Tate no Yuusha no Nariagari (NL)
Volumen 3
Epílogo: Nombre
Seguíamos viajando hacia el sudoeste. No teníamos carruaje, así que todos tuvimos que montar sobre Filo. Esto me estaba envejeciendo realmente rápido.
―¿Deberíamos robar un carruaje en alguna parte?
Ya había cazarrecompensas persiguiéndonos. ¿Qué importaba un simple carruaje?
―¡NO!
Filo gritó en desacuerdo.
―¡Si es un carruaje robado, yo no quiero tirar de él!
Supongo que Filo está desarrollando un buen sentido de la justicia.
―Bueno, yo tampoco quiero robar uno, pero estar encima de ti todo el tiempo resulta agotador.
―¿Tú qué crees, princesa?
―Umm…
La princesa pareció perpleja ante mi pregunta.
¿Qué es lo que le molesta?
―Podría ser un poco peligroso, pero tal vez sería mejor enviar a Raphtalia a una aldea cercana para que compre uno.
Probablemente es una buena idea. ¿O deberíamos pedir ayuda a Shadow?
―El sol está empezando a ocultarse. ¿Paramos a descansar?
―¡Sí! Oh…
Estuve de acuerdo con su idea, pero la princesa seguía mirándome y frunciendo el ceño.
¿Qué le pasa?
El estómago de Filo empezó a rugir muy fuerte.
―¡Tengo hambre!
―¡Comes muchísimo, Filo!
Mel pinchó a Filo con el dedo índice.
―Jeh, jeh.
Me alegraba ver que eran amigas y todo eso, pero estaban empezando a actuar como una pareja estúpida. Era molesto.
Terminé de encender la hoguera y comencé a preparar la cena.
―Aquí tienes, princesa.
Acabé de hacer la cena y le ofrecí un plato a la princesa, pero ella seguía frunciéndome el ceño.
¿Tiene algún problema conmigo?
―Mel, ¿no vas a comer?
―Sí, pero…
Me miró de reojo, y rápidamente apartó la mirada. Estaba preocupada por algo. ¿Pero de qué?
―¿Qué pasa?
―No es nada.
Cuando Raphtalia le preguntó qué ocurría, ella estiró el brazo y me arrancó el plato de comida que le estaba ofreciendo.
―¿Qué te pasa, Mel?
―Um…
Mel estaba actuando de una forma tan extraña que hasta Filo se dio cuenta.
―Sabes que no tengo poderes de lavado de cerebro, ¿verdad?
―¡Eso ya lo sé!
Rápidamente se giró y miró hacia otro lado.
Aunque siendo sincero, no estaba actuando de un modo tan extraño dadas las circunstancias. Hacía un rato estuvo jugando con Filo, y sonriendo y hablando con Raphtalia. Tan sólo parecía molesta conmigo; me ignoraba. No tenía ni idea de cuál era el problema.
―No digas eso.
―¿Eh? ¿Qué pasa, princesa?
Estaba temblando de rabia, y había murmurado algo.
―¿Qué he dicho?
―¡No me sigas llamando “princesa”!
Gritó. Sus ojos estaban llenos de lágrimas.
―¿Por qué estás tan enfadada?
―¡Tengo nombre, sabes! ¡Me llamo Melty!
―¿Qué? ¿Por qué estás afirmando lo obvio?
―¡Me molesta, Héroe del Escudo, que no me llames por mi nombre! ¡Antes me llamabas Mel!
La princesa debía estar descargando la tensión de nuestro largo viaje. Se rascaba la cabeza y actuaba como una histérica. Filo y Raphtalia estaban viendo enloquecer a la princesa. Claramente se encontraban tan sorprendidas como yo.
―¡Te lo volveré a decir! Tengo nombre. Me llamo Melty. ¡Pero el Héroe del Escudo sigue llamándome “la joven princesa”! ¡Ése es mi título, no mi nombre!
―¿Qué? ¿Quieres que te llame por tu nombre?
―¡Eso no es lo que me molesta! ¡¿Por qué no me tratas igual que a las demás?!
―¿Que te trato de forma distinta? ¡No es como si hubieses formado parte de mi grupo durante mucho tiempo como ellas!
―Pero estoy compartiendo tus éxitos y tus sufrimientos, ¿no? ¡No me llames por mi título!
―Aun así, tú me llamas a mí “Héroe del Escudo”.
La princesa pareció comprenderlo. Héroe del Escudo no era mi nombre, después de todo.
―Está bien, entonces te llamaré Naofumi. ¡Voy a llamarte Naofumi, así que espero que tú me llames Melty!
―Oh, ¡por favor…!
―¡¿Ves?! ¡Dilo, Naofumi! ¡Llámame Melty!
No me gustaba la idea de actuar tan familiarmente. Ella era muy educada con Raphtalia, ¿y de repente teníamos que comportarnos como si fuésemos realmente cercanos?
Sin embargo, no quería que me llamase “señor” ni nada por el estilo. Eso me recordaría al tiempo que pasé con la Zorra. Ella solía llamarme Héroe del Escudo-sama. Si intentase contradecirla ahora, seguramente causaría más problemas, y además, ella nos había ayudado a proteger a Filo durante la última batalla.
Hasta donde yo sabía, no nos había mentido, y trató de reconciliarme con la Basura, por lo menos hasta que los caballeros intervinieron y lo arruinaron todo. Incluso antes de eso, nos salvó cuando Motoyasu montó una escena en medio de la ciudad.
Ella no había mentido, y aparentemente tampoco estaba intentando robarnos a Filo. Tenía mis dudas sobre confiar en cualquier persona de este mundo, pero si tuviese que creer en alguien, supongo que sería ella.
Filo era ingenua e inocente, pero juzgaba bien la personalidad de la gente. Si Filo creía en ella, supongo que yo también podría intentarlo.
―Vale, está bien. Melty. ¿Así está mejor?
―¡Sí! ¡Será mejor que sigas llamándome así!
―Vale, vale.
¿Así que va a enloquecer cada vez que la llame “princesa”? Eso no tardará mucho en volverse molesto.
―Me ha sorprendido.
Claro que Filo estaba loca y era ruidosa, pero no era una histérica. Sólo enloquecía como lo haría cualquier niño. Mel y Filo eran similares en ese aspecto, probablemente porque tenían más o menos la misma edad.
―Oh, princesa Melty, no sabía que estuvieras tan enfadada.
―¡Raphtalia, por favor, deja de llamarme “princesa”!
―Muy bien, entonces Melty-san.
―¡Eso está mejor!
Me pregunto cómo se siente Raphtalia con todo esto. Empezó a llamarme por mi nombre cuando peleamos contra el perro de dos cabezas. Supongo que cuando usamos nuestros nombres, demostramos que somos cercanos.
―Raphtalia, me alegra que no seas tan exigente.
Al principio sólo causaba problemas, pero con el tiempo cambió. A diferencia de Filo, luchaba de la forma tradicional, con una espada. Y puesto que yo era el Escudo, éramos realmente compatibles. Cuando estábamos vendiendo cosas, ella podía dirigir la tienda, y cuando estábamos huyendo, se disfrazó. Siempre era de gran ayuda.
―¿Eso es un cumplido?
―Claro.
―¿Y debo suponer que lo dices en serio?
Dijo, enfurruñada.
―¿Qué pasa, Maestro?
¿Ahora Filo? No me gusta la idea de que Filo se empiece a dirigir a mí por mi nombre…
―Filo, nunca me llames por mi nombre.
―¡¿Por qué?!
―Je, je… ¡Filo ha sido rechazada!
―¿Pero por qué? ¿Por qué? ¡¿Cómo es que soy la única que no puede usar tu nombre~?!
―Venga, inténtalo.
―¡Naofumi!
¿Ni siquiera consigo un “-sama”? Y además ha pronunciado exageradamente cada sílaba. No me gusta.
―Sí, no me gusta. ¿Y no usas ningún honorífico?
―¡Nani, nani, buubuu!
―Vale, Filo, tranquilízate.
―¡Pero…!
―Melty tiene razón. Filo, simplemente llámame Maestro. ¡Puedes llamarlo “ser dejada de lado” si quieres, pero por otra parte eso te hace especial!
―¡Buu!
―Está bien. Yo te he criado, así que ¿qué tal “Papá”? ¿Papi? ¿Padre?
―Um… ¡No me gustan!
―¿Por qué?
Me pareció bien. De todos modos no me gustaba la idea de que algo tan grande me llamase “papá”.
―¡Prefiero llamarte “Maestro”, más que “Padre”!
―¿Verdad? Bien, entonces sigue con ello.
Me pregunto si tiene alguna motivación para preferir una palabra antes que otra. Lo que sea.
―Naofumi.
―¿Qué?
Melty se giró hacia mí.
―Di mi nombre otra vez.
―¿Eh? ¿Por qué, Melty?
Cerró los ojos y escuchó atentamente cuando dije su nombre.
―No es nada.
―Eres rara.
Estaba completamente rodeado de gente loca. De todas formas, si tenían un berrinche, lo mejor era atribuírselo a un simple estado de ánimo.
―¿Qué os parece si nos vamos a dormir pronto para tener un buen comienzo mañana?
Estos últimos días, concretamente desde que conocimos a Melty en la aldea afectada por la enfermedad, habíamos estado muy ocupados. Pasaron muchas cosas, entre ellas que estuvimos a punto de morir varias veces. Sucedieron muchas cosas malas, pero si nuestro viaje actual tenía éxito, habría merecido la pena. Además, ahora tenía una nueva compañera que creía en mí. Sinceramente, eso me alegraba.
Aunque todavía me sorprendía el ser capaz de confiar en la hermana de la Zorra. Si confiábamos los unos en los otros, podríamos demostrar mi inocencia. Al final del día sentí que había una pequeña chispa de esperanza.
Al menos por esta noche, dormiría plácidamente. No había excusa para no hacerlo, ya que tenía amigos que confiaban en mí.
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