Monogatari (NL)

Volumen 19: Orokamonogatari

Capitulo 1: Fiasco Sodachi

Parte 9

 

 

Ahora que lo pienso, la razón por la que opté por una acción tan insensata podría haber sido que el dialecto me había confundido—como mísera excusa, era la primera vez en mi vida que me encontraba con un dialecto así.

Cuando cambié de escuela primaria, no me alejé tanto, así que nunca había tenido la experiencia de sentirme desconcertada por pequeñas diferencias en las palabras, aunque, por supuesto, en sentido estricto, las mismas palabras que utilizaba a diario seguían estando incluidas en otros dialectos.


Incluso la llamada «lengua estándar» es, en el fondo, el dialecto de una sola región—que sea la «forma correcta de hablar» es algo así como una ilusión colectiva[13].

Debo tener en cuenta que mi forma de hablar es la minoritaria en esta comunidad—para mí, la forma de hablar de Yurugase Amiko suena grosera (incluso teniendo en cuenta sus malas intenciones), pero para los lugareños como ella y el resto de la clase, mi forma de hablar podría interpretarse como un rechazo a adaptarme a la zona.

Se habían reído de mí durante mi autopresentación, pero aunque hubiera podido hacerlo sin tartamudear, igual se habrían reído de mí—supongo que, como adolescentes, no habían tenido muchas oportunidades de oír la extraña forma de hablar de un forastero de verdad.

Puede que sea mejor que me consideren un hazmerreír que una estudiante transferida sospechosa, pero debido a todos los fallos que sigo cometiendo, a estas alturas, he acabado por dejar sin sentido incluso ese «resquicio de esperanza».

Debo de ser una prodigio desperdiciando la buena fortuna.

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Puede que aún forme parte de esa tópica reacción de: «¡Mira, es la alumna transferida!», pero mientras seguía a Yurugase Amiko por la escalera, empecé a sentirme un poco como si estuviese en la situación: «disciplinando a la recién llegada».

Si ese es el caso, ¿podría ser que la razón del aislamiento de Yurugase Amiko en clase sea que es una delincuente? No podría decir nada con certeza basándome en ese breve intercambio de palabras, pero esta chica parecía tener un espíritu fuerte y, además de eso, parecía tener una voluntad fuerte—así que podría ser una suposición perfectamente realista.

Si ese es el caso, he acabado tomando accidentalmente la decisión de «convertirme en miembro del grupo de delincuentes» (aunque en realidad no era un grupo), pero si ese es el resultado, si me lo digo a mí misma, no parece que sea algo por lo que pueda elogiarme, más bien quiero reprenderme.

Qué profesional soy, cometiendo este tipo de errores.

¿Incluso pretendía tener éxito apenas comenzar?

Dejando a un lado lo bueno y lo malo de intentar ganarse el favor de una poderosa delincuente, era una forma perfectamente razonable de abrirse camino en el mundo, pero después de que casi la he vuelto hostil, pues no puedo afirmar que sepa lo que piensa… Ni siquiera puedo abrirme camino a través de un charco, ¿verdad?

Quizá me pegue. No quiero eso.

No me gusta la violencia, pero no me gusta tener problemas en mi primer día como estudiante transferida, más aún—las regulaciones son probablemente más laxas aquí que en una secundaria privada, pero incluso en una escuela pública puedes ser expulsado y tal.

A juzgar por lo que pasó con Senjougahara Hitagi, tal vez pueda mantener mis heridas al mínimo si finjo desmayarme después de que me golpeen una vez, y puedo intentar superar esto usando ese tipo de técnica…, aunque no creo que tenga el talento interpretativo para lograrlo.

Podría hacerme la muerta, aunque ya parezco algo muerta.

Mientras cedía y me dejaba llevar por la ansiedad, terminé de subir las escaleras—habíamos llegado a la azotea de la secundaria.

Era la primera vez que me encontraba en un lugar así, ya que el tejado de la Secundaria Naoetsu estaba prohibido. Sin embargo, el paisaje que se extendía ante mí era diferente en algunos aspectos a mi imagen mental de un «tejado de secundaria».


Era césped artificial, por supuesto, pero toda la zona parecía haber sido convertida en césped, y rodeando todo el tejado había una valla tan alta que parecía imposible trepar por ella.

En primer lugar, parecía difícil suicidarse saltando desde este tejado… Mi impresión era menos la de una valla anticaída y más la del interior de una jaula en un zoológico.

No era sólo en los bordes del edificio—al mirar hacia el cielo, una fina red de malla había sido tendida por encima… ¿acaso los administradores de esta escuela pensaban que los adolescentes eran propensos a volar hacia el cielo?

No, no es eso.

La red se había colocado allí para que los alumnos pudieran jugar a la pelota en el tejado—de algún modo, realmente parecía una escuela urbana.

Pero entonces, por lo que pude ver, nadie estaba en el tejado después de clase, y era difícil decir que este valioso espacio muerto estaba siendo utilizado eficazmente—aunque probablemente nunca habían previsto que se utilizara como lugar para convocar a una estudiante transferida.

Pero ya lo había hecho y, dándome la espalda, Yurugase Amiko dijo: “Hey, ¿qué intenta’ hace’? No e’ raro ver que evito a la gente, a’í que ¿po’ qué ere’ tan re’ervada?” Y, con su fuerte acento, sinceramente, no tenía ni idea de lo que estaba diciendo.

Me preocupaba estar en un tejado desconocido y tampoco tenía experiencia con este dialecto, pero incluso antes de considerar esas cosas, ella hablaba demasiado rápido para que yo pudiera seguirla correctamente.

Si tuviera que malinterpretar cruelmente la situación, podría decir que ahora mismo Yurugase Amiko estaba sintiendo el mismo tipo de tensión que yo—si pensara que la estridencia de su voz indicaba algo así, entonces esto podría resultar diferente al estereotipo de «delincuente intentando hacer entrar en razón a una incauta estudiante transferida que no sabe leer el ambiente».

Eso si estuviera versada en las costumbres de los delincuentes, claro.

Bueno, si ahora ese es el caso, si alguien preguntara en qué tipo de situación me he metido, no podría responder aunque lo pensara… pero, de nuevo, sólo pensar no ayudará mucho a mi situación.

O tal vez debería decir que me preocupa parecer desafiante si me pierdo demasiado en mis pensamientos, y no es que se haya establecido que Yurugase Amiko no es realmente una chica problemática, violenta y de mal genio.

Seguirle el juego a una alumna delincuente no me resultaría del todo imposible, pero aun así, he decidido que tengo que hacer lo que pueda, así que, encarándome con Yurugase Amiko, le dije algo así como: “¿He hecho algo que te moleste?”

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Como no sé lo que podría soltar si hablo imprudentemente y me emociono, intenté hablar lo más claro posible.

Ante eso, la respuesta de Yurugase Amiko fue algo así como: “No me joda’, ¿quiere’ que te meta en e’to, idiota?” Su acento se había suavizado un poco, pero dicho esto, no estaba segura de estar oyéndola bien debido a su forma brusca de hablar. ¿«Idiota»? ¿Alguien me había llamado así a la cara en toda mi vida?

Como Yurugase Amiko aún estaba de espaldas a mí, estrictamente hablando no me lo dijo a la cara, pero por su tono de voz, fue como si pudiera ver a través de su expresión facial con un 100% de claridad.

Me imaginaba una cara muy enfadada.

Pero, al intentar mantener una conversación de espaldas, por alguna razón su postura era menos eso y más una pose—de algún modo, incluso parecía como si estuviera embelesada en sí misma, como una narcisista.

Como yo era igual, más o menos, eso pensé.

Hablando de eso, incluso cuando me había emboscado con los brazos cruzados cerca de la escalera, parecía haber un toque de actuación escénica, casi teatral.

Para bien o para mal, carecía de la intensidad incuestionable de un actor real, pero esa burda imitación daba lugar a otro tipo de intensidad.

… Pero, bueno, después de haberla malinterpretado tantas veces, no puedo fiarme de mi propia estimación: «How Much» no era un apodo que me gustara en primer lugar, pero era una valoración demasiado alta de mi capacidad de apreciación a medias.

De todos modos, fuera como fuera, esta era la conversación que había deseado desesperadamente.

Un cara a cara entre nosotras dos.

Fue muy diferente de lo que esperaba, pero fue un ir y venir con Yurugase Amiko—continuemos la carrera.

Deberíamos poder superar la barrera del idioma con expresiones faciales y lenguaje corporal—sin embargo, la estaba viendo de espaldas, pero ella no podía verme en absoluto. «Mírame», quise gritar.

“¿Qué…?” Yurugase Amiko se dio la vuelta—¿telepatía? No, no era eso. Había querido gritar algo y, de alguna manera, parecía que había acabado gritándolo.

Impulsivamente.

Maldita sea, mi autocontrol flaquea—soy incapaz de soportar esta situación estresante y las cosas han dejado de tener sentido. Es como si estuviera perdiendo el control sobre mí misma.

En el peor de los casos, si ella se pone violenta, yo podría evitar meterme en problemas si soy puramente la víctima, pero si acabo siendo el agresor, por no hablar de la posibilidad de que nos pillen a las dos peleándonos, me expulsarían, no es broma. Si las cosas fueran mal, incluso podría ser un asunto para la policía, como se suele decir…

Pero, no puedes retirar las palabras una vez que han salido de tu boca, y a causa de la mirada implacable de Yurugase Amiko, era aún más difícil disculparse. Porque en vez de decir «perdona», dije: “Ferdona[14].” Bueno, tal vez intentaba superarlo aliándome con ella—no, no sé qué intentaba hacer.

Efectivamente, Yurugase Amiko dijo: “¿Hauh…?” Y puso una cara deliberadamente desconcertada que, al acercarse, parecía aún más amenazadora.

Incluso esto se parece un poco a la actuación.

Si está intentando «actuar» para animarse a sí misma, está poniendo demasiado empeño en la actuación—es muy teatral.

Pero no estoy en condiciones de hablar de otras personas.

Ni siquiera puedo decir: «perdón».

“Habla’ conmigo el prime’ día.” Yurugase Amiko fue directa al grano. Tenía la cara tan cerca que podía sentir el aire que exhalaba cuando hablaba. ¿Cómo se supone que debo tomármelo? ¿Te estás burlando de mí? Pensé que, si la miraba directamente a la cara, podría traducir en cierta medida aquella forma de hablar tan pendenciera. Las expresiones faciales son importantes—los ojos son ventanas al alma[15]. Mis propios ojos parecían demasiado muertos para ser ventanas del alma, pero funcionaba para lo que Yurugase Amiko intentaba decir… aunque, dicho esto, esta vez la entendí.

¿Me estaba burlando de ella?

Si me presionaran para que respondiera a eso, bueno, aunque fue involuntario, supongo que podría haberme estado burlando de ella—más que involuntario, podría ser más exacto decir: «inconscientemente»—o más bien, podría estar más cerca de la cruel verdad del asunto decir que simplemente no era consciente de cómo estaba actuando.

Había imaginado vívidamente que, incluso como estudiante transferida no acostumbrada a la zona, sería fácil tratar con una alumna que parecía aislada en su clase, que podría comprometerme con ella desde una posición superior, que podría tenderle una mano.

Reprendida con una crítica tan mordaz, sucumbí a un espantoso nivel de vergüenza. Para mí, ese tipo de vergüenza puede fácilmente desembocar directamente en rabia—quiero rebatir con: «¿Siquiera tienes corazón?», por torturar implacablemente a una persona desdichada y lamentable como yo.

Qué mente tan patética.

Desde que comprendí eso de mí misma (¡lo comprendo!), dediqué todo mi ser, movilizando todas las partes de mi cuerpo para permanecer en silencio de alguna manera, casi como si estuviera capeando el temporal ignorando las palabras avasalladoras de Yurugase Amiko.

Aunque resulte que se ofende porque la ignoran, es bastante irónico que esta vez sea yo quien la ignore.

Pero lo que necesito ahora es autocontrol consciente.

No, con mi tipo de mente, ¿debería llamarlo autocontrol sin sentido?


Bueno, como sería incómodo estar completamente callada, de vez en cuando emitía algunos ruidos de reconocimiento, pero en el fondo pensaba: «Espero que esto acabe pronto»—era muy reacia a decir cualquier otra palabra de disculpa, pero ni siquiera podía poner una expresión facial de remordimiento.

“Lo entiendo, así que por favor déjame ir a casa.”

Eso es lo que yo estaba insinuando descaradamente (a pesar de que no lo «entendía» en absoluto), sin embargo, mientras yo estaba cada vez más harta, la dirección del viento pareció cambiar—como estaba intentando desesperadamente reprimir mi desbordante timidez y dejaba que las palabras de Yurugase Amiko me entraran por un oído y me salieran por el otro, era un misterio hacia dónde había fluido la conversación. Ahora me estaba explicando cómo la actual líder de la clase era una chica apellidada Suzubayashi, y cómo Kyakufuji era una chica simpática que probablemente sería amable conmigo, y cómo la mayoría de las cosas irían bien si convertía a un chico llamado Hashimura en mi aliado.

Incluso después de darme cuenta de eso, sentí que no entendía nada de lo que estaba diciendo, pero de alguna manera parecía como si Yurugase Amiko me estuviera dando una exposición sobre todos los de la clase.

Me estaba dando una explicación detallada de cosas como la jerarquía de clases, cómo se organizaban las relaciones interpersonales y la red del ecosistema de clases. Quién estaba en qué situación, quién tenía qué personalidad, qué grupos establecidos ejercían influencia y, por último, quién salía con quién, quiénes eran ex novios y ex novias… Con su tono áspero, Yurugase Amiko me estaba dando una explicación cuidadosa y minuciosa de todo tipo de particularidades que yo, sinceramente, no quería saber.

Y, sin embargo, si se me revelan todas a la vez, no podría hacerme una idea de los perfiles de los 40 compañeros de clase—ni siquiera estaba segura aún de los nombres de todos. Apenas podía recordar qué alumnos tenían apellidos poco comunes, o qué alumnos tenían los mismos apellidos que amigos míos de hace mucho tiempo.

Seguramente se trataba de un fallo de comunicación, pero una vez dejada a un lado la cuestión de mi falta de comprensión, ¿no es casi como si Yurugase Amiko me estuviera dando consejos como estudiante transferida…? No, eso es exactamente lo que era.

Si escuchaba atentamente lo que me decía y lo anotaba todo en un memorándum, me parecería una información que me ayudaría a sobrevivir el mes siguiente. Más que eso—si yo fuera una persona avezada en los caminos del mundo y hubiera conocido a una chica con la que pudiera quedarme a solas de forma natural, se trataba de información personal que no podría haber averiguado en sólo un mes, y, en primer lugar, ni siquiera querría averiguar detalles escandalosos como quién intimaba con quién.

Pero, siendo consciente de ello, la razón por la que no me atrevo a sacar un bloc de notas de la mochila es que sigo sin saber por qué Yurugase Amiko me estaba dando toda esa información—esto debería ser una denuncia unilateral de mi impetuosa estupidez como estudiante transferida, pero ¿por qué demonios estaba recibiendo tanta caridad?

En contra de lo que podría sugerir su grosero comportamiento, tal vez Yurugase Amiko fuera en realidad una persona amable y servicial, rebosante de bondad humana… aunque yo no soy el tipo de persona dócil que aceptaría algo así. No reconozco la existencia de personas «realmente agradables».

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Más bien, para mí era realmente más natural creer que Yurugase Amiko estaba tratando de empujar a un estorbo como yo hacia algún otro compañero de clase.

Podía aceptar fácilmente que, aunque la exposición de Yurugase Amiko me pareciera cariñosa, lo que había en el fondo era que simplemente consideraba que tratar con un estudiante transferida era molesto.

Era como si me dijera: «Aléjate de mí», pero me estaba indicando mi destino, y además de entregarme un mapa de caminos, me había dado instrucciones detalladas de navegación—así que, bueno, pensándolo normalmente, debería considerar esto como una conclusión de todo el asunto.

Una conclusión y un punto de inflexión.

Debería mostrar mi gratitud y dar las gracias a Yurugase Amiko, volver a la clase y empezar a hablar con gente como Suzubayashi Fulana, Kyakufuji Mengana y Hashimura Sutano-kun.

Me había equivocado al abrochar los botones de la camisa, pero ahora era el momento de pulsar el botón de reinicio, por así decirlo—era la oportunidad de volver a empezar[16]. Ufufu, a ver ¿mañana de quien me haré amiga?

Oikura Sodachi, la mujer que nunca podría pensar así.

No puedo tomar las decisiones correctas y, si mi razonamiento es sólido, empiezo a dudar aún más de mí misma—sé que una alumna transferida problemática como yo acabará recayendo.

Si yo estuviera en su lugar, probablemente haría lo mismo. ¿Crees que podría tratar a todos los extraños con amabilidad cuando apenas puedo hacer lo mismo por mí misma?—sé lo doloroso que es ese sentimiento. Al fin y al cabo, los de tercer año de secundaria están ocupados estudiando para los exámenes de ingreso.

Pero aunque dije: «si yo estuviera en su lugar, haría lo mismo», debo decir que sería bastante dudoso que yo pudiera hacer algo así.

¿Por qué? Porque no tendría ni idea de a quién debería empujar a la estudiante transferida—como chica del rango más bajo de la humanidad, no tendría ni idea de qué tipo de personalidades tenían mis compañeros de clase.

Si lo hubiera sabido, aunque sólo fuera un poco, no habría celebrado ese juicio en clase y, como resultado, no me habrían exiliado tan miserablemente, y no habría llegado hasta aquí, a la Secundaria Shishikurasaki.

Así que, si este era el punto de conclusión, entonces ese era el punto de duda.

¿Por qué Yurugase Amiko tenía un conocimiento tan detallado de la información personal de la clase? ¿Por qué su conocimiento alcanzaba incluso las cosas más insignificantes, como la idiosincrasia, las relaciones de poder y los intereses de cada uno?

Sólo podía verlo como algo extraño.

En lugar de llamarlo extraño, tendría que decir que es cuestionable—como estudiante transferida, probablemente no puedo decir que haya nada extraño en que ella sepa cosas sobre sus compañeros de clase, pero ese no es el punto que encuentro dudoso.

Si lleva consigo ese tipo de información valiosa, ¿no debería ser capaz de ejecutar un plan por sí misma? Eso es lo que estaba pensando.

Incluso con un mapa tan detallado de la influencia dentro de la clase, no debería estar aislada—el mayor factor de mi propio aislamiento fue mi ignorancia e indiferencia hacia otras personas. En otras palabras, si te interesan los demás y sabes cosas sobre ellos, no puedes estar aislado, aunque quisieras. Incluso si, como yo, tus ideas sobre otras personas fueran simplemente nociones prejuiciosas, sería difícil creer que pudieras hablar sobre las personalidades de personas cercanas si estuvieras en un estado de distanciamiento y aislamiento.

Por otro lado, también era difícil de creer que Yurugase Amiko se hubiera inventado un montón de mentiras sobre la marcha. Aunque es válida como explicación de la situación, no es muy realista imaginar que hubiera recitado tanta información falsa para alejarme.

Me pareció que la destreza de fabricación necesaria para inventar tantas mentiras que se parecían a la verdad era demasiado elevada—falsificar 40 datos personales, se mire como se mire, era demasiado excéntrico para ser creído.

Es algo que haría una persona especial.

Tendría que verificar la veracidad de toda aquella información, pero no podía creer que todo aquello fuera inventado…

Cállate, Oikura, en qué estás pensando, qué estás rumiando en esa cabecita quejumbrosa y tonta que tienes—sea lo que sea lo que estés pensando, seguro que está mal, así que recibe obedientemente esta bendición, idiota, me pareció oír que decía la voz de Araragi.

… Sé que Araragi no está diciendo eso.

Es sólo que cuando necesito una opinión discrepante que me haga pensar detenidamente, sólo puedo tenerla expresada por el Araragi que llevo dentro—el Araragi opositor es la energía que me mueve.

Yurugase Amiko me gritaba desde una corta distancia, pero la voz de Araragi en mi fantasía resonaba más fuerte en mi interior, llena de intenso malestar, llena de profundo y acre dolor.

Sea cual sea la situación estresante en la que me encuentre, enviar mi imagen mental de Araragi volando de un puñetazo me despeja la cabeza hasta cierto punto, y la presión que estaba sintiendo por parte de Yurugase Amiko no era nada demasiado significativo.

Dicho esto, no es que el Araragi que llevo dentro vaya a ayudarme a salir de este dilema. Bueno, no parece que Yurugase Amiko vaya a ponerse violenta conmigo, así que la situación ahora mismo no es la peor que podría ser, pero…

Aun así, no podía borrar mis sospechas sobre lo que planeaba hacer. Igual que yo veo a todo el mundo como un enemigo, todo el mundo me ve a mí como un enemigo, y planean hacerme daño si tienen la oportunidad… eso es ir más allá de la misantropía y llegar al nivel de la megalomanía (¿engañar a alguien como yo beneficiaría a alguien?), pero aun así, esto no me cuadra.

Sólo con ver el resultado, gracias a Yurugase Amiko, pude captar aspectos de los compañeros de mi derecha y mi izquierda de los que antes no sabía nada, hasta cierto punto… sin embargo, después de escuchar atentamente su ametralladora charla, al final, no pude decir ninguna palabra de agradecimiento.

No la presioné contrariamente con algo como: «¿Qué pretendes, te estás burlando de mí?», pero probablemente fui honesta con lo que dije—mi mentalidad, que había sentido instantáneamente oposición a su auto afirmativa buena voluntad, podría haberse calmado con sólo vislumbrar un punto de duda.

Un punto de duda.

Si lo exponía de forma sencilla, era algo así como: «¿Por qué no utilizas esa información para ayudar a tu actual estado de aislamiento?» Sin embargo, ella no parecía contenta con mi falta de gratitud—me amenazó con un: “¿A qué viene e’a mirada?” Ciertamente, no le había hecho ni pizca de gracia, pero me molesta esa queja sobre mi expresión facial. Es la misma cara que he tenido siempre. Dirige las quejas a mis padres, por favor, aunque no es como si los tuviera.

Como si se hubiera rendido ante mi ingrata y rebelde actitud, por fin, Yurugase Amiko apartó la mirada de mí. Como nuestras mejillas casi se habían acercado lo suficiente como para estar a punto de tocarse, sinceramente me sentí aliviada.

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Mi espacio personal era «una distancia en la que los brazos y las piernas no me alcanzan», así que, aunque nos habíamos separado un poco, mi tensión interpersonal no había desaparecido del todo—como siento presión siempre que me enfrento a alguien, francamente hablando, me habría ayudado muchísimo poder seguir mirándola a la espalda como antes.

Realmente no puedo decir eso (aunque no fuera yo, es imposible que alguien dijera algo como: «Habla de espaldas a mí, por favor»), sin embargo, al menos Yurugase Amiko había escuchado la mitad de mi petición.

¿Esta vez sí era telepatía (o más bien, me había acalorado y había vuelto a decirlo accidentalmente en voz alta)? Pero aunque me había puesto nerviosa, no era eso—tras haber dicho todo lo que quería decir, parecía que Yurugase Amiko pretendía dar media vuelta, dejarme en el tejado e irse a casa.

No, no, no, espera, ¿pretende terminar de una forma tan incompleta? Intenté detenerla, pero no se me ocurrió cómo dirigirme a ella (¿Yurugase-san? ¿Usar «san» la haría sentirse cohibida? ¿Parecería Yurugase-chan demasiado amistoso? ¿No debería usar honoríficos? ¿Sería demasiado amistoso? Además, en mi estado mental, ¿acabaría equivocándome con un apellido desconocido? Para empezar, ¿se llamaba Yurugase Amiko? A ver, a ver, a ver), así que no tuve más remedio que resignarme a verla marcharse en silencio.


Qué sensación de impotencia.

Me habían dicho todo lo que quería oír, y ella dijo todo lo que quería decir—ciertamente, podría haber tenido buenas oportunidades, pero no pude decir nada de lo que quería decir, y no pude evitar sentirme indigesta, como si no hubiera conseguido un buen resultado—acabé abrazando la melancolía.

Me había conquistado, de una manera áspera y prepotente.

Sin embargo, en un principio, no estoy segura de que realmente tuviera nada que decir—la razón por la que había sido tan particular con Yurugase Amiko era porque ella me había ignorado.

Y me enfadó.

No había querido reconocer mi mala decisión de hablar primero con ella—me obstinaba en asumir la muerte de mis expectativas; no podía decir que tuviera nada parecido a un sentido de propósito. En todo caso, lo que tenía era un sentido de ser víctima.

No puedo perdonarle que me ignorara cuando estaba endureciéndome y esforzándome al máximo. Podría decirse que Yurugase Amiko no soportaba mi egoísmo.

No almorzó conmigo y ni siquiera me dio una vuelta por la escuela, pero para compensarlo, me había dado esta información—es una forma dura de decirlo, pero independientemente de las circunstancias, ahora que hemos llegado a esto, podría decir que ha cumplido su propósito.

… Es una forma muy dura de decirlo, ¿verdad?

Pero, no es eso lo que estoy diciendo, es lo que la propia persona está diciendo—como sabía que le habían dado el papel de trampolín, probablemente me advertiría que no me involucrara más con ella.

No diré que no tenía intención de utilizarla como trampolín—la verdad inquebrantable era que había empezado a hablar con ella como primer paso, o quizá como puente, para integrarme en la clase.

Sin embargo, aunque todo hubiera ido según lo previsto y hubiera empezado a encajar en la clase, y pudiera decir que no tenía intención de dejar de lado a Yurugase Amiko, sería difícil de creer… o debería decir que, si yo fuera ella, como tengo un fuerte complejo de persecución, sin duda lo interpretaría así.

«Me hablabas porque querías que te presentara a nuestros compañeros, ¿no?», y yo respondía: «Sí, sí, así está bien».

“No es como si tuvieras algún interés en mí, ¿verdad?”

Mis hombros cayeron y solté un gran suspiro.

Sin más, ya no podía soportar el peso de mi cuerpo—me agaché sobre el césped artificial y enterré la cara en las rodillas, con los brazos agarrados alrededor de las piernas. La falda de mi flamante uniforme probablemente se ensuciaría, pero no me importaba.

Me pregunto, hm…, por ejemplo si, aquí…, si hubiera una bolsa de plástico bien apretada de desperdicios de comida…, de esas translúcidas, donde pueden caber unos 70 litros de basura dentro…, y Oikura Sodachi-chan, alias «yo», estuviera de pie junto a ella…, si le preguntaras a alguien: «Hmm, ¿con cuál debería hablar?», de verdad, de verdad, de verdad, soy tan despreciable que no dudaría en elegir la bolsa de basura.

En esa situación, elegirme a mí sería antinatural a menos que fueras al menos tan excéntrico como Araragi… pero, aunque eso sea cierto, la única persona que realmente no puede abandonarme, soy yo.

Si fuera cualquier otra persona, sería lo primero que desecharían, pero soy yo—¿qué haría si no me protegiera?

No importa lo que me digan, no me desanimaré.

Acababa de agacharme, pero me levanté enseguida—cambiemos de tema. Al menos consideraré todo arreglado con Yurugase Amiko.

¡Aah, no estoy tan mal!

¡Salió bien!

Minimicé la cantidad de interacción que había tenido que tener con Yurugase Amiko, que, aunque no tanto como yo, parecía tener una personalidad considerablemente problemática. Más bien, ¿no podría llamarse a eso hacerlo bien como estudiante transferido? ¿No es esto lo que llaman asumir una pérdida para obtener un beneficio[17]?

Incluso si ganaba un beneficio, sentía que no lo había ganado virtuosamente[18], pero si pensaba en esto como dejar que Yurugase Amiko se fuera sin involucrarse con una persona deshonrosa como yo, podría incluso sentir que había hecho algo bueno.

¿Por qué, no hemos hecho cosas buenas la una por la otra? Ufufu, qué bien sienta hacer algo bueno—de una forma u otra, de una forma que no podía imaginar, eso me ha animado tanto anímica como físicamente.

Como pensaba, mi falda estaba arrugada, pero comparado con las arrugas grabadas en mi frente, eso era un asunto insignificante—creo que ya me he acostumbrado.

Ahora bien, se ha hecho bastante tarde, pero debo hacer uso de esta información que he obtenido—antes de abandonar la escuela, ¿por qué no vuelvo a las aulas un rato…?, tal vez pueda charlar con alguien más.

Si alguien sigue aquí a estas horas, son estudiantes que presentarán exámenes a la universidad, que estarán teniendo un grupo de estudio y no simplemente charlando… «Grupo de estudio» es una secuencia de palabras que me horroriza casi tanto como «Araragi Koyomi», pero incluso si es así, lo soportaré con un esfuerzo, contendré mi piel de gallina, y participaré, lo suficiente para demostrarles lo magnánima que soy.

Estudiar es mi especialidad. Más que la gente.

Aunque ya era demasiado tarde, mientras bajaba la escalera se me ocurrió una idea: Yurugase Amiko llegó al extremo de vender la información personal de sus compañeros para rechazarme, ¿no fue porque sentía lo mismo que yo…? Aunque seguramente ya es demasiado tarde para eso.

No pude entenderla muy bien debido al acento, pero me pareció que había dicho cosas como: «Aunque estaba evitando a la gente» y «¿Quieres que te meta en esto?» al principio de nuestra charla.

Para mí, no era una excusa excesiva, pero en su caso, ella podría haber estado pensando con bondad en su corazón: «no debería involucrarse con una persona problemática como yo», y por lo tanto me había ignorado.

No es necesariamente imposible.

Dicho esto, he estado aislada muchas veces en mi vida, pero no es que nunca haya rechazado a otras personas por motivos como ese—si el aislamiento consiste en pensar que estar solo es suficiente, entonces es natural rechazar por completo a otras personas. Acabar con las amistades por el bien de tus amigos. ¿Hay algo malo en tener ese tipo de acontecimientos dramáticos en mi vida?

Así que aunque Yurugase Amiko me hubiera mostrado el camino por mi bien, para que no me viera arrastrado a su propio aislamiento, tampoco hay nada malo en ello—era una secuencia del drama del campus que era fácil de ver, que la estudiante transferida, sin saber mucho de la clase, acabara afiliándose sin querer a un grupo muy malo, y después tuviera dificultades para llevar una juventud adecuada.

Estar aislado es estar bien solo.

Bueno, eso sigue siendo intoxicación, pero… mirando hacia atrás en mi vida, creo que puedo emborracharme sólo con la soledad—sin embargo, no te estoy pidiendo que intentes parecer genial, lo sé, lo sé, haz lo que quieras para proteger tu orgullo—yo no iría tan lejos como para pensar eso.

Si ese fuera el caso, de repente empezaría a preocuparme por sus motivos de aislamiento… aunque, bueno, supongo que eso es mentira. Dado que soy basura incluso por debajo del nivel de desperdicio de comida, no puedo preocuparme por las circunstancias de otras personas.

Llegué frente al aula tras recorrer el pasillo, y aquella pesarosa reflexión se desvaneció como la niebla. Por muy grave que pareciera la misteriosa situación de Yurugase Amiko, mis propias preocupaciones tontas y triviales eran mucho más importantes, mucho más urgentes y mucho más valiosas para mí.

Por supuesto, para una chica egoísta como yo, no es que espere que a partir de ahora todo vaya sobre ruedas—aunque me armé de valor y abrí la puerta, no había nadie en el aula. Era como si oyera un efecto de sonido de «vacío».

Sentí que mi determinación de participar en un grupo de estudio no era más que un delirio cómodo y vergonzoso, y estuve a punto de volver a caer de rodillas, pero me resistí—si caía de rodillas en un lugar que no fuera césped artificial, se me romperían las rótulas.

Pero recibí un daño inesperado de este strike, ciertamente predestinado, y no me apetecía irme de inmediato—sin más, entré en el aula; no me dirigí a mi asiento asignado, sino que me dirigí hacia la mesa del profesor.

Podría haber parecido que estaba pensando que incluso alguien como yo podría hacer una autopresentación adecuada en un aula vacía, pero ahora que estoy aquí, tan pronto como vi el aula vacía, me di cuenta de lo tonta que era. Intentar rehacer mi autopresentación después de clase en un aula vacía no era un comportamiento sensato—me alegro de haber recapacitado antes de hacer algo así.

No creo que tenga sentido revisar mi autopresentación. Sería mejor prepararme para las clases de mañana, pero al mirar desde donde estaba, donde me había presentado esa mañana, pensé que por fin podría contemplar el paisaje de la clase a la que me había trasladado.

Como no había nadie, era natural que pudiera ver cada pequeño rincón de la habitación, pero al igual que antes, me sentí nerviosa, y me di cuenta de que en realidad no podía ver nada—no podía ver nada más que a Yurugase Amiko, y no podía pensar en nada más que en esa chica. El resto era yo despreciando a Araragi. Odio a Araragi odio a Araragi odio a Araragi.

Esa estrechez de miras no es normal.

No, no es mi estrechez de miras, sino la capacidad de mi mente—incluso cuando estoy tratando con un gran número de personas, no puedo enfrentarme a ellas en absoluto. ¿Cómo me atreví a servir como representante de una clase en la Secundaria Naoetsu con esa mentalidad? Hay un mundo de diferencia entre Hanekawa Tsubasa y yo.

Con una mentalidad tan estrecha y una forma tan miope de ver las cosas, soy alguien que no puede estar por encima de la gente pase lo que pase. Aunque me pusiera por debajo de la gente, causaría al menos los mismos problemas a los que estuvieran por encima de mí—incluso dudaría en ponerme a sotavento de la gente, y mucho menos por encima de ella.

¿Cuál es el camino correcto para que alguien como yo siga viviendo? No puedo imaginar que haya una ruta correcta, e incluso si la hubiera, probablemente no podría seguirla, pero en realidad no debería haber nada así para alguien como yo.

Me pregunto cómo lo hacen los demás.

Cometer los mismos errores una y otra vez, saber lo que hay que hacer pero ser incapaz de hacerlo, tener siempre los mismos problemas… bueno, supongo que cometer los mismos errores una y otra vez, saber lo que hay que hacer pero ser incapaz de hacerlo y tener siempre los mismos problemas.

Definitivamente, parece difícil llevarse bien con gente así.

No pude molestarme en soltar un grito—ahora, no importa en qué aula esté, aunque sea un aula vacía después de clase, para una chica inmersa en sus pensamientos por sí misma, no me sobran las palabras.

¿Qué, pretendo vivir mi juventud aquí?

Bueno, ya está bien, me voy a casa a estudiar.

Mentiré a la pareja Hakobe y diré que me siento bien y que me divierto en esta escuela—si consigo cumplir esa misión, podré considerar este día de hoy como un éxito. Si me permito algún comportamiento autolesivo y me mimo con una floja autoevaluación, podré relajarme un poco.

Mañana me esforzaré al máximo.

Hoy no tenía el estado de ánimo adecuado. Todo lo que ha ocurrido hoy ha sido culpa mía.

Mañana también será culpa mía, pero esforzarme al máximo no es ningún delito—me decía a mí misma. Cuando fui a salir del aula, de repente me di cuenta de algo intrascendente.

Como era intrascendente, no merecía la pena preocuparse—pero me había dado cuenta yo sola, así que me parecía el mayor descubrimiento del siglo. Me invadió la ilusión de que este descubrimiento podría cambiar mi vida a gran escala.

No soy exactamente una detective de una novela de misterio, y es muy poco probable que algo como la revolución copernicana se produjera a partir de un único descubrimiento, que la situación diera un giro de 180 grados y se resolviera al instante—era intrascendente, una realización totalmente trivial.

El número de mesas no es un problema.

Me gustan las matemáticas y tengo la manía de contar cosas—para ser más detallista (aunque estoy segura de que no te gustaría saber muchos detalles sobre mí), cuando veo cosas alineadas sistemáticamente, me entran ganas de contarlas.

Cuento el número de columnas y el número de filas, y obtengo el número total multiplicando… Bueno, no soy más que yo, que no consigo deshacerme de un hábito infantil, pero comparado con lo mala que es mi personalidad, no puedo decir que sea un mal hábito.

Así que, de algún modo, inconscientemente había contado todos los pupitres alineados en el aula, pero, por alguna razón, el número total de pupitres no coincidía con el número total de alumnos de la clase.

¿Hmm?

Bueno, ¿entonces está bien?

Como acababa de trasladarme, por supuesto que los números no coincidían… pero, aun así, no era eso. Originalmente había 41 personas en la clase, un número primo, cuando me había transferido despreocupadamente—en otras palabras, había tenido la impresión de que la población total actual de la clase era de 42 personas, pero, si tomaba las 7 columnas, las multiplicaba por las 6 filas y añadía el 1 restante, obtendría 43 pupitres…, un número primo.

Bueno, ahora no importa si es un número primo.

No es eso…, como en realidad no había clases en la Secundaria Naoetsu con más de 40 personas, no se me ocurrió intuitivamente, pero ¿qué significa que haya un pupitre 43 en una clase que supuestamente tiene 42 personas en total?

… Tuve un pequeño mal presentimiento sobre esto—sin embargo, era una sensación de incomodidad sorda. No hay duda de que una persona especial como Hanekawa Tsubasa habría dado con un descubrimiento aún mayor e imprevisto en esta aula ordinaria de esta secundaria ordinaria—pero parece que todo lo que puede hacer alguien como yo, que ni siquiera es lo suficientemente buena para ser llamado ordinaria, es ser quisquillosa con este tipo de cosas.

Sin embargo, con la cabeza ladeada por la duda, pensé que tal vez había contado mal, o estaba malinterpretando algo, así que repetí el cálculo varias veces. Mientras lo hacía, me di cuenta de que había una tabla de asientos pegada en la mesa del profesor con cinta de celofán.

Aah, así que había algo así.

Bueno, eso era para el profesor—aparte de pasar lista durante la clase, el profesor no sería capaz de recordar los nombres de todos y cada uno de los alumnos en medio de una lección de su plan de estudios—además, como la clase superaba las 40 personas, había más razones para tener algo así. Era un gran número de alumnos, dado el descenso de las tasas de natalidad hoy en día, pero, sobre todo, era un tamaño de clase que me hacía pensar que el número de profesores podría estar disminuyendo—sin algo así, es poco probable que el profesor pudiera llamar a determinados alumnos durante la clase.

Al mirarlo, a pesar de que me acababan de trasladar, mi apellido «Oikura» estaba escrito en la lista de asientos—¿de verdad habían hecho una lista nueva por mí? Es extraño, al ver mi apellido en la lista, incluso alguien como yo parece un miembro más de la clase.

De todos modos, cuando comparé la distribución de los asientos con los pupitres que se habían alineado en el aula, di con la razón de mi mal presentimiento… bueno, llamarlo razón sería exagerar, ya que en primer lugar se trataba de una cuestión bastante insignificante.

En pocas palabras, hoy ha faltado un alumno a clase. No me había dado cuenta, porque estaba nerviosa cuando hice mi autopresentación, y después de eso no había podido pensar en otra cosa que no fuera Yurugase Amiko, pero originalmente, había 42 alumnos en esta clase.

Yo era el alumno número 43.

Mis dudas se disiparon rápidamente, pero ahora que lo había averiguado, quería estar segura de los detalles—¿quién era la persona ausente?

Era difícil distinguir entre chicos y chicas basándome sólo en los apellidos escritos en el plano de asientos, pero ahora tenía toda la información personal de mis compañeros que me había dado Yurugase Amiko—si reforzaba mi memoria indistinta con esas pistas, debería ser capaz de acotar hasta cierto punto dónde estaba el asiento vacío.

Sentir que quería saber quién estaba ausente no se debía a algún tipo de espíritu indagador. ¿Por qué? Porque quienquiera que estuviera ausente no había sido testigo de todos mis fracasos de hoy como estudiante transferida.





Meter la pata con mi autopresentación y ser continuamente ignorada por Yurugase Amiko no contribuiría directamente a que se llevaran una mala primera impresión de mí, así que, pensando que podría aprovecharme de su ignorancia y hacerme su amiga, casi parecía que estaba planeando una estafa.

Sigo totalmente harta de intentar darme aires de superficialidad, pero en fin, identifiqué el apellido del ausente.

De hecho, incluso más que acotarlo, pude identificar a la propia persona.

Combinando mis recuerdos con la información de Yurugase Amiko, y eliminando los apellidos del plano de asientos que podía relacionar con las caras, sólo quedaba un asiento—el nombre apellido al que llegué mediante ese proceso de eliminación era “Hatamoto”.

Pero ese apellido era todo lo que sabía.

Ni siquiera sabía si era un chico o una chica, ¿por qué? Porque Yurugase Amiko no me había dado ni una sola información sobre un alumno llamado “Hatamoto.”

… Lejos de haber resuelto repentinamente el asunto, por el contrario, no tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando, y empecé a ponerme nerviosa porque estos misterios variados habían empezado a enlazarse y multiplicarse.

Me sentía como si me hubiera extraviado en un laberinto desconocido. Sin duda, no había encontrado la solución a este acertijo.

Por supuesto, la información de Yurugase Amiko no estaba distribuida uniformemente entre todos los alumnos—había gente de la que sabía mucho y gente de la que no. Por ejemplo, como chica, era natural que Yurugase Amiko tendiera a tener más información sobre las chicas que sobre los chicos, y como era de esperar, tendría más anécdotas relacionadas con alumnos extravagantes y estudiantes que destacaban. Pero en aquel momento yo también estaba agitada, y aunque eso no cuenta realmente, al comparar el número de plazas con la lista de apellidos, quedó claro.

Sólo hubo un alumno al que Yurugase Amiko no tocó en absoluto—el alumno apellidado: «Hatamoto».

¿Qué significa eso?

Es decir, probablemente no significaba nada.

O más bien, probablemente era intrascendente: después de hablar de tanta gente, podía entender que hubiera algún alumno sobre el que le faltara información.

Pero si se trata de una sola persona, de una sola persona, no puedo evitar decir que es un poco curioso qué no hiciese absolutamente ninguna referencia a esa persona—más que un error, parecía ser a propósito.

¿Me había ocultado Yurugase Amiko intencionadamente la información sobre «Hatamoto»? ¿Porque no quería decírmelo? ¿Por qué? ¿No quería presentarle a «Hatamoto» una persona tan problemática como yo? Pero bueno, si ese era el caso, seguro que había otros compañeros a los que no quería presentarme…

… Tuve una premonición desagradable.

O mejor dicho, tuve una sensación desagradable.

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Había estado maquinando convertir a la persona ausente en mi próximo objetivo porque no enteraría enterada de todos mis fallos masivos de hoy, pero teniendo en cuenta que no tenía ninguna información sobre la persona ausente más allá de su apellido, me pareció que sería mejor retirarme ahora para evitar quedarme atascada aún más en el laberinto.

Tener una mala idea es peor que no tener ninguna[19].

Sólo conduciría a más fracasos.

Si hubiera sido como siempre, habría ignorado la premonición, me habría armado de valor y me habría largado, pero sentía agudamente la peligrosa señal de que esa distribución de asientos me haría avanzar a trompicones cuando debería detenerme. Eché a correr, como si quisiera escapar de la premonición, y salí del aula, pero ya era demasiado tarde.

Siguiendo, persiguiendo y persistiendo, incapaz de alcanzarme; corriendo, abandonando y escapando, incapaz de huir… esa soy yo, la humana llamada Oikura Sodachi.

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