Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 6

Epilogo 2: El Santo Rey de los Cielos

Después de que el grupo de Suimei regresara al Imperio Nelferiano de la Alianza Saadias, se dirigieron de regreso a la casa que usaban como base. Estaba tal como lo habían dejado.

El alabastro que Suimei había pegado fuertemente en las paredes de los edificios circundantes seguía siendo de un blanco puro y agradable. La humedad característica de esos barrios callejeros no se encontraba en ningún lugar en este lugar, que irradiaba un aura de alegría y brillo. Con la luz del sol brillando desde arriba, era casi como un parque.

Mirando a su alrededor, varios de los gatos que Suimei había convertido en sus familiares temporales estaban colocados encima de las mesas y sillas que habían quedado en el área del patio.

Ronroneaban y se relajaban mientras yacían extendidos. Algunos se rascaban perezosamente, otros dormitaban y otros se tomaban el sol en el balcón.

“¡Gatitos!”

En el momento en que vio todo esto, Liliana dejó a un lado su sombrilla y se dirigió directamente hacia los felinos, sus coletas de color violeta rojizo rebotando en el aire detrás de ella.

Como había estado fuera por un tiempo, necesitaba una nueva sesión de tiempo de calidad con algunos pequeños amigos peludos. Pensando en ello, Suimei recordó que Liliana había sido algo reacia a separarse de los gatos cuando dejaron el Imperio.

“Abrazo…”

“¡Meeeow!”

Después de capturar varios gatos, Liliana los apretó contra sus mejillas a la vez. Debido a que Liliana se había hecho amiga de ellos cuando eran familiares temporales de Suimei, no parecía importarles en absoluto su afecto.

La única que parecía pensar en algo era  la diminuta Lefille. Agachándose para agarrar la sombrilla que Liliana había dejado a un lado, Lefille tomó un gato y comenzó a hablar con él.

“Supongo que ustedes no van a regresar de donde vinieron, ¿eh?”

“Meow.”

Incluso mientras continuaba tocando la mejilla del gato y cuestionándolo, la única respuesta que recibió, por supuesto, fue un maullido. Sabía que eso sucedería, pero aún sentía que tenía que intentarlo.

Fue Liliana, que estaba a su lado mientras acariciaba gentilmente a tantos gatos como pudo, quien respondió por ellos.

“Es bonito aquí… y es fácil tomar una siesta por la tarde… así que vienen de vez en cuando”.

“A los gatos les encantan los lugares limpios, después de todo. Así que supongo que mientras deambulan, disfrutan pasar aquí para tomar una siesta y relajarse”.

“Meow.”

Los gatos maullaron como si estuvieran de acuerdo y Liliana los escuchó con atención. Parecía que estaba teniendo una conversación con ellos, pero era solo un método que Suimei le había enseñado para llegar a un entendimiento mutuo con los animales.

Una vez que se resolvió el incidente en el Imperio, el trabajo de los gatos se cumplió. Entonces, de acuerdo con su contrato (que había sido cooperación a cambio de comida y un lugar para dormir durante un período de tiempo finito), la magia que mejoraba parcialmente su inteligencia se disipó.

Eso los volvió a ser gatos normales y todos regresaron a sus lugares habituales.

Pero no se podía borrar el conocimiento que habían adquirido de este lugar, que de hecho era un lugar maravilloso para tomar una siesta, por lo que muchos de ellos regresaban con bastante frecuencia.

“A este paso, se convertirá en un lugar de reunión para ellos por la noche, ¿eh?”

“Me lo imagino, Suimei-dono. A menudo se dice que a los gatos les gusta reunirse”.

Felmenia parecía bastante feliz por eso. También le gustaban bastante los gatos, por lo que la vista tranquila de tantos de ellos juntos era como comida para el alma.

“P-Por cierto, um…”

Felmenia luego miró de un lado a otro entre los gatos y Suimei. Había pasado de parecer alegre a avergonzada mientras se movía inquieta.

“¿Hmm? Ah, los gatos, ¿verdad? Adelante.”

“¡Si!”

Con su cabello plateado rayando detrás de ella, Felmenia prácticamente saltó hacia Liliana y comenzó a acariciar a los gatos también. El tiempo pasó así pacíficamente por un tiempo, pero luego Suimei y los demás escucharon una voz familiar desde el callejón.

“¡Ah, están aquí!”

Era la voz de un joven, una que Suimei conocía particularmente bien y que era algo tranquilizador de escuchar. Cuando Suimei se dio la vuelta, vio a Reiji y su grupo, que deberían haber estado en la Alianza Saadias. Titania luego lo llamó con su expresión serena habitual.

“¿Así que has vuelto?”

“Sí, acabamos de regresar”.

Cuando Suimei se encogió de hombros, Felmenia llegó corriendo detrás de él con un  gato. Inmediatamente cayó sobre una rodilla y saludó apropiadamente a Titania como una princesa.

“Su Alteza, es maravilloso verla en buena salud”.

“Flama Blanca-dono, también es bueno verte de tan buen humor. ¿Te gustan los gatos?”

“¿Eh? Um, bueno… sí…”

La vista de Felmenia arrodillada cortésmente con un gato en sus brazos fue demasiado para incluso para la segura de sí misma Titania, que comenzó a reír. Después de que Felmenia respondió en un tono avergonzado, hizo avanzar la conversación.

“Su Alteza, si mal no recuerdo, ¿no era su plan tranquilizar a los ciudadanos del estado autónomo?”

“De hecho, acabamos de regresar al Imperio esta mañana”.

“En realidad, ese noble nos llamó de nuevo,” anunció Reiji, admitiendo la verdadera razón de su regreso.

“Ese noble otra vez, ¿eh?”

“Mm…”

Cuando Reiji respondió con una expresión sombría, Suimei se dio cuenta de que la persona de su grupo que solía ser la más ruidosa aún no había aparecido.

“Entonces, ¿dónde está Mizuki? Todavía no la he visto”.

“U-Um, Mizuki está…”

“¿Qué pasa?”

Suimei  inclinó  la  cabeza  hacia  un  lado  mientras  preguntaba  por  los detalles, pero Reiji miró hacia otro lado con torpeza. Y tal como lo hizo él…

“¡FUHAHAHAHAHAHAHAHA!”

De repente, una risa excesivamente tensa y de alta energía sonó detrás de Reiji y los demás. Al escucharlo, el corazón de Suimei se hundió.

“Dime, Reiji… ¿Por qué tengo un sentimiento tan terrible con esa risa?”

“No me hagas decirlo…”

Cuando Reiji le respondió con voz cansada, Mizuki llegó a la escena, su extraño ojo brillaba dorado.

“¡Ha pasado un tiempo, Dark Crimson Hider, cuya oscuridad es más profunda que la del universo que habito! ¡Oh, mi eterno rival!”

“Ahhh… ya veo.”

Al escuchar lo que dijo Mizuki, Suimei pareció darse cuenta de lo que estaba pasando. Al mirar a Reiji y Titania, se dio cuenta de que los dos estaban perdidos. Mientras Mizuki se acercaba a él con confianza, Suimei la contempló con una expresión compleja.

“Sabes, Mizuki… ¿no dejaste de hacer eso?”

“¿De qué estás hablando? Además, no soy Mizuki. Soy una existencia única entre todo el cielo y la tierra, el Santo Rey de los Cielos, Io Kuzami”.

“Sí, sí, sí… Nada de eso es real”.

Cuando Suimei dio una respuesta apática, Felmenia lo miró con desconcierto.

“Suimei-dono, ¿qué está pasando aquí? Me está costando entender”.

“Incluso si me preguntas… Oye, Reiji, ¿qué pasa con esto?”

Reiji luego explicó lo que había sucedido en el estado autónomo. Sobre cómo habían obtenido el arma que dejó un héroe de antaño. Sobre cómo había aparecido un demonio general. Y sobre cómo Mizuki había terminado así.

“Ya veo… Entonces ella comenzó a actuar así después de conseguir esa arma”.

“Mm. Por eso es culpa mía. Si la hubiera protegido adecuadamente, entonces…”

La expresión de Reiji estaba tensa. Dijo que protegería a Mizuki desde el principio, incluso antes de que dejaran Astel. Que las cosas hubieran resultado así le pesaba mucho.

“Bueno, no te preocupes por eso”.

“Pero—”

“Mizuki también es responsable de decir que estaría de acuerdo. Además, no saldrá nada de cavilar sobre ello ahora. Leche derramada y todo eso. Además, si de repente se vuelve rara de nuevo, ¿no es posible que de repente vuelva a ser normal?”

Su carga quizás aliviada por palabras tan optimistas, la expresión de Reiji se iluminó.

“Tienes razón.”

“Aunque tengo que decir, estoy bastante anonadado por este giro de los acontecimientos…”

“Si…”

Reiji miró a Mizuki  por un momento con una expresión complicada. Probablemente quería decir que deseaba que esto no hubiera sucedido. Y no era el único de su grupo que se sentía así.

“Bueno lo que sea. Vayamos adentro por ahora. De hecho, acabamos de regresar nosotros mismos, así que no tengo mucho que ofrecerles en cuanto a hospitalidad”.

“No necesitas prestarnos atención. Después de todo, estamos aquí principalmente para intercambiar información”.

Siguiendo la cortés respuesta de Titania, Io Kuzami, anteriormente conocido como Mizuki, adoptó una actitud altiva.

“Hmph. Entonces vayamos a tu maldito castillo.”

“Mizuki, espera aquí un rato.”

“Soy Io Kuzami”.

“Sí, sí, lo tengo, Io Kuzami-san. Menia, busca a Lefi y Liliana y entra con Reiji y los demás”.

Después de esperar a que todos los demás entraran a la casa, Suimei se volvió hacia Io Kuzami.

“Ahora  bien…  Bueno,  ¿entonces?  En serio,  no  estás  fingiendo  aquí, ¿verdad?

“¿Todavía no me crees, bastardo?”

“Solo revisando. Ven aquí un rato”.

“Me niego.”

“Por supuesto… En realidad, es más rápido para mí acercarme. Préstame tu cabeza”.

Luciendo como si estuviera más que listo para pelear, Suimei se acercó. Mientras lo hacía, Io Kuzami puso una sonrisa como si estuviera jugando con él.

“¿No dije que me niego?”

“No puedo escucharte”.

Inmediatamente ignorando a Io Kuzami, Suimei le puso la mano en la cabeza. No había podido hacer nada por Hatsumi porque ella no podía recordar quién se suponía que era, pero en el caso de una personalidad dividida, era posible devolver la personalidad original al dominio sin ningún trauma. Y así, a pesar de sentirse culpable por ello, Suimei se preparó para lanzar su magia. Pero tal como lo hizo él…

“Bastardo, ¿tienes la intención de manipular la cabeza de esta chica de nuevo?”

“!”

Io Kuzami sonrió como si supiera exactamente lo que estaba haciendo Suimei. Presa de la sorpresa, dio un paso atrás. Io Kuzami luego lanzó otra sonrisa, una mucho más oscura.

“¿Qué pasa? Eso no es realmente algo de lo que asustarse tanto, ¿verdad?”

“… ¿Que eres? ¿Y cómo diablos sabes eso?”

Suimei la interrogó con una expresión severa. Se suponía que lo que había hecho era su secreto y solo su secreto. ¿Cómo podía saberlo una personalidad dividida que acababa de aparecer de repente? La duda y la sospecha comenzaron a dar vueltas en su cabeza. Mientras tanto, Io Kuzami simplemente continuó sonriendo.

“Estás haciendo una mueca bastante seria, pero ¿me equivoco? Es algo que sucedió antes de que ustedes, bastardos, vinieran a este mundo. Sí, esta niñita se había enamorado de ti, pero pisoteaste ese amor. Usando tus malditos poderes, cambiaste su enamoramiento a un objetivo diferente”.

“…Sí es cierto.”

Eso era cierto. Al principio, Mizuki estaba seriamente interesada en Reiji. Pero mientras Suimei la estaba ayudando a acercarse a Reiji, ella terminó enamorándose de él. Y tal como dijo Io Kuzami, Suimei había usado magia para desviar esos sentimientos hacia otra persona. Al enfrentarse a esto ahora, Suimei le dio a Io Kuzami una mirada dudosa. Sus ojos le preguntaron cómo sabía todo eso.

“Es un asunto trivial, de verdad. Cuando poseí a esta niña, simplemente eché un vistazo a sus recuerdos. Por supuesto, también eché un vistazo a esos malditos recuerdos que sellaste”.

Fue entonces cuando Suimei de alguna manera llegó a una vaga comprensión de quién era realmente Io Kuzami.

“Respóndeme. ¿Que eres? ¿Qué tipo de espíritu?”

“No hay necesidad de estar tan enojado. No tengo intención de hacer ninguna travesura. La razón por la que tomo prestado el cuerpo de esta niña es simplemente porque nuestros intereses coinciden. Además, no puedes eliminarme, ¿cierto?”

“No subestimes a un mago moderno. Hemos estado exorcizando cosas como tú durante años con todo tipo de magia”.

“Suficiente. Incluso podría hacerlo conmigo, pero la carga para esta niña será considerable. Puede que la rompa, ¿entiendes?”

“…”

Suimei no pudo negar eso. Si lo que había poseído a Mizuki era de hecho un ser poderoso y lo expulsaba por la fuerza, tendría un costo significativo. Y como no podía discutir, Suimei simplemente frunció el ceño a Io Kuzami.

“¿Qué? No pongas una cara tan aterradora. No hay nada de qué preocuparse. No tengo ninguna intención de hacerle daño a esta chica, aunque es posible que todavía atraviese algunas experiencias dolorosas”.

“¿Es esa la verdad?”

“No miento”.

De eso podía estar seguro. Por su propia naturaleza, los espíritus no mienten. Hubo ocasiones en las que evitaban decir la verdad o engañaban a la gente, pero si un espíritu no era del tipo travieso, se les podía tomar la palabra. Entonces, si esto garantizaba la seguridad de Mizuki, Suimei tenía todas las razones para creerlo. Y entonces Suimei se rindió en tratar de sacar lo que fuera por la fuerza. Io Kuzami luego lo miró con una expresión curiosa.

“Si esta chica es tan preciosa para ti, ¿por qué la mantienes a distancia?”

“Cállate. Soy un mago y Mizuki es un humano normal. Tengo que trazar una línea para mantenerla a salvo”.

“Ya veo.”

Después de una breve respuesta, Io Kuzami sonrió una vez más.

“Además, no les menciones nada de esto a los demás. ¿Me escuchas, bastardo? Este es un secreto entre nosotros dos”.

Y con eso, lo que fuera que había poseído a Mizuki se rio con su boca.