Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 18

Capítulo 1: Pereza

 

 

Después de terminar el desayuno, comenzamos nuestras actividades del día. Aquellos que no habían estado presentes en la comida—incluyendo a Ethnobalt y Teresa—ya habían comenzado a entrenar o trabajar.

Mientras tanto, yo me dirigí junto a Glass y Raphtalia hacia la instalación médica donde Kizuna estaba siendo tratada. Me habían informado que casi habían alcanzado la próxima etapa de su tratamiento después de ser convertida en piedra: la remoción de la completa parálisis de todo su cuerpo.

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Entramos en la habitación de tratamiento mágico dentro de la instalación. La habitación misma tenía muchos ofudas pegados sobre las paredes, haciéndola parecer el lugar de un ritual satánico. Kizuna estaba de pie paralizada en medio de todo eso, con su caña de pescar en frente suyo. Ella parecía estar solo durmiendo.

De nuevo volví a preguntarme cómo había terminado convertida en piedra. Mientras lo estaba pensando, habló un profesional de este mundo que era llamado tanto un maestro de las maldiciones como un sanador.

“Pronto será liberada de la parálisis,” dijo él. Permanecimos quietos y simplemente observamos mientras los ofudas alrededor de Kizuna comenzaban a brillar con una luz tenue. Esa luz procedió a reunirse alrededor de la inmóvil Kizuna. Un momento después la luz se dispersó nuevamente, y con una sacudida, la parálisis fue sanada y Kizuna comenzó a moverse.

“Kizuna…” Glass, con preocupación en su voz, comenzó a avanzar, pero inmediatamente después de ser liberada, todo el cuerpo de Kizuna comenzó a dejar salir un aura púrpura. La reconocí de inmediato—yo también había usado un arma de la serie maldita. Glass de seguro también se había dado cuenta, ya que ella preparó su abanico y tenía una mirada seria en su rostro.

“Ah… qué flojera,” murmuró Kizuna. Manteniendo su caña de pescar en frente suyo, ella simplemente se dejó caer hasta una posición horizontal y comenzó a dormir.

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“¿Kizuna?” preguntó Glass. La respuesta no fue más que un quejido, con Kizuna apenas abriendo sus ojos para mirar en nuestra dirección. Ella se veía completamente desganada.

“¿Estás bien?” preguntó Glass.

“Supongo…” respondió Kizuna. “¿Dónde estoy?”

“En una instalación médica de nuestra base,” le dijo Glass.

“Oh…” respondió Kizuna, completamente desanimada. ¡Ni siquiera estaba sorprendida de verme aquí! Ella definitivamente se veía muy diferente de la Kizuna que había conocido— desganada era una forma de decirlo, u otra forma de decirlo era que se veía molesta de hacer cualquier cosa.

“Naofumi-sama, ella está actuando muy parecido a usted cuando no quiere hacer algo,” dijo Raphtalia.

“¿Crees que yo actúo así?” respondí con un tono de incredulidad.

“Sí.” Raphtalia rápidamente me corrigió. “Pero tal vez no tan abiertamente como ella.” Decían que ver tus falencias en otros podía ser una forma para corregirlas en ti mismo… pero yo siempre hacía las cosas al final. No era necesaria ninguna corrección.

“¡Kizuna, reacciona! ¡Finalmente hemos logrado salvarte!” le rogó Glass.

“Bien por ti,” vino la respuesta letárgica. Parecía ser que Kizuna solo quería estar sola para dormir, y todo lo que hizo en respuesta a Glass fue rodar para darse la vuelta.

“¿Este es el precio de la maldición? ¿Es eso?” pregunté. Kizuna generalmente era incapaz de atacar humanos, pero tal como yo, ella debería haber ganado esa habilidad al usar un arma maldita—por supuesto, solo como un último recurso. Glass y los demás me habían contado al respecto y que el precio de la maldición era debilitarla.

“No… el precio por esa arma es uno simple, la reducción directa de nivel e incrementos de poder. No puedo imaginar que la convierta en esta patética criatura,” se quejó Glass.

“Mmm…” respondí. Procedimos a revisar cuidadosamente la condición del arma que Kizuna estaba sosteniendo. Era una caña de pescar con un aura peculiarmente retorcida. El carrete, el cual tenía la forma de un oso, definitivamente llamaba mi atención. También noté rápidamente el extraño accesorio negro—eran casi como esposas, conectando a Kizuna con el arma.

“¡Kizuna! ¡Reacciona!” Glass lo intentó una vez más, esta vez agregando una pequeña cachetada a su mejilla. Kizuna gimió, y entonces algún tipo de humo comenzó a envolverse a su alrededor. Con un breve sonido de sorpresa, Glass casi se desploma en el suelo, incluso mientras todavía sostenía a Kizuna. El humo continuó aumentando, llenando la habitación.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 18 Capítulo 1 Novela Ligera

 

“¡Espejo de Polvo de Estrellas!” Usé la versión de espejo del Escudo de Estrella Fugaz para crear una barrera, deteniendo el humo, y después aparté a Glass. Kizuna actualmente no era parte de mi grupo, y por lo tanto ella había sido empujada por la barrera.

“Glass, ¿estás bien?” pregunté. La sostuve mientras Raphtalia trataba de despertarla golpeándola en la mejilla.

“Estoy… bien.” Glass se recuperó, sobándose su mejilla mientras se ponía de pie.

“¿Estás bien?” le pregunté de nuevo, ahora que ella podía escucharme.

“Si, eso creo… pero ¿qué pasó?” preguntó ella.

“Ese extraño humo salió de Kizuna. Tú estabas más cerca, y te hizo colapsar,” le dije.

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“No estoy segura de lo que es esto dentro de mí… es una sensación de completo letargo…” reportó Glass, con su rostro pálido.

“Kizuna, discúlpanos. Necesitamos hablar con Glass. Tú espera aquí,” dije. Kizuna solo gimió un poco en respuesta, incapaz incluso de hacer eso apropiadamente.

Dejamos a Kizuna en el suelo de la habitación llena de humo y salimos. Después llamamos a uno de los maestros en maldiciones e hicimos que revisara a Glass. Resultó ser que ella estaba sufriendo de una débil maldición—una que, afortunadamente, podía ser tratada rápidamente. Solo durante el tiempo en que dejamos la habitación, Glass ya estaba completamente consiente y de pie por sí sola.

“¿Qué le pasa a Kizuna?” logró preguntar Glass.

“Ella te atacó, ¿no? Alguien que supuestamente es su aliada,” dijo Raphtalia, claramente preocupada.

“No. A partir de lo que vimos ahí dentro, no estoy seguro de llamar a eso un ataque de su parte,” respondí. Ciertamente no me pareció que la propia Kizuna hubiera instigado la acción, sino que más bien su arma tenía la culpa.

Le hablé a Kizuna a través de una ventana de vidrio en su habitación.

“Kizuna, ¿puedes dejar de usar esa arma? Está causando muchos problemas,” dije.

“¿Qué? ¿Dijiste algo?” respondió ella perezosamente. Kizuna todavía estaba tendida en el suelo con su espalda hacia nosotros. Pasaron algunos segundos y era como si yo nunca le hubiera hablado.

“¡Kizuna! ¿Por qué estás ahí recostada? ¡Cambia esa arma de una vez!” la instó Glass.

“Bah… qué molestia,” llegó la respuesta. Kizuna seguía tendida en el suelo, incluso mientras el misterioso humo continuaba llenando la habitación. Al menos parecía que habíamos logrado contener el humo dentro de la habitación, pero ahora extrañas vibraciones en el aire y pulsaciones comenzaban a pasar a través de las paredes, y hacia nosotros.

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“Apostaría lo que sea a que esa arma es la responsable de que Kizuna esté tan fuera de sí,” dije.

“Estoy de acuerdo,” declaró Raphtalia.

“Recuerden, Kizuna estaba siendo mantenida prisionera por un sujeto parte de la vanguardia de las olas y los enemigos jurados de S’yne. No me sorprendería que hubiera puesto una trampa en caso de que fuera rescatada,” continué. Ya sabíamos que ellos habían usado alguna clase de extraña corrupción sobre las cuatro armas sagradas y puesto a los portadores bajo su control. Kizuna ahora era la única de los héroes sagrados que seguía con vida en este mundo—tenía sentido que ellos le hicieran algo que no fuera matarla pero que también prevendría que volviera a la batalla incluso si escapaba.

“Debimos haber destruido ese accesorio antes de sanarla,” me lamenté.

“Lo intentamos,” respondió Raphtalia.

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En efecto, lo habíamos intentado.

“¿Entonces qué clase de maldición es esta?” preguntó ella. Todos volvimos a mirar hacia Kizuna. Era como si la polución estuviera saliendo de ella. No me gustaba.

Los maestros en maldiciones habían puesto nuevos ofudas purificadores en las paredes y cerrado la habitación nuevamente.

“Si es otra maldición basada en los siete pecados capitales…” Recordé la tendencia que habíamos visto en el pasado. Yo había tenido la ira. Todavía no estaba seguro de qué es lo que habría pasado si la ira me hubiera controlado completamente, pero la urgencia de destruir cosas y matar personas había sido abrumadoramente fuerte. Mientras tanto, Ren, el Héroe de la Espada, había sufrido de la codicia y la gula. En el caso de Itsuki, el Héroe del Arco, había sido el orgullo, pero la suya había sido una maldición un tanto diferente, volviéndolo más justo y arrogante. Después estaba Motoyasu, el Héroe de la Lanza, quien había sufrido de la lujuria. Al ver a Kizuna tendida en el suelo, quejándose de todo, la maldición que parecía encajar era…

“Pereza. ¿Creen que pueda ser un arma maldita de la serie de la pereza?” pregunté. Si estaba socavando su voluntad de hacer lo que sea, mientras también contaminaba el espacio a su alrededor, la pereza parecía muy apropiada. “Sea lo que sea,” continué, “tenemos que hacer que cambie su arma.”

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“¡Kizuna! ¡Por favor, cambia tu arma de inmediato!” le suplicó Glass. “¡Esa arma está afectando tu mente!”

“Hah… bien…” respondió ella. ¡Casi sonaba a que de verdad iba a intentarlo! Kizuna puso una mano sobre su caña de pescar y trató de cambiar su forma… pero nada pasó, y simplemente volvió a desplomarse perezosamente en el suelo.

“No puedo cambiarla… qué flojera…” logró decir ella. Me encontré con sus ojos y tragué saliva. Se veían como los ojos de un pescado muerto, fijos y carentes de vida.

¿Acaso amaba tanto a los peces que había comenzado a convertirse en uno? Si te la encontrabas en un callejón oscuro de noche, con esos ojos, correrías por tu vida.

“Tal parece que ella no puede cambiar su arma… y además está completamente desanimada y carente de vitalidad,” resumí.

“¿Entonces incluso después de haberla salvado—incluso teniéndola aquí—ella en realidad no ha sido salvada?” se lamentó Glass.

“Más o menos. Ellos realmente se lucieron con sus estúpidas trampas.” Sacudí mi cabeza, preguntándome cómo transformaron forzosamente una de las armas sagradas en un arma maldita. Cuando lo pensaba bien, ella había estado en una pose extraña—con su caña de pescar al frente y todo—por lo que debimos haber estado un poco más alertas. Teníamos que romper la maldición para devolverla a la normalidad.

“¿Entonces cómo romperemos esta maldición? ¿Podemos romper el accesorio con alguna clase de agua termal que funcione en maldiciones o con agua bendita?” pregunté. Traté de romper el accesorio usando magia, pero solo fue repelida. Este era mucho más poderoso que el accesorio que ellos habían usado para controlar las armas vasallas.

“Ah, todo esto es una molestia…” Kizuna se estiró, tomó un panecillo que le había dejado en la habitación, y comenzó a llenar sus mejillas mientras estaba tendida en el suelo. Al menos ella se preocupaba lo suficiente para comer.

“Es mejor que vayamos a reportarle esto a los otros,” dije.

“Bien,” estuvo de acuerdo Raphtalia. Procedimos a reunirnos con los demás.

“¡Bah! ¡Esto apesta!” se quejó L’Arc, casqueando su lengua.

“Teresa, ¿hay algo que puedas hacer?” pregunté.

“Lo intentaré…” respondió ella. Ella se movió cautelosamente hacia Kizuna y comenzó a conjurar magia. Los efectos del accesorio que Imiya había fabricado para mí le estaban concediendo una cantidad considerable de protección a Teresa. L’Arc había contado algunas historias increíbles de sus logros en batalla, así que, si este problema estaba relacionado a la magia, quizás ella podría resolverlo. No obstante… “No tiene caso,” dijo ella eventualmente. “Se siente como si hubieran fusionado el arma sagrada y el accesorio y que eso está forzando que mantenga la forma de un arma maldita.”

“Lo cual significa que Kizuna-san tal vez pueda superarlo volviéndose más fuerte,” dijo L’Arc.

“No puedo asegurar que eso vaya a funcionar. Está usando el poder de Kizuna y el arma sagrada como su medio. Si Kizuna se vuelve más fuerte, el accesorio también lo será,” explicó Glass.

¡Qué molestia! Dicho eso, no podíamos dejar a Kizuna así. No teníamos idea de cuándo Bruja, los enemigos de S’yne, o los portadores de armas vasallas restantes aparecerían para atacar. Teníamos que sanar a Kizuna tan rápido como fuera posible.

“Fuehhh…” murmuró Rishia, siendo esa su única contribución.

“¿Qué tal si toco algo de música purificadora de magia?” preguntó Itsuki.

“¿Debería cantar?” sugirió Filo, uniéndose a la propuesta de cómo romper la maldición. Eso había funcionado en el mundo del que veníamos… y en las Tierras Malditas, por ejemplo.

“Estoy segura de que podrían purificar el área alrededor de Kizuna. Muy probablemente funcionaría para protegernos, pero creo que es improbable que le haga mucho a la propia Kizuna. La causa de la enfermedad yace en su interior. Muy probablemente solo retrasarán un poco la expansión de la polución,” explicó Glass. Mientras más escuchaba, más molesta estaba resultando ser esta maldición.

Entonces Ethnobalt levantó su mano con otra propuesta.

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“Mi hogar, la Antigua Biblioteca Laberinto, tiene copias de casi todos los libros alguna vez escritos en este mundo,” explicó él. “Ahí podríamos encontrar algunas pistas acerca de cómo lidiar con esto.” Cuando nos conocimos, Ethnobalt había sido el héroe del barco de las armas vasallas, pero durante la batalla con Miyaji, él había sido escogido como el portador del libro de las armas vasallas. Él era de una raza llamada conejos de biblioteca, así que un libro definitivamente era más adecuado para él que un barco. “Algunas leyendas dicen que problemas imposibles de resolver del pasado fueron resueltos revisando los archivos de la Antigua Biblioteca Laberinto,” continuó él. Eso no sonaba muy confiable, pero probablemente era mejor que quedarse de brazos cruzados.

“Yo me quedaré aquí y continuaré tocando una canción de purificación para impedir el avance de la maldición,” dijo Itsuki. “Naofumi, tú y los demás pueden usar ese tiempo para ir y descubrir una forma de salvarla. ¿Qué te parece?” No tenía más opción que asentir a su propuesta.

“Itsuki…” dijo Rishia, un poco preocupada por él.

“No hace falta que te preocupes, Rishia. Solo tenemos que esforzarnos al máximo,” respondió él.

“Supongo que con ustedes aquí, observar y proteger a Kizuna hará las cosas más fáciles para nosotros,” razoné. No sería divertido si nuestra base de operaciones fuera atacada y cayera en manos del enemigo mientras nosotros estuviéramos tratando de encontrar un libro. Que la base fuera ocupada sería lo suficientemente malo, pero también significaría que tendríamos que rescatar a Kizuna una segunda vez.

El canto de Filo probablemente sería un buen apoyo para Itsuki, y por lo tanto decidí pedirle que también se quedara.

“Deberían saber que la Antigua Biblioteca Laberinto está ubicada a cierta distancia del reloj de arena del dragón más cercano. El viaje tomará un tiempo incluso si usamos el Retorno del Rasgo de Dragón. Tenemos que escoger bien las personas que se quedarán atrás,” agregó L’Arc.

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“¿Qué clase de lugar es la Antigua Biblioteca Laberinto?” pregunté. Antes había pasado cerca, pero no había visto el lugar detalladamente.

“Usted fue arrojado junto a Kizuna dentro del laberinto sin fin, ¿cierto, Naofumi-sama?” confirmó conmigo Ethnobalt.

“Así es,” respondí.

“La Antigua Biblioteca Laberinto es un lugar similar… una mazmorra enorme que continúa por siempre. Se dice que es el lugar donde está reunido todo el conocimiento del mundo… el destino de todos los libros,” explicó Ethnobalt. Yo aún no podía imaginar un edificio conteniendo todo lo que él estaba describiendo, pero al mismo tiempo, como un amante de los videojuegos, me parecía un lugar muy interesante. Sonaba algo parecido a los Registros Akáshicos, un tropo bastante común en mis formas de entretenimiento.

“Los conejos de biblioteca son monstruos que viven en la biblioteca. Tenemos el poder para sentir, aunque vagamente, la ubicación de los libros que las personas están buscando,” reveló Ethnobalt. Eso sonaba muy conveniente. Ellos también parecían pensar que no tener el barco de las armas vasallas iba a ralentizarnos, pero parecían estar olvidando a alguien. A mí.

“En cuanto a llegar ahí se refiere, creo que la habilidad Espejo Teletransportador del espejo de las armas vasallas puede ayudarnos. Si mi memoria no me falla, debería ser capaz de llevarnos ahí ya que es un lugar en el que ya he estado antes,” dije. El espejo de las armas vasallas estaba bastante bien dotado de habilidades de movimiento usando como medio los espejos. Tenía una selección de varias habilidades similares. El espejo era un arma bastante útil cuando se trataba de habilidades de movimiento. Al compartir rasgos con el barco de las armas vasallas, tenía habilidades como el Escudo Portal y la Transcripción de Retorno. Decir “lugar en el que ya había estado antes” tal vez era una exageración, ya que solo había estado ahí brevemente por medio del barco de Ethnobalt. Pero estaba muy seguro de que funcionaría. “Así que no hace falta preocuparnos por el tiempo de viaje,” continué. “Solo tenemos que decidir quién vendrá.”

“Los monstruos aparecerán en las áreas de laberinto, así que necesitaremos personas que puedan luchar,” agregó Ethnobalt.

“Yo.” S’yne inmediatamente levantó su mano. “En un laberinto especial—”

“S’yne está explicando que ella tiene las habilidades perfectas para ser usadas en laberintos de varios niveles,” tradujo su familiar. Pero a mí me parecía un poco inconsistente. No diría que era lo mismo un laberinto especial que un laberinto de varios niveles. De seguro varios niveles hablaba de un laberinto que tenía muchos pisos.

“No mencionaste nada cuando estábamos en ese laberinto debajo de la ciudad donde se estaba escondiendo el héroe del instrumento musical,” comenté, de forma un poco sarcástica.

“En ese laberinto—”

“S’yne está diciendo que ese lugar se sentía diferente que uno en los cuales sus habilidades funcionarían,” explicó su familiar. Me pregunté por un momento si yo sería capaz de lograr esa sensación si entrenaba un poco más.

“Es verdad que el laberinto subterráneo y la Antigua Biblioteca Laberinto tienen una estructura similar, pero las reglas que se aplican a ellos son un poco diferentes. En términos de profundidad… creo que la Antigua Biblioteca Laberinto es más profunda,” estimó Ethnobalt. A partir de mi propia experiencia en el laberinto sin fin, había habido reglas diferentes ahí, tales como una restricción a las habilidades de teletransportación.

“¿Entonces cuál es esta habilidad perfecta a la que ella tiene acceso?” pregunté. En respuesta, S’yne convirtió su arma vasalla en una bola de hilo.

“La habilidad de laberinto, Hilo de Ariadne—” respondió ella.

“Usar esta habilidad mapeará automáticamente el área siendo explorada. Si el laberinto tiene reglas que interfieren con la teletransportación, también puede ignorarlas e instantáneamente llevarte a su interior,” dijo su familiar. Eso sonaba demasiado conveniente. La clase de habilidad de retorno común que siempre aparecía en los RPGs.

“S’yne, ¿pero no que teletransportar un gran número de personas es difícil para ti?” pregunté. Recuerdo que cuando ella usó esa habilidad para teletransportarse a una aguja de marcado, dijo que era peligroso llevar a un grupo con ella.

“Todo estará bien—” dijo S’yne.

“Esta habilidad es comúnmente usada para escapar, así que la carga es casi la misma que una teletransportación individual,” explicó su familiar por ella.

“Debo decirlo… las armas vasallas de otros mundos tienen unas habilidades verdaderamente increíbles,” dijo Ethnobalt, claramente impresionado. Habiendo nacido aquí, él probablemente estaba impresionado de escuchar acerca de pasar por alto las reglas del lugar con las cuales había estado lidiando toda su vida.

Aun así, Hilo de Ariadne… Eso era famoso en mi mundo como el medio usado para escapar del laberinto del minotauro.

“Entonces estarías bien incluso si eres arrojada dentro del laberinto sin fin, S’yne,” comenté.

“Sí,” respondió ella. Eso era realmente conveniente. Si hubiéramos tenido a S’yne en ese entonces, no habríamos tenido que usar la bioplanta.

“Entonces S’yne irá. También Raphtalia y Ethnobalt… Glass, ¿qué hay de ti?” le pregunté. “¿Quieres quedarte y proteger a Kizuna?” Glass miró hacia la habitación de Kizuna por un momento, pero entonces miró de vuelta hacia mí.

“No. Necesito priorizar el encontrar una forma de sanarla,” respondió ella.

“¡Pen!” intervino Chris, acercándose a Itsuki y mostrando su intención de ayudarlo a contener la maldición. Él era un shikigami, lo cual lo hacía muy resistente a esta clase de problema. Entonces Glass iba a dejar a Kizuna con Chris y venir a ayudar en la búsqueda de la solución.

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“Bueno, eso está bien conmigo,” dije. “¿Alguien más?” Estaba bastante seguro de que las hermanas ballena asesina querrían ir—y en efecto, ellas levantaron sus manos a continuación.

“Aquí, pequeño Naofumi. ¡No queremos perdernos la diversión!” dijo Sadina.

“¡Yo tampoco!” agregó Shildina. No veía ningún problema con llevarlas a ambas.

“L’Arc, ¿qué hay de ustedes?” pregunté.

“Me encantaría ir, pero pronto habrá una ola en la nación vecina, así que necesito ir a formar parte de la reunión estratégica,” dijo él. Por supuesto, con la mayoría de los héroes sagrados muertos, la frecuencia de las olas realmente estaba aumentando. Aquellas naciones trabajando coordinadas con Kizuna y sus aliados habían sido impulsados por nuestras recientes hazañas y ahora estaban enfrentando las olas más seriamente. El que L’Arc fuera parte de esas reuniones estratégicas era completamente normal—y algo bueno.

“¿Alguna posibilidad de que sea alguna clase de trampa?” pregunté, solo para estar seguro.

“Esa es mi mayor preocupación, pero no siempre puedo terminar recurriendo a ti cuando algo pase, ¿cierto, Niño?” respondió L’Arc. Buen punto.

“El poder de este accesorio que me ha dado, Maestro Artesano, me permitirá superar cualquier dificultad que enfrentemos,” dijo Teresa. Decidí simplemente dejarla ser.

S’yne procedió a colocar una pequeña aguja en la manga de L’Arc. Ella podía usarla para moverse o espiar los eventos a distancia.

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“S’yne dice que, si este marcador es interferido o algo le pasa, ella se lo informará inmediatamente, Iwatani-sama,” informó su familiar.

“Esa es una buena idea. Si puedes realizar la reunión en un lugar que ya hemos visitado antes, eso también sería de ayuda,” sugerí.

“Claro. Tenemos la intención de realizarla en el lugar que Kyo controlaba,” respondió L’Arc. Inmediatamente supe el lugar al que se estaba refiriendo. Cuando estuve aquí antes, pasé por ahí en el barco de Ethnobalt justo antes de mi partida. Debería ser capaz de viajar ahí usando el Retorno del Rasgo de Dragón.

“Muy bien. En marcha,” les dije.

“¡Claro!” L’Arc por alguna razón se veía bastante lleno de energía. Y así Raphtalia, Raph-chan, Glass, Ethnobalt, S’yne, Sadina, Shildina, y yo nos dirigimos directamente hacia la Antigua Biblioteca Laberinto.

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