Great Demon King

Libro 3: La Orden del Manto Oscuro

Capítulo 107: Una Emboscada Frenética Hasta en los mas Mínimos Detalles

 

 

Mucho se había dicho sobre las habilidades de Trunks para aprovechar el terreno dentro del Bosque Oscuro, pero sólo ahora era posible apreciar su maestría. El Cazador de Monstruos se movía entre los árboles como una serpiente silenciosa e inexorable. Casi no tocaba las hojas a su paso, ni emitía sonido alguno a pesar de desplazarse a gran velocidad. Ni siquiera su Mantícora podía adelantarlo.

El control que tenía sobre esta bestia también era digno de admiración, pues se movía junto con su amo demostrando una coordinación extraordinaria, prueba de que llevan varios años cazando en equipo.

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Great Demon King Libro 3 Capítulo 107 Novela Web

 

Al principio se acercaron casi al ras del suelo, pero después comenzaron a trepar entre los troncos para después ir de árbol en árbol, todavía sin emitir sonido alguno. En todo momento se mantuvieron en contra del viento y bajo las sombras, evitando la luz de la luna. Era francamente fascinante verlos moverse como si fuesen un solo ser, como un par de espíritus del bosque que de repente se manifestaran.

Ahora era evidente que todas las leyendas e historias extraordinarias acerca de Trunks eran bien merecidas. Si no hubiese sido por los Demonios Originales, ni siquiera los sentidos altamente desarrollados de Han Shuo le hubiesen permitido detectarlo a tiempo, aún con la luna en su cenit. En el peor de los casos ninguno hubiese podido sobrevivir o al menos tendrían que sufrir muchas bajas, ya que ni Han Shuo ni alguno de los aventureros eran lo bastante poderosos como para sobrevivir a una emboscada hecha por semejante experto si lo enfrentaban de forma individual.

Pero los Demonios Originales utilizaban otros sentidos además del olfato o el oído para detectar a los seres vivos y su vista podía atravesar las tinieblas más profundas. Con su ayuda la situación era totalmente distinta. Ni siquiera este legendario Cazador de Monstruos podría haber adivinado hasta qué punto acababa de convertirse en presa por primera vez en su vida.

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Han Shuo regresó caminando hacia la tienda tranquilamente, controlando su respiración y manteniendo un ritmo pausado. De vez en cuando fingía tambalearse un poco para parecer medio dormido, hasta que finalmente se acostó de nuevo para “volverse a dormir”. Ya en el interior golpeó a Odiseo con el codo y le susurró:

– Está aquí. –

Odiseo abrió los ojos, pero se mantuvo casi inmóvil y ni siquiera expresó su curiosidad con respecto al método que había utilizado para detectar a Trunks. Se volvió hacia Bardo, el Mago Adepto de Trueno, para despertarlo con un leve golpe y este a su vez despertó al segundo Guerrero del grupo. Por precaución, habían estado durmiendo con su equipo puesto para estar listos en cualquier momento, así que no había amucho más que hacer. Todos entendieron la situación sin necesidad de decir más.

Odiseo se volvió hacia Han Shuo y comenzaron a hablar lacónicamente:

– ¿Qué tan cerca? –

– Aún hay tiempo. –

– ¿Gordon? –

– Ya lo sabe. –

– ¿Las mujeres? –

– Gordon está avisándoles. Se coordinarán con nosotros. –

– Sea, pues. – Dijo Odiseo, entonces su mirada se volvió decidida: – ¿Cómo procedemos? –

– Con prudencia. Trunks todavía está observándonos y se mantiene contra el viento. Hay que esperar a que se acerque más antes de entrar en acción. Cuando intente hacer su jugada, atacaremos. –

En poco tiempo Trunks y su bestia llegaron a unos diez metros del campamento, entonces se separaron. La Mantícora descendió para ocultarse entre la hierba, luego comenzó a rodear el campamento, con el cuerpo agazapado, manteniéndose a una distancia prudencial y moviéndose con mucha paciencia. Era un depredador natural, así que sabía cómo acechar por su cuenta. Trunks en cambio eligió desplazarse por lo alto, utilizando las ramas de los árboles, hasta que aterrizó en una que estaba justo encima de las tiendas, a varios metros por encima del suelo.

Ahora estaba en cuclillas sobre la rama, con una mano aferrando al tronco y otra en la empuñadura de su espada. Pero no hizo ningún movimiento, en cambio se quedó mirando fríamente el campamento, como si estuviese pensando en la mejor forma de proceder.

Después de un rato pareció decidirse. Entonces desplazó la mano de su arma a uno de sus bolsillos, de donde sacó un par de piedras que rápidamente arrojó contra un arbusto cercano. Gordon escuchó el sonido y naturalmente comenzó a caminar en esa dirección, para comprobar lo que era.


Al verlo, Trunks sonrió complacido y comenzó a moverse entre las ramas por encima de Gordon, siguiendo al guerrero. Mientras tanto la Mantícora se detuvo en la parte posterior del campamento, luego fue arrastrándose muy despacio hacia la tienda donde dormían Nía y Afrodita.

Su plan era muy práctico. Primero, Trunks caería sobre Gordon y lo mataría en completo silencio, degollándole el cuello. Cuando el vigía estuviese muerto, la Mantícora se lanzaría con toda su furia sobre la arquera y la maga de agua, que eran las más peligrosas del grupo atacando a distancia. Después de eso Trunks se adaptaría a la situación: Si tenía la oportunidad, mataría al otro mago o al espadachín; caso contrario se retiraría corriendo, mientras su Mantícora huía en dirección opuesta. Más tarde se reencontrarían y continuarían acechando a los supervivientes, hasta matarlos a todos.

Y así hubiese sido, si no hubiera estado siendo observado por tres pares de ojos sobrenaturales.

***

 

 

Gordon había desenvainado su mandoble y avanzaba en silencio hacia la fuente del sonido. Su estómago le molestaba y los dedos le dolían por la fuerza con la que apretaba la empuñadura de su espada mientras que en su interior maldecía su suerte. No era para menos, sabía que se estaba dirigiendo hacia una trampa. Lo peor era que su vida dependía por completo de cómo reaccionaran sus amigos; una parte de él quería escapar, pero tenía que ser el señuelo para aumentar las posibilidades de supervivencia de todo su grupo.

Así que juntó todo su valor y se forzó a seguir avanzando, fingiendo completa ignorancia del peligro que literalmente se cernía sobre él. Se consolaba diciéndose que no era la primera vez que se encontraba en este tipo de situación y le vinieron a la mente algunos recuerdos de su tiempo en la legión imperial, como parte de las gloriosas Tropas Auxiliares, al menos así les llamaba su superior. Por supuesto que ese nombre era un eufemismo, porque las estrellas del campo de batalla eran los legionarios. Ellos eran los que ganaban la batalla; bueno, ellos y la caballería. Los Auxiliares solamente servían para abrir el combate, encabezando la primera carga contra los enemigos, tratando de desordenar sus filas; o proteger los flancos para prevenir que rodearan a los legionarios.

La realidad era que los Auxiliares eran prescindibles, y eso lo sabía todo el ejército. Muchas veces eran enviados para realizar tareas peligrosas donde tenían un alto riesgo de morir, sólo para proteger a la fuerza principal.

Gordon había tenido que sufrir la misma suerte, en múltiples ocasiones. Su peor experiencia había sido durante cierta madrugada, cuando su ejército se encontraba acampando cerca de un lago, del que emanaba una intensa niebla matutina que no les dejaba ver nada a tres metros de distancia.

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Estaban marchando para enfrentar a un ejército de treinta mil orcos invasores, que se suponía estaban aún a varios días de distancia. Pero los vigías escucharon lo que parecían ser los aullidos de unos Wargos y corrieron a reportárselo a su general. Era posible que el ejército Orco se hubiese desplazado rápidamente hacia sus posiciones, para intentar un ataque sorpresa.

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Y así fue como de pronto Gordon estaba formando con el resto de los auxiliares, equipado con una armadura de baja calidad y una lanza larga. Su Centurión al mando era un bastardo despiadado, pero también era valiente, eso todos lo reconocían. Cuando las trompetas tocaron “¡Avanzad!”, el Centurión se puso a la cabeza de la tropa, para ser el primero en adentrarse en la neblina. Su arrojo fue lo único que les permitió moverse.

Gordon jamás olvidaría esa experiencia, marchando en medio de una niebla tan espesa que ni siquiera les permitía ver los rostros de los compañeros a su costado, adentrándose en lo que parecía ser un vacío helado, donde en cualquier momento podían tropezar con treinta mil monstruos hambrientos por su sangre. El frío parecía llegar hasta sus huesos, cada paso le parecía interminable.

A su alrededor podía escuchar los gemidos de temor, apenas disimulados, del resto de soldados. De repente escuchó un suave quejido, seguido del intenso olor acre y comprendió que alguien se había defecado encima. Nadie hizo comentario alguno; todos había servido el tiempo suficiente para saber que esas reacciones no se podían controlar, incluso cuando la situación no era tan aterradora como esta. El propio Gordon luchaba a duras penas para contener un terrible retorcijón, mientras sentía como si sus tripas estuviesen llenas de ratas alborotadas. Cuando logró recuperarse un poco, descubrió que él mismo se había orinado y que sus dientes castañeaban de forma incontrolable.

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Al final sobrevivió, sin saber muy bien por qué, como ocurría regularmente con los soldados. Resultó que los sonidos que escucharon los vigías sí eran Wargos, pero tan sólo unos doscientos, que prefirieron escapar antes que enfrentarse a un ejército imperial completo de dos legiones más sus tropas auxiliares. Más tarde le contaron que el caudillo Orco fue demasiado arrogante y cometió la estupidez de atacar la ciudad de Zajoski directamente. Su ejército se estrelló contra sus murallas defensivas como las olas del mar en un peñasco, tras lo cual acabó terriblemente mermado. El comandante de la Legión Grifo, un tal Bob Ascher, se enteró de esto y aprovechó la oportunidad para obtener una victoria fácil. Movilizó una unidad de bestias voladoras para adelantarse al ejército del general asignado, que marchaba a pie, y masacró al debilitado ejército orco hasta que se desbandaron.

Si tan solo Ashcer hubiera esperado a las legiones en lugar de atacar por su cuenta, habrían podido rodear a los orcos e impedirles la huida. Pero por culpa de ese ataque apresurado, acabaron dividiéndose en varios grupos pequeños, que luego desataron el terror entre las aldeas de los campesinos, mientras saqueaban todo lo que podían en su retirada durante varios meses. El comandante de la Legión Grifo se limitó a reclamar el crédito de la victoria, para después desentenderse del problema sin preocuparse por nada más.

Pero a Gordon no le importaban esos asuntos. Regresó vivo y recibió su dinero, eso ya era suficiente para sentirse agradecido con los dioses. Poco después inició su vida como aventurero, decidido a no mirar atrás.

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Ahora no podía evitar burlarse un poco de sí mismo al recordar su experiencia y compararla con su situación actual. De nuevo avanzaba a ciegas mientras actuaba como carnada, esperando el ataque de un enemigo invisible que podía llegar en cualquier momento, ya fuese en la forma del corte de una espada o el zarpazo de una bestia.

Al menos podía consolarse pensando en que, en esta ocasión, no era simplemente un soldado novato prescindible. Tenía a sus compañeros, a un extraordinario aliado y la suerte les había estado sonriendo últimamente.

“Por suerte tengo la suficiente experiencia actuando como cebo, así que esta vez debería poder evitar mearme los pantalones.” Pensó con ironía.

***

 

 

Dentro de la tienda de las mujeres.

Afrodita se encontraba apretando los puños con furia para tratar de calmar el temblor de sus manos e intentaba mantenerse quieta. Sabía que un movimiento descuidado despertaría las sospechas de Trunks, al que todos consideraban tan peligroso como un desastre natural.

Hacía unos pocos instantes que Gordon se había puesto a silbar con disimulo frente a la entrada de su tienda. Nía fue la que lo escuchó, sus oídos eran increíblemente finos, así que se despertó de inmediato y avisó a Afrodita, que aún estaba medio dormida y no entendía bien lo que pasaba. Mientras su mente se despejaba, los escuchó susurrar algunas cosas en voz baja, con un tono que sonaba bastante urgente. Luego los pasos de Gordon se alejaron y Nía se volvió hacia ella para confirmarle lo que más temía: Trunks había llegado y los estaba acechando.

Desde entonces habían pasado unos diez minutos y aún no había señal de que algo estuviese por ocurrir. La espera era lo peor de todo. Era más fácil comenzar un combate a muerte que esperar en silencio hasta que alguien viniera a atacarte. Según lo que Nía entendió, los chicos ya estaban planeando el contraataque, así que les tocaba a ellas adaptarse a lo que sucediera.

Entonces Afrodita hizo lo único que podía hacer: Cerró los ojos, trató no moverse y comenzó a recordar todos los conjuros ofensivos que conocía. Nía por su parte estaba en cuclillas junto a la puerta de la tienda, tensando la cuerda de arco. Sus ojos élficos le permitían distinguir mejor lo que ocurría en medio de la oscuridad de la noche, así que era mejor esperar su señal.

Afrodita siguió meditando para juntar la mayor cantidad de Fuerza Mental, pero no era sencillo. Ambas eran mujeres, así que entendían bien que su fuerza era menor que la de los hombres, por lo tanto, serían el primer blanco de cualquiera que quisiese atacarlos, esa era la cruda realidad. Pero en su caso era aún más peligroso, porque era una maga. Nía al menos tenía las habilidades para escapar por su cuenta, pero Afrodita simplemente no tenía tanta resistencia física.

Recordó sus tiempos como aprendiz. En una ocasión fue desafiada a combatir contra otro estudiante y perdió miserablemente. Al final el grupo entero comenzó a reírse de ella, diciéndole que las mujeres eran inútiles para cualquier cosa relacionada con el combate.

Su Maestro fue el que la encontró cuando estaba llorando. Él fue el hombre que le enseñó a leer, escribir, las primeras formas de la Magia de Agua y también quien la inspiró a convertirse en una aventurera. En esa ocasión le preguntó por qué lloraba, luego la escuchó sin hablar mientras Afrodita contaba su historia con la voz temblorosa por estar sollozando.

Cuando terminó, estaba esperando que la consolaran, pero su maestro simplemente sacudió la cabeza y comenzó a instruirla en lo que, sin saberlo todavía, serían los principios elementales que iban a regir toda su vida como maga y como combatiente. Afrodita no se dio cuenta en ese momento del valioso regalo que le estaban dando y jamás tuvo la oportunidad de agradecerle por ello, pero no olvidó sus palabras ni lo importante que fueron sus enseñanzas para ella.

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– Los hombres y las mujeres son diferentes, pero eso no significa que uno de ellos sea inferior al otro. Lo que nunca debes olvidar es que la mejor forma de hacer algo será fundamentalmente diferente para un hombre que para una mujer. – Le dijo su Maestro con una sonrisa. – Por ejemplo, los hombres tienen más fuerza y potencia física. Pero las mujeres tienen mayor vitalidad y resisten mejor el dolor. Si ambos quieren mover una piedra, ¿lo harán de la misma forma? No, eso sería un completo desperdicio. El error más común que ustedes las mujeres cometen al pelear por primera vez, es “intentar ser como los hombres”. –

– Maestro, ¿acaso dice que las mujeres no pueden ser fuertes? –

– Oh, las mujeres pueden ser terriblemente fuertes. Hay mujeres en este mundo que son mucho más fuertes de lo que yo nunca seré. ¡Pero eso no cambia el hecho de que la mujer más fuerte del mundo siempre será más débil físicamente que el hombre más fuerte del mundo! –

– ¡Entonces usted también dice que las mujeres no podemos pelear! –

– Yo no estoy diciendo eso, pequeña. Claro que puedes pelear, puedes vencer y ser poderosa. Y por supuesto que puedes “mover la piedra”. Lo único que trato de decirte es que la forma óptima para que lo hagas, siempre será diferente que la que usan los hombres. Y lo mismo se aplica a la magia. –

– ¿Cómo sucede eso? –

– La magia funciona usando la Fuerza Mental, el potencial de tu propia mente, para controlar los elementos mágicos. Y las mentes de hombres y mujeres son diferentes. Los hombres tienen una mayor capacidad de concentración, por eso pueden juntar rápidamente una gran cantidad de Fuerza Mental para desatar conjuros más potentes. Por supuesto que esto también varía dependiendo del talento innato, pero un conjuro como una Bola de Fuego o el Torrente de Agua serán naturalmente más potentes si los desata un hombre. –

– ¿Es así? –

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– Claro que sí. Es por esa simple cualidad que usualmente verás magos varones en el ejército: Porque pueden desatar ataques devastadores con mayor facilidad. Pero las mentes de las mujeres tienen una habilidad natural increíble que los hombres no tienen. ¿Sabes cuál es? –

– ¡¿Cuál es?! – Preguntó emocionada.

– Las mujeres pueden pensar en varias cosas al mismo tiempo y por eso siempre se dan cuenta de detalles que los hombres pasan desapercibidos. En la magia esto significa que las mujeres tienen una habilidad innata para manejar conjuros más sutiles y en un mayor número que los hombres. –

– Pero los conjuros sutiles no son útiles en combate. –

– Jajaja, eso es sólo si no sabes utilizarlos bien. Además ¿has olvidado lo que dije al final? Ustedes pueden dominar un “mayor número” de conjuros sutiles. Eso quiere decir que las magas pueden emplear alrededor de tres a cinco conjuros débiles en el mismo tiempo que los hombres utilizan un solo conjuro potente. –

– ¿Puedo ganar de esa manera? –

– Si únicamente lanzas conjuros al azar, perderás. Pero si esos cinco conjuros se potencian mutuamente… –

– ¡Ya entendí! –

– Muy bien. Recuerda siempre que el poder de un mago viene de su mente y eso implica que tienes que pensar en distintas maneras de lograr tus objetivos. Más aún si estás estudiando Magia de Agua, pues es el elemento del cambio y la adaptabilidad. Siempre está transformándose. No está mal que busques dominar conjuros potentes, o que quieras ser fuerte físicamente. Cuando llegue el momento podrás hacer todo eso, si quieres. Pero si no aprovechas tus dones naturales, estarás desperdiciando una rama entera de habilidades que podrían ayudarte mucho más a largo plazo. En lugar de desatar un terremoto, que afecta tanto a amigos como a enemigos y destruye las estructuras a su alrededor, ¿por qué mejor no conviertes el suelo en un pantano que se trague a todo un ejército? En lugar de conjurar un lento remolino de agua, que cualquier guerrero hábil puede esquivar, ¿por qué no conjuras una barrera de agua reforzada que aparezca demasiado rápido como para que alguien la vea a tiempo? O en lugar de una Bola de Fuego, que puede ser evadida, ¿Por qué no conjuras cientos de pequeñas explosiones? –

– ¡Nunca había pensado en eso! –

– Por eso eres una Aprendiz, mientras que yo soy un Maestro. – Dijo bromeando con una sonrisa burlona: – Podrás ganarle a cualquier hombre cuando dejes de intentar pelear como uno. Ahora voy a enseñarte un conjuro muy especial que se les da bien a las mujeres. Los hombres también pueden hacerlo, por supuesto, pero les cuesta mucho más tiempo aprenderlo y se cansan más cuando lo usan. Pero si tú lo dominas, seguramente ganarás la próxima vez, porque ninguno de los aprendices ha llegado al nivel necesario como para defenderse de este conjuro. –

– ¡Si! ¡Quiero aprenderlo!… ¿Pero Maestro, no es eso hacer trampa? –

– Algunos lo llamarían hacer trampa, yo lo llamo ahorrarme la molestia de enseñarles el valor de la humildad a unos mocosos demasiado creídos. Tal vez hasta les salve la vida más adelante. –

Durante el siguiente mes su Maestro le enseñó cómo conjurar a su primer ser Elemental de Agua, que estaba compuesto por una gran cantidad de pequeños conjuros encadenados unos con otros. El que consiguió en ese entonces, apenas si duraba un minuto antes de desaparecer y era mucho más pequeño que un perro faldero. Pero le ayudó a ganar contra el chico que la humilló cuando volvieron a enfrentarse, aunque solo fuese por la sorpresa de tener que luchar contra esa criatura desconocida.

Pero más importante que esa victoria fue la lección que había aprendido. Con el paso de los años se hizo más poderosa y su forma de ejecutar la magia siempre buscaba aprovechar mejor sus talentos. Ganó muchos duelos, logró alcanzar el rango de Adepta y dominó la Escuela de Agua.

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Por supuesto que su estilo era más práctico que teórico, así que el mundo académico no le atraía demasiado. No fue raro que decidiera dedicarse a ser aventurera y rápidamente encontró un lugar en el grupo de Odiseo.

Ahora, en medio de la oscuridad de la tienda, recordó ese momento y sonrió en silencio. Sus manos también dejaron de temblar, mientras su respiración se tranquilizaba. Afrodita había encontrado su valor nuevamente.

“Das miedo, Trunks. Pero no eres el único que sabe cómo aprovechar sus talentos.”

En ese momento escuchó susurrar a Nía, mientras preparaba su Arco Compuesto.

– Oh, diosa del viento y la tormenta. Que mi pulso no vacile y mi puntería sea certera. Deja que mi flecha atraviese a mi enemigo, que derribe al que intenta lastimarme a mí y a los míos. Yo te ofreceré los mejores animales en sacrificio, bailaré y danzaré frente a tu templo. Como han hecho todos mis ancestros antes que yo. Oh, diosa del viento y la tormenta… –

Afrodita sonrió al escucharla. Siempre pensaba demasiado y se olvidaba de los dioses, pero Nía jamás lo hacía, ni dejaba de hacer los rituales necesarios antes de una batalla. Era una elfa, una hija del Bosque, su conexión con la naturaleza era más fuerte que la de cualquier miembro del grupo y nunca permitía que el miedo la paralizara.

Nía no tenía problemas.

***


 

 

Dentro de la tienda de los varones.

Han Shuo seguía vigilando los movimientos de Gordon, Trunks y la Mantícora, mientras recargaba lentamente su ballesta, tratando de no hacer ruido. Odiseo había desenvainado su estoque y se estaba arrastrando hacia la parte lateral para tener mayor libertad de movimiento.

Eneas, el guerrero restante, estaba preparando su arma: una Pica de seis metros de largo. Normalmente nadie llevaría un arma tan vasta para viajar a través de un bosque, menos aún en el temible Bosque Oscuro, pero esta gran lanza era un arma que había conseguido en el ejército imperial, de modo que podía ensamblarse y desensamblarse con un sistema de rosca ubicado a la mitad del astil.

Había aprendido a utilizar esta lanza en los campos de entrenamiento de las Tropas Auxiliares. Al principio, como todos los jóvenes ilusos, quiso usar una espada larga para parecerse a los héroes de los cuentos y leyendas. Fue su Centurión al mando quién le otorgó la primera dosis de realidad en su vida al ordenarle que se entrenase en el uso de la Pica.

– ¡Necesitamos piqueros, no espadachines! ¡Así que aprenderás a usar la pica y formarte en las filas de la Falange! ¡Eres Auxiliar, tu maldito deber es proteger los flancos! – Su instructor militar prácticamente le rugió en la cara. Pero luego sonrió por un brevísimo momento antes de darle un buen argumento: – Además, después de verte pelear es evidente que no tienes talento con la Espada Larga. A lo mucho podrías ser un espadachín mediocre. –

– ¿No es mejor eso que no saber nada sobre usar la espada? –

– Por supuesto que no, idiota. ¡Los cementerios están llenos de espadachines mediocres! –

– Pero… –

– ¡Pero nada, soldado! ¡Estamos en guerra y lo importante es ganarla! ¡Para eso tienes que sobrevivir! Cuando termines tu servicio puedes ir a emborracharte en la taberna. Ahí podrás contar historias rimbombantes sobre la gloria que conseguiste en combate, peleando galantemente contra quinientos adversarios tú solo, si quieres. Ahora, lo mejor es que seas práctico y aprendas algo que te haga útil. Si cuando regrese no estás practicando con la pica, ¡Voy a patearte el culo hasta que el sudor de mis pies te calme la sed! –

Así que lo hizo. No solamente aprendió a usar la Pica, sino también el Hacha de Guerra y otras armas que lo ayudaban a mantener una cierta distancia cuando atacaba a su objetivo. El ideal heroico dictaba que uno debía acercarse para matar a su oponente, demostrando su habilidad; pero no tuvo elección porque su instructor ya había decidido por él y tenía que obedecerlo. La disciplina en el ejército era absoluta, incluso para las tropas Auxiliares. Eneas podía considerarse afortunado de que su Centurión estuviese de muy buen humor ese día y lo aconsejase, en lugar de mandarlo a azotar hasta quedar en carne viva por haber cuestionado una orden.

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Por supuesto que el Centurión había tenido razón y Eneas lo comprobó muy rápidamente. Nunca olvidó el consejo, he incluso logró que le dejaran llevarse la pica que utilizaba en el ejército. Desde entonces, casi siempre la cargaba dividida en dos, atada a la espalda, pero ahora estaba ocupado armándola muy lentamente para no dejar escapar ni el más mínimo sonido.

***

 

 

Mientras tanto los Demonios Originales seguían vigilando, y vieron como Trunks se iba acercando más y más por encima de la cabeza de Gordon. Entonces Han Shuo comenzó a apartar muy despacio la tela que normalmente bloqueaba la entrada a la tienda, para apuntar con su ballesta.

– Cuando yo dispare, salgan por la parte de atrás y corran hacia la tienda de las mujeres. La Mantícora se está acercando para lanzarse sobre ellas, pero no atacará primero. Manténganla a raya todo lo que puedan. Bardo, tú te quedas conmigo. Cuando me veas disparar comienza a conjurar relámpagos y ataca a donde yo te señale. La luz de tu magia le indicará a Nía y Afrodita en dónde se encuentra Trunks. – Han Shuo susurró estas instrucciones, el silencio del resto sirvió como señal de que aceptaban sus indicaciones.

***

 

 

Trunks avanzaba de rama en rama sin hacer ruido. Necesitaba que el vigía se alejara lo más posible antes de matarlo. Así que dio un par de saltos más para adelantarse al guerrero, el cual debía seguir inconsciente de su presencia.

No era la primera vez que hacía esto. Como siempre eligió una rama firme y contuvo la respiración para no arriesgarse a ser detectado. En cualquier momento Gordon llegaría, comprobaría que no había nada a su alrededor y asumiría que el ruido que escuchó fue una equivocación suya. Mas en el instante que se diera la vuelta para regresar, Trunks se dejaría caer suavemente a sus espaldas, luego le taparía la boca con una mano mientras lo degollaba con su espada. Todo ocurriría en menos de un segundo.

Fue entonces cuando lo sintió.

Era un extraño escalofrío cerca de su nuca, uno que sólo le ocurría cuando un depredador estaba por emboscarlo. Una parte de su mente racional le gritó que eso era imposible. Ya había explorado el entorno y comprobó que no había criaturas mágicas en las proximidades, además los aventureros (incluido el insolente que se atrevió a atacarle) estaban profundamente dormidos. No cometió ningún error, ni se expuso en modo alguno. No había forma de que lo hubiesen detectado, de que…

El ataque llegó de forma repentina.

Trunks era un cazador consumado y había aprendido a confiar en sus instintos, sólo por eso alcanzó a saltar hacia otra rama justo a tiempo para evitar el virote envenenado que se acercaba por su punto ciego. Apenas alcanzó a oír el sonido de las hojas desgarradas por el paso de la saeta, cuando el rugido alarmado de su Mantícora resonó en la oscuridad y, por el rabillo del ojo, pudo detectar que había movimiento en una de las tiendas.

“¡¿Pero qué rayos ha sucedido?!”

Rápidamente se dio la vuelta y vio claramente el Aura de Batalla de un Espadachín, que se lanzaba contra su compañero de caza. La Mantícora retrocedió para esquivar la estocada e inmediatamente intentó rodear a su atacante para contraatacar con un zarpazo, pero tuvo que volver a retroceder cuando un Guerrero armado con una enorme lanza comenzó a acosarla, forzándola a mantenerse a distancia.

Trunks reaccionó de inmediato y modificó su plan. Ahora tenía que retirarse a toda prisa, así que dejaría atrás a su actual presa para atacar al Espadachín, creando una distracción, luego él y su Mantícora correrían en direcciones opuestas.

No le tomó ni dos segundos llegar a esa conclusión, porque era el plan de escape que solía emplear cuando algo salía muy mal. Estaba a punto de saltar cuando vio otro movimiento, seguido del resplandor de la magia del trueno de un mago, que además iluminaba a una segunda persona de pie a su lado armada con una ballesta.

– ¡Ahí está! ¡Mátenlo ahora! –

El tipo de la ballesta lo señaló directamente, como si estuviese viéndolo a plena luz del día.

“¡Esto es imposible!” Alcanzó a pensar, mientras daba un salto desesperado para alejarse inmediatamente. Acto seguido, la rama en la que acababa de estar parado acabó totalmente carbonizada por tres relámpagos. Trunks no entendía cómo era posible que pudieran verlo en medio de la noche, a pesar de se había cuidado tanto para mantenerse en las sombras. Pero no tuvo tiempo de seguir pensando, porque una flecha fue disparada hacia su rostro con una puntería certera.

El ruido había servido de señal para Nía y Afrodita. Mientras la primera comenzaba a conjurar, la arquera Elfa siguió la dirección de los rayos de Bardo. Sus ojos no podían ver perfectamente en la oscuridad como los Demonios Originales, pero Trunks se vio obligado a saltar y cayó en una rama que estaba ligeramente expuesta al brillo de la Luna. Eso era suficiente para ella.

Rápidamente comenzó a disparar flecha tras flecha. La primera siempre iba contra el rostro, para desequilibrar a Trunks, las siguientes se dirigían hacia su torso, brazos o piernas. El Cazador de Monstruos se las arregló para esquivar al principio, pero unas tres saetas acabaron acertándole. Para frustración de Nía, esas partes estaban protegidas por una armadura de cuero, pero las puntas de metal lograron abrirse paso parcialmente e incrustarse un poco en su carne. Aunque las heridas eran leves, no dejaban de ser dolorosas.

La armadura de Trunks tampoco podía protegerlo del propio impacto de las flechas, que equivalían en fuerza a los puñetazos de un pugilista profesional. Perdió el equilibrio y tuvo que saltar otra vez. Finalmente logró llegar hasta un tronco, tras el cual era posible ocultarse de la vista de Nía, pero entonces sintió algo extraño en el aire y se dio cuenta demasiado tarde que se trataba de humedad.

El conjuro de Afrodita entró en acción rápidamente: primero rodeó a Trunks de una niebla que dificultó aún más su visión, luego materializó a unas enormes serpientes de agua que comenzaron a destruir todos los árboles a su paso.

La maga fue inteligente. En lugar de intentar atacar directamente a Trunks, dificultó ligeramente sus movimientos y luego destruyó todos los árboles para que no pudiese seguir usándolos para escapar.

– ¡Maldita sea! – El Cazador de Monstruos soltó un grito de furia, pero no pudo hacer nada para evitar precipitarse hacia el suelo. No podía creer lo que estaba sucediéndole. Nunca antes había sido acorralado de tal forma y menos aún por un grupo de aventureros que apenas era un poco superior al promedio. No entendía cómo lo habían detectado, cómo habían detectado a su Mantícora o por qué podían verlo en medio de la oscuridad de la noche. Ahora estaba cayendo después de recibir una lluvia de ataques, los cuales llegaron uno tras otro perfectamente sincronizados. Al final logró reaccionar y moverse para amortiguar su caída, pero el golpe lo sacudió.

Cuando alzó la vista del suelo, pudo ver claramente a Han Shuo corriendo hacia él con el Filo Asesino de Demonios en la mano, y a su espalda tenía al Guerrero Gordon, bloqueando su retirada con su mandoble preparado.

***

 

 

Han Shuo llevaba una sonrisa despiadada en el rostro mientras corría en medio de la noche, pero en realidad no sentía alegría. De hecho, no sentía absolutamente nada a excepción del deseo de matar a Trunks inmediatamente, antes de que tuviese una oportunidad de recuperar el aliento.

Estaba tan cerca de tenerlo dentro su rango de ataque ideal, pero entonces escuchó un rugido aterrador, seguido de unos gritos con un ligero tono de pánico. Tuvo que detenerse para averiguar lo que ocurría.

La Mantícora había entendido de forma instintiva que toda la emboscada había salido mal y perdió la paciencia. Así que se lanzó contra Odiseo con una velocidad muy superior la mostrada hasta entonces. Pero lo peor de todo es que fue una finta, porque cuando Eneas se movió para cubrir al espadachín, la Mantícora extendió las alas y dio un salto hacia Afrodita antes de que pudieran detenerla.

Nía la vio venir, así que cambió de objetivo. Afrodita también se volvió, y esto creó un pequeño margen de tiempo, que Trunks aprovechó inmediatamente para escaparse entre los troncos caídos.

La Mantícora era sumamente inteligente. Dio un rápido salto a último momento para esquivar la primera flecha de Nía, luego comenzó a correr en zigzag hacia ambas mujeres. La arquera puso tres flechas en su arco y esta vez le acertó, pero la Mantícora era muy grande y su cuerpo bastante macizo, así que ninguna de las flechas pudo atravesarle un punto vital o forzarla a detenerse. Entonces Nía sacó rápidamente una de sus flechas especializadas, pero la bestia ya estaba demasiado cerca como para que pudiese tensar bien su arco: Si la elfa fallaba en matarla con ese tiro, la Mantícora la atacaría de inmediato, en caso contrario iba a matar a Afrodita. Odiseo se estaba apresurando para detenerla, pero ni siquiera con su velocidad podría llegar a tiempo.

Han Shuo estaba atento a Trunks, pero al ver esto tuvo que renunciar a perseguirlo e inmediatamente arrojó su Filo Asesino de Demonios cargado con el poder del Hechizo de Fuego Glacial-Místico. Su arma salió volando a gran velocidad hasta llegar justo encima de la mantícora, para descargar una terrible puñalada en su lomo, pero la bestia sintió venir el golpe y saltó a un lado en el último segundo, salvándose de la muerte. Luego se alejó a toda velocidad.

Aunque el ataque falló, le dio un tiempo valioso a Odiseo para llegar junto a la Mantícora y comenzar a luchar con ella, Eneas se acercaba a cierta distancia y Nía estaba por volver a disparar. Fue entonces que Trunks intervino nuevamente.

El Cazador de Monstruos había fingido retirarse, pero en realidad dio un rodeo para evitar tanto a Gordon como a Han Shuo. Sabía que Nía y Afrodita estarían tan concentradas en su bestia, que dejarían su espalda descubierta. Han Shuo también se distrajo por esto, así que el ataque lo tomó por sorpresa. Su Filo Asesino de Demonios aún estaba incrustado en el suelo y él se encontraba algo lejos como para interceptar a Trunks.

Si no hacía algo pronto, ambas estarían muertas sin tener una oportunidad de defenderse.

– ¡Mierda! – Susurró.

***

 

 

Trunks corría con furia hacia Afrodita y Nía, dispuesto a jugarse todo para matarlas. De vez en cuando no podía evitar cojear o tambalearse un poco, también era evidente que su velocidad ya no era tan extraordinaria como había demostrado anteriormente. Y es que, a pesar de haber esquivado los ataques más peligrosos gracias a sus reflejos, había estado acumulando heridas que empezaban a cobrarle factura. Aun así, cargó con toda su fuerza, porque sabía que esta era la última oportunidad que tenía de dar vuelta a la desastrosa situación en la que se encontraba. Si seguía como hasta ahora podría terminar seriamente lastimado, sobre todo si la maga volvía a conjurar esas serpientes de agua.

Han Shuo lo vio venir y también notó las señales de las heridas de Trunks. Así que agitó su mano mientras murmuraba un conjuro. Tres púas de hueso salieron disparadas inmediatamente, directamente hacia la espalda de su enemigo. Como todos estaban distraídos por la Mantícora y la oscuridad reinaba, nadie notó que acababa de usar un conjuro nigromántico.

Aun así, los instintos del Cazador de Monstruos volvieron a salvarlo. En el último momento sintió que algo venía hacia él y se arrojó a un lado. Pero ya había perdido su oportunidad, porque cuando se levantó se encontró con que Han Shuo había llegado hasta su posición y lo estaba bloqueando.

– ¡Que no las distraiga su mascota! ¡Concéntrense en matar a Trunks! – Gritó Han Shuo al instante, llamando la atención de Nía y Afrodita, quienes se apresuraron a cambiar nuevamente de objetivo. Gordon decidió quedarse cerca de ellas, para protegerlas de otro ataque sorpresa. Bardo también se unió al ataque, conjurando una serie de chispas que levitaban por el terreno, iluminándolo para facilitarles la visión, mientras que Odiseo y Eneas volvieron a contener a la Mantícora con todo el poder de su Aura de Batalla.

La bestia continuaba tratando de esquivar al espadachín, pero Odiseo ya había medido su velocidad y le interceptaba el paso constantemente, dándole tiempo a Eneas para atacarla con la pica. Entonces sus posiciones se invirtieron: Eneas contenía a la bestia, mientras que Odiseo se movía a su alrededor, buscando una oportunidad para atacarla por los flancos. La Mantícora rugía con furia, pero no podía superar esa molesta pica, que continuaba aguijoneándola sin piedad.

La punta de la lanza no le causaba heridas graves, incluso con el Aura de Batalla, pero la mantenía a raya el tiempo suficiente como para que Odiseo intentara darle una estocada directa, y también le impedía correr lo bastante rápido como para poder volver a remontar el vuelo.

Entonces la Mantícora pareció enloquecer de ira y alzó su cola de escorpión, descargando varios golpes. Para sorpresa de ambos, los aguijones venenosos comenzaron a salir disparados como flechas, uno detrás de otro.

Este ataque los tomó por sorpresa, pero consiguieron hacerse a un lado justo a tiempo para esquivarlos. Mas al hacerlo descuidaron su defensa y la Mantícora aprovechó para descargar un terrible golpe diagonal con su cola sobre Odiseo, mandándolo a volar unos diez metros de distancia. Eneas reaccionó de inmediato y golpeó a la Mantícora con su pica usando todo el poder que pudo reunir, aunque no consiguió herirla con severidad. Aun así, el golpe fue lo bastante doloroso como para enfurecer a la bestia, que continuó combatiendo con el Guerrero en lugar de abalanzarse contra el herido Odiseo.

Ahora Eneas estaba en medio de una lucha desesperada. Tenía que atacar a la Mantícora constantemente o la bestia podría rodearlo para atacar a sus compañeros. Pero también debía proteger su arma de los terribles zarpazos, capaces de destruir el astil de su pica. Todo esto manteniendo una distancia prudencial, pues su arma se volvería inútil si sobrepasaban la punta.

Eneas arremetió con valor y descargó una lluvia de golpes punzantes, pero era evidente que estaba en desventaja. Por un instante no pudo retroceder a tiempo, entonces la Mantícora se alzó sobre las patas traseras para descargar un terrible ataque fatal con sus dos garras al mismo tiempo.

En ese momento, un destello de color púrpura resplandeció en medio de la oscuridad de la noche mientras volaba rápidamente hacia el lomo de la bestia. La Mantícora sintió el peligro y trató de esquivarlo, pero el Filo Asesino de Demonios era demasiado rápido, además que acababa de alzar sus patas delanteras y estaba sufriendo la presión de la pica de Eneas. No hubo forma de que esta vez lo evadiese por completo, aunque pudo evitar una puñalada mortal, pero terminó sufriendo un pequeño corte, insignificante en apariencia, mas fue suficiente para permitir que el poder del Hechizo de Fuego Glacial Místico penetrase en su interior.

El grito de dolor que dejó escapar la Mantícora cuando sintió que su sangre y músculos se congelaban, terminó escuchándose a varios kilómetros de distancia. Sin embargo, era una criatura mágica poderosa, además, la cantidad de poder que ingresó dentro de su cuerpo no fue suficiente para matarla. Aun así, se notaba que estaba lastimada, porque saltó hacia atrás desesperadamente mientras que arrojaba sus aguijones venenosos a diestra y siniestra.

Viendo a la bestia enloquecida, Han Shuo sonrió a la vez que abría la mano para recibir su arma, que regresaba volando con su dueño. No iba a desperdiciar esta oportunidad para matar a la Mantícora y acabar más rápido con la batalla, así que rápidamente comenzó a insertar el poder su hechizo en el Filo Asesino de Demonios. Pero cuando estaba a punto de descargar un nuevo ataque mortal, una sombra cayó justo en frente a él, interponiéndose en su camino.

– ¡Desgraciado! ¡Te atreves a lastimar a mi compañero! – Rugió Trunks con ira contenida y una expresión aterradora. Lamentablemente su apariencia no hacía mucho para respaldar a su mirada.

El Cazador de Monstruos había visto mejores días. Parte de su cabello estaba chamuscado por los ataques eléctricos de Bardo. Varias piezas de su armadura estaban dañadas y sus ropas mojadas, seguramente porque alguna magia de Afrodita logró atinarle. Pero lo peor de todo era su muslo derecho, donde sobresalía el astil de una de las Flechas de Nía, profundamente incrustada en su carne.

A pesar de todo esto, Trunks había encontrado suficientes fuerzas en alguna parte para escaparse de sus atacantes y ayudar a su bestia, cuando la escuchó rugir de dolor. Han Shuo estaba sinceramente sorprendido por su hazaña, pero se recuperó rápidamente y dijo sonriendo cruelmente:

– No te preocupes, tengo planeado hacerte mucho más daño que a tu mascota. –

Han Shuo cambió la forma en que sujetaba su arma y se preparó para un combate cuerpo a cuerpo. Trunks lo miró fríamente por un instante, pero al final pareció entender que había perdido y emitió un fuerte silbido.

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Al oírlo, la enloquecida Mantícora recuperó algo de autocontrol e inmediatamente se escapó a toda velocidad, perdiéndose entre la espesura del bosque. Trunks esperó un segundo para lanzar una última mirada de odio sobre el grupo, antes de escapar en dirección contraria a la de su bestia.

Mas si había un principio que Han Shuo seguía, era el de cortar de raíz a las malas hierbas antes de que crecieran y no tenía ningún interés en dejar vivo a semejante enemigo para darle futuras oportunidades de vengarse. “Cuando la bestia está herida, hay que rematarla. Ahora que una de sus piernas está lastimada, es el mejor momento. ¡Quizá no tenga otra oportunidad!” Pensó.

Dio un rápido vistazo a su alrededor para comprobar el estado de los aventureros. Gordon y Eneas estaban ayudando a Odiseo, que parecía bastante lastimado e incluso escupió un poco de sangre por la boca, pero continuaba vivo. Afrodita se había sentado en el suelo por el agotamiento de su Fuerza Mental, pero Nía parecía estar bien. Bardo estaba apresurándose para sacar las medicinas de su equipaje.

– ¡Quédense donde están! ¡Yo iré tras él! – Gritó Han Shuo y se apresuró a internarse en el Bosque Oscuro, en pos de Trunks.

 

 

 

Great Demon King Libro 3 Capítulo 107 Novela Web

Cómo están amigos, soy Acabcor de Perú, donde estamos de fiesta porque fue el Día de la Canción Criolla.

Bueno, en este capítulo… Ay. Si no tienen paciencia les recomiendo dejar de leer, porque el comentario es más largo.

Creo que nunca había cambiado tanto en un capítulo de GDK. Me he quemado las pestañas pensando en formas de hacer esto bien y en parte dudaba en intentarlo, pero finalmente me decidí.

El motivo de esto es que cuando leí la versión original de la emboscada de Trunks… Me pareció recontra estúpida, y ustedes saben que a mí no me gusta criticar de un modo tan soez. Los que han leído la versión en inglés no me dejaran mentir: Parecía un episodio de Scooby-Doo.

En serio, Trunks llega en silencio y se aproxima sin ser visto. Entonces se sube a un árbol y… arroja piedras para despertar a TODO el campamento. ¿Cuál era el punto de que llegara en silencio si al final iba a alertarlos a todos? ¿No hubiera sido mejor matarlos mientras dormían? Luego ocurre que todos, incluso Han Shuo, se ponen a seguir el sonido mientras que Trunks se acerca por su espalda. O sea que un grupo de aventureros consumados se dirige al completo a buscar la fuente de un sonido misterioso en medio de la noche… ¡De todas las formas que pudo plantear esa emboscada, eligió la que parecía la estrategia de un niño jugando a las escondidas! Hay muchos otros errores y la pelea se describe de una forma muy extraña, poco clara y bastante ambigua.

Pero creo que sólo con esa premisa inicial pueden entender mi postura.

Luego está el asunto de los personajes. El autor realmente no les da profundidad en toda la novela, pero me pareció que, si ya vamos a interactuar con esos aventureros por más de 3 capítulos, al menos hay que saber algo sobre ellos. Decidí arriesgarme a crear recuerdos para los aventureros, para dotarlos de un trasfondo acorde a sus personalidades. De otro modo, pienso que parecerán más bien niños alrededor de Han Shuo, admirándolo constantemente y tomando cada decisión en función de él.

Otro detalle es que cambié el estilo de narración para cada personaje, de modo que el lector pudiera sentir que estamos haciendo un pequeño paréntesis para conocer un poco de Gordon, Afrodita y Eneas. Espero que quedase bien.

Las memorias y diálogos internos sobre estos personajes que presento en este capítulo son agregados míos. Es justo que aclare exactamente dónde.

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La parte de Gordon fue inspirada en las obras “Las Legiones Malditas” De Santiago Posteguillo y “Salamina” de Javier Negrete. De la primera obtuve ideas para describir la marcha en medio de la neblina, de la segunda, algunas reacciones típicas que sienten los soldados ante el temor en medio de la guerra. El resto es enteramente mío.

El nombre de Eneas es un agregado mío. En la novela original nunca se menciona el nombre del sexto miembro del grupo de aventureros y tampoco aparece mencionado en el glosario. Elegí el nombre porque parecía acorde con el de Odiseo y Afrodita. Sus memorias están inspiradas en una famosa escena de la serie de HBO “ROMA”, en la que un legionario veterano intenta entrenar a Octavio y le dice que es mejor saber manejar la espada un poco que no saber nada. Octavio es el que responde “Los cementerios están llenos de espadachines mediocres, mejor no saber hacer algo que hacerlo medias.”

Los recuerdos de Afrodita representaron un reto para mí, porque tenía que crear algo que reflejara las preocupaciones internas de una mujer. Si bien me inspiré en algunos conceptos de la saga “Ángel de la Noche” de Brent Week y un poco de la novela ligera Kaze no Stigma. Puedo decir que prácticamente me inventé al menos el 90 % desde cero. Así que, si salió bien, pues me sentiré feliz, sino, ya saben a quién culpar.

Una vez que realicé esos cambios tuve que cambiar otras cosas. Los diálogos de Han Shuo son diferentes, porque los originales eran demasiado… simples. Pero creo que logré captar la esencia de la intención del autor original. También cambié completamente el desarrollo de toda la acción y agregue explicaciones para facilitar que el lector entienda lo que ocurre. La narración se desarrolla primero desde el punto de vista de Trunks y luego salta hacia Han Shuo y los aventureros. Al principio este salto es evidente, pero luego se va haciendo un poco más aleatorio para dar la sensación de que todo está desembocando rápidamente hacia un resultado conjunto.

Ya en el capítulo anterior había cambiado cosas: en lugar de tres espadachines; yo les presenté a uno solo más dos guerreros. Cada uno usa un arma diferente (Odiseo, estoque) (Gordon, mandoble) (Eneas, pica), lo que implica crear formas de lucha distinta para cada uno de ellos y hacerlo de forma coherente.

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En cuanto al personaje de Nía, agregué habilidades algo exageradas que ensalzaran su papel de arquera, pero preferí dejarla sin muchos retoques. La oración que recita es un extracto de varias fórmulas genéricas similares a la de los pueblos bárbaros precristianos. Eran sociedades que adoraban mucho a la naturaleza, pero en su verdadero sentido. Actualmente se tiende a idealizar estas religiones, pero al estudiarlas históricamente podemos comprobar que eran extremadamente violentas e incluso sanguinarias; algo que tiene perfecto sentido si consideramos que, en realidad, la naturaleza ES verdaderamente volátil, peligrosa y muy violenta. Si no la respetas… miren Parque Jurásico.

Las imágenes fueron bastante complicadas de encontrar, al final siento que no logré conseguir las que realmente quería y solo puedo esperar que estas ayuden en algo para enriquecer la historia.

Por ultimo cabe a agregar que… pues sinceramente me esforcé bastante con este capítulo, así que si tienen críticas negativas (con excepción de las ortográfica, esas ayudan) por favor tengan en cuenta lo mucho que costó hacer esto. Y si los decepcioné de algún modo, les pido disculpas de antemano.

En cambio, si les ha gustado… ¡Por favor, no les de pena comentar! 😀

Nos vemos en el siguiente capítulo.

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