Re:Zero Kara Hajimeru Isekai Seikatsu

Volumen 10

Capítulo 1: En El Lugar De Regreso

Parte 5

 

 

—Pero, en serio, ¿por qué salió del baño? Por favor, no me diga algo aterrador como que hay una puerta escondida o un pasaje oculto conectados al baño…

—No es eso, imbécil. Es un milagro de una sola vez causado por mi deseo de hacer una rutina de comedia de dos hombres contigo.

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—¡Eso no me sirve, aunque para una respuesta que no responde nada, es bastante aterradora!

Tras reunirse con Otto a través de Pasaje, Subaru reprimió sus sentimientos de inutilidad por la conversación infructuosa con Beatrice, entablando una conversación típica con Otto en camino a la habitación de invitados. Tal como había dicho Beatrice, ella le aclaró el camino para llegar a las respuestas.

Aunque la manera contundente en que lo había hecho solo había aumentado sus preocupaciones y dudas.

—Haa… El futuro es siniestro, ¿eh?

—¿Qué pasa con ese suspiro?… ¿Acaso sugiere que la buena fortuna se le escapa de las manos?

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—Es que tu futuro es tan sombrío. Estoy suspirando en tu lugar.

—¡Entonces, ¿es mi buena suerte esa que está dejando escapar?! ¡¿Podría no hacer esas cosas a mis espaldas?!

Incluso si fue incapaz de aclarar las complejidades dentro de su pecho, la lengua frívola de Subaru aún podía jugar perfectamente con la mente de Otto. En cualquier caso, la pareja llegó a la habitación de invitados en el transcurso de esta conversación tan trivial.

—Oh, veo que el Maestro Subaru está contigo. Prepararé té de inmediato.

Frederica, que había pensado que Otto regresaría solo, comenzó a servir una taza de té recién hecho cuando notó que Subaru estaba con él. Subaru, haciendo un sonido con la nariz ante el aroma cálido de las hojas de té, se sentó junto a Emilia en el sofá al fondo de la habitación. Él la miró de costado, justo a tiempo para que sus ojos se encontraran.

—Subaru, veo que estabas con Otto. Ustedes dos realmente se llevan bien.

—Aunque es algo que sigo repitiendo, te digo que te equivocas. Mi relación con él termina tan pronto como cumpla mi promesa de comprar todo su aceite. ¡Así que no veas más de lo que es!

—¿Qué, no puede aguantar el acto hasta el final, así que agrega un insulto? Qué espectáculo tan inútil.

Otto estaba dolido y cansado de que Subaru desviara el rostro e iniciara rutinas de comedia tsundere. Durante ese tiempo, Emilia llevo a su boca el té que le habían servido, tomó un sorbo y le dio a Subaru una pequeña sonrisa.

—Subaru, debes ser realmente terco para actuar así a pesar de que te hiciste amigo de Julius después de todo lo que sucedió.

—Se supone que los muchachos son tercos. Se podría decir que estoy hecho a la vieja usanza en cuanto a eso. Además, permítanme señalar que Julius y yo no somos amigos. Odiaré a ese tipo para siempre.

—Sí, sí.

Los labios de Subaru se tensaron cuando cierto joven apuesto surgió en su mente, pero Emilia miraba las cosas de manera diferente. Él comprendió con cierto desagrado que cuanto más decía sobre el asunto, más profundo era el malentendido.

—¿Acaso no es pintoresca la idea de que, cuanto más pelean, más cercanos se vuelven?

—Ya nadie dice «pintoresca»… Además, pensaba que las personas que discuten mucho se llevan mal, casi sin excepciones.

—Bueno, Subaru, cuando tú y yo tuvimos una gran discusión, ¿terminamos llevándonos peor?

—… Emilia-tan, te has vuelto buena en esto.

Subaru tenía una expresión incómoda en el rostro; Emilia lo tenía contra las cuerdas. La reacción de Subaru hizo que Emilia entrecerrara los ojos, su voz era prácticamente un susurro mientras continuaba:

—… Entonces, ¿pudiste hablar apropiadamente con Beatrice?

Emilia no le había preguntado si se habían reunido. Ella había preguntado si habían hablado.

Ella hizo esa pregunta porque no tenía dudas de que Subaru había llegado a la biblioteca de libros prohibidos. Él no estaba seguro de si debería llamarlo confianza, pero uno podría decir que su respuesta solo respondería a medias a dicha confianza.

—Nos reunimos. Me reuní con Beatrice. Pero, en cuanto a hablar apropiadamente con ella…, no estoy realmente seguro.

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—… Ya veo. Pero pudiste verla, Subaru. En el tiempo que llevo en la mansión, ni Ram ni yo hemos podido encontrarnos con Beatrice ni una sola vez. Estoy un poco molesta por eso.

Emilia lo habló con el aire de un puchero, sacando adorablemente la lengua. Pero la falta de fuerza en la voz de Subaru aparentemente había transmitido algo, porque sus ojos violetas parecían dudar de sobre continuar sus palabras.

En lugar de Emilia, se produjo una respuesta en forma del débil sonido de la cerámica.

—Así que realmente puede entrar en la biblioteca de libros prohibidos de la señorita Beatrice…

—¿Qué, dudaste de mí?

Los hombros de Subaru se hundieron mientras actuaba un poco herido por el murmullo profundamente conmocionado de Frederica. Ella sacudió la cabeza.

—Teniendo en cuenta los muy pocos encuentros que he tenido con la señorita Beatrice durante mis más de diez años de servicio para el señor Roswaal, no podía dejar de dudar. Cuando me dijo «voy a echar chisme un rato con Beako. ¡Regresaré pronto!», o algo parecido, y salió corriendo, no tenía forma de confirmarlo por mí misma.

—Aah, err, realmente no puedo disculparme por decirlo así, ¿eh?

—Para ser honesta, pensé que pasarían horas hasta que pudiera ver a la señorita Beatrice…

Subaru, recordando cómo había dado una explicación poco convincente y salió corriendo, sintió vergüenza y reflexionó sobre el asunto. Mientras Subaru lo hacía, Frederica le dio importancia a la mirada que le dirigió a Emilia mientras continuaba sus palabras.

—Sin embargo, después, la señorita Emilia se tomó el tiempo para hablar exhaustivamente sobre cuán confiable se había vuelto el maestro Subaru, así que lo esperé con mitad de expectativas y mitad de preocupación.

—¿Eh?

—Espera un… ¡¿Frederica?!

La inesperada declaración de Frederica dejó a Subaru desconcertado y a Emilia fuera de sí. Emilia se puso de pie de un salto, con las mejillas rojas, moviendo vigorosamente una mano hacia Subaru.

—Errr, no fue así. Ciertamente, hablé con Frederica sobre ti, Subaru, pero ella está exagerando todo…

—No, la escuché hablar también. Para ser honesto, estaba pensando «señor Natsuki, suertudo sinvergüenza»…

—¡Incluso Otto ahora!

Expuesta no solo por Frederica, sino también por Otto, Emilia estaba roja hasta la punta de las orejas. Luego se dio una palmada en las mejillas sonrojadas, mirando furtivamente en dirección a Subaru.

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La reacción de Emilia, una que raramente permitía que vieran, hizo que Subaru apretara fuertemente su puño.

—¿Por qué no hablas así cuando estoy cerca?…

—No puedo hablar así delante de ti, es vergonzoso… ¡Jo, Frederica! ¡Continúa!

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­—Oh, aunque al principio haya tratado de suavizarlo, ese encanto infantil suyo se está quedando de lado.

Frederica escondió la boca mientras sonreía, desviando la mirada, de Emilia, que movía las cejas, hacia Subaru. Y dijo:

—Maestro Subaru, escuché mucho de usted por parte de la señorita Emilia… No, fue más que mucho.

—¡FRE… DE… RI… CA!

—Sí, sí, lo entiendo… Así que hablemos, maestro Subaru. Ya sea que haya encontrado la biblioteca de libros prohibidos o no, no se vuelve un obstáculo.

—¿Volverse un… obstáculo?

Incapaz de entender la esencia de la misteriosa frase, Subaru frunció el ceño con incomprensión. Mientras lo hizo, Emilia tocó suavemente el hombro de Subaru, asintiendo mientras ella continuaba.

—Subaru, no dudamos de que vieras a Beatrice, pero que esa chica responda a tus preguntas es otro asunto, ¿no? Quiero decir, tanto tú como Beatrice son realmente tercos…

—La forma excesivamente linda en que lo expresas me molesta un poco, pero tienes razón. ¿Entonces?

—Les hice una promesa a los aldeanos, y yo también tengo muchas cosas que quiero preguntarle a Roswaal…, así que le pedí a Frederica que me contara sobre el Santuario.

—…

La garganta de Subaru se cerró ante el hecho de que Emilia había actuado en aras de lograr el objetivo original.

El santuario que Emilia buscaba era el mismo que Beatrice le había revelado a él como el camino hacia las respuestas. Con una cara y una voz tan tristes, ella le había dicho que las respuestas a todas sus dudas estaban allí en el Santuario.

Había dicho, también, que la «chica mitad bestia» le mostraría el camino. En conclusión…

—¿Y Frederica te contó sobre el Santuario?

—Perdí ante la persistencia de la señorita Emilia. Me habían dicho que revelara lo menos posible sobre eso…, pero parece extraño ocultarlo de ustedes dos.

—Emm, yo también estoy aquí…

—Parece extraño ocultarlo de ustedes dos.

—¡¿Podrías corregir esa línea?!

Dejando a un lado los comentarios de Frederica y Otto, Subaru le sorprendió que la situación hubiera avanzado en su ausencia. Mientras él tenía este pensamiento, Emilia mantenía su mano sobre el hombro de Subaru, bajando las cejas.

—Subaru, ¿estuvo bien? ¿No estás molesto porque decidí sin ti?

—N-nah, no estoy molesto en absoluto. Lo intuí por mi parte, así que, en todo caso, es de gran ayuda.

—¿De verdad? Estoy tan feliz. Entonces, Subaru, hay un favor que quería pedirte…

Subaru todavía estaba fuera de balance, cuando Emilia se mostró aliviada, bajando los ojos al continuar. Cuando escuchó la palabra «favor», Subaru de repente sintió una mala premonición.

Una vez, en el pasado, la palabra «favor» había provocado algo exactamente de la misma manera…

—¡Espera! No me digas que ese favor es… que me quede aquí en la mansión.

—¿Eh?

—Si es así, ¡espera! ¡Hablemos de esto! Ciertamente, no puedo decir que esté en una condición física excelente, y Ferris dejó de ser mi médico, ¡pero no es como si viviera una vida de combate! En todo caso, pelear con la mente es donde realmente brillo; bueno, no, eso también está un poco equivocado, ¡pero…!

Los ojos de Emilia se abrieron mientras Subaru trataba desesperadamente de defender su caso. Pero ahora tal pasión era necesaria. La situación ciertamente se parecía a cuando se dirigían a la capital real con motivo de la selección real. Sin embargo, lo que era decisivamente diferente de entonces era la disposición en el corazón de Subaru.

No estaba siguiendo a Emilia sin un plan ni precauciones. Esta vez era diferente de lo que había sucedido antes.

—Ni siquiera trates de detenerme. Voy contigo. No puedo permitir que me dejes…

—Por supuesto que no te voy a dejar aquí. Ven conmigo.

—Si me dices que me vas a dejar, simplemente no, de ninguna manera, no h… ¿Qué dijiste justo ahora?

Cuando las feroces emociones de Subaru redujeron la amplitud de su vocabulario, las palabras de ella parecieron abofetearlo, haciéndolo volver a sus sentidos. Entendiendo esto, Emilia retiró la mano con la que estaba tocando a Subaru, tocándose el pecho mientras hablaba.

—Te lo dije: ven conmigo. Me preocuparía mucho sola.

—…

—Subaru, estoy… confiando en ti. Subaru, yo… necesito tu fuerza.

… Subaru no pudo expresar con palabras el impacto de la tranquila petición de Emilia sobre su corazón.


Su boca colgaba abierta. Con Subaru incapaz de decir palabra alguna, la expresión de Emilia se nubló de preocupación. Sus ojos violetas vacilaron mientras se acariciaba su largo cabello plateado y decía:

—Err… ¿Dije algo extraño?

—… Es como si mi motivación fuera un interruptor y lo tuvieras en tus manos, Emilia-tan. Lo puedes activar o desactivar; una palabra tuya, y todo pasa en automático. En serio, no puedo tener suficiente de ti.

Cubriéndose la cara con las palmas de las manos, Subaru elogió la gracia de Emilia con un profundo suspiro.

—¿Eh? ¿Eh? —exclamó la confundida Emilia, golpeada por la declaración profundamente significativa, a lo que Subaru respondió «te lo devuelvo», sacando su propia lengua.

Después de todo, la sorpresa que Emilia le dio a Subaru fue aún más grande que la que él le estaba lanzando.

—Parece que han aclarado las diferencias.

—Sí, perdón por la escena de tortolos. Simplemente no pude evitarlo.

—¿Tortolos?…

Cuando Frederica trató de retomar el tema de conversación, Subaru se volvió para mirarla una vez más. A un lado, Emilia parecía tener un signo de interrogación flotando sobre la cabeza, pero inmediatamente recuperó la compostura y miró a Frederica.

Frederica asintió con la cabeza hacia las miradas, y sus ojos esmeraldas vieron a la pareja, mientras hablaba.

—Como les ha sido dicho, no tengo ninguna objeción en hablar sobre la ruta que los llevará al Santuario. Es solo que es necesario un poco de tiempo para prepararse… ¿Dos días, tal vez?

—Preparación… Ah, eso dejaría la mansión vacía. Eso no debería ser…

—No, me quedaré aquí en la mansión. Es el deber de la señorita Emilia y del maestro Subaru dirigirse hacia el Santuario. Administrar la mansión es el mío.

—¡Espera, ¿no vendrás con nosotros?! ¿Cómo se supone que debemos llegar al santuario, entonces?

Subaru se sorprendió. Nunca había esperado que ella se negara a ir con ellos.

La cooperación de Frederica se limitaba a que ella les contara sobre el Santuario, en lugar de guiarlos a él. Ahora entendía la fuente de la preocupación de Emilia durante la conversación anterior, pero Subaru simultáneamente notó algo más.

A saber, la forma en que Otto Suwen estaba recostado, con los brazos cruzados, extremadamente confiado, incluso se diría que estaba presumiendo.

—Oye, tú, ¿por qué esos aires tan arrogantes y seguros de sí? Estamos en medio de una conversación importante.

—Jo, jo, jo. Es un mal adivinador, señor Natsuki. En primer lugar, ¿no debería haberse preguntado por qué estoy asistiendo durante una conversación tan importante?

—Tienes un punto. Esto no es algo que un forastero debiera escuchar. Díganme, ¿esta mansión tiene un calabozo?


—¡Tales declaraciones no son a donde quiero llevar la conversación, ¿sabe?!

—La mansión tiene una celda, sí. Les puedo asegurar que es razonablemente cómoda.

—Señorita Frederica, ¿podría dejar esas preguntas sin responder?

Subaru lo había dicho en broma, pero había sacado a la luz la existencia de una celda y, con ello, el lado oscuro de la mansión Roswaal.

Por otro lado, los hombros de Otto se estaban hundiendo en desánimo después de recibir un ataque combinado, cuando…

—Hey, basta, los dos. No deben tratar a Otto como si fuera una especie de marginado.

En lugar de Otto, fue Emilia la que se puso de pie con justa indignación. Poniéndose las manos en las caderas, miró hacia el combo comediante en cuestión, Subaru y Frederica: ambos.

—Qué cosa tan terrible para decirle a alguien que hizo todo lo posible para ofrecer su cooperación. Y, sin la ayuda de Otto, sería realmente difícil ir al Santuario, ¿no?

—¡Ohh!… ¿Escuchó, señor Natsuki? ¡Así es como debió haber reaccionado!

—Aaah, ha pasado un tiempo desde que dije E. M. T. —(Emilia Maji Tenshi ‘en serio que Emilia es un ángel’)—, así que lo diré ahora. ¡¡E.… M.… T.!!…

—¿E.… M.… qué?

Cuando, de muy buen humor, Subaru invocó la vieja frase, Otto registró la puntuación más alta de desconcierto de ese día. Dejando a un lado su confusión, Subaru había comprendido las circunstancias de la declaración de Emilia.

—En otras palabras, Otto dijo que iría con nosotros hasta el Santuario. Para ser franco, habría tenido que dejarle a Patlash toda la conducción del carruaje, así que es de gran ayuda, pero…

—¿Pero qué? Esa forma de hablar implica algo. ¿Mi buena voluntad se ve enferma para usted?

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—Lo siento, el único comerciante del que espero regalos es un tipo con una frutería y una cara aterradora. Eso podría ser mejor a nivel humano, pero es mucho más simple creer que un comerciante requiere más que buena voluntad para actuar.

Cadmon, Anastasia, Russel: le vinieron a la mente nombres y caras de comerciantes con los que había entrado en contacto en la capital. En términos de personalidad, Otto era el más cercano a Cadmon, pero en términos de tendencias mercantiles estaba más cerca del último…

—Puedo leer tu motivo oculto. Lo esencial es cooperar con Emilia para acercarse lo más posible a ella y causar una buena impresión en su patrocinador, Roswaal. Incluso más que comprar el aceite, el punto de venir con nosotros es acercarse a Roswaal, ¿verdad?

—Eh, em, sacar a la luz mis secretos más profundos es un poco…

—Otto…, ¿es eso cierto?

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—¡Los ojos sinceros de la señorita Emilia son dolorosos dolorosos dolorosos! ¡Lo siento mucho! ¡Es en su mayor parte exactamente como él dijo! ¡Pero, créanme, no quise causar ningún daño, así que ¡perdónenme, por favor!!

Aunque Otto trató de ser desafiante, no le fue muy bien; acabó confesando y reconociendo la derrota ante la sinceridad de Emilia. Subaru agitó la cabeza con cansancio ante el comportamiento de Otto; esta vez fue su turno de darle una palmada a Emilia en el hombro.

—Bueno, no seamos demasiado duros con Otto. Lo haces parecer fácil, Emilia-tan, pero es muy difícil para alguien actuar en nombre de otra persona solo de buena voluntad desde el corazón.

—No creo que yo sea realmente tan buena persona…, pero ¿eso no iría para ti, Subaru?

—Agoto todos mis esfuerzos por Emilia-tan por mis propios motivos personales. Hmm, si es cien por ciento impuro, ¿eso lo hace puro?…

Todos quieren que otras personas piensen bien de uno. En el fondo, ese es el punto de partida para las acciones tomadas en el curso de las relaciones interpersonales. Dicho esto, la vida humana no era tan seca como para declararlo una regla de hierro. Era simplemente una cuestión de grises.

Los seres humanos eran simplemente demasiado complejos para expresarse en una sola oración.

—Incluso con tu motivo oculto a la vista, en realidad pensamos bastante bien de ti. Así que relájate ya.

—Eso no suena muy tranquilizador viniendo de usted, señor Natsuki, pero…

Subaru respondió al abatido Otto con una sonrisa burlona, antes de girarse hacia Frederica.

—Está bien, Otto está ayudando. Así que los tres podremos oírte hablar sobre el Santuario.

—Entendido. Por cierto, ¿el maestro ha hablado con alguno de ustedes sobre el Santuario?

Con Subaru y compañía sentados uno al lado del otro en el sofá, listos para escucharla hablar, Frederica les hizo esa pregunta. Al recibirla, Subaru y Emilia se miraron a la cara, y la segunda dijo:

—Para ser franca, no me dijo casi nada al respecto. Según los fragmentos que escuché, sonaba como una especie de base secreta a varias horas de distancia… El hecho de que fue la primera sugerencia para evacuar a la gente me hace pensar que no me equivoqué.

»Una vez… Roswaal me dijo que era un lugar que algún día sería… necesario para mí…

—¿Que sería necesario para ti algún día?…

La inesperada declaración dejó a Subaru mirando a Emilia, con sorpresa en los ojos. Esa mirada provocó que Emilia se disculpara bajando la mirada. Pero, antes de que Subaru pudiera hacer una pregunta de seguimiento:


—Suena como algo que diría el maestro.

Frederica cerró los ojos, y su tono sonó ligeramente divertido. Luego agarró el borde de su falda, haciendo una profunda reverencia. Y entonces…

—Ahora hablaré de cómo entrar en el lugar llamado Santuario de Clemaldy. No deben decir ni una palabra de esto a nadie más. Además, al ir al Santuario hay un nombre que no deben olvidar.

—…

—Garfiel. Debe prestar atención a la persona con ese nombre. En el Santuario, ese individuo es a quien usted y la señorita Emilia deben acercarse solo con la mayor precaución. Emociones complejas residían en los ojos esmeraldas abiertos de Frederica mientras ponía ese nombre en sus labios.

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