Watashi no Shiawase (NL)

Volumen 5

Capítulo 4: El Pasado en los Sueños

Parte 5

“Por fin ha llegado nuestro momento. Qué emocionante.”

Naoshi Usui miró al Ministro de Educación, que sostenía un vaso de whisky mientras daba caladas al humo de un puro, con profunda repugnancia y desprecio.

El cuartel militar había caído secretamente en manos de la Comunión de los Dotados.

Los soldados de menor rango no tenían ni idea, por supuesto, pero los altos cargos de la Oficina del Estado Mayor habían sido encarcelados uno a uno por no apoyar a Usui.

En consecuencia, los oficiales que habían accedido a cooperar con Usui habían estado trabajando como perros para llenar los huecos dejados por el personal encarcelado y hacer que pareciera que el ejército funcionaba con normalidad.

Hechos malvados, todos llevados a cabo por la Comunión de los Dotados bajo la dirección de Usui.

Sin embargo, sus acciones no tardarían en ser consideradas justas.

Sería un verdadero ejemplo de que la historia siempre la escriben los vencedores. No importaba qué tipo de transgresiones siguiera cometiendo, mientras Usui saliera victorioso, se convertirían mágicamente en hechos virtuosos. Así funcionaba el mundo: los ideales del vencedor siempre eran justos.

Usui había obtenido el poder militar. Poco a poco fue doblegando la voluntad del pueblo hacia su lado, y también ostentaba la autoridad del emperador.

Lo único que le quedaba por hacer era robar ese país, y los objetivos de Usui estarían completados en un 70%.

“Sólo un poco más.”

En sus manos había documentos firmados y sellados por el emperador reinante.

Estos decretos imperiales, que transmitían la voluntad del emperador, poseían una validez incuestionable. Los preparativos ya estaban hechos.

Ahora era su oportunidad.

“Por favor, siéntase libre de tomarse su tiempo para relajarse, Ministro. Nosotros empezaremos por nuestro lado.” Dijo Usui.

“Claro. Asegúrate de conseguirlo. Junto con todo, mi futuro también descansa sobre tus hombros.”

Misteriosamente divertido por la situación, el ministro soltó una sonora carcajada. Usui se puso enfermo.

Este hombre no era más que una raza inferior, nacido sin un don a su nombre.

El Ministro de Educación había saltado a la oferta de cooperar con la Comunión de los Dotados una vez que Usui sugirió que se le daría un papel importante en el nuevo gobierno, a pesar del hecho de que no poseía dones, después de que conquistaran el país.

El ministro no creía que alguien debiera convertirse en el gobernante de la nación simplemente por haber heredado el enigmático poder sobrenatural de la Revelación Divina. Dicho claramente, no estaba satisfecho si no se sentaba en la cima.

Desbordaba ambición, así que a Usui le había resultado muy fácil atraerlo.

“Bueno, entonces, si me disculpa.”

Cuando Usui salió de la sala reservada para recibir a invitados distinguidos en el cuartel militar, Houjou, que había permanecido de pie, le siguió.

“Como estaba previsto, Fundador, la Unidad Especial Anti Grotescos ha descubierto el mecanismo que se oculta tras los grotescos que creamos. En estos momentos están deteniendo al secretario del ministro y al funcionario del Ministerio de Comunicaciones y Transportes que causó los últimos disturbios.”

“Buen trabajo.”

Usui se pavoneaba por los pasillos del edificio central del cuartel militar como si fuera el dueño del lugar. Nadie que pasaba intentaba detenerlo.

La autoridad del emperador reinante secuestrado, la influencia gubernamental a través de sus colaboradores y la fuerza de combate que había podido amasar a partir de los usuarios de dones artificiales: con todos estos factores juntos, podía obligar a la mayoría de las personas y organizaciones del país a someterse a él.

El camino para llegar a este punto había sido largo.

Después de que la familia Usuba declinara y se decidiera que Sumi se casaría con la familia Saimori, él la había invitado a huir juntos, pero ella lo había rechazado.

Si huía, ¿qué le pasaría a su familia? Supuso que se lo había preguntado con la firme voluntad de ayudar a su casa y a su familia.

Mientras se lamentaba de su propia impotencia, Usui sentía repugnancia por su hogar, repugnancia por su pueblo y repugnancia por su país.

Pero cuando se dio a la fuga tras escapar de su familia, su resentimiento se transformó en determinación.

Tanto él como Sumi tenían un poder maravilloso en sus dones, pero fueron relegados a las sombras. El emperador y su séquito arruinaron sus vidas como les pareció, como si Sumi y él fueran totalmente insignificantes. Ese tipo de mundo no podía estar bien. Y si estaba mal, había que rehacerlo.

¿Qué le importaban el código y las normas de los Usuba?

Él cambiaría las cosas, haría que los usuarios de dones dirigieran el país. Si lo hacía, entonces los usuarios de dones de la familia Usuba que eran superiores a todos los demás usuarios de dones, como él y Sumi, podrían vivir libremente, como mejor les pareciera.

Usui había empezado a actuar en cuanto estos ideales calaron en él.

Moviéndose por todo el país, reuniendo gente, información y fondos, y estableciendo en secreto una base de operaciones, había reunido las instalaciones para avanzar en la investigación prohibida sobre dones y grotescos.

Pero durante ese tiempo perdí a Sumi.

Se había consumido tanto preparando el derrocamiento del Estado que acabó enterándose de la muerte de Sumi unos años después de que ocurriera.

Su posterior desesperación hizo que todo le pareciera inútil durante un tiempo, pero cuando se enteró de que Sumi tenía una hija, volvió a ponerse en marcha.

Al mismo tiempo, se enteró de que Miyo estaba siendo maltratada y oprimida en la casa Saimori; pero eso no importaría una vez que cambiara el país. De hecho, pensó que si Miyo estaba descontenta, estaría de acuerdo con su forma de pensar. La situación le convenía.

Pero entonces conoció a Kiyoka Kudou.

En consecuencia, se sintió satisfecha con su paz trillada y sin sentido a su lado antes de llegar a resentirse con la familia y la casa que la habían hecho desdichada.

Eso no servirá.

Aunque Miyo se sintiera temporalmente feliz, la situación de los usuarios de dones, de los Usuba, seguía siendo la misma. Miyo no se dio cuenta de que había que cambiar el statu quo.

Pero ahora, ella también entendería que su propio pensamiento era incorrecto, y que Usui realmente estaba en lo cierto.

Por fin empezaba a mover ficha para derrocarlo todo y ejecutar su venganza.

“¿Cómo está el emperador?”

“Aún está muy enfermo, así que estamos cuidando de que no muera. Aunque es realmente lo mínimo.”

El informe de Houjou hizo sonreír a Usui.

Usui ya no necesitaría la autoridad del antiguo emperador reinante una vez que se hiciera con el control del país. Había decidido atormentar al emperador y hacerle sufrir más que nunca antes de matarlo.

“Haz lo posible para que no muera antes de que le quite la vida.”

“Como quieras.”

Desde que Miyo se había convertido en la prometida de Kiyoka, Usui se había visto obligado a acelerar sus preparativos. Aunque no podía afirmar que fueran lo bastante buenos cuando los comparaba con sus planes originales, al final sería capaz de salir adelante con una proeza de fuerza basada en los dones.

Crearía un mundo para los usuarios de dones, para sí mismo, para los Usuba. Esta vez seguro que ofrecería tranquilidad a Sumi y a Miyo.

“Ahora bien. Vamos a liberar a nuestros hermanos capturados.”

Usui, con Houjou a remolque, dejó atrás el edificio del mando militar.

Su destino era una instalación especial en los terrenos del cuartel general.

La instalación era reciente y estaba dotada de un mecanismo que interfería con los dones. Se utilizaba principalmente para albergar a usuarios de dones artificiales, como los escuadrones de mantenimiento de la paz de la Comunión de los Dotados.

Pasando por delante del soldado apostado para vigilar la entrada, la pareja se adentró en las instalaciones, bordeadas de celdas procesadas para bloquear el uso de dones.

“¡Ooh, es el Fundador!”

“¡El Fundador vino por nosotros!”

“¡Por fin podremos salir de aquí!”

Los usuarios de dones artificiales encarcelados gritaron de alegría al ver a Usui caminar por el pasillo bordeado de celdas.

Les había dicho con antelación que los liberaría pronto y les ordenó que hicieran todo lo posible por no resistirse a la detención.

Sin embargo, debían de sentirse solos encerrados en una celda.

Los gritos de alegría y alabanza de la multitud hacia Usui eran casi dolorosos al oído, ya que resonaban incesantemente por el estrecho pasillo.

Siguiendo recto por el pasillo, Usui y Houjou llegaron a un altar en lo más profundo de la prisión.

El altar parecía un altar doméstico de madera sencilla, provisto de una cuerda de paja shimenawa y decorado con acebo. Este era el objeto que interfería con los dones de las personas que se encontraban en su interior.

No pudo evitar pensar que era un mecanismo bastante tosco, pero debía de ser todo lo que los militares eran capaces de hacer, dada la apresurada construcción.

Usui sacó una daga del bolsillo de su pecho y la desenvainó.

Luego hizo un solo corte en el altar.

El altar de madera, excesivamente simplista, se derrumbó con decepcionante facilidad, perdiendo su efecto anti dones.

“Houjou, las cerraduras.”

“Señor, sí, señor.”

Con esa breve respuesta, Houjou utilizó las llaves que sostenía para abrir rápidamente una a una cada una de las celdas.

Los miembros de los escuadrones de mantenimiento de la paz de la Comunión de los Dotados que habían sido encerrados tras la represión militar salieron de sus celdas uno tras otro, expresando su gratitud a Usui por el camino.

Al complementar a los miembros de los escuadrones de mantenimiento de la paz liberados con una innumerable cantidad de grotescos resistentes a los dones, la Comunión de los Dotados sería capaz de abrumar a la Unidad Especial Anti Grotescos con puro número, aunque sus dones artificiales fueran de calidad inferior.

Ahora, incluso Kiyoka Kudou ya no sería una amenaza.

“Espero que las cosas vayan bien por su parte.”

Usui volvió sus pensamientos a los hombres que había enviado en un escuadrón separado.