Monogatari (NL)

Volumen 19: Orokamonogatari

Capitulo 1: Fiasco Sodachi

Parte 22

En cuanto a por qué fui capaz de desbloquear el smartphone de Suzubayashi Lily, no hace falta una explicación muy elaborada. Lo único que hice fue introducir su fecha de cumpleaños como contraseña de cuatro dígitos, que Yurugase Amiko había incluido tan concienzudamente en la información personal que me había proporcionado.

A menudo se señala, hasta el punto de dejar un sabor agrio en la boca, que no debes utilizar los mismos dígitos o tu fecha de cumpleaños como contraseñas para nada—pero también se señala a menudo, hasta el punto de dejar un sabor agrio en la boca, que la gente nunca dejará de hacerlo.

Bueno, en general era mejor apuesta que introducir un número al azar, y aunque tenía algunos candidatos más si su fecha de cumpleaños hubiera sido incorrecta, no cabe duda de que era una apuesta arriesgada—en el peor de los casos, podría haber escondido el smartphone en algún sitio y tratar de escapar con una bravata, pero me sentí aliviada en el fondo de mi corazón por haber salida airosa sin recurrir a la negociación. Debido a mi temperamento acalorado, se me daría aún peor negociar bajo ese nivel de suspense.

Pero, por supuesto, esto no significa que haya tenido suerte—no importa lo fuerte que sea tu seguridad, si las personas que la manejan son perezosas y holgazanas, es fácil romperla—es un principio tan mundano que ni siquiera necesito referirme al control de la puerta de la escuela de repaso como prueba.

Desde el punto de vista de Suzubayashi Lily, seguramente no esperaba que su enemiga Yurugase Amiko se acordara de su cumpleaños… que te acuerdes o no de los cumpleaños de tus compañeros no tiene nada que ver con las calificaciones para ser líder, así que no es un punto del que deba arrepentirse.

En cualquier caso, ese fue el truco que utilicé para salir de mi apuro.

Y sobre lo que pasó después. Había acusado extraoficialmente a los villanos con pruebas irrefutables—pero, aunque me alegro de haberlo hecho, decidí darles una oportunidad de convertirse en personas más decentes que una cascarrabias como yo. Una oportunidad que había recibido de tanta gente, pero una que nunca había sabido aprovechar—espero de todo corazón que esos chicos puedan hacer uso de ella.

“Yurugase Amiko aún debe de estar en la sala de autoaprendizaje de la escuela de repaso, así que ve a verla ahora mismo—me da igual las mentiras que digas, haz las paces con ella. Si lo haces, te devolveré el smartphone.” Declaré.

Como para confirmar su derrota, y sin saber qué hacer como líder, Suzubayashi Lily comenzó a acercarse—tal vez lo oyó como una exigencia poco razonable; no obstante, teniendo en cuenta la situación actual, no era precisamente una decisión indulgente.

Es la mejor sentencia de la peor persona. Por favor, conténtate con ella y acéptala.

Tanto si esa aguda insinceridad mía se manifestaba como si no, las decisiones de Suzubayashi Lily y Hatamoto Ayakari no se hicieron esperar—si los demás compañeros que estaban a un paso de su posición no habían comprendido del todo la situación, o si no se sentían parte implicada, simplemente les seguían a ellas dos.

Yurugase Amiko y Suzubayashi Lily.

Yurugase Amiko y Hatamoto Ayakari.

Un par de enemigas, y un par de amigas que ya no lo son.

Aunque sentía una curiosidad infinita por saber qué tipo de intercambios y procesos se producían después en cada una de sus relaciones, por desgracia, eso queda fuera del ámbito de mis preocupaciones y, además, realmente no me interesaba. Hace mucho tiempo que dejé de interesarme por los asuntos de los demás.

En cualquier caso, Yurugase Amiko y Hatamoto Ayakari se presentaron en la escuela al día siguiente—parecía que les había ido bien adquiriendo algo de sabiduría mundana… bueno, ni siquiera Yurugase Amiko es tan idiota como yo. Desde luego, no se había tragado la historia que le habían contado sus compañeros, pero había tenido la suficiente sabiduría mundana como para ceder y acabar con todo—no es tan idiota como yo.

En cualquier caso, con eso, los miembros de mi nueva clase por fin estaban presentes en su totalidad. No puedo decir si el ambiente había vuelto a ser como antes después de que la jerarquía hubiera sido destruida temporalmente, e incluso si vuelve a ser como era después de esto, bueno, probablemente no lo será el caso—pero fingir inteligentemente que las cosas son normales mientras se sigue adelante con la vida es sólo una parte de la juventud. Eso pensaba yo, aunque me parecía un problema ajeno.

En realidad, era el problema de otro.

A pesar de la tirantez de su relación, Yurugase Amiko y Hatamoto Ayakari habían vuelto a ser amigas de la infancia, y el sistema de poder de «dos presidentas» de Suzubayashi Lily y Yurugase Amiko había recuperado su magnífico equilibrio—sin embargo, aún no se había resuelto la forma en que me tratarían.

Por supuesto.

Yo le había devuelto su smartphone, pero desde el punto de vista de Suzubayashi Lily, debía de parecerle una peste odiosa, y aunque yo me había empeñado en fingir que no sabía nada, desde el punto de vista de Yurugase Amiko, la situación dio un giro repentino justo después de que yo invadiera su secundaria, así que era imposible que ella no dudara de una coincidencia tan excepcionalmente extraña.

Incluso había albergado la secreta esperanza de convertirme en alguien ante quien la gente se quitara el sombrero en aquella clase, pero lejos de quitárselo, se mantuvieron distantes, como de costumbre.

En otras palabras, fui la única cuyo aislamiento no disminuyó lo más mínimo, sino que empeoró. Las partes implicadas me miraban con desconfianza, como diciendo: «¿Qué pretendía esa chica?»

Lo único que quería era hacerme una foto en el fotomatón…

Aunque no creo que causara ningún trastorno, claro que me costaría volver a ir a ese centro de juegos, así que supongo que ese modesto deseo no se hará realidad—así que, podría decir que lo único que conseguí fue que mi cara se pusiera aún más tétrica.

Se me había escapado la idea de la boca en el instante en que la había pensado, pero supongo que eso es algo que tengo en común con la facción Araragi… Bueno, si ese hombre estuviera en mi lugar, me pregunto si habría llevado las cosas a su fin de forma más inteligente. Es bueno que me volviera contra ellos antes de que ellos se volvieran contra mí, pero ciertamente aprendí de ese hombre el peligro de que todo acabe si ellos se vuelven contra ti primero.

En fin, se acabó.

Esta vez, me había salvado el hecho de que realmente urdieron un plan bastante siniestro (muy amables por su parte)—si no lo hubieran hecho, no creo que hubiera salido volando de detrás del pilar ni nada por el estilo. Psicológicamente hablando, cuando la gente ve a otras personas que han sufrido heridas o a las que les han ocurrido cosas terribles, son capaces de aceptar la situación justificándola en sus mentes diciendo cosas del tipo: «Incluso la víctima tenía sus problemas» y «Como les ha pasado algo tan terrible, deben haber hecho algo terrible en una vida anterior o algo así»… pero esta vez, me alegro de haberme topado por casualidad con el lado basura de esos chicos. Ni siquiera se había hablado bien de Yurugase Amiko después de que la hubieran aislado, y me alegro de que este mundo sea tan inútil[31].

Aunque, por supuesto, el pedazo de basura más inútil soy yo.

Si no eres capaz de obtener nada, es natural que lo único que hagas sea perder cosas.

Ah, bueno… espera, espera, ciertamente no puedo decir que todo lo que hago es perder cosas, o que todo lo que obtuve fue un empeoramiento de mi juicio—hubo una cosa, como un subproducto, que incluso alguien como yo pudo adquirir.

La pareja Hakobe no podía pasar por alto el hecho de que yo no había hecho ningún amigo ni siquiera después de empezar una nueva vida, así que, a pesar de mis dudas, me obligaron a comprarme un smartphone—mi aislamiento se debía a mi falta de habilidades comunicativas, y no tenía nada que ver con mi carencia de una herramienta de comunicación como esa… pero mentiría si dijera que no me hizo feliz.

Tener un teléfono inteligente me hizo sentir más como una chica de secundaria, aunque sólo fuera un poco—empecé a sentirme algo despreocupada sólo por eso; puede que sea obstinada, pero mi estructura mental es bastante simple.

Naturalmente, utilicé un número aleatorio de cuatro dígitos como contraseña.

Ni que decir tiene que las bandejas de entrada de mis redes sociales y aplicaciones de mensajería, incluso mi libreta de direcciones, estaban casi vacías, así que en realidad no había necesidad de tanta seguridad…

Con pensamientos auto despreciativos como ese, diciéndome a mí misma que solo medio mes más, solo medio mes más, todo cambiará en medio mes, me dirigía a la escuela, arrastrando los pies con paso sombrío, cuando inesperadamente sonó el teléfono inteligente.

Digo eso, pero en la pantalla aparecía el único número de teléfono de mi agenda, es decir, el número del teléfono fijo de la casa de Hakobe.

¿He olvidado algo? Inclinando la cabeza, atendí. La llamada era de la señora Hakobe. Al parecer, alguien había llamado al interfono de la casa Hakobe preguntando por mí.

Parecía que tenía visita—el corazón me dio un vuelco.

“Em, ¿es… un chico más o menos de mi edad? Con una complexión pequeña, ¿y parece que las matemáticas son su fuerte?’

De inmediato la señora Hakobe negó: “No, en absoluto.”

El visitante parecía un hombre de mediana edad, completamente borracho, incluso tan temprano por la mañana… encima, con voz arrastrada y gritona, se había hecho llamar mi padre.

“De acuerdo, lo entiendo. Ya estoy de regreso.”

Después de todo, incluso con eso, estoy perfectamente bien.