Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 5

Capítulo Extra: Las Aguas Termales de Cal Mira

 

 

Era la cuarta noche desde que llegamos a las islas. Me dirigía a los baños al aire libre de la posada pensando que podría ayudarme a curar más deprisa mi maldición. Había estado yendo todas las noches.

Las termas eran amplias y tenían un estilo japonés. Había grandes parasoles cubriendo el centro de los baños, y una valla de bambú recorría el centro del recinto para separarlo por sexos. La mejor parte era la vista sin obstrucciones del océano disponible desde las termas. El suelo estaba hecho de piedra, lo cual también le daba un aspecto muy japonés. Me hacía sentir extrañamente nostálgico.

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―Ah…

Me metí en el agua y suspiré, contemplando el cielo. El agua estaba a la temperatura perfecta. Era un buen lugar para relajarse.

Había estado visitando los baños todos los días, así que empezaba a sentirme bastante bien. La sensación de debilidad que me había estado molestando últimamente iba desapareciendo. Aunque un vistazo a mis estadísticas mostraba que aún no estaba del todo recuperado. Tal vez era simplemente que me había acostumbrado a sentirme exhausto.

Medité sobre tales asuntos, manteniéndolos en mi mente apenas durante un momento mientras me hundía en el agua y me relajaba.

―Vaya, vaya. Si es Naofumi.

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Motoyasu entró en los baños.

¿Dónde está su lanza?

Miré detenidamente para asegurarme de que aún la tenía. La había convertido en una lanza muy pequeña que estaba balanceándose en su cintura. No podía culparle por ello puesto que yo había hecho lo mismo. Mi escudo era ahora muy pequeño y colgaba de mi espalda. No tenía permitido soltar el escudo, pero podía cambiar su tamaño y con qué parte del cuerpo llevarlo, así que al menos podía relajarme un poco.

Motoyasu se echó un poco de agua por encima para entrar en calor antes de entrar en la terma.

―¿Qué tal la resaca?

―¿Cómo puedes preguntarme eso?

―Nunca te dije que te la comieras. Sólo estaba comiendo un poco de fruta, pensando en mis propios asuntos.

―Bueno, obviamente vienes de un Japón distinto al mío. Asumiré que hay algunas diferencias en la forma de funcionar de nuestros cuerpos.

―Asume lo que quieras.

Nunca me había emborrachado. Además, seguro que la Zorra y las otras chicas le estaban tratando como a un rey. Probablemente lo estaba disfrutando mucho. Tenía suerte de haber salido de ésa con sólo una resaca.

―¡Hey! ¡El agua está fantástica!

Motoyasu le estaba gritando a alguien. ¿Pero a quién?

―Eso ya lo sé. ¿Cuántos días crees que hemos venido ya a estos baños?

Itsuki y su equipo entraron desordenadamente. Pronto les siguieron Ren y su grupo.

―¡Maestro!

Filo estaba en su forma de reina filolial, y entró a los baños de hombres saltando sobre la valla.

―¿Eh? ¿Qué quieres?

―¡Quiero bañarme contigo!

―Eres un pájaro, ve a otro baño. O simplemente vete a nadar al mar.

―¡No quiero!

Era una auténtica niña malcriada cuando quería.

―Más te vale limpiar todas las plumas cuando salgas.

―¡Sííí!

―Estar en un baño con Filo-chan…

Motoyasu se acercó deslizándose con una intrigante expresión en la cara. Filo me usó de escudo humano y se escondió detrás de mí. Aunque era demasiado grande para esconderse realmente.

―Filo-chan, ¿por qué no cambias a tu forma de ángel?

―¡No quiero!

Maldita sea, qué persistente es Motoyasu. Supongo que realmente está obsesionado con los ángeles. ¿Pero por qué insiste Filo en entrar a los baños de hombres? A veces soy incapaz de entenderla.

Motoyasu estaba empezando a emocionarse.

―¡Hey, chicos! De entre todas las chicas de nuestros grupos, ¿cuál pensáis que es la más linda?

Oh, caray… Menudo tema más estúpido para hablar.

Suspiré ruidosamente. No estábamos de vacaciones. ¿O acaso era así como Motoyasu trataba su estancia en este mundo? Ren e Itsuki también parecían molestos.

―Hey, chicos, ¿habéis…? Ya sabéis… ¿habéis hecho eso? Yo… bueno… jeh, jeh…

Se estaba volviendo realmente desagradable. ¿Qué quería? Sonaba como un niño estúpido, riéndose por cualquier cosa. ¿En serio era un mujeriego en su mundo? No podía soportar su compañía. Acababa de entrar en los baños, pero ya estaba pensando en irme.

―¿Entonces? ¿Ya lo has hecho con Raphtalia?

―A mí no me metas.

Motoyasu y yo no estábamos en tan buenos términos. ¿Acaso no era él quien se creía todo lo que la Zorra decía sobre mí? ¿Era necesario que los Héroes fuesen tan desenfadados? Este tipo era idiota.

―Venga, anímate. ¡Cuéntanoslo!

¿Se ha olvidado de la Zorra? ¿Qué pasa con él?

―Entonces empezaré yo. ¿Debería empezar diciéndoos mi ranking de chicas hermosas?

―No, gracias.

―Innecesario.

―No es asunto mío.

Ren, Itsuki y yo nos negamos.

―Bueno, si tuviera que elegir a mi top cuatro, serían Zorra, Raphtalia, Filo-chan y Rishia.

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―…

¿Qué tipo de chica le gustaba? Esas cuatro eran completamente distintas. Supongo que sólo le importaba que tuviesen una cara bonita.

―Entiendo lo que dices. Zorra es una princesa después de todo. Al parecer hay algunos problemas con su personalidad, pero siempre ha sido amable conmigo.

Itsuki entró en la conversación. Armadura se inclinó y le susurró algo al oído. Más o menos pude oír lo que decía. Le estaba diciendo a Itsuki qué clase de chicas le gustaban.

Todos ellos eran idiotas.

―Todos dicen que la reina no es muy simpática, pero eso nunca me ha molestado.

Ahora Ren también se había unido.

¿No acaba de decir que esta conversación no es asunto suyo?

Estaban permitiendo que Motoyasu tomara el control de la conversación. Habría sido fácil quejarse de esto, pero no quería que me incluyeran.

―¿Yo soy lindaaaa?

Me preguntó Filo.

―En absoluto.

―Buuuu.

―¡Yo creo que eres la más linda! Así que, ¿por qué no cambias a tu forma de ángel?

―¡No quiero!

¿De verdad que a Motoyasu le gusta tanto Filo? ¿Entonces por qué no cría a su propio filolial? Obtendría los mismos resultados que yo.

―Rishia también es linda, ¿verdad? Itsuki, estoy celoso.

―No… Ella es, eeh…

De pronto, Itsuki pareció avergonzado.

―¿Quién es Rishia?

Ren ya se había olvidado de ella. Era la chica a la que todo el grupo de Itsuki trataba como una esclava. Tenía una voz suave, por lo que no debía haberle causado una gran impresión a Ren.

―Parece que piensas más o menos como yo.

―Supongo que sí, siempre y cuando estemos hablando de sus caras.

―…

Ren y yo permanecimos en silencio y nos negamos a contribuir. ¿De qué estaban hablando? Supongo que así son los hombres.

―¡Voy a volver con Onee-chan!

―Sí, será lo mejor. Este baño está plagado de lunáticos peligrosos.

―¡Vale!

Filo se despidió y saltó sobre la valla. Entonces Motoyasu se acercó a la empalizada.

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―Puesto que somos héroes y hombres, es una regla sobreentendida, ¿no? Tenemos que… echar un vistazo.

―¡¿Qué estás diciendo?!

―Vamos, sabes que tú también quieres.

¿Itsuki, el guerrero de la justicia, no tenía nada que decir ante esto?

―No debes hacerlo.

Itsuki dijo eso, pero no detuvo a Motoyasu. En su lugar, se unió a él.

Menuda sorpresa. ¿Es que todos los Héroes son unos pervertidos? Dadme un respiro.

Armadura y los demás hombres se estaban excitando. Todos se alinearon contra la valla.

―Maldición… Es demasiado alta. ¡Itsuki, levántame! Si saltamos, nos delataremos a nosotros mismos.

―¿Qué dices? Tú eres el más alto. ¡Deberías levantarme tú a mí!

―¡Pero entonces no podré ver el paraíso!

¿Ése es el único problema sobre el que tienen que debatir? ¿Quién va a levantar a quién?

―Idiotas…

Ren murmuró para sí mismo, pero no dio indicios de pretender irse.

―Ya he tenido suficiente.

Dije eso y salí del agua. Sólo había estado unos minutos, pero no quería verme arrastrado en ningún problema que pudieran incitar. No tenía sentido jugar con fuego, especialmente después de todas las cosas por las que había pasado como las acusaciones de la Zorra y todo eso. No tenía necesidad de darle a nadie la oportunidad de acusarme de tener defectos en mi personalidad. Si no me marchaba, estaba seguro de que me culparían de todo.

―¿Qué te pasa, Naofumi? ¿No quieres divertirte?

―No especialmente.

¿Qué se supone que vamos a hacer, sólo mirar los cuerpos de las mujeres?

Me ponía enfermo solo de pensar en la Zorra. Estaba seguro de que me acusarían de algún crimen si no me iba pronto. Simplemente esperaría a Raphtalia y a Filo en la habitación.

―¡Si queréis espiar, hacedlo cuando yo no esté!

Les dije, y traté de ir a los vestidores. Pero…

―¿Eh? ¡Pero si es el Niño del Escudo!

L’Arc salió del vestidor y entró a los baños.

―¿Tú también has venido a darte un baño, Niño?

Qué inoportuno. ¿Por qué tenía que aparecer ahora?

―He oído que éstas son las mejores aguas termales de la isla. Therese también ha venido. ¿Están aquí tus amigas?

Me maldije a mí mismo en silencio, y entonces, a pesar de que no me lo había preguntado, comencé a explicar toda la situación.

―Nos estamos alojando en este lugar.

―¿En serio? Debes de tener mucho dinero.

―Bueno, de todos modos yo ya me iba. Esos de ahí están a punto de empezar a espiar a las chicas. Si no quieres meterte en problemas, será mejor que tú te marches también.

Se lo expliqué todo a L’Arc y me preparé para empezar mi huida. Pero algo en la forma en que me estaba escuchando me puso nervioso.

―Espera un segundo. ¿Has dicho espiar?

L’Arc me agarró del brazo.

¿Por qué? ¿Está enfadado?

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L’Arc parecía tener un gran sentido de la justicia, y también ser lo bastante terco para aferrarse a él. ¿Iba a intentar detenerles?

―¿Y no vas a participar en algo tan divertido?

Al parecer ahora tenía que lidiar con otro pervertido.

Miró a Motoyasu, que estaba tratando de observar por encima de la valla.

―¡Supongo que son mis camaradas!

―¡¿Qué?!

―¡Vamos!

Casi no me podía creer lo que estaba viendo. ¿Se iba a aliar con ellos?

―¡Venga, Niño!

―No gracias.

―¡No te molestes con él! ¡Es demasiado obstinado!

―Pero… pero ¿no es ésta la máxima ambición de todo hombre? ¿Cuál es nuestra meta en la vida sino rendir culto al cuerpo desnudo de una mujer?

¡Eran muy groseros! ¿Es que ni siquiera pensaban en cómo se sentirían las mujeres si las espiasen? L’Arc y Motoyasu estaban tan excitados que su perspectiva era la única que los demás escuchaban.

Me gustaba L’Arc, pero no tendría más remedio que bajarle varios rangos.

―Hey, Naofumi, ¿hasta dónde has llegado con Raphtalia? Estoy seguro de que has pensado en eso.

―¿Esa chica con la que viaja? ¡Apuesto a que han llegado bastante lejos!

Era como si hubiera dos Motoyasus. Me golpeé la frente con la palma de la mano y suspiré.

―¿Cuántas veces tengo que decir que no tenemos esa clase de relación?

―Sí, pero ya sabes que ella sí piensa en eso.

―Genial… Yo llevo tiempo intentando conseguir ese ambiente con Therese…

Todo este tiempo había creído que eran pareja. Parecían tan cercanos que había asumido que estaban saliendo o algo. Pero si ahora estaba tratando de espiarla, supongo que me equivocaba.

Y aquí estaban, intentando espiar a las compañeras de equipo de los demás. Era como si estuviesen intentando arruinar todavía más mi reputación.

―No tiene sentido. ¡Esto no tiene sentido!

―¿Entonces no ha hecho ningún movimiento? Quizá L’Arc pueda contarnos algo.

―Nada bueno.

―No, más bien quiero decir… ¿no ha intentado Raphtalia provocar algo?

―¿Provocar? No. Sólo es una niña.

―¿Tan denso eres? ¿Quieres decir que nunca se ha quitado la ropa delante de ti ni nada parecido? Cuesta distinguirlo con tanta ropa y armadura, pero debajo de todo eso tiene un buen cuerpo, ¿verdad? Puedo sentir lo atractiva y elegante que es bajo esa ropa. ¡No puedo ignorarlo!

Si no les contaba algo, nunca me dejarían en paz. Menuda molestia.

―Aah… bueno, en realidad, hace un tiempo…

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***

 

 

Sucedió mientras viajábamos como comerciantes. Estábamos en una aldea bastante famosa por sus aguas termales. El hospedaje contaba con una de esas termas, así que fui a darme un baño en ellas.

―Naofumi-sama…

Estaba de vuelta en la habitación, trabajando en los accesorios, cuando Raphtalia volvió de bañarse. Iba envuelta en una toalla, y recuerdo que parecía bastante avergonzada. No sé en qué estaba pensando, pero se quedó ahí de pie y se quitó la toalla. La dejó caer, mostrando su cuerpo desnudo.

―¿Qué te parece?

Su cuerpo estaba bien mantenido. Sabía que sus pechos eran grandes por la vez en que nos abrazamos, pero eran aún más grandes de lo que creía. Debían molestarle mientras luchaba. Aunque todo su cuerpo era suave. Costaba creer que pudiese mostrar tanto poder en batalla. Su pelo estaba húmedo, y las cicatrices que tenía en la espalda habían desaparecido.

Ya me había enseñado antes sus cicatrices, y yo le puse medicina en ellas. Pero ahora estaba de pie frente a mí, desnuda, pareciendo avergonzada, así que dije “ahora tienen mucho mejor aspecto. Comparado con cuando nos conocimos, las cicatrices son como el día y la noche… En realidad, apenas puedo verlas”.

―¿Oh? ¿Eso es, um… todo?

―¿Hay algo más?

Su boca se abrió como si no se pudiese creer mi reacción.

―Si no te vistes, cogerás un resfriado.


―¡Hey! ¡Onee-chan está desnudaaaaaa!

Filo entró corriendo en la habitación y empezó a gritar. Entonces se quitó su vestido, quedándose ella también totalmente desnuda, y cargó hacia mí.

―¡Yo también quiero jugar!

―¡No! ¡No estamos jugando!

Se pelearon un poco, pero eso fue todo.

***

 

 

―Y eso es lo que pasó.

―¡Serás idiota!

L’Arc y Motoyasu estaban tan decepcionados que actuaron como si quisieran darme una paliza. Agarré sus puños y los aparté.

―¿Pero qué os pasa?

―¿Cómo puedes ignorar un intento de seducción tan descarado? ¡Qué desperdicio!

―¡Sí, sí! ¡Si una mujer te muestra su cuerpo, no puedes rechazarla sin más! ¡Es demasiado irrespetuoso!

―¿De qué estáis hablando? Ya os lo he dicho, Raphtalia es sólo una niña. Aparte que es tan seria que os volvería locos. Definitivamente no piensa en ese tipo de cosas.

Supongo que para los hombres era natural interpretarlo todo desde una perspectiva pervertida, pero tenían que aprender a separar la realidad de las fantasías. Por otro lado, había que tener cuidado. ¿Qué pasaría si en mitad de la batalla contra las Olas se descubriese que estaba embarazada? Si eso pasara, sería incapaz de luchar.

Raphtalia tenía un propósito en la vida. No tenía tiempo para esa clase de cosas; odiaba las distracciones. Yo creía que era mi trabajo crear un entorno en el que ella pudiese centrarse lo mejor posible en sus habilidades de combate.

―Eres bastante estoico, ¿no?

―Hey, Niño, no batearás para el otro lado, ¿verdad?

Motoyasu se tomó eso como una señal y se alejó un paso de nosotros. L’Arc estaba torciendo el dedo haciendo un gesto extraño.

¿Se supone que tengo que entender su lenguaje de signos?

―¡Todos, tened cuidado! ¡Este va a por nosotros! ¡Un pervertido anda suelto!

L’Arc se cubrió el trasero con las manos, como para protegerlo.

¡¿Qué?! ¡Ahora entiendo lo que decía!

―¿Estás diciendo que soy gay? ¡Cierra la boca!

¿Por qué tenían que tratarme como si fuese gay sólo por no haberlo hecho con Raphtalia? Ya no podía soportar estar cerca de esta gente.

―No sé cómo pretendéis explicarles esto a las chicas o a los de la posada, pero eso es asunto vuestro. Yo no voy a salvaros.

―¿Hablas en serio? No me lo puedo creer.

L’Arc y Motoyasu quedaron aturdidos. Me miraron en silencio mientras me preparaba para salir de los baños. No me podía permitir quedar envuelto en otro escándalo, por lo que necesitaba evitarlo en cuanto lo viese venir.

―¡Muy bien, reunión estratégica! ¿Intentamos mirar por encima de la valla o tratamos de hacer un agujero para espiar?

Formaron un círculo y empezaron a discutirlo con seriedad. Habían conseguido que otros aventureros que estaban en el baño se uniesen también. Eran bastantes personas. Si eso era el carisma, la verdad es que no lo necesitaba.

Me pregunto si espiar a la gente se trata de distinta forma en este mundo que en el mío.

Al parecer, en el Japón del que provengo, durante el periodo Edo se instalaban agujeros para espiar en los baños. Esta posada separaba los baños por sexos, pero muchas otras tenían baños mixtos. ¿Por qué no iban simplemente a uno de esos? Tal vez era porque eso no tenía emoción alguna. Quizá sólo les gustaba si podían echar un vistazo en secreto.

Idiotas.

No quería quedar involucrado, así que dejé los baños y volví a mi habitación.

***

 

 

―Fiu.

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Estaba descansando en mi habitación. Pronto, escuché pasos aproximándose. Raphtalia entró en la habitación envuelta en una toalla.

―¡Naofumi-sama!

―¿Qué? ¿Habéis descubierto a Motoyasu y L’Arc mientras os espiaban?

―¡Oh, sí! L’Arc y todos los demás están agachando la cabeza, avergonzados.

―¿Sí? Bien. Se lo merecen.

Por supuesto que les habían pillado. Las chicas no eran estúpidas. Si Motoyasu estaba en los baños, cualquiera sabría lo que iba a pasar.

―Pero ¿qué hay de ti, Naofumi-sama?

―¿Qué, yo también tenía que espiar?

Raphtalia pareció desilusionada por mi respuesta. Se quedó ahí de pie, alicaída. Su reacción no era la que me esperaba.

―Y yo que creía que entrarías en razón…

―¿Entrar en razón?

¿De qué está hablando?

Había hecho más que entrar en razón. Ya escuché suficiente a los otros Héroes.

―¿Qué te pasa, Onee-chan?

Filo entró tambaleándose en la habitación y vio que Raphtalia parecía deprimida.

―No lo sé.

¿Qué era lo que tanto le molestaba? No estaba seguro. Quiero decir, claro que odiaría que un tipo como yo la espiase.

Ella… ¿quería que yo también mirase? No. Raphtalia no es así. Sólo está confundida por todos los sinsentidos que han dicho los demás.

―¿Estás bien? ¿Estás enfadada porque L’Arc y los otros te han espiado?

―¡No me han visto! ¡Filo les descubrió y yo me tapé!

―Menos mal.

Parecía agotada a pesar de que acababa de salir de los baños. Supongo que era por toda la absurda excitación de parte de los hombres.

―Fiu… ¿Naofumi-sama?

―¿Qué?

―Visto lo que ha pasado, ¿quieres que vayamos a un baño privado? Podría ser un poco pequeño, pero también podría resultar agradable.

―Um…

Fruncí el ceño e hice evidente mi postura. Quiero decir… acabamos de salir de las termas, sin embargo, había sido un baño bastante corto.

―No hace falta que lo rechaces tan firmemente. Sólo pensaba que sería bueno para tu maldición.

―Sí… puede que tengas razón.

Tenía un mal presentimiento sobre esto. Aunque estaba en lo cierto sobre la maldición.

―Vamos, Naofumi-sama.

―Aah… de acuerdo.

Así que me levanté de la cama y decidí volver a los baños. Era bueno para la maldición después de todo.


***

 

 

―Es por aquí.

Raphtalia me guió por el pasillo hasta el otro lado de la posada, donde se encontraba una sala privada que requería de una llave para entrar. Se encontraba al otro lado del edificio de los baños principales, y estaba orientado hacia el interior de la isla en vez de hacia el océano.

Podía entender por qué los dueños no exhibían este baño. Las vistas no eran muy buenas. Se suponía que era para familias, por lo que sólo cabíamos Raphtalia, Filo y yo.

Raphtalia mantuvo su pecho tapado con una toalla, y Filo también estaba envuelta en una. Me hicieron señas desde el baño para que entrara. No podía olvidar lo que habían dicho L’Arc y Motoyasu, pero estaban equivocados. Raphtalia no buscaba una relación sexual conmigo.

Sí, no parece avergonzada lo más mínimo. Estaban envenenando mi mente.

Saqué de mi cabeza sus estúpidas ideas y entré al baño.

―El agua está estupenda.

―Sí, así es.

―¿Cómo vas con la maldición?

―Creo que estoy mucho mejor.

Probablemente pasaría un tiempo antes de que me recuperase por completo. Si seguía bañándome de esta forma en aguas termales, se curaría tarde o temprano.

―¡Oooh! ¡Maestro! ¡Acaba de haber un destello en el cielo!

―¿Eh?

Levanté la mirada justo a tiempo para ver una estrella fugaz recorriendo el cielo.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 5 Extra 1 Novela Ligera

 

―Oh… se ha ido…

Pero entonces apareció otra. Y otra. Raphtalia observó las estrellas fluyendo por el cielo y juntó las manos como si rezara. Supongo que a la gente de este mundo también le gustaba pedir deseos a las estrellas fugaces.

Resulta que aquí podía ver las estrellas mucho mejor que en Japón. Pero desde que llegué, estuve tan ocupado que nunca me había molestado en mirar hacia arriba.

―¿Qué has deseado, Naofumi-sama?

―Oh, nada. ¿Y tú, Raphtalia? ¿Has pedido algo?

―Sí.

―Espero que se haga realidad.

―Sí. Yo también.

No era muy difícil adivinar qué había deseado. Probablemente fue la paz en el mundo o reunirse con sus amigos de la aldea.

Toda esta escena era muy romántica. Me incliné hacia atrás y contemplé las estrellas.

***

 

 

Un rato después, salimos del baño y empezamos a caminar de regreso a la habitación.

―¿Estabas espiando? L’Arc, ¿qué edad crees que tienes? ¡Podrías salir impune en casa, pero aquí tienes que seguir las normas!

L’Arc y los demás estaban siendo sermoneados en el pasillo. Therese regañaba a L’Arc, mientras que la Zorra y su séquito gritaban a los otros Héroes. Es lo que se merecían. Qué gracioso era ver su castigo.

No merecía la pena preocuparse por ellos; igualmente iban a disfrutar de la vida del modo que quisieran. Sólo aceptarían la reprimenda como un compromiso de su parte. Había leído mangas con cosas parecidas, así que sabía cómo funcionaba. Aun así… yo no era como ellos.

―¡Oh! El Niño estaba en un baño privado con las chicas. ¡No es justo!

―¡L’Arc, presta atención!

Él me estaba señalando, pero Therese no mordió el anzuelo y no le permitió cambiar de tema. Siguió regañándole.

Continuaron fingiendo que me habían atrapado con las manos en la masa, pero les ignoramos y nos fuimos directamente a nuestra habitación.

Estaba seguro de que habría muchas dificultades en el camino. L’Arc era un idiota, pero también divertido. La próxima vez, tal vez, me uniría a la diversión… al menos un poco. Por supuesto, primero me aseguraría de tener el permiso de Raphtalia para evitar que terminase gritándome en el pasillo.

 

 

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– FIN DEL VOLUMEN 5 –

 

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