Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 18

Capítulo 2: Búsqueda en la Biblioteca

 

 

Un espejo cerca de la entrada de la Antigua Biblioteca Laberinto comenzó a brillar, y entonces mi grupo y yo salimos de él.

“Tal parece que lo logramos,” dije.





“Parece que ya ha dominado su control… pero se siente un poco diferente de una habilidad de teletransportación, ¿no?” comentó Raphtalia. Yo solo asentí. Había usado el Espejo Teletransportador para llegar aquí, la cual parecía ser una habilidad única del espejo de las armas vasallas… pero había algo que se sentía fuera de lugar al respecto. De todas formas, no era como si tuviera opción ahora mismo—incluso con el acceso a la Transcripción de Retorno o el Retorno del Rasgo de Dragón, no podía usar el Escudo Portal. Iba a tener que hacer funcionar las cosas con estas ligeramente más molestas habilidades hasta que finalmente pudiera recuperar mi escudo.

Saber que la mayoría de las armas sagradas de este mundo habían sido capturadas continuaba dejando un mal sabor en mi boca. Las armas sagradas eran como los pilares que soportaban el mundo, y por lo tanto que tres de ellas estuvieran en manos del enemigo no era bueno. Aún peor, eso también había llevado a que las armas sagradas de otros mundos fueran selladas. Con respecto a ese punto, Rishia usaba un arma de las siete estrellas, así que tal vez debimos haberla traído. Aunque ahora ya era demasiado tarde.

“Vaya… esos son muchos libros,” jadeó Sadina.

“Tú lo has dicho. La biblioteca en Q’ten Lo es diminuta comparada a esto,” agregó Shildina. Ambas hermanas ballena asesina estaban mirando a su alrededor, con los ojos muy abiertos, tal como si estuvieran en frente del quinto infierno.

“He regresado,” proclamó Ethnobalt, ante lo cual un montón de conejos de biblioteca cercanos se acercaron. Ellos retorcieron sus narices y parecían estar discutiendo algo con Ethnobalt.

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“Si. Gracias por cuidar el lugar mientras yo no estaba. Por supuesto. Lo entiendo completamente,” dijo Ethnobalt.

“Quién es ese que veo ahí… ¡hola!” Justo cuando estábamos a punto de entrar en la Antigua Biblioteca Laberinto, alguien nos habló, por lo que me di la vuelta—para ver a Altorese. Este sujeto era otro de los aliados de Kizuna, un comerciante—más bien un traficante de información. Él tenía una apariencia bastante andrógina, probablemente más adecuado para ser un poeta, o algo así. En nuestro mundo, él habría tenido una posición como la de un comerciante de esclavos.

“Escuché que algunos héroes de otro mundo estaban de visita. Supuse que podrían ser tú y tu grupo, Naofumi,” dijo Alto.

“Es bueno volver a verte. ¿No has escuchado que rescatamos a Kizuna?” le pregunté.

“Por supuesto, y he estado en contacto. ¡Tus amigos realmente estuvieron contra las
cuerdas! Puede sonar insensible, pero estaba pensando seriamente en cortar todos los lazos para evitar ser arrastrado.” El tono de Alto era relajado, pero Glass lo miraba intensamente mientras hablaba. Primero y más importante, los comerciantes eran leales al dinero. Ellos iban hacia donde soplaba el viento en vez de contra él. “Dicho eso, tampoco es como si hubiera estado vendiendo información a nuestros enemigos,” nos aseguró Alto.

“¿Estás seguro de eso?” pregunté, medio en broma. Él respondió nada más que con una pequeña risa.

“¿Y bien?” Glass no estaba dispuesta a dejar pasar el asunto. “Dependiendo de tu respuesta, podrías sentir más que solo mi ira.” Raphtalia también estaba asintiendo ante estas palabras. Los chistes de un comerciante despreocupado claramente no eran del gusto de dos chicas completamente serias.

“Esa respuesta quiere decir que él no ha hecho nada malo. Si se toman en serio todo cuando interactúan con un comerciante, ellos las harán pedazos. Créanme,” les dije.

“Naofumi-sama, usted conoce mucho de comerciantes, ¿no?” dijo Raphtalia. Esa sonaba como una declaración realmente llena de implicaciones, pero no iba a discutir sobre eso ahora.

“Alto, dinos lo que estás haciendo aquí,” dije, cambiando de tema.

“Estoy aquí por una revisión periódica del lugar. Kizuna ha ordenado una detallada revisión de toda esta biblioteca. He contratado algunos aventureros que están ahí dentro mientras hablamos, encargándose de todo,” nos informó él. Entonces parecía que estaban revisando el laberinto, en una misión patrocinada por Alto. Después de todo, este era un lugar realmente lleno de todo tipo de conocimientos.

“¿Has encontrado algo de utilidad?” pregunté.

“Lamentablemente, con todas las guerras y olas, ya no hay muchos aventureros. Lo mejor que he podido hacer es vender materiales—a precios sumamente inflados—a aquellos que pasan por aquí,” admitió Alto. Entonces los negocios seguían igual.

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“Dime, ¿viste a una pelirroja llamativa, un sujeto arrogante en una armadura brillante, y una mujer que se ve como una versión adulta de esta chica de aquí?” pregunté mientras apuntaba hacia S’yne.

“Naofumi-sama, no estoy segura de que esa sea suficiente información para él,” dijo Raphtalia.

“Cierto, ¿hablas de esos tres por los que L’Arc puso una recompensa después de ese encuentro que tuvieron? Hay descripciones de ellos circulando, pero definitivamente no los he visto,” respondió Alto. Raphtalia miró hacia Glass y esta última asintió. Parecía ser que la información estaba circulando.

“Me preguntaba si las descripciones que dimos habrían llegado hasta aquí, pero claramente te subestimé, Alto,” dijo Glass.

“Cuando el viento sopla, puedes apostar que yo lo estoy navegando,” respondió él, casi como haciendo que ser un completo oportunista fuera algo de lo que estar orgulloso.

“Vaya,” dijo Sadina, mirando hacia Alto. Sin Teresa aquí, Sadina probablemente no entendía mucho de lo que estábamos diciendo, así que me parecía más inteligente que ella mantuviera la boca cerrada. “¡Vaya, vaya!” Tal vez dándose cuenta de la mirada y actitud de Sadina, por alguna razón Alto miró hacia mí, buscando ayuda. Shildina también parecía haberse dado cuenta de algo e inclinó su cabeza hacia el costado mientras apuntaba hacia Alto.

“¿Él es igual a Kiel?” preguntó ella.

“¿Qué? ¿Kiel?” respondí. ¿Por qué pensaría ella que Alto era igual a Kiel? “¿Exactamente dónde ves similitudes entre esa cachorra glotona y Alto?”

“Todo esto es su culpa, Naofumi-sama.” Raphtalia me regañó. “Me entristece profundamente que las personas puedan decir lo que quieran acerca de Kiel, y usted ha creado todo ese malentendido.”

“Pequeña Shildina. En ocasiones puede ser mejor pretender no haberse dado cuenta de algo,” dijo Sadina. ¡Pero ella misma se había sorprendido mucho al notarlo! ¡Sea lo que sea eso!

“Lo siento, pero ¿por qué todos están apuntando hacia mí y de qué están hablando? Ni siquiera entiendo el lenguaje que están hablando,” dijo Alto, algo nervioso.

“Las hermanas ballena asesina de aquí están diciendo que eres igual que una cachorra que conocemos llamada Kiel, quien está en el borde de ser un niño y una niña,” le dije. La sonrisa de Alto repentinamente se sacudió. “Maldita sea, Alto… ¿eres una mujer?” pregunté. Él era bastante delgado para ser un hombre y definitivamente tenía un aspecto femenino… Kiel estaba probando ser una comerciante exitosa en la aldea, y si Alto compartía su mismo género, ambos comenzarían a superponerse en mi mente.

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“¿Eh?” Mientras tanto, Glass y Ethnobalt estaban mirando hacia Alto con expresiones perplejas en sus rostros.

“¿De qué estás hablando? ¿Crees que soy una mujer? ¡Si quieres hacer una broma, al menos intenta que sea una creíble!” Su sonrisa de comerciante rápidamente volvió a su rostro, pero eso solo lo hacía más sospechoso. ¡Y esas hermanas ballena asesina! No podía evitar preguntarme cómo habían visto a través de su masculinidad tan rápidamente.

“No importa si Alto es un hombre o una mujer. Por ahora dejemos eso de lado y continuemos,” dije.

“Eso sin dudas sería de gran ayuda para mí, ¿pero asumo que quieren información?” preguntó Alto.

“Incluso tú no tienes forma de saber que una vez que liberamos a Kizuna de su parálisis, ella fue corrompida por una maldición. Por lo tanto, hemos venido aquí a buscar una forma de sanarla,” respondí.

“Suena a que tienen un problema bastante serio entre manos. Este lugar ciertamente es un depósito de información de todo el mundo… y aquí también copian y replican documentos, así que definitivamente es un buen lugar para buscar,” nos dijo Alto.

“¿Quieres venir con nosotros?” pregunté.

“Muchas gracias, pero me quedaré esperando aquí. No me gusta ensuciarme las manos— al menos no con sangre,” respondió él con una sonrisa. Después de todo, él era un comerciante. Su campo de batalla era uno diferente.

“Entremos de una vez a la Antigua Biblioteca Laberinto,” dijo Ethnobalt, guiándonos hacia el interior del edificio. Pronto llegamos a lo que parecían ser unas instalaciones muy del día a día: algo que se veía como una posada y también una taberna. Recordaba haber visto varias tiendas aquí en el pasado. Caminando más hacia el interior, llegamos a una puerta muy imponente. Más allá de este lugar yacían las escaleras hacia el subsuelo.

“Más allá de este lugar yace un laberinto creado por una antigua civilización. Naofumi- sama, estoy seguro de que usted está al tanto de que este es un lugar extremadamente peligroso, así que por favor prepárense para ello antes de entrar,” explicó Ethnobalt, tal vez exagerando un poco.

“Tengo regalos de despedida para todos ustedes,” dijo Alto, entregándonos discos con forma de CDs. Esta era la misma clase de herramienta que Kizuna había usado previamente dentro del laberinto sin fin. Así que también podían ser usados aquí. “¿Saben cómo usarlos?” preguntó él.

“Tengo una idea. Pueden llevarte a un lugar registrado dentro del laberinto, ¿cierto?” dije.

“Entonces eso facilita las cosas. Ethnobalt… ¿tienes alguna idea de dónde está ubicado el libro que están buscando?” preguntó Alto.

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“Dame un momento.” Ethnobalt sostuvo con fuerza el libro de las armas vasallas, esparciendo sus páginas a nuestro alrededor y concentrándose. Parecía que él estaba usando alguna clase de poder del libro de las armas vasallas.

“El libro ha incrementado la precisión de mi habilidad de búsqueda,” explicó Ethnobalt. “Es de gran ayuda. Dicho eso… nuestro objeto deseado parece estar muy en lo profundo.”

“Entonces eso podría servirles,” dijo Alto animadamente. “Esas herramientas que les di los llevarán al piso más profundo que hemos alcanzado. Ahí hay una puerta que quería hacer que Kizuna tratara de abrirla—apreciaría que ustedes trataran de hacerlo. Si no abre, solo tomen el otro camino que verán ahí.”

Estas herramientas iban a ayudarnos mucho.

Él continuó. “Yo además trataré de recolectar información de las personas que están buscando y cualquiera que actúe de forma sospechosa. Habiendo dicho eso, ya hemos reunido bastante información.”

“Hablas de… ¿el héroe del arpón de las armas vasallas?” preguntó Glass, ante lo cual Alto asintió. Dicen que aquel que controla el flujo de la información puede controlar el mundo… pero me hacía preguntarme cuánta información sería suficiente para saciar a Alto.

Incluso si supiéramos la ubicación de la hermana de S’yne, todavía no teníamos una forma adecuada de enfrentarla. Necesitábamos encontrar cualquier forma posible de volvernos incluso un poco más fuertes—y para hacerlo, teníamos que sanar a Kizuna tan rápido como fuera posible.

“Primero necesito decir algo más,” dijo Ethnobalt. “Por favor no usen magia de fuego bajo ninguna circunstancia. Esa es una de las reglas de la Antigua Biblioteca Laberinto.” Tenía que haber una muy buena razón para eso. En cualquier caso, yo no podía usar magia de fuego.

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“En marcha,” dije. Todos asintieron. Utilizamos todos los discos al mismo tiempo, y comenzaron a girar y crear pilares de luz. Después los discos pasaron a través de sus respectivos pilares, y nosotros los seguimos.

Cuando pensaba en este mundo a partir de esta sola escena, realmente era como estar en un videojuego.

***

 

 

Después de pasar a través de los pilares de luz, emergimos en alguna clase de pasillo casi completamente lleno de libros. Uno de los libros incluso estaba volando a través del aire como una mariposa. Era un monstruo llamado Libro de Magia Demoniaco. Yo ya estaba bastante asqueado por él, y entonces el libro volador mostró sus colmillos y atacó.

Con un jadeo de sorpresa, rápidamente recité el Espejo de Polvo de Estrellas y creé una barrera, pero el libro extendió sus páginas y lanzó agua.

“¡Ha!” Raphtalia desenfundó la katana de su vaina y liberó un corte en estado Haikuikku antes de envainarla de nuevo. Eso se encargó de los monstruos con forma de libro más cercanos, pero una bandada de refuerzos ya estaba volando en nuestra dirección. ¡Era por esto que debías permanecer en silencio en la biblioteca!

“¡Yah!” Ahora Glass mató a uno de los libros con su abanico.

“¡Formación Uno, Escudo de Cristal!” Dejé que uno de los libros atacantes mordiera mi Escudo de Cristal. Los fragmentos de vidrio que se esparcieron lo debilitaron.

“¡Ha!” S’yne usó sus tijeras para cortar el libro. Parecíamos estar derrotándolos con bastante facilidad.

“¡Pequeño Naofumi! ¿Libros voladores? ¡Estos sí que son monstruos divertidos!” dijo animadamente Sadina, emocionándose un poco otra vez.

“¡Esta es la gran ciudad! ¡Deja de actuar como una campesina!” le dije. Shildina parecía estar tomándose las cosas con un poco más de calma.

“¡Hay muchos de ellos, así que es mejor que nosotras también ayudemos!” dijo Sadina.

“¡Cuenta conmigo!” dijo Shildina.

“Solo no se dejen llevar demasiado,” les advertí. Sadina procedió a atravesar un libro con su arpón, mientras Shildina imbuía magia en un ofuda y después activaba un hechizo. Una masa de agua emergió del ofuda, mojando el libro y derrotándolo. A partir de la advertencia de Ethnobalt, parecía que el fuego no estaba permitido, pero sí el agua—no estaba muy seguro de cuál era el criterio.

“Hay monstruos bastante bizarros ahí afuera, ¿eh?” dije. Estas cosas eran casi como esos monstruos con forma de globo. Ojeé a través de las páginas de uno derrotado para ver qué había en su interior. Estaba escrito en un lenguaje que yo no podía leer. Ethnobalt también tomó uno.

“¿Vas a copiarlo?” le pregunté. Este lugar básicamente era un depósito de armas para el libro de las armas vasallas. Había innumerables armas potenciales simplemente tiradas en el suelo.

“… Como sospechaba, no puedo copiar monstruos. Además, los libros tienen clasificaciones de calidad y categoría. Cada uno de los libros no es considerado como un arma individual para ser desbloqueada. Naofumi-sama, ¿no se ha encontrado con algo así? ¿Un arma que se convierte en algo más cuando es copiada?” preguntó Ethnobalt.

“Sí,” respondí. Un ejemplo era la Coraza de la Tortuga Espiritual. Tal vez fue porque estaba conectado con el Escudo del Corazón de la Tortuga Espiritual, ya que se había convertido en algo diferente del arma que el Viejo me había fabricado.

“Tiene que ser un libro que funcione como arma, y el contenido del libro también hace la diferencia,” explicó Ethnobalt.

“Mmm… ¿es así de simple?” Sonaba a que estaría bien absorber uno con el espejo, así que lo intenté. El resultado fue un espejo que se veía como un libro cerrado con el nombre de Espejo de Libro Demoniaco. El bono de equipo era magia +3. Esta categoría de monstruo muy probablemente tenía múltiples tipos diferentes. En cuanto a su apariencia, se superponía con el Escudo de Libro.

Los monstruos también dejaban un material llamado polvo de intelecto. Las pociones creadas usándolo podían ser vendidas por una gran cantidad de dinero, y también tenían alguna clase de efecto de dopaje. Era un objeto que se parecía a las semillas de ese viejo RPG. Con una de cada tipo, un héroe podía obtener niveles solo al desbloquear un arma de cada una de ellas. Estos eran materiales que los aventureros que habían alcanzado el límite de nivel guardaban como un tesoro. Tal vez eso explicaba por qué había personas tan fuertes en este mundo, incluso cuando esas personas no tenían un arma vasalla. Me pregunto si debería recolectarlas para fortalecerme.

Dejé eso de lado y comprobé mis alrededores. Tal como Alto había dicho, parecíamos haber llegado a una bifurcación en el camino. Un camino tenía una gran puerta, la cual estaba cerrada. El otro estaba despejado para continuar.

“¿Vamos a atravesar esta gran puerta cerrada?” pregunté.

“Si. Eso fue lo que sugirió Alto—que tal vez Kizuna podría abrirla,” dijo Glass.

“¿Entonces estamos aquí para rescatar a Kizuna, pero necesitamos a Kizuna para hacerlo? Tendremos que lidiar con eso después. ¿Qué hay por aquí?” Apunté hacia el camino sin la puerta cerrada.

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“Ahí abajo hay una mazmorra. Todavía no ha sido completamente explorada,” dijo Ethnobalt.

“Yo diría que ya estamos en una mazmorra bastante grande,” comenté. Este lugar era un laberinto, ¿cierto? ¿Cuál era la diferencia? ¿Más bifurcaciones sin sentido y callejones sin salida?

“Lo que hay detrás de la puerta… es lo importante aquí. ¿Por qué Alto creía que Kizuna sería capaz de entrar?” pregunté.

“Solo mire la puerta,” respondió Ethnobalt, apuntando hacia el gran escrito en ella. Estaba bastante gastado y no podía leerlo, pero se veía como alguna clase de gravado. Había visto un gravado similar—o símbolo—en nuestro mundo. La Iglesia de los Tres Héroes—de hecho, era la Iglesia de las Cuatro Armas Sagradas—tenía un símbolo como este.

“Dice las cuatro armas sagradas en un lenguaje ancestral,” reveló Ethnobalt.

“Ya veo. ¿Entonces la idea era que una de ellas sería capaz de abrirla?” pregunté.

“Así es,” respondió él. Había una gran gema en el lugar que se veía como una cerradura. Esto definitivamente parecía algo que solo uno de los cuatro héroes sagrados podría abrir. En ese momento, la gema del espejo comenzó a brillar como si estuviera tratando de decir algo.

Este algo estaba conectado con mi escudo. ¿Eso significaba que la consciencia de Atla estaba tratando de decirme algo?

“¿Crees que fallar en la verificación vaya a activar alguna clase de trampa?” pregunté.

“Honestamente… no lo sé,” admitió Ethnobalt, un poco de mala gana. Supongo que eso era pedir demasiado.

“Acabamos de llegar aquí. Si un monstruo sale, simplemente tendremos que derrotarlo. Si pasa algo que no podamos manejar, solo nos iremos,” razoné. S’yne ya estaba preparándose para partir ante la orden. Me paré en frente de la gran puerta y levanté el espejo. La gema en la puerta comenzó a brillar y un haz de luz se extendió hacia el espejo. Una vez que esa luz alcanzó la gema del espejo, hubo un tintineo, la cerradura de la puerta se abrió, y la puerta se extendió de par en par.

Otra escena sacada directamente de un videojuego.

“Parece que una de las armas sagradas de otro mundo también puede abrirla,” dijo Raphtalia.

“Probablemente cualquier usuario de arma sagrada o vasalla,” dije.

“Dulce Naofumi, tal parece que todo salió bien, y eso es todo lo que importa,” dijo Shildina.

“Es un poco optimista, pero está bien. Shildina, ¿no puedes sentir nada? Tú puedes leer cosas de tiempos ancestrales, ¿cierto?” pregunté.

“Mmm… desafortunadamente mi precisión ha estado fallando un poco, y no soy exactamente omnipotente. Esto se ve demasiado antiguo para extraer cualquier pensamiento residual—de hecho, de todas formas no es algo que los recolectaría,” destacó Shildina. Bien, eso sonó como un fracaso total.

“Continuemos,” dije.

“Claro… si está seguro de que no es peligroso,” dijo Raphtalia, preocupada.

“Rafu,” dijo Raph-chan.

“Raph-chan es sensible a esta clase de trampas, ¿cierto?” confirmé. Ella puso una pose de confianza en respuesta. A mí todo me parecía en orden. Solo tenía que rezar para que las cosas siguieran así de bien.

Más allá de la puerta, rápidamente llegamos a unas escaleras que se dirigían hacia abajo.

“Tengan cuidado con los monstruos,” dijo Ethnobalt, mirando cuidadosamente a su alrededor. “También voy a investigar nuestros alrededores un poco mientras avanzamos. Podríamos ser capaz de encontrar algo de información útil.”

“Claro,” respondí. En cuando a los monstruos… no se veían como algo que no pudiéramos manejar. Eran fuertes, pero no rivales para algunos de los portadores de armas vasallas más fuertes de este mundo. La única cosa que se veía interesante era lo que parecía ser un basurero que estaba casualmente colocado a un lado del camino. Estaba lleno de los que parecían ser muchos objetos de utilidad. Glass y Ethnobalt dijeron que era un cofre del tesoro, pero a mí no me parecía más que un basurero. Había otras cajas que se veían más como un cofre, como también pequeñas cajas que tenían una cierta vibra de valor.

Miré hacia una de las estanterías en la pared.

“Con tantos libros, apuesto a que hay información muy importante acerca de las olas en uno de ellos,” comenté. Quizás algo más fácil de entender que esos antiguos textos que incluso Rishia y Basura no pudieron descifrar. “¿Qué clase de libros podemos esperar encontrar aquí abajo?”

“Bueno… historias escritas por autores desconocidos, y todo tipo de materiales. Incluso hay algunos libros ahí por los cuales los líderes mundiales no están muy complacidos con su existencia,” explicó Ethnobalt. Dejé salir un pequeño silbido. Supongo que eso era de esperarse de una biblioteca de este tamaño. “También hay muchos que están tan encriptados que es casi imposible leerlos.”

“Entonces no nos serán de ayuda, incluso si hablan de las olas,” reflexioné.

“No tiene que preocuparse de eso. Usted tiene a un conejo de biblioteca aquí; puedo entender el contenido general,” respondió Ethnobalt.

“¿De verdad?” le pregunté.

“Si. Soy capaz de determinar si los textos que encontremos servirán o no a nuestros propósitos,” respondió Ethnobalt. Es decir, había un ave cuyo mayor placer era jalar de un carro, así que supongo que también podía haber un conejo con una función de búsqueda de libros. “En una nota relacionada, después de haber investigado nuestras cercanías, no veo nada que pueda ser de ayuda para nosotros, así que continuemos. Siento que es un poco más adentro.”

Continuamos caminando, revisando los libros mientras avanzábamos.

En los videojuegos en ocasiones había mazmorras dentro de las bibliotecas, pero ahora estaba entendiendo que en realidad no capturaban la esencia de buscar un libro dentro de un mar de ellos en la vida real. Incluso apoyándonos en los instintos de Ethnobalt, esto iba a tomar demasiado tiempo.

“¿No podemos primero llegar lo más al fondo posible y después buscar mientras regresamos?” sugerí.

“Esa no es una mala idea… pero podríamos pasar justo al lado del libro que podría terminar con toda esta expedición,” razonó Ethnobalt, incluso mientras tomaba un libro, lo ojeaba, y después lo regresaba a la estantería. Mientras lo hacía, los libros de una estantería cercana revolotearon en el aire, formando… un dinosaurio… tal vez. No, era un dragón. El nombre del monstruo era Dragón de Tomo Mágico. Ahora las cosas se estaban poniendo un poco locas. ¡Un dragón creado de libros! ¿Esto era alguna clase de broma?

“Otra pila de libros. Otro viejo monstruo polvoriento. Vamos a luchar,” dije, sin una pizca de entusiasmo.

“¡Aquí vamos!” dijo Raphtalia, mucho más animada que yo. La batalla misma… ni siquiera valía la pena mencionarla. Otra victoria contundente. Ethnobalt recogió el libro que había formado el órgano más importante del Dragón de Tomo Mágico y revisó su contenido.

“… Este libro habla acerca del Dragón Demonio. También describe las técnicas que usaba a través de un completo entendimiento de la magia del mundo para extraer poder de subordinados distantes y formar poderosos hechizos mágicos,” dijo Ethnobalt.

“Sí, recuerdo a ese sujeto,” murmuré. En nuestro mundo, el Dragón Demonio se había apoderado de Gaelion, absorbido a Filo, y después incluso hackeado mi escudo.

“Hay una posibilidad de que mi habilidad de búsqueda de conejo de biblioteca me guiara a este libro porque el Dragón Demonio conoce la forma de romper la maldición sobre Kizuna,” reflexionó Ethnobalt. Entonces él limpió el polvo del libro y lo colocó de vuelta en su lugar en la estantería. Los otros libros que habían formado al dragón también procedieron a regresar a sus estanterías. Algunos de ellos ahora estaban bastante golpeados—por un momento me pregunté si eso sería un problema.

Continuamos explorando el laberinto. Sin embargo, los monstruos que se nos opusieron también continuaron volviéndose más fuertes. Aún no nos habíamos encontrado con uno que pudiera atravesar mis defensas, pero el Espejo de Polvo de Estrellas estaba siendo destruido con más frecuencia que cuando llegamos. Ya debería estar muy fortalecido… y además S’yne estaba comenzando a respirar con dificultad… Claramente no habíamos alcanzado el límite de poder de este mundo.

“¿Deberíamos tomarnos un pequeño descanso?” sugerí.

“Si. Esa es una buena idea,” respondió Raphtalia.

“Yo puedo seguir,” dijo Sadina. “He estado obteniendo mucha experiencia.”

“¡Yo también!” agregó Shildina. Es decir, para aquellos dentro del grupo que no eran portadores de armas vasallas—Raph-chan y las hermanas ballena asesina—la experiencia probablemente era abundante. Para los portadores de armas vasallas, tener a dos o más de ellos luchando juntos significaba que no recibían ninguna experiencia. Con Raphtalia, Glass, Ethnobalt, y yo aquí, teníamos un total de cuatro. Se sentía como un desperdicio.

En cualquier caso, todos aceptaron mi propuesta, por lo que decidimos tomarnos un descanso.

“No sé cómo funcionan las cosas aquí abajo, pero está comenzando a oscurecerse. ¿Ni siquiera tenemos permitido encender una fogata?” pregunté. Nos habían informado que el fuego no estaba permitido, pero aún no entendía la razón. Un poco de comida caliente ayudaría mucho ahora mismo.

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“No, ni siquiera una fogata. No están permitidas llamas de ningún tipo dentro de la Antigua Biblioteca Laberinto,” respondió Ethnobalt, sacando un farol que brillaba con una luz mágica y colocándolo en el centro de nuestro círculo.

“Lo dijiste cuando llegamos aquí, pero ¿por qué? Muchos de los monstruos aquí se ven débiles al fuego, así que se siente un poco injusto que no podamos usarlo en lo absoluto,” razoné.

“Bueno… vea esto.” Ethnobalt abrió su libro, murmuró algo, y una pequeña llama apareció en el aire. Inmediatamente hubo un ruido fuerte, y un texto comenzó a flotar en el aire a su alrededor. Casi se veía como algo sacado de una película de terror. Dentro de todo el texto, había algo en japonés que podía leer. ¡El Fuego No Está Permitido Bajo Ninguna Circunstancia! Ethnobalt extinguió su llama y el texto desapareció. Era como si estuviéramos bajo una estricta vigilancia, lo cual era un poco preocupante.

“Primero solo recibes una advertencia. La próxima vez tu magia es sellada por un tiempo. Si continúas ignorando las advertencias, monstruos poderosos se sentirán atraídos hacia ti. Si persistes incluso después de aquello, serás expulsado a la fuerza e incapaz de regresar por un cierto periodo de tiempo,” explicó Ethnobalt.

“Ya veo. Tal como dijiste, Ethnobalt, este es un laberinto con una restricción completa del uso del fuego,” dije.

“Exactamente. Aunque puedes usar prácticamente cualquier otra cosa que quieras,” respondió él. La magia de agua mojaría los libros, ¿entonces por qué el fuego estaba prohibido? De todas formas, no tenía caso pedir una respuesta de un lugar tan bizarro como este. Si fuera por mí, toda esta basura de otro mundo podía irse a la mierda.

“Qué lugar tan divertido,” dijo Sadina. “Es como luchar usando las reglas especiales de un coliseo.”

“Bueno, me alegra que te estés divirtiendo, pero eso no resuelve este problema,” dije.

“No es un problema para mí,” dijo Shildina con desdén. “De todas formas no soy buena con el fuego.” Ella tenía un buen punto—no había nadie aquí que fuera particularmente hábil con el fuego. Tal vez mi Escudo del Odio caería dentro de esa categoría, pero mi arma actualmente era el espejo y no tenía acceso a ese escudo.

“Tomen turnos para vigilar,” les dije.

“Naofumi, no puedes cocinar sin fuego, ¿o sí?” dijo Glass. Me pregunto por qué mi comida estaba siendo mencionada de nuevo. ¿De verdad estaba tan asustada de ser forzada a comer más de mis platillos?

“De hecho hay varias cosas que puedo preparar sin fuego. No soy Kizuna, pero está el sashimi y otros platillos crudos,” respondí, un poco vengativamente. Y eso era solo si evitabas la comida que requería estrictamente el fuego. “Todo lo que necesito es algo de calor. Quizás haré que Sadina… Esperen, no podemos usar magia de nuestro mundo. Haré que Shildina use uno de sus ofudas para crear un rayo para calentar una placa de metal. Entonces podré cocinar sobre eso.” Shildina inmediatamente se vio emocionada de intentarlo, probablemente debido a que era algo que ella podía hacer y Sadina no.

“Vaya,” dijo Sadina.

“¿Lo intento?” preguntó Shildina.

“No hay necesidad. ¿Olvidaron qué es lo que tenemos aquí? Armas vasallas. No hace falta preocuparse por su sabor, solo preparen algo de comida,” les dije.

“Naofumi-sama, usted no es quisquilloso, ¿o sí?” dijo Raphtalia.

“No tengo problemas con que las personas sean quisquillosas acerca de comer comida deliciosa, pero eso no tiene sentido si colapsas de hambre,” contrataqué. Podíamos crear comida usando recetas y nuestras armas. Siempre terminaba siendo comida regular, nada deliciosa, pero tampoco desagradable. “Shildina, pediré tu ayuda si la necesito… pero todo esto será inútil si comemos demasiado y no podemos luchar. Ahora tomen turnos para descansar y después continuemos.”

“Definitivamente lo mejor es evitar comer demasiado,” dijo Glass con un suspiro.
Procedimos a tomar turnos para descansar.

***

 

 

Después de terminar nuestro pequeño campamento dentro de la biblioteca, comenzamos a explorar el laberinto una vez más. Ambos lados del camino hacia el frente continuaban rodeados de estanterías, lo cual parecía extenderse hasta el infinito. De vez en cuando llegábamos a un espacio abierto lleno hasta arriba de estanterías por todos lados o teníamos que escalar para continuar. Otras veces nos encontrábamos girando a la izquierda, después a la derecha, luego a la izquierda de nuevo, pero con el Hilo de Ariadne de S’yne y el ultrasonido de las hermanas ballena asesina, nunca nos perdimos. Completar un laberinto siempre era más fácil cuando era visto desde arriba. Expandir el rango que podía ser visto, incluso un poco, podía llevarte más cerca de la salida. También teníamos a Raphtalia y Raph- chan, con su resistencia a la clase de trampas mágicas que estábamos enfrentando, así que también eran de gran ayuda.

Sin embargo, para la tarde de nuestro segundo día, comencé a preguntarme qué tan grande era este lugar.

“Ethnobalt, ¿todavía no hay señal de un libro que pueda ayudar a sanar a Kizuna?” pregunté. Ethnobalt procedió a usar su habilidad de búsqueda una vez más.

“Estamos muy cerca,” reportó él. “Creo que solo falta un poco más.” Procedimos a despejar la mazmorra y avanzamos un poco más. Entonces, tanto Raph-chan, las hermanas ballena asesina como Ethnobalt reaccionaron al mismo tiempo a una estantería frente a nosotros.

“¡Rafu!” dijo Raph-chan.

“¿Oh?” dijo Sadina.

“Ahí…” dijo Shildina.

“Hay algo en esa estantería,” confirmó Ethnobalt. Caminé y me paré frente a ella.

“Me pregunto si va a pasar algo trillado,” murmuré—refiriéndome al viejo caso de jalar un cierto libro para abrir un pasaje secreto. Por supuesto, todo esto podría ser una trampa— o jalar un cierto libro podría proporcionar alguna clase de llave o pistas para un futuro acertijo.

“¡Bien! ¡Voy a sacar los libros!” dije.

“Adelante,” me dijo Ethnobalt. Procedí sacar bruscamente los libros de la estantería y rápidamente encontré uno que parecía estar fijo en su lugar. Lo jalé, y con un tintineo, la estantería se movió hacia atrás, alejándose de mí. Bien, eso fue genial. Era mi primera vez viendo algo así en persona. Sin embargo, más allá de la nueva abertura había otra puerta grande y llamativa como por la que habíamos entrado al laberinto. Otro haz de luz se extendió desde la gema y tocó la gema del espejo, pero entonces comenzó a parpadear y desapareció.

“¿Mm? ¿Falló? ¿Tal vez esta necesita un arma en particular para ser abierta?” me pregunté.

“Ese podría ser el caso,” respondió Raphtalia.

“Espero que haya una forma de abrirla… pero tengo la ligera sospecha de que no seremos capaces,” murmuró preocupadamente Ethnobalt. Él era originario de aquí, así que probablemente lo sabría—y al final, después de probar con todas nuestras armas, ninguna de ellas abrió la puerta.

“Esto sí que es una molestia,” me quejé. “No hay mucho que podamos hacer si tenemos que reunir todas las armas vasallas o sagradas para avanzar.” Todas estas molestas trampas finalmente estaban comenzando a hacerme enojar. Comencé a preguntarme si solo podíamos derribarla. Considerando las medidas tomadas contra aquellos que usaban fuego, probablemente terminaríamos expulsados.

Una vez más miré hacia la cerradura de la puerta, esperando encontrar alguna clase de pista. Parecía estar describiendo alguna clase de árbol de cerezo.

“Eso se ve como una flor,” dije.

“En efecto… ¿pero qué clase de flor es?” comentó Ethnobalt, aparentemente confundido.

“Un lumina de sakura,” susurró suavemente Shildina. Miré de nuevo y en efecto, tenía
un cierto parecido.

“Lo siento, pero probablemente no lo es. Esa no es una flor de sakura,” dije. Aunque definitivamente era alguna clase de planta.

Entonces me di cuenta de algo.

“En nuestro mundo, la nación aislacionista de Q’ten Lo desempañaba el papel de pacificador si los cuatro héroes sagrados o los héroes de las siete estrellas perdían el control, ¿cierto?” confirmé.

“Sí, así es,” dijo Raphtalia.

“Entonces incluso en este mundo diferente, también tienen a cuatro héroes sagrados— lo cual significa que aquí también podríamos encontrar naciones, tecnología, o papeles similares a los que hay en nuestro mundo, ¿cierto?” continué.

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“¿Cree que las herramientas de alguien relacionado a eso es la llave aquí?” preguntó Raphtalia.

“Podría ser,” respondí.

Ante mi respuesta, Raph-chan aplaudió con sus patas. Después ella saltó hacia Raphtalia y apuntó mientras dejaba salir un fuerte “¡Rafu!” Parecía ser que ella estaba a punto de comenzar algo.

“Raphtalia, ¿por qué no intentas usar tus propios poderes como pacificadora?” le pedí. Lamentablemente, yo era incapaz de usar el poder del Escudo de Piedra de Sakura del Destino, pero Raphtalia debería ser capaz de usar sus poderes como Emperatriz Celestial.

“Puedo usarlos como una habilidad…” dijo ella.

“Si puedes hacer algo para ayudar a Raph-chan, podríamos ser capaces de abrir esta puerta,” dije.

“Muy bien. Lo intentaré,” accedió Raphtalia. Ella procedió a desenfundar su katana y la sostuvo en frente suyo. Ella reguló su respiración para igualar la de Raph-chan y comenzó a concentrar su poder.

“¡Rafu!” Raph-chan pisó con fuerza el suelo con una pata. Un círculo mágico apareció en el suelo, extendiéndose en sincronización con Raphtalia. Parecía que ella definitivamente podría usar su poder de Emperatriz Celestial.

“Cinco Prácticas de la Esfera Creciente del Destino…” con un quejido, Raphtalia se tambaleó en su lugar. Después Raph-chan dejó salir un gran y prolongado “¡Rafu!” Ambas claramente se estaban esforzando al máximo, pero la puerta ni siquiera se movió. Podía notar que estaban esforzándose más de lo que deberían. Parecía ser que no había forma de abrir esta puerta a la fuerza.

“Raphtalia,” dijo Glass y se movió hacia la tambaleante Raphtalia, pisando dentro del círculo mágico en el proceso. Eso causó que el patrón del círculo mágico que Raph-chan y Raphtalia habían creado se sacudiera por un momento. La propia Glass brilló tenuemente.

“¡Ah!” Glass, pensando que había—literalmente—dado un paso con el pie equivocado, intentó salir del círculo.

“Todo está bien, Glass,” le dijo Raphtalia.

“¡Rafu!” estuvo de acuerdo Raph-chan. Mientras Raphtalia sonreía, Raph-chan recolectaba algo para crear una bola de magia y la empujaba hacia la puerta. Con un suave tintineo… la puerta se abrió suavemente.

“No puedo creer que de verdad haya funcionado,” dije. En términos de videojuegos, se sentía tan extraño como usar la llave de una mazmorra para abrir la puerta de una mazmorra totalmente diferente—como que algo que nunca debería haber estado permitido estuviera pasando justo frente a mis ojos. Habría sido típico de mí pensar que el resultado era todo lo que importaba, pero en este caso, incluso yo no podía aceptarlo.

“Glass, ¿qué dice tu intuición acerca de esto? ¿Tienes alguna idea de lo que acaba de pasar?” preguntó Raphtalia.

“No me digan, ¿Glass es como la Raphtalia de este mundo? ¿De verdad somos tan afortunados?” dije. ¿De verdad ella era la Emperatriz Celestial del mundo de Kizuna? Sonaba bastante plausible, pero entonces estaba la propia Raphtalia—alguien con la sangre de un pacificador, siendo la compañera de uno de los cuatro héroes sagrados.

“… No, lo siento, pero no tengo idea de cómo sucedió esto,” respondió Glass.

“Quizá pasó porque eres una Espíritu,” dijo Shildina. Sí, eso pudo haber sido. Los requisitos solo habían sido cumplidos por coincidencia.

“Una vez que hayamos salvado a Kizuna, podría valer la pena revisar tu árbol genealógico,” le dije a Glass. Si teníamos suerte, podríamos encontrar armas parecidas a las de piedra de sakura del destino u otra información de utilidad. Después de todo, aquel que conocía dónde estaban las pistas que Ethnobalt necesitaba podría estar escondido. “De hecho, ¿tal vez esa información está en algún lugar dentro de esta biblioteca?” dije.

“Hay una cantidad verdaderamente astronómica de libros almacenados aquí, así que incluso con mi habilidad de búsqueda… solo puedo sentir una ubicación aproximada,” explicó Ethnobalt. “Y además está en un lugar mucho más profundo.” Si había algo que ganar de ello, teníamos que intentarlo. Parecía una pista demasiado evidente como para dejarla pasar. Seguimos avanzando, esta vez sintiéndonos en parte llenos de expectación y en parte ansiosos.

Lo primero que encontramos fue una escalera en espiral, la cual parecía llevar hasta el infinito. La falta de estanterías era un cambio chocante.

“Tal parece que vamos a bajar,” dije.

“En efecto,” estuvo de acuerdo Raphtalia.

“¡No puedo esperar para ver lo que hay ahí abajo!” exclamó Sadina.

“¡No hace falta emocionarse tanto!” respondí. No estábamos aquí en un divertido paseo en el bosque. Sin embargo, incluso mientras pensaba eso, también me preguntaba si ser capaz de disfrutar lo que sea que este mundo—estos mundos—te lanzaban era la única forma de sobrevivirlos. Yo no estaba al nivel de los otros tres héroes, pero era posible disfrutar un poco esta experiencia comparándola con un videojuego. Solo tenías que tener cuidado de no pensar que de verdad era uno.

Bajamos por lo que parecía un vacío sin fin. Al menos aquí abajo no había monstruos. Después de todo, no teníamos idea de cuándo había sido creado este lugar, y había estado muy escondido dentro de la estantería y la puerta—parecía improbable que hubiera monstruos vagando por aquí. Continuamos bajando y finalmente llegamos al fondo de la escalera en espiral.

Eso daba hacia otro pasillo, el cual daba hacia un interruptor. Bajar el interrumpir abrió la pared. Me pregunto si era seguro pensar que ahora estábamos dejando el pasadizo secreto. Aunque, al hacerlo, salimos hacia una habitación. En el lado derecho estaba lo que se veía como el interior de una puerta cerrada. En el lado izquierdo… tuve que comprobarlo dos veces. Había libros flotando en el aire como peldaños, dando hacia una cámara creada de estanterías en lo alto.

“Este lugar… podría ser la cámara del maestro bibliotecario. Las leyendas hablan de tal lugar,” jadeó Ethnobalt.

“Se siente como que un monstruo bastante desagradable probablemente está esperando ahí arriba,” comenté.

“Yo también lo siento, pero esa no es razón para considerar darnos por vencido,” dijo Raphtalia.

“Eso nunca pasó por mi mente. Que todos se preparen para luchar de ser necesario,” les dije. Todos asintieron o expresaron su acuerdo, y conmigo a la cabeza, subimos por los peldaños de libros y avanzamos hacia la cámara en lo alto.

“Después de todo no parecen haber monstruos aquí,” dije, mirando a mi alrededor. Nada parecido llamó mi atención. Fui golpeado por la desagradable idea de que el jefe podría aparecer una vez que tocáramos o sacáramos algo. La cámara contenía una estantería brillante… y, más allá de eso, un pequeño frasco rojo sobre una mesa de madera. El frasco tenía una barrera rodeándolo, probablemente indicando su importancia. Y el frasco también estaba brillando. Las paredes de la cámara se veían extrañas. En lugares sin estanterías, había murales o algo pintado en las paredes. Se veían como paredes de pirámides, muy simbólicas. Una mostraba una criatura con forma de gato con alas. Me pregunto qué podrá ser. La cola era más como la de un reptil que como la cola de un gato. Incluso parecía estar usando ropa. ¿Qué era esto? ¿Alguna clase de monstruo único de este mundo?

Además, parecía haber imágenes de las armas sagradas… y también de las armas vasallas. Estaban dibujadas como si estuvieran brillando.

El pequeño frasco, mientras tanto, contenía un líquido rojo que parecía sangre. Toqué la barrera e instantáneamente se dispersó. Después de levantar el frasco, olí su contenido. También olía a sangre.

“¿Qué es esto? ¿El santo grial?” Otro desarrollo que aparecía frecuentemente en esta clase de escenarios de fantasía—la sangre de un santo del pasado.

“Ese debe ser el veneno especial del que escribió en sus notas el primer maestro bibliotecario,” reflexionó Ethnobalt.

“¿Entonces es importante?” pregunté.

“Si, pero el único registro está en aquellas notas dejadas por el primer maestro bibliotecario. Tal parece que aquí es donde lo dejó,” respondió Ethnobalt. Shildina estaba mirando hacia el frasco con una mirada de sospecha en su rostro, y entonces habló.

“No creo que sea algo bueno o malo… pero este frasco tiene algo increíble en su interior. Algo diferente de los pensamientos residuales,” explicó ella.

“¿Este frasco?” pregunté. Decidí tratar de valorarlo… y estuve sorprendido por el resultado. Tal vez la información era demasiado densa, o había mucha de ella, ya que mi valoración falló. Esto realmente era algo fuera de lo normal, eso era seguro.

“Esta cosa se ve muy peligrosa,” dije.

“Las notas del primer maestro bibliotecario lo describen. Una gota significa dolor eterno, dos gotas soledad eterna, y tres gotas… significa algo realmente horrible,” reveló Ethnobalt.

“Esta es una sustancia absolutamente peligrosa,” comenté, dando un silbido, y preguntándome si era usada para suicidios. Tal vez el primer maestro bibliotecario tomó su propia vida usándolo, pero ¿por qué dejarlo con tanto cuidado para sus sucesores? Dicho eso, no parecía quedar mucho. “Suficiente de la clase de toxicología. ¿Qué hay de la estantería?” Sin embargo, en el momento que la toqué, mis dedos fueron repelidos, sacando chispas.

“Tal vez no podemos—” comenzó a decir S’yne.

“S’yne dice que tal vez solo podemos tomar uno de esos dos,” transmitió su familiar. “Ella ha visto tesoros como ese en el pasado.”

“¿Qué? ¿Entonces lo arruiné todo por tocar las cosas sin pensarlo?” dije. ¡Sería una verdadera molestia si ese era el caso!

“No… creo que tengo una explicación diferente,” intervino Ethnobalt, estirándose para tocar la estantería. En ese mismo instante, letras desde la estantería comenzaron a avanzar hacia él a través de las paredes.

“¡Cuidado!” Empujé a Ethnobalt hacia el costado y levanté mi espejo, pero las letras me atravesaron y continuaron hacia Ethnobalt. Él jadeó de la sorpresa.

“¿¡Estás bien!?” grité. Parecía que las letras prácticamente lo estaban cubriendo, y después solo desaparecieron.

“Estoy bien. Parece que era alguna clase de dispositivo de verificación de conejo de biblioteca, y ahora tengo la autoridad adecuada desplegada en mi campo de visión,” reportó él.

“Ya veo,” respondí. Eso sonaba prometedor.

“Ahora usaré la autoridad como el maestro bibliotecario para romper el sello de la estantería,” dijo Ethnobalt. Él cambió a su forma de conejo y extendió su pata. La luz alrededor de la estantería brillante procedió a desaparecer. Parecía ser que la barrera había sido removida. Después Ethnobalt sacó algunos libros y comenzó a leerlos.

“Parece que… esto es lo que vinimos a buscar. Explica cómo romper maldiciones sobre las cuatro armas sagradas, dentro de otras cosas.”

“Suena bien,” dije.

“Además… aquí hay un texto antiguo, tal como el que le di a Rishia,” reportó Ethnobalt.

“Ella dijo que no pudo descifrar ese… pero ¿quizás ella primero necesita este libro?” supuse. Ethnobalt me enseñó una página. Las imágenes en ella se veían muy familiares. También estaba esa especie de gato alado en las paredes de esta cámara. Parecía estar atacando algo que tenía un halo, pero no podía sacar nada de ella.

“Por favor descífralo con Rishia una vez que regresemos,” le pedí.

“Por supuesto. Antes cuando discutimos este asunto, parecía que ella estaba más adelantada que nosotros. Si trabajamos juntos, estoy seguro de que procederemos a desenterrar la verdad de las olas,” dijo Ethnobalt.

“Cuento contigo,” le dije. Ethnobalt continuó leyendo el libro acerca de maldiciones.

“Bien… parece que el frasco que tomó también es efectivo para remover cualquier problema que tengan las cuatro armas sagradas,” reportó él.

“¿En serio?” pregunté.

“Si. Tiene varias aplicaciones. Tal parece que hemos completado nuestra misión,” dijo Ethnobalt. Él procedió a sacar el disco de su bolso y lo imbuyó con alguna clase de magia. “Eso completa el registro de la ubicación. Ahora podemos regresar en cualquier momento, lo cual significa que ya podemos irnos.”

“Esto no tomó tanto tiempo como esperaba. Es un poco decepcionante para mí,” reflexionó Sadina.

“Si me preguntan, mientras más rápido, mejor,” respondió Shildina, oponiéndose rápidamente a su hermana.

“Así es,” agregó Raphtalia. Yo también pensaba que lo mejor era alcanzar nuestro objetivo tan rápido como fuera posible.

“Pero todavía hay un camino que va más abajo. Parece que este no es el piso más profundo,” dijo sugestivamente Sadina.

“En un videojuego, ese sería contenido opcional. Debe haber magia poderosa o mejores recetas para armas o materiales ahí abajo, pero también es un desafío más difícil,” les dije. Raphtalia y Glass se dieron la vuelta para mirar el camino hacia abajo, con sus ojos de pronto muy serios. Tenía que admitirlo, yo también sentía la tentación. Necesitábamos incrementar nuestra fuerza tanto como fuera posible. “Si tenemos tiempo en el futuro, podemos regresar junto con Itsuki, Kizuna, y los demás,” dije.

“Buena idea,” dijo Raphtalia.

“Primero necesitamos concentrarnos en encontrar mejores recetas de comida,” intervino Glass. Ella todavía estaba con eso.

“Buscar un tesoro es muy emocionante, ¿cierto, pequeña Shildina?” dijo Sadina.

“Bueno, disfruto buscar viejo barriles de licor en los barcos hundidos,” estuvo de acuerdo Shildina.

“¡Rafu!” agregó Raph-chan. Sadina y Shildina trabajaban buscando tesoros hundidos, así que probablemente tenían una idea de cómo se sentía esto. Raph-chan ahora estaba sobre el hombro de Sadina, apuntando hacia el camino en frente.

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“¿No vamos a regresar—?” dijo S’yne.

“¿No vamos a continuar más abajo?” preguntó su familiar, reformulando la frase. La pregunta de S’yne nos trajo a todos de vuelta a la realidad.

“Primero vamos a regresar. Encontramos lo que vinimos a buscar, y no creo que nadie más llegue hasta aquí antes de que regresemos. S’yne, sácanos,” dije.

“Bien. ¡Hilo de Ariadne!” S’yne usó su habilidad, llevándonos instantáneamente hacia la entrada del laberinto, y después salimos hacia el exterior.

Y así, encontramos la información necesaria para sanar a Kizuna y regresamos a casa.

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