenta antes? Había caído en la agonía de la depresión y terminó bailando al son del chico rubio. Fue una trampa espléndida, y una pena que se enamorara de ella. Oh, tan lamentable, pero sin embargo inevitable.

Porque Hydemary lo necesitaba. Necesitaba a Yakagi Suimei.

Suimei se sentó allí por un momento, acariciando la cabeza de Hydemary con gran afecto como si estuviera consolando a un niño pequeño. Pero fue una sensación agradable, como si estuviera a su merced.

“¿Te has calmado ahora?”

“Mm, supongo. Ese fue el acto bastante vergonzoso que hice. Totalmente patético y completamente impropio de mí”.

“Tienes razón sobre eso. Ser al menos así de insolente es más tu estilo”. Suimei luego dejó escapar una carcajada antes de preguntar: “¿Puedes decir qué está pasando?”

“Bueno… Esta es una barrera mental. Una barrera de ilusión de tipo envolvente, ¿no?”

“Parece que estás bien, entonces. Pero en serio, tienes algunos tornillos sueltos para quedar atrapado en esta mierda, ¿sabes?”

“Oh, lo sé. Esto está absolutamente por debajo de mí”.

Su tono era tan altivo que nadie hubiera adivinado el colmo de su desesperación hace unos momentos. Pero Suimei se alegró de escucharlo, porque aceptó a Hydemary tal como era y, por fin, las cosas volvieron a la normalidad.

“Vámonos. Es hora de romper esta barrera y darle a ese tipo que envenenó tu mente con toda esa mierda un buen golpe”.

“Convenido. Necesito devolver el favor por avergonzarme así”.

Con eso, ella persiguió a Suimei mientras se movía para destruir la barrera. Ella siguió su figura, esa figura siempre deslumbrante. Y mientras lo miraba corriendo delante de ella, un pensamiento pasó por su mente…

Un día, ella también se convertiría en una maga que perseguía el sueño que todos soñamos. Un mago que salvó a la gente. Un mago que alguien necesita. Tal como él.

Y con ese fin…

“Kunng-Lei Maximum Licht”.

Ella pronunció las palabras para desatar su horno de maná.