Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 5

Capítulo 6: Cal Mira

 

 

El personal del barco había insinuado que querían que los Héroes se reunieran y se presentasen, así que ya estaba preparado para dirigirme al lugar de encuentro. Pero entonces, resultó que los otros tres estaban sufriendo mareos.

―¿Están mareados…?

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Yo nunca me he mareado con ningún tipo de movimiento, pero parecía que mucha gente a mi alrededor se mareaba al montar en cualquier clase de vehículo.

¿Acaso sabían en qué situación me habían metido al tomar todos los camarotes buenos?

―Naofumi, ¿cómo puedes soportar este balanceo?

―No sé, nunca me ha molestado.

Sinceramente, no tenía ganas de sentarme con ellos y ser amable. Ése sería su castigo por robar las habitaciones privadas.

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―¡Kyajoooo!

Filo soltó un grito triunfante y saltó al mar desde la cubierta. Nadó atravesando las olas como si fuera un pez.

―Ah…

Vi una gran silueta bajo la superficie. Estaba acercándose a Filo desde atrás.

―¡Filo! ¡Cuidado!

―¿Ummm?

Filo se tomó su tiempo para girarse a mirar, y para el momento que lo hizo, un gran monstruo parecido a un tiburón estaba cayendo sobre ella. Sus fauces se encontraban abierta por completo y sus dientes brillaban.

―¡Toma ésa!

Filo dio una vuelta rápida y pateó al monstruo-tiburón bajo la mandíbula. La bestia salió despedida fuera del agua y giró por el aire. Entonces, ella saltó y le asestó otra patada rápida. El tiburón voló hacia el barco y se estrelló contra la cubierta. Todos los miembros del personal y los pasajeros chillaron. La enorme criatura se estaba sacudiendo en la cubierta, pero Filo saltó y la remató.

―¡Si crees que puedes comerme tan fácilmente, será mejor que te lo pienses dos veces!

Le clavó una de sus garras y abrió el estómago de la bestia, derramando sus tripas por la cubierta.

―Deja de ensuciarlo todo.

―Creo que voy a vomitar.

Murmuró Itsuki. Estaba blanco como el papel. Supongo que, según los estándares generales, el comportamiento de Filo era extraño. Pero para ella, todo esto era algo normal.

Por cierto, éste era el segundo tiburón al que le hacía esto. Yo ya había cortado en trozos y absorbido en mi escudo al primero, y de él pude desbloquear algo bastante interesante.

 


Escudo de Tiburón Azul, condiciones cumplidas

Escudo Mordisco de Tiburón, condiciones cumplidas

 

Escudo de Tiburón Azul

Habilidad bloqueada: bono de equipo – habilidad de natación 1

 

Escudo Mordisco de Tiburón

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Habilidad bloqueada: bono de equipo – habilidad de combate naval 1

Efecto especial: Diente de Tiburón


 

Habilidad de natación, ¿eh? Aunque ya sé nadar bastante bien. En cuanto al combate naval, ¿afectará de alguna forma el movimiento del barco?

Si nos encontrásemos en una situación que requiriese combatir, podría resultar útil.

Si tenemos tiempo libre, supongo que también puedo desbloquearla.

Ya había obtenido todas las habilidades posibles del otro tiburón que mató, así que dejé que Filo se comiera éste.

―¿En serio estáis TAN mareados? ¿Sólo por viajar en barco?

―Tú eres el raro, Naofumi.

―Hola, Niño del Escudo. ¿Qué sucede?

―¿Qué?

L’Arc llegó paseando. Therese caminaba tras él.

―¿Que qué sucede? Nada, sólo estoy hablando con ellos.

―¿Con esos perdedores mareados? Vamos, hombre. Sólo hemos estado unas horas en el mar.

―Aunque llegaremos a destino mañana por la mañana. Qué lástima.

Al parecer, L’Arc y Therese no sufrían mareos. Me senté cerca de la proa y contemplé el océano. Las olas se estaban volviendo más y más grandes. Raphtalia y la tripulación estaban murmurando que podría convertirse en una tormenta.

―Hey, Niño, ¿qué vais a hacer cuando lleguemos a la isla?

―Si Cal Mira está en medio de un evento de activación, sólo hay una cosa que merezca la pena hacer.

Obviamente, iba allí para subir de nivel. Y, por supuesto, también iba a descubrir y analizar todos los objetos y cosas soltadas por los monstruos que encontrara por el camino.

―Eso me parecía.

También… oí que había aguas termales en la isla. Al parecer, eran consideradas aguas curativas para la gente maldita. Si era cierto, definitivamente pasaríamos a darnos un baño.

―Bueno, si vais a estar subiendo de nivel, ¿queréis hacer equipo con nosotros?

―¿Eh? ¿Qué pretendes?

―Supongo que hay una razón para que hayamos terminado siendo compañeros de camarote en el barco. Además, estar solamente Therese y yo subiendo de nivel se siente un poco solitario. Estaba pensando que podríamos hacer equipo.

Um…

Siendo sincero, en realidad me daba igual hacerlo o no. Sonaba como si L’Arc aún no creyese que yo era el Héroe del Escudo.

Así que sólo quiere hacer equipo con otro antiguo aventurero cualquiera del que cree estar fingiendo ser el Héroe del Escudo.

Eso era razón suficiente para confiar en sus intenciones.

Me pregunto en qué estaba pensando. Miré a Raphtalia.

―¿Tú qué opinas?

―No veo ningún problema. ¿Tenemos algo que perder por dejarles venir con nosotros?

Si este mundo es como un MMO, me pregunto si también hay un límite de miembros que puedes tener al mismo tiempo en tu equipo.

Era posible asignar tropas de reserva para que te apoyasen desde el menú de formación, pero eso se limitaba a las Olas de la Destrucción. Ya había jugado antes a videojuegos que te permitían formar grupos de más de veinte miembros, pero no estaba seguro de qué reglas existían aquí.

Estaba reflexionando sobre ese problema cuando, de pronto, recordé el grupo de Itsuki: eran bastantes. Conté seis miembros, y con Itsuki eran siete. Si él podía tener siete personas en su grupo, no debería haber problema con que en el mío estuviésemos Raphtalia, Filo, L’Arc, Therese y yo, lo cual haría un total de cinco personas.

―Claro, pero tratad de no estorbarnos, ¿podréis?

―Jaja, lo mismo te digo.

L’Arc se mantuvo frío y se rió de mi insulto. En realidad no tenía ningún problema con la gente como él, pero siempre estaban causando un alboroto.

―Francamente, no sé qué pasa con ese pájaro tuyo, pero una vez que la entendamos, estoy seguro de que todos nos llevaremos bien.

―Seguro que sí.

Así que terminé aceptando cazar y subir de nivel con dos aventureros de los que no sabía nada. Si era capaz de hacer eso, supongo que había tenido mucha retrospección y recuperación desde los días en que fui engañado e inculpado por la Basura y la Zorra.

Empezaba a preguntarme qué estaban haciendo los compañeros de equipo de los demás Héroes, pero uno o dos segundos después encontré la respuesta: todos estaban relajándose en los aposentos del capitán.

Cayó la noche y navegábamos a través de una tormenta. El barco se sacudía violentamente en todas las direcciones imaginables. Pero el clima se aclaró por la mañana, y llegamos a la hora prevista.

Nuestro camarote era suficientemente pequeño como para que no fuésemos zarandeados con mucha fuerza. Aunque Filo estuvo asustada todo el tiempo, y Raphtalia se sintió muy mareada. Todos los aventureros que no formaban parte de la tripulación… Bueno, ya podéis imaginar lo mareados que estaban todos.

Cal Mira era mucho más grande de lo que había previsto. Se alzaba a gran altura sobre el mar, era una masiva isla volcánica. No sabía si podía confiar en la escala del mapa que me habían dado, pero si tuviese que compararlo con algo de mi mundo, probablemente Hawái sería lo más parecido.

Era un archipiélago, siendo Cal Mira la isla más grande, por lo que a veces la gente hablaba de esta área como si fuese sólo Cal Mira. Como cabría esperar de un archipiélago tropical, podía ver otras islas mar adentro. El interior del atolón estaba protegido del océano profundo, y por ello las olas eran pequeñas y apacibles. Durante la bajamar, se decía que podías ir caminando hasta alguna de las otras islas. Eso tendríamos que comprobarlo por nosotros mismos.

Me pregunto si podría viajar montado en Filo hasta otra isla.

―De acuerdo, Niño, ¿qué te parece si nos encontramos dentro de unos dos días?

―Claro. Como quieras.

Aún no habíamos pasado por las formalidades para decidir cómo íbamos a volver a reunirnos, pero pese a ello nos separamos de L’Arc.

―Muy bien, hemos llegado a Cal Mira.

Me giré y miré a los otros héroes. Estaban claramente eufóricos por volver a pisar tierra firme. Tras haber pasado toda la noche siendo arrojados de un sitio a otro de su majestuoso camarote, no parecía que hubiesen sido capaces de dormir mucho. Iban arrastrando los pies por el muelle con aspecto mareado y extenuado. La Zorra estaba pálida y despeinada. Parecía a punto de vomitar.

―¿No estáis exagerando demasiado? Sólo ha sido un pequeño paseo en barco.

―Naofumi… tú eres el único raro aquí.

―¡Creía que íbamos a hundirnos!

Admito que hubo varias ocasiones en las que parecía que el barco se había sumergido bajo las olas, pero no podías estar aterrándote todo el rato por eso. Aunque es cierto que acabé un poco cansado de ser zarandeado por toda la habitación.

A propósito, parecía que las tormentas rara vez eran tan grandes por esta zona. Me hizo preguntarme si ese extraño clima estaba relacionado de alguna manera con las Olas de la Destrucción. Si hubiésemos estado en mi mundo, habría dicho que esa tormenta fue lo bastante grande como para inclinar cualquier barco de tamaño medio.

―Estaba un poco preocupado por tener que empezar una nueva vida en una isla desierta. Me alegra que lo hayamos logrado.

―¿Qué tonterías estás diciendo?

―¡Lo digo en serio!

―Da igual, hoy deberíamos ir pronto a dormir. Tenemos que aprovechar al máximo nuestro tiempo en este lugar.

La reina nos había recomendado una posada, pero recordé que antes de retirarnos por ese día teníamos que visitar a los nobles a cargo de gobernar las islas. Puede que estuviéramos en medio de la nada, pero ese lugar atraía a muchos viajeros, por lo que seguro que habría todo tipo de gente alrededor.

―¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos, Héroes Legendarios y sus séquitos!

Estaba en el muelle esperando a que los otros héroes se recuperasen de sus mareos cuando alguien que parecía estar dirigiendo una visita guiada (basándome en la pequeña bandera que llevaba) vino corriendo hacia nosotros. Vestía un uniforme militar de Melromarc y parecía estar al borde de la vejez. La banderita no le pegaba en absoluto.

―Soy el Conde de Habenburg, y he sido puesto a cargo de estas islas.

Yo era el único Héroe que no estaba enfermo, así que di un paso adelante y hablé con el noble.

―Es un placer conocerle.

―Oh, um… Sí. Encantado.

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Los demás Héroes asintieron hacia el Conde de Habenburg.

―Por favor, permítanme hablarles un poco de nuestras bellas islas.

Oh, vamos, ¿de verdad ES un guía turístico? Odio ver este tipo de cosas.

―¿En serio cree que hemos venido como turistas…?

Habíamos venido para poner nuestras manos sobre los puntos de experiencia y botines extra disponibles durante el evento de activación. ¿Y ahora teníamos que aguantar una charla sobre las tradiciones orales de los isleños? No estaba de humor para jugar al turista.

―Sí, bueno, estas tradiciones orales hablan del largo tiempo durante el que Cal Mira fue un lugar especial para los Cuatro Héroes… Durante eones, han entrenado aquí.

Comenzó su tour por el mercado, y gesticulaba y describía la escena mientras caminaba por él. En el centro del mercado divisé algo extraño. Era una estatua, algo así como un tótem, y consistía en un pingüino, un conejo, una ardilla y un perro apilados uno sobre el otro. Los cuatro animales llevaban gorros de Santa Claus.

El pingüino sostenía una caña de pescar, el conejo una azada, la ardilla una sierra y el perro una cuerda.

¿Qué se supone que significa eso?

―Tiene buen ojo, Héroe del Escudo. Esos son los cuatro pioneros que trajeron prosperidad a nuestra isla: Pekkul, Usauni, Risuka e Inult.

Todos esos nombres parecían japoneses. ¿Me pregunto si habían recibido su nombre de antiguos Héroes?

―Como seguramente saben, fueron nombrados por un grupo de Héroes previo. Los nombraron basándose en la forma que se llamaba a estos animales en su propio idioma, en la tierra de la que provenían.

Fuera cual fuese su motivación, eran unos nombres horrendos. Podrían haberse esforzado un poco más.

―¿Hay animales como esos en esta isla?

―No. Tras el desarrollo de la isla, se fueron a otras tierras desconocidas. Desde entonces no se les volvió a ver.

Entonces supongo que murieron en algún otro sitio. No hay ninguna buena razón para sospechar que son figuras históricas. Quiero decir, ¿qué tipo de pingüinos y conejos se convierten en pioneros de vanguardia?

―Guau… ¡Parecen deliciosos!

Un hilo de saliva colgaba del pico de Filo mientras observaba las estatuas de los animales.

Ahora que lo pienso, en este mundo hay unos monstruos que conozco personalmente y que aman tirar de carruajes como afición. ¿Quizá los monstruos pioneros no son algo tan singular después de todo?

Había otro objeto extraño junto a la estatua de los animales. Era una especie de pilar de piedra.

―¿Qué es esa cosa?

―Es una inscripción dejada por los Cuatro Héroes Legendarios.

―¿En serio…?

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Había una alta probabilidad de que los demás Héroes, al igual que nosotros cuatro, fueran japoneses. ¿Podrían haber escrito su inscripción en japonés?

Decía algo así como…

―¡Eh! ¡Esto es falso!

Los otros héroes se acercaron para ver si podían leerlo.

―Es muy raro… Se dice que lo dejaron aquí para guiar a los Héroes venideros.

―¿Es alguna clase de broma? ¿Qué pasa con la escritura mágica de este mundo?

Letras mágicas… esas cosas realmente estaban empezando a volverse molestas. No era el tipo de escritura que podías aprender a leer tan fácilmente. No estoy seguro de cómo explicarlo; de alguna forma, cambiaban lo que decían según quién lo estuviera leyendo.

Intentaré explicarlo mejor. Raphtalia era hábil con la magia de luz y de oscuridad, así que podía leer libros que hablaban de ese tipo de magia porque tenía afinidad. Pero si yo tratara de leer el mismo libro, éste no diría nada. Si tradujera lo que estaba escrito, sería sólo un galimatías. Pero Raphtalia podía leerlo, entenderlo y, después, ejecutar hechizos mágicos basándose en lo que había leído.

También existían letras mágicas creadas para que cualquiera pudiera leerlas, pero si no tratabas de usar la información escrita, se volvería ilegible. Era como si reaccionara a tu aptitud mágica innata. Claro que, de todas formas, tenías que ser capaz de leer las letras utilizadas en este mundo.

―Oye, ¿tú puedes leerlo?

―Bueno, vosotros habéis estado dependiendo de esa bola de cristal, por lo que ya sé que no podéis leerlo. Yo, por otro lado, tuve que arreglármelas por mi cuenta a raíz de todos los problemas por los que me hizo pasar la Basura. Si no hubiera aprendido a leer, nunca habría sido capaz de usar ningún tipo de magia.

Podías aprender magia mediante dos métodos distintos: leyéndolas en un libro o aprendiendo automáticamente el hechizo a través de una bola de cristal mágica. Si lo aprendías de una bola, el hechizo era fácil de asimilar aunque difícil de potenciar. Aprenderlo de un libro requería más tiempo, pero resultaba más fácil ajustarlo sobre la marcha.

―¿Qué dice?

―Um…

Concentré mi magia e intenté leer lo que había escrito en la piedra. Estaba escrito con un lenguaje simple.

―Yo soy la fuente de todo poder. El Héroe del Escudo te ordena. Él ha entendido esta inscripción. ¡Apóyale!

―Aura Zweite…

Podía elegir un objetivo para el hechizo.

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Supongo que puedo empezar por Filo.

Apunté con la mano en dirección a Filo y una esfera mágica delgada y transparente apareció a su alrededor.

―¡Increíble! ¡Me siento llena de poder!

Filo empezó a saltar en el sitio. Estaba en forma humana, pero podía saltar muy alto. Revisé sus estadísticas y vi que la mayoría de ellas había aumentado.

―Aura… Es un hechizo que sólo los Héroes Legendarios pueden utilizar. Incrementa las estadísticas del objetivo.

Murmuró un miembro del equipo de Itsuki. Era esa chica, Rishia.

―¡Asombroso! ¡Aprendámoslo todos!

La expectativa de aprender un hechizo antiguo emocionó a los otros, ya que encajaba a la perfección con su actitud típica de un juego. Todos trataron de leer las palabras. Pero…

―Maldición… No puedo leerlo.

―¿Tal vez sea porque nunca habéis intentado aprender a leer las letras mágicas?

Sí, habían aprendido sus hechizos con facilidad gracias a las bolas de cristal, pero si no aprendían a leer, nunca lograrían asimilar Aura.

―Naofumi.

Itsuki se giró hacia mí y habló.

―¿Qué?

―¿Dónde has conseguido ese escudo que te enseña a leer letras mágicas?

―¡He aprendido por mi cuenta! ¡El arma no lo puede hacer todo por ti!

―¡No seas así!

―¡Sí! ¡Enséñanos!

No tenían vergüenza. Pronto querrían que les enseñara todo el idioma. Debían creer que sus armas les eximían de la necesidad de hacer cualquier clase de esfuerzo.

―Yo he aprendido este hechizo llamado Aura, pero eso no significa que vosotros vayáis a aprender lo mismo.

―Pudiera ser cierto. Quizá aprendamos algo incluso mejor.

Su condescendencia se estaba volviendo aún más evidente. No podía soportar que me mirasen por encima del hombro de esa manera.

Ni siquiera pudieron defenderse contra el sumo sacerdote. Me di cuenta de que estaba empezando a enfadarme y traté de calmarme.

―Sigamos. ¿Hay algo más que quieras mostrarnos?

―Muy bien, entonces nos dirigiremos a la posada, pero me aseguraré de enseñarles objetos y lugares de interés por el camino.

El conde fue dando cortas explicaciones de vez en cuando mientras caminábamos hacia la posada. En este momento, debido al evento de activación, había un auténtico tumulto en las zonas silvestres de Cal Mira. Los ciclos vitales de todos los monstruos habían sido acelerados.

Los monstruos seguirían reproduciéndose exponencialmente, y la isla se encontraría en una situación desesperada si los aventureros y los Héroes no viniesen a ayudar a controlar la creciente población. Nuestro objetivo inmediato era ayudar a derrotar a los monstruos y subir de nivel substancialmente en el proceso.

El conde explicó que lo que más ayudaría a la isla sería que erradicáramos por completo cualquier grupo de monstruos que encontrásemos. No había necesidad de ceder ante otros aventureros que estuvieran subiendo de nivel en el lugar, pero si nos encontrásemos con una batalla en curso, nos pedirían que no interfiriésemos y no nos llevásemos las bajas de otros aventureros para, así, evitar conflictos innecesarios. Sonaba igual que los modales típicos de un MMORPG.

Si queríamos viajar entre las islas, había botes a nuestra disposición, pero nadie nos llevaría de un lugar a otro. En el peor de los casos, el conde dijo que siempre se podría ir nadando.

La posada que la reina había reservado para nosotros era el mejor edificio de la isla. En mi mundo, sería el equivalente a un hotel de lujo.

Me pregunto si en el pasado solía ser un castillo o algo parecido.

De todas formas, era un edificio inmenso y ornamentado que parecía muy limpio. Las paredes estaban hechas de algo similar al mármol y tan pulidas que reflejaban la luz. Había una fuente con estatuas de Pekkul y Risuka. En conjunto, de una forma extraña, el lugar me hacía sentir como si hubiera vuelto a mi mundo.

¿Había ido de excursión a las islas del sur? ¿Tal vez había vuelto a Hawái?

Fuimos guiados hasta nuestras habitaciones por un pasillo con una alfombra roja que lo recorría por completo. El personal insistió en que se encargaría de nuestro equipaje, así que les dimos todas nuestras cosas, incluido el carruaje de Filo.

Abriendo la puerta de nuestra habitación, descubrimos que nuestro equipaje ya había llegado, por lo que decidimos dirigirnos directamente al exterior y empezar a cazar monstruos. Subimos a un bote, elegimos otra isla al azar y zarpamos.

―Ha pasado un tiempo desde la última vez que tuvimos la oportunidad de luchar contra monstruos sólo para subir de nivel.

―Supongo que tienes razón.

Después de que naciera Filo, centramos nuestra atención en el trabajo de mercader. Durante ese tiempo, en realidad sólo combatíamos contra monstruos que nos encontrábamos por el camino, y no mucha gente nos pidió específicamente que lucháramos por ellos. Más tarde descubrimos que no podíamos participar en la ceremonia de ascenso de clase, por lo que decidimos dirigirnos a otro país, pero entonces la Corona le puso precio a mi cabeza.

Una vez hubimos derrotado al sumo sacerdote, acabamos metidos en un largo viaje para volver al castillo, y luego subimos al barco en dirección a Cal Mira. Claro que Filo había matado a algunos monstruos durante el trayecto, pero nada que contara como subir de nivel intencionadamente.

Pensando bien en ello, Raphtalia tenía razón; realmente había pasado mucho tiempo. Mientras estuvimos huyendo, no tuvimos tiempo para hacerlo sistemáticamente, y en lugar de utilizar a los monstruos como fuente de materiales, nos comimos a la mayoría de ellos.

―Desde ahora y hasta que nos marchemos de Cal Mira, estaremos subiendo de nivel. Buena suerte a las dos.

―¡Sí!

―Sí.

Bajamos del bote y caminamos por la naturaleza.

Toda la zona estaba infestada de Bio-Masas Rojas, Ranas Magentas, Escarabajos Amarillos y Cactus Gusano. Ninguno de esos monstruos parecía fuerte. Estaba pensando en sus nombres cuando una rana magenta llegó volando hacia nosotros desde unos arbustos cercanos.

―¡Hey!

Sostuve mi escudo en alto para bloquearla, y su estómago chocó contra el escudo. Se produjo un sonido de algo succionando y chasqueando. Bajé la mirada y encontré a la rana pegada al borde exterior de mi escudo.

―¡Aaah!

Raphtalia balanceó su espada hacia la rana.

Sí, se había movido muy rápido.

 

EXP 95

 

Hey, son más puntos de experiencia de los que habría esperado obtener de un monstruo tan débil.

Raphtalia lo había derrotado con un solo golpe de su espada. Estaba mirando su arma, sorprendida.

―Ese monstruo era muy débil, pero hemos recibido bastantes puntos de experiencia.

―¿Será por el evento de activación?

―Eso espero. Bueno, no hay necesidad de contenerse.

―Solamente aseguraos de no robar las presas de otros aventureros.

―¡Tendré cuidado! ¡Hya!

―¡Toma esto!

Raphtalia cortó en dos a un monstruo. Otro fue triturado por las furiosas garras de Filo. Si quería absorber algo con el escudo, tendrían que dejar algún trozo.

Me di cuenta de que ahora era lo suficiente fuerte para resistir a varios monstruos a la vez. En realidad, no me estaban hiriendo lo más mínimo, por lo que llegó un momento en que empezaron a ignorarme. Eso había que reconocerlo, no eran estúpidos. Otros monstruos como los globos podrían haber seguido atacándome eternamente, pero estos eran más inteligentes. Comprendieron que no podían dañarme, así que dirigieron su atención hacia Raphtalia y Filo.

Traté de posicionarme al frente del grupo, defender de los ataques y encontrar aberturas en las defensas de los monstruos. Pero eran tantos que no estaba sirviendo de mucho. Afortunadamente, Raphtalia y Filo eran lo bastante rápidas y poderosas para esquivar los ataques de los monstruos que yo no conseguía bloquear.

Pero seguía habiendo un problema: si yo no era el que detenía sus ataques, no había ninguna necesidad de que estuviera allí.

―Naofumi-sama, siento que estos monstruos son quizá demasiado débiles para nosotros. ¿Tal vez deberíamos seguir avanzando?

―Umm…

Debía haber alguna forma de evitar ese problema.

Quizá pueda cambiar a un escudo más débil.

Tal vez así comprenderían que el escudo era más débil y, por ello, centrarían más su atención en mí creyendo que tenían una oportunidad y dejarían de atacar a Raphtalia y Filo. Además, podría desbloquear algunos escudos en el proceso.

Teníamos una cantidad de tiempo limitada hasta que llegara la siguiente ola. Quería aprovechar el tiempo disponible de la forma más eficiente posible.

Sí, por ahora seguiremos con ese plan.

Aun así, Raphtalia y Filo probablemente eran suficientemente poderosas para llegar al centro de esta isla en particular sin que yo las ayudase mucho. Estaban derrotando a todos los monstruos de un solo golpe.

Continuamos luchando de ese modo durante un rato cuando, de repente, me di cuenta de que ya no estaba recibiendo puntos de experiencia.

―¿Por qué?

―¿Qué ha pasado?

―He dejado de recibir puntos de experiencia. ¿Qué hay de ti, Raphtalia?

―Yo aún los estoy recibiendo como siempre.

Verifiqué sus puntos de experiencia en el menú. Claramente ambas estaban obteniendo experiencia, así que yo era el único que había dejado de acumular puntos. Me preguntaba qué podía estar sucediendo cuando ocurrió.

―¡Bastardos! ¡Me habéis robado la presa! ¡Alguien debería mataros a todos ahora!

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―¡¿Qué?!

Itsuki, Armadura y sus amigos mataron un monstruo contra el que estaba combatiendo otro aventurero.

¡Venga ya! ¿No ACABAN de advertirnos que no robemos las bajas de otras personas?

Les lancé a todos una mirada molesta, pero entonces Itsuki pareció confundido. Al parecer se había dado cuenta de que no estaba recibiendo experiencia, y vino a mí buscando ayuda.

―Oh, Naofumi. No me había dado cuenta de que estabas aquí. Probablemente eso explica por qué no estoy ganando experiencia.

―¿Quieres decir que nuestras armas están interfiriendo entre sí?

―Exacto. Si no es mucha molestia, ¿crees que podríais ir a otra isla?

Este idiota… ¿Por qué tengo que irme yo? ¿No puede moverse él? ¿Es incapaz de considerar los sentimientos de los demás?

Lo juro… todo lo que hacía Itsuki últimamente me irritaba.

―¡Eso! ¡Eso! ¡Que el Héroe del Escudo se vaya a otra isla!

―¡Oh, CÁLLATE ya!

Armadura se estaba volviendo realmente molesto. ¿Qué tenía en mi contra? ¿Qué había hecho yo para que pensara que era su enemigo?

―Itsuki… ¿qué estabas haciendo?

―¿A qué te refieres?

―¿No has escuchado lo que dijo el conde? ¿Lo de no robar las bajas de otros aventureros?

―¿Qué estás diciendo? Ésa era mi presa. Yo he empezado esa batalla.

Sus ojos vagaron en la distancia. A lo lejos, un aventurero estaba enfrentándose a un monstruo. Itsuki sacó su arco y lanzó un ataque letal.

―Um…

―¿Qué pasa? Nosotros hemos dado el primer golpe.

El aventurero y yo teníamos claramente las mismas preocupaciones, pero a Itsuki no parecía importarle. Respondió como si fuese lo más obvio del mundo. Quizá técnicamente no estuviera rompiendo las reglas, pero había algo malo en esa forma de comportarse.

Si esto fuera un MMORPG, esa acción se llamaría robar la presa o pescar. Ese comportamiento estaba prohibido o permitido dependiendo del juego, por lo que no podía estar seguro de cuáles eran las normas aquí. Pero evidentemente era irritante. Claramente molestaba a los demás aventureros. Y además habíamos sido advertidos sobre ello, así que ¿por qué actuar así?

Recordaba haber oído a Itsuki decir que este mundo le inspiraba al de otro juego que jugó en Japón.

―Itsuki, ¿comprendes que comportarte así te traería problemas si esto fuese un juego en línea?

―¿Qué? Oh, déjalo ya. ¡Nosotros hemos dado el primer golpe!

―Sólo porque tienes un arma a distancia. ¿Significa eso que sólo tú tienes derecho a cazar aquí?

Itsuki se turbó por la respuesta, pero lentamente asintió. Me daba dolor de cabeza descifrar sus pensamientos, pero estaba empezando a entenderle.

En un juego de consola, no hay necesidad de preocuparse por esa clase de cosas. Los demás personajes no son gente real, y por ende no compiten por los monstruos. No se pueden robar las presas entre ellos. Tenía que encontrar la forma correcta de abordar el problema.

―Ve a preguntar a Ren y Motoyasu sobre esto. O ve a preguntar al conde de la isla. Creo que descubrirás que todos están en contra de un comportamiento disruptivo como ése.

―¿De qué estás hablando?

―De acuerdo… ¡nos vemos!

Hice señas a Filo con los ojos. Itsuki ya había apuntado su arco hacia un monstruo que estaba asomándose entre la maleza.

―¡Viento Básico!

Filo envió un torrente de viento mágico para golpear al monstruo primero. Un instante después, la flecha de Itsuki dio en el blanco y el monstruo murió.

―¡Nos has robado la baja! ¡Nosotros estábamos cazando a ese monstruo y tú nos lo has robado! ¡¿Cómo has podido?!

Dirigí un dedo acusador hacia Itsuki y grité para apoyar mi argumento. Cuando lo hice, Armadura pareció ponerse muy furioso y dio un paso adelante.

―¡Idiota! ¡A pesar de ser un Héroe, ¿te pones en contra del Maestro Itsuki?!

Itsuki pareció preocupado durante un momento, y después molesto. Me di cuenta de que había entendido la situación.

―Tranquilízate, por favor. Ahora entiendo lo que querías decir.

Sonrío pacíficamente, pero sus ojos no lo estaban haciendo en absoluto. Podía ocultar su disconformidad con una máscara de sonrisas, pero yo veía a través de ella.

Comenzamos a irnos. Aunque no sabía si seguiría “entendiéndolo” después de que nos marcháramos. Supuse que lo mejor sería probar suerte en otra isla.

―¿Deberíamos comer algo mientras esperamos a que mis puntos de experiencia vuelvan a estar disponibles?

Itsuki señaló a su grupo que era hora de tomar un descanso. No estaba muy interesado en los miembros de su equipo ni en sus almuerzos hasta que…

―¡Rishia! ¡Es hora de almorzar!

―Oh… ¡enseguida!

Armadura y sus otros compañeros gritaron a Rishia para que les preparara algo de comer.

Sin duda se tienen en alta estima, ¿eh? ¿Quiénes se creen que son? ¿Por qué tiene que hacer ella sus almuerzos?

―¿Por qué no os preparáis vuestros propios almuerzos?

Murmuré para mí mismo, pero Armadura me oyó y vino corriendo hacia mí.

―¡¿Qué has dicho?! ¡Rishia es la recluta más reciente! ¡Estas tareas son responsabilidad suya!

―¡¿Qué?!

No sabía qué responder.

¿Recluta? ¿Qué es esto? ¿Se cree que está dirigiendo una empresa o algo así?

Rishia se preparó para repartir los almuerzos, pero aparentemente había un orden preestablecido en el que debían distribuirse. Miró con cuidado cada almuerzo, confirmó el nombre y los fue pronunciando en voz baja. Según iba bajando por la lista, el aspecto de los almuerzos se fue volviendo cada vez menos impresionante.

¿Itsuki tiene su propio almuerzo casero?

Rishia le entregó una caja entera de almuerzo.

Armadura fue el siguiente. Su almuerzo consistía en un gran trozo de carne con hueso y un sándwich lleno de más carne. Luego les tocó a los soldados. Ellos recibieron un sándwich y pescado asado. Después fue… Bueno, siguieron así hasta que sólo quedó ella. Entonces, metió la mano en una bolsa y sacó una pieza de fruta, que comenzó a comerse en silencio.

¿De qué va todo esto? ¿Por qué no comen todos lo mismo?

―¿Qué está pasando? ¿Acaso hay diferentes rangos en tu grupo?

―¿Por qué nos estás mirando? Naofumi, te estás volviendo una molestia, así que haz el favor de irte ya a otra isla.

―¿Estás de broma? Itsuki, ¿estás bien de la cabeza?

¡Podría ser un hipócrita por decir esto, pero estaba tratando a esta chica, Rishia, como una esclava! En realidad, Raphtalia y yo comíamos lo mismo. Itsuki era peor que eso. ¡La estaba tratando peor que a una esclava!

―¡Maestro, tengo hambre!

―¡Filo! ¡Cállate un segundo!

Filo había sido asaltada por el hambre al ver comer a Itsuki y su grupo. Ahora sólo podía pensar en comida.

Armadura nos miró triunfalmente. Sonrió y abrió completamente la boca.

―Nuestro rango se decide en función de la cantidad de confianza depositada en nosotros por el maestro Itsuki y por cuánto hayamos contribuido al grupo. ¿Cuál es el problema con ello? ¿Deberíamos tener una larga y agradable charla? Podría contártelo todo sobre las características más grandiosas del maestro Itsuki.

―No, gracias, ya he escuchado suficiente.

―Te lo diré de todas formas. La primera vez que vi al maestro Itsuki, abrió mis ojos a la justicia.

Armadura siguió hablando, y pronto el resto del grupo se unió a él. Relataron todos los logros más impresionantes de Itsuki.

Preferiría no hablar de toda la basura que dijeron. La mayoría de las historias involucraban a Itsuki ocultándose y derrotando después a tipos malos en secreto. Por la manera en que hablaban de él, realmente parecían creer que era el único Héroe a cargo de salvar el mundo. Era algo así como una religión; eran devotos a Itsuki, practicantes del “itsukismo”.

Al final, Itsuki nos estaba mirando con una expresión de profunda satisfacción en el rostro. Era eso exactamente… los estaba utilizando para alardear de sí mismo. Mi análisis era el siguiente: Itsuki siempre estaba encargándose de la gente malvada en secreto. En consecuencia, debía ser un salvador de la justicia.

Estoy casi seguro de que hay un nombre para ese tipo de trastorno.

Había visto una película que trataba de ello. Era sobre un agente de policía de algún otro país que luchaba por la justicia. Se sentía estimulado por la lucha contra el mal, y por él le pusieron nombre a un trastorno. Era una enfermedad que a menudo afectaba a los agentes de policía.

No conseguía recordar cómo se llamaba, pero habían sacado el nombre del título de la película. El protagonista decía que aquéllos que servían al mal no tenían derecho a vivir, y castigaba todas las trasgresiones con la muerte, sin importar su gravedad. Si alguien trataba de evitar su castigo, también sería castigado con la muerte.

El policía real en el que se basaba la película nunca llegó tan lejos, pero el concepto permaneció, un indeleble retrato de la psicosis. De todos modos, no podía evitar recordar a ese personaje cuando pensaba en Itsuki.

Quería sacudirle y preguntarle si realmente se sentía tan seguro de estar en lo correcto. ¿Y si sólo se estaba imaginando toda esa justicia?

Los Registros de las Cuatro Armas Sagradas decía que el Héroe del Arco tenía un fuerte sentido de la justicia. Pero Itsuki había malentendido el auténtico significado de la palabra. “Ser correcto” y “hacer lo correcto” no siempre es lo mismo. Igualmente, no creo que Itsuki fuese a escucharme si tratara de explicárselo. Además, desde el principio, nunca esperé mucho de él, y menos que se abriera a la persuasión.

―Vamos a entrar a una parte más profunda de la isla. Nos vemos, Naofumi.

―Vale, adiós. Intenta no molestar a los demás aventureros.

El grupo de Itsuki recogió rápidamente sus almuerzos y se marchó.

―Ya lo había notado cuando intenté hablar con ellos en el palacio, pero realmente son un grupo conflictivo, ¿no crees?

―Sí.

Preferiría no volver a encontrarme con Itsuki. Viajar entre las islas era un poco molesto, por lo que, si en este lugar iba a haber cuatro Héroes al mismo tiempo, sería más inteligente ponernos de acuerdo en subir de nivel en distintas zonas antes de empezar. Aun así, ya no podíamos subir de nivel en esta isla. Nos dirigimos de vuelta a la isla principal.

―Hey, hey… ¿no es el Niño del Escudo? Por tu aspecto, diría que los monstruos han sido demasiado duros para ti, así que has vuelto corriendo. ¿Estoy en lo cierto?

Bajamos del bote en el muelle de la isla principal y nos encontramos con L’Arc y Therese.

―Los monstruos eran débiles. Aunque tenemos nuestras propias razones para volver tan pronto.

La verdadera razón era que los Héroes no podían acumular puntos de experiencia si intentaban subir de nivel en la misma zona porque sus armas interferían entre ellas. Pero sería un fastidio intentar explicárselo.

―¿Qué razones?

―Es la hora del almuerzo. Eso y que apareció otro Héroe, así que tenemos que movernos a otra isla.

Ya habíamos desperdiciado mucho tiempo, unas dos horas. ¿Por qué teníamos que sentarnos a escuchar al grupo de Itsuki presumir de las valerosas hazañas de su maestro? Podríamos dirigirnos ya a otra isla, pero para el momento en que llegásemos, se estaría haciendo tarde y tendríamos que dar la vuelta para volver.

El primer paso era descubrir dónde estaban subiendo de nivel los demás Héroes. Entonces podríamos evitarlos sin problemas.

―¡Mírate! Te estás tomando realmente en serio tu plan de suplantación, ¿eh? ¿Te refieres a eso de que sus armas interfieren?

―Sí, algo así.

―¿Tú y Therese os dirigís a cazar?

Preguntó Raphtalia.

―Sí. Queremos ver con qué clase de monstruos nos vamos a enfrentar. ¿Qué os han parecido a vosotros, niños?

―Los monstruos no eran muy fuertes, pero dan mucha experiencia.

―Genial.

Estaban charlando sobre los monstruos cuando Therese se acercó y me habló.

―¿Puedo llamarte Naofumi-san? Raphtalia fue lo bastante amable para decirme tu nombre.

―¿Eh? ¿Qué pasa ahora?

―He oído que eres bastante hábil en la elaboración.

Eso surgió de la nada. L’Arc no se había callado desde que le conocí, pero Therese tendía a permanecer en silencio. No estaba muy seguro de cómo dirigirme a ella.

―Yo no diría que soy muy hábil, pero me enseñó un experto y he aprendido lo básico.

―Si te proporciono los materiales y los fondos, ¿podrías hacerme un producto?

―Probablemente… si es que tengo tiempo.

―Me encantaría adquirir uno.

―Claro.

No estaba dispuesto a rechazar un trabajo. Me aseguraría de que me pagara bien.

―¿Y en qué clase de producto estabas pensando?

―Querría un brazalete. La elección del tipo y diseño te la dejo a ti.

Ese tipo de solicitudes eran las peores.

Desearía que decidiese por sí misma.

Opté por esperar a ver qué materiales me proporcionaba, y después simplemente haría cualquier cosa que pudiera con ellos.

―Bueno, no puedo hacer nada sin materiales.

―De acuerdo. ¡L’Arc!

―¿Qué pasa?

Therese estiró el brazo y señaló a una pequeña bolsa atada a la cintura de L’Arc. Él la abrió para mostrar los distintos fragmentos de minerales que contenía. Muchos de ellos parecían ser piedras preciosas sin pulir.

―¿Entonces qué es lo que quieres?

―Simplemente coge lo mejor que haya en la bolsa y haz un brazalete con ello.

―Vale.

L’Arc me entregó la bolsa. Tendría que pensar en ello como una misión secundaria.

―Está bien. Te pasaré la factura del brazalete cuando esté terminado.

―¡Estupendo! Gracias, Niño del Escudo.

―No importa.

Estaba empezando a entender cómo debía sentirse el Viejo dirigiendo esa tienda de armas. Debía pensar lo mismo cuando yo pasaba por allí y le pedía que me fabricara cosas. Bueno, había aceptado el trabajo, así que estaba determinado a elaborar algo bueno.

―Muy bien, nos vamos.

―Buena suerte, L’Arc. A ti también, Therese.

―¡Hasta luego!

Raphtalia y Filo se despidieron de ellos. Subieron a un bote y se marcharon remando. Era mucho más fácil llevarse bien con estos aventureros normales que tolerar a Itsuki. Había algo triste en ello.

Encontramos a una sombra y al conde, que venían de su castillo, y les pedimos que nos dijeran dónde estaban subiendo de nivel los demás Héroes.

Los otros Héroes, Ren y Motoyasu, planearon de antemano a qué lugar iban a ir y se aseguraron de no coincidir.

Así que todos están en islas diferentes.

Todo esto se estaba volviendo una molestia. ¿Por qué tenían que interferir entre sí las armas legendarias? Hasta el momento sólo habíamos luchado en el mismo lugar durante las Olas de la Destrucción, por lo que en realidad nunca antes me había molestado. Sentía que estaba perdiendo un tiempo muy valioso; tenía que pensar en algo.

―Raphtalia.

―¿Sí?

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―¿Quieres que vayamos a subir de nivel por la noche? De esa forma podremos recuperar el tiempo perdido.

Raphtalia se rascó la barbilla y lo consideró seriamente.

―Buena idea. Podría ser un poco peligroso, pero así aprovecharíamos el tiempo.

―¿Vamos a luchar por la noche?

―Así es.

Podríamos habernos dado un baño en esas aguas termales cura-maldiciones, pero después de tanto tiempo en el mar, quería hacer ejercicio.

Si queríamos recuperar el tiempo perdido, ir a subir de nivel por la noche sería la mejor opción. Además, ¿quién sabe a qué hora llegaría la siguiente Ola? No había garantía de que sólo se produjeran durante el día. Y, por otra parte, Filo era como un animal salvaje, y habíamos luchado por la noche en muchas ocasiones mientras éramos fugitivos por culpa de esa recompensa.

Y así, decidimos ir a una isla en la que no hubiera ningún otro Héroe y pelear por la noche.

***

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―Fiu…

―Con eso debería bastar.

―Sí.

Llegamos a la isla y seguimos combatiendo después de que el sol cayera bajo las olas del mar. Pronto descubrí que los monstruos de las islas Cal Mira soltaban todo tipo de objetos. Dejaban caer muchas hierbas medicinales, pero también Agua Mágica y los materiales necesarios para fabricar Agua Curativa Espiritual.

Una vez que llegó la noche y todo estuvo oscuro, los monstruos comenzaron a aparecer con mayor frecuencia. Cuantos más monstruos derrotásemos, más puntos de experiencia conseguiríamos. Tal y como había estimado, estábamos acumulando muchos puntos.

Después de un rato nos cansamos y encendimos una hoguera. Necesitábamos descansar. Aunque Filo no paraba de mover la mirada alrededor del campamento; no parecía lista para dormir.

Había muchas islas distintas en el archipiélago Cal Mira. Algunas tenían montañas elevadas, otras bosques frondosos y otras parecían junglas.

―Esta noche hay muchos monstruos.

―Lo sé.

La isla en la que estábamos acampando era más como una montaña gigante. Miré a la cima. Destacaba con un color rojizo en el cielo, casi como una silueta sombría. Me hacía preguntarme si su color tenía alguna relación con el evento de activación.

Creo que estábamos obteniendo muchos más puntos de experiencia por combatir de noche. Los tres habíamos conseguido subir varios niveles. Cuando llegamos a la isla, yo estaba al nivel 43, mientras que ellas al 40. Ahora yo había subido al 48, y Raphtalia y Filo habían llegado a los niveles 50 y 51.

Raphtalia casi parecía aburrida. Los monstruos no estaban suponiendo un gran reto para ella. Otra cosa que había notado era que los monstruos tenían los mismos nombres, pero algunos eran más grandes que otros, y unos daban más experiencia que el resto. Incluso nos habíamos encontrado con una rana magenta tan grande como yo. A pesar de ser así de grande, Filo la eliminó de una sola patada.

No eran muy fuertes, pero efectivamente nos estaban recompensando con un montón de puntos de experiencia, y encima aparecían con gran frecuencia. En general, era algo bueno para nosotros.

Nos las habíamos arreglado para subir bastantes niveles en un solo día. Las estadísticas de Raphtalia y Filo también estaban creciendo a gran velocidad. Yo andaba centrado en potenciar mi escudo, pero creo que ya había hecho todo lo posible con los materiales de los que disponía actualmente. Logré potenciar bastante el Escudo Víbora de Quimera, pero eso no significaba que usara los demás escudos. Tampoco quería tener que depender del peligroso Escudo de la Furia, así que quería encontrar un escudo más débil que pudiera potenciar.

―Um…

―Naofumi-sama, me preocupa que te estés exigiendo demasiado. Sé que te cuesta decirlo, pero debes de estar agotado. Tú maldición no se ha curado todavía. ¿Por qué no descansas un poco?

Mi cuerpo se sentía pesado.

A estas alturas, dudo que pueda seguir participando en batallas prolongadas.

Sin embargo, tenía la esperanza de poder potenciar un escudo hasta el punto en que en realidad no importase si yo estaba maldito o no.

―Los monstruos de este lugar no han sido capaces de dañarme lo más mínimo, así que creía que estaría bien continuar.

Aun así, acepté su invitación para descansar. Estaba estirando las piernas y preparándome para reclinarme cuando escuché unos pasos aproximándose.

¿Quién es?

Estaba a punto de ponerme de pie cuando me di cuenta de que eran L’Arc y Therese.

―¡Todos están asustados porque no habéis vuelto aún, así que decidimos salir a buscaros!

―¿Qué?

―El encargado de los botes estaba preocupado por vosotros. Dijo que os habíais marchado hacía una eternidad y no habíais regresado.

―Estoy seguro de que mueren aventureros en las islas todo el tiempo. No es necesario preocuparse por nosotros.

Él creía que yo era sólo un aventurero normal fingiendo ser el Héroe del Escudo. ¿No sería normal que un aventurero novato sobreestimara sus habilidades, corriera a una región salvaje y acabara muriendo? Sinceramente, no había pasado mucho tiempo hablando con otros aventureros, así que en realidad no estaba seguro de qué consideraban normal.

―Puede que eso sea cierto. Pero estábamos un poco preocupados.

Umm… ¿así que estaban preocupados por nosotros y fueron en bote hasta una isla en mitad de la noche?

Una parte de mí se sentía agradecida por ello, una pequeña que sentía afecto hacia ellos. Ambos debían ser unos auténticos paranoicos. En vez de aventureros, se parecían más a paladines o algo por el estilo, aunque los caballeros y paladines de Melromarc eran un hatajo de idiotas.

―Queríamos recuperar el tiempo perdido, así que decidimos pelear por la noche.

―De todas formas, volved a la posada con nosotros. Todos están preocupados.

―Está bien.

Igualmente tenía que atender mi maldición. Probablemente ya habíamos luchado suficiente por hoy.

―De acuerdo, regresemos.

―Sí, vamos. Y lo siento por preocuparos.

―¡¿Vamos a volver?!

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Filo inclinó la cabeza hacia un lado.

―Sí.

―¡Valeeee! ¡Vamos, vamos!

Recogimos el campamento y volvimos a la isla principal.

Día a día, las personas que habíamos conocido por azar en el muelle se estaban enredando cada vez más y más en nuestras vidas.

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