Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 20

Capítulo 7: Dos Héroes del Escudo

 

 

“¡Espera! ¡Por favor, solo escucha!” estaba gritando Ren mientras llegábamos al lugar de donde había salido la bengala.

“¿Escuchar qué? ¿A un héroe de arma sagrada, que está aquí para atacarnos?” dijo su oponente, un enemigo desconocido.

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“¡No puedo creer lo difícil que es luchar contra él! ¡Es muy similar, pero se mueve de forma muy diferente!” exclamó Ren. Me di cuenta de que había una aldea cerca, la cual tampoco había visto antes. Eclair y Wyndia habían sido envueltas en hilos que casi se veían como una telaraña.

Parecía posible cortar a través de los hilos, pero había un gran volumen de ellos esparcidos por toda el área. Ren estaba concentrado en protegerlas a ambas, lo cual significaba que él apenas estaba logrando defenderse de los ataques de sus enemigos.

“¿Quiénes son ellos?” me pregunté. Había una mujer con un aire a su alrededor muy parecido al de S’yne—ella incluso estaba sosteniendo una especie de tijeras. Y lo que presumí era un hombre en una armadura de cuerpo completo y sosteniendo un escudo también estaba ahí. Ellos debían ser bastante fuertes si le estaban dando problemas a Ren.

Incluso mientras procesaba la escena, Chick sintió lo que yo quería y corrió hacia todos los hilos.

“¡Hoja de Polvo de Estrellas!” gritó Raphtalia. “¡Naofumi-sama! ¡También he perdido mis fortalecimientos de habilidades!” reportó rápidamente ella. Así que la katana también estaba averiada. Su Hoja de Polvo de Estrellas aun así logró cortar a través de todos los hilos.


“¡Todavía tenemos que luchar! ¡S’yne!” grité.

“Bien,” respondió ella, brevemente, pero con confianza. Entonces S’yne se bajó de un salto de Chick para defender a Eclair y Wyndia. Ella liberó sus propios hilos, uniéndolos a aquellos que su oponente estaba creando nuevamente y abriendo un camino para Chick.

“¡Naofumi!” dijo Ren. “¿Estás bien?” pregunté.

“¡Si, gracias por venir!” respondió él. Afortunadamente, nadie parecía estar herido. Me di la vuelta hacia estos nuevos atacantes. Yo aún no tenía idea de quiénes eran, pero si querían luchar, entonces les daría una pelea.

“¿Más de ellos?” dijo la mujer de las tijeras.

“Maldita sea, esto parece no tener fin,” dijo el tipo del escudo, ambos dándose la vuelta hacia nosotros mientras nos preparábamos para unirnos a la batalla.

Detrás de ellos, un grupo de semi-humanos estaba de frente a nosotros, sosteniendo un montón de armas. La situación se veía muy mal. Después de todo, no era como si todos los semi-humanos fueran mis aliados. Si ahora mismo estuviéramos en Shieldfreeden, entonces habría un montón de semi-humanos llenos de rencor atacándome.

“¿Qué es ese monstruo extraño?” murmuró el tipo de la armadura con el escudo, mirando hacia Chick. “¡Eso no importa! ¡Todavía tenemos que luchar contra ellos!” Me confundía un poco que él estuviera junto a semi-humanos y que no supiera lo que era un filorial, pero por ahora necesitaba confirmar la situación con Ren.

“¿Qué está pasando?” le pregunté.

“Encontramos esta aldea y por lo tanto nos detuvimos. Estábamos explicando quiénes somos y haciendo algunas preguntas cuando los aldeanos huyeron. Después estos sujetos nos atacaron,” explicó Ren.

“No creo que hayamos causado algún problema. Comencé explicando que nosotros no sabemos dónde estamos, pero que estamos junto al Héroe de la Espada,” respondió Eclair.

Todo eso sonaba bien para mí. El trabajo de ser un héroe traía consigo toda clase de beneficios, pero tratar de hacerte pasar desapercibido no era uno de ellos. Ren e Itsuki ya no ocultarían su pasado. Pero venir a buscar ayuda en una emergencia para en cambio ser atacado—algo extraño estaba sucediendo aquí.

“¿Qué es todo esto?” preguntó la mujer de las tijeras. “Necesitamos capturarlos y descubrirlo.”

“Buena idea. ¡Todos, ataquen al mismo tiempo!” gritó el tipo del escudo. Sus órdenes fueron recibidas por gritos de entendimiento del grupo de aliados detrás suyo, y después arremetieron hacia nosotros. Estos sujetos tenían ganas de luchar, eso era evidente. Salir de esto luchando parecía ser nuestra única opción ahora mismo.

“¡Raphtalia, Ren, liberen sus habilidades una vez que lo tenga ocupado! S’yne, tú interfiere con la usuaria de hilos. ¡Ella es muy parecida a ti! ¡Todos los demás, detengan a sus compañeros!” ordené.

“¡Entendido!” Raphtalia bajó su postura, lista para liberar una habilidad tan pronto como tuviera la oportunidad.

“¡Naofumi!” gritó Ren. “¡Cuidado! ¡Este tipo—!” comenzó a gritar Ren. El tipo del escudo parecía querer luchar contra mí. Yo también levanté mi escudo y recité algunas habilidades.

“¡Escudo de Ataque Aéreo! ¡Segundo Escudo!” Me tomó un momento darme cuenta de que el otro sujeto había gritando exactamente los mismos nombres de habilidad que yo, casi exactamente como yo los había dicho.

Escudos de apariencia familiar aparecieron en frente de mí y mi espalda y trataron de acorralarme. En ese mismo instante, mis propios dos escudos trataron de restringir al tipo del escudo, pero él agarró mi hombro para restringir mis movimientos.

“¡Ahora!” gritó él. Dos escudos más aparecieron a mis costados para tratar de prevenir mi escape, pero los bloqueé con dos de mis propios escudos flotantes. El irritante sonido de escudos chocando llenó el aire. En el instante siguiente, los semi-humanos luchando con el tipo del escudo arremetieron para atacarme con espadas y lanzas.

“¡Hah!” grité mientras creaba un muro de fuerza vital, bloqueando sus movimientos. “¡Haah! ¡Hoja Instantánea, Bruma!” gritó Raphtalia, rápidamente dando la vuelta y liberando su habilidad hacia el cuello del tipo del escudo, pero se quedó corta, como si hubiese chochado contra un muro.

“Naofumi-sama, él lucha tal como usted—” comenzó a decir Raphtalia.

“¡Raphtalia, Raph-chan, retrocedan! ¡Ren!” grité, interrumpiéndola. Ambas rápidamente hicieron lo que les pedí.

“¡Naofumi!” dijo Ren, con una expresión amarga en su rostro, sabiendo lo que le iba a pedir.

“¡No te preocupes por mí! Atácanos a ambos. ¡Ahora!” le dije.

“¡Si tú lo dices!” Ren todavía no sonaba convencido. “¡Cien Espadas X!”

“¡Escudo de Estrella Fugaz!” Ahí estaba de nuevo—tanto el tipo del escudo como yo usamos la misma habilidad al mismo tiempo. Ellas interceptaron el ataque en camino de Ren, pero fueron incapaces de detenerlo, golpeándonos a ambos.

Ren intencionalmente había dirigido el ataque más hacia nuestro oponente, previniendo que me golpeara con demasiada fuerza, pero definitivamente golpeó.

Ren también se estaba haciendo más fuerte. No podía defenderme de este ataque sin mis habilidades fortalecidas. Había usado algo de fuerza vital, lo cual definitivamente ayudó, pero mi resistencia no iba a aguantar más ataques como este.

“¡Naofumi-sama!” gritó Raphtalia.

“¡Naofumi! ¿¡Por qué hiciste eso!?” exclamó Ren, con su rostro preguntando por qué había recibido el ataque con una versión más débil de mi habilidad.

“Hay razones, pero no hay tiempo de explicarlas ahora mismo. Concéntrate en la batalla,” le dije.

“¿¡Atacaste a tu propio aliado!?” gritó el tipo del escudo. Él parecía estar en muy buena forma, incluso aunque debía haber recibido más daño que yo. ¡Eso solo me hacía enojar más! “¿Te importan tan poco aquellos luchando a tu lado?” maldijo él, concentrando toda su ira y atención en Ren.

“N-no se trata de eso…” tartamudeó Ren, con una mirada de confusión en su rostro ante este cambio de eventos.

“Pareces tener la idea equivocada, así que déjame explicarlo,” intervine para defender a Ren. “Ren solo liberó su habilidad de esa forma porque él pensó que yo podría soportarla. Si tienes una defensa más fuerte que el ataque de un aliado, puedes defenderte contra él, ¿cierto? Y si no puedes, simplemente tienes que hacer… esto.”

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“¡Es una de mis mejores cualidades!” dijo la Dragona Demonio, a pesar de que todos a mi alrededor no escucharon esa parte y por lo tanto estaban muy confundidos. Al final, su asistencia era muy útil. Tenía que darle crédito por eso. Incluso podría acariciarla un poco la próxima vez que la vea.

“¡Sanación Superior!” recité. Luz apareció a mi alrededor y el dolor inmediatamente fue eliminado. El dolor excesivo en ocasiones podía interferir con la recitación, pero con la asistencia de la Dragona Demonio, reconocía que sería capaz de manejar cualquier cosa excepto las situaciones más serias como la pérdida de una extremidad. “¿Ahora lo entiendes?” pregunté.

“Estás demente por hacer que él te ataque,” dijo el tipo del escudo. Seguro, él tenía razón en eso. Y demente no era lo peor que me habían dicho.

Si este fuera como la mayoría de los juegos, en los cuales no podías dañar a tus aliados, entonces no estarías teniendo este problema.

Desafortunadamente, este no era uno de esos juegos. Por supuesto, yo no quería ser lastimado por fuego amigo, pero era algo inevitable en ocasiones.

“¡Ren, sigue con el ataque! ¡Él ahora está bien restringido!” grité.

“¡Eso no va a pasar!” gritó la mujer de las tijeras, a quien S’yne había estado controlando muy bien hasta ese punto. Eso fue antes de que alas de mariposa hechas de luz salieran de la espalda de la mujer de las tijeras, llenando el aire con muchos más hilos.

“¡Cable Afilado, Telaraña Envenenada!” gritó ella.

“¿¡Qué!?” dijo S’yne, confundida, y entonces su mejilla fue cortada y salió sangre. Ella apenas había logrado bloquear el ataque, pero fue incapaz de neutralizarlo completamente.

“¡Ya tenemos algo de magia preparada!” gritó Wyndia, acompañada de un graznido de Chick. “¡Magia Cooperativa, Tornado!” Ambas combinaron sus habilidades para lanzar algo de magia. Un vacío de viento descendió desde el cielo hacia nosotros.

“¡No esperen que una magia como esa me detenga!” gritó la mujer de las tijeras. La magia y los hilos comenzaron a chocar.

“¡Hoja Valiente, Brumas Cruzadas!” Raphtalia cortó hacia los hilos con su katana, pero solo creó una lluvia de chispas. Eran más resistentes de lo que parecían.

Con un grito, Ren tomó espadas en ambas manos y se enfrascó en un combate cercano con la mujer de las tijeras. Ella gruñó, manteniendo su posición. Luchar contra el tipo del escudo ya era lo suficientemente malo, pero ella también era un problema.

“¡Hoja del Vendaval del Fénix X!” gritó Ren, liberando un ave feroz con la que parecía ser una sincronización perfecta, pero la mujer de las tijeras agarró su hombro y giró a través del aire para evitarla. Sus ágiles movimientos ya me estaban impresionando. Ella probablemente podría superar a Sadina.

“¡Golpe de Escudo!” gritó mi agresor en armadura de cuerpo completo mientras liberaba una habilidad hacia mí con gran peso en ella.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 20 Capítulo 7 Novela Ligera

 

Esta era una habilidad que aplicaba un breve estado de parálisis. Contra un oponente solo causaba un leve mareo—nada de qué preocuparse.

Sin embargo, el impacto se sentía más fuerte que cuando yo la había usado en el pasado. Me di cuenta de que también había algo de fuerza vital en la mezcla. Guie la fuerza vital a través de mi cuerpo y después se la regresé.

“¡Sí que eres hábil!” gruñó él, y después dejó salir un grito. Golpeando con fuerza el suelo con su pierna de atrás, él dejó que la fuerza vital que traté de devolverle siguiera su camino hacia el suelo.

El impacto sacudió la tierra debajo de nuestros pies. Parecía ser que él era un mejor usuario de la fuerza vital de lo que yo había pensado. Iba a tener mis manos llenas solo manejando a este sujeto.

“¡Como Eclair me enseñó! ¡Demolición de Golpes Múltiples!” Mientras yo estaba enfrentando mis propios problemas, Ren usó una de las técnicas de Eclair—me di cuenta de que él estaba tratando de darle crédito por ello—hacia la mujer de las tijeras. Al ser una técnica en vez de una habilidad, no había que preocuparse de ningún tiempo de enfriamiento. Sin embargo, también fue esquivada fácilmente.

“A continuación… ¡Encantamiento Mágico Superior!” Ren parecía haber supuesto que sería esquivada y procedió a liberar algo de magia justo después. Mientras él levantaba su espada hacia el cielo, la magia cooperativa que Wyndia y Chick habían liberado—la cual en este punto estaba a punto de desaparecer—se reunió alrededor de su espada.

“¡Hoja Tornado!” gritó él. “¡Naofumi! ¡Es mejor que esta vez salgas del camino!”

“¡Bien! ¡Escudo de Ataque Aéreo! ¡Segundo Escudo! ¡Tercer Escudo! ¡Encadenar Escudos!” Desplegué una serie de escudos a todo mi alrededor mientras trataba de restringir al tipo del escudo usando Encadenar Escudos. Pero en el momento en que liberé esas habilidades, él retrocedió cierta distancia y materializó tres escudos propios.

“¡Escudo de Ataque Aéreo! ¡Segundo Escudo! ¡Tercer Escudo!” Después él los unió con una barrera que era diferente de mi Escudo de Estrella Fugaz. “¡Barrera Triple!” Esto detuvo completamente mi Encadenar Escudos.

“¡Espada Vorpal Meteórica X!” Ren no perdió ni un segundo, lanzando una habilidad mezclada con magia hacia tanto la mujer de las tijeras como el tipo del escudo tan pronto como él se alejó de mí. Innumerables estrellas poderosas se convirtieron en hojas de vacío, transformándose finalmente en un torbellino que se dirigió directamente hacia nuestros enemigos y desgarrando el suelo en las cercanías mientras avanzaba. Polvo y humo llenaron el aire.

“Naofumi, ¿estás bien?” preguntó Ren.

“Estoy bien,” respondí. No estaba muy seguro de que esto fuera suficiente para terminar la batalla, por lo que me mantuve en alerta. Había una gran probabilidad de que hubieran esquivado el ataque completamente.

“¡Escudo Bumerang!” El escudo del tipo del escudo salió disparado del humo, girando como un platillo volador. Lo desvié con mi propio escudo. Pero tal vez debido a la fuerza vital imbuida una vez más en el escudo, realmente sentí el impacto.


“Eso fue bastante poderoso,” se escuchó la voz del tipo del escudo.

“No te rindas ahora,” dijo la mujer de las tijeras. Me quejé en mi interior cuando vi a ambos todavía con vida mientras el polvo se disipaba. Ellos eran muy resistentes, no había dudas de eso—o muy buenos a la hora de esquivar.

“¡Los golpearé con el siguiente!” gritó el tipo del escudo.





“No hay necesidad de ezo,” dijo una nueva voz. Todos miraron en la dirección de la que había venido para ver a la Sombra con su cuchillo en la garganta de uno de los semi-humanos. Hubo sonidos de sorpresa de ambos lados. “Tal vez prefieras reconziderar hacer cualquier movimiento repentino,” le advirtió la Sombra. “Ezta no ez una zituación que puedas rezolver por la fuerza.” Me pregunto cómo había llegado ahí.

“¡Gah! ¡Cobardes!” gritó el tipo del escudo. Tomar rehenes se sentía como algo que haría Takt—en efecto, algo que él nos había hecho—lo cual de seguro fue desagradable. Tampoco era como si fuera a jugar a ser el bueno ahora mismo.

“Ustedes fueron quienez noz atacaron. Estaré feliz de liberar a ezte rehén si podemos llegar a un entendimiento,” respondió la Sombra.

“¿Qué es lo que quieres? ¡Déjalo ir!” gritó el tipo del escudo sin continuar su ataque. El semi-humano siendo retenido además era un hombre.

Si estuviéramos lidiando con un integrante de la Vanguardia de las Olas, él probablemente lo llamaría un sacrificio necesario y continuaría su ataque sin darle importancia. Sin embargo, el tipo con el escudo no se movió en lo absoluto.

Fue igual con la mujer de las tijeras. Raphtalia y los demás también parecían haberse dado cuenta de esto, ya que dejaron de atacar mientras permanecían en alerta.

Parecía ser que finalmente íbamos a ser capaces de hablar con estos sujetos.

“Primero,” les preguntó la Sombra a aquellos inmovilizados por su estrategia de rehenes, “¿pueden dezirnos por qué nos atacaron de eza forma? ¿Ustedes también zon parte de la Vanguardia de las Olaz?”

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“¡Claro que no!” respondió el tipo del escudo sin dudarlo. “¿Entonces por qué comenzaron ezta batalla?” preguntó la Sombra.

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“¿Por qué crees? ¡El héroe de la espada de las armas sagradas ha lanzado un ataque sobre nuestro mundo, incluso trayendo a alguien con una copia del escudo de las armas sagradas, y está tratando de matarnos!” dijo el tipo del escudo.

“Ahí lo tienen,” dijo la Sombra, dándose la vuelta hacia mí. “¿Qué opina de todo ezo?” Lo primero era algo acerca de ser atacado por el Héroe de la Espada. No sabía por qué estaban luchando, pero estos sujetos parecían habernos confundido con alguien más.

“Lamento decírtelo, pero este escudo no es una copia. Es el escudo de las armas sagradas real. Y nosotros tampoco lanzamos un ataque sobre nadie. Terminamos atrapados en alguna clase de incidente que nos trajo aquí,” expliqué. ¡Si mi escudo fuera alguna clase de copia, entonces ya me habría deshecho de él hace mucho tiempo!

“¿Y esperas que creamos eso?” vino la respuesta.

“Supongo que puede ser difícil de aceptar. Tú eres quien decide si estamos diciendo la verdad o no. ¿Qué te parece eso? Mientras estás en eso, empieza a hablar. ¿Quién eres tú?” le pregunté al tipo en armadura completa que usaba las mismas habilidades que mi escudo. Nosotros al menos necesitábamos descubrir con qué estábamos lidiando. A partir de su reacción a la toma del rehén, él parecía preocuparse por sus aliados. Eso era algo. Él además dijo que mi escudo de las armas sagradas era una copia.

Ante mi pregunta, el tipo del escudo y la mujer de las tijeras se miraron entre sí, y entonces la mujer de las tijeras dio un paso al frente y se presentó.

“Mi nombre es R’yne. Soy el héroe de otro mundo escogido por el conjunto de costura de las armas vasallas. Estoy cooperando con estas personas por… varias razones,” dijo ella.

“¿Conjunto de costura?” dijo S’yne. Miré hacia ella para encontrarla con los ojos muy abiertos de la sorpresa. Estaba comenzando a parecer que podía haber múltiples versiones de la misma arma vasalla. Estábamos enfrentando olas que causaban literalmente el choque de mundos, así que cualquier cosa parecía posible.

“Una extraña coincidencia. Ella también es la portadora del—de un conjunto de costura de las armas vasallas. Desafortunadamente, el mundo del que ella viene fue destruido,” expliqué. Mientras lo hacía, S’yne levantó sus tijeras para que fueran vistas, transformándolas para tomar una forma idéntica a las sostenidas por la mujer de las tijeras—R’yne.

Incluso sus nombres eran casi idénticos. No necesitaba verlo escrito para darme cuenta de que R’yne también tenía ese estúpido apóstrofe de fantasía. Dicho eso, ella también tenía alas en su espalda, y la propia arma parecía estar en buena forma, así que había algunas diferencias.

“Es una muy extraña coincidencia,” dijo R’yne.

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“Estoy de acuerdo,” respondí. Entonces ella apuntó hacia mí, esperando una presentación de mi parte. No tenía opción. Después de todo, yo no era un integrante de la Vanguardia de las Olas, pidiéndole a las personas decirme quiénes eran pero que al final no hacía lo mismo.

“Mi nombre es Naofumi Iwatani. Fui invocado de Japón, y soy uno de los cuatro héroes sagrados—el Héroe del Escudo,” dije. Mientras hablaba, el tipo del escudo en armadura completa removió su casco y nos dejó ver su rostro. A primera vista, él se veía como un joven agradable. No muy apuesto, pero con rasgos suaves y llamativos. Él además parecía tener casi la misma edad que yo.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 20 Capítulo 7 Novela Ligera

 

“Mi nombre es Mamoru Shirono. Yo también fui invocado aquí desde Japón, y también soy el Héroe del Escudo. Estoy luchando en este mundo para derrotar las olas. No sé de qué mundo vienen, pero es mejor que vuelvan ahí de inmediato,” sugirió él. Escuchando estas palabras, la Sombra liberó a su rehén y regresó rápidamente junto a nosotros. Ellos se veían aliviados de ya no tener ese peso sobre sus cabezas.

“El Héroe del Escudo, ¿eh?” dije. A partir de las habilidades que él había usado, eso parecía encajar.

No sabía dónde estábamos, qué lugar—o qué mundo—era este, pero no me sorprendería encontrar las mismas armas sagradas aquí. De todas formas, no había tantos tipos diferentes de armas, así que no era extraño que comenzaran a repetirse.

De hecho, era un milagro que entre nuestro mundo y el de Kizuna, los cuales tenían un total de veintitrés tipos de armas, todas fueran diferentes.

En fin. Parecía ser que este nuevo Héroe del Escudo estaba en conflicto con un Héroe de la Espada diferente—no Ren—que provenía de un mundo diferente a este.

Solo para estar seguro, comprobé si podía usar la piedra de sakura del destino en él. Las armas fabricadas con esa piedra especial eran muy efectivas contra los héroes—y estaba feliz de ver que, sí, podía usarla. Si las negociaciones fracasaban, entonces usaría ese recurso.

“Tal parece que ambos somos héroes,” dijo él. “Sip, Héroe del Escudo,” respondí, probándolo.

“Así es, Héroe del Escudo,” dijo él en respuesta, haciendo lo mismo. Parecía ser que las fuerzas a las que pertenecía la hermana de S’yne nos habían enviado a un mundo alterno.

Nuestros niveles no habían sido reiniciados tal vez porque este mundo era muy similar al nuestro. Probablemente era algo así. Había algunas otras cosas que no encajaban completamente, pero parecía que habíamos terminado en medio de un conflicto entre dos mundos enemigos.

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En ese momento, la gema tanto de mi escudo como la del escudo del otro Héroe del Escudo brillaron. Era como si nos estuvieran diciendo que confiáramos en el otro.

Y así fue el encuentro entre los dos Héroes del Escudo.

“Espera un momento. ¿Dijiste cuatro héroes sagrados?” preguntó Mamoru Shirono.

“Los cuatro héroes sagrados, uno para cada una de las cuatro armas sagradas,” le dije. “¿Hay cuatro armas sagradas en tu mundo?” dijo incrédulamente Mamoru. En cada

mundo que yo había visitado hasta ahora, había cuatro armas sagradas y sus respectivas armas vasallas. Este mundo parecía ser diferente. Una vez más me pregunté en qué clase de lugar habíamos terminado—pero por ahora, todo lo que podíamos hacer era seguir hablando.

“Nuestras investigaciones sobre el tema nos han llevado a creer que, en algún punto en el pasado, dos conjuntos de olas causaron que un total de cuatro mundos se fusionaran, permitiendo que hubiera cuatro héroes de arma sagrada. Solo para evitar las confusiones, permíteme clarificar que la primera y segunda tanda de olas—eso es, la fusión de mundos— han sido completadas, y ahora estamos experimentando la tercera tanda,” expliqué.

“Ya veo,” reflexionó Mamoru. “Suena muy diferente a nuestro mundo. Aquí nosotros somos conocidos como los dos héroes sagrados o los héroes de arma sagrada. A partir de lo que acabas de decir, ¿entonces nosotros estamos en la segunda tanda de olas?” Muy bien.

Era seguro asumir que estábamos en un mundo completamente diferente. ¡Todo esto era culpa de la hermana de S’yne! ¡Ella nos había guiado justo hacia esta trampa!

El Héroe del Escudo de otro mundo miró hacia Ren.

“Ah, este sujeto con la espada es Ren Amaki, el Héroe de la Espada. Ambos somos héroes juntos,” expliqué. Ren también relajó su postura, mostrando que él ya no quería seguir luchando. Aquellos con los que estábamos hablando parecieron entenderlo, y si bien no se acercaron más, parecían dispuestos a seguir hablando.

“Ya veo. Siento haberte atacado sin hablar primero,” dijo Mamoru. En ocasiones estas situaciones requerían una acción repentina, podía entenderlo—pero aceptar una disculpa tan fácilmente podría ponernos en desventaja para unas futuras negociaciones.

“No teníamos ninguna intención de luchar contra ustedes, así que pudiste haberte detenido y preguntado. Ren claramente quería hablar contigo, ¿no?” destaqué. El otro héroe parecía estar sintiéndose lo suficientemente culpable al respecto, apartando su mirada avergonzadamente mientras se quedaba en silencio.

“Mamoru…” murmuró Raphtalia, mirando directamente hacia él. “¿Qué pasa?” le pregunté.

“No, no es nada…” respondió ella.

“Lo siento, pero ¿quién es ella?” preguntó Mamoru, apuntando hacia Raphtalia.

“Ella es Raphtalia, mi mano derecha en combate. Su arma es la katana de las armas vasallas, la cual obtuvimos en un mundo diferente a este. De hecho, fue en un mundo diferente al nuestro,” dije. Estaba comenzando a nombrar un montón de mundos.

“Tienes una gran colección de armas,” comentó Mamoru.

“Por lo que parece, tú también,” respondí, mirando hacia R’yne.

“Eso creo. Lo siento, solo estaba sorprendido de lo mucho que ella se parece a alguien que conozco,” dijo Mamoru, todavía mirando hacia Raphtalia. Me pregunto si esa fue solo una frase hecha.

“Ya veo. Incluso más coincidencias extrañas,” comenté.

“Esta persona proviene de más allá del mar del este, de un lugar llamado Q’ten Lo. ¿Creen que tal vez ella originalmente fue invocada de su mundo?” preguntó Mamoru. Tanto Raphtalia como yo reaccionamos tarde. ¡Q’ten Lo! Claramente eso fue lo que dijo.

“Raphtalia, tal vez alguien como tus padres, exiliada de su nación, fue invocada aquí,” teoricé. Su linaje había sobrevivido al terminar envuelto en una invocación. Eso parecía posible. Sabíamos gracias a Shildina que los héroes invocados no solo tenían que venir del Japón moderno—o alguna versión de Japón.

“¿Conocen Q’ten Lo?” preguntó Mamoru, confundido por nuestro intercambio. “Es el nombre de un país de nuestro mundo,” respondí.

“Nosotros también tenemos uno aquí,” respondió él. Yo sacudí mi cabeza. Algo no encajaba aquí. Se sentía como si estuviéramos cometiendo alguna clase de error fundamental.

“¡Ah!” exclamó repentinamente Raphtalia. Ella se apartó de Mamoru y tenía una mirada de sorpresa en su rostro.

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“Mamoru… no, no puede ser posible…” Eclair también parecía estar pensando en algo desde que escuchó ese nombre. Si Raphtalia y Eclair habían descubierto algo, probablemente era importante.

“¿Qué pasa? ¿Sabes algo?” pregunté.

“No… no creo que sea posible,” dijo Raphtalia.

“Sabes todo lo que pasó con Rishia, ¿cierto? Nada es imposible. Tenemos que descubrir lo que está pasando aquí. Pensar solo en lo posible solo es un obstáculo en el camino. Deja que decida por mi cuenta si creo que es posible o no,” le dije.

“Bien, entiendo.” Raphtalia miró hacia Eclair por un momento y después respiró profundamente antes de continuar. “Hay muchas historias de fantasía mezcladas dentro de las leyendas de los cuatro héroes sagrados. Algunas de ellas, acerca de las olas que causaron el anterior cataclismo, hablaban del fundador del propio Siltvelt y objeto de adoración—uno de los más famosos Héroes del Escudo. Bueno, su nombre era… Mamoru.”

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