Watashi no Shiawase (NL)

Volumen 5

Prologo: Nochevieja

Era la noche de Nochevieja.

El sol ya se había ocultado bajo el horizonte, envolviendo la tierra en un gélido crepúsculo tan quieto que ahogaba todo signo de vida.

El Príncipe Heredero Takaihito se asomó por la ventana abierta de rejilla de papel y contempló el contorno brumoso del patio marchito contra la oscuridad. Entonces oyó una voz por detrás.

“¿Estás completamente seguro de esto?”

El hombre que había hecho la pregunta era Masahi Ookaito, una figura clave del ejército con una fuerte relación con Takaihito.

En aquella sala sombría y lúgubre también había una tercera figura, el Lord Guardián del Sello Privado, que servía de ayudante al emperador en asuntos de gobierno.

Un hombre llamado Takakura había asumido el cargo cuando Takaihito comenzó a tomar el control del gobierno en lugar del emperador.

Aunque joven, el actual Lord Guardián era una de las pocas personas que se habían ganado la confianza del príncipe heredero, gracias a su mente aguda y flexible. Ayudaba el hecho de que ambos tuvieran poco más de treinta años.

Takaihito asintió suavemente en respuesta a la pregunta de Ookaito sin girarse para mirarle.

El gran ritual de purificación del Palacio Imperial había concluido esa misma noche, y casi todo el mundo se había marchado para prepararse para los ajetreados días que se avecinaban.

Esto incluía a otros dos ayudantes del emperador, el Gran Chambelán y el Ministro de la Casa Imperial. Ahora eran sólo ellos tres.

“Estoy seguro de ello, sí. El pueblo no debe ser informado de la desaparición de Su Majestad el Emperador. También debemos evitar movilizar totalmente a los militares en la búsqueda, no sea que alguien se entere… En cualquier caso, no encontraremos a Su Majestad esta noche. Mientras tanto, es vital que todos descansen para lo que se avecina. No habrá tiempo para bajar el ritmo cuando llegue el Año Nuevo.”

El secuestro del emperador por parte de la Comunión de los Dotados había sumido al gobierno en una crisis. Sin embargo, Takaihito ocultaba intencionadamente la grave verdad a los ciudadanos.

Cada vez que cerraba los ojos, tenía una visión de más allá del presente. Una escena de lucha en la invernal capital imperial tan vívida que casi podía oír los gritos de la gente. Su visión no tardaría en hacerse realidad.

Takaihito sólo podía ver unos pocos futuros posibles, y los caminos que conducían a esos destinos estaban oscurecidos para él. Sin embargo, esta vez, podía sentirlo en sus huesos. El futuro que vislumbraba era un torrente inevitable.

Teniendo esto en cuenta, lo mejor era evitar cualquier alboroto y reunir fuerzas para prepararse para el maremoto que se avecinaba.

Justo en ese momento, se levantó una fría ráfaga de viento que levantó por los aires las últimas hojas que quedaban en el suelo y se coló por la ventana.

Sintiendo un escalofrío, Takaihito cerró la pantalla de papel.

“El emperador está ileso, ¿verdad?” Preguntó Takakura, como para asegurarse aún más del hecho.

“Sí, bastante ileso. La Comunión de los Dotados no se tomaría la molestia de secuestrarlo sólo para quitarle la vida.” Respondió Takaihito antes de sentarse en un cojín del suelo. “Personalmente, me habría parecido bien que Su Majestad abandonara este mundo por completo, pero…”

“¿Qué estás diciendo…? Eso es ir demasiado lejos.” Intervino Ookaito con un deje de reproche en la voz al oír los pensamientos desprejuiciados y auto despreciativos de Takaihito. Takakura se quedó sin palabras.

El príncipe heredero levantó ligeramente las comisuras de los labios ante las cándidas respuestas de sus vasallos.

Era el gobernante del país, el administrador del bienestar del pueblo; razón de más para desear la muerte de su propio padre. Aun así, incluso Takaihito se sorprendió de la frialdad de sus palabras ahora que Ookaito lo había señalado.

Su Majestad estaba prácticamente muerto, pero conservaba la autoridad de su título, mientras que su sucesor ejercía el verdadero poder de forma oficiosa. Estaba claro que su existencia simultánea sólo conduciría a conflictos.

Todo habría sido mucho más sencillo de manejar si la Comunión de los Dotados hubiera matado al emperador directamente.

De hecho, pensamientos como estos me hacen parecer bastante inhumano, ¿no?

Los ciudadanos veneraban a la familia de Takaihito por la sangre divina que corría por sus venas. Seguramente eso explica mi frialdad, pensó con una mezcla de humor e ironía.

“Ahora bien, ustedes dos. ¿Han progresado en sus fines?”

“Me gustaría decir que las cosas han ido sobre ruedas… pero no pintan bien. Hay muchas voces discordantes en el ejército, así que creo que nos espera un camino difícil.”

“Lo mismo digo por mi parte. Ha habido mucho rechazo por parte de políticos y burócratas, incluido el Ministro de la Casa Imperial.”

“No me sorprende. Sin embargo, como esta es la opción más eficiente disponible, me gustaría que siguieran adelante con ella de alguna manera.”

“Haré todo lo posible.”

“Como desee.”

“Por favor, dense tanta prisa como puedan.”

Al ver partir a Ookaito y Takakura con una muy cortés reverencia, Takaihito apoyó tranquilamente la mejilla en la mano.

Su poder de Revelación Divina aún estaba incompleto.

Desconocía su funcionamiento completo, pero sabía que no podría obtener el Don de la Revelación Divina hasta que ascendiera oficialmente al trono y fuera reconocido por los dioses… o eso le habían dicho.

Al igual que los príncipes herederos que le habían precedido, Takaihito profetizaba futuros inestables. A veces, veía atisbos de un futuro lejano, mientras que otras veces, se le mostraba una visión adelantada en el tiempo de unos pocos segundos. No podía controlar los futuros que veía.

El otro día, de hecho, las deficiencias de sus habilidades le habían salido mal. La confusión resultante en el campo casi había provocado que Miyo Saimori fuera capturada por la Comunión de los Dotados.

Entrar en pánico por sus poderes no le llevaría a ninguna parte, pero eso no cambiaba el hecho de que necesitaba suponer lo que iba a ocurrir a partir de los fragmentos del futuro que podía ver y desarrollar contramedidas contra cualquier resultado desagradable.

“… ¿De verdad este es el camino correcto?”

Podía ver varias de las piezas que tendrían que estar en su sitio para lograr el futuro que deseaba. Sin embargo, aún le faltaban algunas, y siempre estaba buscando más.

La cuestión era si su último plan sería para bien o para mal.

A pesar de todas sus conexiones con lo divino, Takaihito sólo podía devanarse los sesos sobre el asunto, como cualquier otra persona corriente.