Infinite Dendrogram (NL)

Volumen 16: Las Posibilidades Tartareanas

Prólogo: Otra Partida Empezada

Marzo de 2044, ¿¿¿???

Con la temporada de exámenes terminada, por fin he podido empezar a jugar a Infinite Dendrogram.

El juego salió cuando yo estaba en tercero de bachillerato. Todos mis amigos que realmente querían jugarlo, yo incluido, no estaban precisamente calmados en ese momento.

Para colmo de males, todos nuestros amigos que ya habían abandonado los exámenes o que iban a heredar los negocios familiares a pesar de todo se habían hecho con el juego de inmediato, y tenían un montón de historias divertidas de su paso por el juego con las que fastidiarnos.

Decidido a jugar sólo después de aprobar, luché contra el impulso. Me centré exclusivamente en mis estudios, terminé los exámenes… y por fin conseguí el equipo que había pedido y hoy me he conectado por primera vez.

“En verdad es realista… El viento es tan caliente.”

Para mi punto de partida, elegí el país llamado «Caldina».

Era una nación mercante en el desierto. Los vientos secos que llegaban de las dunas me hacían cosquillas en la piel con tal detalle que parecía real, aunque nunca había estado en un desierto.

La ciudad en la que aparecí era una «Ciudad del Comercio» llamada «Cortana».

La calle principal estaba llena de puestos alineados a ambos lados, todos llenos de mercaderes que pregonaban con entusiasmo sus mercancías.

Sin embargo, por grande y populosa que fuera esta ciudad, en realidad no era la capital del país.

El gato que me había ayudado con la creación de personajes me dijo que los nuevos jugadores caldenses empezaban en Cortana en vez de en la capital porque la fuerza de los monstruos alrededor de la capital tendía a fluctuar mucho, por diversas razones.

Eso parecía tener sentido. Ahora mismo, era nivel 0 sin un solo trabajo. Si me metían en una zona llena de monstruos poderosos, me quedaría bloqueado.

Hablando de eso, realmente necesitaba elegir un trabajo y empezar a subir de nivel ya.

Sin embargo, el «Embryo» del que me habían hablado aún no había eclosionado, así que decidí dejar la búsqueda de trabajo para más tarde y limitarme a disfrutar de las vistas por el momento.

Cortana tenía un aire muy de Las Mil y Una Noches, que me recordaba a varios libros ilustrados y películas de animación que había visto cuando era más joven.

El bazar era tan animado como colorido, y entre las mercancías expuestas había muchos objetos mágicos que llamaron mi atención. Por desgracia, las cinco piezas de plata que me dio el gato recepcionista —5.000 lir, al parecer— no eran ni de lejos suficientes para comprar uno solo de ellos.

Lo único que podía permitirme era la comida, así que me hice con unas brochetas de carne de origen desconocido, junto con algunos bocadillos fritos.

El sabor era todo lo real que podía ser, y aunque personalmente hubiera preferido que fuera todo un poco más dulce, estaba perfectamente bien para comer mientras se camina.

Esto me hizo sentir menos como si estuviera jugando a un juego y más como si realmente estuviera recorriendo un país extranjero.

… Sinceramente, aún me costaba creer que esto fuera realmente un juego, incluso después de haber estado en línea durante una hora entera.

El entorno que percibía con mis cinco sentidos y los comerciantes que me vendían esa comida parecían todos de verdad.

¿Cuándo ha avanzado tanto la tecnología?

“… ¿Eh?”

De repente me di cuenta de que me había metido en una zona vacía de la ciudad mientras me perdía en mis pensamientos.

Desolado y silencioso, este lugar no se parecía en nada a la animada calle por la que acababa de pasear. Al mirar a mi alrededor, no vi más que edificios decrépitos apiñados lo más cerca posible.

Era asombroso lo diferentes que podían ser dos sectores de la misma ciudad.

“¿Hm…?” Mientras caminaba, capté algo por el rabillo del ojo.

En el estrecho espacio entre dos edificios, cerca de la entrada, había una niña sentada con la espalda apoyada en la pared.

A simple vista, me di cuenta de que estaba anormalmente delgada. De hecho, incluso los niños refugiados que vi en las noticias hace algún tiempo parecían más sanos que ella.

No había nadie cerca, ni familia ni nadie.

Estaba sentada con la espalda contra la pared.

Sin decir palabra, sin emitir sonido alguno, giró ligeramente la cabeza para mirarme.

No, no a mí, sino a la bolsa de aperitivos que tengo en la mano.

Donde tenía esos bocadillos bastante insípidos… Pero oh, la mera visión de ellos parecía atraer su mirada hambrienta.

Levantó el brazo en forma de ramita y me tendió la mano. Pero no tenía fuerzas ni para levantarse, y la forma en que temblaba su manita dejaba claro lo vacío que era aquel movimiento.

Ese pequeño gesto, su frágil acción, hizo que el corazón se me saliera del pecho. Era un dolor muy fuerte y emocional.

“¡Lo siento mucho! P-Por favor, ¡tómalos!” Esas palabras escaparon de mi boca mientras me acercaba a ella.

Aquella chica era lo más trágico que había visto en mi vida. Intenté pensar en ella, en esta situación, en lo que estaba haciendo ahora mismo o debería haber estado haciendo… pero mis pensamientos no estaban en ninguna parte, dejando que mis palabras y mi cuerpo tomaran las riendas.

Era incapaz de ignorarla, de dejarla así, así que me acerqué y le presenté la bolsa de bocadillos.

Lo alcanzó e intentó meter la mano, pero falló cada vez que tanteaba.

“Te lo daré de comer. Toma…” Tomé un bocado y se lo acerqué suavemente a la cara.

Abrió lentamente la boca. Intentó masticar. Y luego, se quedó quieta.

“… ¿Eh?” El bocadillo se cayó de entre mis dedos y rodó por el suelo.

Sintiendo que algo no iba bien, me acerqué vacilante a su mejilla.

Y eso fue suficiente para que su desnutrido cuerpo se desplomara lentamente hacia un lado… y no hizo ningún intento por volver a levantarse.

“… ¿Eh?” Ella no se movía. Ni un centímetro.

Se había quedado dormida, racionalicé. Seguramente era eso.

Pero tenía los ojos abiertos.

Se les acababa de ir la luz.

Los granos de arena soplaban por el suelo, pero ni uno solo cerca de su boca o nariz se movía.

Me quedé mirando con incredulidad… y al poco rato, una hormiga se arrastró por su cara, sin reacción alguna.

“Ah… Ah…” Toqué su muñeca marchita… y no sentí pulso.

Esta completa extraña. Esta inocente niña… Se había muerto de hambre, desvanecido… y muerto ante mis ojos.