Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 5

Capítulo 1: Los Compañeros de Equipo de los Héroes

 

 

Tomamos un carruaje para volver al palacio, y cuando llegamos, todos estaban preparando el gran salón para un banquete, por lo que había un gran bullicio.

―¿Qué es todo esto?


―Estamos preparando un banquete para Iwatani-sama y los demás héroes. Para celebrar su rápida y decisiva victoria.

―Um…

Había conseguido demostrar mi inocencia, y también se resolvió al menos una importante disputa familiar. Supongo que era digno de celebración.

El salón estaba lleno de largas mesas. Juzgando por su tamaño y número, este banquete parecía de mayor envergadura y más impresionante que el anterior, aquél en que luché contra Motoyasu.

Les había llevado demasiado tiempo. Reflexioné sobre cuánto había pasado desde que fui incriminado y perseguido. Se sentía como si hubiera tardado una eternidad en probar mi inocencia.

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Estaba meditando sobre los hechos acaecidos durante los últimos meses cuando la reina pasó a mi lado. Estaba absorta en una conversación con un grupo de soldados, asintiendo con seriedad.

―¿Qué ocurre?

―Oh…

Me acerqué a ella y le pregunté qué pasaba. La reina apoyó la cabeza en las manos y murmuró una explicación, claramente angustiada.

Al parecer, durante las preparaciones, la Zorra había aparecido en la cocina. Quería ser la que me trajera la comida durante el banquete. Se sentía mal, estaba arrepentida. Por lo visto pensaba que entregarme la comida sería el primer paso en el sendero de la reconciliación. Entonces, cogió mi comida por la fuerza y se dirigió hacia el salón.

Sin embargo, la reina ya estaba preparada para cualquier percance potencial y había dado órdenes de antemano de tratar con cualquier problema que pudiera causar la Zorra. Al final, fue ella la que terminó sufriendo. Antes de que pudiera servirme la comida, se le exigió que la probara por si estaba envenenada.

―¿Y qué pasó después?

―Fue llevada al hospital.

Sólo habían pasado unas horas desde que recibió su castigo. ¿Cómo de estúpida era para intentar algo así tan pronto?

Mi escudo me daba resistencia al veneno, por lo que estoy seguro de que no me habría pasado nada. Aun así, ingerir veneno por diversión no era uno de mis pasatiempos favoritos. La Zorra no entendía el significado de “arrepentirse”.

¿En qué estaba pensando? Un intento de asesinato podría conllevar la pena de muerte.

―¿Cómo se le va a castigar?

―Me aseguraré de que reciba su merecido. Zorra seguirá sufriendo penurias hasta que comprenda cuál es su lugar.

―¿Y cómo se supone que vas a castigar a alguien que no siente remordimientos?

―Por lo menos la hemos detenido antes de que llegase demasiado lejos. Si su plan hubiera tenido éxito, yo habría perdido su confianza… y he estado demasiado tiempo intentando ganármela.

―Da igual, era casi seguro que iba a intentar algo. De todas formas, nunca pareció estar arrepentida.

La Zorra no era muy inteligente, pero supongo que su tenaz persistencia merecía algo de admiración. ¿Qué la llevaría a estar tan perturbada?

Podría haberme enfadado, pero en su lugar decidí alabar lo previsora que era la reina.

―Será mejor que esté atenta. Si nos pasa algo a mí o a mis amigos, supondrá el fin de nuestro acuerdo.

La reina había intervenido para ayudarme, así que decidí confiar en ella por ahora. Realmente esperaba no haber depositado mi confianza en mal lugar.

―Pretendo mantenerle a salvo. Ni se imagina lo importante que es para Melromarc y para el mundo, pero también tengo intención de demostrárselo.

La reina, como corresponde a alguien de su posición, parecía ser lo bastante previsora para ordenar que se mantuviera una vigilancia constante sobre la Basura y la Zorra.

―¿Mantienes vigilado a la Basura? ¿Incluso mientras está encerrado en hielo?

―Naturalmente. Hasta que esos dos se calmen y cesen sus estúpidas conspiraciones, seguiré recibiendo informes de parte de los oídos que tengo en el terreno.

―Bien.

Los invitados habían empezado a llegar. Una vez que el salón estuvo lleno, la reina comenzó a hacer una declaración llena de grandilocuencia real.

―Soy Milleria Q. Melromarc. Me complace darles la bienvenida a todos a este banquete, organizado para celebrar y honrar a aquellos que han trabajado incansablemente para poner fin a este amargo capítulo de nuestra historia. Por favor, disfruten de todo lo que hemos preparado para ustedes.

La multitud reunida rompió en un clamoroso aplauso. Este banquete no tenía nada que ver con el anterior.

―Guau…

Los ojos de Filo brillaban con una incontrolable expectación mientras toda la comida salía de la cocina y era alineada en el centro de las mesas.

El salón estaba dividido en dos mitades. Una servía como buffet libre, mientras que la otra era atendida como un restaurante.

Los invitados más importantes se encontraban sentados en el lado con servicio completo. Si después de la comida seguían teniendo hambre, eran libres de moverse al lado del buffet y seguir comiendo.

Aparecieron algunos criados con platos brillantes de comida para nuestra mesa, y todo tenía tan buena pinta que no podía dejar de relamerme los labios.

Durante el último banquete, estuve todo el tiempo en una esquina, picoteando a regañadientes de las sobras. Sentado donde estaba ahora, toda esa experiencia parecía un chiste.

―Cuando acabemos de comer aquí, puedes ir al buffet y seguir comiendo.

―¡¿DE VERDAD?!

―Eso es lo que han dicho. Puedes comer todo lo que quieras. Pero tienes que permanecer en forma humana, ¿de acuerdo?

―¡Vale!

Terminamos nuestros lujosos y refinados platos de comida. Filo puso rápidamente su mirada en el buffet y, tras recibir permiso, se abalanzó sobre la comida.

Cantidad antes que calidad, supongo. Era una forma de ver el mundo muy típica de Filo. O tal vez debería decir que pensaba en la calidad como un complemento de la cantidad. Era insaciable en todo el sentido de la palabra. En cierto modo, me recordaba a una joven Raphtalia.

Entonces la miré a ella.

―¿Qué pasa?

Raphtalia notó que la estaba mirando y se sonrojó, avergonzada.

―Tú también sigues teniendo hambre, ¿verdad? Ve a por más comida si quieres.

―¡No puedo comer tanto!

―Será mejor que pienses en tu salud. Con todas las batallas y dificultades diarias, más vale que consumas tanta comida nutritiva como puedas ahora que tenemos la oportunidad.

Raphtalia suspiró profundamente. ¿Qué quería?

―Hey, Naofumi-sama, ¿qué tipo de chicas te gustan?

―¿Qué?

Eso salió de la nada. Pero de momento no había ninguna chica que me gustara. En realidad, este tema me hacía pensar en la Zorra. Desearía que dejara de sacar esos temas.

―Quiero decir… ¿hay alguna chica esperándote en tu mundo?

―¿De qué estás hablando? Claro que no.

¿Se cree que ésa es la razón por la que quiero regresar a mi mundo? ¿En qué está pensando?

La razón por la que quería volver era muy simple: odiaba este lugar. Me acusaron de varios crímenes, me obligaron a luchar cuando no quería hacerlo y los soldados que se suponía estaban de mi lado intentaron prenderme fuego. ¿Quién querría quedarse en un sitio como éste?

Raphtalia volvió a suspirar con fuerza.

―No sé a dónde quieres llegar, pero voy a volver a casa porque quiero. Eso es todo.

Cuando todo esto termine, volveré a casa tan pronto como me sea posible. ¿De verdad necesita una razón?

De pronto recordé cómo me sentí el día que llegué a este mundo. Todo parecía maravilloso; realmente pensé que podría quedarme para siempre. Pero el deseo de permanecer aquí se evaporó en el instante que la Zorra traicionó mi confianza. Eso ya lo sabía, pero volver a pensarlo hizo que tuviera incluso más ganas de regresar a casa.

―¡Héroe del Escudo!

―¿Eh?

Cuando me giré para ver quién me había llamado, vi a los soldados voluntarios con los que trabajé. Eran los que habían venido conmigo voluntariamente antes de la última ola. Querían ayudarme a luchar.

―¡Me alegro de volver a verle, señor!

―Así que todos estáis bien. Es bueno saberlo.

―¡Sí, señor!

Uno de ellos asintió, pareciendo muy feliz. Incluso se puso totalmente rojo. Este chico podría estar perfectamente adorando al Héroe del Escudo como miembro de la reformada Iglesia de los Cuatro Guerreros Sagrados.

―Hasta la próxima.

“¡Sí, señor!”, gritaron al unísono.

En ese momento, los otros Héroes entraron en el salón.

Ren Amaki, el Héroe de la Espada, llegó el primero seguido de su séquito. Ren era un adolescente que se mostraba siempre frío y distante. Solo vestía colores negros y oscuros. Era del tipo espadachín frío. Tenía dieciséis años, el más joven de los Héroes. Charló un rato con sus compañeros de equipo antes de separarse de ellos y sentarse solo. Percibí que había alguna clase de distancia creciente entre ellos.

El siguiente en entrar fue el Héroe del Arco, Itsuki Kawasumi. Parecía pensar que era un verdadero héroe, viajando por el mundo y enmendando errores. Era insufrible. Recurría a la autoridad del Héroe del Arco para considerarse a sí mismo como un aliado de la justicia. Era alguien muy justo, al menos el DOBLE de justo que cualquiera. Por su aspecto parecía más joven que Ren, pero en realidad tenía diecisiete años. Su pelo poseía un rizado natural que le caía delicadamente. Probablemente, a la gente le parecería encantador… supongo. Yo le veía como el tipo de chico que tocaba el piano, sensible y sufrido y todo eso. Pero su sentido de la justicia era tan amplio que nunca escuchaba lo que la gente tenía que decir. Supongo que parecía mucho más agradable de lo que era realmente. Todavía no tenía una firme comprensión de su personalidad.

Motoyasu no había llegado aún. ¿Tal vez había seguido a la Zorra al hospital para ver cómo estaba? Aun así, él era el único que no apareció: Motoyasu Kitamura, el Héroe de la Lanza. Viajaba con la Zorra, y hasta que probé completamente mi inocencia, me trató como si fuera culpable más allá de toda duda. De entre los cuatro Héroes, él era indiscutiblemente el más atractivo. No me caía muy bien, pero estaba obligado a admitir eso.

Era un autoproclamado feminista; amaba a las mujeres. Nunca escuchaba lo que decían los demás. Durante el tiempo que hubo una recompensa por mi cabeza, ignoró por completo lo dudosos que eran los cargos, decidió que yo era culpable y dedicó la mayor parte de su energía a darme caza. Decía que era leal a sus compañeros, lo cual supongo que sonaba bastante loable y hermoso. En realidad, sin embargo, era un idiota que nunca dudaba de las sugerencias propuestas por sus “amigos”. Había sido culpa suya, en mi opinión, que el país tardara tanto tiempo en recuperar los sentidos y purgar al verdadero mal de estas tierras.





De todas formas, los otros Héroes venían de alguna versión alternativa de Japón, al igual que yo, y los tres tenían experiencia jugando a un videojuego que se parecía estrechamente al mundo al que habíamos sido transportados.

El libro que estuve leyendo en la biblioteca, Los Registros de las Cuatro Armas Sagradas, ofrecía una concisa descripción de sus personalidades. El Héroe de la Espada era atractivo y enérgico, el Héroe de la Lanza era leal y el Héroe del Arco era un guerrero de la justicia. Todo eso estaba bien en beneficio de la historia, pero en realidad eran despreciables.

―¿Dónde está Motoyasu?

Les preguntó la reina cuando entraron.

―Estaba muy preocupado por la condición de su hija, así que fue a visitarla al hospital. Ya hemos enviado a alguien a buscarle.

―No me diga…

La reina dio la bienvenida a Ren e Itsuki.

Pronto, todos habían terminado de comer y el salón se llenó de bailes y música. Pero el banquete fue… bueno, claramente fue más festivo que el anterior. No pude evitar notar que los presentes parecían ser un grupo de personas completamente distinto. Había menos miembros de la nobleza de los que esperaba que asistieran, y un gran porcentaje parecía estar formado por aventureros y soldados. También parecía haber unas cuantas personas de los países vecinos. Los veía intentando mirarme de vez en cuando.

La reina guió a Ren e Itsuki al lugar en que yo estaba sentado antes de subir las escaleras del estrado.

―¿Eh? ¿Qué está pasando?

―La reina nos quiere a todos juntos.

―Me pregunto por qué. Motoyasu ni siquiera ha llegado todavía.

―Al parecer está visitando a la mujer que trató de envenenarme.


―¡¿Envenenarte?!

―Sabes de quién estoy hablando, ¿verdad?

―Sí. ¿Entonces era cierto?

―¿Quizá la reina la obligó a beber veneno?

―No. Yo estuve con la reina todo el tiempo. Ella llegó con un plato de comida para mí y fue obligada a probarla. Eso es todo.

―¿En serio…?

Aún estábamos murmurando cuando la reina se dio la vuelta dramáticamente y gritó.

―¡Ahora, Héroes! ¿Qué les ha parecido este banquete?

―No ha estado mal.

―Muy bueno. Un gran éxito.

―Ahora que mi nombre está limpio, me he quitado un peso de encima.

―Me alegra escuchar eso.

En realidad, se sentía como si finalmente se estuviera haciendo frente a todas las penurias y despropósitos por los que había pasado.

La reina se quedó ahí, asintiendo sutilmente para ella misma antes de cerrar su abanico y dirigirse a todo el salón.

―En estos aciagos tiempos, lamentablemente algunos miembros de nuestro país han hecho todo lo posible por obstruir el progreso de los Héroes. Me gustaría hacer todo lo que esté en mi mano para reparar todas esas acciones.

¿Qué quería decir con eso?

―En el mar que bordea nuestras tierras yace un grupo de islas conocidas como Cal Mira. Ahora se encuentran en mitad de un impresionante evento de activación. Me gustaría solicitar a nuestros héroes que participen en estas actividades.

¿De qué clase de isla está hablando? ¿A qué se refiere con “activación”?

―¡¿De verdad?!

Ren estaba tan emocionado que saltó hacia delante y casi gritó.

―¿Qué pasa?

―¡¿De verdad te refieres a que es una zona de bonificación?!

Ahora Itsuki también estaba emocionado. Dio un paso adelante para alinearse con Ren.

―¿De qué estáis hablando?

Yo no sabía tanto de este mundo como ellos. ¡¿Por qué nadie me decía qué estaba pasando?!

―Parece que Iwatani-sama no está enterado de lo que estoy hablando, así que lo explicaré. “Activación” se refiere a un fenómeno que visita estas tierras una vez cada diez años. Mientras esto tiene lugar, la cantidad de experiencia obtenida en las batallas se duplica.

Distinguí las partes más importantes de su discurso. Ésta es la idea: las islas Cal Mira eran famosas como complejo turístico, pero al mismo tiempo tendían a atraer hordas de monstruos en sus áreas más remotas, donde se aclimataban rápidamente a su nuevo entorno. Las islas también eran conocidas porque los aventureros que querían subir de nivel iban en masa a combatir a estos monstruos. Cada diez años, cuando se producía la “activación”, los aventureros llegaban a las islas en cantidades aún mayores.

Con el fin de compensarme por la experiencia para subir de nivel que me había sido negada por la Basura y la Zorra, la reina nos estaba ofreciendo participar en la activación.

―Naturalmente, sus costes de alojamiento y transporte ya han sido cubiertos. Espero que participen en este evento.

Si esto fuera un RPG en línea, éste sería el equivalente a algún tipo de evento especial en el que las ganancias de experiencia de los jugadores se duplican. Así que estaba hablando del doble de experiencia por enemigos simples. Era la clase de evento por la que cualquier jugador enloquecería.

―Entonces, antes de que se dirijan a las islas, me gustaría que participaran en un intercambio amistoso de información. Por favor, vengan conmigo.

―¿Intercambio de información?

―Sí. En preparación para la creciente dificultad y peligrosidad de las Olas, creo que la única salida es garantizar una mayor cooperación entre los Héroes.

―¿Es realmente necesario?

Ren escupió esa pregunta como si considerase que su sugerencia era absurda.

¿Cuál era su problema? ¿Qué creía que era innecesario? A diferencia de los demás, yo no lo sabía todo sobre este lugar. ¿Todavía no se había enterado?

―Eso creo. He oído que los Héroes tuvieron dificultades para coordinar sus esfuerzos durante la última Ola. Pienso que sería beneficioso discutir esto.

―…

Ren quedó en silencio.

Aunque ella tenía razón. Cuando llegó la última ola, los otros Héroes no habían unido fuerzas con los caballeros, por lo que estaban solos en el lugar de la destrucción.

Al parecer, si los Héroes registraban un grupo de soldados de reserva como parte de la formación de combate para su grupo de apoyo, esos soldados serían automáticamente teletransportados a la ubicación de las Olas, sin importar dónde y cuándo se produjeran. Pero ninguno de los otros Héroes había tomado ventaja de este sistema. Así que, al final, aparte del grupo de soldados que había contactado conmigo, no hubo más tropas de apoyo en la zona para ayudar cuando llegó la última ola.

―Además de ese problema, me pregunto si no sería beneficioso para ustedes, los Héroes, coordinar sus esfuerzos, combinar sus fuerzas y conocimientos y avanzar juntos como un único cuerpo.

―Tiene razón. Si queremos sobrevivir a las Olas venideras, necesitamos hacer eso.

Itsuki estuvo de acuerdo con la reina de inmediato, pero sólo estaba diciendo lo que ella quería escuchar. Si alguno protestase en este momento, parecería una mala persona. Y si aun así alguno fuese a protestar, terminaría muriendo solo en la batalla. Comprendí que yo también necesitaba aceptarlo. Además, Fitoria me dijo que los Héroes necesitaban cooperar si querían tener una oportunidad contra las Olas.

Antes de algunas de mis experiencias más recientes, probablemente habría rechazado abiertamente la posibilidad de cooperación. De todas formas, no habrían creído nada de lo que yo dijera. Pero Ren e Itsuki habían escuchado lo que tenía que decir, analizaron la historia de la Iglesia y les pareció sospechosa. Si habían hecho eso por mí, al menos podría devolverles el favor.

―Muy bien. Entonces, establezcamos un lugar para hablar, aquí, en el gran salón. ¡Héroes! Preséntense y síganme.

Nos miramos los unos a los otros.

―Ya la habéis oído.

―Tenemos que coordinar nuestros esfuerzos. ¿Qué deberíamos hacer primero?

―¿Por qué no presentamos a nuestros compañeros de equipo?

―Buena idea. Muy bien, yo seré el primero.

Itsuki nos guió hacia los miembros de su equipo.

―Estas personas han estado viajando conmigo como miembros de mi equipo.

Itsuki movió la mano hacia un grupo de gente, haciendo señas para que Ren y yo pudiéramos entenderlo.

―Ésta es la primera vez que nos reunimos oficialmente. Héroe del Escudo y… sí, Héroe de la Espada, aunque ya habíamos hablado antes.

―Sí…

Cada uno de los compañeros del equipo de Itsuki dio un paso adelante y se presentó. Todo se sentía bastante natural y agradable. En medio del banquete no hubo ninguna sensación de tensión o nerviosismo. Los soldados estaban pidiendo todo lo que querían a los camareros como si fuese otro día cualquiera.

―Soy Naofumi Iwatani, el Héroe del Escudo. Es un placer.

Todos nos presentamos, y yo hice una nota mental sobre cada uno de los amigos de Itsuki.

Así que son… ¿cinco?

Uno de ellos vestía una llamativa armadura y mantenía los brazos cruzados autoritariamente. Cuando notó mis ojos moviéndose en su dirección, separó rápidamente los brazos. Me dio escalofríos.

―Ah, sí. Es un placer conocerte. Soy el guardaespaldas del Maestro Itsuki, y pretendo luchar por el bien y la seguridad del mundo.

“¡¿Guardaespaldas?!”, gritamos Ren y yo al unísono. Ésa no era una palabra que esperaba oír. Ren parecía estar tan sorprendido como yo.

¿Qué ocurre, Ren? ¿Tú tampoco lo sabías? ¡Ja!

Tuve que esforzarme para evitar estallar en carcajadas. ¿Quién se creía Itsuki que era? Suprimir una sonrisa requirió toda mi fuerza de voluntad.

“¡Sí!”, gritaron todos juntos.

―¡Nosotros cinco somos los guardaespaldas del Maestro Itsuki!

―¡Disculpadme! ¡Lo siento mucho por haber tardado tanto en traeros esta comida!

Me giré y vi a una joven llevando una bandeja con una montaña de comida.

Será mejor que tenga cuidado. Parece a punto de tirarla.

―Ah…

¡Maldición!

Estiré el brazo y rápidamente cogí la bandeja para evitar que se cayera.

―¡Lo siento mucho!

Esta niña… parecía bastante joven. Probablemente no tenía más de catorce años. Se podía ver su inmadurez, aunque tenía un porte refinado y era bastante guapa. Debía venir de una buena familia. Era muy linda.

Probablemente tiene una voluntad débil. Si Motoyasu estuviera aquí, seguramente ya estaría ligando con ella.

Era una chica menuda. Supongo que era parte del grupo de Itsuki, pero ¿qué hacía en particular? Tal vez era una maga o algo parecido.

―¡Eres muy lenta, Rishia! Vamos, preséntate.

―¡Fu-Fueeeee! ¡Vale!

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Entonces, todos volvieron a hablar a la vez.

―¡Nosotros SEIS somos los guardaespaldas del Maestro Itsuki!

Ren se giró hacia mí y me susurró.

―¿No acaban de decir que son cinco guardaespaldas?

Eso era también lo que había oído yo, pero no tenía sentido lanzar acusaciones a estas alturas.

―No digas nada, simplemente observa qué hacen.

Sinceramente, todo esto me ponía un poco incómodo. Pero hasta que su comportamiento se volvió un problema, asumo que Itsuki sabía lo que hacía.

―¿Qué os parecen? Estos chicos son un grupo muy fiable.

―Si te soy sincero, hay muchas cosas que me gustaría decir, pero por ahora sólo diré que todo parece estar bien.

Volví a mirarlos empezando por la derecha, solamente para valorarlos. Todos ellos tenían expresiones de extrema autoconfianza. Estoy seguro de que eran bastante fiables, pero no podía evitar recordar la batalla contra el sumo sacerdote, durante la cual no le hicieron ningún bien a nadie.

Itsuki se estaba ruborizando con confianza, pero a mí seguía incomodándome el tipo de la armadura llamativa. Había algo en la forma que fruncía el ceño que me molestaba. Parecía en cierto modo condescendiente, pero entonces evalué al resto del grupo y me di cuenta de que todos tenían esa mirada.

En cuanto a la chica, Rishia, estaba lanzando miradas incómodas a derecha e izquierda, pareciendo inquieta e insegura de sí misma.

―En realidad no los conocía a ninguno de antes, pero tienes un grupo bastante extraño.

Ren eligió sus palabras con cuidado. El grupo me había dado la misma impresión.

―¿Eso crees? A mí todos me parecen normales.

¿Qué parte de ellos le parecía normal? Llamarles “guardaespaldas” hacía que todo esto fuera raro desde el primer momento.

Creía que Itsuki se consideraba a sí mismo un personaje cansado de la vida, del tipo que viajaba por este mundo retorcido corrigiendo sus males. Pero aquí estaba su grupo, refiriéndose a ellos mismos como guardaespaldas. No sabía qué pensar de esto; todo era demasiado extraño.

Itsuki continuó diciéndome cada uno de sus nombres, pero no estaba prestando atención y los olvidé de inmediato. Me encontraba distraído con el tipo de la armadura llamativa. Apuntó su barbilla hacia mí y no pude librarme de la sensación de que me estaba mirando con superioridad. Realmente estaba comenzando a afectarme… Así que decidí mencionarlo.

―Itsuki.

―¿Sí?

―Haz algo con éste. Su cara y su actitud me están molestando. Me mira como si creyera que soy un criminal.

―Sospecho que se debe más a tu propia actitud que a la suya, Naofumi. No hay nada en su comportamiento que me moleste a mí.

―¡Mu!

Itsuki… Esas palabras fueron realmente irritantes.

―Sí, bueno. Pone una cara totalmente distinta cuando tú no estás mirando.

―Héroe del Escudo, probablemente son sólo imaginaciones tuyas ¿no crees?

―¡Estamos hablando de TI! Mantente al margen.

Estaba claro que no había dedicado mucho tiempo a enseñar buenos modales a sus “guardaespaldas”. Probablemente era culpa de Itsuki. Me lo imaginaba hablando mal de mí durante los últimos meses. Seguramente sus amigos sólo habían adoptado la opinión general.

Para empezar, ellos eran de Melromarc, lo que significaba que probablemente tenían prejuicios contra el Héroe del Escudo desde el principio.

―Siento curiosidad por algo.

Ren levantó la mano.

―¿El qué?

―Te has estado refiriendo a Itsuki como “maestro”, pero no usas ningún honorífico con nosotros. ¿A qué se debe esto?

―Es porque, evidentemente, los Héroes de la Espada y del Escudo no han estado desempeñándose en sus actividades tan bien como el Maestro Itsuki. Eso debería explicar la diferencia.

¿Qué acaba de decir?

A estas alturas ya estaba acostumbrado a tratar con locos, pero eso era demasiado.
¿Qué les haría pensar eso? Miré alrededor, y cada miembro del grupo de Itsuki excepto uno parecía estar de acuerdo. La que no parecía compartir su opinión era Rishia, la chica que Itsuki trataba como una sirvienta. No sabía cómo se sentía en realidad, pero parecía estresada por este desacuerdo.

Ren suspiró ruidosamente.

―Justo cuando me estaba preguntando qué ibas a decir…

¡No me podía creer que tuviera el descaro de mencionar siquiera nuestras actividades! Y esto venía de Itsuki, que se movía a hurtadillas y hacía su trabajo en secreto. ¿Cómo creía que le veía el resto del país? Puede que le gustara la idea de luchar por la justicia desde las sombras, pero nadie sabía quién era y tampoco hablaban de sus “hazañas”.

―¿Actividades? ¿Itsuki, de lejos el más aburrido de los Héroes, está intentando actuar como si hubiera hecho más que nosotros? ¿Sabes?, yo no he oído nada sobre lo que has estado haciendo. Nadie habla de ello.

―Bueno, tal vez eso se debe a que, a diferencia de Ren y Motoyasu, yo no he estado corriendo por ahí tratando de conseguir que la gente me alabe. Los mejores trabajos pasan desapercibidos, así son las cosas.

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Replicó Itsuki, aparentemente sorprendido de que le estuvieran cuestionando.

¿Qué se supone que significaba eso? Sin importar cómo lo mirara, parecía que Itsuki era el único preocupado por su reputación.

¿Le gusta imaginarse a sí mismo como un ángel? ¡Oh, Itsuki, qué valiente, qué noble! ¡Salvando al mundo sin buscar siquiera reconocimiento!

―Necio… ¿Estás criticando al Maestro Itsuki?

―¿Y qué vas a hacer si es así? No soy tan amable como para quedarme callado mientras alguien me insulta a la cara.

Respondió Ren, y le vi mover la mano hacia la empuñadura de su espada.

―¡Fueeee!

―¡Por favor, ya basta! ¡Ren!

Itsuki se colocó entre Armadura Llamativa y Ren.


―Itsuki, parece que todavía tienes cosas que explicar.

―…

Ren estaba furioso.

―Pase lo que pase, al igual que yo, Ren y Naofumi son Héroes, así que haz el favor de mostrarles el respeto que se merecen.

―¡Entendido!

Gritó Armadura Llamativa mientras se inclinaba profundamente frente nosotros. Me pregunto qué estaba pensando en realidad.

―De acuerdo, ahora yo presentaré a mi gente.

Ren intervino y se marchó sin decir nada más. Una sensación de descontento permaneció en el aire, pero Itsuki y yo seguimos a Ren por el salón.

―¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos! Es un placer conocerles, Héroe del Escudo, Héroe del Arco.

―Oh, um…

Los compañeros de equipo de Ren todavía estaban comiendo, pero cuando nos acercamos, lo dejaron y se pusieron firmes, tratándonos con respeto pero pareciendo nerviosos mientras lo hacían.

Después de tratar con la banda de Itsuki, no estaba muy seguro de qué pensar de esto. De todas formas, sólo eran cuatro.

―Soy el Héroe del Escudo, Naofumi Iwatani.

―Yo soy el Héroe del Arco, Itsuki Kawasumi. Creo que ya nos hemos visto varias veces antes.

Me parecía que ya había visto a tres de ellos el primer día, cuando fuimos invocados a este mundo. Al parecer consiguieron un compañero más en algún lugar durante sus viajes.

―Me alegra verles de nuevo, Héroe del Escudo, Héroe del Arco.

―Igualmente.

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Todos los del grupo eran muy educados y decorosos. Pero no podía evitar recordar la forma en que me habían evitado el primer día, la manera en que todos corrieron para esconderse detrás de Ren. No podía olvidarlo.

Lo mejor sería andarme con cuidado. Nunca se sabe lo que podrían estar pensando en realidad.

―Me disculpo por mis acciones pasadas.

―¿Eh?

Uno de los hombres dio un paso adelante, representando al grupo. Parecía ser algún tipo de soldado. Se inclinó ante mí.

―Lo siento, bajo el mandato del antiguo rey, nosotros… No sabía lo que me pasaría si me unía al Héroe del Escudo.

Los demás siguieron su ejemplo, bajando la cabeza.

―Sé que esto no es suficiente y que ya es demasiado tarde, pero por favor, acepte nuestras disculpas.

―Uh… Está bien.

Todos eran demasiado… modestos. No me esperaba algo así y perdí la calma.

Basándome en la forma que había sido tratado durante los últimos meses, no podía evitar sospechar que tenían motivos ocultos.

―Ren-sama, ¿a qué debemos este placer?

―Dicen que quieren que los Héroes cooperemos de ahora en adelante, así que estamos presentándonos a nuestros grupos.

―¿De veras? ¡Muy bien! Sin embargo, me gustaría confirmar nuestros planes para los días venideros. ¿En qué clase de monstruos deberíamos centrar nuestra atención?

―¿Qué?

Tanto Itsuki como yo exclamamos nuestras dudas al mismo tiempo.

―Al parecer nos dirigiremos a las islas Cal Mira. Allí subiremos de nivel. Procurad estar preparados para ello.

Ren dio la orden como si fuera lo más obvio del mundo, pero eso no fue lo que nos sorprendió.

―Esperad un segundo… ¿De qué estáis hablando? Quiero oírlo de vosotros, no de Ren.

―Oh, bueno… um… Estábamos pensando que podríamos separarnos de Ren-sama y trabajar en subir de nivel por separado.

Eso debería ser bastante simple, excepto porque no tenía ni idea de lo que estaban hablando. Había entendido la idea general, pero… ¿qué significaba? ¿No era más que otro método?

Itsuki parecía estar tan confundido como yo, pero prefirió no decir nada sobre ello debido al incidente que acabábamos de tener con los miembros de su equipo.

―¿Qué?

―Um…

Supuse que si Ren estaba bien con ello, no habría ningún problema.

―¿Soléis trabajar por separado de Ren?

La curiosidad de Itsuki sacó lo mejor de sí mismo. En respuesta, todo el grupo asintió. Continuaron con una explicación.

El plan de Ren era introducir a sus compañeros de equipo en áreas del mapa en las que los monstruos se encontrasen en el rango de poder ideal para subir de nivel con efectividad. Ellos debían enfrentarse a monstruos y elevar sus niveles, recolectando materiales, minerales y herramientas por el camino. A veces se encontrarían con monstruos particularmente fuertes, momentos en los que harían equipo con Ren para derrotarlos.

―Ren-sama también ha sido muy claro con que tenemos que evitar recibir daño durante nuestros combates contra los monstruos.

Tenía bastante experiencia en los RPG en línea, por lo que ya había visto esa clase de cosas antes. Los jugadores fuertes a cargo de un gremio u otras organizaciones a menudo reclutaban a jugadores más débiles y les mostraban lugares secretos para subir de nivel y artículos raros. Eso parecía ser lo que estaba pasando aquí.

―¿Hablas en serio? ¿Eso significa que Ren ha estado luchando por su cuenta?

Itsuki estaba fulminando con la mirada a Ren, con una irritación evidente. Pero él no pareció notarlo.

Sin duda los miembros del equipo de Ren estaban interpretando positivamente sus acciones, pero, aun así, podía sentir una gran distancia entre ellos.

Era simple, supongo. Ren no pensaba que estar atado a un grupo fuese algo interesante. Quería ir por su cuenta. Quizá tuviese mucha experiencia en los juegos en línea, pero ¿pudiera ser que siempre haya sido un jugador solitario? Era un estilo de juego que ya había visto antes. Gente a la que le gustaba hacer todo lo que podía por su cuenta, formando equipo con otros sólo para participar en los eventos a gran escala o para combatir a jefes poderosos.

O también pudiera ser que fuese del tipo que formaba parte de un gremio muy pequeño que sólo reclutaba gente conocida, vigilando su crecimiento y dirigiéndoles como un nuevo estilo de juego. Podía entender que jugara con tal sistema en su mundo, pero ¿en serio lo estaba utilizando aquí, en un mundo completamente nuevo?

Ya había visto esto en línea, lo conocía bien. Aunque Itsuki no era diferente, ya que viajaba para apaciguar su propio sentido de superioridad moral. Menudos héroes estaban hechos estos dos.

―Es el turno de Naofumi.

―Claro.

Sólo podía imaginarme cómo reaccionarían cuando les presentara a Raphtalia y Filo. Antes creía que Ren e Itsuki lo entenderían, pero tras conocer a sus compañeros, ya no estaba tan seguro.

―Está bien, por aquí.

Les guié hacia el lugar en que estaba descansando Raphtalia.

―Hola otra vez, Naofumi-sama. ¿Qué ha ocurrido?

―La reina quiere que los Héroes cooperemos entre nosotros, así que nos estamos presentando a nuestros compañeros de equipo.

―Ya veo, entonces permíteme presentarme. Me llamo Raphtalia.

―Mi nombre es Ren Amaki. Soy el Héroe de la Espada.

―Yo soy Itsuki Kawasumi, el Héroe del Arco. Tengo la sensación de que a partir de ahora nos veremos a menudo. Estaré esperándolo.

―Si no nos supones una molestia, podríamos llegar a depender de ti.

Raphtalia quedó boquiabierta, estupefacta, ante el comentario de Ren. La forma en que lo había dicho dejaba clara su postura: obviamente había asumido que ella sólo le retrasaría.

―No creo haber sido nunca una carga durante un combate.

―Ren no pretendía insultarte ni menospreciarte. Ya hemos visto antes tu verdadero poder en batalla.

Itsuki intervino para cubrir a Ren. Sólo lo estaba haciendo más confuso.

―Tiene razón. Eres más fuerte de lo que creía.

―Sí, muy fuerte… aunque eso me recuerda una cosa: ¿dónde está esa niña con alas pequeñas en la espalda? Creo que era capaz de convertirse en una clase de monstruo.

―¿Te refieres a Filo? Probablemente está por allí.

Filo está… Creo que está en la barra del buffet engullendo comida.

La vi entre la multitud y la llamé.

―¡Filo!

―¿Um?

Al oír mi llamada, finalmente abandonó su plato de comida y vino corriendo.

―¿Qué quieres, Maestro?

―Sí, bueno… Creo que ya conoces a estas dos personas, pero tengo que presentártelos oficialmente.

―¿Por qué?

Filo parecía molesta mientras daba un paso atrás.

―¿Son como el tipo de la lanza?

―No, no. Comparados con él, estos dos son gente respetable.

―Sí, yo creo lo mismo.

―¿Oh? Parece que podríamos llevarnos bien.

Todos parecíamos estar de acuerdo en eso. Nadie estaba tan loco por las mujeres como Motoyasu.

―Adelante, preséntate.

―¡Vale! El nombre de Filo… ¡MI nombre es Filo!

Sonó muy estúpida… ¿Por qué utilizar la tercera persona para presentarse a uno mismo?

―¡Mi trabajo es tirar del carruaje de Maestro!

Se la veía muy orgullosa de su trabajo. ¿Qué pensaría una persona normal al escuchar a una niña pequeña alardeando sobre arrastrar carruajes por los caminos?

Ambos, Ren e Itsuki, se estremecieron incómodamente mientras me miraban.

―Me llamo Itsuki Kawasumi. Encantado de conocerte.

―Soy Ren Amaki. Intenta no retrasarnos… aunque ya veo que no lo harás.

―¡Sí! ¡Encantada de conoceros! ¡Arco! ¡Espada!

Después de dar sus nombres completos para acabar siendo llamados por sus respectivas armas, Ren e Itsuki me miraron con la misma expresión incómoda.

Una vez que terminaron las presentaciones, los tres nos quedamos en silencio. Tal vez les resultaba extraño que tratara a Raphtalia y a Filo como humanas normales en vez de subordinadas.

―Raphtalia, ¿no fuiste una esclava en el pasado?

―Sí.

La boca de Itsuki se abrió por completo. ¿Qué estaba insinuando?

―¿Es ésta una relación amo-esclavo? ¿Qué piensas de Naofumi?

―Ahora que lo mencionas, supongo que sí es esa clase de relación. En realidad nunca había pensado en ello.

Oyendo la respuesta de Raphtalia, Itsuki pareció aún más confundido.

―De todos modos, Naofumi-sama nunca me ha dado una orden extraña o desagradable. Sé que depende de mí, y por ello quiero hacer todo lo posible por él.

―¿Alguna vez has pensado que odias luchar? ¿O que te gustaría ser libre?

―Nunca. Si fuese libre, no tendría ningún lugar al que ir. Mi antigua aldea ya no existe. Lo único que quiero es seguir peleando junto a Naofumi-sama.


―¿De verdad?

―¿Por qué solo hacéis preguntas que puedan sacarle alguna queja?

Era como si estuvieran usando esta presentación como una oportunidad para averiguar mis puntos débiles.

―Supongo que ya habías tomado una decisión sobre esto antes de que Motoyasu retara a Naofumi.

―Sí, así es… Lo siento por eso.

Casi parecía que sólo lo estaba dejando pasar, pero algo en la expresión de Itsuki traicionaba sus verdaderos sentimientos. Me miró.

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¿Qué quiere de mí?

Antes, Raphtalia era una esclava, pero ahora era una amiga en la que confiaba. ¿Acaso me lo estaba imaginando? No… Podía creer en lo que ella decía.

―Presentemos a nuestros compañeros y vayamos a hablar con la reina.

―Buena idea. Raphtalia, ve a presentarte a los compañeros de Ren e Itsuki. De ahora en adelante tendremos que cooperar. Sé que será un poco incómodo para ti, pero haz todo lo posible por evitar una pelea.

―Entendido.

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