Tate no Yuusha no Nariagari (NL)
Volumen 4
Prólogo: Fugitivos
―¡Venga ya! ¡Ese harén de descerebrados es demasiado persistente!
Estaba tan molesto que escupía insultos involuntariamente. Pero era natural; habíamos sido acusados de secuestrar y lavar el cerebro a Melty, y por eso llevábamos a la fuga bastante tiempo.
Nos habíamos desviado por algunos caminos de montaña arriesgados en un intento de despistar a los soldados que nos perseguían. Pero todavía estaban pisándonos los talones.
―¡Maldita sea! ¡No ha pasado nada bueno desde que llegué a este mundo!
Mi queja me hizo recordar claramente todo lo que había ocurrido durante los últimos meses.
Me llamo Naofumi Iwatani. En el mundo moderno en el que vivía, admito que era un otaku. Era un estudiante universitario de veinte años. Pero eso fue antes de que todo cambiara. Estaba matando el tiempo en la biblioteca local cuando encontré un viejo libro llamado Los Registros de las Cuatro Armas Sagradas. Mientras lo hojeaba, de repente me desmayé y desperté en un mundo completamente nuevo. Y no sólo eso, sino que había sido invocado como uno de los cuatro héroes de los que hablaba el libro. Yo era el Héroe del Escudo, el único Héroe que no podía atacar.
Al principio estaba entusiasmado. Este mundo era como un sueño… ¡y yo era un héroe! No podía esperar para salir y empezar a vivir aventuras. Pero algunas personas perversas y cobardes me tendieron una trampa y me acusaron de un crimen que no cometí. Mi reputación quedó totalmente arruinada, y fui perseguido. Me acusaron de violación y me abandonaron a mi suerte, a pesar de que no podía atacar y que no conocía a nadie. Tuve que encontrar una forma de sobrevivir por mí mismo.
Sin embargo, había un extraño fenómeno conocido como “las Olas”, que estaba amenazando con destruir el mundo. Cuando ocurría la Ola, yo era transportado automáticamente (a la fuerza) al lugar de la destrucción. Tenía que combatir a los monstruos que salían de ella para proteger un mundo que me había tratado tan mal.
Y lo que es peor, me era imposible quitarme el Escudo Legendario que estaba sujeto a mi brazo. Se sentía como una clase de maldición. Así que no sólo tenía que arriesgar mi vida para salvar a la gente que me había hecho daño, sino que ni siquiera podía huir aunque quisiera. Por culpa del escudo no podía usar ninguna otra arma, e incluso si golpeaba a los monstruos con los puños, era incapaz de causar algún daño sustancial. Por otro lado, el escudo tenía la habilidad de absorber materiales y a los propios enemigos derrotados, y mediante ello desbloqueaba nuevas habilidades y formas del escudo. El Escudo Legendario era capaz de transformarse en distintos escudos con diferentes atributos.
Este nuevo mundo en el que me encontraba funcionaba en muchos aspectos como un videojuego. Había un tipo de magia llamado “magia de estado” que básicamente me permitía subir de nivel al derrotar enemigos. Cuando subía de nivel, me volvía más fuerte. El concepto abstracto de los niveles podría no tener sentido de manera inmediata, pero esencialmente, cuanto más duro trabajase, más poder obtendría, habitualmente en proporción a la dificultad del trabajo que completara. Conocía bastante bien la forma en que funcionaba el sistema gracias al manga, al anime y a los videojuegos, por lo que fui capaz de entenderlo muy rápidamente.
Estaba en el nivel 39. Subí todos esos niveles después de todas las cosas por las que pasé.
―¿Los hemos perdido?
―No, todavía nos siguen.
―¡Maldición!
Estaba siendo perseguido por una persona llamada Motoyasu Kitamura. Tenía veintiún años. Al igual que yo, él había sido invocado a este mundo desde otro lugar. También era de una versión moderna de Japón, pero diferente a la mía. Era el Héroe de la Lanza.
Entre nosotros, los Cuatro Héroes, él era el que tenía mejor apariencia física. Ambos somos chicos, pero puedo reconocer eso. Sin embargo era un mujeriego; sólo pensaba en las chicas.
Motoyasu y los otros dos héroes parecían saber muchas cosas sobre este mundo por haber jugado a videojuegos similares antes. Ellos sabían adónde ir y qué hacer para subir de nivel tan rápido como fuese posible. Y a pesar de saber todas esas cosas, Motoyasu se negó a enseñarme nada y desempeñó un papel importante para que yo fuese incriminado. Si tenía suficiente tiempo libre para molestarme, ¿no debería estar luchando para salvar el mundo o algo?
Había otros dos héroes. El Héroe de la Espada era Ren Amaki, y el Héroe del Arco Itsuki Kawasumi. Ellos dos también habían sido invocados desde versiones modernas de Japón. Ren tenía dieciséis años. Su pelo era negro y se veía bastante “a la moda”. Era del tipo espadachín, no muy hablador. Itsuki tenía diecisiete, creo. Al principio parecía callado y aburrido, pero resultó ser bastante habilidoso con las manos.
No parecía que Itsuki o Ren estuviesen persiguiéndome. Debían de tener algunas sospechas sobre todo lo que había ocurrido.
―¿Debería ocultarnos con magia?
―Claro.
La chica que sugirió emplear la magia era Raphtalia. Tenía orejas y cola de tanuki, ya que era una chica demi-humana de tipo mapache. Parecía tener unos dieciocho años. Medía un poco menos que yo, se veía sana, atractiva y seria. No hacía falta ser su amigo para darse cuenta de lo atractiva que era. Su pelo era largo y castaño, con rizos poco pronunciados y un brillo apreciable. Sus brazos y piernas eran esbeltos. Realmente se veía como una modelo.
Después de ser invocado a este mundo, incriminado y abandonado a mi suerte sin amigos, equipamiento ni dinero, conocí a Raphtalia. En realidad, la compré como esclava con el poco dinero que fui capaz de ahorrar por mi cuenta.
Se encontraba bajo una maldición de esclavo que me proporcionaba control total sobre ella, incluyendo cuestiones de vida o muerte. Podía establecer reglas para la maldición, y eso le causaría dolor cuando las rompiese. Después de ser traicionado e incriminado, perdí completamente mi capacidad para confiar en la gente, y por ello compré una esclava debido a que ellos no tenían más opción que hacer lo que les dijera. Con la maldición de esclavo sobre ella, Raphtalia sería incapaz de mentirme.
Yo no podía infligir daño a los enemigos, así que ella se hizo con una espada y luchó en mi nombre. Cuando la compré, era sólo una niña… de aproximadamente diez años, pero los demi-humanos crecen de distinta forma que los humanos. Cuando son jóvenes, sus cuerpos maduran al mismo ritmo que su nivel. Ella subió de nivel bastante rápido, y por eso ahora parecía más mayor. Ese proceso de maduración es probablemente la razón por la que demi-humanos y humanos son tratados de manera tan diferente aquí.
Antes de que llegara la primera Ola, Raphtalia y yo fuimos capaces de subir de nivel y conseguir un equipamiento lo suficiente bueno como para sobrevivir al desastre. Pero más tarde, Motoyasu se enteró de que estaba usando una esclava y me retó a un duelo, aun sabiendo que yo era totalmente incapaz de atacar.
El rey de Melromarc, el país que nos invocó, demandó que el duelo se llevase a cabo, e incluso se aseguró de que yo perdiera mediante una cobarde intervención. Así que Raphtalia fue liberada de la maldición de esclavo, pero decidió que quería permanecer conmigo. Aún sigue a mi lado como mi esclava.
Sin embargo, nunca hace nada que pueda activar de nuevo la maldición de esclavo, y además yo anulé todos los ajustes de la maldición que pudiesen haber afectado a nuestra relación, así que era una esclava sólo de nombre.
Raphtalia quería luchar junto a un héroe para salvar al mundo… Quería combatir a las Olas. En el pasado, antes de que llegase esta catástrofe, Raphtalia vivía en una aldea con su familia. Ella lo perdió todo cuando aparecieron, incluyendo tanto a sus padres como a su aldea. Ésa era la razón por la que quería hacer algo. Los Héroes estaban a cargo de combatir a las Olas, y Raphtalia lo había perdido todo a causa de ellas; nuestros objetivos coincidían perfectamente.
Al principio pensaba en esta chica como una esclava fácil de utilizar, pero ahora era una compañera en la que poder confiar, mi mano derecha, y además tenía sentimientos paternales hacia ella. Realmente quería protegerla, mantenerla lejos del peligro, pero se vio obligada a pelear y yo no pude detenerla. Ella estaba ahora en el nivel 40.
―Déjamelo a mí.
―Gracias… y lo siento.
―¿De qué estás hablando? Estamos del mismo lado. No tienes que sentirte mal.
―Tienes razón. Es sólo que… ¡ese tipo es tan malditamente persistente…!
―Lo sé.
Ya estaba otra vez, quejándome sin pensar.
“¿Qué deberíamos hacer Mel y yo?”, preguntó Filo.
―Buena pregunta. Filo, mantente en tu forma humana. Si hay algún problema, transfórmate en un filolial. Melty, tú simplemente quédate callada.
―¡Valeee!
―¡Por la forma en que lo dices, es como si pensaras que estoy haciendo un alboroto aquí atrás!
―Sí, sí… Bien, Melty, vigila la retaguardia.
Las dos personas gritándome eran niñas.
La primera era Filo. Tenía diez años, alas pequeñas, cabello rubio y ojos azules. Eran unos ojos azules, salvajes e inocentes. Sus mejillas eran suaves y poseía una actitud ingenua. Llevaba un vestido de una pieza con un gran lazo en el pecho. Era un vestido simple, pero ponía de manifiesto el factor de ternura de sus alas y cara pequeñas.
Pero en realidad era la reina de los filolials, unos monstruos pájaro gigantes que tiraban de carros. Más o menos algo así. En su auténtica forma era como un búho gigante… o un pingüino… alguna clase de pájaro más grande que una persona. Podía correr muy rápido. Sus plumas eran mayoritariamente blancas, salpicadas de pequeñas manchas rosadas.
En cuanto a su personalidad, era muy infantil e inocente. Aunque comía como un cerdo, francamente estaba loca comparándola con lo que sugería su apariencia tranquila. Era tan glotona que se comía cualquier cosa. Una vez incluso trató de comerse la carne podrida de un dragón muerto.
Nos conocimos cuando fuimos a que volviesen a poner la maldición de esclavo a Raphtalia. El traficante de esclavos tenía un puesto en la parte trasera de su tienda donde podías escoger un huevo de monstruo de una gran caja de huevos. Elegí uno al azar y de él salió Filo, lo que significa que nació hacía sólo dos meses.
Por alguna razón que en realidad no entiendo, adquirió la habilidad de transformarse en una chica humana con unas pequeñas alas en la espalda. Ahora pasaba la mayor parte del tiempo en esa forma cuando no estaba arrastrando el carruaje. Por encima de todas las cosas, amaba tirar de carros pesados. Siempre me miraba cuando lo hacía, como si quisiera que le diese mi aprobación.
Pero recientemente hizo una amiga y descubrió que había cosas más importantes en la vida que comer, dormir y jugar. Aun así, es gracias a ella que tuvimos la oportunidad de viajar vendiendo cosas, y así fue como conseguimos todo nuestro dinero. Filo pensaba en mí como su dueño y en Raphtalia como su hermana mayor, aunque, sinceramente, yo había empezado a pensar en Filo como una especie de hija. Estaba al nivel 40, igual que Raphtalia.
―Naofumi-sama, dame la mano, por favor…
―Claro.
La cola de Raphtalia se ahuecó mientras se preparaba para usar un hechizo mágico. Tomé su mano y la apreté.
―¡Hey! ¡Onee-chan y Maestro se están acurrucando! ¡Yo también quiero!
―¡No nos estamos ACURRUCANDO! Piensa en la situación en que nos encontramos, por favor.
―Pero… ¡pero, Onee-chan! ¡Te estás quedando a Maestro para ti sola!
―Eso no importa, y si no permaneces en silencio, no podremos escapar de los malos. Melty, ayuda a mantenerla callada.
―Muy bien. Filo, tienes que tranquilizarte durante un momento.
―¡Buuu! ¡Onee-chan! ¡Sabes que yo le gusto más a Maestro!
―¿De qué estás hablando?
―¡Si no os dais prisa nos alcanzarán!
Ésa era Melty.
Su verdadero nombre era Melty Melromarc. Tenía la misma estatura y edad que Filo, pero su cabello era de un brillante color azul que destacaba mucho y el cual se sujetaba con dos coletas. Su cara siempre retrataba una mirada de fuerte determinación. Normalmente llevaba un vestido gótico con volantes, pero en este momento vestía ropa barata y andrajosa de campesina. Era tan atractiva como Filo o Raphtalia. Se podía decir que se convertiría en una auténtica belleza cuando creciera. En cuanto a su personalidad, la verdad es que no la entendía demasiado. Era muy cuidadosa con sus palabras y terminaba sonando sarcástica en ocasiones. Hacía unos momentos les dije a todas que se callasen, y ella me respondió que dejase de alucinar.
La primera vez que nos vimos, ella me habló muy cortésmente y midió muy bien su lenguaje, pero cuanto más tiempo pasábamos juntos, más impaciente se volvía, y también más estricta. Resultaba algo natural cuando pensaba en ello. Esta chica era la princesa más joven del país, el cual nos estaba persiguiendo actualmente. Su vida estaba en peligro, y por lo tanto no tenía más opción que huir junto a nosotros. Pero al estar cerca de nuestro grupo, nos ponía en peligro también. Era por ello que estábamos siendo perseguidos.
Melromarc no pensaba bien del Héroe del Escudo. Cuando comencé a viajar y a ayudar a la gente, los ciudadanos empezaron a cuestionarse si realmente yo era tan malo como decían las autoridades, y ésas eran dudas que la Corona quería suprimir. Para ello, me culparon por otro crimen y ahora era un hombre buscado.
La historia fue así: Melty, la joven princesa, también era la primera en la línea de sucesión al trono. Le correspondía heredar el gobierno del reino, y mis enemigos me acusaron de secuestrarla. Podrías pensar que lo más práctico sería devolvérsela a las autoridades, pero desafortunadamente no era tan fácil. Había otra persona en la línea de sucesión al trono después de Melty, y teníamos razones para pensar que estaba planeando su asesinato. Si entregásemos a la princesa a alguien así, era seguro que la mataría.
Así que, al final terminamos siendo forzados a trabajar el uno con el otro. Si queríamos probar nuestra inocencia, tendríamos que llevar a Melty con su madre, la reina de Melromarc. Pero para poner las cosas peores, la reina no se encontraba en Melromarc en estos momentos, sino en una misión diplomática en otro país. No íbamos a encontrárnosla por la calle. Además, Melty y Filo se habían hecho muy buenas amigas.
Melty estaba obsesionada con los filolials, por lo que ella y Filo encajaron a la primera. Eran amigas de verdad. Al parecer su madre, la reina, había enviado a Melty de vuelta a Melromarc para mejorar las relaciones entre el rey (su padre) y yo. Pero habían pasado muchas cosas previo ese momento, y no estábamos precisamente en buenos términos.
La estuve llamando “princesa” durante un tiempo, pero entonces ella me gritó y me exigió que la llamara por su nombre. Así que ahora empleábamos nuestros nombres de pila al hablar. Al igual que Filo, Melty parecía pensar en Raphtalia como una hermana mayor en la que poder confiar. Estaba al nivel 19. Desde que empezó a viajar con nosotros, ya había subido un nivel.
―Entonces, Raphtalia-san, ¿qué clase de hechizo estás utilizando?
Ahí está, siendo educada con Raphtalia. ¿Por qué ya no lo es conmigo?
Estaba murmurando eso cuando Raphtalia terminó de conjurar su hechizo.
―Yo soy la fuente de todo poder. Escucha y obedece mis palabras. ¡Ocúltanos! ¡Ocultación Básica Múltiple!
Apareció un árbol generado por magia y dejó caer sus hojas sobre nosotros. Quedamos completamente escondidos de la vista de nuestros perseguidores. Me agaché entre las hojas y aguanté la respiración. Un momento después, Motoyasu y su séquito llegaron corriendo por un recodo del camino.
―¿A dónde ha ido?
Ése era Motoyasu, el Héroe de la Lanza.
―Motoyasu-sama, ¿no crees que han podido seguir adelante?
Motoyasu tenía tres miembros de su equipo con él, y todas eran mujeres. La que habló era alguien que yo no conocía.
―Sigamos.
―Claro, pero no olvides que Naofumi tiene a Raphtalia con él. Podrían estar escondiéndose por aquí de alguna forma.
Qué odiosamente intuitivo, está en lo cierto. Aun así, si pretende encontrarnos tendrá que usar magia o por lo menos una habilidad de su arma legendaria. Si lo hiciese, podríamos estar en un aprieto. Pero sin un objetivo definido, nunca será capaz de afectarnos con un hechizo.
―¿Eh? ¡Huellas! ¡He encontrado huellas por aquí!
Motoyasu les gritó a las tres mujeres.
Las huellas que había encontrado no eran nuestras, y le guiaban en la dirección opuesta al lugar en el que estábamos ocultándonos. Habíamos mandado a Filo a crear huellas falsas que les condujeran por la dirección equivocada. Era un plan bastante bueno, y parecía que Motoyasu iba a caer en él.
―Sigámoslas. Ah… mi preciosa Melty. ¡No puedo creer que el Demonio del Escudo te haya secuestrado y lavado el cerebro! ¡Juro que te salvaré!
La persona que acababa de hablar, la que llamó a Melty por su nombre y a mí demonio, era la misma que me había incriminado al principio y echado del reino: la Zorra, la princesa mayor. Usaba el apodo de aventurera Myne Sufia, pero su verdadero nombre era Malty S. Melromarc.
Era la hermana de Melty, todo un auténtico monstruo; una zorra como ninguna otra.
Disfrutaba de ver sufrir a los demás mientras que al mismo tiempo vivía una vida de lujos. Tenía muchas razones para sospechar que ella estaba detrás de todo lo que nos ocurría a Melty y a nosotros, que era la que tiraba de los hilos en las sombras.
Debido a su comportamiento y personalidad despreciables, sus padres decidieron convertir a Melty en la heredera del trono a pesar del hecho de que la Zorra era mayor. En realidad, la última vez que luchamos contra ella, básicamente no pudo dejar más claras sus intenciones cuando empezó a lanzar ataques directamente hacia Melty.
Yo la odiaba, y había empezado a llamarla “Zorra”. Algún día me aseguraría de que recibiera lo que se merecía.
―Deberíamos movernos, Motoyasu-sama. Quiero atraparlos tan pronto como sea posible.
La Zorra envió primero a Motoyasu, y después de que se alejara comenzó a husmear por la zona.
―¿Por qué tenemos que pasar por todos estos problemas? Sencillamente podríamos quemar toda la zona.
Dijo eso, sacando una botella de su bolsa. La destapó y procedió a rociar su contenido por los alrededores. Tenía un presentimiento realmente malo sobre esa botella.
Si salía de nuestro escondite para detenerla, entonces Motoyasu nos atraparía sin duda, así que no tenía más opción que quedarme sentado y mirar.
―Naofumi…
―¡Shh!
Melty estaba sacudiéndome el hombro. Parecía preocupada. Aunque yo tenía una buena idea de lo que pretendía la Zorra.
―Fuego Básico.
Movió la mano y unas llamas saltaron desde su palma hacia el contenido que había vertido de la botella. La zona donde el contenido había caído estalló en llamas.
Lo sabía. ¡Zorra! ¿Incendiará toda la ladera de la montaña para hacernos salir? ¿Qué le pasa? ¿Es así cómo debería comportarse una princesa? Todo lo que hace es un crimen. ¡Es inmoral!
Dejó las llamas atrás y corrió tras Motoyasu. Las llamas se propagaron, y pronto estaban tocando los árboles. Se extendieron por todas partes. Me giré para ver el lugar del que había venido Motoyasu y allí también había una columna de humo elevándose.
―¡Naofumi-sama!
―Melty, ¿puedes usar magia para encargarte del fuego?
―Puedo extinguir éste, pero no puedo hacer nada con el fuego que ya ha iniciado. Se habrá extendido demasiado para cuando consiga acercarme lo suficiente.
Maldición… La Zorra ha estado quedándose detrás de Motoyasu y provocando incendios mientras avanzaban. ¿Cómo de miserables tiene que dejarnos para estar satisfecha? Seguro que después me culpará a mí por los incendios. ¿Y ahora qué deberíamos hacer? ¿Tenemos suficiente tiempo para quedarnos atrás y hacer de bomberos?
―¡Maestro! ¡Hay mucho humo!
―Lo sé. Filo, vuelve a tu forma de filolial. Tenemos que salir rápido de aquí.
―¡Vale!
―¿Qué vas a hacer con el fuego?
―No sé si ayudará mucho, pero ¿puedes usar tu magia para hacer que llueva?
Melty era buena con la magia de agua, es por eso que quería saber si podía hacer algo para intentar prevenir daños mayores.
―Puedo intentarlo, pero no prometo nada.
Melty se concentró en lanzar un hechizo.
―Yo soy la fuente de todo poder. Escucha y obedece mis palabras. ¡Haz descender lluvias de misericordia! ¡Tormenta básica!
Cuando terminó de conjurar el hechizo, unas nubes cargadas de lluvia cubrieron el cielo, y entonces las pesadas gotas comenzaron a caer. Pero la lluvia no cubrió una zona muy amplia.
Supongo que es mejor que nada.
―¡Todo este lugar estará pronto en llamas! Raphtalia, Melty, ¿tenéis algo en contra de huir?
―¡Mi hermana está loca! ¿En qué está pensando?
―¡Va a intentar incriminarnos a nosotros por esto!
El área estaba empezando a llenarse de humo.
Si la lluvia pudiese caer un poco más fuerte…
Filo volvió a su forma de filolial con una nube de humo, y todos nos subimos a su espalda. Di un golpe con los talones y salimos corriendo en la dirección opuesta a la que se había dirigido Motoyasu.
Por lo menos tuvimos una oportunidad de deshacernos de Motoyasu en el subsiguiente caos del incendio descontrolado.
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