Monogatari (NL)

Volumen 19: Orokamonogatari

Capitulo 1: Fiasco Sodachi

Parte 6

Como dije antes, no conocía ningún punto en común entre Yurugase Amiko y Senjougahara Hitagi, salvo que estaban aisladas—sin embargo, una vez que me acerqué a Yurugase Amiko para hablar, no pude evitar recordar la primera vez que hablé con Senjougahara Hitagi.

Acabé utilizando preguntas de exámenes anteriores como referencia.

No obstante creo que no debería haberlo hecho.

Aunque esto es puramente mi intuición, en este mundo hay personas especiales que no pueden describirse más allá de decir que son «personas especiales», y Senjougahara Hitagi era una de ellas—aunque yo no iría necesariamente tan lejos (en sentido estricto, eso probablemente sólo describa a personas como Hanekawa Tsubasa), aun así, debería reflexionar sobre lo que significa ser alguien de esa categoría de «especial».

Con la excepción de Araragi (para mí, todo en ese hombre es una excepción), a estas alturas debería haberme desvinculado por completo de la Secundaria Naoetsu, pero aun así, no podía olvidar la intensa impresión que me dejó aquella chica—efímera, de constitución débil.

Como si fuera realmente efímera y de constitución débil. Hace poco, en mi primer día de clase tras volver de ser hikikomori, me dio un puñetazo tan fuerte que me mandó a la enfermería… Sin embargo, mi fuerte impresión no se debe enteramente a ese incidente.

Personas especiales.

Por supuesto, no pretendo seguir parloteando sin parar sobre lo que hace especiales a las personas especiales—es sólo que no puedo evitar sentir envidia.

Como sabes, soy una persona incapaz de ser especial para nadie—no pude ser especial para Araragi, ni para mi madre… Ni siquiera puedo decir que sea especial para mí misma, pero ahora ya está bien.

Como no soy especial, puedo aspirar a la mediocridad.

Si no puedo al menos hacer eso, no llegaré a ser nada.

Pero, aun así, acabé pensando en ello.

No hay mucha gente como Hanekawa Tsubasa o Araragi Koyomi—cada uno de ellos es una rareza entre un millón.

Conocía la vacuidad de las palabras «Todas las personas son iguales» por haber visto a gente de su calaña, pero en realidad, como las personas que desprenden ese tipo de intensa individualidad son una entre un millón, sería difícil incluso encontrarse con una, y mucho más llegar a serlo.

Probablemente esa oportunidad ya haya pasado de largo.

… De ninguna manera, tener una relación con una persona especial es una influencia puramente positiva en tu vida. Me pregunto cuántas desventuradas personas corrientes se han involucrado por descuido con personas especiales y han acabado manipuladas, explotadas, maltratadas y desechadas.

Pensando en los peligros de dejarse cegar por el resplandor especial de personas especiales, la opción prudente sería considerar a esos hombres y mujeres un riesgo para la propia persona y mantenerse alejado de ellos.

Esto no es un manga.

No es un mundo en el que esté bien que tu personaje destaque—no hay que olvidar que no importa cómo actúe un protagonista de manga en una historia, al final eso sigue siendo un comportamiento antisocial.

Es interesante leerlo por placer, pero intentar actuar así en el mundo real sería un desastre—de un modo u otro, he acabado hablando sólo de mis celos—sin embargo, en lugar de quejarme y refunfuñar sobre esos hombres y mujeres, lo que he estado reflexionando es más bien, ¿cómo llegaron a ser especiales las personas especiales en primer lugar?

Siempre me aturde el argumento de que «aunque pasaron por las mismas experiencias desagradables que yo, puesto que honestamente hicieron todo lo que pudieron a pesar de ello, no debería simpatizar con ellos sólo por su desafortunada educación», pero si tuviera que interpretarlo estadísticamente—es decir, matemáticamente—, aunque me cueste entenderlo, supongo que no tengo más remedio que reconocer que esas palabras encierran cierta parte de verdad.

Me pregunto dónde podría encontrar a alguien que creció siendo maltratado por una familia de inútiles como yo, pero que honestamente hizo todo lo que pudo y creció para convertirse en una gran… bueno, está bien.

Pero, por la misma lógica, parece que hay una razón considerablemente dudosa de por qué las personas especiales son especiales, aunque es una de las que más me gusta hablar.

Eso sería, que esos hombres y mujeres son especiales porque están bendecidos.

Nacieron en una buena zona y una buena familia.

Conocieron gente buena.

Tienen talentos poco comunes, oportunidades para trabajar duro… pero, mirándolo con lógica, esas cosas no eran especiales en absoluto—eran cosas corrientes que ocurren todo el tiempo.

Por mucho que leas la insignificante autobiografía de una gran persona que se ha extendido como una enfermedad por las librerías, por mucho que pongas en práctica fielmente las lecciones escritas en su interior, no podrás replicar el mismo éxito—aunque experimentes indirectamente las mismas cosas que esa persona especial, no es como si tú mismo pudieras llegar a ser especial.

No cabe duda de que hay personas rebeldes que no consiguen adaptarse a la sociedad y acaban delinquiendo, a pesar de haber nacido en una buena zona, de haber nacido en una buena familia, de haber conocido a gente buena, de tener talentos poco comunes y de haber tenido la oportunidad de trabajar duro.

Estadística y matemáticamente, sin duda existen.

Cuando hablo de cometer delitos, sin duda se trataría de casos extremos y excesivos, pero eso no cambia el hecho de que la mayoría de la gente no puede llegar a ser especial—así que, en realidad, ¿cuándo, dónde y por qué razón las personas especiales llegan a serlo?

Tal vez, si el fracaso abyecto de una persona como yo no es más que una anomalía estadística en el extremo inferior de la escala, ¿entonces esos hombres y mujeres no son más que anomalías estadísticas en el extremo superior de la escala?

Incluso podría pensarlo desde la perspectiva de la biología evolutiva—podría no tratarse de una anomalía estadística, sino de una mutación genética.

Aquellos hombres y mujeres habían sido hechos especiales sin ninguna razón en particular, sino que simplemente representaban una forma avanzada de existencia humana—es un poco exagerado, pero si lo pensaba así, podía comprenderlo un poco. Podría contener mi complejo de inferioridad.

Me sentiría mejor si alguien me hubiera dicho antes, con claridad, que no hay ninguna razón particular para esas anomalías, que no tengo por qué compadecerme de la desgracia de la gente desgraciada y que no debo aspirar a ser especial como lo son las personas especiales. A alguien como yo se le puede ayudar simplemente con que alguien declare eso de forma tranquilizadora.

Aunque, en mi caso, sería mejor describirme como una avería en lugar de una anomalía… Como humano fracasado del que aún no se han deshecho, tengo que tener cuidado. Tengo que ser prudente.

La naturaleza especial de Senjougahara Hitagi, la evolución genética de Hanekawa Tsubasa y el excepcionalísimo de Araragi Koyomi son cosas que sólo podrían encontrarse en la Secundaria Naoetsu—ese tipo de personas no aparecerían en la Secundaria Shishikurasaki.

A partir de ahora, en el futuro inmediato, el tipo de personas con las que tengo que tratar son sobre todo chicos y chicas normales y corrientes, como Yurugase Amiko.