Kami Tachi ni Hirowareta (NL)

Volumen 13

Capitulo 8

Episodio 14: Preocupación De Los Jamils

A la mañana siguiente, después de sentarnos a desayunar, confesé a los otros tres miembros de nuestro grupo de viaje que era un hijo de los dioses.

Aunque ya lo sospechaban, al menos les sorprendió que decidiera darles la noticia ahora.

“Siento habértelo ocultado”, le dije.

“No hace falta que te disculpes. Si fueras por ahí compartiendo esa información a la ligera, me habría preocupado seriamente. Además, todo el mundo tiene secretos, grandes o pequeños, por razones propias.

Nosotros, por ejemplo, nunca te dijimos que sospechábamos que eras un hijo de los dioses”, empezó Reinbach.

“Una relación en la que podéis confiar el uno en el otro y compartirlo todo es algo maravilloso, pero puede haber un largo camino para llegar a ese punto. Tienes todo el derecho a elegir con quién compartir tus secretos y cuándo, Maestro Ryoma. Gracias por elegir compartirlos conmigo ahora”.

“Eso me hace sentir mucho mejor”, dije. Reinbach y Sebas parecían dispuestos a tratarme como siempre. Por otra parte, yo seguía observando a Sever, que había permanecido en silencio, con una expresión amarga en el rostro.

“Sea lo que sea, Sever, escúpelo”, le instó Reinbach.

“Sí, perdone… No quiero bombardearte a preguntas, pero necesito aclarar una cosa. ¿Tienes alguna intención, Ryoma, de usar tus poderes como hijo de los dioses contra este reino?”. Aunque hablaba en voz baja, la pregunta de Sever puso entre nosotros mucha más tensión de la que yo había sentido durante nuestro combate.

Estaba claro que se daría cuenta de cualquier mentira o falta de respuesta.

Y eso no era un problema para mí. “No en lo más mínimo, en este momento. Me gustaría mantener mi estilo de vida tanto como pueda, así que no tengo nada que ganar iniciando peleas con la familia real o con el reino en general. Los títulos y el poder tampoco me interesan.

Sinceramente, todo eso me da igual”.

La tensión entre nosotros se desvaneció. “Eso es lo que pensaba. Mis disculpas. Esa pregunta ardía en mi mente”.

“Es natural, teniendo en cuenta tu carrera”, dije.

Entonces Sever prometió no divulgar mi secreto a nadie. Ni siquiera a la familia real. Ahora que estaba retirado, no estaba obligado a dar información como ésta. “Sin embargo, si Su Majestad ha reunido alguna información sobre ti, nuestro silencio no hará mucha diferencia. El rey se pondrá en contacto contigo tarde o temprano”.

Lo sospechaba. Lo más probable es que no pueda hacer nada para evitar que el rey lo descubra. Si tiene una forma de identificar a los hijos de los dioses, ¿cómo lo hace?

Me fastidiaba mucho no saber cuál era su método.

“Una forma de identificar si alguien es hijo de los dioses…” Sever repitió.

“Nunca he oído hablar de tal cosa”.

“Yo tampoco. Si lo hubiera hecho, lo habría utilizado contigo”, añade Reinbach.

“Cuando Su Majestad suspendió la investigación, me pregunté si sabía de algún modo que Mi Señora no era hija de los dioses. Con una conclusión tan abrupta, creo que tenía buenas razones para ello”, dijo Sebas.

“¿Actuó Su Majestad de forma diferente antes de suspenderlo? Por ejemplo, ¿hacía preguntas inusuales o llevaba alguna herramienta desconocida?”. pregunté, sólo como una ocurrencia. El grupo negó con la cabeza.

“Nos habríamos dado cuenta si se hubiera comportado de forma extraña”, dijo Remily. “Al menos uno de nosotros vigilaba a Elia en todo momento, haciendo las veces de guardaespaldas. Especialmente cuando Elias interactuaba con ella”.

“Un pequeño objeto que pudiera guardarse en la manga, posiblemente”, dijo Sever. “Nadie habría registrado la persona de Su Majestad por ningún motivo”.

“Cierto, pero si tenía tal objeto, podría haberla analizado en cualquier momento. Cuando comenzó la investigación, Su Majestad revisó los documentos él mismo. Si fingió esa dedicación, que me aspen. Entonces, podría haber encontrado un modo durante su búsqueda…”. Reinbach contempló.

“Un hecho peculiar que recuerdo es que Su Majestad hizo llorar a Mi Señora”.

¿Hizo llorar a Elia?  “¿Le sacó sangre o algo?” Le pregunté.

“Nada de eso. Su Majestad la cuidaba mucho, así que a menudo jugaba con ella cuando se veían. En consecuencia, Su Majestad le golpeó la mejilla en broma con un poco de fuerza. Mi Señora no resultó herida, por supuesto, a pesar de sus lamentos. Sólo conmocionada por la inusitada fuerza del contacto físico. Fue una anécdota memorable para mí, pero no puedo imaginar que tenga relevancia en cómo Su Majestad concluyó la investigación.”

“Ya veo…” murmuré. Si el rey había utilizado alguna herramienta de la Tierra u otra cosa que sólo tendría sentido para alguien de la Tierra, existía la posibilidad de que todos mis compañeros de viaje no hubieran pensado nada al respecto. Había muy poca información para que yo pudiera siquiera hacer conjeturas sobre los métodos del rey. “Gracias por compartir eso conmigo”.

“¿Ya has oído bastante? Si seguimos hablando, puede que alguno de nosotros recuerde algo más”, ofreció Reinbach.

“La comida está casi caliente. Tenía curiosidad por saber qué método podría haber utilizado; después de todo, yo podría acabar siendo el destinatario. Aunque el rey no lo supiera a ciencia cierta, podría haber hecho la declaración por razones políticas. No pude terminar la frase porque los adultos me miraban con más atención que cuando revelé mi gran secreto. En particular, los ojos de Reinbach y Sebas estaban llenos de emoción.

“¿Es eso cierto, Ryoma?” La gravedad de la voz de Reinbach me hizo comprender por fin que los hijos de los dioses eran tratados como bombas en este país. Podían reportar grandes beneficios si se aplicaban correctamente, pero también podían desencadenar una destrucción masiva si se les frotaba por el lado equivocado. Como Reinbach no tenía forma de determinar si alguien era o no un hijo de los dioses, nunca estaba completamente seguro de que el rey tuviera razón. Una parte de él siempre debió de anhelar una prueba concreta de que su nieta no era una bomba de relojería.

“Estoy seguro de ello. Al parecer, heredó los dones del rey Masaharu, pero nada más”, dije.

“Maestro Ryoma, no es por dudar de su afirmación, pero ¿puede decirnos cómo lo sabe?”, preguntó Sebas.

“No hay documentos ni nada. ¿Y si te enseño esto?” Saqué mi Tablero de Estado de la Caja de Artículos y saqué un artículo en particular antes de entregárselo a Sebas.

“¡Estos son…!”, empezó.

“¿Qué pasa?” preguntó Reinbach.

“El Maestro Ryoma tiene dos títulos significativos para este asunto: Hijo Amado de los Dioses y Oráculo”.

“Increíble”, murmuró Reinbach. “Cuando dices que Elia no es hija de los dioses…”

“Se lo pregunté a los dioses. ¿Recuerdas cuando fui a la iglesia a que me hicieran esta tarjeta, poco después de conocernos?”.

“Claro que sí. ¿Fue entonces cuando hablaste con ellos?” preguntó Reinbach.

“Me hablaron un poco de todos ustedes, empezando por la suerte que tuve de conocerlos. Además, sólo hay un hijo de los dioses al mismo tiempo.

Hubo épocas en las que había varios, me dijeron, pero ahora yo debería ser el único hijo de los dioses”.

“Ya veo. El alivio inundó a Reinbach, cuyos ojos brillaban.

Sebas le tendió un pañuelo, aunque él mismo parecía estar a punto de llorar.

“Y.… perdóname por ser directo, pero supongo que tu mayor preocupación es que Elia pueda ser capaz de la magia de calamidad que manejaba el rey Masaharu”, dije.

“No te equivocas, pero hay algo más…”. Contestó Reinbach. “¿Sabías que el rey Masaharu era considerado un tirano?”.

“¿Tirano?” No pude evitar repetirlo. Eso era nuevo para mí.

“Aunque es historia lejana, mucha gente duda en criticar a la familia real, así que no me sorprende que no lo supieras”.

Reinbach continuó contándome la historia completa del rey Masaharu.

En primer lugar, no había nacido miembro de la realeza, sino huérfano. El reino estaba a punto de perder una guerra brutal, desesperado por cualquier esperanza de cambiar las tornas. Fue entonces cuando la extraordinaria destreza mágica de Masaharu llamó la atención del rey.

Reclamando a Masaharu como hijo ilegítimo, el rey esperaba añadir al niño de los dioses al arsenal del reino.

Que un miembro de la realeza se declarara huérfano era algo inaudito, y lo más probable es que el rey no tuviera intención de legar el trono a Masaharu. Sin embargo, todos sus herederos legítimos murieron en el campo de batalla o fueron asesinados por agentes de naciones enemigas.

El propio rey falleció repentinamente casi tan pronto como se ganó la guerra y se estableció la paz, antes de que pudiera engendrar otro heredero. Como único miembro vivo de la familia real, Masaharu heredó el reino.

“Debió de haber mucho rechazo”, supuse.

“Naturalmente. Los documentos históricos señalan que Masaharu asesinó al rey y posiblemente a algunos de los herederos legítimos. Por otro lado, Masaharu contribuyó en gran medida a la victoria del reino. La gente lo consideraba un héroe de guerra. Los nobles de la época pensaron que mantener a Masaharu en el trono sería una forma más fácil de gobernar que buscar una excusa para arrebatarle la corona. Al final, le reconocieron oficialmente como rey”, afirma Reinbach.

“Resumiendo, querían a Masaharu como marioneta”, intervino Remily. “A pesar de sus increíbles poderes, Masaharu era conocido como un hombre tímido que nunca cuestionaba una orden antes de sentarse en el trono”.

Una vez que subió al trono, se situó en lo más alto del escalafón. Amasar tesoros y ejércitos para su uso personal, regular el uso de hechizos específicos y reescribir drásticamente las leyes fueron algunos ejemplos de su tiranía que me dieron Reinbach y Remily. Lo peor de todo es que cualquier disidencia era acallada por la fuerza de su magia.

“Lo mejor que podían hacer aquellos nobles que pretendían titiritear a Masaharu era complacer la tiranía de su nuevo rey mientras intentaban mitigar los daños al reino. No se podía desafiar a un héroe de guerra que cambiaba el rumbo de las batallas con nada más que su propia magia…”

explicó Reinbach.

“No queremos que Elia caiga en un camino similar al del rey Masaharu.

Aunque su magia de calamidad puede suponer la mayor amenaza para nuestro reino… lo que más temo es que Elia acabe aislada sin nadie en quien pueda confiar. Que se convierta en alguien que tenga que obligar a los demás a seguirla por la fuerza”, confesó Reinbach.

“En cuanto a su magia de calamidad, es muy poco probable que Elia pueda lanzarla”, dije.

“¿Qué has dicho?” preguntó Reinbach.

“Dudo que Elia pueda lanzar magia de calamidad. Bueno, aparentemente la magia de calamidad no es un hechizo especial que requiera un talento particular o un lugar en una línea de sangre. Es lo mismo que los hechizos que usas todos los días. Técnicamente, todo el que puede lanzar un hechizo tiene el potencial de usar magia de calamidad”, expliqué.

“La magia de la calamidad no es una magia ordinaria…” contraatacó Reinbach. “Por ejemplo, la leyenda de cómo se formaron estos valles. La historia cuenta que los hechizos de Masaharu tienen un poder incomprensible—”

“Sólo debido a su inmensa cantidad de energía mágica. El rey Masaharu tenía una reserva especialmente grande, incluso entre los hijos de los dioses”, dije. “Si hemos de creer las leyendas, no soy ni de lejos el hechicero que él era, aunque ambos seamos hijos de los dioses.

Sinceramente, dudo que alguna vez pueda lanzar hechizos como él, y esperaría lo mismo de Elia, que tiene casi tanta energía mágica como yo.

En todo caso, ella podría tener una oportunidad ligeramente mejor de lanzar ese tipo de magia que el hechicero medio”. Intenté explicarlo con la mayor certeza posible.

Reinbach debía de haber llegado a su límite. Bajó la cabeza y se llevó el pañuelo de Sebas a los ojos. “Disculpadme. Un momento”.

“Te acompaño”, dijo Sebas.

Tras excusarse con voz temblorosa, ambos regresaron a una de las tiendas que aún quedaban en pie.

Se hizo el silencio hasta que Sever dijo: “Gracias”. Incluso como mero amigo suyo que participó en la investigación, siento que me quitan un peso de encima. Sólo puedo imaginar lo aliviados que están Reinbach y Sebas”.

“Siempre me ayudan, así que es lo menos que puedo hacer”, dije.

“Aun así, fue información que no pudimos obtener después de poner sangre y sudor en nuestra investigación. Además, aunque ya sospechábamos que eras un hijo de los dioses, podrías haber guardado silencio sobre la habilidad Oráculo o sobre la magia de calamidad”, añadió Sever.

“Yo tampoco esperaba ni esperaba algo así”, dijo Remily. “Sólo saber que eras un hijo de los dioses me habría hecho feliz”.

“Podría haberme guardado esa información”, admití. “Pero hacerlo a expensas de alguien que me ha ayudado mucho… Eso no me sentaría bien”.

El remordimiento mancharía cualquier vida pacífica que pudiera esperar alcanzar, por no mencionar lo incómoda que me sentiría cada vez que los viera. Incluso ahora, tenía ganas de darme una patada por no haberme dado cuenta antes y por centrarme demasiado en cómo me sentía… Si aún hubiera estado en la Tierra, habría entrado en una espiral de autodegradación. En comparación, aquí practicaba un pensamiento mucho más positivo. Y sólo había llegado hasta aquí gracias a los Jamil. Por eso quería ayudarles en lo que pudiera.

Sever y Remily también parecían contentos con mi decisión.

“Fue una noticia maravillosa para nosotros, así que no tengo quejas, siempre y cuando estés contento con tu decisión, Ryoma”, dijo Remily.

“Yo tampoco”, dijo Sever. “Pero debes elegir muy bien a quién se lo cuentas y qué les cuentas exactamente. Si surge algún problema por ello, te ayudaremos”.

“Espero no llegar a eso. Si es así, aceptaré tu oferta”, dije.

Cuando Reinbach y Sebas volvieron a salir, me dieron las gracias y me prometieron firmemente que me ayudarían en mis futuros proyectos.

Me depare lo que me depare el futuro, tengo gente que me prestará su fuerza. Mientras me aferre a estas relaciones, lo superaré todo, de algún modo.