Watashi no Shiawase (NL)

Volumen 4

Capítulo 1: Cicatrices Y Precaución

Parte 2

 

 

Al otro lado de la puerta había una habitación espaciosa.

Al fondo había un gran escritorio, una mesa y un sofá. A pesar de que el mobiliario era tan bonito como el de la recepción, a diferencia de la lúgubre decoración del resto de la comisaría, el lugar era un caos, con montañas de documentos amontonados por todas partes.

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Aún no había rastro de la persona que Kiyoka había mencionado dentro.

“Perdón por el desorden. Este es mi despacho, donde hago la mayor parte de mi trabajo.”

“¿Qué…? Erm, ¿debería estar aquí?”

Sorprendida, Miyo miró a su prometido a la cara.

Los militares guardaban mucha información confidencial. Definitivamente había cosas aquí que Miyo no podía ver.

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“No hay problema. A partir de hoy te vas a refugiar aquí en esta estación… o al menos eso es lo que probablemente decidamos durante la reunión. Si ese es el caso, entonces no podría ocultar nada.”

“Oh… cierto, bien…”

“Sí. Lo siento. Voy a tener que incomodarte un poco hasta que este incidente de la Comunión de los Dotados se calme.”

“No pasa nada. Sé qué haces esto porque estás preocupada por mí, Kiyoka.”

Naturalmente, supuso que no le asignaba un guardia por sus sentimientos personales hacia Miyo. Se decía que su superior, Ookaito, también participaba en la reunión, y era probable que la política militar fuera mantener a Miyo a salvo.

Sin embargo, cuando miró la cara de Kiyoka, le quedó claro lo terriblemente preocupado que estaba por ella.

“De momento toma asiento. Deberían llegar pronto.”

Siguiendo su sugerencia, se sentó en el sofá y respiró hondo. Envuelta en la suavidad del sofá, la tensión que llevaba en el cuerpo por el estrés de la situación disminuyó ligeramente.

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“¿Cansada?”

“No, solo tomaba un respiro.”

Ella negó con la cabeza. En ese momento, Kiyoka acercó de pronto su hermoso rostro al de ella.

“Estás un poco pálida.”

“P-Por favor, estás exagerando.”

Sus mejillas se encendieron al instante y retrocedió bruscamente, casi saltando de su asiento.

Miyo estaba bien físicamente. Aunque su complexión podría haber sido mejor, eso era culpa de los nervios y la ansiedad.

Pero por mucho que quisiera decírselo a Kiyoka, no le salían las palabras de la boca.

Qué vergüenza.

En esta posición, sus pensamientos se desviaron hacia lo que había sucedido en la villa el otro día, y la compostura se hizo imposible.

Sin saber adónde mirar, Miyo movió los ojos de un lado a otro hasta que Kiyoka frunció las cejas y se rio, poniendo algo de espacio entre ellos.

“Estás siendo demasiado cohibida. Por supuesto que no voy a hacer nada gracioso mientras estemos en mi lugar de trabajo.”

“¿Eso significa que lo harás cuando no estemos aquí…?”

“¿En casa? Allí tampoco.”

“Estás siendo malo.”

Kiyoka se estaba burlando de ella. Miyo levantó ambas manos para ocultar sus mejillas sonrojadas y expresó su indignación.

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Justo cuando se produjo una pausa en la conversación, alguien llamó a la puerta del despacho. Por fin había llegado la persona que esperaban.


Miyo fijó la postura, intentando enfriar el calor de sus mejillas.

“Comandante, soy Jinnouchi. ¿Puedo pasar?”

“Adelante.”

“Con permiso.”

Quién abrió la puerta y entró en el despacho fue alguien vestido con un elegante uniforme militar.

¿Una elegante… mujer?

Quizá por estar tan acostumbrada al aspecto de Kiyoka, Miyo había pensado a primera vista que Jinnouchi era un hombre delicado y andrógino. Pero no era el caso. Entrando en la habitación a grandes zancadas, con su coleta ondeando tras ella, había una mujer de la edad de Miyo, de rasgos apuestos y dignos.

Creía que sólo había hombres en el ejército.

Cuando Miyo ladeó la cabeza, se encontró accidentalmente con los ojos de Jinnouchi, que enseguida respondió con una sonrisa.

Incluso siendo mujer, Miyo no pudo evitar sentirse encantada por aquella hermosa mujer. Llevaba el uniforme militar masculino sin perder ni un ápice de su belleza femenina, como si fuera una actriz de teatro.

Había hecho todo ese esfuerzo para refrescarse las mejillas, pero ahora le ardían por otro motivo.

“Gracias por venir, Jinnouchi. Toma asiento.”

“Sí, señor.”

Kiyoka indicó a la mujer a la que llamaba Jinnouchi que se sentara frente a Miyo, antes de sentarse con frialdad junto a su prometida.

“Siento haberte llamado desde la antigua capital tan de repente.”

“Descuide. Me alegro de verle, Sr. Kudou.”

Ahora que estaba cara a cara, la mujer de sonrisa alegre parecía sorprendentemente amable, con una disposición cálida y gentil.


“Miyo, esta es Kaoruko Jinnouchi. Normalmente, está destinada en la Segunda Unidad Especial Anti Grotescos de la vieja capital. Le he pedido que venga a cubrir el hueco que ha dejado Godou. Será tu guardaespaldas en el futuro… Jinnouchi, esta es mi prometida, Miyo Saimori.”

La mujer enderezó la postura e hizo una reverencia.

“Kaoruko Jinnouchi. Es un placer conocerte.”

“Miyo Saimori. Igualmente, el placer es todo mío.”

Aunque abrumada por su cortesía además de por su belleza, Miyo le devolvió el saludo.

Kaoruko sonrió y extendió la mano.

“Um, ¿estaría bien si te llamo sólo Miyo?”

“S-Sí, adelante.”

“Un nombre maravilloso, sin duda. Me preguntaba cómo sería la prometida del Sr. Kudou. Tiene sentido saber que es alguien gentil como tú, Miyo.”

El discurso de Kaoruko fue inesperadamente mucho más elocuente y desenfadado de lo que su apariencia sugería.

Miyo tomó su mano extendida y la estrechó. Aunque era femenina y pequeña, también era dura y callosa por haber empuñado una espada. Sin embargo, estaba caliente.

… Gracias a los cielos. Parece una buena persona.

Miyo se habría dado cuenta si Kaoruko intentaba ocultar sentimientos de amargura o animadversión hacia ella.

Pero, afortunadamente, no percibió nada desagradable en el tono de la otra mujer. Estaba claro que Kaoruko no era mala persona. Miyo esperaba poder llevarse bien con ella.

“Jinnouchi, quiero que vigiles a Miyo.”

Ante las palabras de Kiyoka, el rostro de Kaoruko se tensó y asintió.

“Sí, señor.”

“Estoy seguro de que eres consciente, pero si aceptas, debes saber que cualquier emergencia implicará enfrentarte a los usuarios de dones de la Comunión de los Dotados o al propio Usui. Tu vida estará en peligro.”

“No hay problema. Entiendo el peligro.”

“Lo siento. Te hice venir para sustituir a Godou, pero…”

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“No me importa en absoluto. De todas formas es más prudente que su guardaespaldas sea otra mujer. Además, ese es el tipo de relación que tenemos, ¿verdad, Comandante?”

Miyo se sintió algo incómoda por su frase sugerente.

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La relación de Kaoruko y Kiyoka.

¿Eran algo más que subordinado y superior, algo más que compañeros del ejército? Kaoruko era de la antigua capital, lo que dio a Miyo la impresión de que no habría usado tales palabras si no tuvieran algún tipo de connotación especial.

¿Qué quería decir? Miyo se debatía entre indagar sobre la declaración de Kaoruko o dejarlo pasar.

¡No quiero tener esta nube colgando sobre mí!

Miyo se decidió a preguntar.

“¿Y qué clase de relación tienen ustedes dos?”

“¿Eh? La verdad es que fui una de las candidatas matrimoniales del Sr. Kudou hace tiempo.”

“¿Qué?”

Miyo fijó sus ojos en el atractivo y sonriente rostro de Kaoruko. Estaba demasiado sorprendida como para expresarlo con palabras.

Obviamente, sabía que muchas candidatas a matrimonio habían intentado conquistar a Kiyoka antes que ella. Y sabía muy bien que ni una sola de ellas había permanecido finalmente a su lado.

Sencillamente, nunca había conocido a una de estas mujeres en la vida real y, por lo tanto, se había olvidado por completo de ellas.

“Eh, no desentierres el pasado.” Espetó Kiyouka.

“Oh, lo siento. No debe sentar muy bien oír eso, pero no dejes que te preocupe.”

“Sinceramente, ¿en qué estabas pensando?” Reprendió.

“¡Lo siento, de verdad! No volveré a sacar el tema.”

“………”

Sin saber qué responder, Miyo sólo pudo sumirse en el silencio.

Kaoruko había dicho que no se preocupara, pero ahora que se sabía la verdad, no podía hacer otra cosa que preocuparse. Si Kaoruko y Kiyoka se hubieran prometido, la oportunidad de Miyo nunca habría llegado.

Además, ambos parecían estar en buenos términos incluso ahora. Tal vez eso significaba…

¿Por qué me dejo llevar por esta tontería?

Kiyoka estaba prometido a Miyo. Se preocupaba por ella y le era fiel. Por eso era imposible pensar que el hecho de tener a Kaoruko cerca cambiaría algo. Ella creía en él, ¿verdad?

“Puede que no sea tan buena como el Sr. Kudou, pero me esforzaré al máximo para protegerte, Miyo.”

“Bien… Gracias.”

Aunque Miyo respondió a Kaoruko con una sonrisa, las nubes grises aún persistían en su corazón.

Se acercaba la hora de la sesión informativa y los tres se dirigieron a la sala de reuniones.

Miyo seguía tan obsesionada con que Kaoruko había sido una de las candidatas de Kiyoka para casarse que no recordaba mucho de la conversación anterior a ese momento.

Basta, Miyo. Necesitas poner en orden tus pensamientos.

Los altos mandos le habían pedido expresamente que asistiera a la reunión, así que era posible que quisieran su opinión o testimonio sobre ciertos temas. Daría una impresión horrible si le pidieran su opinión sobre algo cuando tenía la cabeza en las nubes.

Entraron en la sala de reuniones, que seguía casi vacía.

“Miyo, tu asiento está aquí.”

Le mostraron una silla al fondo de la sala, justo al lado de la de Kiyoka.

Hoy sería la primera verdadera reunión de la Unidad Anti Grotescos desde el encuentro fortuito de Miyo, Kiyoka y Arata con Usui. Le habían pedido a Miyo que formara parte del proceso, ya que era una parte interesada. También había tenido contacto directo con Usui, así que querían asegurarse de que entendía cómo iban a tratar con él en el futuro.

Normalmente, aunque la situación en cuestión concierne a personas de fuera, alguien como ella no se involucraría tanto en procedimientos militares.

En este caso, sin embargo, Usui le había jurado a Miyo que volverían a encontrarse, lo que llevó a la unidad a concluir que dejarla en la oscuridad sería más peligroso que no hacerlo.

“Gracias.

Miyo tomó asiento en silencio.

Aunque había estado entusiasmada cuando salieron de la casa, se sentía insoportablemente fuera de lugar ahora que estaba en la sala de reuniones.

Además, el shock de antes aún persistía en su mente. Si no se concentraba, se encontraría mirando a Kaoruko, sentada un poco más lejos de ella, y las terribles visiones que amenazaban con desplegarse en su mente.

Necesito recomponerme.

El pasado de Kaoruko y Kiyoka la inquietaba, pero Miyo era la prometida del comandante de la unidad, así que no podía quedar mal en su lugar de trabajo delante de todos sus subordinados.

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Mientras ella esperaba incómoda, los asistentes a la reunión fueron entrando uno tras otro.

Sólo aquellos que ostentaban el cargo de jefe de escuadrón o superior dentro de la Unidad Especial Anti Grotescos podían participar en la reunión del día. En otras palabras, los luchadores más duros de la unidad meritocrática. Entre los reunidos había tanto hombres jóvenes con un físico normal como hombres visiblemente musculosos.

Sin embargo, nadie destacaba tanto entre los participantes en la reunión como Kaoruko, la única mujer aquí vestida con uniforme militar.

“Gracias a todos por venir.”

El último en entrar en la sala de reuniones fue el hombre que supervisaba toda la unidad, Ookaito. Todos se pusieron en pie e hicieron una reverencia.

“Descansen. Tomen asiento.”

Tras sus palabras, los participantes volvieron a sus sillas y la reunión comenzó solemnemente.


Aún quedaba un asiento vacío. Miyo había oído que Arata había sido convocado como representante de la familia Usuba, pero no había ni rastro de él a pesar de que la reunión ya había comenzado.

Estoy un poco preocupada, pero no estoy en condiciones de plantearlo.

Todo iría bien siempre que no hubiera tenido un accidente de camino o se hubiera hecho daño de alguna manera. Mientras estos pensamientos pasaban por su cabeza, alguien le pasó el folleto de la reunión.

Esto es complicado.

Miyo pasó los ojos brevemente por los documentos, que estaban llenos de tanta jerga especializada que apenas podía entender la mitad. Probablemente necesitaría que Kiyoka la ayudara a ponerse al día más tarde si la sesión informativa no aclaraba nada.

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