Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 2

Capitulo 4: Esa Deslumbrante Figura Que Brilla Más Que Todas Las Demás

Parte 3

El mismo joven que una vez más se enfrentó a un enemigo increíble para seguir su propio camino. Y cuando se dio cuenta de eso, ya no podía quedarse sentada allí.

“Yo―”

Por eso, una vez más… Una vez más, quería el poder para luchar. Entonces, incluso con dolor y cubierta de sangre, incluso en esta condición, ofreció una oración.

“Oh Alshuna, gran Diosa a la que servimos. Yo, que no pude hacer nada, que no pude cambiar nada por mí mismo, les suplico humildemente. Por favor, concédeme el valor para cambiar solo por esta vez. Rezo para que una vez más, solo una vez más…”

Fue un deseo y una demanda. Un ritual para que pudiera volver a tomar su espada. Probablemente la Diosa nunca acudiría en su ayuda. Ella lo sabía.

La Diosa no era de este mundo. Ella era una existencia que solo los cuidaba, incluso ahora. Y así, para cambiarse a sí misma, pronunció esas palabras solo para sí misma.

Y luego, cuando abrió los ojos, su cuerpo se llenó de poder como nunca antes lo había estado. Como si caer de rodillas y capitular hubiera sido todo un mal sueño, la debilidad que se había apoderado de su corazón ahora no se encontraba por ninguna parte.

Quien le dio ese poder, el coraje para superarse a sí misma, no fue otro que el joven parado frente a ella. Precisamente porque él le enseñó a creer, precisamente porque le demostró lo que eso significaba para ella, precisamente porque pudo presenciarlo, finalmente pudo ponerse de pie nuevamente.

Agarrando la espada que había dejado caer, la blandió con ambas manos con todas sus fuerzas. El viento que generó fue como una barra roja que atravesó a Suimei y Rajas.

“¡Qué… bastarda! ¡¿De dónde vino ese poder?!”

“Lefille…”

Lefille, que acababa de ponerse en pie, fue recibida con una expresión de sorpresa y de alegría; no había necesidad de decir de quién era de quién.

Lefille desató todo el poder que tenía, el poder de los espíritus. Apareció un viento rojo, al igual que el vendaval rojo que respondió al espíritu escarlata Ishaktney en la batalla. Era como si todo el aire se inclinara ante ese destello carmesí. E incapaz de soportar el vendaval, Rajas dio un paso atrás.

“N-No… Esto es…”

Rajas se cubrió la cara con el brazo como si lo protegiera del viento. Apuntando su espada a ese demonio, Lefille hizo una declaración para revivir su corazón.

“Rajas. Mira de cerca con esos malditos ojos tuyos. Este es el poder que destruirá a los demonios bastardos. El poder de los espíritus nacidos de la Diosa”.

“¡El poder de destruirnos, una mierda! ¡No eres más que una niña estúpida que escapó de su propia muerte!”

“Silencio. Ya no huiré. ¡Me mantendré fiel a mí misma, sin importar el destino que pueda traerme!”

“¡Niña estúpida! ¡SIGUE PARLOTEANDO!”

Junto con un grito, Rajas enfrentó la gran espada y el vendaval rojo con los brazos y los puños envueltos en un miasma oscuro. Pero solo esta vez, Lefille no se sentiría repelido. Con una tempestad roja envuelta alrededor de su espada, soltó un solo corte diagonal, y esta vez, fue el notable puño de Rajas el que fue repelido.

“¡Guaah! ¡¿Q-Qué?! Es completamente diferente de…”

Por supuesto que era diferente a antes. Lefille ya no era la chica que había sido antes. Su viejo yo débil había muerto. La mujer que se puso de pie para enfrentarse a Rajas ahora con una fuerza renovada fue Lefille renacida.

Los ataques que la habían abrumado antes ya no funcionarían. Rajas ya no tenía tiempo para burlarse de ella.

“¡HAAA!”

Como no tenía oído para escuchar su desconcierto, clavó su espada una y otra vez. Fue todo lo contrario de lo que había sucedido antes. Ella no se quedó atrás en velocidad, y fue quien lanzó más golpes. Todos y cada uno de sus empujes tenían el poder de empujarlo hacia atrás.

¿Se había desesperado? Rajas arremetió con un revés como si intentara apartarla. Fue un puño crudamente desatado, pero un golpe abominablemente afortunado.

Rajas captó perfectamente un espacio en los cambios de Lefille y apuntó a sus signos vitales. Si la golpeaba, tendría consecuencias devastadoras. Pero eso era si y solo si la golpeaba.

Como el aire brillando a su alrededor, Lefille se convirtió en un vendaval rojo. Nadie podía seguir el ritmo de sus movimientos. El viento rojo que ni siquiera proyectaba una sombra sobrepasaba la velocidad de cualquier cosa. Tal velocidad era realmente insondable. Con una rapidez que podría confundirse con la teletransportación, se deslizó hacia el costado de Rajas.

“Bastarda, ¿cuándo?”

Para cuando se dio cuenta y se volvió hacia ella, ya era demasiado tarde. Cuando terminó de materializarse y se balanceó hacia abajo con un corte al mismo tiempo, atrapó el pecho de Rajas directamente.

“¡Guugh-AAAAAH!”

Abrió el pecho de Rajas, que estaba construido como una enorme roca. No era lo suficientemente profundo como para ser una herida fatal, pero ese miasma oscuro que era la fuente del poder del demonio comenzó a brotar como vapor. Fue la oportunidad perfecta.

“¡Gala Valner!”

Girando su enorme espada sobre su cabeza, dio un gran paso hacia adelante, y con ese momento y toda su fuerza, soltó un solo golpe como si estuviera tratando de romper el cielo. Mientras bajaba su postura contra el suelo, todo el viento rojo en el área emulaba sus movimientos, transformándose en un tajo masivo que destrozó el cielo y la tierra. Golpeó a Rajas, pero…

“Qué tenaz”.

Incluso habiendo tomado a Gala Valner, todavía estaba de pie. Estaba desgarrado de la cabeza a los pies y su miasma se filtraba por todo el cuerpo.

Todas sus extremidades habían dejado de moverse, y ciertamente estaba inestable, pero todavía estaba de pie. Después de tomar los ataques de Suimei y ahora los de Lefille, ¿qué tan robusto era este demonio?

“¡Ugh…!”

Su rostro se contrajo por el pánico, Rajas de repente dio un gran salto hacia atrás. Y justo cuando Lefille se puso rígido, preguntándose qué planeaba hacer, el enorme cuerpo de Rajas revoloteó en el cielo. ¿Iba a retirarse en este último momento?

“¡E-ESPERA!”

“Entregaré esta victoria, espadachina de Noshias”.

Probablemente juzgó que estaría en grave desventaja si las cosas continuaban como estaban. Mientras escupía su molesto adiós, Rajas intentó huir. Parecía que había mantenido algo de energía en reserva, y la usó para poner una gran distancia entre ellos en un abrir y cerrar de ojos.

“¡HAAAAAAAA!”

Como para cortar la figura que escapa, Lefille una vez más desató a Gala Valner en Rajas. Pero el viento rojo nunca lo alcanzó. Se debilitó a lo largo de la gran distancia que tuvo que cruzar, y finalmente se disipó en forma de viento mundano.

Ella no había logrado derribarlo. A esta distancia, no importa lo que hiciera, nunca lo golpearía. Si pudiera volar por los cielos como Rajas, sería una historia diferente, pero Lefille no tenía ese poder.

Por lo tanto, esto era lo más lejos que podía llegar. A pesar de que Suimei había ido tan lejos por ella, a pesar de que la había salvado, había dejado que su enemigo se escapara.

“Mierda…”

La conclusión de esta pelea debería aplazarse. Haber llegado tan lejos solo para terminar así le dejó un mal sabor de boca.

Quizás solo un paso más. Quizás solo un ataque más y ella podría haberlo eliminado. Entonces solo tal vez…

Pero no fue así como había sucedido. Mientras rechinaban los dientes con decepción, de repente pudo sentir que el maná se hinchaba detrás de ella. No, la hinchazón era una expresión demasiado leve para eso. Esta fue una ola intensa, como si el maná se hubiera multiplicado explosivamente. Y la causa, naturalmente, no fue otra que…

“¿S-Suimei-kun…?”

¿Era el maná de este joven inagotable? Corriendo a través de un ejército de demonios, defendiéndose del poder de Rajas, luego luchando contra él… ¿Cómo no había gastado todo el poder de su cuerpo? Pero así como así, ahora caminaba hacia adelante, irradiando maná.

Su paso era firme con un aire de compostura, como si estuviera pavoneándose. En unos pocos pasos, se paró junto a Lefille. Y lo que vino después fue el poderoso llamado de la voz de un mago.

“Abreq ad Habra…”

[Lanza tu rayo hasta la muerte…]

***

La enorme hoja de viento envuelta en un destello rojo se convirtió en viento regular detrás de él y desapareció. Fue peligroso. Pensar que esa mujer se recuperaría en tan poco tiempo… No, no era solo eso. De hecho, había ganado un poder que superaba con creces el que tenía antes.

No sabía qué pasó, pero todo fue culpa de ese mago. Por eso se había visto obligado a saborear la amarga derrota que era la retirada, y apretó los dientes ante la idea.

“No se atrevan a olvidar la desgracia que me trajeron, malditos humanos. Porque cuando estas heridas sanen, definitivamente les hare pagar… ”

Presa de esa ira febril, Rajas se elevó más alto en el cielo.

“Será peligroso atravesar esas nubes de tormenta con estas heridas, pero no tengo otra opción”.

Rajas miró hacia su estrecho camino de retirada. Si continuaba volando demasiado bajo, era posible que lo persiguieran. Por lo general, pensaría que eso era imposible, pero acababa de darle la vuelta espectacularmente. Si pasaba por las nubes, seguramente lo perderían de vista. Entonces estaría a salvo.

Era molesto, pero había sido gravemente herido por la pelea que libró esa mujer. Si pasara por una tormenta en estas condiciones, no sería nada agradable.

Sin embargo, era un sacrificio que tenía que hacerse en nombre del escape. Para escapar con seguridad, esta era su única opción.

Y justo cuando estaba preocupado por las nubes de tormenta… “¿Qué…?”

Mirando hacia arriba, se encontró con una vista asombrosa. De hecho, apenas podía creer lo que veía. Las nubes de tormenta no estaban allí, ni en ningún otro lugar del cielo para el caso.

“―?!”

Consternado por la sorpresa repentina, Rajas miró a su alrededor frenéticamente. Algo que debería haber estado allí… simplemente ya no estaba.

Las nubes oscuras y retumbantes se habían ido. A pesar de que la iluminación había estado parpadeando hasta que pasaron unos momentos, ahora no había ninguna señal de tormenta.

Forzó la vista, pensando que le estaban jugando una mala pasada, pero aún no podía ver nada. Todo lo que pudo divisar fueron nubes regulares que obstruían la luz de las estrellas en lo alto.

Hasta hace unos momentos, estaba seguro de que un trueno reverberaba en el aire. Incluso durante la batalla, fue molesto y ruidoso. Entonces, ¿qué significa esto? ¿Lo había imaginado? ¿Hubo truenos y no tormentas? Reflexionando sobre este misterio, Rajas bajó la mirada con indiferencia.

“¿Qué…?”

Se quedó sin palabras ante la desastrosa escena que se extendió debajo de él. Fue un espectáculo que lo dejó sin aliento.

Había una llanura entre el pie de la montaña y el bosque. Y el ejército que había reunido allí, al igual que las nubes de arriba, se había ido.

En su lugar, había fuegos ardientes que continuaban ardiendo, sobresaliendo y hundiéndose en masas de tierra. Estaban los encarcelados en hielo que no se derretiría en toda la eternidad, los que se esparcieron repulsivamente en un mar de ácido y veneno para disolverse en nada indefinidamente, y para colmo, las repugnantes sombras de lo que parecían ser sus parientes.

Lo más asombroso de todo, sin embargo, fue que ni siquiera tanta devastación se sumaba a la cantidad de subordinados que Rajas había traído con él. La mayoría de su ejército parecía haberse desvanecido por completo de la faz de la tierra.

“¿Q-Qué pasó aquí…?”

No había forma de que esto pudiera ser real. Ni siquiera un ejército entero de humanos podría causar tanta destrucción. Lo sabía a ciencia cierta después de las escaramuzas que había tenido en Noshias. Pero el hecho de que lo viera con sus propios ojos le dijo que alguien lo había hecho. Y tenía una idea de quién podría ser ese alguien.

“Todo lo que hice fue dejar de lado a cualquiera que se interpusiera en mi camino”.

Como un susurro en su oído, pudo escuchar las palabras de ese hombre una vez más. ¿Era esto lo que quería decir?

Sin lugar a dudas, se habría encontrado con los subordinados de Rajas en su camino hacia la montaña. Sin duda, habrían intentado detenerlo. Eso significaba que cuando había hablado de los que se interponían en su camino, se había referido a toda la fuerza de Rajas. Podía visualizar sus filas acercándose y rodeándolo ahora. Entonces, ¿eso significaba que el joven había “hecho a un lado” un ejército que Rajas había traído para derrotar al héroe?

“Ridículo, destruir un ejército de más de diez mil hombres por su cuenta…”

Cuando llegó a esa respuesta y un escalofrío recorrió su espalda, un rugido atronador llegó a sus oídos desde atrás. Fue imposible. Ya no había nubes de tormenta en el cielo, entonces, ¿de dónde había venido ese sonido?

“No podría ser…”

Pensando en ello con mucho cuidado, Rajas no recordaba haber visto una sola nube de tormenta desde que había llegado. Solo pensó que estaban allí porque había escuchado un trueno. Pero no, no había ninguno entonces y no había ninguno ahora. Entonces, para que él esté escuchando truenos…

“No podría ser…”

El relámpago que había visto y los truenos que había escuchado tenían que provenir de algo completamente diferente.

“¡No podría ser!”

Y el rugido que reverberaba detrás de él ahora sonaba exactamente igual que el “trueno” que había estado escuchando por un tiempo. Lentamente se dio la vuelta para encontrar la respuesta a sus propias dudas.

Junto con un rugido atronador que sacudió la tierra, como si un rayo azul pálido se disparara hacia el cielo al revés, un círculo amenazó el cielo oscuro a medida que se dibujaban figuras y letras.

Y en poco tiempo, lo que tomó forma fue un gran, no, un círculo mágico colosal. A lo largo de ella, también estaban tomando forma círculos mágicos de tamaño mediano. Sin duda, esto fue de una escala suficiente para disparar algo de magia poderosa.

Y parado en su centro no era otro que ese hombre. El humano que se había llamado a sí mismo mago.

El relámpago destrozó la tierra, el viento lanzó un aullido y todo lo que lo rodeaba estaba siendo destruido al azar. Con ese hombre como centro, hubo un estallido de poder que hizo volar arena y guijarros, los convirtió en carbón y los borró de la existencia.

Y eso fue un mero temblor. Una muestra de lo que estaba por venir. El poder que formó esta magia, el poder que manifestó por la fuerza este fenómeno, era demasiado fuerte. El  excedente de poder y la fuerza repelente golpeaban sin cesar todo lo que le rodeaba. El relámpago que blanqueó el aire, la tempestad que estalló como una ráfaga… Todo fue solo una premonición del fenómeno por venir.

“¿E-Eso es solo el presagio…? Esto es ridículo―”

Sí, el demonio general Rajas probablemente no tenía forma de saberlo. Este era el sistema de magia Abra-Melin Abraham, comúnmente conocido como magia sagrada o magia sagrada.

Fue la magia que tomó prestado el poder de un ángel guardián sagrado y fue ampliamente considerada como la más poderosa de todas las magias creadas para repeler, dispersar y esclavizar a los demonios: arroja tu rayo hasta la muerte, abracadabra, el hechizo más famoso de la palabra.

Usando eso como prototipo, se transformó en magia ofensiva por la teoría de la magia moderna, y fue una de las cartas definitivas que Yakagi Suimei podía jugar para contrarrestar demonios y espíritus malignos.

Como si se manifestara por una neblina de calor, la imagen de una mujer apareció detrás de ese hombre. Aunque estaba inspirado en una mujer humana, no tenía el menor indicio de vida. Parecía una escultura hecha de materia inorgánica coloreada en una mezcla de blanco y ceniza. No fue ni sublime ni siniestro. Sin embargo, por alguna razón, tenía una tremenda cantidad de poder.

“AAAAAAAAAAAAAAAAAAH…”

Cuando la escultura abrió su boca chirriante, desató un grito notablemente estridente y llamó a un pilar de relámpagos desde los cielos.

Nunca había oído hablar de esto ni nada parecido. Que existía tal humano o tal poder. Ni siquiera el héroe de otro mundo debería empuñar algo así. El héroe fue convocado y recibió el poder de la Diosa. Esto fue completamente diferente. Un desconocido.

Era cierto que el héroe poseía un poder mucho mayor que el del hombre común. Los héroes convocados recibieron una inmensa cantidad de protección divina de los Elementos.

Pero este hombre no tenía nada de eso. Era inconcebible. Manipuló eventos sobre los que no debería tener control, combinó fenómenos y alteró el mundo creado por la Diosa a voluntad.

Ese relámpago que tenía ante él ahora era más santo que cualquier otra cosa, y más terrible que cualquier otra cosa. Ningún ser humano en este mundo podría ejercer un poder tan impensable. Ciertamente no. Pero entonces… entonces, ¿quién era este hombre?

“Mago Yakagi Suimei”.

“Espera, dijo mago… ¡¿Qué es eso?! ¡¿Ese hombre no es un mago?!”

Los miles de relámpagos ramificados en el área dejaron un eco estridente en el aire y se acumularon en el centro del círculo mágico a medida que se acumulaban. Los gritos de la escultura eran incesantes. Un pálido parpadeo llenó el mundo desde el suelo hasta el techo del cielo.

Podía ver el rostro de la mujer que había sido invadida por el miedo y la conmoción al igual que él ahora, y los ojos carmesí de ese hombre odioso proyectando su voluntad de hierro. Y por último, la presencia de una muerte ineludible.

“¡MIERDAAAAAAAAAAAAAAAA!”

“Ahora bien, villano que sorbe como miel los lamentos del pueblo. Ante el gran deseo por el que nos esforzamos los magos de la Sociedad, pudríos y marchaos”.

Podía ver claramente la boca de ese hombre juntando esas palabras.

E inmediatamente después de eso, tocó el centro del círculo mágico con su dedo.

Y en ese momento, estalló un trueno ensordecedor. Los miles de rayos de relámpago que se habían estado reuniendo de forma concéntrica como un rayo de luz en ese círculo mágico se convirtieron en un solo pilar masivo y se tragaron todo en la visión de Rajas.

Y en esa luz, no existía ni un indicio de la oscuridad del Dios Maligno en el que creían los demonios. Absolutamente nada y en ninguna parte.

Y ante ese torrente de luz creado por el rayo sagrado, el general demonio Rajas, que gritaba y resentía, se consumió por completo.