Watashi no Shiawase (NL)

Volumen 5

Capítulo 2: El Palacio Imperial y Un Día Inquieto

Parte 6

Kiyoka hizo que Kaoruko se sentara sola en el banco mientras él permanecía a su lado. Como soldado, necesitaba mantenerse en guardia cuando trataba con traidores.

Estoy seguro de que a Miyo no le gustaría mi comportamiento.

Tenía cierta tendencia a entusiasmarse demasiado con su primer amiga. Aunque Kiyoka comprendía sus sentimientos al respecto, era algo que no podía dejar pasar.

Comprendiendo correctamente cómo la estaban tratando, Kaoruko miró a Kiyoka y dejó escapar una risita seca.

“Lo siento. Sé lo ocupadas que están las cosas, y aquí estoy haciendo que hagas tiempo con poca antelación para escucharme…”

“Está bien. Ya has hablado con el Mayor General Ookaito, ¿verdad?”

“En un sentido amplio. Pero de lo que voy a hablarte es poco más que de mis propias especulaciones hechas al paso. Sólo le he contado los hechos al General Ookaito.”

Efectivamente, quería hablar de la Comunión de los Dotados. Los militares la mantenían con vida con la esperanza de que compartiera información sobre la organización de Usui.

“En primer lugar, con respecto a mi padre…”

El impulso que la llevó a ayudar a la Comunión de los Dotados en primer lugar. La habían engañado haciéndole creer que su padre, que dirigía un dojo en la antigua capital, había sido tomado como rehén por la Comunión de los Dotados.

“Al principio no creí lo que me dijo Naoshi Usui. Mi padre no es un usuario de dones, pero sus habilidades como espadachín son incuestionables, así que no pensé que lo tomarían como rehén fácilmente.”

“Pero no pudiste ponerte en contacto con él, ¿verdad?”

“Sí, es correcto.”

La primera vez que Usui se puso en contacto con ella, Kaoruko pidió a la telefonista que se pusiera en contacto con su padre para confirmar su seguridad y ver si Usui decía la verdad. Pero al final no obtuvo respuesta.

“Si el teléfono no funcionaba, pensé en enviar un telegrama. También envié una carta por correo. Nada vino de ninguno de ellos…”

“Aun así, tu padre trabaja como colaborador militar en la antigua capital, ¿no? Debe haber habido otras ocasiones en las que no pudiste ponerte en contacto con él inmediatamente.”

Además de dirigir su dojo, el padre de Kaoruko llevaba ya varias décadas colaborando con la Unidad Especial Anti Grotescos de la antigua capital, la Segunda Unidad Especial Anti Grotescos. Le habían buscado por sus habilidades con la espada. De vez en cuando le llamaban para colaborar en una misión y accedía a ayudar.

Kaoruko negó con la cabeza ante la pregunta de Kiyoka.

“No, ni siquiera entonces. Mi padre me habría avisado antes de venir a la capital si iba a estar fuera de casa durante un largo periodo de tiempo. También se lo pregunté a la Segunda Unidad Especial Anti Grotescos.”

Cuando lo hizo, la respuesta que obtuvo fue: “No hemos solicitado su ayuda por nuestra parte.”

“También me puse en contacto con los vecinos de los alrededores de la casa de mi familia. Todos me dijeron que no le habían visto en absoluto desde que me fui a la capital.”

Llevaba varios días fuera de casa, sin tener trabajo ni misión. Para colmo, ni siquiera se había puesto en contacto con su hija para comunicarle su marcha.

Teniendo en cuenta lo angustiada que debía de estar por el secuestro de su padre, además de verse obligada a cooperar con la Comunión de los Dotados, Kaoruko había manejado las cosas con toda la compostura posible.

“… Creí en la Comunión de los Dotados. Con la vida de mi padre potencialmente en juego, no tuve más remedio que creerles. Aunque estoy segura de que esto suena como si estuviera poniendo excusas.”

“No, tienes razón. Era un juicio natural que hacer, dado que hiciste tu debida diligencia para averiguar si estaban diciendo la verdad.”

En la posición de Kaoruko, era todo lo que podía haber hecho. Si su padre realmente había sido tomado como rehén, podría haber puesto su vida en peligro consultando con alguien al respecto.

Parece que la habilidad de Usui para engañar a los demás va más allá del poder de su don.

Usui no se limitaba a distorsionar los sentidos de la gente con su don. Aprovechándose de la psique de la gente, de sus situaciones personales… explotaba todo lo que podía para manipular a los demás. Qué manera tan desagradable de hacer las cosas.

“Pero entonces, la charla sobre los rehenes resultó ser una mentira por parte de Usui, ¿verdad?”

Kaoruko bajó torpemente los ojos hacia sus pies.

“Sí. Mi padre estaba a salvo… Al parecer, se había marchado a petición de los militares.”

Era difícil imaginar que la Segunda Unidad Especial Anti Grotescos hubiera mentido al responderle. Dado que era allí donde Kaoruko estaba destinada originalmente, se habría dado cuenta de inmediato si sus compañeros estaban mintiendo.

En resumen, estaba claro que el padre de Kaoruko había recibido una misión de alguien ajeno a la Segunda Unidad Especial Anti Grotescos.

“La directiva escrita enviada a mi padre era auténtica, y su misión era realmente urgente. Ese tipo de trabajos no son inusuales para él.”

Kaoruko se detuvo un momento y miró a Kiyoka, conteniendo las lágrimas.

“Entonces, ¿exactamente qué significa esto? ¿Por qué los militares enviaron una petición a mi padre justo cuando era más conveniente para la Comunión de los Dotados? ¿Por qué…?”

Su voz se apagó y enmudeció antes de volver a mirar al suelo.

La propia Kaoruko probablemente ya se había imaginado la respuesta a esa pregunta. Sin embargo, no quería creerlo.

Kiyoka comprendía perfectamente sus sentimientos.

“La Comunión de los Dotados se ha colado en los círculos más íntimos del Imperio.”

En el tono más tranquilo y sereno que pudo reunir, expresó claramente las dudas que albergaba la mente de su subordinada.

Hizo esta declaración sin volver a mirar a Kaoruko que estaba sentada en el banco debajo de él. Entonces un débilmente susurrado “eso no puede ser” llegó a sus oídos.

“Hay demasiadas cosas que desafían la explicación si ese no es el caso. Los altos rangos del gobierno o del ejército, quizás ambos, están conectados con la Comunión de los Dotados, y hay gente ayudando a su causa.”

“Pero eso significa que no hay manera de que podamos detenerlos.”

“De momento dejemos de lado la cuestión de si podemos derrotarlos o no. Ahora mismo no estamos seguros de cuánta gente ha cambiado su lealtad a la Comunión de los Dotados. Aunque estoy de acuerdo en que este es el peor escenario.”

Si miembros de la Comunión de los Dotados se hubieran infiltrado en el gobierno central, les resultaría demasiado sencillo enviar órdenes auténticas que les beneficiaran, tal y como se había hecho con el padre de Kaoruko. También podrían manipular la información con facilidad.

Y eso era sólo el principio. En una posición tan poderosa como esa, podrían enviar apoyo abierto a la Comunión de los Dotados.

El enemigo no dejaba de ganar poder y se hacía cada vez más formidable.

Suficiente para hacer realidad el gran objetivo de Usui de derrocar al gobierno.

“¿Qué he hecho…?”

Los puños de Kaoruko, apretados en su regazo, temblaban ligeramente.

Había invitado a Usui a entrar en la Estación Especial Anti Grotescos, y mientras Kiyoka estaba atado por esa amenaza, el emperador había caído en manos de la Comunión de los Dotados.

Sin duda fue un acto de traición imperdonable, pero las cosas habrían acabado así pasara lo que pasara.

Usui probablemente podría haber coaccionado a cualquiera de los miembros de la unidad para que cooperaran con la Comunión de los Dotados haciéndoles creer que sus parientes de sangre habían sido tomados como rehenes. Kaoruko, recién llegada a la capital, era un blanco fácil para su engaño.

El problema era cómo proceder a partir de aquí.

Ahora mismo, la Comunión de los Dotados tenía en sus manos tanto la autoridad del emperador reinante como la influencia sobre el gobierno. Podrían dar un golpe de estado si quisieran.

Su objetivo inmediato era probablemente…

Avivar la desconfianza de la población en el estado actual del gobierno y los militares mediante dones y grotescos para rehacer la actual estructura de poder.

Y avanzaban con paso firme para conseguirlo.

Digamos, por ejemplo, que la Comunión de los Dotados fuera capaz de atraer al redil a un centenar de nuevos miembros mediante maniobras sociales. Eso en sí mismo no habría sido motivo de preocupación.

Pero, ¿y si todos y cada uno de esos nuevos miembros pudieran convertirse en usuarios de dones artificiales?

Significaría el nacimiento instantáneo de cien nuevos usuarios de dones.

Al aumentar de tal manera el número de personas que poseían dones, un poder que podía utilizarse como arma, la Comunión de los Dotados sería capaz de cambiar la dinámica de poder en el país de la noche a la mañana.

“En cualquier caso, entiendo lo que dices. No te acerques a ninguno de la Comunión de los Dotados de aquí en adelante. Si hacen algún contacto contigo, será mejor que lo informes inmediatamente.”

“¡Absolutamente! No volveré a flaquear.”

Aunque no se lo habían notificado, Kaoruko ya estaba siendo vigilada en secreto. Si volvía a intentar conectar con la Comunión de los Dotados, Ookaito sería notificado de inmediato.

Su conversación había terminado. Kiyoka fue a instar a Kaoruko a que volviera a su puesto, pero antes de que él pudiera, ella pronunció un “um” ligeramente reticente.

“¿Qué pasa?”

Pudo ver indecisión en su expresión. Dudaba entre decir algo o no. Sus ojos iban de un lado a otro y apretaba y aflojaba los puños.

Pero Kiyoka no tenía tiempo para complacer su indecisión.

“Si no tienes nada que decir, entonces…”

“¡No, sí quiero! Um, en realidad es un asunto personal y totalmente sin relación, pero hay algo que quería preguntarte.”

Kaoruko levantó la cabeza, como si hubiera recobrado la determinación.

Kiyoka tendría cada vez menos oportunidades de hablar con ella en el futuro. Había sido enviada para sustituir a Godou mientras este estaba herido, pero ya había sido apartada del núcleo de la Unidad Especial Anti Grotescos.

Esta podría ser su última oportunidad de escuchar cualquier pregunta que ella tuviera.

Kiyoka respondió con un movimiento de cabeza e indicó su aprobación.

“… Hace mucho tiempo, antes de que me trasladaran a la antigua capital, recibiste una oferta para casarte conmigo.”

“Lo hice.”

“¿Está bien que pregunte… por qué rechazaste esa oferta?”

Kaoruko respondió a la pregunta disculpándose por preguntar precisamente ahora. Kiyoka la miró por primera vez en todo el día.

Pensó en varios años atrás, cuando había rechazado todas las propuestas de matrimonio que le habían llegado.

Como de costumbre, su padre, Tadakiyo, se había enterado de la oferta de algún modo y se la había hecho saber a Kiyoka. Pero, ¿cómo se le había ocurrido en aquel momento?

Por supuesto, no había tenido ningún sentimiento romántico por Kaoruko, a pesar de lo que Miyo había creído.

En cuanto al por qué, fue porque…

“Quería evitar la más mínima posibilidad de que los sentimientos personales interfirieran en mi trabajo.”

La propia Kaoruko no era mala persona ni mucho menos, pero era simplemente su colega, ni más ni menos.

Sin embargo, no era realista pensar que si se casaban, formaban un hogar y pasaban cada vez más tiempo juntos, él no sentiría nada por ella.

Quería evitar trasladar las emociones familiares que pudiera desarrollar al lugar de trabajo, sobre todo al militar, que a veces exigía tomar decisiones racionales y frías por encima de todo.

“… Cierto. Sabiendo cómo eres, tenía el presentimiento de que algo así era la razón.”

“No tuve ningún problema contigo específicamente, ni nada.”

Así pues, no tienes por qué perder confianza—las palabras que Kiyoka intentó decir fueron interrumpidas por un grito de Kaoruko.

“¡En ese caso…! Si no hubiera estado trabajando como soldado, ¿habrías aceptado la oferta?”

“Sí. Es lo más probable.”

Kiyoka intentó responder con la mayor naturalidad posible.

El año pasado, cuando se había reencontrado con Kaoruko, que había llegado para llenar el hueco que Godou había dejado tras de sí, se había convencido de los sentimientos que ella sentía por él, aunque, en realidad, los había intuido desde mucho antes.

Fue porque Kiyoka había observado a Miyo.

Al observarla, notó los celos en los ojos de Kaoruko cuando miraba a Miyo, y comprendió que eran causados por el afecto que Kaoruko sentía por él.

Le parecía bien que ella sintiera algo por él.

Pero, ¿y si, tal y como Kaoruko había dicho, hubiera habido algún futuro en el que se hubieran casado? No creía que acabaría sintiendo por Kaoruko lo mismo que sentía ahora por Miyo.

“Pero estoy seguro de que al final no habría acabado como tú querías.”

“… Ah.”

“Aunque no puedo decir si eso habría acabado siendo bueno o malo para nosotros.”

Sólo había una realidad. Preocuparse por escenarios hipotéticos no serviría de nada. Lo único que Kiyoka comprendía era que, ahora mismo, no se arrepentía de nada.

Dijo lo que tenía que decir. Kiyoka le dio la espalda a Kaoruko, que estaba sentada en el banco.

“Comandante.”

La voz que escuchó de Kaoruko, al contrario de lo que esperaba, no tenía el más mínimo temblor.

Al darse la vuelta tras un breve momento de indecisión, la que fue candidata al matrimonio y ahora su subordinada, esbozó la misma sonrisa radiante y alegre de antaño.

“Muchas gracias por contestarme.”

“Ahora que estás satisfecha, vuelve a tu puesto y haz lo que tengas que hacer.”

“Sí, señor.”

Kiyoka giró sobre sus talones y le dio la espalda a Kaoruko, esta vez definitivamente.