Watashi no Shiawase (NL)

Volumen 5

Capítulo 3: Noche

Parte 2

En este último escenario, en el que Takaihito fuera asesinado, el emperador reinante recuperaría el poder real y se convertiría en una marioneta de la Comunión de los Dotados. El timón del Imperio pasaría por completo a manos de la Comunión de los Dotados, y Kiyoka y la Unidad Especial Anti Grotescos que cooperaba con él protegerían a Miyo, continuando la lucha en solitario, antes de ser finalmente llevados contra la pared, perdiendo la vida.

Aunque vio otros futuros con detalles ligeramente diferentes, los resultados de aquellos eran en gran medida los mismos.

Por lo tanto, tanto él como Miyo necesitarían protección. Sin embargo, como estaban en lugares separados, eso significaba que una persona sería defendida a expensas de la otra, o que su protección se repartiría por igual.

Kiyoka Kudou era la clave aquí: el lugar que no podía defender acabaría siendo más vulnerable y se convertiría en objetivo en caso de ataque.

De todos nuestros soldados, es a Kiyoka a quien más teme Naoshi Usui. Aunque los demás sean insignificantes para él, se ha vuelto receloso de atacar en cualquier lugar bajo la protección de Kiyoka.

Aunque no habría sido extraño que Usui burlara a Kiyoka con un don tan poderoso como el suyo, las habilidades de Kiyoka eran tan fuertes que existía la posibilidad de que el comandante pudiera darle la vuelta a la tortilla.

En vista de ello, Takaihito había decidido ponerse a sí mismo y a Miyo al alcance de Kiyoka.

Mientras Kiyoka esté en el Palacio Imperial para protegernos, podemos escondernos como un caracol enroscado en su caparazón, obligando a la Comunión de los Dotados a evitar un enfrentamiento directo con nosotros.

Aunque esto no son más que conjeturas, añadió Takaihito con una nota mental de autodesprecio.

En cualquier caso, Usui no les atacaría directamente, sino por algún medio indirecto. Esto aumentaba la probabilidad de que pudieran llegar al futuro que Takaihito tenía en mente, arriesgándose a sufrir relativamente poco daño.

El príncipe heredero chasqueó ruidosamente su abanico y miró la sala.

“Las defensas del Palacio Imperial serán reforzadas; de momento, sólo esto permanece inalterado. Concentraremos nuestras defensas en un solo lugar. De lo contrario, nos enfrentaremos a la muerte por mil cortes.”

“Sin embargo, no creo que debamos doblegar tantas costumbres, todo para lidiar con algún culto religioso recién surgido.”

El Ministro de la Casa Imperial se mostró reacio.

Una reacción inevitable. Preservar la tranquilidad dentro de las fronteras del palacio era uno de sus deberes. Aunque Takaihito lo entendía, no podía ceder ningún terreno a aquel hombre.

La reunión continuó durante algún tiempo después de eso, pero Takaihito había hecho lo que había venido a hacer, así que su propia perspectiva sobre el asunto no cedió ni un ápice.

* * * * *

Al terminar de bañarse, Miyo se puso su abrigo haori sobre la ropa de dormir para protegerse del frío y se dirigió a la habitación de Hazuki.

“Es Miyo.”

“Entra.”

Abrió la puerta corredera y se encontró con que todos los que Hazuki había invitado estaban aquí.

Primero fue la propia Hazuki, y luego Yurie. Además, y lo más sorprendente, estaba Takaihito, sentado con la misma naturalidad de siempre al fondo de la sala.

“C-Con permiso…”

¿Por qué estaba el príncipe heredero en la habitación de Hazuki? No, y lo que es más apremiante, ¿cómo se suponía que debía reaccionar Miyo en esta situación?

“Hace una noche preciosa, ¿verdad?” Le dijo Takaihito, con los labios ligeramente curvados en una sonrisa.

“S-Sí, lo es. Er, um, b-b-buenas noches.”

Debía de ser la primera vez que intercambiaba palabras con Takaihito desde que este le había preguntado todos los detalles sobre el colapso de Kiyoka.

Aunque era la segunda vez que hablaba con él, no se sentía más acostumbrada.

“Buenas noches.”

Su saludo, completamente normal, no hizo más que confundirla aún más.

Oh no, ¡¿qué se supone que tengo que hacer?!

Entonces Miyo recordó que estaba en camisón. Avergonzada por haber cometido una descortesía nada propia de una dama, se puso colorada.

“No te preocupes, Miyo, ¿sí? No te paralices y ven a sentarte.”

Hazuki golpeó ligeramente el cojín del suelo que tenía cerca.

“Pero…”

“Mira, nadie está preocupado porque seas grosera o algo así, ¿verdad? Vamos, ven aquí.”

Abrumada por la afirmación de Hazuki, entró lentamente en la habitación y se sentó en un cojín, con los ojos ligeramente clavados en el suelo.

Hazuki comprobó que todos los asientos de la sala estaban ocupados y, aclarándose la garganta, empezó a hablar.

“Ahora bien, nos he reunido a todas aquí por una razón y sólo por una razón. Se nos ha dado la maravillosa oportunidad de vivir todas juntas bajo el mismo techo, así que he pensado que deberíamos tener una agradable y divertida charla, sólo entre nosotras. Lo llamo una velada de damas.”

Un acontecimiento divertido, muy característico de Hazuki. O eso empezaba a convencerse Miyo, antes de empezar a tener dudas, a pesar de saber lo grosero que era eso en el fondo.

“¿Una velada de damas…?”

Estaba claro que se trataba de alguien que no era una dama. Aunque estaba de acuerdo en que sus rasgos faciales estaban tan bellamente esculpidos que era difícil saber si era un hombre o una mujer. Aun así, no cabía duda de que el término “dama” no encajaba del todo con él.

Hazuki desvió la mirada hacia la persona en cuestión sin contestar a Miyo. Yurie se rio entre dientes mientras miraba a Miyo.

En cuanto al propio Takaihito…

“Por favor, siéntase libre de hablar todo lo que quiera. No me haga caso. Convertiré mi corazón en el de una mujer y me dedicaré exclusivamente a escuchar. Si aun así no fuera suficiente, puedes referirte a mí como «Takako».” Afirmó, con aspecto totalmente imperturbable.

¿Por qué Hazuki había convocado a Takaihito cuando había dicho que era una “velada de damas”? ¿Y por qué Takaihito había aceptado participar? ¿Takako? ¿Haciendo de su corazón el de una mujer? ¿Qué demonios quería decir?

Con aún más preguntas, Miyo se quedó callada, sin saber qué parte debía seguir primero.

“En otras palabras, es la princesa Takako, ¿sí? Ella misma lo dijo, así que siéntete libre de llamarla así, está bien. Sin embargo, tenemos una persona más que se unirá a nosotros.”

Miyo ladeó la cabeza.

No había cojines extra en el suelo, y todas las mujeres cercanas a ella que podían visitar un lugar como este parecían estar ya reunidas aquí.

Hazuki sacó entonces el tocador con el que se había amueblado la habitación.

“¡Me acabo de poner esto!”

Pegó una especie de talismán en la parte posterior del espejo.

Entonces, el espejo empezó a enturbiarse. El cristal pulido y reluciente se tornó rápidamente blanco, hasta que, finalmente, empezó a recuperar de forma natural su antiguo brillo, empezando de abajo arriba.

Sin embargo, el espejo que minutos antes reflejaba el interior de su habitación, ahora reflejaba un fondo completamente distinto. En su centro había un rostro que Miyo conocía muy bien.

“Huh, ¿Kaoruko…?”

Kaoruko no estaba en su habitación, pero su rostro se reflejaba claramente en el espejo recién desempañado. Sus mejillas estaban algo sonrojadas, y sus ojos estaban sombríos.

“Es nuestra participante extra, Kaoruko. Espera. ¿Ya estás bebiendo?”

Hazuki presentó a la mujer con una sonrisa, pero abrió mucho los ojos cuando se dio cuenta de que algo iba mal.

“Sí, soy Jinnouchi. ¡Ya estoy bebiendo!”

Al otro lado del espejo había una jarra de sake y una taza de sake parcialmente vacías. Para colmo de males, aunque hablaba con fluidez y sin impedimentos, parecía que ya estaba bastante borracha, estirándose con la espalda recta y haciendo un saludo exagerado con su respuesta.

¿Está bien que haga esto mientras está de servicio? Fue lo primero que pensó Miyo, pero Kaoruko probablemente había recibido tiempo libre para la ocasión.

En cuyo caso, eso significaría que estaba en su habitación del cuartel militar.

“Sinceramente. Aún no hemos vertido ni una gota.”

Miyo miró detrás de Hazuki, que estaba haciendo pucheros, para encontrar alcohol, aperitivos y golosinas para la ocasión.

Hazuki tenía que estar planeando sacarlos una vez terminadas las presentaciones.

“Bien, de acuerdo. De todas formas, Kaoruko Jinnouchi también se une. Ella es incapaz de estar aquí, así que envié un familiar invitándola, y ella respondió con uno de los suyos diciendo que quería unirse. Por eso estamos usando las artes para tenerla con nosotros. La comunicación con el exterior no es exactamente la mejor idea ya que ahora mismo estamos en una barrera. Pero gracias a una buena palabra en nuestro favor de la Princesa Takako aquí presente, logramos obtener la aprobación para ello.”

Ni Hazuki ni Yurie parecían inmutarse lo más mínimo. Miyo, sin embargo, miró a Takaihito con aprensión, sintiéndose inquieta y agitada.

Aunque Kaoruko llevaba su uniforme militar, la parte delantera de su cuello estaba ligeramente suelta, y el cabello que normalmente llevaba bien atado empezaba a deshilacharse. Para colmo, tal vez por estar borracha, no parecía haberse percatado de la presencia de Takaihito, por lo que ni siquiera le había saludado.

Aunque Miyo no era de las que hablaban porque estaba en camisón, una parte de ella temía que el comportamiento poco femenino de Kaoruko ofendiera a Takaihito.

Pero quizá mi temor sea infundado…

Takaihito no reprochó nada a Kaoruko, e incluso lució una sonrisa en su rostro mientras Hazuki le servía una taza.

Al parecer, podía considerar que se trataba de una reunión informal y de espíritu libre.

“Vamos, Miyo, toma esto.”

Hazuki le pasó un vaso lleno hasta el borde con una especie de zumo de frutas.

“H-Hermana, yo debería ser quien te sirviera…”

“Por favor, está bien. Soy la anfitriona, ¿no? Ah, claro. No puedes tomar alcohol, ¿sí?”

A Miyo no le importaba que no le dejaran beber, pero estaba confusa por ser la única a la que trataban así. Hazuki captó su desconcierto y su rostro se volvió serio de repente.

“Kiyoka me dijo que hiciera lo que hiciera, absolutamente, sin importar que, no podía darte alcohol.”

“¿Kiyoka dijo que…?”

“Presumiblemente porque no quiere que nadie más vea a su prometida borracha. Puede que sea mi hermano pequeño, pero me pone de los nervios. Por cierto, también informé a Kiyoka de nuestra velada femenina, pero no le dije nada de que la princesa Takako nos acompañaría.”

Hazuki pasó de encogerse de hombros exasperada a esbozar una sonrisa diabólica. Takaihito también levantó ligeramente la comisura de los labios y asintió.

“Si Kiyoka se enterara de esta situación, seguro que se pondría colorado de rabia. Honestamente, nunca hubiera esperado que se convirtiera en un hombre tan intolerante en el instante en que fue prometido.”

Yurie asintió de arriba abajo a las palabras de Takaihito, mientras que Kaoruko también dejó caer de golpe su taza sobre la mesa, y con una voz extrañamente alta gritó: “¡Tienes toda la razón!”

Miyo evitó a propósito preguntar exactamente por qué Kiyoka se habría puesto rojo de rabia.

“Sin embargo, ya he hablado previamente con Kiyoka sobre mi deseo de hablar contigo, así que estoy seguro de que no se opondría.” Dijo Takaihito, mirando a Miyo mientras disfrutaba plenamente.

Entonces se acordó.

En efecto, le habían dicho que Takaihito tenía algo que discutir con ella y que debía obedecer las instrucciones que le diera.

Sin embargo, nunca había pensado que se produciría una situación incomprensible como esta.

De repente Miyo sintió que se enfrentaba a un momento tremendamente importante. Su mente temblaba.

“Simplemente deseaba saber más sobre tu naturaleza. No necesitas estar tan nerviosa.”

“B-Bien.”

A pesar de la majestuosidad del tono de Takaihito, también tenía una pizca de ligereza. Miyo sintió que el aura inaccesible que le rodeaba se había debilitado ligeramente.

No estaba muy segura de poder frenar sus nervios, pero aceptó por el momento.

Después de esto, Hazuki hizo que Yurie levantara su copa para servirle un trago, antes de levantar su propia copa para verter un poco de licor en ella.

“¡Ahora que comience la velada de damas!”

Todos bebieron un trago de sus tazas tras los comentarios iniciales de Hazuki.

Miyo dio un sorbo a su zumo de frutas. Su sabor le recordaba a la bebida que había tomado la primera vez que habló con Takaihito.

Como era de esperar, Hazuki fue la que más parloteó aquella noche. La siguiente más habladora fue Kaoruko. A partir de ahí fue Takaihito, Yurie, y finalmente Miyo.

Por cierto, no es que no hablara en absoluto, sino que simplemente no poseía las habilidades conversacionales que necesitaría para lanzarse a una conversación en la que participara tanta gente a la vez.

“Con todas las chicas juntas así, tenemos para hablar de amor, ¿verdad?” Declaró Hazuki, con las mejillas ligeramente sonrojadas y muy animada. Miyo recordó que sabía manejar bien el alcohol, así que no pensó que hubiera sacado el tema por un capricho de borracha.

“¡Amor! ¡Que se joda el amor!”

En cuanto las palabras salieron de la boca de Hazuki, Kaoruko gritó mientras apoyaba la cara en la mesa y rompía a llorar.

“Oh, Kaoruko. ¿Qué pasa, querida?”

Miyo se asustó instintivamente ante el intento de Hazuki de profundizar.