Overlord

Volumen 14: La Bruja del Reino Caído

Capítulo 2: El Principio del Fin

Parte 2

La sala del trono utilizada para audiencias con enviados de otras naciones (había varias salas del trono cada una para propósitos separados) no era demasiado grande, pero prepararlo para que fuera lo suficientemente adecuado para los dignatarios todavía era un compromiso de tiempo considerable. El mensajero que habían enviado era bastante lento y aunque no fue un movimiento deliberado de su parte para ganarles más tiempo, les permitió tener el tiempo suficiente para preparar la habitación y reunir a los cortesanos que ahora estaban vestidos con un atuendo ceremonioso antes de la llegada de la Primer ministro del Reino Hechicero, Albedo.

El olor de las flores recién cortadas comenzaba a impregnar la habitación.

Para Zanac, todo olía a hierbas, pero Renner probablemente optaría por decir algo como “Onii-sama probablemente solo tiene la nariz tapada” o algo similar.

Sentía que las flores frescas eran innecesarias dado que todos usaban algún tipo de perfume, pero también entendía que había cierta belleza en la vista de las flores. Sin embargo, si ese era el caso ¿Por qué no podían simplemente usar flores falsas? Bueno, como no había precedente para eso, el uso de flores falsas podría dar a los enviados la impresión equivocada de que no eran bienvenidos allí y eso si sería problemático.

Cada raza tenía actos de etiqueta comparables, sin embargo la misma acción podía ser interpretada de manera diferente por diferentes razas. Entonces ¿Cómo manejó este problema el Estado Consejo, que albergaba a varias razas no humanas?

La razón por la que este pensamiento le venía a la mente de la nada era por los cuernos y las alas de la primer ministro del Reino Hechicero, Albedo, que acababa de entrar.

Como primer ministro del Reino Hechicero, la belleza seductora tenía un encanto con aire oscuro sobre ella, sin cambios desde la última vez que la había visto. Su belleza era tal que casi podía hacerles olvidar que era una oficial de alto rango del despreciable Reino Hechicero. No estaba seguro de si le habían hablado, pero era lo suficientemente hechizante como para que los países fueran a la guerra por ella.

Esa era la Primer Ministro del Reino Hechicero, Albedo.

El sonido de los hombres que se habían enamorado de ella al instante se podía escuchar en toda la habitación. El sonido que hacían al suspirar era algo similar a un “ooooh”. Los nobles que habían hecho esos sonidos, demostrando su admiración por la belleza deslumbrante que había ingresado también eran obvios si se observaban sus hechizados ojos.

La belleza que pudo mantenerlos cautivos instantáneamente dejó escapar una sonrisa que era como la de una madre amorosa. Quizás nadie más en este mundo podía producir una sonrisa tan encantadora.

Aunque la hermana de Zanac también era considerada una belleza, pensaba que la belleza de Albedo podía incluso superar largamente la de ella.

El único aspecto extraño de ella era su vestido.

Si estuvieran en un baile, nada sería más apropiado que ese vestido de color melocotón claro, pero dada su situación actual, no era apropiado en absoluto.

Ella no podía haberlo usado por error. Tenía que ser a propósito. ¿Cuál era el significado oculto detrás de todo esto?

Zanac no tenía idea sobre las implicaciones de los diferentes tipos de vestidos que usaban las mujeres. Tal vez su hermana podría resolverlo, pero no era exactamente normal en comparación con las otras mujeres de la aristocracia. Dicho esto, su decisión de no gastar demasiado en sí misma por desinterés en arreglarse se había ganado el respeto de Zanac.

Zanac echaba un vistazo a su hermana.

No llevaba su vestido habitual, sino el que había usado para las ceremonias. No podía estar usando la misma ropa que la última vez que le dieron la bienvenida a Albedo.

Aunque quería decirle a Renner que no usara ese atuendo ya que la gente la despreciaría, su vestido no era demasiado fuera de lo común en comparación con lo que llevaba Albedo.

Algunos cortesanos también habían notado que Renner estaba usando el mismo vestido que tenía la última vez y tenían expresiones molestas, pero esas expresiones solo aparecieron por un breve instante antes de desaparecer.

“Cuánto tiempo sin verte, Albedo-kakka.”

Al escuchar la voz de Rampossa, los nobles que habían sido cautivados y hechizados por la belleza de Albedo finalmente volvían a la realidad.

“En absoluto, es mi culpa por no visitar a Su Majestad en tanto tiempo.”

Albedo respondió con una voz sorprendentemente atractiva que combinaba con su apariencia. Su espalda permaneció recta y la posición vertical de su cabeza permaneció sin cambios, tal como lo había hecho la última vez. Esto estaba en contraste directo con su comportamiento amable. Dejaba en claro su creencia de que los humanos eran demasiado insignificantes para que ella se inclinara.

“No parece que hayas cambiado mucho, eso es un alivio.”

“Lo mismo para ti, Su majestad.”

La forma en que los dos sonreían y se miraban el uno al otro podía hacernos creer que era solo una cálida reunión de amigos y nada más.

“Pareces estar ocupada, así que seré directo. ¿Por qué has venido aquí hoy?”

“En efecto. Estoy aquí con respecto a nuestro asunto anterior, que es cómo la caravana de granos de mi país, que estaba destinada a ser ayuda humanitaria para el Reino Santo, había sido robada por uno de los suyos.”

Aunque esto no era cosa de risa, la sonrisa de Albedo permanecía firme e igual que al inicio de la conversación.

En contraste, su padre se había levantado de su trono para decir.

“Ya veo, estás aquí para eso. Entonces, permítanme, en primer lugar, disculparme por las acciones de mi ciudadano.”

Su padre bajó la cabeza y se inclinó profundamente. El rey de un reino estaba aceptando las palabras de la otra parte al pie de la letra. En diplomacia, eso era algo que no debía haberse hecho por ningún motivo. En el mundo de la diplomacia, donde ni siquiera los astutos estaban a salvo del engaño, confirmar las fallas del país era un gran error.

No importaba el hecho de que no era prudente que el jefe de estado se disculpara directamente por algo, porque eso sería similar a que todo el país admitiera su culpa.

Haberlo hecho sería condenar a su país a todos los caprichos y fantasías del Reino Hechicero. No…

Considerando que estábamos tratando de evitar una guerra total, esta podía no haber sido la peor idea. Pero si el Reino Hechicero exigiera la cabeza de ese noble ahora ¿No estaban obligados a hacerlo?

No podía imaginar que las cosas saldrían de esta manera dado lo que su padre había dicho antes. Si tenía la intención de rechazar las demandas del Reino Hechicero en este momento, el que debía de haberse disculpado debería haber sido alguien como Zanac en lugar de él. Después de todo, la diferencia en el peso de las palabras de un jefe de estado y las de su hijo era un mundo aparte.

Pero justo cuando el tren de pensamiento de Zanac llegaba a ese punto, las palabras que a continuación dijera su padre lo dejaron sin palabras.

“Ahora bien… ¿La ofrenda de mi propia cabeza permitiría que el Reino reciba el perdón del Reino Hechicero?”

En el momento en que esas palabras salían de la boca de su padre, se sintió como si toda la habitación se hubiera congelado.

Después de que su sorpresa había disminuido, Zanac no podía evitar sentirse avergonzado de sí mismo desde el fondo de su corazón.

Esta era, sin duda, la carta de triunfo de su padre.

Aunque la magnitud de un incidente afectaría la respuesta, si el regalo del arrepentimiento era el jefe de Estado, la otra parte tenía que aceptarlo sin importar quiénes fueran. No, si hicieran más solicitudes más allá de lo que se ofrecía, su falta de magnanimidad seguramente generaría condenas por parte de todos.

Su padre no se consideraba desafortunado por tener que ofrecer su vida. Y la razón no era porque el quisiera morir, sino porque sacrificarse por el propio Reino era lo que un rey debía hacer.

Su padre era un verdadero rey.

Aunque era un hecho que la debilidad de su padre estaba en cómo había tratado los asuntos, parecía que Zanac había estado subestimando a su padre durante mucho tiempo.

“Por supuesto, el Reino se hará responsable de la pérdida de granos del Reino Hechicero, incluso podríamos reembolsarle el doble de la cantidad de granos si lo desea. Eso se suma a la oferta de mi cabeza. ¿Cuál es su opinión sobre esta oferta? Albedo-kakka.”

“Hmph…”

La expresión facial de Albedo se volvió pesada. Aunque todavía era una belleza sonriente, era extrañamente aterradora.

“…Jejeje, parece que has hecho una predicción ligeramente equivocada ¿Rampossa el tercero?”

Albedo desvió la mirada, aparentemente hacia su hermana.

“¿Fue porque perdiste a ese hombre? ¿O fue por algo más? ¿Te enteraste de la brillantez…?”

Albedo miró a Zanac.

“¿…De tu hijo? ¿Y decidió cambiar de opinión?”

“No creo que haya cambiado de opinión…”

“Oh, pero lo hiciste. Si fueras tu pasado yo, no hubieras tomado esa decisión … ¿Tal vez fue una combinación de una multitud de factores que te habían influenciado, pero tu base como persona no habría cambiado mucho? Lo que sea, eso no importa. En cualquier caso, no cambiaremos nuestras políticas y decisiones hacia este asunto.”

Debido a lo repentino y peculiar de la situación que había ocurrido, al principio nadie había notado el cambio brusco en el aura de Albedo. Había renunciado por completo a la etiqueta que se esperaba de un enviado durante una audiencia con un jefe de estado. Incluso si fuera extranjera, esta no era una actitud aceptable para mostrar hacia un rey que lideraba activamente su nación. Sorprendentemente, esta actitud suya se sintió más natural para Zanac. Porque para empezar, la diferencia de poder entre el Rey del Reino y la Primer Ministro del Reino Hechicero fue deformada.

Humano y demonio.

Desde esa perspectiva, su actitud se sentía más natural.

Quizás por eso. Había una presión invisible que emanaba de Albedo que impedía que todos expresaran su disgusto.

Albedo evaluaba a los cortesanos que estaban parados en lados opuestos del pasillo y proclamó en voz alta.

“Esta es una declaración formal de guerra del Reino Hechicero. ¡Desplegaremos nuestras tropas en un mes a partir de este día al mediodía! Sin embargo, si fueras a enviar tropas hacia E-Rantel, para cruzar las fronteras del Reino Hechicero, entonces ya no seguiremos ese cronograma.”

“¡Por favor espere!”

“No tengo intención de quedarme más tiempo. Muy bien, con eso mi trabajo aquí está hecho. Lo último que debía transmitir de Su Majestad fue…”

“…¿Planeaste que las cosas salieran así todo el tiempo?”

Dijo un cortesano lleno de ira. Albedo entrecerró los ojos para mirarlo. El mensaje transmitido a través de esos ojos era probablemente una amenaza.

“Te atreves a interrumpir el mensaje de Su Majestad el Rey Hechicero, humano. ¿No puedes esperar a morir dentro de un mes?”

Los colores se desvanecieron instantáneamente del cortesano que había hablado a pesar de que Albedo no había levantado la voz demasiado y no había hecho nada inusual. Aun así, las expresiones del cortesano, que había sido amenazado por algún señor feudal con soldados antes, cambiaron dramáticamente debido a la mirada de una belleza.

“…Hmph. Ahora bien, permíteme transmitir el mensaje de Su Majestad el Rey Hechicero. ‘No tengo intención de usar la gran magia como lo hice la última vez, disfrutemos el proceso. Eso es todo.” Después de decir eso, Albedo tenía una expresión confusa en ella por primera vez. “Incluso si usted dice que este fue un esquema que habíamos planeado, para ser completamente honesta, lo que ocurrió estaba completamente fuera de nuestras expectativas. También queríamos saber cómo habrían resultado las cosas de esta manera.”

Albedo parecía estar diciendo la verdad a juzgar por su expresión y voz y uno podría no creer que estaba mintiendo. Por supuesto, la posibilidad de que todo esto fuera un acto también era increíblemente alta.

“Si desea tratar este incidente como el esquema de nuestra nación, eso está bien para mí. La historia está escrita por los vencedores. Todas sus acusaciones falsas se borrarán pronto.”

Zanac entendió la postura que el Reino Hechicero había adoptado para este incidente.

La idea de que podían evitar una guerra era inútil.

El Reino Hechicero no había estado buscando expandir sus territorios a través de la conquista, sino más bien la destrucción completa del Reino. Era seguro decir que la guerra era inevitable. En un mes, los muertos vivientes del Reino Hechicero seguramente irán a las fronteras del Reino.

“No hay necesidad de escoltarme, no deseo ocupar más de tu precioso y limitado tiempo.”

Después de que Albedo exhibió la actitud que les decía que ella había dicho todo lo que había querido, le dio la espalda al resto y salió por la puerta.

¿Era realmente ventajoso para el Reino dejarla ir sin poner sus manos sobre ella?

Si mataran a esta mujer que ocupaba el cargo de primer ministro ¿Hundirían temporalmente la política del Reino Hechicero en el caos y los harían incapaces de comenzar una guerra?

Sin embargo, una mirada a la espalda de su digna figura lo hacía dudar.

Mientras Zanac reflexionaba sobre las posibilidades, nadie se atrevió a impedir que Albedo saliera de la habitación.

Las puertas gigantes se cerraron justo cuando la silueta de Albedo desapareció a un lado del marco de la puerta. Zanac le dijo a su padre.

“¿Qué debemos hacer? Si la perseguimos…”

“No hagas ninguna cosa de ese tipo. Si tuviéramos que hacer algo como matar al enviado de otra nación, la culpa de toda esta situación recaería sobre nuestros hombros. Entonces ninguna otra nación acudiría en nuestra ayuda.”

Su padre respondió con una voz débil mientras colocaba su mano sobre su frente, como si le doliera la cabeza. Zanac sintió como si su padre hubiera envejecido rápidamente en comparación con hace unos momentos.

“Su Majestad. Su sirviente desea difundir la noticia de que le ofreció su cabeza como un regalo de arrepentimiento a cada nación.”

“…Sí, te lo dejaré a ti, Ministro de Relaciones Exteriores. Si hicieras eso… En el peor de los casos…”

“Por favor, no hable del peor de los casos. ¿No estaremos bien mientras logremos derrotar al ejército del Rey Hechicero?”

“Sí, sí. Estás en lo correcto.”

Las palabras del Ministro de Asuntos Exteriores le devolvieron el color a la cara de su padre, pero la sonrisa que tenía todavía estaba llena de dolor.

“Zanac, Renner. Tengo algo que decirles. ¿Podrían venir a mi habitación más tarde? Ahora bien, me disculpo con todos los que se reunieron aquí, pero tendremos que reunirnos en otra hora para discutir lo que sucederá en un mes.”

Todos los cortesanos bajaban la cabeza y se inclinaban.

Después de que el jefe de los guardias escoltara a su padre fuera de la habitación, Zanac y Renner se retiraban juntos.

Aunque Climb y Brain esperaban fuera de la habitación como los guardias de Renner, ella les dijo que esperaran en su habitación, así que solo vieron como Zanac y Renner se iban.

Los dos caminaron hombro con hombro por los pasillos.

“Entonces, hermana. ¿Sabes por qué papá nos ha convocado?”

“Sí, creo que es por la misma razón que la que onii-sama tiene en mente en este momento.”

“¿Es eso así? ¿Está a punto de mostrarnos los deliciosos postres que trajo Albedo-kakka?”

“¡Si! ¡Como se esperaba de onii-sama, creo que ese también es el caso!”

Zanac miró a Renner con los ojos bien abiertos por un segundo, a lo que Renner respondió con una sonrisa como si nada hubiera pasado. Esta mujer era un completo dolor con el que había que lidiar.

“¿Que planeas hacer?”

“Umm…”

Renner colocó su dedo índice debajo de la barbilla e inclinó la cabeza hacia un lado. Zanac veía lo que estaba haciendo e intencionalmente suspiró profundamente.

“¿Qué obtienes de actuar lindo frente a tu propio hermano? Ve a actuar con Climb. El es el crédulo.

“Onii-sama, eso fue realmente grosero de tu parte. Lo intentaré con Climb luego, aunque no pensaba hacerlo. ¿No es a Onii-sama a quien se le debe preguntar qué planea hacer?”

“Yo, quiero huir. Pero eso no sería posible. El Reino Hechicero seguramente nos perseguiría.”

“Estaba pensando lo mismo.”

Para una mujer que deseaba casarse con un hombre cuyo estatus social estaba lejos del suyo y se había asociado intencionalmente con Zanac, esa respuesta era demasiado directa. Zanac había pensado que Renner sería del tipo que valoraría más su supervivencia y habría planeado abandonar el palacio para mañana o algo así. Quizás ella también entendió lo imposible que era para ellos escapar de las garras del Reino Hechicero y por lo tanto apagó sus deseos de hacerlo.

Zanac echó un vistazo a Renner, pero no pudo adivinar sus sentimientos al respecto solo a través de sus expresiones.

Después de que ambos entraron en la habitación, las primeras palabras de la boca de su padre fueron tal como las había esperado.

“Zanac, Renner. Dejen este lugar ahora. Solo son el príncipe y la princesa de este país, no hay necesidad de que ustedes dos mueran junto a él.”

Los dos se miraron y respondieron al unísono que no tenían la intención de hacerlo.

La expresión en el rostro de su padre era agridulce.

“Es así… Pero todavía hay tiempo. Si ustedes dos cambian de opinión, díganmelo de inmediato.”

Aunque no creía que sus intenciones cambiarían, la mente de un hombre era más propensa a fallar.

Zanac asintió suavemente con la cabeza hacia su padre.

Renner, que estaba a su lado, hacía lo mismo.