Kami Tachi ni Hirowareta (NL)

Volumen 13

Capitulo 8

Episodio 2: Un Viejo Y Un Nuevo Amigo

Después de unas horas de caminata por el desolado paisaje, justo cuando empezaba a cansarme del paisaje yermo, llegué a Teresa. Estaba listo para pasar la noche. La cuestión era si buscar alojamiento en la ciudad o dormir en mi Casa Dimensión. Tras constantes ampliaciones—y con gran ayuda de los limos—mi Hogar Dimensional se había convertido en una casa en toda regla con un amplio patio, una opción mucho más cómoda que la posada media. Por otro lado, encontrar alojamiento local después de haber recorrido todo este camino tenía su encanto…

Decidí pasear un rato por la ciudad, comer algo y decidirme.

Cuando empecé a caminar por la calle, me llamó la atención un carruaje en particular.

“¿Eso es…?” murmuré para mis adentros.

El carruaje estaba aparcado en un solar construido para guardar los carruajes de los huéspedes de la posada contigua, que parecía más lujosa que la media. Me acerqué a la valla metálica que cerraba el aparcamiento y miré más de cerca. El carruaje llevaba el escudo de Jamil. Curiosamente, lo reconocí como el mismo carruaje que me había sacado del bosque de Gana.

¿Por qué está aquí?  me preguntaba. Cuando había montado en ese carruaje, había visto a Sebas entrar y salir de su Hogar Dimensión. ¿Está Sebas aquí…?  Por supuesto, el carruaje pertenece a Reinhart. Cualquiera de los suyos podría estar usándolo… Me di la vuelta, sintiendo a alguien detrás de mí.

“Oops. Me has pillado”. Una mujer de anteojos y piel bronceada sonreía divertida, con el pelo plateado hasta los hombros al viento. No la había percibido hasta que estuvo a escasos tres metros. “Tienes los sentidos agudos”, añadió.

“¿Y tú eres…?” pregunté.

“Nadie por quien debas preocuparte. Lo siento, sólo quería asustarte un poco. Estabas mirando el carruaje con tanta atención que despertaste mi curiosidad… y vi la oportunidad de hacer una pequeña travesura”. Fiel a su palabra, no percibí ninguna animosidad por su parte.

“Señorita Remily. Ahí está”, me llamó una voz que reconocí desde detrás de mí. Me volví hacia ella. “El almuerzo está listo… ¿Oh? ¿Es usted, Maestro Ryoma?”

“¡Sebas!” Llamé.

“¿Conoces a este chico, Sebas?”, preguntó la mujer. Por lo que parecía, Sebas y ella se conocían… Dejaría que eso avalara su carácter, por ahora.

“Es nuestro amigo, Srta. Remily. No esperaba encontrarlo aquí”, dijo Sebas.

“¿Nuestro amigo? ¿Quieres decir que también es amigo de Reinbach?”, apuntó la mujer. “Qué interesante…”

Con cada palabra que pronunciaba, su naturaleza se volvía aún más misteriosa. No aparentaba más de veinticinco años, e incluso podría haber pasado por dieciocho. Aun así, se dirigía a Sebas e incluso a Reinbach con tanta familiaridad… La miré más de cerca y me di cuenta de lo guapa que era.

Era más alta que yo, pero más baja que la media de las mujeres. Su abrigo abierto y su ropa ceñida dejaban ver su complexión: unos pechos casi demasiado grandes para su estatura contrastaban con su fina cintura; casi me recordaba a una modelo de trajes de baño de la Tierra. Era tonificada pero no musculosa, señal de habilidad más que de fuerza bruta.

“Siento haberle asustado. Remily Kremis. Soy una maga”.

“Está bien. Soy Ryoma Takebayashi.”

“Seguro que tenéis muchas preguntas que haceros”, dijo Sebas. “¿Por qué no entramos?”

“Sí. Si te parece bien, Ryoma”, dijo Remily.

“Por supuesto”.

Mientras Sebas estuviera con nosotros, me sentía cómoda yendo con ella.

Si Reinbach está aquí, obviamente está aquí para acompañarle…

Entonces, ¿por qué está Reinbach aquí?  me pregunté mientras les seguía.

***

Sebas me acompañó a su habitación en la posada. Antes de que Sebas pudiera llamar, Remily abrió la puerta de un tirón y me metió dentro.

“¡Tienes un invitado, Reinbach!”, anunció.

Reinbach, con un aspecto tan saludable como el año pasado, estaba sentado en un sofá con otro hombre de su edad, aparentemente en medio de una conversación. Ambos se volvieron hacia nosotros con sorpresa.

“Me alegro de volver a verte”, balbuceé.

“¿Eres tú, Ryoma? Has crecido un poco desde la última vez que te vi en Gimul. ¿Qué te trae por aquí?” preguntó Reinbach.

“Coincidencia. Vine aquí como parte de mi entrenamiento, y me sorprendió ver un carruaje Jamil. Entonces…” Mi mirada flotó hacia Remily, y la de Reinbach y su invitado la siguieron.

“Parecía que se conocían, así que le traje aquí”, dijo, omitiendo no pocos detalles de nuestro encuentro.

Naturalmente, siguieron las explicaciones sobre cómo Reinbach y yo nos conocíamos y cómo había acabado aquí. Al parecer, Reinbach estaba de vacaciones con unos amigos, acompañado de Sebas.

“Me he enterado de lo que ocurrió en Gimul a finales del año pasado.

Lamento que le dejáramos a usted para que se ocupara del mal que habíamos permitido que supurara allí, pero le doy las gracias por ello. Por ayudar a mi hijo y a su esposa en sus esfuerzos”, dijo Reinbach. La primera mitad de su declaración estaba llena de profunda tristeza y pesar, y la segunda mitad de auténtica gratitud.

No puedo imaginarme lo mucho que debieron de perturbar a Reinbach aquellos acontecimientos. Puesto que Reinbach ya se había retirado, le correspondía a Reinhart asumir cualquier desafío que se les planteara a los Jamil. Independientemente de lo que hubiera causado aquellos problemas, si Reinbach se excedía y se implicaba demasiado, los demás nobles podrían verlo como debilidad por parte de Reinhart. Por mucho que le doliera, Reinbach tuvo que quedarse en un segundo plano por el bien a largo plazo de su hijo y de toda su familia. Aun así, siguió la línea, ayudando sólo desde las sombras.

“Gracias a tus esfuerzos, la restauración de la ciudad fue como la seda”, dije.

“Ah, eso me alegra el corazón”, respondió Reinbach. “Ah, estos dos también han tenido algo que ver. He trabajado con ellos el tiempo suficiente para confiarles cualquier cosa. Ambos son muy respetados y han sido grandes activos en ese sentido”.

“Gracias por eso”, dije.

“No hace falta que me lo agradezcas. Reinbach me está ayudando a cambio”, dijo Remily.

El hombre sentado junto a Reinbach, Sever Gardock, respondió: “El deber de un caballero es servir al pueblo. Doblemente a instancias de un amigo”.

Resultó ser el antiguo capitán de la Orden de Caballería que Reinbach me había recomendado contratar para vigilar la lavandería. Durante las presentaciones, Sever explicó que se había retirado, sintiendo el peso de la edad, aunque su poderoso cuerpo daba la impresión de cualquier cosa menos de debilidad. Estaba claro que era un luchador experto, pero no intimidaba. No es que quisiera una presentación intimidatoria, pero siempre me había imaginado que el Capitán de la Orden de Caballería se comportara con tanta seriedad; fue un alivio descubrir que no era así.

Remily, por otro lado, solía servir como maga de palacio. Aún más sorprendente, parecía ser la más anciana de la sala. Como elfa oscura, al igual que todos los elfos, su aspecto apenas cambiaba con la edad. Sólo pude adivinar que era la mayor porque a Sever se le había escapado un comentario, que Remily respondió con una mirada asesina y un amenazador pulso de energía mágica. En ese momento, juré no volver a preguntarle la edad a Remily.

Tanto Sever como Remily insistieron en que me dirigiera a ellos de manera informal; en el caso de Sever, era porque no tenía rango ahora que estaba jubilado, pero Remily simplemente se oponía con vehemencia a cualquier formalidad.

Ahora que sabía que viajaban juntos, pregunté: “¿Por qué venir aquí? Por lo que sé, no es precisamente un destino turístico”.

“Planeamos entrar en la Ciudad de las Almas Perdidas, una mazmorra cercana. Remily quiere recuperar algo de ella, y estamos aquí para ayudarla. Este es su precio por su ayuda en el ataque a Gimul”, dijo Reinbach.

“Así es. ¿Has oído hablar de una hierba llamada rocío de medianoche?”

Preguntó Remily.

“Se utiliza sobre todo como calmante o somnífero”, respondí. “Una hierba difícil de usar, ya que equivocarse en la dosis o mezclarla con los ingredientes equivocados puede convertirla en un alucinógeno o veneno”.

“Conoces bien las hierbas. Pero la medicina no es su único uso”. Remily sacó un bastón negro. “Este bastón se fabricó en una aldea de elfos oscuros empapando repetidamente la madera en rocío de medianoche hervido y secándola. Un bastón como este facilita el lanzamiento de magia oscura”.

“Qué interesante… ¿y no te importa contármelo?”. pregunté, preguntándome si se trataba de alguna técnica antigua y secreta de los elfos oscuros.

“No es gran cosa. Es sólo hervir una hierba y remojar madera en ella. Todo el mundo en el pueblo que puede conseguir rocío de medianoche trata su bastón, en su propia casa”, explicó Remily. “Este bastón me lo regalaron cuando llegué a la mayoría de edad. Lo cuidé lo mejor que pude, pero está al final de su vida”.

“Ya veo. Necesitas más rocío de medianoche para hacer un nuevo bastón”, dije.

“Así es.”

“¿Y por qué estás aquí, Ryoma? Creía que trabajabas en Gimul y sus alrededores”, dijo Reinbach.

“En realidad, yo también busco el rocío de medianoche de la Ciudad de las Almas Perdidas”. Otro uso poco común del rocío de medianoche era hacer repelente de insectos. El Mar de Árboles de Syrus, como su nombre indicaba, era una jungla húmeda y calurosa, llena de insectos y monstruos.

Un repelente de insectos eficaz era imprescindible, y el rocío de medianoche era uno de sus ingredientes.

Al mismo tiempo, esperaba entrenarme contra los monstruos No Muertos que invadían la Ciudad de las Almas Perdidas. Y aunque no esperaba encontrarme con muchos No Muertos en Syrus, los aventureros que perecieron allí a veces vagaban por los bosques.

Reinbach gruñó. “Para llegar a la aldea más allá del Mar de los Árboles…”

“Tendrás que estar preparado para los bichos y los no muertos”, dijo Remily.

“Aunque puedo lanzar algo de magia de luz, nunca he luchado contra monstruos no muertos incorpóreos. Espero adquirir experiencia en la Ciudad de las Almas Perdidas”, expliqué.

“¿Magia de luz?” Remily repitió.

“Sí. Sólo la Bola de Luz básica y la Cortina Sagrada para defenderse de los No Muertos”, dije.

“Eso es más que competente para tu edad”, dijo Reinbach, “pero deja un poco que desear si te encuentras con una horda. Si pudieras lanzar un hechizo de Luz intermedio, estarías bien”.

“¿Quieres que te enseñe una?” ofreció Remily. “Reinbach tiene mucha fe en ti, y viendo cómo te fijaste en mí incluso después de que echara a Esconder, supongo que aprenderás rápido. Además, si vamos al mismo sitio para lo mismo, deberíamos viajar juntos. ¿Verdad?”

Sin duda sería útil, pero me asaltó una duda.

¿Esconderse? Eso no estaba en el libro de hechizos que me dieron, pero a juzgar por su nombre…

“¿Lo usaste cuando nos conocimos?” pregunté.

“Es un hechizo de Oscuridad intermedio que hace que tu presencia sea más difícil de detectar. No es muy útil, ya que no te hace invisible. Quizá por eso no es muy conocido”, explicó Remily.

“La señorita Remily es una maestra de la magia de Luz y Oscuridad, reconocida por su talento incluso entre los magos de palacio. Es difícil encontrar a alguien que supere sus habilidades en este sentido”, dijo Sebas.

“A pesar de sus defectos de carácter”, bromeó Reinbach.

“Qué grosero… Soy una buena persona”.

“Puede ser, pero…” Reinbach se interrumpió y Sever y él la miraron incrédulos. Sebas, por su parte, permanecía junto a Reinbach, con una perfecta máscara de neutralidad.

Entrenarme en magia de luz sería una gran oportunidad para mí, pero su reacción ante Remily me estaba poniendo un poco nerviosa.

“Ahora que os conocéis, tendrás que tratar con ella a pesar de todo”, me dijo Reinbach. “Deberías aceptar su oferta, si quieres”.

¿Qué querrá decir?  me pregunté, pero no iba a desperdiciar esta oportunidad.

“Eso sería maravilloso. Gracias”, dije.

“¡Está decidido, entonces!” Remily animó. “Puedes dirigirte a mí como Maestra durante tu breve tutela”.

“¿Maestra? Está bien…”

“O Sissy, si quieres. Como si fuera tu hermana mayor”.

Eso fue inesperado. Y vergonzoso.

“No, gracias… Maestra”, dije.

“Aw… ¿No quieres que lo haga lo mejor posible?” Hizo un puchero.

“Le dijiste que te llamara Maestra”, dijo Sever.

“Por muy agotadora que sea, la única forma de enfrentarse a ella es ignorarla o soportarla. Buena suerte”, dijo Reinbach.

“Maestro Ryoma, la señorita Remily es una maga con mucho talento”, añadió Sebas.

Mi primera impresión de Remily fue que era de espíritu libre, por no decir otra cosa.

“Hablando de Ryoma, me encantaría verte en acción”, dijo Reinbach.

“Por supuesto”, dije. “¿En la Ciudad de las Almas Perdidas?”

“Eso también. Pero, ¿por qué no entrenas aquí con Sever?”, propuso.

¡¿Con el antiguo Capitán de la Orden de los Caballeros?!

Por lo que parece, Sever estaba tan sorprendido como yo. Pedí explicaciones a Reinbach antes de que Sever pudiera hacerlo, y me dijo que, de todos modos, siempre había querido poner a prueba mi temple antes de que me dirigiera al Mar de los Árboles. Sever, calculó, podría juzgarme con precisión y objetividad. Al oír esto, Sever aceptó rápidamente. Debía de estar sorprendido por lo repentino de la propuesta, pero nunca se había opuesto a la idea de hacer de sparring conmigo.

Además, Sever me explicó que podría evaluar mejor mis habilidades si no las conocía de antemano. En la vida, no siempre podemos prepararnos a fondo antes de enfrentarnos a un adversario… En resumen, quería celebrar el combate ahora.

Así que Sebas y yo fuimos a buscar un lugar adecuado fuera de la ciudad.

Sever nos seguiría pronto, en cuanto se hubiera puesto el equipo.

Pronto encontramos un claro rocoso donde no tendríamos que preocuparnos por dañar la propiedad de nadie. Una vez que Sebas saltó a buscar a los demás, terminé mis preparativos. Sever, a juzgar por su carrera, sería un oponente formidable. Todo esto era demasiado repentino, pero estaba dispuesto a asegurar a Reinbach que estaba preparado para el Mar de los Árboles.