Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 5

Capítulo 7: La Taberna

 

 

―Siento haberos causado problemas.

―No importa, Niño.

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Subimos a nuestros botes y volvimos a la isla principal. Ya era entrada la noche, y todas las luces estaban encendidas en el pueblo. Todos los negocios que se encontraban ajetreados durante el día estaban ahora cerrados.

Sí, todos excepto la taberna.

―¡Hey, Niño! ¿Por qué no celebramos que habéis regresado a salvo con una visita a la taberna?

―En realidad, tenía intención de ir a las aguas termales y después acostarme pronto…

―No eres nada divertido, ¿verdad?

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Estos dos se habían preocupado por nosotros y salieron a buscarnos. Supongo que no haría daño quedarme un poco más.

―De acuerdo. Pero sólo un rato.

―¡Bien!


La taberna estaba animada y había mucho escándalo dentro; los aventureros se lo estaban pasando realmente bien. Sonaba como si la mayoría estuviera discutiendo sobre cuáles eran los mejores lugares para subir de nivel.

Resultó que la reina ya se había encargado de cubrir las cuentas de los Héroes en los bares. Sin embargo, yo tenía planeado usar el dinero reservado para otros propósitos.

Encontramos una mesa lo bastante grande como para que pudiéramos sentarnos todos. El viejo que trabajaba en la barra se acercó y empezó a servirnos bebidas.

―Filo, ¿qué vas a hacer?

―¿Eh?

Filo odiaba el olor del alcohol. Arrugó su nariz humana y movió la vista por la ruidosa taberna.

―Parece divertido, pero huele raro.

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―Bien dicho.

Filo era claramente demasiado joven para disfrutar de un bar. Era sólo una niña. Además, ¿quién sabe qué pasaría si se le diese alcohol a un filolial? No quería tener la responsabilidad si ocurriera alguna locura.

―¿Quién ganará?

Alguien estaba gritando en una mesa al otro lado de la sala. Un hombre, obviamente confiado en exceso por el tamaño de sus bíceps, estaba buscando contrincantes para echar pulsos. Otra persona se sentó. Juntaron las manos y empezaron a presionar y tensarse para tumbar el brazo del otro. Una multitud se formó a su alrededor y comenzaron a apostar sobre el resultado. Busqué entre el gentío y encontré a Motoyasu inclinándose hacia una chica, sirviéndole más bebida.

Nunca cambia. Se convertirá en un monstruo en el camino de vuelta, no hay duda.

Una chica bailaba provocativamente detrás de ellos. Un grupo de músicos estaba alineado en la pared junto a ella, punteando cuerdas y cantando. Viendo la escena, realmente parecía un mundo diferente.

―¡Heeey! ¡Eso parece divertido!

Filo era un pájaro monstruo, así que la música y las canciones le emocionaban mucho.

―Entonces ve a verlo, pero no incordies a nadie.

―¡Vale!

Filo se tambaleó en dirección a los bailes y las canciones. Al mismo tiempo, llegaron nuestras bebidas. Di un pequeño sorbo. Síp, el alcohol sabía casi igual en este mundo.

―Así que ESTO es el alcohol…

Raphtalia estaba inspeccionando su copa con detenimiento.

―Oh, es cierto. Tú no deberías beber eso.

―¿Um? ¿Por qué no?

De repente me di cuenta de que Raphtalia todavía era una niña.

¿Pero no ha madurado ya su cuerpo? En ese caso, ¿estaría técnicamente bien que beba o no?

―De acuerdo. Pero no bebas demasiado.

―¡Gracias!

Parecía una niña entrando de puntillas a una piscina… Se acercó la copa lenta y premeditadamente.

―Es un poco amargo.

―Sí, lo es.

―¡Ajaja! Tal vez Raphtalia-chan no esté lista para beber.

L’Arc levantó una jarra enorme y empezó a tragarse su contenido. Therese estaba sorbiendo lentamente su bebida. La forma en que bebían parecía encapsular sus personalidades.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 5 Capítulo 7 Novela Ligera

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No creía que fuese muy distinto de beber agua o un refresco. Supongo que era porque yo no me emborrachaba nunca.

―Naofumi-sama, ¿qué piensas del alcohol?

―En realidad, nada. No es precisamente uno de mis pasatiempos favoritos. De vez en cuando bebo con otras personas.

―Oh, vale.

―Hay mucha gente que no bebe en mi mundo, pero eso podría llegar a ser algo más extraño en éste.

Ren e Itsuki eran menores de edad en sus mundos, pero aquí podrían tener edad de beber sin problemas.

Miré a Itsuki. Estaba sentado fuera de la taberna, participando en alguna clase de fiesta. Definitivamente era menor de edad, pero supongo que estábamos en un mundo diferente. Aquí no iba en contra de las leyes. Si Itsuki estaba bebiendo, probablemente Ren también.

―Sería buena idea que tuvieras cuidado con cuánto bebes.

―Oh…

Raphtalia levantó su copa y la vació de un trago.

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―¿Te refieres a esto?

―¡Oh, sí! ¡Mira cómo bebe!

―Claro.

Me recordaba a las fiestas de mi mundo. Desde luego que no tenía ningún problema con que las chicas bebieran.

Desde la antigüedad, los humanos han usado el alcohol para relajarse tras un arduo día de trabajo. Si se había estado haciendo durante tanto tiempo, era seguro asumir que resultaba eficaz.

Raphtalia siempre se portaba bien y actuaba como es debido. En cierto modo me preguntaba cómo sería si bajara la guardia.

―No es necesario que tengas miedo. Bebe.

―Está bien.

Deslicé otra copa hacia ella, y mientras lo hacía, algún tipo de perturbación se desató en la zona de los músicos. Miré y vi a Filo cantando junto al grupo; era bastante buena. Al principio, los músicos estaban sorprendidos y preocupados, pero rápidamente se dieron cuenta de que tenía talento y ahora se los veía emocionados.

¿Qué?

Motoyasu se dio cuenta de que Filo estaba cantando.

―¡Filo! ¡Bravo! ¡Bravo!

¿Qué ha pasado con la chica que estaba con él?

―¡Yaaaah!

La taberna se estaba volviendo salvaje.

***

 

 

Habían pasado treinta minutos.

―¿Cuánto podremos subir de nivel en esta isla? Si nos adentramos más, ¿los monstruos serán más fuertes?

―Aah… Niño… ¡Esta chica es muy dura!

Raphtalia se había bebido quince botellas de alcohol. Se giró hacia mí y empezó a hablar. Al parecer resistía muy bien la bebida.

―Peo esho… esho ez lo qe eshto diziemdo…

L’Arc, por otro lado, claramente se había pasado. Estaba tremendamente ebrio. Todas sus palabras eran confusas.

―Vamos, L’Arc, tenemos que volver a nuestra habitación.

Therese se lo puso bajo el brazo y lo alzó sobre su hombro. Me impresionó la cantidad de peso que podía levantar, pero entonces noté que estaba utilizando magia.

―Ya es suficiente por esta noche, ¿no? Nosotros nos vamos a nuestra habitación.

―Claro. Nos vemos mañana.

―Vosotros dos sí que soportáis bien el alcohol, especialmente tú, Naofumi-san. Es como si no te afectara lo más mínimo.

―Sí, bueno… Siempre he sido así.

―Nunca había visto nada igual.

Therese sonrió, levantó el peso de L’Arc sobre su hombro y salió de la taberna.

―¿Naofumi-sama?

Me hablaba Raphtalia.

―Sigamos bebiendo.

―¿Estás segura de que quieres beber tanto?

El tabernero tampoco podía ocultar su sorpresa. Raphtalia realmente estaba aguantando mucho. Me hacía preguntarme si, quizá, el alcohol afectaba de distinta forma a los demi-humanos. No podía evitar pensar en esas estatuas, los Tanuki de Shigaraki y las enormes botellas de saque que llevaban.

El perdedor del último duelo de pulsos se acercó dando tumbos y se tropezó, desplomándose sobre nuestra mesa.

―¡Oye, tú! ¡Estamos hablando, así que haz el favor de no molestarnos!

Le gritó Raphtalia al borracho. Normalmente no habría estado tan impetuosa. ¿Quizás el alcohol la estaba afectando?

Recordé los pocos meses que habíamos estado juntos. Siempre íbamos viajando, vendiendo cosas, luchando en las Olas y huyendo de la Corona. En realidad, nunca habíamos parado a tomar un respiro. Tal vez necesitaba desahogarse.

―¡Ja! ¡Si tienes algún problema conmigo, resolvámoslo con un pulso!

―Si eso es lo que quieres, me parece bien. Seré tu oponente.

Raphtalia anunció que iba a participar en el combate de pulsos.

No pasa nada, ¿verdad? Aunque toda nuestra campaña para subir de nivel colapsará si resulta herida ahora.

Estaba preocupado por ella, pero me fui a la barra y decidí observar desde cierta distancia. Había mucha fruta, una parecida a las uvas, colgando cerca de mí, así que cogí una y me la lancé a la boca.

―¡¿…?!

Estaba tan deliciosa que no me lo podía creer. Era como un sabor muy fuerte a uva, pero el regusto que dejaba era limpio y permanecía en la boca, tan delicioso como al principio, lo cual me animó a coger otra. Y eso hice.

―¡Tenemos una ganadora!

―¡Esa chica es FUERTE!

―¡He ganado! ¡¿Quién es el siguiente?!

Raphtalia levantó un puño en el aire, triunfante. Tal vez sí que estaba ebria después de todo.

¿Debería ponerle fin a esto antes de que se salga de control?

―Disculpe…

El tabernero se aproximó a mí; parecía preocupado.

―¿Sí?

―¿Está todo bien?


―¿Estás preocupado por el negocio? Puede que tengas razón. Trataré de arreglar las cosas.

―No me refiero a eso…

―¿Eh?

Su rostro estaba pálido. Le miré a los ojos y el color desapareció aún más de su cara. Seguro era porque Raphtalia estaba derrotando a todos esos hombres fuertes a pulsos. Debía estar sorprendido por todo eso.

―¡Alcohol! ¡Necesitamos más alcohol por aquí!

Un hombre alto se acercó con lentitud. Llevaba un gran barril. Tras dejarlo en la esquina, cogió una de las frutas parecidas a las uvas y se la echó al alcohol antes de agitarlo. Supongo que era una especie de ingrediente secreto. Esas cosas estaban realmente ricas.

La taberna siguió animándose más y más. Raphtalia continuó ganando combates de pulsos, y las apuestas que tenían lugar detrás de ellos se estaban volviendo más intensas.

―¡¿Nadie puede vencer a esta chica?!

En cuando a Filo, se había unido a la canción de los otros músicos y todos juntos estaban muy metidos en ello. Parecían felices y animados.

Cogí otra fruta y me la metí en la boca.

―¡Eh, tú! ¡¿Qué estás haciendo?!

Gritó un hombre. Me estaba señalando con el dedo. Toda la sala quedó en silencio.

―¿Qué? ¿Qué pasa?

Me tragué la fruta.

¿Quizá sólo esté borracho?

―¡No puedes COMERTE un rucolu sin más! ¡Morirás!

―¿Qué? ¿De qué estás hablando?

Había otro montón cerca, por lo que cogí otra fruta y me la lancé a la boca. Toda la taberna estalló en murmullos escandalizados. ¿Tan raro era?

―¿N-Naofumi-sama? ¿Estás bien?

A Raphtalia pareció pasársele la borrachera al instante.

―Estoy bien. ¿Por qué están todos tan histéricos?

Estaban deliciosas. Rápidamente se estaban volviendo mis favoritas. Quería más. Cogí otra y me la comí.

―¡¿QUÉ?! ¡¿Se ha comido OTRA?!





Todos los ojos de la sala estaban fijos en mí. ¿Por qué todos le daban tanta importancia? ¿Es que no podía comer en paz? ¿Qué parte de esto era tan impactante?

―¿Cuál es el problema?

Motoyasu llegó caminando y me gritó con condescendencia.

―Ninguno. Me he comido una uva y todos han empezado a enloquecer por ello.

―¿Ah, así? ¿Tal vez esas cosas son realmente caras?

―¿En serio? Si es así, lo siento. Las pagaré, así que dejadlo ya.

De todas formas, la reina iba a pagar nuestra cuenta. Podía comer tanto como quisiera.

―Bueno, son algo caras, pero ése no es el auténtico problema…

El tabernero comenzó a explicarlo. Estaba siendo muy cauteloso.

―¿Cuál es entonces?

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―El rucolu es, um… bueno, ese barril está lleno de agua. Disolviendo una única fruta en toda esa cantidad agua la convierte en alcohol. Si se come una directamente, bueno…

―¿De qué estás hablando? ¡Eso no puede ser cierto! Deja de bromear.

―Estoy diciendo la verdad.

―Pero Naofumi no está ebrio, así que tienes que estar mintiendo.

Motoyasu cogió una de las frutas y se la metió en la boca.

―¿Sabes?, están realmente deliciosas, muy sabrosas, de una forma…

Antes de que Motoyasu pudiera terminar su análisis, se agarró el estómago y cayó hacia delante, desplomándose en el suelo con un fuerte ruido.

¡Jaja! ¡Se le han puesto los ojos en blanco! Qué risa. ¿Pero estas frutas son de verdad tan peligrosas?

―¡Oh, no! ¡Se ha comido un rucolu entero!

―¡Tenemos que hacer que lo vomite!

―¡Sí!

Toda la taberna pasó a la acción. Los hombres se reunieron alrededor de Motoyasu y le levantaron, tras lo cual le sacaron de la sala.

Muy bien… adiós a nuestra noche de diversión. Pero supongo que esas frutas realmente están llenas de un alcohol muy fuerte. Tengo una idea.

―Raphtalia, ¿quieres una?

―No…

―¿Y tú, Filo?

Filo dejó de cantar y vino corriendo. Le tendí la fruta y ella se acercó para olerla. Entonces, se cubrió la boca con las manos y retrocedió rápidamente.

―¡No!

―Pero siempre te lo comes todo.

―¡No me gusta esa cosa!

Qué reacción tan fuerte, sobre todo viniendo de Filo. No me esperaba que la rechazara.

―¡Es un auténtico demonio!

―¡Un monstruo!

―¡Los dioses del alcohol han huido con el rabo entre las piernas!

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La multitud volvió a estar alborotada y ruidosa.

Me preguntaba si esto de la fruta era alguna clase de broma que me estaban gastando entre todos. ¿O quizá la biología humana era diferente en este mundo? Motoyasu y yo podríamos tener mucho en común, pero veníamos de universos distintos.

―Bueno, lo siento por causar una conmoción. Ya nos vamos a nuestra habitación.

―Oh… de acuerdo.

Aún había un gran escándalo en la taberna cuando recogimos nuestras cosas y nos marchamos.

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