Re:Zero Kara Hajimeru Isekai Seikatsu

Volumen 9

Capítulo 5: Una Historia de Eso, y Nada Más

Parte 2

 

 

Con toda la presión, todo lo que Subaru podía hacer era agarrarse con las dos manos y orar de que ningún accidente les sucediera mientras se entraban al bosque. El carruaje dragón saltó mientras pasaba por raíces de árboles; Subaru apretó sus molares mientras se dirigían a un camino atroz una vez más.

Toda su visión fue enterrada por gruesos árboles; un paso en falso y ellos chocarían de cabeza. Pero la forma en que Otto estaba encantado, en contraste con el pálido Subaru, hizo que el último reevaluara su visión de los vendedores ambulantes.


— ¡¿Ser un Mercader ambulante es tan peligroso?! Hacerte un nombre en el mercado de la capital es mucho más segu…

— ¡Señor Natsuki!

Subaru estaba intentando distraerse a sí mismo conversando un poco cuando Otto repentinamente lo interrumpió con un grito. La voz, infundida con un sentimiento de urgencia, hizo que Subaru mirara, preguntándose qué sucedía. Mientras lo hacía, Otto puso una mano en su oído, inspeccionando el área a su alrededor mientras sus mejillas se tensaban.

— El bosque está inquieto… No. ¡Las aves e insectos se han ido en gran pánico! Incluso Fulfew está tenso… Algo… ¡algo está viniendo!

La voz cautelosa de Otto hizo que Subaru jadeara y mirara a su alrededor. Pero estando encima de un carruaje dragón meciéndose mientras viajaba alrededor del bosque a tanta velocidad, él nunca distinguiría nada, incluso si fuera medio extraño.

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Sí, si hubiera sido medio extraño.

— Ugh, el tiempo es valioso, pero deberíamos tomar medidas por seguridad. Señor Natsuki, por favor, cuide esa…

— Nah, no es necesario.

Mientras Otto intentaba cambiar sus métodos, Subaru habló con una voz ridículamente tranquila.

La mirada de Subaru estaba centrada detrás del carruaje dragón, mirando a la escena del bosque que dejaban atrás. Mientras más se alejaba, el bosque parecía desaparecer de su visión, como si “eso” estuviera tragándose el bosque entero.

— …

Árboles fueron arrancados y enviados a volar en el cielo, devastando brutalmente el follaje del bosque.

Justo después que la destrucción empezara, el carruaje dragón aceleró y se inclinó, pero eso se estaba dirigiendo ferozmente hacia ellos, sin que le importara el daño a su alrededor.

— ¡¡Déjala volar, Otto, nodejes que nos atrape!!

— ¡¿Señor Natsuki?!

Cuando Otto empezó a mirar atrás, Subaru lo tranquilizó con una mano mientras se transfería del asiento del conductor al vagón. Entonces se paró como el guardián del vagón, mostrando sus dientes mientras eso los perseguía, justo detrás de ellos.

— ¡Por qué tú…! ¡¡Qué tan terco vas a ser, bastardo de mierda!!

Subaru dejó salir un grito enojado mientras que sombras negras se hinchaban y retorcían frente a sus ojos.

Las malvadas manos negras se estiraron y salieron de un cadáver, ya no más de una persona, sino un conjunto de desilusiones.

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Los restos de Petelgeuse Romanée-Conti consumieron el bosque mientras perseguía al carruaje desde atrás.

***

 

 

 

Era repulsivo. Te ponía los cabellos de punta. Era siniestro más allá de cualquier medida.

El cuerpo había sido aplastado bajo un deslice de rocas; su brazo derecho y lado derecho de su torso no estaban. El cabello y cuero cabelludo habían sido arrancados de su cráneo, dejándolo pintado de rojo, y la parte baja de su cuerpo que estaba siendo arrastrada no tenía nada bajo ambas espinillas. Sus miembros sueltos, su vitalidad pobre; esto ya era un simple cadáver.

Pero el cadáver no había cesado su mórbido desafío, ahogándose en desilusión mientras continuaba su persecución en Subaru.

— ¡Devuéeeelveme… eseeeeee… cueeeeerpo!

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— ¡Hombre, eres terco! ¡¿No recuerdas el mal momento que tuviste dentro de mí…?!

El grito de Petelgeuse era como una voz de ultratumba, asustando a Subaru desde el fondo de su corazón.

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Con el cuerpo que había poseído ya muerto, la propia “muerte” de Petelgeuse yacía ante sus ojos. Sin embargo, dejando las apariencias de lado, el uso de las Manos Invisibles impregnó los movimientos del loco con explosividad. Si se le dejaba solo, él probablemente colapsaría por sí mismo, disipándose, pero…

— ¿No es fácil solo esperar que el tiempo se acabe, huh…? ¡Maldita sea!

Subaru apretó sus dientes y miró al loco acercándose al movido vagón.

El carruaje dragón ya se estaba moviendo a una velocidad sin sentido, pero Petelgeuse se movía incluso más rápido. Como una vela encendida a punto de apagarse, irradiaba sus delirios finales y perversos.

— ¿Esto es un espíritu? ¿Cómo? ¿No se supone que los espíritus deben verse más sagrados o algo?

— ¡Señor Natsuki! ¡¿Qué está sucediendo ahí atrás?!

El lamento de Subaru fue eclipsado por el grito de Otto. Él no podía ver la pesadilla detrás de ellos, dado que estaba localizado directamente detrás del carruaje, dejando a Otto mejor por eso.

— Solo estamos siendo perseguidos por un pequeño enorme monstruo oscuro. Creo que probablemente pisamos su cola a medio camino en el bosque. Hace un montón de ruido y su cara da miedo, así que te recomiendo que no mires.

— ¡Eso hace que no verlo realmente me preocupe! ¡¡Y esa descripción estaba llena de detalles preocupantes!!

— ¡Solo dame las riendas! ¡La próxima vez que me contradigas, te morderé!

— ¡¿Quuu…?! ¡Qué terrorífico!

Otto le entregó las riendas mientras Subaru lo intimidaba y lo hacía concentrarse en el horrible camino. Pero la velocidad de un dragón terrestre tenía límites. Ellos estaban acabados si, Dios no lo quiera, se estrellaban con un solo árbol: en consecuencia, los dragones terrestres no podrían apresurarse dentro del bosque. En otras palabras…

— El trabajo de retrasarte cae sobre mí. Es momento de acabar con un gran final… ¡¿Cuántos grandes finales vas a tener, de todas formas?! ¿Qué te hace Pereza? ¡¡Maldito adicto al trabajo!!

— ¡Bruuuja SATELLA! ¡¡Dame… dame… su amor, amor, amoooooor!!

— ¡¡Ella no ama a ninguno de nosotros!! ¡No hay ninguna comedia romántica donde aplastas el corazón de la persona que te gusta! ¡Con una heroína como esa, no gracias!

Petelgeuse levantó su cabeza y gritó, viéndose como si sus globos oculares estuvieran a punto de caerse de su cráneo. Él había sido traicionado, convertido en un cuerpo muerto, y, aun así, Petelgeuse continuó gritando su “amor” hacia la Bruja. Por primera vez, Subaru genuinamente lo vio como lastimoso.

Re Zero Kara Hajimeru Isekai Volumen 9 Capítulo 5 Parte 2 Novela Ligera

Él tenazmente anhelaba un cuerpo, engañándose a sí mismo con su lujuria por el “amor” de la Bruja, y detrás de todo eso, él era un espíritu sin un cuerpo propio, con un anhelo de afecto y contacto físico que nunca podría ser satisfecho.

Pudriéndose gradualmente por un deseo que nunca podría ser saciado, la mente de Petelgeuse cayó en la locura.

Nadie aceptaría a un ser como él en primer lugar.

— No tengo un ataque especial o un súper hechizo, pero acabaré contigo de todas formas. ¡No te dejaré pasar, y, de ninguna manera, te dejaré llegar al que está atrás de mí…!

— ¡Señor Natsuki, no sabía que te importaba…!

— ¡¿Te podrías callar por un segundo?! ¡Estoy intentado actuar genial aquí!

Sin importar que Otto estuviera siendo impertinente o serio, Subaru lo calló y se volteó para enfrentarse al loco.

Gracias a la cantidad que la espada de Julius había quemado, el número total de Manos Invisibles era apenas suficiente para impulsar a su propio engaño. El número de brazos por encima de su cabeza, disponibles para atacar, eran siente, el número exacto con el que había empezado.

Petelgeuse arañó salvajemente el suelo, levantando una nube de polvo mientras se acercaba al carruaje dragón. Las malvadas manos se balancearon hacia arriba, haciendo que las ramas de los árboles volaran, y cayeron desde el cielo, cada golpe partió la tierra. Las negras yemas de los dedos rozaron débilmente las partes traseras del vagón, cavando profundamente donde sea que tocaran, independiente de su fuerza.

Subaru calculó que el rango era tal que el siguiente golpe acertaría con seguridad. Si un golpe directo de fuerza idéntica caía en el centro del vagón, el carruaje dragón rodaría de lado, matando a ambos, Subaru y Otto.

El siguiente movimiento decidiría el encuentro.

— ¡Señor Natsuki, estamos saliendo del bosque…!

Al mismo tiempo que Otto habló, el campo de visión de Subaru, cubierto de verde, repentinamente se iluminó.

El carruaje dragón salió del bosque como si estuviera atravesando una pared y se deslizó por una pendiente cubierta de hierba. Petelgeuse los persiguió, arañando el suelo mientras la masa de sombras parecía tragar rocas y árboles caídos, todo convirtiéndose en un espíritu retorcido dispuesto a consumir la parte trasera del carruaje dragón también.

Ellos atravesaron el bosque y llegaron a la carretera. Emilia y los otros, a quienes estaban persiguiendo, no estaban muy lejos.

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Subaru no podía llevar a Petelgeuse con ellos, con Emilia. El Arzobispo de los Siete Pecados Capitales no conocía su objetivo, pero no permitiría que el corazón de Emilia fuese herido.

Por lo tanto, en consecuencia, Subaru Natsuki acabaría con su vida en ese momento y en ese lugar.

— ¡Estamos fuera del bosque, no nos contengamos!

— ¡AMOR! ¡AMOR! ¡¡El amor lo es toooodo…!!

Lágrimas de sangre salieron mientras Petelgeuse abría su boca sin dientes, riendo maniáticamente.

Subaru escuchó su chirriante voz mientras soltaba la carga dentro del vagón. Arrastró uno de los pesados contenedores alineados hacia adelante mientras el olor penetrante del líquido dentro tapaba su nariz.

Envolvió sus brazos a su alrededor y lo levantó. Luego arrojó una risa loca y sangrienta.

— ¡Arde en el infierno, Petelgeuse!

— ¡¡…!!

Al mismo tiempo, las Manos Invisibles estiradas hacia el cielo cayeron fuertemente causando una cascada de destrucción.

Pero Subaru fue más rápido, antes que las manos malvadas pudieran alcanzarlo.

Mientras la vil risa flotaba en el aire, Subaru arrojó la olla que cargaba, la olla de aceite, hacia el loco. El recipiente de cerámica chocó y se rompió, los contenidos dentro embarraron espectacularmente el cadáver del loco. Las preparaciones estaban completas.

Las manos completamente negras estaban cayendo, para aplastar el carruaje dragón debajo, y a Subaru con él.

Sin hacer caso a eso, Subaru estiró su mano derecha directamente hacia adelante, apuntando con sus dedos en forma de pistola. Al final de la punta de su dedo estaba una luz roja, ya que ahí residía el cuasi-espíritu rojo que había tomado prestado de Julius.

— Tomaré prestado tu poder, Julius Juukulius.

— ¡Por quéééééé TÚUUUU!

 ¡¡Rental Goa…!!

Era un cántico incompleto, hecho por un usuario de magia novato hacia un espíritu sin contrato, dos cosas incompletas puestas una sobre la otra, pero su voluntad estaba concentrada en un solo punto, dándole fuerza al cántico.

Y para que interactuara con el mundo a su alrededor, sólo una chispa era necesaria.

Su maná, como un tanque de gas agujereado, se conectó con el poder del cuasi-espíritu, enviando una minúscula chispa de destrucción mínima corriendo hacia Petelgeuse. Y entonces su boca malvada, cubierta en sangre y aceite, se abrió de par en par.

— ¡¡AaaaaaAAAAA!!

En un instante, la visión de Subaru fue envuelta por llamas crecientes y vívidas.

El cuerpo entero de Petelgeuse estaba bañado en aceite encendido que quemaba con un calor increíble. Ondas de llamas chamuscaron el interior de su carne, y el grito sin palabras de Betelgeuse arañó el aire a su alrededor.

En contra del espíritu que era Petelgeuse, Subaru había infringido el mayor golpe posible. Los elementos fueron la carga de ollas de aceite de Otto y el cuasi-espíritu de Julius, otorgados como una red de seguridad. Todo eso fue prestado; él simplemente los había juntado en un ataque muy parecido al de Subaru Natsuki.

— Se acabó por– ¡Gahh!

Un momento después que viera el final del encuentro, Subaru notó la existencia de una mano malvada completamente negra azotando por encima de su cabeza. La mano malvada estaba siendo manejada como la guadaña de un ángel de la muerte, con un curso imprudente y su objetivo sin identificar.

Sin embargo, el brazo se estrelló contra el vagón, mandándolo instantáneamente a volar, arañando a Subaru en el proceso. El carruaje dragón rebotó violentamente debido al impacto, y el vagón que recibió un golpe directo estaba completamente abierto, viéndose como si una bestia lo hubiera arrancado un pedazo de un mordisco.

Con el carruaje arrancado, Subaru estaba entre las piezas volando de madera mientras se metía más en el vagón. Su pantorrilla fue rasgada en el proceso, haciendo que apretara sus dientes ya que el dolor se sentía como si le estuvieran prendiendo fuego a su cerebro.

— ¡… Gahh! ¡Mierda, eso duele! ¡Aw, maldición!

La voz de Subaru se rasgó mientras presionaba con su mano sobre la herida sangrante. Pero Subaru no tenía el tiempo ni para vendarla o maldecir su infortunio. La razón era simple: dedos negros estaban agarrando la parte trasera del vagón en ese mismo instante.

— DÁMELO, páaasameLOOOO…

El carruaje dragón fue fuertemente sacudido cuando la cara diabólica y ardiente de Petelgeuse se arrastró al vagón.

— …

La cosa que escaló dentro del vagón había abandonado completamente una forma humana.

Las partes faltantes, la mitad derecha faltante y las extremidades bajas arrancadas, habían sido reemplazadas por manos negras retorciéndose. De su cuerpo original, sólo la cabeza no estaba carbonizada en rojo y negro. A pesar de que el fuego se había propagado hasta su hábito, de alguna forma había logrado mantener su cuerpo en una sola pieza, pero incluso así, la pura fealdad del ser brillaba a través de todo…

Casi como para afirmar más allá de toda duda que este era un monstruo repulsivo que llevaba la piel de un ser humano.

— Te ves terrible… no es que realmente sea alguien para hablar, supongo.

Haciendo una mueca por el dolor que parecía un espasmo, Subaru no soportó y se puso de pie. El sangrado de su pierna no se había detenido, pero el oponente estaba mucho más cerca del borde de la muerte que él.

El cuerpo entero de Petelgeuse había estado decayendo incluso antes de ser prendido en fuego; ya estaba a las puertas de la muerte. Él tampoco estaba buscando una guerra de desgaste. El siguiente instante lo decidiría para los dos.

Subaru no tenía ninguna carta de triunfo que jugar; sin duda, eran pocas. Todo lo que a Subaru le restaba por arma era la astucia.

— Cuer… po… NO PUEDO desaparecer… No puedo… permitirme… desapareceeeer…

— ¡Hey, ya te lo dije, ven al mío y tendrás un muy mal rato! ¡¿A quién le importa la Bruja?! ¡¡Ella sólo está jugando con nosotros, tú y yo!!

Petelgeuse habló con dificultad, anhelando el cuerpo de Subaru mientras se arrastraba repulsivamente hacia adelante. Mientras levantaba su voz, negándose a rendirse, Subaru intentó romper el espíritu del loco.

Pero Petelgeuse mostró una reacción a esa voz que no había mostrado hasta ese punto.

— … Bruja, Satella…

Petelgeuse murmuró repentinamente con lucidez mientras levantaba su cara. Su rostro estaba medio destruido; los pómulos, crudos y expuestos, y, aun así, la razón volvió a los ojos del loco.

Sus ojos desarticulados vacilaron, y uno de ellos vio a Subaru, luego al otro. Juntos parpadearon con locura.

— Tú eres… peligroso. ¡Peligroso, peligroso, peligroso, peligroso, peligroso, peligroso, peligroso, peligroso, peligroooooso…!

— ¡¿Aaah?!

— ¡TÚ recibes, recibes, recibes, recibes… Su favor, y, aun así, rechazas Su amor! ¡Y TÜ me has llevado, llevado, llevado, llevadoooo! ¡Tan cerca del punto de la muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte!

La cabeza de Petelgeuse se tambaleó y tembló mientras despotricaba incoherentemente. Pero detrás de esa furia, el poder de las manos malvadas se extendió constantemente, consumiendo el carro y robando los cimientos de Subaru debajo de él. Si las manos malvadas se desataban sin ningún lugar a donde correr, Subaru no tenía ninguna posibilidad de victoria.

La inteligencia del loco había vuelto; él estaba persiguiendo a Subaru por intelecto, no por instinto. Con las cartas agrupadas contra él, Subaru se alejó, y al mismo tiempo, una única posibilidad le vino a la cabeza. Y entonces…

— La Bruja, Bruja, ¡Satella… SATELLLAAA! ¡Amor, amor, amooor! ¡Era amado! ¡¡Yo ERA amado!! ¡Satella, yo… Satella me amaba! ¡No lo olvidaré, ni por un instante! ¡¡Incluso si TÚ lo olvidas, yo no lo haré!!


Lágrimas se derramaron. Estas no eran lágrimas de sangre, sino lágrimas reales.

Verdaderamente, desde su primer encuentro, esta era la primera vez que Petelgeuse había gritado acerca del amor mientras estaba cuerdo.

Sea afecto o pasión, había arrastrado a Petelgeuse del borde de la locura de vuelta a la realidad. Los ojos estancados de Petelgeuse brillaban con la firmeza de voluntad mientras miraban directamente a Subaru.

— ¡Eres peligroso! ¡Algún día serás una amenaza para todo el Culto de la Bruja! ¡Antes de eso! ¡Antes que tu mano pueda alcanzar a Satella! ¡Aquí! ¡Ahora! ¡Por mí mano! ¡Por mí diligencia! Para evitar la Pereza, y pagar Su amor… ¡¡TÚ MORIRÁÁÁÁS!!

Petelgeuse gritó, y su cuerpo, incapaz de soportar la liberación del poder de las manos malvadas, se abrió de golpe y se rompió. Pero Petelgeuse ya no estaba decidido a tomar el cuerpo de Subaru, sino, en matar a Subaru, para que no pudiera amenazar al Culto de la Bruja, y así proteger a la Bruja que adoraba.

Estas eran las acciones de una bestia, pero realizadas con voluntad, con intelecto…

— Probablemente habría perdido si te hubieses quedado como un monstruo, sabes.

Cuando Petelgeuse vio lo que Subaru había sacado de su bolsillo y sostenía en su mano, sus ojos se abrieron.

Su reacción hizo que algo dentro del corazón de Subaru llorara. Pero contuvo ese sentimiento que momentáneamente se alzó, levantando su brazo en alto.

Balanceando su brazo, arrojó el pequeño libro negro, el Evangelio, a la punta del brazo de Petelgeuse.

— ¡Ahhh… Satella!

Aturdido, Petelgeuse dejó salir una voz suave y tranquila de su boca.

Era una voz inmersa en tranquilidad, llamando el nombre de alguien amado sin medida.

Deseando los cielos, Petelgeuse levantó su brazo izquierdo y único restante hacia el cielo. Obedeciendo su voluntad, las manos malvadas se estiraron hacia el Evangelio, los dedos negros estaban alcanzando el libro que bailaba en el aire, y en el siguiente momento, eso vino.

Él agarró el Evangelio justo cuando estaba envuelto por el viento, al borde de salir volando. Estaba afectado por el viento. Lo que significaba que estaba fuera de la bendición. En otras palabras…

— ¡¿…?!

Cuando Petelgeuse agarró el libro, su cuerpo se dobló hacia atrás pesadamente, bañado en los vientos feroces. Sus pies fueron arrastrados, separando el ya arrancado suelo del vagón; la mitad de su cuerpo fue lanzado lejos del carruaje dragón. Y, como resultado de estar fuera de la bendición de repelente de vientp, fue inmerso completamente en la turbulencia.

En algún momento, Subaru había caído en una situación similar mientras jugaba con los caballos de camino a la capital.

Sin la bendición de repelente de viento, estaba tomando todo el viento y sacudiendo el carruaje dragón que corría a toda velocidad sobre un suelo terrible. No había manera de que pudiera resistirse.

— ¡¡… Aaah, AAAAAAH!!

Subaru dejó salir un gran grito y pisó fuertemente en el instante en que el balance de Petelgeuse se tambaleó. Olvidó el dolor de su pierna herida y avanzó, saltando al aire. No tenía un poder tremendo para voltear el rumbo de la batalla, es por eso que tenía que hacer este movimiento cuando importaba más.

— …

Petelgeuse gritó algo mientras Subaru corría hacia él. Subaru no pudo escuchar nada. Tuvo cuidado con el viento, bajando su cabeza mientras cargaba, y saltó hacia un lado de Petelgeuse.

Las Manos Invisibles se dispararon. La velocidad del avance de las manos se había reducido; con la concentración de Subaru en su punto más alto, ellas bien podrían haber estado detenidas. Mientras ladeaba su cabeza y desviaba violentamente su cuerpo, un dedo raspó la mejilla de Subaru mientras se acercaba a su enemigo. El sentimiento de opresión de las poderosas manos malvadas era tal que Subaru casi cierra sus ojos sin querer.

— Wilhelm me enseñó dos cosas.

Las manos lo rozaron. El dolor corrió a través de la piel de su cuello, mejillas, orejas, los cuales se sentían como si hubieran sido tocados por un metal caliente. El estallido de calor detuvo sus pensamientos, mientras intentaba no dejar salir un grito de dolor que amenazaba con atravesar el interior de su garganta.

Esquivó. Respiró. Aún no había acabado.

— No tengo ni una pizca de talento con la espada…

El dolor era abrasador, pero él estaba relajado, tranquilo.

Estos elementos gemelos entraron dentro de la mente de Subaru mientras él miraba directamente a lo que estaba delante de él. Al otro lado de la mano que Subaru había esquivado estaba otra mano, dirigiéndose a su rostro.

— ¡¡… Ni el coraje para no cerrar mis ojos cuando estoy siendo golpeado!!

Gritó y agachó su cabeza. El cabello en la parte posterior de su cuello fue recortado mientras evadía por un pelo. Justo adelante, la cara de Petelgeuse se puso rígida del shock, y en el costado de esa cara, Subaru golpeó con su puño.

— ¡¡…!!

El golpe acertó a Petelgeuse en la mejilla, causando que se doblara hacia atrás exageradamente. Su cuerpo perdió su apoyo, y Petelgeuse fue expulsado del carruaje dragón. Y entonces…

— ¡¡Oooooo…!!

Petelgeuse se colgó de cabeza en el aire antes de ser arrastrado de vuelta al carruaje dragón. Una parte de su hábito se había enganchado al vagón, y su cuerpo, conectado al carruaje dragón, estaba siendo arrastrado por el suelo.

Sangre salpicada. Carne explotó. Mientras el daño se amontonaba, incluso las Manos Invisibles quedaron libres, ya que el ser conocido como Petelgeuse se deshizo. Incluso así, Petelgeuse levantó su cara decadente y miró a Subaru, su mirada invertida rebosaba de odio.

— No se ha a-ac-acabado… ¡¿no se ha… a-acabadooo?!

— Nah, esto es lo más lejos que llegarás.

Cuando Subaru le habló al Petelgeuse excesivamente tenaz, reveló el Evangelio que sostenía en su mano, el cuál Petelgeuse había soltado cuando Subaru lo golpeó, y lo último a lo que se aferraba el corazón del loco.

Subaru volteó este último, en la mitad blanca del tomo, presionando su dedo contra él.

Presionó su dedo con una herida, cubriéndolo de sangre. Con esto, puso su letra en el Evangelio.

— ¡Tu fin está justo aquí!

Escrito en rojo, Subaru escribió la palabra FIN en la página abierta y vacía.

Cuando Petelgeuse vio eso, su lengua tembló por el golpe. Las feroces emociones que se extendían, como una ola a través de sus ojos, eran tan complejas que Subaru ya no podía leer ninguna de ellas.

Y entonces, antes de que pudiera poner sus emociones en palabras, el fin llegó.

— ¡…!

El carruaje dragón rebotó en lo alto, y Petelgeuse, arrastrado por el vagón por la manga de su hábito, se soltó… entonces el hábito andrajoso fue atrapado por una rueda del carruaje dragón, girando a una gran velocidad.

Atrapado por el hábito enganchado, el cuerpo de Petelgeuse, despojado de extremidades y de sangre, fue jalado directamente hacia la rueda. El fin estaba a la vista. Combinado con el sonido de un hábito desgarrándose, carne y sangre explotando, en sus últimos momentos, Petelgeuse miró a su enemigo y gritó.

— ¡¡… Natsuki Subaruuuuuuuuu!!

Su grito hizo eco y se convirtió en su grito de muerte.

Petelgeuse gritó el nombre de Subaru mientras su cuerpo y voz eran tragados por la rueda; y así atrapados, fueron pulverizados, con pedazos de sangre, carne y huesos dispersándose mientras su vida era pisoteada.

Con la pérdida de su cuerpo, la esencia del espíritu malvado viviendo dentro fue atraída hasta que también se disipó.

— …

Una última y final Mano Invisible se estiró hacia la punta de la nariz de Subaru.

Justo a punto de agarrar la cabeza de Subaru, la mano se detuvo; desde la punta de sus dedos, se deshizo y desapareció. Este hecho reveló que Petelgeuse Romanée-Conti verdaderamente ya no existía.

— Esta vez, descansa en paz para siempre… Petelgeuse.

Se había acabado. Seguro de eso, Subaru se dejó caer sobre el vagón.

Instantáneamente, el dolor que había estado ignorando hasta ese punto volvió rápidamente, y Subaru gimió de dolor mientras rodaba en el vagón.

— Oww, esto es malo, esto es muy malo, voy a morir. ¡Oww, esto es malo, esto es malo…!

Las lágrimas brotaron, y el dolor agudo no cedía. Sus heridas sangrantes palpitaban, y sintió como si le hubieran clavado agujas dentro de su cuerpo. Solo el dolor físico de sus heridas le atormentaba el pecho.

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No se compadeció de Petelgeuse. Loco, espíritu maligno, Arzobispo de los Siete Pecados Capitales: no tenía sentido simpatizar con Petelgeuse, alias Pereza. Se había descontrolado por su cuenta, y este fue el resultado.

Había gritado ilusiones de amor, imponiéndolas arbitrariamente sobre otros, y terminó aislado y solo.

Nadie necesitaba sentir lástima por un hombre como Petelgeuse, que se encontraba con su fin.

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Nadie, excepto por Subaru, necesitaba ser atormentado por tales sentimientos.

— Nadie iba a entenderte nunca. Por supuesto que estás muerto. Te lo merecías. Nadie… nadie te perdonará… Es por eso que… siento pena por ti… eso, al menos, es lo que siento.

Nadie lo entendía… no era amado por la persona que amaba… un monstruo solitario.

Esta vez, Petelgeuse Romanée-Conti verdaderamente ya no existía.

Nada de él quedaba en el pecho de nadie, en el corazón de nadie.

… Nada, salvo el clavo llamado “lástima”, clavado en el pecho de Subaru.

***

 


 

 

— ¿Señor Natsuki, está bien? Está herido en gran medida.

— Demonios, no, no estoy bien. Solía llorar después que el efecto de la anestesia desapareciera luego de ir al dentista.

Subaru se movió del vagón medio destruido al asiento del conductor, murmurando eso mientras se untaba con ungüento en sus heridas. Vendajes, y bálsamos hechos en casa parecían ser necesidades para un viaje; se sirvió a sí mismo con lo que el carruaje dragón tenía.

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