Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 3

Prologo: Pequeña Sombra

En la oscuridad de la noche, cierta cuadra de la capital imperial iluminada por la tenue luz de la luna y las estrellas estaba envuelta en una quietud antinatural.

Con el impecable pavimento de piedra en el suelo, tan apretado que era neurótico, y el hermoso ladrillo rojo de las grandes casas que se elevaban desde él, era innegable que era el distrito de la clase alta de la capital imperial.

El brillo apagado de la luz de la luna rozaba el pavimento de piedra, y las paredes de ladrillo rojo de los edificios parecían pesadas, incluso oxidadas, mientras yacían envueltas en sombras.

Un edificio imponente en particular, quizás porque fue construido en un lugar tan abarrotado, parecía especialmente opresivo en la solitaria oscuridad de la noche.

En este lugar que parecía totalmente alejado del mundo de las casas de madera donde vivía la gente común, donde toscas estructuras de piedra cubrían el paisaje urbano, un solo hombre fue acorralado en la oscuridad por dos figuras, una alta y otra baja.

“¡Bastardos! ¡¿Crees que te saldrás con la tuya haciéndome esto?!”

El hombre les gritó a los dos rufianes con suficiente vigor que casi echaba espuma por la boca. Con un abrigo hecho por un sastre popular en el Imperio, el hombre apestaba a oro y a engreimiento. Pero en este momento, no tenía cuartel para usar ninguno de esos.

No fue tan sorprendente. Después de todo, detrás del hombre que gritaba desesperadamente estaban sus guardias, que parecían estar tirados en la acera.

“¡Ugh, alguien! ¡¿Hay alguien más ahí?! ¡Quien sea! ¡SALVENMEEEEEE!”

El hombre pidió  ayuda  con altivez, pero  nadie  le respondió.  Su voz insolente simplemente resonó en el aire, pasando sobre las dos sombras que estaban frente a él antes de resonar en la nada en la noche. Una de las figuras, la más alta con una túnica de tono negro, aplastó cualquier esperanza que le quedara al hombre.

“Nadie vendrá. No importa cuánto grites, nadie te oirá”.

“R-Ridículo… Incluso en un callejón tan lejos de la calle, estamos justo en el medio de la capital imperial. Para que nadie se dé cuenta…”

Las palabras de esa sombra de una figura avivaron la ansiedad del hombre como un fuego furioso. Aunque sabía que no podía ser cierto, no podía tranquilizar su corazón. Quizás sus instintos lo sabían mejor que él. Porque lo que dijo la figura oscura era cierto. No importa cuánto gritó y gritó en negación, ni un solo policía militar patrullando ni siquiera un residente cercano vino. Sus palabras, sus gritos, su esperanza, todo… Era como si todo fuera robado por la oscuridad.

Pero incapaz de contenerse en su pánico, continuó despotricando y desvariando.

“¡¿Por qué me están haciendo esto?!”

“No hay necesidad de que un bastardo como tú lo sepa”.

Las dos figuras en sombras se acercaron sigilosamente al hombre.

“¡E-Espera! ¿Ustedes bastardos quieren trabajar para mí en su lugar? Pagaré todas las monedas que quieras”.

“¿Oh?”

“¡Da la casualidad de que hay un hombre del que quiero deshacerme! ¿Bien? ¿Qué les parece? Para empezar, te pagaré cien monedas imperiales por adelantado. ¡Y no me refiero entre ustedes dos! ¡Quiero decir cien cada uno!”

Por su propio bien, el hombre propuso una especie de intercambio. Al escuchar su oferta, la figura más baja tembló levemente. Asumiendo que era una señal de que estaban mordiendo el anzuelo, el hombre se rio. Sin embargo, el que respondió fue la sombra más alta.

“Cien monedas es una suma bastante extravagante”.

“¡Ciertamente lo es! ¡Pero ustedes, bastardos, lo valen! ¡Después de todo, noqueaste a mis guardias en un abrir y cerrar de ojos!”

“Eran débiles”.

“Me estás diciendo… pagué una suma considerable para contratarlos, pero al final fueron inútiles. Pero ustedes, bastardos, son diferentes. Después de todo, lograste arrinconar a un hombre conocido como yo”.

Mientras afirmaba lo que dijo la figura más alta, el hombre tiró de su hilo de pescar llamado alabanza. Entonces, juzgando que ya era hora de enrollarlos…

“¿Qué les parece? No creo que sea una mala oferta, ¿verdad?”

Parecía pensar que los había influido, mostrando una sonrisa enfermiza al pensar en su éxito. Sin embargo, no obtuvo la respuesta que esperaba. Y la pequeña sombra se acercó amenazadoramente como para responder a su pregunta con acciones en lugar de palabras.

“¡¿Q-Que tal?! ¡Son cien monedas cada uno! ¡Eso es inaudito!”

“Ciertamente. Sin embargo…”

La figura más baja habló por primera vez con una voz que sonaba terriblemente joven. Sonaba como un niño a la edad en la que no estaba claro si era niño o niña. El hombre esperó con la respiración contenida para escuchar lo que diría la peculiar voz a continuación.

“Lo dijiste tú mismo”.

“¿Qué…?”

“Que tenías a alguien de quien querías deshacerte”.

“¿Qué con ello? Todo el mundo tiene una o dos personas de las que les gustaría deshacerse, ¿verdad? No sé quién los  instigó, pero incluso ustedes, bastardos, probablemente tengan motivaciones similares, razón por la cual han venido a buscarme así. Pero aparte de eso, ¿qué opinas? Si no están satisfechos con la cantidad anterior, incluso puedo agregar algo—”

El hombre no pudo terminar lo que estaba diciendo. De repente sintió una poderosa y creciente ola de odio e ira de la figura más pequeña que estaba tratando de tentar. Lo congeló en seco.

“No dejaré que te deshagas de esa persona”.

“¡¿Qué?! ¡Bastardo! ¡¿Trabajas para él?! No, no puede ser que estés…”

“No hay necesidad de hablar de eso… Hazlo”.

Interrumpiendo al hombre cuando parecía darse cuenta de algo, la figura alta pasó una orden al bajo, quien inmediatamente comenzó a murmurar un hechizo.

“Oh Oscuridad. Convierte la nihilidad de tu cuerpo en una cortina, envuelve a mi enemigo y sumérgelo dentro. Tomen a los que se entregan a un deseo tan miserable en su totalidad y manténganlos cautivos dentro de esa cortina. Olgo, Lucuila, Ragua, Secunto, Labielalu, Baybaron…”

La magia se entrelazó con las palabras que pronunció la pequeña figura. Por lo que se podía oír del cántico, era un hechizo oscuro y temible.

Sin embargo, justo cuando el hombre esperaba escuchar una palabra clave, la pequeña figura comenzó a recitar palabras que el hombre sintió que nunca antes había escuchado. Apenas podía entender sus sonidos, y ciertamente no su significado. Era como si no fueran palabras en absoluto, sino el gruñido de alguna bestia. Y luego, por fin…

“Tormento de la Oscuridad”.

La palabra clave finalmente llegó. El hombre pensó que vio la cortina oscura alrededor de la pequeña sombra comenzar a ondular misteriosamente, y luego el maná que encerraba esa oscuridad se hinchó en un instante.

Como si emulara la mano extendida de la figura, se movió de una manera inquietante. Las dos figuras en sombras, la luz de la luna, la luz de las estrellas, cualquier cosa y todo desapareció repentinamente de la vista del hombre.

“DETEN— Ga, ah… ¡AAAAAAAAAAAH!”

El lamento del hombre fue tragado sin piedad por la oscuridad. Finalmente, al comprobar que el hombre fue liberado de la oscuridad y de hecho se había derrumbado sobre el pavimento de piedra, la figura alta se volvió silenciosamente hacia la más baja.

“Vámonos.”

“Si.”

Las dos figuras sombrías luego se desvanecieron en la noche, llevándose la antinatural cortina de oscuridad y la quietud que la acompañaba. Todo lo que quedó en el callejón del distrito de clase alta fue el hombre, que ni siquiera se movía, tirado en la acera con sus guardias. Todo lo que miraba hacia abajo en su rostro desvergonzado era la luz de las estrellas titilantes y la luna colgando sobre su cabeza.