Goblin Slayer

Volumen 4

Capítulo 3: De la Mesera de la Taberna

Parte 3

 

 

— ¡Pensé que dijiste que le gustaba el estofado de carne!

—Dije que era algo que había oído.


Era medianoche.

En la escasa luz de la lámpara, el joven aprendiz parecía bastante contento con la sopera de estofado de res que le había traído.

Esto no ofendió exactamente a la mesera padfoot, pero ella frunció sus labios y le dio una mirada asesina.

—Oh, trozos de papa. Perfecto.

—… ¿Seguro que no lo dijiste porque querías estofado de carne?





—De ninguna manera. Bueno, quizás un poco. El joven aprendiz le sonrió.

La bien cocida carne era tan blanda que la podrías haberla cortado con una cuchara. Pero tampoco estaba demasiado blando; seguía sintiéndose perfecto al morderlo. Y los jugos que brotaban cada vez que se masticaba, el aceite y el caldo de la sopa, eran deliciosos, aunque estuvieran un poco fríos.

En cuanto a las verduras, le gustaban gruesas y grandes.

—Entonces, ¿qué estás haciendo?

—Estoy recolectando los archivos de cuando hicimos la afiladura.

La mesera padfoot lo miraba con interés genuino, y él le contestó mientras le devolvía la sopera.

Barrió en un rincón de la herrería con una escoba, todo el tiempo pensando que esto no le correspondía.

—Consigues mucho, incluso con los cuchillos. Él no señaló que algunas personas consideraban que las espadas no eran más que cuchillos de gran tamaño.

La afiladura se realizaba mediante el desbastado del metal contra una piedra de afilar con la forma de una rueda de carro, por lo que el proceso producía muchas virutas de metal. Asegurarse de que éstas fueran limpiadas correctamente era una de las tareas más importantes de un aprendiz.

Además, había también el hecho de que al mezclarlos con ciertos metales haría que su material durara más tiempo. A veces, también usaban las virutas cuando un trabajo urgente exigía más suministros de los que tenían.

Lo que realmente quiero es darme prisa y hacer un poco de herrería.

Como aprendiz, todavía estaba aprendiendo. Obviamente, nadie le confiaría la importantísima producción de armas y armaduras.

Por lo tanto, él creía que simplemente tendría que dedicar su máximo esfuerzo a lo que se le había dado para hacer.

No es como si no lo entendiera…Esa sensación de ver tus esfuerzos completamente ignorados.

¿Qué pasaría si exhibiera armas que él había fabricado—por supuesto, en el futuro—y que fueran ignoradas completamente?

—Quieres al menos saber por qué, ¿no? Preguntó él.

— ¡Sí, exactamente! No puedo aceptarlo de esta manera, ¡la aceptación es tan importante!

—Hmmm. Murmuró el aprendiz, con sus brazos cruzados. Entonces de repente los descruzó y aplaudió, exclamando — ¡Oye, eso es!

— ¿Qué cosa? ¿Tuviste una idea, o futuro maestro herrero? ¡Infórmame!

Mientras la mesera padfoot se inclinó hacia él, una fragancia de algún tipo emanó de su cabello. Era el olor de la cocina, el aroma herbáceo único de la padfoot, jabón… y algo más, algo dulce. El joven aprendiz tragó pesadamente y agitó sus manos.

— ¡S-sólo pregunta! Pregúntale a alguien que lo conozca mejor.

—¿Qué, quieres decir Pops en la cocina?

—No. Me refiero a esa granjera.

* * *

 

 

— ¿Qué es eso? ¿Estofado?

— ¡Uh-huh!

Tarde por la mañana, en la entrada de entregas detrás del Gremio.

La granjera había descargado la carga con un “¡Hhup!” y, ahora, parpadeó ante la mesera padfoot.

Su generoso pecho rebotó cuando dejó salir un respiro, y se limpió el sudor de su frente.

La mesera padfoot era muy consciente de que los suyos eran de tamaño promedio, en realidad, quizás un poco más que el promedio; ciertamente no menos. Pero aún así…

¿Quizás están llenos de leche?

No pudo evitar que el indecente pensamiento se le pasara por la cabeza.

De acuerdo con los chismes de la oficina, la recepcionista trabajó sin parar para mantener su figura—en ese sentido, la mesera padfoot todavía estaba bien.

—Estoy segura de que eres mejor cocinera que yo. La granjera se sonrojó y se tocó los dedos enfrente a su pecho torpemente. —Sólo sé hacer cosas que puedes hacer en casa…

—No se trata de si eres bueno cocinando o no. La mesera padfoot se sentó en un barril con una ligereza felina. Pasó su bolígrafo por el recibo colocado en el portapapeles en su mano. Las cuestiones monetarias era el trabajo del personal de recepción, pero examinar la orden era su trabajo.

—Sé que pregunto esto siempre, pero ¿estás segura de que no quieres mirar dentro?

—Mi nariz lo sabe. Todo está bien.

La mesera padfoot dio una pequeña risa orgullosa y resaltó su pecho que presionado contra el delantal. Sabiendo, por supuesto, que nunca podría ganar eseconcurso, rápidamente agitó su mano para cambiar de tema:

—Como dije. No se trata de si sabes cocinar. Hay un tipo que no come, y he estado preparando estofado por eso.

— ¿Hay un aventurero que no come?

— ¿Pasa algo malo?

—No… La granjera dio una sonrisa preocupada y se rascó la mejilla. —… Él no quiere hacer ningún daño.

— ¡Ese es el problema!

—Hmm… La granjera sonaba un poco perdida por la insistencia de la mesera padfoot. Se limpió el sudor con su brazo y se sentó en una caja cercana.

Dejó que sus piernas colgaran, despreocupadamente, y luego miro fijamente a la mesera padfoot.

— ¿Eso es todo?

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Para un humano o algo similar, su tono no habría sonado diferente al normal. Pero no para la mesera padfoot. Sus agudas orejas detectaron un ligero temblor en la voz de la granjera.

— ¿Qué es todo? Ella ladeó su cabeza, fingiendo no notar nada.

—Bueno, ya sabes. La granjera no encontraba palabras, sus ojos iban de un lado a otro. Respiró profundamente. —… ¿Quieres dárselo a alguien que te gusta o algo así?

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—Ohhh, no, nada de eso.

La mesera padfoot rió fuertemente y agitó su mano como si acabara de oír un chiste tonto.

Goblin Slayer Volumen 4 Capítulo 3 Parte 3

 

—No tengo a nadie a quien cocinar además de los clientes. Su mano dejó de moverse.

Bueno, tal vez una persona.


Antes de que se diera cuenta, su rostro se puso melancólico, y lo cubrió con una mano mullida. Había una persona a quien siempre le daba la comida que hacía.

—…Supongo que podría darle algo a ese tipo en el taller.

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—……

La granjera miró fijamente el rostro de la mesera padfoot. Sus ojos francos y de tono rojo claro al parecer se clavaron en la mesera padfoot.

— ¿Q-qué es esto…? Preguntó la mesera padfoot, pero por un momento, la granjera no dijo nada.

—…Bueno, está bien, entonces. Dijo indiferente después de un tiempo, y la mesera padfoot se encontró a sí misma soltando un suspiro. —Te lo diré. ¿Tienes algo para escribir?

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—Justo aquí. Dijo la mesera padfoot, dándole vuelta al documento. Agarró su bolígrafo y dijo —Adelante. La granjera sonrió impotente.

—Umm, está bien. La forma de prepararlo es… Y luego explicó la receta en detalle.

El estofado, en realidad, era un plato de carne hervida, no una sopa. Pero la comida que describió usaba mucha leche. Y, en una palabra, la impresión que causó fue…

—Sorprendentemente… ¿normal?

—Correcto. Asintió la granjera con una sonrisa. —Es totalmente normal.

—Quiero decir, es un estofado normal, ¿no?

—Así es. Dijo, sin dejar que se le escape una sonrisa. —Sólo un estofado normal. Era inesperado, por no decir menos.

La mesera estaba segura de que había algo más… único en la receta. Se frotó la sien con el extremo de la pluma.

— ¿Es algún tipo de receta hereditaria, transmitida en tu familia por generaciones?

—Ha-ha-ha. Supongo que sí, más o menos. La granjera sonrió levemente y saltó de la caja. Golpeó sus manos para quitarse el polvo, y luego dio un gran estiramiento, resaltando su amplio pecho. —No es que lo aprendiera de mi madre… aunque me hubiera gustado.

La mesera padfoot inclinó su cabeza ante el débil murmullo.

— ¿Tus parientes, entonces?

—Una vecina. La granjera miró al cielo azul y entrecerró los ojos.

El viento agitó su cabello rojo.

—La chica mayor que vivía al lado.


* * *

 

 

— ¡Hola, bienvenido!

—Hola. Tráenos tres cervezas y dos aguas de limón, para empezar.

— ¡Claro!

—Y, uh… eh, la fuente de papas al vapor servirá. ¡Para cinco!

— ¡Ya voy!

Era taberna al anochecer. La mesera padfoot se abrió paso a través de las conversaciones de ida y vuelta de los aventureros.

Era la misma vitalidad de siempre. Las mismas caras. Era maravilloso. Otro día en el que podrían regresar a casa para disfrutar de una deliciosa comida y bebida.

Sólo eso era suficiente para motivar a todos.

—¡Orden llegando, Pops!

—Claro que sí. Trata de no dejar que se enfríen, o que se te caigan. Tal era la respuesta favorita del chef rhea.

Dio un vistazo a la cocina, donde la sopa estaba hirviendo ruidosamente, una sartén chisporroteaba, y un cuchillo resplandecía entre los ingredientes.

Y por supuesto, el chef estaba en medio de todo, con sus cortos brazos moviéndose sin cesar.

Hace mucho con ese pequeño cuerpo.

Nunca se cansaba de verlo, aunque lo veía todos los días. Cuando los platos salieron, la mesera padfoot los apiló en ambos brazos, mirando hacia el caldero más al fondo en la cocina mientras lo hacía.

— ¿Está eso bien? ¿No ha hervido?

— ¿Qué, me estás diciendo cómo cocinar? Esto es del equivalente culinario de un niño de cinco años.

—Lo sé, lo sé. Sólo estaba comprobando.

Sintiendo que se acercaba un sermón, ella enderezó su cola y falda, y trotó.

Este siempre era el momento favorito de la mesera padfoot en la taberna.

Podía dar la bienvenida a los aventureros cuando volvían a casa, viendo sus alivios al regresar.

También estaban esos aventureros que no podían volver a casa. Tenía fe en que estaban viajando a algún lado.

Lo que le había sucedido a un aventurero, y dónde, era algo que sólo los más valientes podían decir…

— ¿…Mmm?

Las orejas de la mesera padfoot se movieron repentinamente. Habían captado audaces, casi violentos e indiferentes pasos que se acercaban.

La sucia armadura de cuero, el casco de acero de aspecto barato, el pequeño y redondo escudo en su brazo, y la espada de una extraña longitud en su cadera.

Y ante la aparición de Goblin Slayer, por supuesto, la taberna se quedó en silencio durante un instante.

— ¿Señor?

—…Recepción me dijo que me asegurara de pasar por la taberna. El casco de acero se inclinó un poco ante el sonido de la sorpresa que se escapó de ella.  —¿Qué sucedió? ¿Han aparecido goblins aquí arriba?

— ¡Oh, no! Señor, por favor espere un momento.

—Muy bien.

Dejando al extraño hombre asintiendo donde estaba, la mesera padfoot se fue corriendo a la cocina.

— ¡Oh… Oh-ho! ¿Qué pasa, ahora?

— ¡Consígueme un plato, Pops! ¡Sólo uno pequeño!

— ¡Díselo a la persona que los lavó!

— ¡Esa soy yo!

Tomó un plato del estante de vajillas mientras se gritaban el uno al otro. Sirvió un poco de estofado, y luego volvió corriendo a la taberna para poder servirlo mientras aún estaba caliente.

—¡Un degustador!

—…… Goblin Slayer miró con dudas al plato que la mesera padfoot deslizó delante de él. — ¿Estofado?

—¡Eso es correcto!

—¿Para que yo lo pruebe?

— ¡Así es!

—…Ya veo.

Él tomó el plato a regañadientes, pero luego expertamente se lo tragó a través de su visera.

Hasta aquí llegó la expectativa de la mesera padfoot de que se tal vez se quite el casco mientras comía. Pero…

Goblin Slayer dejó escapar ligeramente sorprendido “Mn”.

Las orejas de la mesera no eran tan buenas como las de un elfo, pero no se lo perdieron.

Ella lo había logrado. Una agraciada sonrisa apareció en su rostro mientras ella le preguntaba triunfalmente — ¿Qué piensas? Bastante bien, ¿eh?

—Sí. Asintió Goblin Slayer. —Nada mal.

— ¡Sííííí!

Se encontró a sí misma agitando su puño en el aire y dando vítores por la victoria. A ella ni siquiera le importaban los demás aventureros, que trataban de averiguar qué estaba pasando.

— ¡Sí! ¡Impresionante! ¡Lo hice! Dio un giro, con el dobladillo de su falda ondeando, y luego dijo alegremente — ¿Así que va a comer esta noche, verdad, señor? ¿Cuál es su orden? ¿Estofado?

—Nada. Dijo Goblin Slayer. —Estoy bien por hoy.

— ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

La mesera padfoot estaba tan desconcertada que casi se le cae el plato, pero se apresuró a retenerlo. Goblin Slayer dijo —Alguien me está esperando.

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Su voz era cortante, desapasionada y fría, casi mecánica.

Pero la mesera padfoot parpadeó ante las palabras. Miró fijamente al casco.

En su mente, el ojo rojo miraba desde su interior se superpuso con otro ojo rojo más claro.

Oh…

Así que así era.

— ¿Qué pasa? Goblin Slayer había inclinado su cabeza interrogativamente ante la mesera padfoot, que de repente sonrió.

Ella podía verlo ahora. Mirándolo así, era inconfundible.

—Nada. Estaba pensando, señor, que usted no quiere hacer ningún daño.

— ¿Es así? Goblin Slayer asintió firmemente y luego dijo — ¿Terminaste?

—Supongo que sí. Dijo la mesera padfoot, a lo que él contestó predeciblemente — ¿Es así? Y se dio la vuelta. —En ese caso, me iré.

—Claro, es bueno tenerte, fue un placer.

—No entiendo lo que quieres decir.

Goblin Slayer agitó su cabeza y caminó por la taberna con un paso audaz y rápido.

—¡Hey, Goblin Slayer! ¿Dirigiéndote a matar más goblins?

— ¿Qué tal si peleas con otra cosa por una vez? ¡Tienes que cazar grandes presas como yo!

—Aww, ¿hoy solo? ¿Nada de encantadoras sacerdotisas o sexys elfas?

Respondiendo con un “Sí” o “¿Es eso así?” a las voces burlonas a su alrededor, Goblin Slayer abrió la puerta.

Y entonces, dejando sólo el tintineo de la campana detrás de él, salió a la ciudad, en la noche.

Bueno, eso no era precisamente correcto.

Su aventura se acabó, estaba regresando. A su casa.

—Sheesh. Si eso era lo que estaba tramando, ¡podría haber dicho algo!

La mesera padfoot se rio, dándose cuenta de lo unilateral que había sido su competencia.

Entonces ella soltó un “¡Muy bien!” y les dio a sus mejillas una buena bofetada con sus mullidas manos.

La alegría la refrescó, y ella ajustó las cuerdas del delantal en su espalda, lista para trabajar.

— ¡El especial de hoy es estofado en el que derramé mi corazón y mi alma! ¿Algún interesado? Las manos se alzaron. La gente gritaba. Al dirigirse a cada orden, la mesera padfoot sonrió y los anotó, gritando “¡Claro!“.


Pero ella había elegido un caldero enorme para hacer su estofado. No había dudas acerca de eso: seguramente habrían sobras.

Y en ese caso…

— ¡Puedo hacer que él se los coma!

Si ella podía hacer la comida que a ella le gustaba, cómo a ella le gustaba, y darle de comer a una persona que a ella le gustaba, eso era suficiente.

La mesera padfoot se apresuró al furor de la taberna.

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