Goblin Slayer

Volumen 5

Capítulo 5: Asalto a la Mazmorra

Parte 2

 

 

—¡Solicitamos la entrada!

La resonante voz del sacerdote lagarto se podía escuchar incluso sobre el aullido de la ventisca. El rugido de un dragón, en efecto. No había forma de que los habitantes de la fortaleza no lo hubieran oído.

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—Tu visitante es un servidor del dios del conocimiento externo, un sacerdote del ojo de la luna verde. Hermanos, ¿no me abrirán esta puerta?

El sacerdote lagarto era (de hecho) un clérigo, y uno que se había esforzado diligentemente y por un tiempo suficiente como para ascender al rango Plata. Él tuvo que soportar el hacerse pasar por un miembro de alto rango de otra religión.

Cuando el último eco de su voz se desvaneció en la tormenta, el chamán enano le dio un golpecito a Goblin Slayer con su codo.

—Es difícil de creer que sólo esté actuando, ¿eh? No creo que la pequeña chica hubiera estado a la altura.

—Cierto.

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—Dado que las doncellas de los dioses malvados tienden a estar escasamente vestidas, podría haber sido interesante.

—¿Es eso así?

—¿Qué es esto? Pensé que te había gustado su exhibición en el festival. ¿No quisieras disfrazarla?

—No estoy interesado.

Los dos hablaron rápida y silenciosamente, mirando hacia adelante para que parecieran ser fieles discípulos del sacerdote lagarto.

Después de un momento, el chamán enano dijo, —Me pregunto si este paladín goblin o lo que sea es fuerte. ¿Qué opinas, Corta Barbas?

—No lo sé —, murmuró. —Pero debemos operar asumiendo que es más fuerte que nosotros.

—¿Quieres decir que cualquiera que sea la realidad, estemos preparados?

—Sí.

—Supongo que si asumimos que era un tonto y nos atrapa, eso sólo probaría que nosotrossomos los tontos.

Los goblins eran estúpidos, pero no eran tontos. Ese había sido siempre uno de los principios más importantes de Goblin Slayer. Asintió en silencio al chamán enano.

—Hmmm. — No hubo respuesta a la llamada del sacerdote lagarto. La puerta permaneció cerrada, la única respuesta era el llanto del viento.

Muy bien, entonces. El sacerdote lagarto recogió la manga de su ostentosa túnica de colores y sacó algo de ella: un ojo tallado en madera, obra del chamán enano, hecho a imitación de la marca que habían encontrado. Esto él lo alzó.

—¡El ojo azul del dios del conocimiento externo te observa! ¡Hermanos, los que comparten el conocimiento, abran ahora esta puerta!

Finalmente, algo sucedió.

Una pequeña brecha apareció bajo la puerta. Esto fue seguido por un estruendo de poleas, y engranajes girados por cadenas, y con un poderoso crujido la puerta comenzó a abrirse.

Goblin Slayer observó la puerta con absoluta concentración. ¿Cuántos goblins se encontraría operándola? Cualquiera que fuera el número, su enemigo tenía una enorme fuerza de combate. Ahora las cosas se estaban poniendo interesantes.

—Um… Esto va a estar bien… ¿no?

Ante la suave pero inesperada voz que tenía tras él, Goblin Slayer solo movió sus ojos bajo su yelmo. Desde el otro lado de los barrotes, la sacerdotisa lo miraba con un rastro de nerviosismo.

—¿Crees que nos… arrojarán directamente al calabozo o… o algo así?

—Es lo más probable. — Goblin Slayer asintió, pero solo ligeramente, los goblins podrían verlo. —Es mejor que ser sacrificada.

—¿Lo… es?

—Sí.

—Pero… nos rescatarás, ¿verdad?

—Esa es mi intención.

La sacerdotisa abrió la boca para decir algo más, y luego la volvió a cerrar rápidamente. Su expresión se suavizó como si se hubiera rendido.

—Bueno… Todo bien, entonces.

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Con eso, exhaló suavemente. Incluso con los varios calentadores mágicos, pudo ver su aliento en el momento en que este salió de su boca.

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Él podría haber dicho: “Todo estará bien”, o “Puedes confiar en mí”, o “No dejaré que los goblins les pongan un dedo encima”, o cualquier otra cosa que consolara a las chicas. Pero él no lo dijo. Nunca lo dijo.

Por supuesto, si él de repente actuara cálido y cariñoso, ella podría sospechar que alguien le había robado su armadura. Pero aun así…

Él realmente no tiene remedio, pensó ella. No sabía por qué eso le dio ganas de sonreír, pero reprimió el impulso. Podía sentir a Noble Fencer a su lado, su cuerpo estaba rígido; si por nerviosismo o miedo, la sacerdotisa no lo sabía.

—Está bien —, dijo la sacerdotisa. —Goblin Slayer-san está aquí. Todos están aquí.

—Ya vienen —, dijo bruscamente la elfa, levantando sus orejas.

—¡GROOOBR!

La criatura que apareció era pequeña al lado de la puerta de la que emergió, y su grito era leve comparado con el del sacerdote lagarto.

Era un solo goblin, vestido con las ropas de un andrajoso sacerdote. Sin duda intentaba parecer lo más intimidante posible, pero sus pequeños e inestables pasos parecían bastante cómicos. Sin embargo, de alguna manera esa cualidad tonta, como si fuera una caricatura de un orgulloso sumo sacerdote, también lo hacía extraño.

—¡GORARO! ¡GORBBB!!

El goblin se detuvo ante el sacerdote lagarto y gesticuló imperiosamente, agitando su mano y chillando algo. El sacerdote lagarto, que todavía sostenía la señal sagrada, asintió gravemente. Goblin Slayer y el chamán enano mantuvieron sus cabezas inclinadas como buenos discípulos, en silencio y sin hablar.

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—¿Qué está diciendo? — La elfa le susurró a la sacerdotisa.

—Ni idea —, murmuró ella, agitando su cabeza. ¿Cómo iba a entender el lenguaje de los goblins? —¿Crees que ese es el paladín goblin?

—A mí me parece más un sumo sacerdote.

—……Estás equivocada. — La voz de Noble Fencer interrumpió sus susurros. —…Ese… no es él.

El fuego de la ira ardía en sus ojos; la sacerdotisa no pudo pasarlo por alto.

Oh…

Un pequeño razonamiento dejó muy claro de dónde había sacado el goblin sus vestiduras sacerdotales.

—Está bien… —, dijo ella, abrazando a Noble Fencer. No estaba segura de que sus sentimientos le llegaran, pero ella esperaba eso.

Ahora, entonces.

—En ese caso, ¿podríamos pedir una audiencia con el gobernante de esta fortaleza? ¿El mismísimo paladín?

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—¡GORA! ¡GORARARU!

—Oh, ¿estos? Estos son mis dos fieles sirvientes. Y estas otras, mi… regalo. — El sacerdote lagarto hizo un gesto de barrido que englobó la jaula; él se veía verdaderamente señorial. —Logramos capturar a unas patéticas aventureras. Una de los cuales, debo añadir, ya llevaba la marca de una ofrenda.

—¡ORRRRG! ¡GAROOM!

—Ah, sí, lo entiendo. Llévanos a la prisión. Debemos cortarles las extremidades para que no escapen.

El sacerdote goblin asintió y, con un gesto que era una imitación cómica del propio sacerdote lagarto, hizo un gesto al grupo para que entrara.

Naturalmente, el sacerdote lagarto no entendía el lenguaje de los goblins más que el resto de su grupo. Pero el lenguaje de los goblins a menudo sonaba como un niño haciendo un berrinche, y el significado era generalmente el mismo:

“Yo quiero eso. Dame. Él lo hizo. Es culpa suya.”

¿Qué hacer, entonces? La ágil lengua siseó una oración:


—Oh Mapusaurio, gobernante de la tierra. Permíteme unirme a tu manada, aunque sea brevemente.

Este era el milagro Comunicación, uno que utiliza telepatía. Tomando prestado algo del poder de sus antepasados, que habían cazado en manadas, el sacerdote lagarto era capaz de entender y hacerse entender.

—Nada puede avanzar si las dos partes no se entienden. Normalmente este hechizo se usa para evangelizar, pero…

Eso era lo que les había dicho la noche anterior en la mesa de la posada, sentado junto al chamán enano, que trabajaba incansablemente en su costura.


—Sospecho que en algún momento será necesario que aprendamos algunas palabras del lenguaje goblin.

Esa había sido la muy seria respuesta de Goblin Slayer. Y ahora…

—¡Phew! Parece que de alguna manera funcionó —, dijo el chamán enano.

—Todavía sólo estamos atravesando la puerta. No bajes la guardia.

—No tienes que decírmelo dos veces.

El enano soltó un breve suspiro. Goblin Slayer le echó un vistazo, y luego se concentró en los alrededores.

Goblins.

Estaban en el patio de un viejo castillo. Alguna vez, un manantial había llevado agua a la zona, y quizás se habían celebrado banquetes en esta plaza de mármol. Pero ahora, el manantial estaba seco; el lugar estaba cubierto de nieve, todo signo de hierbas y árboles habían desaparecido del jardín, junto a los caballeros o nobles desde hace mucho tiempo. Ahora era la provincia de los goblins, y como tal, se había convertido en un montón de deshechos cubiertos de sangre y suciedad.

—¿Esta es una fortaleza enana de la Edad de los Dioses? Mira en lo que se ha convertido.

Para alguien que amaba la aventura y lo desconocido tanto como la elfa arquera, este doloroso susurro era comprensible.

—No tienen idea de lo valioso que es esto.

—Sin embargo, míralos a todos —, dijo la sacerdotisa, mordiéndose el labio en un intento de suprimir el temblor de su voz. —Tenemos que hacer algo al respecto.

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Fue un golpe de buena suerte que los goblins las viesen solo como ofrendas lamentables. Los pequeños monstruos sabían lo fácil que era hacer lloriquear y gimotear a estos prisioneros, sin importar lo orgullosos que se vieran o sonaran.

La horda de goblins estaba iba más allá de las docenas.

Los estúpidos goblins estaban por todas partes: el jardín, en los muros, en la atalaya y en las almenas. Cada uno de ellos llevaba un equipamiento deficiente, aunque probablemente parecía la calidad más alta para los ojos de un goblin, y cada uno de ellos estaba observando de cerca a los recién llegados.

Sus miradas llevaban destellos de curiosidad y lujuria, pero sobre todo estaban llenas de un hambre aterradora. Los ojos de un animal, de una bestia sin cerebro, habrían sido mejores. Al menos las criaturas salvajes no miraban con tanta malicia y codicia.

—……

La sacerdotisa se olvidó de sí misma y se esforzó en proteger a Noble Fencer de esos ojos; la abrazó más fuerte. Sabía por experiencia que eso sólo incitaría a los goblins, pero lo hizo de todos modos.

—……

Mientras tanto, Goblin Slayer observaba cuidadosamente el entorno desde su casco. La geografía, la arquitectura: si no lo asimilaba todo, entonces era casi seguro que moriría en cualquier cosa que intentara.

La muerte apenas le preocupaba; lo que no podía soportar era la idea de que estos goblins permanecieran vivos haciendo maldades.

Goblin Slayer Volumen 5 Capítulo 5 Parte 2 Novela Ligera

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—GORARA.

—Mm. Vamos, ahora. Dice que lo sigan —, dijo el sacerdote lagarto, yendo detrás del goblin.

—Claro, maestro sacerdote. Vamos, hombre de hojalata.

Alentados por el chamán enano, Goblin Slayer levantó el palo de la jaula.

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