Watashi no Shiawase (NL)

Volumen 5

Capítulo 1: Conmoción de Año Nuevo

Parte 1

Salió de la casa y el aire frío golpeó sus mejillas como puñales.

Los árboles que rodeaban la entrada estaban cubiertos de una fina capa de nieve, y el mundo más allá se teñía de un blanco tenue.

Miyo Saimori contempló el paisaje plateado durante unos instantes, con las manos aún apoyadas en la puerta corredera.

“Es tan bonito…”

Era la primera vez que se sentía así por la nieve.

En inviernos anteriores, la nieve no sólo anunciaba temperaturas más bajas, sino también el dolor de espalda que conllevaba palearla. No podía permitirse el lujo de apreciar el paisaje invernal.

Sentía una profunda felicidad en momentos como este, en los que podía simplemente beber en la belleza de la naturaleza.

“Sí que ha hecho más frío.”

Miyo se había quedado tan embelesada con el paisaje que dio un grito ahogado cuando oyó una voz detrás de ella.

A pesar del frío que le mordía la piel, sus mejillas enrojecieron de calor al instante.

“S-Sí, vaya que sí…” Respondió torpemente, demasiado tímida para darse la vuelta. Kiyoka Kudou pasó junto a su prometida para salir por la puerta principal.

Era el día de Año Nuevo. El año viejo había dado paso al nuevo, pero había pasado demasiado tiempo para llamarlo “mañana”.

La pareja estaba a punto de partir para la tradicional primera visita al santuario en Año Nuevo.

Kiyoka vestía un kimono añil bajo un abrigo gris de estilo occidental, y sus apuestos rasgos no se veían eclipsados en lo más mínimo por el hermoso paisaje que les rodeaba. Su impactante aspecto seguía sorprendiéndola.

Miyo vestía un abrigo haori de color amarillo claro tenue sobre un kimono blanco, finamente estampado con un diseño de abanicos multicolores, junto con una bufanda y guantes para protegerse del frío.

No estaba acostumbrada a llevar atuendos tan llamativos; unido a los sucesos de la noche anterior, Miyo sentía que iba a salir corriendo y esconderse en cualquier momento.

Quiero decir, ¿cómo puedo no hacerlo…?

La última vez la habían tomado por sorpresa. Pero la noche anterior fue diferente.

Miyo lo había deseado y había permitido que ocurriera: un beso.

Que no hubiera sido su primera vez no significaba que estuviera acostumbrada. En todo caso, la experiencia la llenó de tanta vergüenza que ya no podía mirar a Kiyoka a los ojos.

Aunque sabía que no era razonable, no pudo evitar mirarle por detrás con una punzada de resentimiento.

… ¿Por qué eres capaz de mantener la calma y la compostura, Kiyoka?

¿Acaso los besos no eran nada especial para él?

Era cierto que ella cumpliría veinte años este año y él veintiocho. Aunque Miyo era un poco mayor para casarse, lo mismo podía decirse de él.

Sería totalmente comprensible que un hombre de la edad de Kiyoka tuviera experiencia.

No había habido nada entre él y Kaoruko Jinnouchi, una anterior candidata suya al matrimonio. Pero ahora Miyo sabía con certeza que él no desdeñaba por completo a las mujeres hasta el punto de incomodarlas.

Así que eso significa… que realmente ha hecho ese tipo de cosas vergonzosas…

Sólo de pensarlo perdió la compostura. La sangre acudió a sus mejillas y las tiñó de rojo remolacha.

Era lógico. ¿De qué otra forma podría haber permanecido tan tranquilo, por breve que fuera su beso, si no estuviera ya acostumbrado a tales actividades?

Mientras que ella, por otro lado, estaba totalmente avergonzada.

Demasiado consciente del rubor de su rostro, Miyo se cubrió las mejillas con ambas manos, envueltas en guantes de lana.

Si no se las tapaba, sería vista como el tipo de mujer de mente extraña que se ponía roja al entregarse a fantasías salaces.

“Miyo.”

“… ¿Sí?”

“¿Qué haces? Vámonos.”

Kiyoka se volvió hacia ella y le tendió la mano, con una expresión totalmente fría e imperturbable.

Miyo disimuló su vergüenza y se acercó obedientemente a él, bajando la cabeza y haciendo un leve mohín.

Pero, por alguna razón, este comportamiento parecía disgustarle.

Kiyoka frunció las cejas y agarró a Miyo de la mano para acercarla aún más.

“Tropezarás si caminas con la cabeza en las nubes.”

“L-Lo siento.”

“No te disculpes, sólo ten cuidado donde pisas. Está resbaladizo con toda esta nieve afuera.”

“Bien.”

Luego empezó a caminar lentamente, con la mano de ella aún en la suya.

Menos mal que llevaba guantes. De lo contrario, podría haberse dado cuenta de su elevada temperatura corporal.

Miyo y Kiyoka caminaban mientras el blanco paisaje invernal pasaba a su lado.

El santuario al que se dirigían por Año Nuevo estaba en un lugar algo alejado, más cerca de su casa que del centro de la capital.

Cualquier otro año, habrían ido al santuario de la antigua capital al que la familia Kudou había acudido durante generaciones. Pero honrar esas tradiciones sería imposible este año.

Porque la amenaza que representaban Naoshi Usui y la Comunión de los Dotados era demasiado grande.

No sólo tenían a Miyo en el punto de mira por su Visión Onírica, también habían secuestrado al emperador.

Los ciudadanos del Imperio estaban celebrando el Año Nuevo y disfrutando de las vacaciones, felizmente ignorantes de que su gobernante había desaparecido del trono imperial.

… Es todo gracias a Takaihito que yo también puedo pasar así el Año Nuevo con Kiyoka.

Miyo calmó el calor de su rostro mientras miraba las manos entrelazadas de Kiyoka y ella.

Sus recuerdos del ataque de Usui a la estación de la Unidad Especial Anti Grotescos a finales de año aún estaban frescos en su mente.

En retrospectiva, el asalto fue una finta de la Comunión de los Dotados para sacar al emperador del Palacio Imperial, donde estaba prácticamente prisionero entre sus muros.

Normalmente, el secuestro de un emperador habría sido una crisis nacional sin precedentes. Habría sido prácticamente imposible pasar el día en paz así. En lugar de eso, el alboroto que siguió habría puesto patas arriba a todo el país, y los ciudadanos se habrían visto obligados a buscar al emperador junto a militares como Kiyoka.

Sin embargo, Takaihito había emitido una estricta orden de silencio sobre todo lo relacionado con el secuestro del emperador.

Divulgar cualquier información, incluso a los implicados en el gobierno, estaba estrictamente prohibido, y él había notificado a todos los que sabían que habría graves consecuencias por quebrantar su decreto. Aunque Miyo era una civil normal, esto también se aplicaba a ella.

La población en general no podía ser informada bajo ninguna circunstancia. Esta fue la decisión de Takaihito.

Aunque se había movilizado a militares selectos durante el mes de diciembre para llevar a cabo una búsqueda secreta del emperador, la operación se abandonó en su mayor parte a finales de año, y a ellos también se les concedieron unas amplias vacaciones de fin de año.

“Um, Kiyoka.”

“¿Qué pasa?”

“… Um, ¿estás seguro de que está bien estar tan relajados ahora mismo?” Murmuró Miyo, y Kiyoka la miró en silencio mientras seguía caminando. Sus pálidos ojos estaban extremadamente serenos.

“No puedo imaginar que no lo esté cuando Takaihito lo permitió.”

“¿Incluso con la situación de Su Majestad?”

“Sí. Si la seguridad del emperador estuviera en verdadero peligro, entonces el Príncipe Takaihito sería capaz de averiguarlo con su Revelación Divina. Tampoco sería capaz de ignorarlo.”

Desde el punto de vista de Miyo, el emperador era esencialmente su adversario.

Si no se hubiera entrometido con la familia Usuba mientras su madre Sumi Saimori aún vivía, las penurias de Miyo no habrían sido ni la mitad de difíciles. Podría haber vivido una vida sin sufrimiento.