Watashi no Shiawase (NL)

Volumen 5

Capítulo 2: El Palacio Imperial y Un Día Inquieto

Parte 5

La Unidad Especial Anti Grotescos había acampado en dos lugares: una sección de los terrenos donde se agolpaban las diversas instalaciones que presidían la administración del Palacio Imperial, el Ministerio de la Casa Imperial y la Oficina del Lord Guardián del Sello Privado, así como en un jardín situado justo enfrente de la residencia de Takaihito.

La primera, la guardia avanzada, estaba más cerca de la puerta que el palacio del príncipe heredero y tenía restricciones de seguridad más laxas. Pero la segunda, la retaguardia, estaba tan cerca de Miyo y Takaihito que cualquiera que quisiera entrar tendría que someterse a un estricto registro para que le dejaran pasar.

Tras finalizar su reunión en la residencia de Takaihito, Kiyoka asomó la cabeza por primera vez en el campamento de retaguardia.

“¿Cómo van las cosas?”

En cuanto su superior vino a verlos, los subordinados de Kiyoka enderezaron sus posturas y se inclinaron con un: “Buenos días, señor.” Les interrogó mientras pasaba entre ellos y entraba en la tienda central del campamento.

“Oh, buenos días, Comandante… Ya casi hemos terminado de ubicar a todo el mundo. Aún no hay problemas.” Saludó Godou, encargado de supervisar la retaguardia.

La Unidad Especial Anti Grotescos no daba abasto. Los soldados destinados a los dos campamentos del Palacio Imperial y al mantenimiento de la barrera eran indispensables, pero también habían tenido que dejar algunas tropas en la estación. Además, su carga de trabajo habitual tampoco había disminuido.

Si la Comunión de los Dotados no atacaba el Palacio Imperial, significaría que Godou y los demás miembros de la unidad de expertos habían sido destinados aquí para nada. Sin embargo, obviamente necesitaban estar preparados para la posibilidad de ser asaltados.

Kiyoka había estado meditando en silencio sobre la situación.

“Buen trabajo. Asegúrate de no olvidarte de tomar descansos en los turnos.”

“Entendido.”

A pesar de la seria respuesta de Godou, Kiyoka miró a su subordinado un instante después, mientras una sonrisa enfermiza se dibujaba en su rostro.

“¿Qué?”

“Oh, no, no, no es nada. Es sólo que, tienes a Miyo tan cerca mientras trabajas, y es una verdadera pena que no puedas vigilarla tú mismo, eso es todo.”

“…………”

Fuera como fuese, no podía estallar y decir algo como: “Si te sientes así, ¿por qué no muestras un poco más de simpatía por tu jefe?” Si lo hacía, sugeriría que realmente deseaba estar al lado de Miyo protegiéndola.

Aunque esa era, de hecho, la verdad.

Es frustrante dejar a Miyo en manos de otra persona.

Kiyoka no desconfiaba necesariamente de los demás. Pero no podía evitar pensar que estaría más segura si se hubiera reunido con ella en la residencia de Takaihito, y le molestaba no poder hacerlo.

“Pero, Comandante.”

“¿Qué?”

“Todavía tienes que asegurarte de pasar a ver la cara de Miyo al menos una vez al día, ¿bien? Después de todo, es tu prometida.”

Su subordinado se había vuelto curiosamente entrometido. Si no estuviera aquí, el trabajo extra sería una molestia, pero cuando estaba cerca, era odioso.

Harto de Godou y de sus burlas, Kiyoka fulminó con la mirada al hombre para descargar su frustración.

“De todas formas lo estaba planeando, no necesito que me lo digas.”

“¡¿Eh?!”

La exagerada sorpresa de Godou también molestó a Kiyoka. Si Godou tenía tiempo para burlarse así de él, tal vez necesitara darle otra cosa de la que ocuparse.

Al percibir el mal humor de Kiyoka, Godou bajó los hombros y borró su sonrisa burlona.

“… Mis disculpas. Me dejé llevar.”

“Así está mejor. Mientras lo entiendas.”

“Pero esto sólo significa que ha crecido de verdad, Comandante. En el pasado simplemente me habrías dicho, ejem: «Tonterías. ¿Por qué necesito perder el tiempo en algo así?»”

Varios de los miembros de la unidad que se encontraban en la tienda estallaron en carcajadas ante la impresión de Godou.

“… ¿En serio?”

Dejando a un lado el regaño que se habían ganado para más tarde…

Kiyoka estaba de acuerdo en que, si hubiera sido cualquier otra persona aparte de Miyo, sin duda habría respondido de ese modo. Así de poco le interesaban las sutiles emociones de los demás.

Así que por mucho que odiara admitirlo, Godou tenía toda la razón.

Probablemente debería haber mostrado más interés con anterioridad.

Vagamente intuyó que ella había empezado a volcar sus sentimientos hacia él. A pesar de lo avergonzada que se sentía, respondía a sus besos y, de vez en cuando, le miraba con los ojos entornados y las mejillas sonrosadas, como si tuviera algo en la punta de la lengua.

Sin embargo, nunca pronunciaría las palabras más cruciales. A Kiyoka aún le costaba descifrar su corazón.

Dudo que ahora mismo haya sentimientos de culpabilidad.

A pesar del continuo problema de Usui, Kiyoka había seguido insistiendo a propósito en que no le preocupaba la naturaleza del don de su prometida, y Miyo debió de entenderlo.

En ese caso, ¿qué era exactamente lo que mantenía sellados los labios de Miyo?

Entonces, ¿es culpa de Usui…?

En ese momento había empezado a ver al fundador de la Comunión de los Dotados como el origen de todo. No negaba que, en parte, simplemente culpaba al hombre de sus frustraciones.

Si la fuente de las preocupaciones de Miyo era realmente la idea de que no debía mostrar abiertamente sus frívolas emociones en un momento en que todos estaban ocupados lidiando con la amenaza de Usui, entonces él descargaría toda su ira y algo más sobre el hombre cuando llegara el momento.

“¿Comandante? No estarás dándole vueltas a algún pensamiento salaz ahí dentro, ¿verdad?”

La impertinente pregunta de Godou devolvió a Kiyoka a la realidad.

Aún tenía tiempo. Además, planeaba ir a ver a Miyo una vez al día como mínimo, así que si poco a poco, día a día la incitaba, entonces… No, no, eso podría hacer que ella lo viera como un hombre obsesivo y desagradable.

Sus pensamientos empezaron a volver a descarrilarse. Kiyoka carraspeó un momento y esquivó la pregunta.

“Basta de tonterías. ¿No tienes nada que informarme?”

“¿Informar? Claro que sí.”

Godou ladeó la cabeza un segundo antes de juntar las manos en señal de recuerdo.

“No paran de llegar: la Comunión de los Dotados y esos grotescos visibles suyos, quiero decir.”

“Bueno, date prisa y haz tu informe.”

Los “grotescos visibles” a los que Godou se había referido eran las criaturas que la Comunión de los Dotados utilizaba en su propaganda. Incluso la gente sin visión espiritual podía verlos.

Era posible que la tecnología desarrollada por la Comunión de los Dotados se limitara a hacer aparecer a los grotescos normales a los ojos de la gente corriente, pero se referían a ellos con este apelativo aparte por comodidad.

“Las tropas que patrullan en la ciudad han reprimido dos incidentes sólo hoy. Han podido atrapar a los autores del primer incidente, pero el otro grupo ha escapado. Aún no es mediodía y ya llevamos dos, así que podríamos ver cerca de diez incidentes hoy.”

“¿Algún daño?”

“No. No hay heridos de verdad. Los grupos tampoco se ponen violentos ni se defienden.”

Godou se encogió de hombros, parecía un poco harto de todo el asunto.

La Comunión de los Dotados tenía que estar intentando mejorar su imagen ante la población general si no oponían resistencia. Haciéndose pasar por obedientes, podían hacer que los soldados que se los llevaban parecieran hostiles.

Eso podría inspirar a los periodistas a escribir más artículos expresando hostilidad hacia el ejército. El titular probablemente sería algo así: El ejército encarcela por la fuerza a ciudadanos que no se resisten.

¿Quién, en el seno del Gobierno, ha relajado deliberadamente las restricciones impuestas a la prensa?

Todavía no había ninguna comunicación de Ookaito de que hubieran identificado realmente al autor. Si la persona en cuestión ocupaba una posición de poder importante, existía la posibilidad de que quedara para siempre sin identificar.

No puedo hacer nada al respecto, pero…

Los usuarios de dones tendían a entrar en el ejército y dedicarse a la lucha, por lo que les resultaba difícil trabajar como burócratas. Lo mismo le ocurría a Kiyoka, y no tenía ni idea de quién en la burocracia podía influir en el gobierno.

La única opción era dejar el aspecto político en manos de Ookaito.

“Oh, otra cosa. Esos grotescos fácilmente visibles. Resulta que al final no son grotescos normales. Según el equipo de análisis, parece que los dones no son tan efectivos con ellos.”

“… Eso es terrible. ¿Es lo mismo con las artes?”

“Eso parece. Evocación, hechicería, expulsión, exorcismo, onmyodo—ya han probado varios tipos de artes en las criaturas, pero ninguna de esas técnicas hizo mucho daño.”

Las artes y los dones eran medios distintos.

Los dones dependían de la naturaleza innata del individuo, pero las artes podían ser utilizadas no sólo por los usuarios de dones, sino también por cualquiera con visión espiritual —o, más bien, por cualquiera con el poder de sentir presencias de otros mundos e inhumanas— si recibía el estudio y el entrenamiento adecuados.

Las artes podían usarse para crear familiares voladores y establecer barreras, entre otras cosas, y aunque existían limitaciones y fluctuaciones de poder en función de los talentos del usuario, para los que tenían Visión Espiritual y los que usaban Dones eran las más fundamentales, que aprendían al principio de su entrenamiento.

Muchos miembros de la Unidad Especial Anti Grotescos eran especialistas en artes que dominaban una variedad de artes diferentes, a pesar de no tener ningún don propio. Dado que también colaboraban en la investigación del equipo de análisis, no cabía duda de que tanto los dones como las artes eran menos eficaces con estos grotescos.

“Ahora mismo, parece que sólo reaccionan a las artes de barrera.”

“Barrera…”

A pesar de las conclusiones del equipo de análisis, la Comunión de los Dotados había utilizado dones para destruir grotescos visibles durante el incidente del día de Año Nuevo y otros actos similares de propaganda.

En otras palabras, los dones de la Comunión de los Dotados tendrían efecto, pero los dones de Kiyoka y sus hombres serían amortiguados.

Kiyoka se masajeó la frente.

Esto es una molestia mucho mayor que esos usuarios de dones artificiales.

Si la Comunión de los Dotados volvía en combate a estos grotescos visibles contra la Unidad Especial Anti Grotescos, Kiyoka y sus hombres no tendrían ningún medio de contraatacar. Lo único que podrían hacer en esa situación sería defenderse con barreras.

Si eso ocurría, había muchas posibilidades de que su unidad fuera expulsada y la confianza en los usuarios de dones cayera en picado.

Tenían que avanzar más rápido con su investigación para descubrir el truco que se escondía tras estos grotescos visibles, o estarían en una desventaja significativa.

En este punto, la Comunión de los Dotados se encontraba en una posición indiscutible.

“Por ahora sólo diles que aceleren su investigación y análisis. Ah, y si creen que están a punto de encontrar alguna forma de luchar contra los grotescos resistentes, que lo investiguen de inmediato.” Ordenó Kiyoka.

“Entendido. Se los haré saber.” Dijo Godou.

Tras afrontar varios otros informes de trabajo, dejó atrás la tienda de la retaguardia.

Ahora mismo, la Unidad Especial Anti Grotescos estaba dividida en equipos separados.

Por ejemplo, cada uno de los campamentos de la guardia avanzada y la retaguardia del Palacio Imperial tenía sus propios equipos estacionados allí, y también había un grupo que patrullaba la capital y tomaba medidas enérgicas contra la Comunión de los Dotados, así como un equipo que se ocupaba de sus tareas habituales en la estación.

Aunque en teoría estos grupos podían comunicarse entre sí a través de familiares voladores, necesitaban ponerse en contacto en persona con frecuencia para asegurarse de que no pasaba nada. Esto era especialmente importante para el equipo estacionado en los terrenos del Palacio Imperial.

Con la amenaza de Usui cerniéndose sobre ellos, la Unidad Especial Anti Grotescos no podía pasar por alto el más mínimo cambio o sospecha de que algo no iba bien.

La guardia avanzada había acampado cerca de la primera puerta, y había bastante distancia entre ellos y la retaguardia y la residencia de Takaihito.

Kiyoka había ido en carruaje a la residencia cuando había estado con Miyo, pero no podía ir tranquilamente en carruaje cada vez que iba y venía.

En su lugar, hizo uso de sus habilidades físicas superiores como usuario de dones para correr directamente a través de los terrenos hasta el campamento de la guardia avanzada.

“Buenos días… Comandante.”

Kaoruko Jinnouchi estaba delante de la tienda de la guardia avanzada, esperando para recibir a Kiyoka.

La sonrisa sencilla e inocente que había lucido en el pasado había desaparecido, sustituida por una sombra en su expresión.

“… Buenos días, Jinnouchi.”

Kaoruko había sido acusada de traicionar al ejército y había sido apartada del equipo que protegería el Palacio Imperial.

¿Por qué estaba aquí ahora?

Eso era porque había solicitado una reunión con Kiyoka para transmitirle algo.

“Muy bien, ¿por qué no me lo dices por ahí?”

Kiyoka señaló un pequeño banco al aire libre que solían utilizar las personas que trabajaban en el Palacio Imperial.

Dentro de la tienda había sitio para sentarse y discutir, pero no podía dejarla entrar.

“Siéntate.”

“… Sí, señor.”