Kami Tachi ni Hirowareta (NL)

Volumen 13

Capitulo 8

Episodio 13: Tiempo Pasado Con Remily (II)

“Parece que he dado en el blanco”, dijo Remily.

Mis latidos habían pasado de tranquilos a estruendosos en un instante, y estaba seguro de que Remily podía oírlos, dada nuestra proximidad física.

¿Sería por eso que exigía acurrucarse conmigo? ¿Podría seguir siendo una mera suposición por su parte?

“No te pongas nerviosa. No tengo intención de hacerte ningún daño”, susurró. “Además, ya lo sabía antes de preguntártelo. Hubo un tiempo en mi vida en el que me dediqué a investigar sobre los hijos históricos de los dioses”. Remily empezó a explicar cómo había llegado a su conclusión. “La idea me pareció plausible después de tu encuentro con Sever. Sentí curiosidad por tus poderes desde nuestro primer encuentro, cuando me descubriste después de que lanzara Ocultar. En primer lugar, eres demasiado fuerte para tu edad. En segundo lugar, tu magia no se agotó después de lanzar todos esos hechizos en el camino, lo que significa que tienes mucha más energía mágica que la mayoría de nosotros. Cuando nos enseñaste tu mercancía -las comidas instantáneas y todo eso-, ésa fue la tercera señal, porque los hijos de los dioses suelen tener conocimientos excepcionales en algún área y hacen inventos revolucionarios. Y en cuarto lugar, nos hablaste de tu pólvora cuando intentábamos expulsar a los muertos vivientes del acantilado. Por la razón que sea, los hijos de los dioses muestran interés por las armas de fuego y la pólvora”.

Y añadió: “Se dice que uno de esos hijos de los dioses de los que habla la historia utilizaba algo llamado ‘escopeta’ que rocía una amplia zona con pequeñas balas… Llamaste Disparo de Luz al último hechizo que lanzaste en nuestra competición. Viendo cómo el hechizo actuaba igual que esa misteriosa arma de fuego, apuesto a que sacaste la idea de esa escopeta”.

“Como extra, reaccionaste un poco extraño cuando hablamos del rey Masaharu. Casi como si… te tomaras cada palabra a pecho porque se aplicaba directamente a ti. ¿Qué tal lo hice?”, preguntó.

Ya no se podía negar: Remily estaba segura de su evaluación. Dado que tenía una idea general de lo que era una escopeta, debía de tener mucha información sobre los hijos de los dioses.

Si ella puede oír los latidos de mi corazón, no hay forma de escapar…

Entonces lo menos que puedo hacer es aceptarlo.

Aunque las historias de los hijos de los dioses se consideraban casi mitológicas, eran ampliamente aceptadas como figuras históricas. Si hubiera seguido aventurándome sin retener mis poderes, alguien habría atado cabos tarde o temprano. Sólo que fue antes. “En el blanco. ¿De verdad reaccioné de forma tan extraña a la historia de Masaharu?”

“La mayoría de la gente no llegaría a esta conclusión, aunque se hubiera dado cuenta de la profundidad de tus habilidades. Yo sólo lo hice gracias a mis conocimientos sobre el tema y… Bueno, llamémoslo corazonada. Y

creo que nuestros compañeros de viaje también empiezan a adivinarlo, aunque no lo mencionen. Esa investigación que hice surgió de los rumores que rodean a Elia. ¿Sabes que ella también tiene mucha energía mágica?

Como también es descendiente del rey Masaharu, durante un tiempo corrió el rumor de que era hija de los dioses”.

“Bien… No he pedido detalles, pero fue algo sobre un accidente que ella causó”.

“Los rumores empezaban a circular antes de eso, pero el accidente hizo que se extendieran de verdad. No podía seguir ignorándolo, así que empecé a indagar en documentos históricos. La familia de Reinbach participó en la investigación: Sever me ayudaba con ella, así que comparte mis conocimientos sobre el tema”.

“No me había dado cuenta”, admití.

“Para que quede claro, los Jamil no te utilizarán en beneficio propio sin tener en cuenta tus deseos. Los otros nobles… La mayoría de los otros nobles te tratarían con respeto si supieran que eres un hijo de los dioses”, dijo Remily.

Nada haría tambalear mi confianza en los Jamil, pero no habría esperado una reacción así de otros nobles. Así que le pedí a Remily que diera más detalles.

“Cada hijo de los dioses tiene algún tipo de talento excepcional o un gran pozo de poder. No hay excepciones. Los nobles verían la posibilidad de obtener grandes beneficios si se ganaran su favor. Por otro lado, hay registros en la historia en los que molestar a un hijo de los dioses les llevó a retirarse de la sociedad o incluso a desencadenar una batalla desastrosa.

El poder de los dioses puede ser una gran fuerza del bien o del mal. La gente cree que los dioses nos envían a los niños, y la Iglesia no se quedaría de brazos cruzados si alguien enfadara a un niño de los dioses. Dado que molestar a un niño de los dioses podría tener efectos desastrosos para el reino, los nobles tendrían que estar dispuestos a arriesgarse a ser ejecutados para caerles mal”.

Por grande que fuera el poder, no sería más que un lastre si un hijo de los dioses no pudiera controlar su poder. Así que tenía sentido que los nobles prefirieran besarse y asegurarse de que cualquier hijo de los dioses permaneciera relajado y contento… Pero aún tenía más preguntas.

“No es por contradecirte”, dije, “pero no me imagino a toda la nobleza del reino preocupándose por los estados de ánimo de una sola persona”.

“A pesar de sus fachadas engreídas, la nobleza y la realeza se ocupan totalmente de eso”. Remily continuó dando un ejemplo.

Era la historia de un hombre que había aparecido un día en el reino de Rifall. Montaba un incansable corcel de acero y podía atravesar el país a velocidades increíbles. También tenía poderes similares a la magia espacial, lo que le permitía transportar grandes cantidades de carga. El rey de la época reconoció sus poderes y le ordenó que los utilizara para mejorar el reino.

Sin embargo, el hombre valoraba su libertad y se negó obstinadamente a la orden del rey, a pesar de las amenazas de robarle su carrera y sus libertades. Finalmente, cuando la paciencia del rey se agotó, envió un ejército tras el hombre… sólo para que fueran derrotados con facilidad. A lomos del corcel de acero, el hombre dejó atrás a cualquier perseguidor que el rey pudiera desatar.

A partir de ese día, el hombre se dedicó a robar a un noble tras otro. El corcel de acero se mostró tan veloz en el ataque como en la retirada, haciendo que sus movimientos fueran totalmente impredecibles. A medida que su banda crecía en número, llegó a ser demasiado poderosa incluso para todo el arsenal del reino.

Sin nadie que combatiera a los bandidos, éstos no hicieron más que ganar impulso. Sus actividades delictivas no tardaron en llegar a las naciones vecinas. Además, cuando los bandidos huían de la escena del crimen con su botín a cuestas, siempre contaban la historia de la caída de su líder en el reino de Rifall, afirmando que robaban sólo para sobrevivir y protestar por el trato recibido.

Finalmente, la opinión de la corte popular encontró al rey de Rifall en falta; para entonces ya era criticado por otras naciones además de por los ciudadanos de su propio reino. Las relaciones internacionales se desmoronaron y el rey perdió todo el control de Rifall, hasta que su hermano le arrebató el trono y fue ejecutado.

“Su muerte sofocó la persecución internacional, pero esta parte de la historia se convirtió en una mancha para Rifall. Podría haber sido una historia diferente si el nuevo rey hubiera sido capaz de apresar al hijo de los dioses, pero no hubo tanta suerte. Como no se recuperó nada de lo robado…”.

“No es un final feliz”, dije.

“Exacto. Y ése fue sólo un ejemplo. Muchos otros relatos hablan de cómo un hijo de los dioses amenazó el equilibrio de las potencias de nuestro mundo. Ya ves por qué el reino no quiere enemistarse con un hijo de los dioses: aunque no puedan llegar a un acuerdo beneficioso para ambas partes, a menudo se contentan con vivir y dejar vivir”.

Suspiró antes de continuar: “Por supuesto, la gente estúpida siempre será estúpida, no importa la época. Y hay algunos ejemplos en los que las cosas se pusieron muy feas porque nadie creía a un hijo de los dioses cuando proclamaba su identidad. En primer lugar, el reino desarrolló la política de vivir y dejar vivir precisamente a causa de los cuentos con moraleja que rodeaban a los hijos de los dioses, como el que te he contado.”

“Entiendo lo que me has contado, pero no por qué”, le dije. Había compartido una historia de su pasado para advertirme de lo que podría encontrarme en el futuro, pero no estaba seguro de por qué me había revelado que me consideraba un hijo de los dioses.

“No te lo habría dicho si hubiera pensado que te volverías loco porque alguien descubriera tu identidad. Estaba segura de que tendrías la mente y los oídos abiertos. Pensé que ser sincera contigo facilitaría las cosas”, explicó.

“Agradezco tu confianza en mí”.

A juzgar por las historias de los anteriores hijos de los dioses, Remily debió de prever la posibilidad de que no me tomara demasiado bien esta noticia, una posibilidad que podría haberle costado la vida… El hecho de que me lo dijera era un testimonio de su valor y su bondad.

Pero entonces soltó otra bomba. “También me facilita las cosas. No había forma de decirte que Elías sabe que eres una hija de los dioses y seguir fingiendo que yo misma no me había dado cuenta”.

“¿Qué?” Había oído ese nombre hacía poco. Mi instinto de girar la cabeza fue subyugado por las voluptuosas masas que había detrás. “Sólo para aclarar… ¿Quieres decir, Su Majestad?”

“Aha. Elías también participó en esa investigación… Bueno, él fue quien encargó la investigación en primer lugar. Además de ser rey y descendiente de un hijo de los dioses, seguro que tiene información que nosotros no tenemos. Documentos a los que sólo tiene acceso la familia real, por ejemplo”. Al final, el rey había determinado que Elia no era una hija de los dioses. “Su reserva de energía mágica es enorme, pero esa fue la única señal que mostró. Elias lo explicó diciendo que era descendiente del rey Masaharu… pero eso no era prueba suficiente para desmentir los rumores, y nosotros tampoco estábamos muy convencidos”.

“Pero la palabra de un rey es ley, así que no tuvimos más remedio que apoyarla”, dijo Remily. “Y así era más conveniente para nosotros proteger a Elia. Lo más probable es que Elias conozca alguna forma secreta de determinar si alguien es hijo de los dioses, sin que nosotros lo sepamos”.

Tenía sentido. Al menos, no tenía motivos para dudar de la suposición de Remily. De hecho, ni siquiera sabía qué clase de persona era el rey… Pero lo que más me preocupaba era que, al parecer, sabía que yo era un hijo de los dioses. Aunque Hudom—que había espiado para el rey hasta hacía poco—seguía trabajando conmigo, ya no le daba al reino ninguna información sobre mí después de que Reinhart le hablara de ello. Aun así, el rey tuvo que enterarse de lo ocurrido durante el ataque a Gimul.

“Me lo planteó a mí, así que quise decírtelo a ti primero. Te habría sorprendido que te llamara al castillo de la nada”, dijo Remily.

“Si no me lo hubieras dicho, habría sospechado mucho”.

“Lo único que quiero pedirte es que le escuches con calma cuando llegue ese momento. Elías no querría convertir en enemigo a un hijo de los dioses”.

“De acuerdo”. No tenía sentido especular cuando se trataba de esto. Si mi situación cambiaba, pediría consejo a Reinhart. “Para prepararme, debería decirles a los Jamil que soy un hijo de los dioses.”

“¿Estás seguro?”

La verdad es que no había ningún problema en revelar tanto sobre mí. Era sólo que, históricamente, revelar esta identidad en particular no había funcionado para todos. Algunos hijos de los dioses en la historia fueron traicionados por aquellos en quienes habían confiado. Otros fueron tachados de mentirosos y condenados al ostracismo. Otros se hicieron demasiado famosos: perdieron su libertad y a sus seres queridos a manos de fuerzas nefastas que se habían enterado de sus poderes… Demasiados ejemplos históricos de desgracias.

El manual que me habían dado nada más llegar a este mundo decía que, aunque podía revelar mi identidad, no era recomendable. Si quería contárselo a alguien, debía asegurarme de que confiaba en él y de que no me arrepentiría si las cosas se torcían.

Confiaba plenamente en los Jamil, y si ya lo sospechaban, quizá les resultara más fácil tomar la decisión correcta si surgían problemas.

“Además, ahora que lo sabes -y sólo me conoces desde hace unos días-, no veo la ventaja de seguir ocultándoselo”, dije.

“Tiene sentido. Probablemente yo era el más sospechoso de tu círculo”.

“Te agradezco lo que has hecho por mí. Y confío en que mantengas esto entre nosotros por ahora”.

“Por supuesto”, dijo Remily con una seriedad genuina que no le había oído antes. “Ahora que eso está fuera del camino, debemos descansar un poco.

Sin un buen descanso nocturno, mañana nos sentiremos miserables… Sin mencionar que dormir es esencial para mantener una piel joven”.

“Bien… Buenas noches”, dije.

Después de todo lo que había pasado, debía de estar hasta los huesos. A pesar de las sorpresas a las que me había enfrentado hoy, acabé la noche relajado. Enseguida me invadió una acogedora sensación de somnolencia.