Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 18

Capítulo 9: Resolución a Través de la Violencia

 

 

El sujeto que había estado a punto de tocar el gong de la victoria se detuvo a medio camino, miró hacia los jueces, y entonces se aseguró de haber escuchado bien. La multitud de comensales reunida hizo lo mismo. Después ellos inmediatamente comenzaron a gritar e insultar a los jueces.

“¿¡De qué están hablando!?”

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“¡Claramente han sido comprados! ¡Traidores!”

“¡Así es! ¡Traidores!” Junto al incremento de la tensión, ellos comenzaron a lanzar cosas hacia los jueces. La escena parecía estar transformándose en una revuelta.

Aunque el niño estaba sonriendo hacia mí. Él se veía feliz de que yo hubiera derrotado a su odiado enemigo.

“¡Oigan! ¡Expliquen esto!” gritó Seya, lanzando una mirada llena de intención asesina hacia el noble y los otros jueces.

“Realizamos una evaluación justa después de la remoción de su toxina adictiva. Ya había estado teniendo muchas sospechas acerca de su comida, Seya-sama. Usted explicó que era comida preparada a través de la magia, combinada con el poder de un accesorio que usted mismo modificó, pero, aun así—” dijo el noble y entonces fue interrumpido.

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“¡Ya no voy a alimentarlos! ¿Qué creen que le hará eso a su fuerza? ¡La fuerza que mi comida les ha estado otorgando!” declaró Seya. Tal como había sospechado, él había estado dopando a las personas usando medios similares al método de incremento de poder del espejo. Con respecto al hecho de que algunos de sus sujetos de prueba parecían haber muerto… a él no parecía molestarle en lo absoluto. Este era un mundo con drogas que tenían efectos de dopaje similares, pero en este caso el fortalecimiento que él estaba realizando definitivamente no parecía ser saludable.

“Usted parece estar teniendo un gran malentendido, Seya-sama,” respondió él noble. Su expresión era una de victoria, no de preocupación o derrota. “No estamos de su lado. ¡Estamos del lado de la comida deliciosa!” Él lo dijo sin rodeos. Yo me quedé ahí de pie, sacudiendo mi cabeza. Él claramente estaba ignorando todo lo que había pasado hasta ahora entre ellos, pero había actuado como el aliado de la comida deliciosa, le concedería eso. Incluso si Seya nunca más cocinaba para él, ahora nosotros teníamos una oportunidad de quedarnos con ese método de cocina.

“¡Mienten! ¿¡Cómo esa comida de aspecto repugnante puede vencer a la nuestra!?” Basura III apuntó hacia uno de mis platos de comida. “¡Ellos usaron algún truco sucio para interferir en el camino de Seya-sama, eso es seguro!” Estaba sorprendido de que todavía estuvieran insistiendo con eso, después de todo lo que habían hecho. Las reglas nos permitían traer nuestra propia comida, pero eso no era razón para que nos dieran comida podrida. De hecho, incluso si las personas traían sus propios platillos, ellos probablemente podrían hacerlos perder decidiendo un tema de comida que no les permitiera usar dichos platillos. Por supuesto, esa clase de trucos no funcionarían en mí.

“Sin importar cómo sucedió, parece que yo soy el ganador, ¿cierto?” dije.

“¡Cállate! ¡Un tramposo como tú nunca podría derrotar mi comida! ¡Esta batalla no cuenta!” respondió Seya.

“Si yo hubiera perdido, ¿crees que eso habría funcionado si yo lo hubiera dicho?” le pregunté. Por supuesto, no habría funcionado, y tampoco iba a funcionar ahora.

“¡Dije que te calles! ¡Mi comida nunca podría ser derrotada por la comida de alguien como tú!” rugió él.

“Tienes que regresar a lo básico y aprender a cocinar de nuevo,” dije. Todo lo que él preparaba eran platillos instantáneos. Eso era todo. Si pudieras llamar a eso cocinar, entonces te podrías hacer llamar chef solo por hervir algo de agua. Después estaba el hecho de que él había agregado una toxina adictiva a su comida.

“¿Te atreves a regañarme? ¡Ya no puedo soportarlo! ¡Todos! ¡Échenlos de la ciudad!” gritó Seya. Así que a esto habían llegado las cosas. A él no le gustaban cómo estaban saliendo las cosas, así que acudió a la multitud por ayuda. Apenas tenía palabras. Los comensales reunidos definitivamente nos estaban mirando, armados con azadones, espadas, y varias otras armas. Parecían estar listos para atacar en cualquier momento.

“¡El perdedor le entrega todo al ganador, sin quejas! ¡Esas son las palabras que usted siempre ha usado contra sus oponentes, Seya-sama!” dijo el noble rechoncho.

“¡Tú también cállate! ¡Traidor!” rugió en respuesta Seya. Después el niño saltó sobre una mesa y gritó.

“¡Todos! ¡Cálmense! ¡Es un hecho que Seya ha perdido la batalla de cocina! ¡No hay razón para estar haciendo todo esto!” suplicó él.

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“¡Ya hemos escuchado suficiente de un niño!” gritó alguien.

“¡Cállate!” dijo otro de forma más directa.

“¡No lo haré!” gritó en respuesta el niño. “¡He sospechado de la comida de Seya por mucho tiempo! ¡Pero yo soy el único! Todos ustedes solían cocinar, ¿no? ¿Entonces por qué ahora dependen de Seya para todas sus comidas? ¿¡Eso no es extraño!?” Sus palabras parecían haber alcanzado a algunas de las personas en la multitud, ya que comenzaron a apartar la mirada de él.

“¡Conoce tu lugar, niño!” gritó la presentadora. “Lo estamos castigando porque él solo derrotó a Seya-sama con trucos sucios.”

“¡Seya es quien usa todos los trucos! Escoger un tema y después darle a su oponente todos los ingredientes equivocados. ¡O solo darle a su oponente ingredientes podridos! ¡Como ahora! ¡Miren cómo ha ganado hasta ahora! ¡Y entonces, cuando pierde, miren cómo reacciona!” El niño todavía no se daba por vencido.

“¡Silencio! ¡Solo cállate! ¡Tus insultos te han otorgado la muerte!” Basura III arrojó un cuchillo hacia el niño. Él soltó un grito.

“¡Eso es ir demasiado lejos!” grité. Y yo estaba listo para esto. “¡Formación Uno, Escudo de Cristal!” El cuchillo rebotó en mi escudo. Por suerte, lo desplegué mientras el cuchillo estaba en el aire, por lo que golpeó el escudo antes de poder golpear al niño.

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“¿¡Qué es esto!?” Seya miró hacia mí.

“Tal parece que están planeando resistirse,” dijo L’Arc, balanceando su guadaña. Glass, Raphtalia, Filo, y Tsugumi lo imitaron, todas se prepararon para la batalla. Entonces él hizo gestos provocadores hacia la multitud circundante. “Si quieren luchar, entonces les daremos una paliza no letal. Eso es lo que recibirán si continúan con esto.”

“Cocinar es similar a elaborar. Si van a volverse violentos a causa del resultado de una batalla para determinar quién es superior, les responderemos con nuestra propia violencia,” agregó Teresa. Los ciudadanos se alejaron de las olas de violencia emanando de todos los involucrados, pero entonces—

“¡La comida de Seya-sama es la mejor! ¡No dejaremos que le hagan daño!” gritó uno de ellos.

“¿Eh? Ellos se ven un poco más hábiles que las personas comunes y corrientes. Niño, ¿dijiste que estaban usando drogas?” me preguntó L’Arc. Ayudado por la magia de Teresa, L’Arc cortó a sus atacantes. Ellos gritaron y colapsaron, pero él se estaba conteniendo lo suficiente. Nadie había sido asesinado, al menos eso era lo que parecía.

“¿Quiénes son ustedes? ¡No puede ser!” exclamó Seya.

“Por supuesto, olvidé las presentaciones,” dijo el noble rechoncho. “Aquí tenemos al Rey L’Arc Berg, acompañado de uno de los cuatro héroes sagrados que protegen el mundo, el Héroe de la Cacería, Kizuna Kazayama, y el resto de su grupo. Algunas de las personas más fuertes del mundo, se los aseguro.” Él sonaba bastante alegre y evidentemente había estado esperando el momento justo.

“¡Ja! ¡Como si me importaran un montón de supuestos héroes!” se burló Seya, pero con algo de nerviosismo.

“¡Así es! ¡Así es, Seya-sama!” gritó su grupo de admiradoras.

“¡Cierto! ¡Las armas sagradas y las armas vasallas no son rivales para mi comida! ¡Vean esto!” gritó él. De pie en la cocina, él liberó un torrente de polvo desde su accesorio y lo depositó en una olla de agua burbujeante. Basura III, las otras presentadoras, y las chicas que trabajaban en el restaurante levantaron la gran olla y se la bebieron juntas. Estaba muy impresionado por la capacidad de sus estómagos.

Con varios gritos, todas las mujeres cayeron al suelo, y después se volvieron a poner de pie con auras brillantes revoloteando a su alrededor. Sin mencionar que ahora músculos enormes cubrían sus cuerpos. Sus voces habían cambiado a nada más que gruñidos guturales.

“¿Y bien? ¡Este es el efecto fortalecedor que solo mi comida puede proporcionar!” presumió Seya. Las chicas, ahora todas viéndose como hombres musculosos, se pararon al frente para proteger a Seya, listas para hacernos puré. Esto se estaba volviendo bastante loco. ¿Una sopa fortalecedora? ¿Eso de verdad existía?

“¡Jajaja! ¡Había planeado atraer a los líderes con mi comida y crear mi propia nación, pero parece que me dejan sin opción! ¡Idiotas! ¡Van a lamentar haberme arrinconado!” gritó él.

“En serio, eres como uno de esos matones de tercera categoría que revelan sus planes en el momento que son derrotados,” dije.

“¿Qué? ¡Ustedes son los malos aquí! ¡Vaya que preparar esa repugnante comida! ¡Todo esto es su culpa!” gritó él en respuesta. Claramente no era capaz de tomar la responsabilidad por nada. Estaba enfermo de lidiar con estos idiotas que no querían escuchar. “¡El poder de mi comida excede incluso al de los héroes! ¡Chicas! ¡Desháganse de estos perdedores!”

“¡Por supuesto! ¡Seya-sama!” Todas las chicas entraron en acción.

“¡Qué asco! ¡Esto apesta tanto que quiero tapar mi nariz! ¿Qué está pasando? ¡Ugh!” Filo olfateó la sopa y se agarró la nariz, casi desmayándose. Definitivamente era asquerosa. Me pregunto si nadie más en esta ciudad tenía un problema, después de verlos a todos deseosos de beberla.

“¡Maldita sea! No puedo creer lo que son capaces de hacer,” dijo L’Arc.

“Yo tampoco,” simpatizó Glass. Ambos chasquearon sus lenguas mientras apuntaban sus armas hacia las mujeres.

“Todos ustedes se veían listos para saltar sobre ellos antes del comienzo de todo esto,” comentó Kizuna.

“Kizuna, por favor quédate atrás,” dijo Tsugumi, dando un paso en frente suyo.

“Dime, dulce Naofumi,” dijo Shildina, atrayendo mi atención.

“Nosotras todavía no entendemos completamente la situación,” continuó Sadina en lugar de su hermana, “pero hay algo que debemos decirte.” Ambas apuntaron hacia Seya. “Takt,” dijo Sadina.

“Hidemasa,” dijo Shildina.

“Él tiene un aura como ellos dos,” confirmó Sadina. Shildina asintió. Yo también lo había estado sintiendo un poco, pero ahora las hermanas lo estaban confirmando.

“Yo estaba pensando lo mismo,” respondí. Su actitud y las cosas que dijo estaban cargadas de confianza, lo cual se acercaba mucho a lo que había experimentado con esos otros dos. Eso significaba que él era parte de la vanguardia de las olas.

“Aunque hay algo más. Puedo ver algo… saliendo de él,” dijo Shildina.

“No es exactamente como Shildina, pero su alma está… de alguna forma fragmentada,” dijo Sadina.

“¿A qué te refieres?” pregunté. Sadina ladeó su cabeza, aparentemente con problemas para encontrar una respuesta. Después de todo, ellas solo habían pasado poco tiempo en la presencia de Seya, y él difícilmente era receptivo a los cometarios. Sin embargo, las dos hermanas lo habían estado mirando intensamente desde el comienzo.

“Todavía no lo he dominado, pero estoy comenzando a ser capaz de notarlo de un vistazo,” dijo Sadina.

“¿También puedes ver almas?” le pregunté.

“No estoy segura si así es como llamarías a esto. Simplemente siento una especie de hormigueo,” dijo ella.

“No estoy seguro de cuánto puedo confiar en tus vagos instintos…” dije, pero parecía bastante seguro que Seya fuera parte de la vanguardia de las olas.

“¡Mueran!” gritó alguien. Entonces tanto los ciudadanos como el personal del restaurante de Seya saltaron hacia nosotros desde cada dirección.

“Nosotras nos encargaremos,” dijo Sadina.

“Déjanos suprimirlos,” agregó Shildina.

“Bien,” respondí. Rápidamente agarré al niño y le envié una invitación para unirse a mi grupo.

“¿Eh?” Él se veía confundido.

“Solo acepta. De otra forma no podré protegerte,” dije.

“Entiendo,” dijo él. Confirmé que se había unido a mi grupo, y entonces—

“¡Espejo de Polvo de Estrellas!” Lancé una barrera y miré hacia los ciudadanos atacantes. Ellos se veían casi como demonios. Incluso eran como esclavos, adictos a la comida del restaurante de Seya hasta el fondo de sus corazones.

“¿¡Qué estás haciendo!?” exclamó el noble rechoncho.

“¡Muerte a los traidores!” rugió alguien del personal del restaurante de Seya, tratando de matar al panel de jueces con sus recientemente formados brazos musculosos.

“¡No lo permitiré! ¡Hoja de Polvo de Estrellas!” Raphtalia liberó un ataque para proteger a los jueces.

“¡Gah! ¡Fuera de nuestro camino!” gritaron las chicas. Toda la terraza rápidamente se convirtió en un campo de batalla. Tanto los ciudadanos, algunos de los soldados que también habían aparecido, como las enormes mujeres musculosas estaban arremetiendo hacia nosotros. En vez de quedarnos y luchar contra todos ellos, me pregunto si retirarnos podría ser una mejor opción. Ellos no eran tan fuertes, pero eran numerosos.

“¡Todos! ¡No los maten!” gritó Kizuna, tan ingenua como siempre. Ella quería que nos contuviéramos contra enemigos que definitivamente trataban de matarnos.

“¡Por supuesto que no!” respondió de inmediato Glass.

“Niño, Raphtalia-san, Filo-san… ustedes también lo entienden, ¿cierto?” lo confirmó con nosotros L’Arc.

“La verdad no quiero hacerlo,” respondí, todavía sosteniendo al niño. “Oye, ¿qué hay de tu hermana?” le pregunté. Él miró hacia un callejón a cierta distancia del restaurante de Seya, desde el cual su hermana podía ser vista mirando hacia acá. Lejos de la batalla, pero un poco más cerca de lo que me habría gustado.

Tal vez dándose cuenta de que nosotros teníamos que proteger algo más, Seya también estaba apuntando hacia la hermana.

“¡Monstruos! ¡Escorias codiciosas! ¡Siempre están devorando mi comida, así que ahora pónganse a trabajar! ¡Captúrenla!” gritó Seya. Los monstruos sobrevolando el restaurante de Seya rápidamente obedecieron sus órdenes y enfocaron su vista en la hermana del niño. Yo no iba a permitirlo. Todavía sosteniendo al niño, y manteniendo activa la barrera, comencé a correr.

“¡Filo! ¡Ven conmigo! ¡Evita que esos monstruos se acerquen a la niña!” grité.

“¡Bien!” respondió Filo. Ella cambió a su forma de monstruo y voló hacia el cielo, atacando a los monstruos sobre el restaurante de Seya.

“¡Nosotras también ayudaremos!” gritó Sadina, balanceando su arpón para ayudar a Filo mientras Shildina liberaba algo de magia usando su ofuda.

“¡Este es nuestro poder!” proclamó Seya, todavía riéndose. “¡Los ciudadanos no aceptarán cobardes tramposos como ustedes! ¡Mueran!” Sacudí mi cabeza una vez más. Él creía que las personas confiaban completamente en él y que podía salirse con la suya en lo que sea a causa de eso. No podía encontrar las palabras para responder.

“¡Ahora! ¡Por el bien de Seya-sama, vengan aquí y únanse a nosotros!” dijo Basura III. La hermana menor se veía bastante asustada mientras varias personas trataban de alcanzarla. Ella soltó un grito.

“¡Formación Dos, Escudo de Cristal! ¡Prisión de Cristal!”

“¿Qué? ¡Está deteniendo nuestros ataques! ¡Es demasiado resistente!” respondió alguien. De alguna forma había logrado proteger a la niña. Seguí corriendo y repelí a más enemigos con mi barrera.

“¡Golpe de Espejo!” grité, usando una habilidad del escudo que ahora había sido adaptada por el espejo. Los ciudadanos retrocedieron, quejándose. Originalmente se llamaba Golpe de Escudo y podía aturdir por un breve momento. No era de mucha ayuda contra los monstruos, pero ciertamente podía ralentizar a los dementes ciudadanos. ¡El problema era que no estaba conectando los golpes suficientes para hacerlos retroceder a todos!

“¡Raph-chan! ¡Ven a mí! ¡Vamos, Raph!” grité.

“¡Rafu!” respondió Raph-chan. La invoqué a mi posición y ella comenzó a usar sus ilusiones para confundir a los ciudadanos. Parecía estar funcionando—

“¡Hah! ¡Tendrán que hacerlo mejor!” Bien, así que no estaba funcionando en las chicas musculosas. Los cocineros también estaban atacando con cuchillos, y había demasiados de ambos grupos para lidiar con ellos fácilmente.

“Hah—” En ese momento apareció S’yne, liberando innumerables hilos que restringieron a los ciudadanos. Pero incluso eso no era suficiente, ya que más personas continuaron arremetiendo hacia nosotros. Estábamos alcanzando un punto donde esto podría ser llamado una guerra sin cuartel.

“¡Vamos a ser abrumados si tratamos de no matar a nadie! ¡Kizuna! ¡L’Arc!” grité.

“¡Niño!” gritó en respuesta L’Arc. “Maldita sea… ¡Teresa! ¿No hay alguna magia que puedas usar?”

“Pensé en usar algo de magia de estados alterados en ellos, pero no estoy segura de si será suficiente. ¿Qué es lo que está sucediendo?” preguntó Teresa. Parecía que incluso los héroes tenían problemas para controlar a la multitud. Por supuesto, si pudiéramos matarlos, simplemente podríamos deshacernos de todos a la vez. Pero parecía que la magia tenía un efecto más débil en contra de aquellos controlados por la… comida.

“Recitaré algo de magia de supresión a gran escala, así que solo esperen un momento,” dijo Teresa.

“Yo también,” intervino Shildina, y ambas comenzaron a conjurarla.

“Naofumi, una cosa,” dijo Kizuna. Ella escogió este momento para acercarse a mí.

“¿Qué pasa?” respondí.

“No sé si es un efecto secundario de ser curada de esa maldición, pero desde que llegamos a esta ciudad, he estado sintiendo una presencia extraña,” explicó ella.

“¿Y?” pregunté. Si ella estaba sintiendo algo, debió haberlo dicho antes. Ante mi pregunta—y mientras Tsugumi la estaba protegiendo—Kizuna cambió su arma a la que había aparecido cuando su maldición fue removida. Se parecía un poco a un cuchillo de cacería.

“Tsugumi, gracias. Ahora debería estar bien,” dijo Kizuna.

“¿Kizuna?” pregunté. Entonces ella bajó su cintura y gritó. Ella procedió a correr a gran velocidad a través de la multitud de personas, y después enfundó su cuchillo de cacería en su cadera.

“¡Herramienta de Cacería 0, Golpe de Flor Sangrienta!” gritó ella. Hubo un sonido de algo explotando. Basura III, quien estaba en combate cercano con Raphtalia, fue separada de algo.

“Todos los que se resisten a la gloriosa luz de Seya-sama deben morir—” había estado vociferando ella. Pero cuando Kizuna la cortó, ella tosió sangre y se detuvo. “¿Qué? ¿Qué es esto? Mi fuerza… desaparece…” Otros dentro de la multitud también comenzaron a quejarse del mismo problema. Aquellos que habían sido cortados colapsaron, todavía con vida, simplemente incapaces de ponerse de pie.

Seya y sus mujeres se veían impactados a causa de la habilidad de Kizuna para derrotar a este gran número de lacayos de un solo ataque.

“¡Imposible! ¡No es posible que pudieras lidiar con mis guerreros fortalecidos tan fácilmente!” rugió Seya. Después Kizuna apuntó su cuchillo de cacería hacia Seya e hizo una declaración.

“Soy capaz de cortar el poder ilegítimo que has estado usando. Como uno de los cuatro héroes sagrados, el Héroe de la Cacería, yo hago esta declaración. ¡Ríndanse de inmediato!” dijo ella. ¡Kizuna normalmente no podía atacar a otras personas, pero parecía que eso no se aplicaba a esta multitud! Tal vez el incremento de poder los había puesto dentro de la categoría de monstruo. O quizás algo especial en su arma estaba extrayendo el poder ilegítimo fuera de ellos. En cualquier caso, eran noticias geniales para nosotros.

Después Kizuna convirtió su herramienta de cacería en un arco y disparó innumerables flechas. Cada vez que una flecha encontró un objetivo, otro ciudadano colapsó, y luego otro, haciéndose cargo fácilmente de los ciudadanos que S’yne estaba restringiendo. Algunos de ellos solo gruñeron o se quejaron, mientras otros vociferaban sus quejas.

“¿Qué está pasando aquí? ¡Mi poder está desapareciendo!”

“¡Duele! Ah, esto es tan extraño… Deberíamos ser capaces de dar una mejor pelea que esta.”

Por supuesto, ellos no estaban muertos, pero parecían incapaces de moverse ahora que los efectos del fortalecimiento habían sido eliminados. El niño había estado diciendo la verdad.

“¡Vaya! ¡Kizuna-san, sí que eres ruda!” gritó L’Arc.

“¡Estoy impresionada, Kizuna!” agregó Glass.

“Como cuando me salvaste, solo removiste el poder maligno,” dijo Tsugumi, sonando tan impresionada como si hubiera sido salvada de nuevo.


“Heh, todo este es el poder que me han concedido,” dijo humildemente Kizuna. Ahora las cosas iban bien encaminadas. Seya había pensado que podía salirse con la suya a través de la violencia, pero ahora, incluso esa situación se estaba volviendo en su contra. Sin embargo, Seya estaba discutiendo algo con las mujeres fortalecidas restantes. Entonces, con las mujeres detrás suyo, él arremetió hacia Raphtalia con un cuchillo. Detrás de ella estaban el noble y los otros jueces. Él gritó de la ira.

“No me contendré,” dijo Raphtalia, adoptando una postura de batalla con su katana. Ella después sacó su segunda arma de su vaina y cortó a la mujer en un estado de Haikuikku. Con un solo ataque, ella causó una ventisca de pétalos de sakura. Era cautivador.

“¡Sakura, Polvo de Nieve!” gritó Raphtalia, cortando rápidamente hacia la mujer musculosa. Entonces Seya emergió desde detrás de ella y cortó hacia Raphtalia con su cuchillo. Con un gruñido, Raphtalia recibió el cuchillo con su katana. Un sonido fuerte se escuchó.

“¡Jaja! ¡Gané!” presumió Seya.

“Desafortunadamente… ¡no!” respondió Raphtalia.

“¡Eso ya lo veremos!” dijo Seya.

“Ya he visto antes esa cara,” respondió Raphtalia.

“¡Hah!” Kizuna aprovechó ese momento para disparar una flecha entre Raphtalia y Seya. Seya actuó como si la hubiese evitado, pero Kizuna no había estado apuntando hacia él. Entonces Seya miró a su alrededor, confundido.

“¿Eh? ¡No, imposible! ¿¡Qué está pasando!?” exclamó él.

“¿Algún problema? No estabas esperando robar su arma, ¿o sí?” lo provoqué.

“¿Cómo es que sabes acerca de—?” Rápidamente dándose cuenta que estaba diciendo demasiado, Seya se llevó las manos a su boca. Aunque era demasiado tarde; él se había delatado.

La nueva Herramienta de Cacería 0 de Kizuna tenía la habilidad de impedir las conexiones formadas por poderes ilegítimos. De seguro había sido eso de lo que se había encargado.

“Terminé el conjuro. Fue una molestia hacer los ajustes,” dijo Shildina.

“Yo también terminé,” agregó Teresa. Ambas procedieron a activar su magia.

Shildina la activó primero.

“Ahora te lo ordeno. ¡Ofuda! ¡Responde a mis palabras! ¡Adormece a estos enemigos dentro de un sueño vacío! ¡Lluvia de Sueño!”

A continuación, fue el turno de Teresa.

“¡Poder impregnado en las gemas! Responde a mi llamado, y haz que tu poder se sienta. Mi nombre es Teresa Alejandrita. Mis compañeras. ¡Conviértanse en el poder para poner a dormir a estas personas! ¡Piedras Brillantes, Humo Adormecedor!”

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 18 Capítulo 9 Novela Ligera

 

La lluvia que Shildina liberó y el humo mágico que Teresa conjuró llenaron nuestros alrededores, causando que casi todos los ciudadanos cayeran al suelo y se quedaran dormidos. En ese mismo instante, Filo bajó a gran velocidad desde el cielo, pisando el cuello de uno de los monstruos, y haciendo una pose de victoria.

“¡Gané! ¡La comida del Maestro será mía!” gritó ella animadamente. Filo prácticamente estaba haciendo un baile de la victoria encima del monstruo.

“Tal parece que las cosas han cambiado,” le dije a Seya.

“¡Maldito seas! ¡Esto todavía no ha terminado! ¡No voy a perder contra unos cobardes como ustedes! ¡A ellos!” gritó él.

“¡Lo que usted ordene, Seya-sama!” gritó una de las últimas mujeres musculosas y voló hacia nosotros.

“¡Lamento decirlo, pero no podemos perder contra ti!” gritó Kizuna, después salió corriendo y cortó a la mujer. Se escuchó el sonido de algo siendo cortado, y el fortalecimiento aplicado a la mujer musculosa desapareció. A continuación, sus exagerados músculos desaparecieron, y ahora tan delgada como un rastrillo, ella se desplomó hacia el suelo.

“Cualquier cosa… por Seya-sama,” murmuró ella, todavía tratando de volver ponerse de pie. Ella tenía agallas, le concedería eso.

“Jaque mate, señoritas,” dijo L’Arc, colocando la hoja de su guadaña contra el cuello de Seya.

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“¡Cobardes!” dijo Seya, volviendo a caer en ese patético insulto.

“¿¡Qué es lo que les ha hecho Seya-sama!?” exclamó una de sus mujeres.

“¿¡Qué es lo que ha hecho!? ¡Él mató a mi familia con su comida!” gritó el niño en mis brazos, muy enojado.

“¿De qué hablas?” le preguntó en respuesta una de las mujeres.

“La comida de Seya-sama nunca podría matar a alguien,” dijo otra.

“¡Suficiente de sus tonterías!” dijo una tercera. Con las toxinas removidas e incapaces de moverse, ellas todavía estaban tan fuera de sí que seguían tratando de atacarnos.

“¡Eso no es muy convincente viniendo de ustedes! Mírense, demacradas e incapaces de moverse a causa de la remoción del poder ilegítimo de Seya,” dijo Kizuna.

“Significa que ese fortalecimiento definitivamente es del tipo que acorta sus vidas. Mira hacia las que cortaste, Kizuna,” dije. Sus gruñidos podían ser escuchados por todos lados. No las habíamos matado, pero los efectos secundarios de la remoción del fortalecimiento proporcionado por Seya—su dopaje—claramente les estaba afectando mucho. Esto era algo diferente de reiniciar tu nivel con un reloj de arena del dragón. Con la forma en la que estaban teniendo dificultades para respirar, incluso yo me estaba preocupado por ellas. Teresa comenzó a recitar magia sobre cada una de ellas, solo como una medida de precaución. Así de mal estaban las cosas para algunas de ellas.

“Así es como tomaste las vidas de la familia de este niño,” dije. Tan pronto como fueron confrontadas con estas palabras, un buen número de las mujeres del restaurante de Seya se pusieron de rodillas, juntaron sus manos, y bajaron sus cabezas.

“¡Seya nos engañó! ¡Proporcionaremos cualquier testimonio que necesiten! ¡Seya es un chef malvado que ha estado usando ingredientes ilegítimos para agitar a las personas!” dijo una de ellas. Casi me caigo de espaldas por este rápido cambio de bando, pero me forcé a permanecer en mi lugar y las miré fijamente.

“¿De qué están hablando?” demandó Kizuna.

“Patético,” escupió Glass.

“Esto me recuerda mi peor momento,” dijo Tsugumi, con ellas tres sacudiendo sus cabezas mientras miraban hacia las mujeres. Tsugumi claramente estaba viendo similitudes con sus propios aliados aquí.

“¿¡Chicas!?” exclamó Seya, bastante sorprendido por este giro de los eventos. Las mujeres concentraron sus frías miradas en él y escupieron insultos.

“¡Sería bueno nunca más volver a escuchar tu voz, chef malvado!” dijo una.

“¡El mejor cocinero ganó, así de simple, y en el nombre de la justicia!” gritó otra. Estaba comenzando a tener flashbacks de la ejecución de Takt. Raphtalia parecía estar teniendo problemas con lo mismo.

“¿Cree que hay personas así en todas partes?” me preguntó ella.

“En cualquier parte a la que vamos,” respondí.

“¡Ahora! ¡Todas las posesiones del chef malvado serán transferidas al chef definitivo!” gritó otra mujer.

“¡Ahora!” estuvo de acuerdo otra.

“Es justo… pero deberían saber que todas ustedes también son responsables de esto,” les dije.

“¡No! ¡Nosotras no tuvimos nada que ver con esto!” suplicó la misma mujer.

“¡No tenemos nada que ver!” dijo otra. La velocidad con la que lo traicionaron me recordaron inmediatamente a Bruja.

“De verdad odio a las mujeres como ustedes. Vamos a resolver esto rápidamente… L’Arc, deshazte de ellas,” dije.

“¡Esa es una orden bastante fuerte como para darla de forma tan casual!” gritó en respuesta L’Arc. Él al menos pudo haberme seguido la corriente un poco.

“¡No! ¡Nosotras somos sus aliadas, chef definitivo!” suplicaron ellas, corriendo hacia mí. Ellas probablemente querían aferrarse a mí o algo así, pero yo no lo iba a permitir. Usé el Espejo de Polvo de Estrellas para alejarlas.

“¡Buitres roñosas!” gritó Tsugumi. Ella no pudo seguir soportándolo y golpeó hacia ellas con un palo que estaba sosteniendo. Después de algunos gritos y quejidos de dolor, las mujeres finalmente se quedaron en silencio.

“Bien, buen trabajo, Tsugumi. Más tarde te prepararé una comida especial,” dije. Tsugumi se tropezó en su lugar, poniendo sus manos sobre su frente.

“No lo hice por eso. ¡No lo hice por eso! ¡No debemos perdonarlas! ¡Nunca!” divagó ella.

“¿¡Tsugumi!? ¡Contrólate! Naofumi, ¿podrías por favor aprender a leer el ambiente?” dijo Kizuna. Tsugumi se veía como si su mente se hubiera fundido completamente, incluso mientras continuaba murmurando para sí misma. Ella ciertamente no era una persona fácil de manejar.

“¡Al diablo con esto!” gritó Seya, intentando usar un Pergamino de Retorno.

“¡No lo permitiré!” respondió Raphtalia, rápidamente golpeándolo. No le íbamos a permitir escapar ahora.

“Odio decirlo,” dije, de forma bastante directa, “pero ustedes perdedores fueron derrotados. Nunca subestimen a un grupo de héroes.”

“¿Cuál es tu problema?” rugió en respuesta Seya. “¡Se hacen llamar héroes, pero entonces aparecen y se meten conmigo! ¡Yo solo estaba cocinando tranquilamente para todos!”

“¿Tranquilamente? ¿Te refieres a cómo robaste todas las posesiones de tus clientes? ¿A cómo tomaste el control de toda la ciudad? ¿A cómo recurriste a la violencia tan pronto como fuiste derrotado en tu propio juego? Tienes una definición bastante loca de tranquilamente, te concederé eso,” dije. Solo los hechos que había mencionado lo hacían bastante culpable. “Hay más. ¡Dijiste que estabas planeando atraer a los líderes con tu comida y tomar el control! Esa es una maquinación bastante grande, al menos desde mi perspectiva. Has sido despojado de tu felicidad a causa de todos estos actos brutales,” continué. Él estaba haciendo lo que se le venía en gana y luego haciéndose la víctima, lo cual me daba ganas de vomitar. “Todo lo que debes hacer es aceptar la derrota, reflexionar sobre ella, y marcharte con tus mujeres.” Encender las chispas de una revuelta no había sido el mejor movimiento. Difícilmente sabía qué decir. No hacía falta decir que su sospechoso culto de comida también iba a ser aplastado. “Tu egoísta felicidad también ha servido para retorcer a los pobres ciudadanos más allá de lo reconocible.” Miré hacia la desplomada y quejándose multitud. Había muchos de ellos. Casi demasiados. “Ahora bien, Seya. Después de ganar esta batalla de cocina y contener esta violenta revuelta que comenzaste, vamos a tomar todas tus posesiones. Gracias.”

“¡No entregaré nada!” rugió él.

“No me digas. Las reglas son las reglas. Incluso recurriste a la violencia y ni así pudiste ganar. Ríndete,” le dije. Procedí a remover el accesorio del brazo de Seya. Revisé su interior…

“Oye, bola de manteca,” dije. El noble rechoncho estaba mirando a su alrededor, tal vez preguntándose a quién me refería. Por supuesto que a ti.

“Creo que se refiere a ti,” dijo Raphtalia, dándole un codazo.

“¿Yo?” preguntó el hombre.

“Sí, tú. Lamento decirlo, pero parece que después de todo Seya no ha estado usando este accesorio para cocinar,” dije. Se lo lancé al noble.

“¿Qué? No puede ser. Debe tener alguna clase de sistema de verificación que solo Seya- sama puede usar,” respondió el noble.

“Nop. No es nada de eso. Sé un poco acerca de la fabricación de accesorios, y ese no tiene tal habilidad. Si todavía no me crees, llévalo con una Joya en quien confíes y haz que lo revise para ti,” le dije.

“No puede ser…” dijo el noble.

“¡Jaja! ¡Mi comida es mi poder único! ¡No serán capaces de copiarlo tan fácilmente!” se burló Seya.

“Interesante. ¿Entonces también tienes otras habilidades como robar armas vasallas?” pregunté. ¿Qué diablos eran estos sujetos de la vanguardia de las olas? Creo que solo estaban interesados en robar armas. Ahora parecía que también tenían otros poderes extraños. Más tarde le tendría que preguntar a Itsuki al respecto.

Recuerdo que Miyaji había sido capaz de hablar el lenguaje de este mundo antes de obtener el instrumento musical de las armas vasallas. Tal vez esa también fue alguna clase de habilidad extra. Tenía que haber más vanguardias de las olas ahí afuera, así que debíamos tener cuidado con estas habilidades adicionales.

“Kizuna, L’Arc, todos,” dije. Cuando todos miraron hacia mí, procedí a susurrarles mi plan tan silenciosamente como era posible.

“No es algo que me gustaría hacer,” dijo Kizuna, ya tratando de descartarlo.

“Pero este tipo no va a escuchar razones. Si solo lo tomamos como prisionero, él definitivamente va a causar más problemas en el futuro,” le dije.

“Kizuna-san, quien robó mi guadaña también era parte de la vanguardia de las olas. Creo que deberíamos hacerle caso al Niño cuando se trata de esto,” dijo L’Arc. Kizuna aún se veía insegura, pero Raphtalia y Glass no objetaron. Ellas habían aceptado tranquilamente lo que iba a pasar.

“Ahora bien, Seya. Si aceptas nuestras condiciones, nosotros seguiremos nuestro camino. Además, no tomaremos tus posesiones, siempre y cuando dejes la ciudad. Deja la ciudad, y te dejaremos tranquilo. Sin embargo, no sé si tendrás suerte abriendo un restaurante en otra ciudad,” le dije.

“¿¡Qué!?” Tanto el niño como su hermana me miraron intensamente, pero les indiqué con mis ojos que todo estaría bien. Tsugumi se dio cuenta del problema y comenzó a acariciar gentilmente la cabeza del niño y hablarle suavemente.

“¿Qué es lo que quieres?” preguntó Seya.

“Hay alguien detrás de todo esto, ¿cierto? Alguien jalando de los hilos. Si nos cuentas lo que sabes, te dejaremos ir. Oye, tengo una idea. Escríbelo en esta pieza de papel. Quiero un registro de esto,” dije y le pasé una hoja de papel. La expresión de Seya inmediatamente se iluminó.

“¿Eso es todo lo que quieres? Bien, puedo—” Pero el resto de esa oración se transformó en un horrible gruñido. En el momento en que Seya trató de escribir su primera palabra, su cabeza simplemente se hundió sobre sí misma. Él logró soltar un breve grito, y entonces su cabeza explotó como un melón. No quería traumar a mis aliados, así que rápidamente conjuré una prisión y oculté la horrible escena. Después suspiré.

“Tal como esperaba,” dije. Estos integrantes de la vanguardia de las olas estaban configurados para desaparecer, con su alma y todo, si trataban de compartir cualquier tipo de información. Eran asesinados para mantener esa información en secreto. Incluso escribirlo no estaba permitido. Ese era un acuerdo de confidencialidad bastante estricto.

Le había pedido a Kizuna tratar de ver si su herramienta de cacería podía detener la explosión de carne, pero no había sido capaz.

“No es que no hubiera creído lo que nos has estado diciendo, Naofumi, pero es imposible dudar después de ver eso,” dijo Glass.

“¿Qué diablos son las olas?” se preguntó Kizuna.

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“No me preguntes,” respondí. Todavía quedaban muchos misterios alrededor de este Devorador de Mundos, el cual aparentemente estaba detrás de las olas.

“Entonces él era parte de la vanguardia de las olas, y tratar de responder tus preguntas causó su muerte,” dijo Tsugumi. Ella había protegido al niño de la horrible muerte de Seya, pero la vio con sus propios ojos.

“Eso parece. Pero algunos de ellos parecen saber que hablar está fuera de discusión, y como lo acaban de ver, va a causarles esto,” dije. Takt lo había sabido. Quizás él había sido alguna clase de experimento para ver cómo reaccionaría sabiendo todo eso.

En cualquier caso, ahora estábamos completamente seguros que estos sujetos parte de la vanguardia de las olas estaban por todos lados.

“La victoria es suya,” dijo el noble rechoncho.


“Pronto volveremos a hablar contigo,” le dije. Él iba a descubrir lo desagradable que podía ser la autoridad. La traición siempre tenía un gran precio. El hombre gruñó de la sorpresa, probablemente sintiendo olas desgarradoras de ira irradiando de mí, y procedió a esconderse—junto con el resto de los jueces—detrás de L’Arc. “Cierto, ¿qué más?” dije. “Niños. Este es el fin del restaurante de Seya. ¿Están bien con eso?” les pregunté a él y su hermana.

“Es decir, ganaste, pero…” Él miraba hacia los ciudadanos desplomados con una entendible preocupación en sus ojos.

“Les daremos un buen antídoto, no te preocupes. Dependerá del individuo en cuestión si sanará completamente o no. Aunque con esto nos deshicimos de la causa, así que no tendrán más opción que intentarlo,” le dije. Superar algo como una adicción al tabaco era difícil porque era muy fácil poner tus manos sobre ello. Las drogas más duras eran más difíciles de obtener, pero una vez que alguien se enganchaba, siempre encontraba la forma de obtenerlas. Sin embargo, en este caso, la fuente del problema—Seya—había sido removida de una forma espectacular, lo cual significaba que nadie más obtendría más de su comida sin importar lo que hicieran. Las únicas opciones restantes eran superarla naturalmente o rendirse a la adicción y morir.

“Ya veo… así que finalmente he vengado a todos lo que murieron,” dijo el niño. Él miró hacia mí con una expresión de alivio en su rostro. “Gracias, eh… ¿Héroe de la Bandeja?” Hubo un sonido como el de un vidrio quebrándose.

“¡No digas eso, niño! ¡Esa no es una bandeja!” dijo rápidamente Tsugumi, inmediatamente protegiendo al niño de mí.

“¡Así es!” la apoyó L’Arc. “El arma del Niño es un espejo que también se puede convertir en un escudo. ¡No es una bandeja! ¡Para nada!”

“¿Eh? Pero esperen…” comenzó a responder el niño.

“¡Escucha bien, mocoso! ¡Si sigues con esto, entonces te enseñaré que en este mundo hay comida mucho más aterradora que cualquier cosa que Seya pudo haber cocinado!” estallé.

“¡Naofumi-sama, cálmese!” Raphtalia me sostuvo por detrás y me impidió saltar hacia el niño. ¡Tiene que ser una broma! ¡Mi arma no es una bandeja! ¡Ya había sido llamada tapa de olla en el pasado, y ahora tenía otro apodo estúpido!

“¡Vaya!” dijo Sadina.

“¡Oh cielos!” dijo Shildina.

“¿Rafu?” dijo Raph-chan. S’yne se estaba bebiendo las sobras de la sopa que había preparado, sin mi permiso. En serio, qué montón tan desobediente. Desearía que pudieran comportarse.

“¡Rafu, rafu!” Incluso Raph-chan estaba sacudiendo su cabeza.

***

 

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Después de nuestra intervención, los ciudadanos aparentemente estuvieron bastante enojados conmigo durante los primeros días. Con un poco de tiempo, sin embargo— alrededor de una semana—los síntomas de la adicción de Seya comenzaron a aparecer, y las personas llegaron a entender los alcances del daño que sus toxinas les habían hecho a sus cuerpos. Después terminé siendo enviado a preparar una montaña de comida para ellos.

Trabajé junto a los cocineros que Seya había derrotado y forzados a trabajar para él. Además, trabajé con aquellos que habían sido encarcelados después de ser capaces de resistir la comida de Seya. Juntos cocinamos un verdadero festín para toda la ciudad. Después de todo, había un montón de ingredientes en el restaurante de Seya. El fortalecimiento por comida que proporcionó hizo maravillas como rehabilitación para aquellos que ni siquiera podían caminar, pero tuve cuidado para no hacer más que dejarlos moverse.

Al final, Seya había estado usando sus propias habilidades para cocinar todo, y los otros cocineros nunca habían cocinado. En cambio, ellos no habían sido más que ayudantes de cocina, trabajando como esclavos manejando los ingredientes, sacando la basura, y lavando cosas.

Aun así, después de nuestras acciones, la suerte de la ciudad parecía haber caído. Y al principio, algunos de los ciudadanos trataron de culparnos por eso. No pasó mucho tiempo antes de que experimentaran lo que habría pasado si Seya hubiera permanecido en control. Sin embargo, si todos los residentes originales morían, los visitantes habrían sido forzados a tomar su lugar y experimentar el mismísimo infierno en vida. Después de comer la comida que yo y los otros cocineros preparamos cuidadosamente, la mayoría de ellos llegaron a aceptar que era más deliciosa que la comida que Seya preparaba.

No pasó mucho tiempo para que las personas de la ciudad volvieran a la normalidad, cocinando para sí mismos en sus propias casas. Comer algo delicioso y esperar copiarlo por su cuenta definitivamente era una reacción mucho más saludable. Entender su error a la hora de depender de alguien para hacerlo por ellos definitivamente era un avance. La ciudad eventualmente seguiría su camino para ser conocida como la Ciudad Restaurante, pero esa era una historia para otra ocasión.

***

 

 

“No puedo creer cómo terminan las cosas algunas veces. Fuimos a contratar a un chef famoso para escapar de las comidas fortalecedoras que el Niño prepara, y miren el desastre en el que terminamos,” se lamentó L’Arc, recostándose en su silla del comedor del castillo.

“L’Arc, ¿realmente crees tener algún derecho de decirlo?” le pregunté. Él fue quien inició la pelea con el restaurante… pero era mucha más culpa del enemigo.

“Parece que tuvieron muchos problemas inesperados,” dijo Itsuki, observando desde el costado.

“Fuehhhh,” agregó Rishia. Había hablado un poco con Itsuki acerca de nuestro encuentro, y él dijo que, si bien había habilidades de la clase de transmisión instantánea en su mundo, no había nada que pudiera multiplicar el volumen de los materiales. Podría haber sido similar a una habilidad de duplicación, pero no igual.

“¿Cómo podemos evitar atragantarnos hasta morir con esta comida asesina?” dijo Tsugumi, incluso mientras terminaba una comida de gran tamaño y bajaba sus palillos. Kizuna, Glass, L’Arc, y los demás la miraban asombrados.

“Esperen… Parece que hemos encontrado un buen punto para dejar de comer,” dijo L’Arc.

“Eso es porque me estoy asegurando de no alimentarlos en exceso,” respondí luego de colocar más comida en la mesa de Filo, S’yne, Sadina, y Shildina. Ellas siempre pedían otra porción después de terminar la primera.

“Niño, ¿a qué te refieres?” preguntó L’Arc.

“Como dijo Raphtalia, solo tienen que acostumbrarse a mi comida,” respondí.

“Es decir, supongo que podría ser eso…” dijo L’Arc. Él no se veía muy convencido.

“¿¡No me digas que incluso ha fortalecido nuestros estómagos!? ¡Necesito ir a hacer algo de ejercicio!” Yomogi se veía prácticamente aterrada mientras hacía esta declaración. Por lo que me interpuse en su camino y la detuve antes de que saliera corriendo.

“Ese no es el caso, así que cálmate. Quería evitar hacer esto, pero ustedes siguen haciendo escándalo por ello. Así que he estado controlando la situación,” les dije.

“¿No pudiste haberlo hecho desde el comienzo?” preguntó Kizuna, viéndose molesta. “¿Qué hiciste?”

“Sin importar lo deliciosa que sea la comida, si comes lo mismo cada vez, comenzarás a aburrirte de ella. Una vez que te aburres, no comerás de más simplemente porque no querrás hacerlo. He estado aplicando ese concepto a mi comida,” les dije. No importaba el sabor que tuviera algo; si lo comías una y otra vez te cansarías de ese sabor. Originalmente había estado cambiando mis métodos y platillos para prevenir esto, pero eso también me permitía algo de control sobre la situación.

“¡Definitivamente pudiste haber hecho eso desde el comienzo!” exclamó Kizuna.

“Quería fortalecerlos tanto como fuera posible, eso es todo. Esperaba poder encontrar a alguien que pudiera preparar comida deliciosa,” respondí. Por supuesto, no había esperado que eso se convirtiera en tal desastre.

“Bueno… estoy feliz que las cosas hayan resultado como sugerí, pero todavía no estoy satisfecha con esta explicación,” dijo Raphtalia.

“¡Rafu!” agregó Raph-chan.

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“Nuestros aldeanos no cuentan. Ellos comen tanto que se morirán de hambre antes de engordar. Agrega los filoriales producidos en masa a la ecuación y sin importar lo mucho que prepare todavía no será suficiente,” dije. No tenía caso comparar a esos con acantilados sin fondo por estómagos con Kizuna y los demás aquí. El enfoque era completamente diferente. Para ellos, era solo nutrirlos para que crecieran, mientras que aquí estábamos buscando fortalecernos e incrementar niveles comiendo. El propio significado del acto de consumir era totalmente diferente. “Por favor entiendan que este no es el mejor método, pero es el único que tenemos,” les dije. Sintiendo mi intención, L’Arc y los demás asintieron sin más comentarios. “Incluyendo las cosas que trajimos del restaurante de Seya, hay muy buenos ingredientes. Usando todo eso puedo preparar comidas eficientes por un tiempo. No tendremos que volver a preocuparnos por eso en un futuro cercano.”

“Eso suena bien, pero… ¿estás seguro de querer dejar las cosas así?” dijo Kizuna.

“No puedo evitar sentir que es una situación de seguir la corriente. Por ahora, solo vamos a dejar el problema de la comida para más adelante en el futuro,” sugirió Raphtalia.

“Si los portadores de armas sagradas y vasallas pudieran aprender a imbuir fuerza vital en su comida, facilitaría un poco las cosas para mí,” dije, aprovechando el cual parecía ser el momento perfecto para volver a tocar el tema. Yo al menos quería que Kizuna aprendiera esta habilidad. Podía ser lo que ella quisiera, incluso solo sashimi, o algo que pudiera aprender y preparar. Sobre la mesa estaba el potencial de algunos excelentes ajustes de estadísticas, como un aumento permanente de más tres a la defensa por comer un platillo completo, pero no podías obtenerlos sin tomarte el tiempo de cocinarlos. “Aun así, todo esto los ha hecho un poco más fuertes,” concluí.

Y así, los problemas relacionados a la comida por los que Kizuna y sus aliados habían estado preocupados se dirigieron a una especie de conclusión.

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