Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 5

Capítulo 2: La Reunión de los Héroes

 

 

Después de que Ren e Itsuki explicaran la situación a sus grupos, fuimos a ver a la reina. Cuando la encontramos, nos llevó fuera del salón, hacia otra sala. Atravesamos un pasillo y subimos unas escaleras en espiral. Finalmente, llegamos a la sala que, a juzgar por el número de escalones que habíamos subido, debía estar en la parte superior de una torre.

Era una sala sencilla, amueblada con una gran mesa redonda en el centro. Me recordaba a la mesa redonda. Ya había sillas colocadas a su alrededor para nosotros, y todos tomamos asiento.

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―Pronto, el Héroe de la Lanza, Motoyasu Kitamura, se nos unirá. Por favor, esperen un momento hasta su llegada.

Ren e Itsuki, aparentemente molestos por tener tanto tiempo libre, fijaron la mirada en la distancia; debían estar mirando sus menús de juego.

Era una buena idea, así que abrí mi propio árbol de estado. En cierto modo lo había descuidado últimamente, ya que estaba demasiado ocupado. Ésta era una buena oportunidad para ponerme al día.

Pasaron unos cinco minutos. Un Motoyasu de aspecto disgustado irrumpió en la sala sin hacer ningún esfuerzo por ocultar el odio en sus ojos mientras nos miraba.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 5 Capítulo 2 Novela Ligera

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―Kitamura-sama, ¿debo confiar en que ha ido a visitar a mi hija? Ése es su castigo por intentar envenenar a Iwatani-sama.

―Es cierto, ya lo habíais mencionado antes.

La fría mirada de Ren se posó sobre Motoyasu y la reina.

―Temiendo que Kitamura-sama estuviera furioso ante las circunstancias, ordené a uno de mis subordinados que extrajera una confesión directamente de mi hija, Zorra.

En este momento, la Zorra se encontraba bajo el efecto del sello de esclavo y sólo podía decir la verdad. Concretamente era incapaz de mentirles a la reina y a Motoyasu. Probablemente él fue a visitarla al hospital y escuchó su confesión. ¿Y creía lo que había oído? Al parecer no.

―¡La Zorra no ha hecho nada malo! ¡Todo esto es culpa de Naofumi!

―Tengo entendido que mi hija ha confesado. Y creo que usted fue incluido como maestro en la ceremonia para aplicar el sello de esclavo, por lo que, con toda certeza, ella es incapaz de mentirle. ¿Pudo comprender lo esencial de su historia?

―…

―Aun así, le ruego que entienda que éste no es el momento de entrar en discusiones sin importancia sobre mi hija. Si usted valora su vida, ayudará a proteger este mundo. Después de todo, la seguridad del mundo es también la de ella.

La irritación de Motoyasu era evidente, pero se tragó sus protestas y tomó asiento. Era el momento de hablar de negocios.

Con todos nosotros sentados alrededor de la mesa, la sala había adoptado un auténtico ambiente “arturiano”. Encontrándonos tanto Motoyasu como yo aquí reunidos, ¿quién jugaba el papel del caballero traidor?

―Ahora, comencemos a compartir información entre los Cuatro Héroes Sagrados. Yo, la Reina Milleria Q. Melromarc, haré de moderadora durante la discusión. Empecemos.

―Claro.

―Con gusto.

―¿Entonces deberíamos compartir información…?

―¿Sobre qué tenemos que hablar?

Se suponía que la reina iba a moderar la conversación, pero el descontento de Motoyasu era evidente y escupió su pregunta con un rencor insoportable. Podría aprender a guardarse sus emociones para sí mismo. Era claro que estaba molesto, pero SU mujer era quien tenía la culpa.

―Haré de moderadora en esta discusión, por lo que también debería comenzarla. Me gustaría empezar hablándoles de las opiniones de nuestras naciones vecinas, al igual que de los asuntos de nuestro país.

Así que la reina quería decir algo desde el principio.

―Seré franca. He recibido comunicados de otros diplomáticos expresando su preocupación en lo referente a la capacidad de los Héroes para sobrevivir a las olas venideras. De todos los Héroes a excepción de Iwatani-sama, por supuesto.

―¡¿QUÉ?!

Los otros tres héroes gritaron con incredulidad.

―¡¿Qué se supone que significa eso?!

Fue Itsuki el que gritó la pregunta, pero Motoyasu y Ren estaban asintiendo.

―¡Casi suena como si estuvieras insinuando que Naofumi es el más fuerte de nosotros!

―Entonces permítanme preguntarles algo. ¿Quién de ustedes asestó los ataques más efectivos contra el sumo sacerdote de la Iglesia de los Tres Héroes? He oído que el resto de ustedes en realidad habían sido derrotados antes de que Iwatani-sama lograra vencer al sumo sacerdote.

―Um…

Me gustaba el rumbo que estaba tomando esta conversación.

Los demás habían jugado videojuegos similares a este mundo en los suyos propios, por lo que parecían asumir que sabían todo lo que necesitaban para obtener poder, pero aun así sinceramente no parecían ser tan fuertes. Al principio de todo esto, yo estaba definitivamente muy por detrás de ellos. Pero estos días parecía que había compensado esa diferencia inicial.

Motoyasu lo había pasado mal defendiéndose de Filo, y eso fue antes de que ella ascendiera de clase. No sabía cuáles eran sus niveles actuales, pero por lo que había oído, todos ellos habían participado en varias batallas alrededor del mundo. Yo perdí todo ese tiempo viajando por el país y vendiendo artículos, y por ello no había sido capaz de ascender de clase tan pronto como los demás. Y aun con ello habían perdido contra mí en batalla. ¿Qué significaba eso?

Ellos también eran Héroes, así que como mínimo debían ser más poderosos que el ciudadano medio. Además, la Basura les había entregado una cantidad sustancial de dinero para comenzar sus viajes, por lo que tampoco deberían haber tenido ningún problema en lo que al tema económico se refiere.

―Los ciudadanos de este mundo desean que los Héroes cooperen. Confío en que todos entiendan lo que intento decir.

―Muy bien.

Los tres tenían expresiones de profunda frustración, pero parecían haber comprendido el objetivo de la reunión.

―Naofumi, ¿por qué no empiezas tú?

―¿Por qué tengo que ser el primero? La reina ha empezado esto hablando de vosotros.

―Si te soy sincero, creo que tu fuerza es extraña considerando el nivel que tenéis actualmente tú y tus compañeras. Sois demasiado fuertes. Esos ridículos escudos tuyos también parecen extrañamente abrumadores.

―Sí, yo también quería señalar eso. Esa chica, Raphtalia, y no mencionemos a ese monstruo de Filo, son mucho más fuertes de lo que esperaba. No es normal.

―Sí. Las pequeñas Raphtalia-chan y Filo realmente pueden defenderse solas.

Estos cretinos… Se supone que íbamos a compartir información, pero en vez de ello, están usando esta situación como una oportunidad para hacer que hable yo. Sus prioridades están mezcladas.

Supongo que eso significaba que, con todo el conocimiento que supuestamente tenían sobre el mundo, no esperaban encontrarse con la Serie Maldita ni que Raphtalia y Filo fueran tan poderosas. Pero sencillamente no podía decirles todo lo que querían oír.

―¿Y qué planeáis darme a cambio de esta información?

―¿Qué?

―¿De verdad es una pregunta tan descabellada? Pensad en ello desde el principio. Todos vosotros me dijisteis que los escuderos eran una clase débil. Me adelantasteis y me dejasteis por mi cuenta. No me contasteis nada. Ahora queréis conocer el secreto de mi poder, pero ¿cómo se supone que voy a saber si vosotros compartiréis vuestros conocimientos después de que os diga lo que queréis?

El tener información que ellos querían me daba ventaja en las negociaciones que iban a comenzar. No quería renunciar a ello. Si querían sacarme información, tendrían que hablar primero; tendrían que decirme todo lo que sabían.


―No es como si hubiésemos guardado secretos intencionadamente…

―Mira tu pantalla de ayuda.

―Supongo que podríamos haber sido un poco más comunicativos con nuestros conocimientos, pero…

Los tres respondieron de una forma patética.

―Independientemente de cómo lo digáis, ninguno de vosotros me ayudó. Puedes decir “mira tu pantalla de ayuda” e intentar hacer una actuación digna. Pero ¿la pantalla de ayuda me dirá las zonas más eficientes del mapa para subir de nivel, eh?

Tenía que leer correctamente sus reacciones si quería conseguir algo de información. ¿Había olvidado cómo sonsacarle información a alguien? Claro que todos estábamos tratando de manipular a los demás. Si quieres tener éxito en las negociaciones, hay que encontrar un modo de controlar el flujo de la conversación.

Me las había arreglado para crear un ambiente donde ellos comprendieron que tendrían que ceder información si querían que hablase. Si daba un último empujón, quizá me asegurase una ventaja.

―Al igual que vosotros, yo también guardo algunos secretos. Creo que ya es hora de que hablemos con total sinceridad.

“¡Aah!” resopló Ren, obviamente molesto.

―¿Y sabéis qué más? Vosotros tres necesitáis daros cuenta de que ya habéis perdido una vez contra las Olas. Si volvéis a meter la pata de ese modo, moriréis.

―¿De qué estás hablando? Ése era un evento especial de batalla, teníamos que perder.

―¿Qué?

―Sí, si los Héroes perdíamos esa batalla, simplemente seríamos llevados al hospital y despertaríamos allí. No moriríamos. La historia está fijada de esa manera.

―Sí, eso está demostrado. Sólo mira lo que pasó cuando perdimos contra el sumo sacerdote… despertamos en el hospital.

¿Qué demonios están diciendo? ¿Han perdido la cabeza?

―¿Qué están diciendo? ¡En ocasiones tengo problemas para entender lo que dice Iwatani-sama, pero esto es algo totalmente nuevo!

Exclamó la reina. Parecía bastante inquieta, y yo me sentía igual. Era como si los tres hubieran proclamado su inmortalidad frente a nosotros. Creían que nunca morirían sin importar lo que hicieran.

―Bueno, sólo para que lo sepáis… En realidad, yo derroté al sumo sacerdote después de que perdierais, así que…

Los tres volvieron a gritar al unísono.

―Es imposible que un escudero ganara esa batalla. Todo es por ese extraño escudo que tienes.

Maldición, están empezando a volverse molestos.

Si perdían, ¿simplemente despertarían en el hospital? ¿Así funcionaban sus juegos? ¿Realmente creían que esto era sólo un juego y que estos eran nada más que eventos para avanzar en la historia? A pesar de que habían perdido, yo recordaba cómo nos habían tratado condescendientemente a mí y a mi escudo. Me ponía furioso sólo de pensarlo.

Era… Era…

―De todas formas, esas cosas no importan. Sigamos.

¿Que no importan? ¡Estos idiotas están tratándolo todo como si fuera un juego! ¡Esto es absurdo, un absoluto disparate! Su mal entendimiento de la situación necesita ser tratado inmediatamente.

―Seréis idiotas… ¡Sabéis que esto no es un juego, ¿verdad?! ¡Si morís aquí, todo acabará para vosotros!

―Claro, pero estamos protegidos.

―Sí.

―Exactamente.

Era imposible hacer comprender a esta gente.

Esta conversación me estaba poniendo muy incómodo. Incluso con todos los problemas por los que había pasado desde que llegué a este mundo, esta conversación podía ser más peligrosa que cualquiera de ellos. Estaba intentando decírselo, pero no escuchaban. De modo que ¿qué más podía hacer? Sólo tenía que continuar sin quejarme. Debía ser lo bastante fuerte como para sobrevivir después de que todos ellos murieran. Con la forma en que estaban hablando, ese día podría no estar muy lejos.

Pero espera… no. Fitoria dijo que las Olas ganarían fuerza si los Héroes morían.

―¿Entonces así es como creéis que funciona el mundo y por eso os dio igual y tratasteis de matarme? ¿Qué habría sucedido si hubieseis tenido éxito?

―¿Qué quieres decir? Simplemente habrías muerto.

Itsuki lo dijo como si nada.

¿Así que no sentían ninguna duda al pensar en el asesinato? Siempre y cuando eliminasen al “malo”, todo estaba bien, ¿no?

―Yo pensé que era un poco raro. Supuse que no seríamos capaces de matarte.

―Yo creía que terminarías de vuelta en tu propio mundo. Qué absurdo.

―Motoyasu… ¡Yo sí que debería mandarte a TI a tu mundo!

¿Por qué pensaba siquiera que ocurriría eso? ¡Menudo idiota!

―De todas formas, ya basta de pensar como si todo fuera un juego. ¡Todo tiene un límite! ¡El simple hecho de que vosotros tres todavía estéis vivos es un milagro!

Los tres dejaron pasar mis palabras sin hacer ningún comentario. Ni siquiera respondieron. No lo entenderían hasta que se topasen con la verdad y ésta les golpease en la cara, pero para entonces ya sería demasiado tarde. Solté un suspiro.

―En fin. Será mejor que empecéis a hablar. Decidme todo lo que sabéis, desde el principio. Si no, yo tampoco os diré nada.

―Bueno, no hay forma de evitarlo, ¿me equivoco? Es un fastidio, pero si insistes…

―Sí, y además los Héroes deben dejar de interferir con el progreso de los demás.

―No importa. Al final, nada cambiará. Absolutamente nada.

Sería mejor que empezaran a hablar, y rápido. Necesitaba saber qué tenía que hacer para volverme más fuerte. Me habían arrebatado el control de la conversación por pura idiotez, pero ya era hora de que yo lo recuperase.

―E Itsuki, –empecé– no cabe duda de que un héroe que lucha por la justicia nunca se pondría de parte de un mentiroso para aplacar su sentido del equilibrio… ¿verdad?

―¿Mentir? ¡Yo no miento!

―Me pregunto si es cierto. ¿Qué hay menos elegante que mentir, eh, Ren?

―¿Quién sabe?

―Y a las mujeres no les gustan los mentirosos, ¿o sí, Motoyasu?

―No, no les gustan.

¿Era esto suficiente? Esperaba haber sellado la posibilidad de que continuaran mintiendo antes de que la conversación comenzara a avanzar de nuevo. Supuse que Ren estaba muy preocupado por verse tan admirable como fuese posible, Motoyasu quería gustar a las mujeres e Itsuki estaba obsesionado con la justicia. Claro que él podía definir la justicia de la forma que más le conviniese en cada situación, y es por eso que, en este momento, me aseguré de que lo asociara con las mentiras. Con eso en su mente, le resultaría difícil mentir directamente.

Con todas las piezas en su lugar, era más probable que los tres dijeran la verdad.

―De acuerdo, Itsuki, tú empiezas. Dímelo todo desde el principio.

―¿Por qué estás tú al mando?

Itsuki frunció el ceño, molesto, pero se giró hacia los demás y comenzó a hablar.

―Las armas de los Héroes se desbloquean mediante los materiales que éstas absorben. Esto también expande el árbol de habilidades disponible. El sistema es muy similar al del juego que solía jugar, Dimension Wave, pero hay algunas diferencias.

―¿Eh? ¿No es exactamente igual?

―No, pero es muy parecido. Aquí hay muchas armas que nunca había visto.

Eso significaba que él no sabía todo lo que había que saber sobre las distintas armas de este mundo. Tenía sentido. Si lo supiera todo sobre las armas y sus habilidades, también debería saber acerca del Escudo de Esclavista y el Escudo de Usuario de Monstruos.

―La mayor diferencia es probablemente que, en este mundo, cuando cambias a una nueva arma, las demás que has utilizado siguen estando disponibles.

Ren y Motoyasu asintieron. Entonces ¿este lugar no era exactamente igual a los juegos que solían jugar? Eso era un tanto preocupante.

―Ahora voy yo.

Ren levantó la mano y empezó a hablar.

―Seguiré desde donde lo ha dejado Itsuki. Cuando un arma es desbloqueada, ciertos bonos de equipo pasan a estar disponibles.

Sabía que podía confiar en esa información, puesto que ya conocía que era cierta.

―Sin embargo, el sistema de bonos de equipo es un poco diferente al empleado en Brave Star Online.

―¿En qué sentido?

―En mi juego, normalmente aprendías habilidades acumulando puntos de habilidad a partir de otras que ya conocías.

Eso también tenía sentido. En los videojuegos que jugué en el pasado, había puntos de habilidad accesibles para el jugador que podía asignarlos del modo en que quisiera personalizar a mi personaje. Me sentía como… como si con sólo desbloquear todo el árbol de habilidades de este escudo, de repente, todas fuesen a estar disponibles.

De todas formas, lo que de verdad me sorprendía era que, a pesar de todas estas diferencias, los tres siguieran pareciendo muy confiados con que estaban en el mismo juego que conocían tan bien de sus propios mundos.

―Tienes razón. Es justamente así.

―Sí.

―Pero creo que sólo los Héroes pueden desbloquear el árbol de habilidades entero.

Estaba empezando a entenderlo. Los aventureros normales sólo podían desbloquear ciertas porciones del árbol de habilidades, dependiendo de las opciones que se les abrieran durante su crecimiento. Solo los Héroes, gracias a las armas legendarias, podían desbloquearlo todo.

―Es mi turno. Si consigues un arma del tipo en que te especializas, puedes copiarla. Creo que tienen un sistema de copia de armas.

―¿Qué?

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¿Qué es eso? ¡Nunca había oído nada parecido!

―Sí, eso es muy diferente del juego al que estoy acostumbrado, pero pude desbloquear un arma realmente fuerte y además gratis, así que terminó siendo de gran ayuda.

―Bueno, somos Héroes después de todo. Tenemos algunas ventajas.

―Estoy seguro de que todos sabéis esto ya, pero la tienda de armas de la capital de Zeltbul, el país mercenario, tiene el mejor equipamiento.

Los otros dos estuvieron de acuerdo, asintiendo a lo que había dicho Motoyasu.

―¡¿Qué has dicho?!

Estaba tan molesto que prácticamente grité.

¿Copiar armas? Nunca había visto algo como eso en el menú de ayuda. Ya había pasado cuatro meses aquí, así que empleé todo el tiempo necesario para leer el menú completo de sobra, apartado por apartado. Sonaba como si estuvieran diciendo que, si simplemente cogías un arma en una tienda, podías obtener la capacidad de utilizarla.

―Naofumi, ¿estás diciendo que ni siquiera sabías eso? ¡Me impresiona que hayas conseguido sobrevivir durante tanto tiempo!

Ugh… ahora sí que me están poniendo furioso. ¡Realmente furioso! ¡Había dado por hecho que sólo puedo utilizar escudos especiales que desbloquease yo mismo!

Hasta ahora sólo había visto cosas como escudos de hierro, escudos redondos y escudos libro, y creía que esos eran los únicos tipos disponibles.

―¿Vosotros descubristeis esto por vuestra cuenta?

―No realmente, tan sólo fuimos a comprar armas a la tienda. Es algo normal hacer eso, ¿no? Considerando que el arma con la que empiezas es muy débil.

Yo intenté hacer exactamente lo mismo cuando llegué a este mundo. Quería dejar de ser un escudero, así que intenté usar una espada que cogí en la tienda de armas. Pero cuando lo hice, apareció un aviso diciendo “Eres incapaz de equipar o portar un arma distinta al arma legendaria que se te ha asignado”. Eso significaba que en batalla sólo podía utilizar mi escudo.

―Las reglas dicen que sólo puedes utilizar tu arma asignada, pero si usas el sistema de copia de armas, es como si pudieras equiparte cualquier arma.

―Sí.

―Exacto.

Esto estaba comenzando a darme dolor de cabeza.

Además, yo estaba pegado a un escudo. Atacar era en lo que más me urgía centrarme, por lo que básicamente ignoré los escudos que estaban a la venta en las tiendas de armas. Ya tenía equipado un escudo que subía de nivel junto a mí, así que me concentré únicamente en intentar obtener un arma, como una espada, para mi otra mano.

¿Tal vez por eso nunca lo noté?

―Está bien, sigamos hablando.

Si ya habían tratado cosas tan importantes que yo ni siquiera había sido capaz de descubrir, me puse nervioso de sólo pensar en cuántas cosas más se me habían ocultado.

―Cuando matas a un monstruo y se convierte en materiales que absorbes con tu arma, puedes abrir el menú de tu arma al mismo tiempo para obtener los materiales que el monstruo ha dejado caer.

¿Objetos caídos? Umm…

Ya había visto algo así en los RPG en línea. Normalmente, los monstruos dejan caer objetos cuando los derrotas. Pueden dejar cosas que no tienen ninguna relación con los materiales de los que están compuestos.

¡He sido demasiado estúpido! ¡Debería haber sido capaz de averiguar algo tan simple yo solo!

―Hay objetos con un alto precio en las tiendas y que son dejados con bastante frecuencia por los monstruos. Ahora tengo un montón de objetos raros. Realmente me hace sentir que estoy en un mundo totalmente nuevo.

―¿A que sí?

―Es cierto. A veces los monstruos dejan caer objetos muy raros.

Seguían sacando más y más información importante. Y, por encima de todo, parecía que los tres ya sabían todo eso. Me hicieron sentir de esta forma el día que los conocí, pero ahora lo estaba sintiendo otra vez, ese punzante sentimiento de estar en desventaja.

―¿Qué más? Ah, sí, puedes fabricar herramientas.

―Habilidades técnicas, ¿verdad? Sí, las hemos tenido desde el comienzo.

―Seguid, os estoy escuchando.

La información que ellos daban por sentada pudiera ser nueva para mí. Tenía que estar preparado para escucharlo todo.

―Si posees la habilidad técnica y la receta, podrás dar los materiales necesarios a tu arma. Ésta los absorberá y, tras cierta cantidad de tiempo, el arma fabricará lo que quieres.

¡¿Las armas pueden sistematizar la producción de objetos?! ¿Están bromeando?

No podía soportar recordar todo el tiempo que había gastado elaborando medicinas.

Al parecer, la efectividad de los artículos era la misma bien si el arma los hacía automáticamente o si tú pasabas toda la noche trabajando en ello, pero si tenías una receta y el arma podía hacer todo el trabajo por ti, ¿para qué molestarte en hacerlo tú?

Eso explicaba por qué Motoyasu tenía una reserva de Agua Mágica; no había tenido la necesidad de esforzarse para fabricarla por su cuenta. ¿Quizá los materiales necesarios para crearla eran fáciles de obtener de los monstruos?

―Lo único malo es que en realidad no puedes usar objetos aparte de los que sueltan los monstruos o los que fabricas tú mismo.

―Así es. No puedes utilizarlo con facilidad.

Por lo visto había algunos problemas con el sistema de objetos. Aunque eso no me preocupaba. No me podía creer que hubiese tantas técnicas potenciadoras que no conocía.

―En cuanto a las áreas para subir de nivel eficientemente, no creo que podamos resumirlo en una o dos frases.

―Sí. Podríamos hacer una tabla o algo, listando buenos lugares y monstruos en función de tu rango de nivel. De esa forma, si te atienes solo al listado apropiado para tu nivel, no encontrarás ningún problema importante.

―Aunque tenemos que asegurarnos de no solaparnos.

―Bien visto.

―¿Hay algo más que queráis decirme?

Tomé notas mentales de todos los puntos que habían mencionado e intenté que la conversación siguiera avanzando.

―Parece que hay una técnica fundamental para hacerse más fuerte rápidamente que Naofumi aún no conoce. Supongo que debería contársela.

Itsuki sacó pecho y habló con aire importante.

―En este mundo, la rareza de un arma es muy importante. Las habilidades con las que viene son sólo algo secundario. Si la propia arma no es fuerte ni rara, no tendrá mucho valor.

―¿Te refieres a armas únicas y equipamiento legendario?

―Sí, algo así.

―¡Deja de mentir!

―No está bien empezar diciendo la verdad y después mentir a mitad de camino.

Ren y Motoyasu gritaron con brusquedad a Itsuki.

―¿Qué? ¿De qué habláis? ¡Estoy diciendo la verdad!

―Nop. Eso es mentira.

―Sí, eres un mentiroso.

―¡No lo soy! ¡No estoy mintiendo!

¿Qué estaba pasando? Itsuki había perdido la calma. Realmente parecía estar enfadado con los otros dos. Sin duda era algo extraño.

―Escuchemos el resto.

Interrumpí su pequeña pelea y le indiqué a Itsuki que continuara.

―Sí, bueno… Depende del tipo de arma con la que estés trabajando, obviamente, pero normalmente puedes utilizar minerales para hacerla más fuerte.

Sonaba como si estuviera hablando de alguna clase de sistema de refinamiento. Había visto cosas así en los juegos.

―Las placas de hierro son las que tienen más ranuras para minerales.

―Estoy seguro de que hay un riesgo de fracaso. No deberías contar mentiras tan peligrosas.

―¡No! ¡Nunca falla!

Espera, ¿entonces no había riesgo de fracaso? ¿Estaba diciendo la verdad?

―¿De qué hablas? No puedes usar minerales para potenciar nada.

―¡Será mejor que dejes de llamarme mentiroso! ¿Qué hay de ti, Ren? ¿Cómo potencias las cosas?

―¿Yo? Buena pregunta. No quiero que Naofumi se acabe confundiendo por tus mentiras, así que supongo que debería intervenir y decirle la verdad.

¿Era necesario mencionar mi nombre? Da igual, tenía razón en lo de que me estaba confundiendo.

―Este mundo se basa por completo en tu nivel. Puede haber otras cosas de las que preocuparse, pero al final todo se reduce a si has subido suficientes niveles.

―Otro mentiroso.

―¡Tú! ¡¿Crees que puedes mentir todo lo que quieras por mantener una expresión fría y distante?!

¿Qué está ocurriendo aquí?

―Naofumi, parece que estos dos tienen intención de seguir mintiendo hasta el final de la reunión. Supongo que depende de mí decirte la verdad. Si quieres potenciar tu arma, todo depende de la maestría de habilidad.

―¿Maestría de habilidad?

―Exactamente. Cuánto más usas un arma, más fuerte se vuelve. La parte importante es que, cuando llegue el momento de cambiar de arma, tienes que convertir esa maestría de habilidad acumulada del arma en energía. Entonces, añades esa energía a la nueva, lo cual liberará el poder oculto de esta nueva arma.

―Ésa es una de las mentiras más impresionantes que he oído en mi vida.

―No te preocupes por él. Sólo tienes que seguir incrementando la rareza de tus armas. Podrías fallar o perder un arma normal, pero nuestras armas legendarias son seguras.

Todas sus historias lo hacían sonar muy simple, pero nada de lo que habían mencionado aparecía en los menús de ayuda. No sabía a quién creer. ¿Estarían mintiendo Ren e Itsuki?

―Sólo escúchate a ti mismo, mintiendo con una cara tan seria. No eres mejor que Naofumi.

Le dijo Motoyasu a Ren con desdén.

―¡¿Qué has dicho?!

―Tiene razón, no deberías escucharle, está mintiendo.

―Estáis todos locos. ¿A quién se supone que debe creer? ¡Y NO estoy mintiendo!

―Compruébalo tú mismo. Abre tu árbol de habilidades y revisa un arma que uses mucho. Puedes revisar su maestría de habilidad justo ahí.

Hice lo que dijo Motoyasu y abrí mi menú, buscando el Escudo Víbora de Quimera. Pero cuando abrí el menú del escudo, solo mostró el estado de la misma forma que siempre.

¿Dice que tengo que comprobar algo? Parece ser mentira.

Estiré el dedo para tocarlo, pero no ocurrió nada.

―No ha pasado nada.

Debí haber sabido que era mentira. Ya sabía bastante bien desde el principio que no debía creerles, pero me sorprendió que me mintieran a la cara cuando podía comprobar la veracidad de sus afirmaciones.

Si esto era mentira, probablemente lo que habían dicho sobre el sistema de copia de armas también lo era.

―¡No estoy mintiendo! ¡Sólo intentas arruinar mi reputación!

―Yo tampoco puedo hacerlo.

―Ni yo. Esa opción no aparece en el menú de ayuda.

―¡Ugh! ¡No importa! ¡He sido un estúpido por intentar ayudaros!

Ren se había molestado mucho por las explicaciones de Itsuki y Motoyasu. Suspiró, cruzó los brazos con furia y se recostó en su asiento.

Normalmente, Ren era frío y sereno. De hecho, no creo haberle visto nunca tan molesto. Aun así, los otros dos héroes insistían en que estaba mintiendo, y un rápido vistazo a mi propio menú de ayuda pareció verificar esa acusación.

―Todavía no he terminado. Hay otra forma de potenciar tu arma. Tienes que extraer la energía de otro objeto y usarla para encantar el arma. Si lo haces, su poder aumentará un cierto porcentaje.

―¿Algo así como incrementar el poder de ataque en un diez por ciento?

―Sí, pero tiene un riesgo considerable. Si fallas, el valor caerá a cero.

―Otra mentira. Deja de hablarle a Naofumi sobre otro juego.

―¡Estoy diciendo la verdad! Así es como yo me he hecho fuerte, utilizando la energía de distintos monstruos y objetos para encantar mi arma. Funciona para todas mis armas. Es un sistema paralelo a tu nivel actual, como tener un nivel de trabajo.

Pensando en lo que estaba diciendo, me di cuenta de que había visto cosas similares en juegos que probé en el pasado. Podías aumentar el nivel de tu equipamiento para obtener nuevas habilidades. No era muy emocionante, pero funcionaba. No obstante, creo recordar que aprendí algunas habilidades realmente fuertes con ese método.

―Vale, vale… Ren e Itsuki se están saliendo un poco de control. Permíteme…

―No espero mucho de ti, pero adelante.

Ya me esperaba que solamente salieran mentiras de las bocas de todo el grupo.

―Te lo estoy diciendo, lo más importante es concentrarse en fusionar armas y en los niveles de estado. El rendimiento obtenido a partir de los niveles de estado es mucho más importante que el que se obtiene de tu nivel actual. ¡Incluso si usas tu arma más débil, la que tenías al principio, al fusionarla correctamente puede llegar a ser realmente fuerte! Yo he hecho que todos mis bonos de equipo aumenten mi poder de ataque.

―¡ESO sí que es una auténtica mentira!

―Así es. ¡Naofumi, no le escuches!

Motoyasu ignoró sus protestas y siguió hablándome directamente a mí.

―Es diferente para cada arma, pero lo primero que necesitas hacer es recolectar minerales para fundir. Además, en Emerald Online perdías tu arma si el proceso fallaba. Pero eso no sucede con nuestras armas legendarias. Aquí, si fallas, el valor de fusión simplemente cae a cero.

―¡Eso no es cierto!

―¡Que sí!

La discusión se estaba volviendo intensa y escapándose de control. La reina parecía confusa por toda esta discordia. Sinceramente, yo también estaba bastante confundido. ¿Creían que podrían salir impunes de sus falsedades si todos mentían?

―De todos modos, también existen los núcleos espirituales y los encantamientos de estado. Dependiendo del fragmento del alma de monstruo que combines con el arma, el efecto será diferente. Las opciones varían en función del arma, pero supongamos que tienes un arma para duelos. Puedes aumentar el daño que el arma inflige a los humanos.

―Itsuki, ¿no habías dicho tú algo parecido?

―Hay un número limitado de ranuras en cada arma, y los porcentajes son fijos.

―¡Di la verdad!

―Sí, estoy cansado de oír hablar de otro juego.

Ren e Itsuki callaron con un grito a Motoyasu, que se giró frustrado para mirarlos.

―¿Por qué seguís mintiendo?

―¿Por qué estás mintiendo TÚ?

―¡Los dos estáis mintiendo!

―Bueno, ya no sé quién está mintiendo y quién no…

La conversación estuvo yendo muy bien hasta hace un rato. Al parecer, todos tenían una versión distinta de la realidad. Los tres parecían indignados; creo que nunca los había visto en un desacuerdo tan palpable.

―¿Pudiera ser que cada una de vuestras armas se potencie de distinta manera?

―Simplemente pongámonos de acuerdo en que no estamos de acuerdo.

―Servirá como explicación a corto plazo. Dejémoslo así.

―Está bien, pero hasta ahora ninguna de vuestras explicaciones encajan con lo que he visto yo.

Y así, aparentemente, la conversación se terminó. Si todos ellos se encontraban tan enfadados como aparentaban, probablemente no estuviesen mintiendo. E incluso si lo estaban haciendo, sus mentiras sólo afectarían a sus propias reputaciones.

―De acuerdo. Supongo que es mi turno.

―Sí. Nosotros hemos hecho todo lo que hemos podido poniéndote al corriente de lo que sabemos, así que será mejor que digas la verdad.

―Si creéis que estoy mintiendo, yo no pienso llevarme la culpa.

Todo esto se estaba volviendo más confuso por minutos.

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―¿Qué queréis saber primero?

Para ser sincero, estos tres abordaban todo esto como si fuera un juego. Como mínimo, necesitaba encontrar una forma de hacer que se tomasen esto en serio… o nuestras vidas estarían en peligro. Así que lo mejor sería decir la verdad.

―Dinos por qué Raphtalia y Filo son tan poderosas.

―Eso es fácil. Tengo un Escudo de Esclavista y un Escudo de Usuario de Monstruos, ambos con fantásticos bonos de equipo que me permiten afectar a la forma en que suben de nivel. Hay efectos como “ajuste de estado” y otras cosas. Y Filo tiene otra bonificación aparte por mi Escudo Filolial.

¿Debería hablarles del mechón flotante durante la ceremonia de ascenso de clase?

Decidí esperar y ver cómo se desarrollaba el resto de la reunión.

―La clase escudero que conozco del juego no tenía ninguna habilidad tan útil.

―Encuentro eso muy difícil de creer. Tales habilidades romperían el juego… ¿Dónde encontraste esos escudos tramposos?

¿Tramposos? Ja… da igual… Este tipo no es nada agradable.

―Conseguí el Escudo de Esclavista a partir de la tinta utilizada en la ceremonia para aplicar la maldición de esclavo, y el Escudo de Usuario de Monstruos con una parte del huevo del que nació Filo.

―Bueno, si nos ha dicho dónde obtuvo los escudos, podríamos intentarlo nosotros también.

―Podéis probar, pero no hay garantía de que ocurra lo mismo.

―Claro, pero podrías estar mintiéndonos.

―Pensad lo que queráis. ¿Y si hay un sistema de subida de nivel sólo disponible para el Escudo Legendario?

―Vale, supongamos que estás diciendo la verdad. Eso sigue sin explicar por qué Filo es tan fuerte. Su poder es para nada despreciable. Ya era bastante fuerte desde el principio, pero ahora es algo completamente distinto. ¿Cómo ha ocurrido eso?

―Oh, eso. Sucedió cuando estábamos ocupados huyendo de vosotros y de la Zorra. Un noble que trabajaba para la Iglesia de los Tres Héroes rompió el sello de un poderoso monstruo.

―He oído hablar de eso, pero escuché que fuiste tú el que liberó a la bestia.

La reina se inclinó hacia delante e intervino.

―En realidad, ordené que se llevara a cabo una investigación concerniente a este asunto. Parece que el noble corrupto de ese pueblo se negó a admitir su derrota a manos de Iwatani-sama, por lo que, desesperado, liberó al monstruo.

No había tenido oportunidad de volver atrás y revisar la zona después de marcharnos. Había un noble realmente amable en el pueblo vecino al cual en secreto llamaba Filántropo, y había convertido la comunidad demi-humana en una especie de prioridad. Me pregunto qué pasó con él al final.

―Disculpe, Su Majestad. ¿Qué ocurrió con el noble del pueblo vecino?

―Cuando todo acabó, decidimos llevarle de vuelta a su pueblo. Ha pasado poco tiempo, pero se encontraba exhausto por la huida y hemos estado ocupándonos de su tratamiento médico desde entonces.

―Oh…

También conocimos a gente de la aldea de Raphtalia, y ellos escaparon con el Filántropo. Solo podíamos desear que todos hubieran llegado a casa a salvo.

―¿Qué pasó con el monstruo que liberó el noble?

―Atrajimos al monstruo lejos de cualquier centro urbano y pretendimos pelear contra él en la llanura. Pero justo cuando la batalla estaba empezando, la reina de los Filolials, Fitoria, apareció y lo derrotó. Después usó algún tipo de hechizo para transportarnos a todos a un lugar seguro.

―¿Transportar?

―Ésa es la única palabra que se me ocurre. Fue como si de repente perdiese el equilibrio. En realidad no lo entiendo.

―¿No tienes ninguna habilidad de transporte? Cuando te vi huyendo de Motoyasu, me di cuenta de que no conocías ninguna, pero supuse que ya deberías haber adquirido una o dos.

Tanto Ren como Motoyasu asintieron, afirmando lo que decía Itsuki.

―¿Existen habilidades así?

―Por supuesto. La mía es una habilidad llamada Arco Transportador. Puedes registrar lugares que ya has visitado y, después, en cualquier momento transportaros allí instantáneamente a ti mismo y a tu grupo.

―La mía se llama Espada Transportadora. Funciona de la misma forma.

―La mía es Lanza Portal. ¿De verdad que no sabías esto?

―¡No! ¡Es la primera vez que lo oigo!

¿De qué hablaban? ¡Deseaba haber sabido antes que ser un Héroe tenía unos beneficios tan convenientes!

―Aunque para desbloquearla tienes que estar al nivel 50, un poco alto.

Eso explicaba por qué yo no la tenía. Aún estaba al nivel 43.

Espera uno segundo, ¿significa eso que estos tres payasos están por encima del nivel 50?

―¿Qué materiales se necesitan?

―La arena del Reloj de Arena del Dragón.

―Así es…

Los tres asintieron. Pero…

―¡¿Cómo conseguisteis que os dieran esa arena?!

―Simplemente la pedimos y nos la dieron.

¡Maldita sea! Yo me encontré con esas hermanas cascarrabias cuando estuve en la iglesia, y ellas nunca me habrían permitido coger la arena.

―¿Y? ¿Qué ocurrió después del transporte?

―La reina estuvo un tiempo enseñando a Filo a pelear con eficacia, y después hizo… algo… y las estadísticas de Filo se dispararon. Después me hizo sentarme y me dio un sermón, diciendo que los Héroes necesitábamos trabajar juntos. Dijo que, si no lo hacíamos, nos mataría a todos.

¡Ja! Ninguno parecía creer ni una palabra de lo que estaba diciendo.

―Si creéis que estoy mintiendo, ¿tal vez queráis pelear vosotros mismos contra Filo? Además, acabamos de pasar por la ceremonia de ascenso de clase, así que ahora es incluso más fuerte.

¿No comprendían que las estadísticas de Filo eran cercanas al doble que las mías? Motoyasu había tenido bastantes problemas para aguantar contra mí en combate; no tendría ninguna oportunidad contra Filo.

―No. No será necesario.

―Muy bien, yo haré la siguiente pregunta. Durante la batalla contra el sumo sacerdote, Naofumi manifestó un enorme poder. Fue algo antinatural, y creo que provenía de ese siniestro escudo suyo. Nunca vi nada parecido en el juego que jugaba en mi mundo.

Itsuki me lanzó una mirada de duda y siguió hablando.

―¿Dónde encontraste un poder así? No, ésa no es la pregunta correcta, permíteme reformularla: ¿dónde conociste a Dios?

―¿Qué?

―¿Conociste a Dios en algún lugar y recibiste un escudo tramposo de él? Una vez leí una novela web en la que el protagonista obtenía un poder especial como ése que le permitía superar a los demás personajes. Dime la verdad.

¡Ja! Conocía la historia de la que estaba hablando, pero aquí no había pasado nada parecido. He pasado por muchas cosas desde que llegué a este mundo, pero pocas preguntas me irritaron tanto como ésta.

―¡No es trampa!

―Oh, sí lo es. ¡Un escudero no debería ser capaz de infligir daño!

Ren y Motoyasu asintieron.

―¿Dónde lo obtuviste? Si pudiésemos poner nuestras manos sobre un poder como ése, seríamos imparables. Tienes que decírnoslo.

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Estos idiotas no dejaban de escupir un sinsentido tras otro. Realmente estaban empezando a irritarme.

―¿Acaso no pude trabajar muy duro para conseguirlo?

―Sí, claro.

No eran más que animales. En sus mentes, ya habían decidido lo que podía hacer un escudero. Pero yo tenía la sensación de que se equivocaban. Creo que los escuderos son más fuertes de lo que ellos pensaban.

Yo lo veía de la siguiente manera: trabajé para obtener más y mejores bonos de equipo, y como resultado, con el tiempo llegó a mis manos la Serie Maldita. Así es como terminé volviéndome más fuerte que cualquiera de ellos.

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Pero los tres parecían creer que, de algún modo, había descubierto cómo hacer trampa para poder ser tan poderoso como ellos.

―Ese escudo se llama Escudo de la Ira. Es parte de la Serie Maldita contenida en el Escudo Legendario. No sé exactamente qué causó que apareciera, pero si tuviera que adivinarlo… diría que respondió a mi propia rabia. La primera vez que se mostró fue cuando tuve el duelo contra Motoyasu. Estaba muy furioso porque me hicieron trampa y todo era injusto.

Recordé el momento en que ocurrió. Estaba furioso y la ira no tenía vía de escape. Creí que iba a tragarme por completo. Si Raphtalia no hubiese estado presente para calmarme, ¿quién sabe qué habría sucedido?

―Está todo en el menú de ayuda. Dice que tienes que pagar un precio por usarlo. ¿Podríais vosotros tres controlarlo? Por cierto, lo usé para derrotar al sumo sacerdote, pero también me atacó a mí y, como resultado, mis estadísticas todavía están recuperándose.

Ren entrecerró los ojos y movió el dedo por el aire. Debía estar comprobando los menús de ayuda. Entonces, como si fuera lo más obvio del mundo, dijo “nop. Aquí no hay nada parecido”.

¡Dame un descanso! Aparece en mi menú. He podido leerlo desde el momento en que el Escudo de la Ira fue desbloqueado.

―Es posible que sólo se muestre cuando desbloqueas el arma.

―¿Los juegos en línea suelen tener disponibles armas malditas de gran poder?

―Claro que no. Ese escudo con ajuste de crecimiento también parece muy sospechoso.

―Si vas a mentirnos, deberías pensar mejores mentiras, y eso también va por Ren y Motoyasu.

Ren perdió por completo su frialdad cuando escuchó lo que dijo Itsuki. Se levantó de un salto y señaló con el dedo hacia él.

―¡¿Quién demonios te crees tú para hablar?! ¡Eres el peor hipócrita mentiroso que hay aquí!

―¿En serio? ¡¿Y qué hay de ti, siempre fingiendo ser tan genial?! ¡Ahora no lo pareces tanto, ¿no?!

―Sí, exactamente.

Ambos, Ren e Itsuki, se giraron y gritaron al mismo tiempo.

―¡Tú no eres más que un estúpido mujeriego! ¡¿Sigues buscando fulanas?!

―¡¿Cómo has dicho?!

―¡Callaos! ¿Cuánto tiempo pretendéis andar por ahí fingiendo que esto es un juego? ¡Tenéis que actuar como verdaderos héroes o moriremos todos!

Sinceramente, ni siquiera quiero recordar lo que ocurrió después. La sala cayó en un alboroto de insultos vulgares. La reina gritó en señal de protesta, diciendo todo lo que se le ocurría para tratar de poner bajo control a los asistentes, pero ya era demasiado tarde. Ya no se podía detener.

Los gritos y las discusiones continuaron hasta que la puerta se abrió haciendo sonar sus bisagras mientras que un grupo de soldados entraba.

―¿Qué pasa?

La repentina aparición de los soldados me trajo de vuelta a la realidad de algún modo, y mi mente se aclaró durante un segundo.

―¡Los compañeros de equipo de los Héroes han comenzado a discutir escaleras abajo!

―¡¿Qué?!

―¡Será mejor que lo retires!

―Me parece que no. ¡Esa cosa repugnante, él es una cicatriz en este mundo! Mis ojos no mienten.

―¡¿Estás segura de que no hablas de ti misma?!

―¡Ja! ¡Como si el sirviente de un estúpido arrogante como él pudiera entenderlo!

Para el momento en que llegamos, Raphtalia estaba discutiendo a gritos con la Zorra y Armadura, el tipo de la armadura brillante. El grupo de Ren, junto a Filo y esa chica, Rishia, se mantenía al margen, mirando impotentes.

Raphtalia estaba furiosa. Nunca la había visto tan molesta. ¿Qué demonios había pasado? Aunque la Zorra parecía muy enérgica. Había sido envenenada y acababa de volver del hospital, ¿y ya estaba metiéndose en peleas?

El grupo de Motoyasu, incluyendo a la Zorra, estaba formado por tres personas. Una de ellas se encontraba junto a la Zorra, participando en la discusión. La otra estaba a cierta distancia, observando el desarrollo de la pelea.

―¡Ja! ¿Cómo podría alguien esperar sobrevivir con compañeros de equipo tales como una sucia demi-humana y un asqueroso monstruo?

―¡Oh, muérete y calla de una vez! Esto es un castigo por causar un alboroto.

La reina chasqueó los dedos y la maldición de esclavo se activó.

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―¡Kyaaaaaaaaa!

Un sello brillante apareció en el pecho de la Zorra, que cayó al suelo retorciéndose de dolor. El compañero de Itsuki, el tipo de la armadura, quedó horrorizado ante las acciones de la reina. Retrocedió y su rostro se puso pálido mientras lo veía.

―En serio… ¿Por qué tiene que hacer estas cosas?

La reina parecía exhausta mientras miraba desde arriba a la agonizante Zorra.


No va a matarla… ¿verdad?

―Raphtalia, ¿qué ha pasado?

―Estábamos hablando con los demás sobre cómo cooperar de ahora en adelante, cuando la Zorra y las otras llegaron y comenzaron a decir que no era necesario hacer equipo con nosotros, que de ello sólo podrían salir cosas malas. Entonces empezó a insultar a mi aldea y a burlarse de Filo… Después se puso a insultar a Melty, diciendo que sabía leer la cara de sus padres y que por eso sabía manipularles. ¡Y encima se puso a alardear de todas las cosas horribles que ha hecho!

Suspiré y fulminé con la mirada a Itsuki y Motoyasu.

―¡No debes hacer eso! ¡Ellas dos son amigas de un Héroe y pelean para salvar este mundo!

Itsuki, sintiendo cómo se estaban tornando las cosas, se giró hacia Armadura y le regañó.

―Pero, Maestro Itsuki… ¿no ve que esta gente deambula por el país causando problemas allá donde van?

Qué gracioso. Lo dice el tipo que está causando un problema aquí y ahora.

―Ya se ha demostrado que eso era un malentendido. Por favor, haz las paces con ellos.

―Muy bien.

―Myn… ¡Quiero decir, Ramera! ¿Por qué la tratas así?

Motoyasu sostuvo a la Zorra entre sus brazos y miró con furia a la reina.

―Éste es el castigo que recibe por incitar el desorden. Es así de simple. Por lo que he oído, el problema parece recaer en ella y solamente en ella.

La reina abrió su abanico y se cubrió la boca mientras hablaba. El descontento de Motoyasu era evidente; la miraba fijamente, con odio ardiendo en sus ojos.

―¿Kitamura-sama? Tómese el tiempo que necesite para pensar en ello. Esta chica acaba de volver de su convalecencia en el hospital, y esto es lo primero que hace.

―Urm…

―¿Ha escuchado lo que acaba de suceder aquí? ¿No es obvio quién tiene la culpa?

Motoyasu, claramente sintiendo que era demasiado para él, no dijo nada más. Simplemente cogió a la Zorra entre sus brazos y abandonó el salón.

Itsuki tenía las manos ocupadas tratando de tranquilizar a Armadura. El hombre mostraba bastante respeto hacia Itsuki, pero después participaba en acciones como ésta.

―Creo que el banquete ha durado demasiado tiempo. Demos el día por terminado. Más adelante, algún otro día en que los ánimos no estén tan caldeados, me gustaría intentar tener otra conversación con todos ustedes, una con todos los Héroes presentes.


―Claro.

―Estoy de acuerdo.

Ren y yo asentimos. Itsuki dio su consentimiento y salió de la sala.

Dame un descanso…

Las cosas se estaban volviendo más tensas por minutos. ¿Cómo se suponía que íbamos a aprender a cooperar ahora? Los Héroes tenían que trabajar juntos, si no, Fitoria vendría a matarnos a todos. Ya estábamos en una situación desesperada, pero los problemas seguían multiplicándose.

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