Monogatari (NL)

Volumen 19: Orokamonogatari

Capitulo 1: Fiasco Sodachi

Parte 17

Yurugase Amiko era originalmente el miembro más poderoso de nuestra clase—hablando de eso, es una expresión un poco defectuosa, también con una connotación considerablemente mala—odio usar palabras fuertes, pero de todos modos, ese es el anacronismo que Kyakufuji Norika usó para describir a la chica de ausencia prolongada.

El miembro más poderoso.

Sin duda es una expresión adecuada si así es como interpretas el liderazgo, y si ella estuviera en esa posición, desaparecerían los vagos sentimientos de duda que había tenido sobre lo detallado que era su conocimiento de la información personal de nuestros compañeros y de las personalidades de todos.

Sin embargo, había otra alumna en nuestra clase a la que se podía llamar líder (la propia Yurugase Amiko había utilizado esa expresión)—Suzubayashi Lily.

Incluso antes de interrogar a Kyakufuji Norika, eso era algo que había sentido intuitivamente—Yurugase Amiko y Suzubayashi Lily estaban en un estado de antagonismo.

¿Dos líderes en la clase?

Sin embargo, según Kyakufuji Norika, como las dos eran personas diferentes, su antagonismo no parecía haber creado mucho malestar… bueno, no debería hablar de cosas basándome sólo en mi impresión, pero Yurugase Amiko desde luego no me parecía una «líder».

En el buen sentido, parecía tener un carácter de hermana mayor, y en el mal sentido, parecía grosera.

Aunque tengas cierta influencia debido a tu popularidad, eso no significa que estés en posición de dirigir a la gente—ella es del tipo qué pensaría que ese tipo de trabajo práctico es sólo una «molestia»… Suzubayashi Lily es todo lo contrario, del tipo que disfruta cuidando de la gente. Aunque estuviera retirada, aunque fuera OB, seguiría acudiendo a las actividades de su club—esa podría ser sólo una de las formas en las que Suzubayashi Lily era una persona de mente servicial.

Si ese fuera el caso, entonces la distribución de roles encajaría con precisión—no obstante, esa estructura ciertamente tenía sus fallas… especialmente viéndolo desde el punto de vista de Suzubayashi Lily, Yurugase Amiko había obtenido popularidad astutamente a pesar de actuar como quisiera, y probablemente parecía una situación injusta—si tengo que decirlo, yo era más como Suzubayashi Lily, y bien podía entender los celos que una persona demasiado seria siente por una persona que actúa completamente libre.

No es tan sencillo, pero si alguien como Kyakufuji Norika utilizó la expresión «el miembro más poderoso” para referirse a ella, es fácil imaginar que incluso los estudiantes que en el fondo no tenían muy buena opinión de Yurugase Amiko también la describirían así.

Sin embargo, si sólo se trata de eso, no es más que una lucha de poder normal que ocurre en cualquier aula de cualquier lugar de Japón—una comunidad mantenida por un precario equilibrio de poder. Fluctúa de vez en cuando, pero es sólo una forma de equilibrarse—y esa experiencia se trata incluso como algo necesario para salir a la sociedad; en una palabra, que «hay muchos tipos de personas».

En lugar de concentrar el poder en una sola persona, es mejor dispersarlo entre dos o tres para evitar riesgos, pero ese equilibrio está siempre al borde de la disputa. Si hay un cambio, todo se viene abajo. Así fue en la clase a la que pertenecí hace dos años.

Kyakufuji Norika parecía pertenecer a la facción de Suzubayashi Lily (o más bien, con su comportamiento apacible y tranquilo, no se llevaría bien con una chica ruda como Yurugase Amiko—aunque, la persona en sí parecía tener la intención de ser neutral), así que no pude tragarme todo lo que dijo, y por mucho que haya que tener en cuenta el equilibrio de la clase al pensar en esto… Comparando su historia con cada una de las conversaciones que había tenido con Yurugase Amiko y Suzubayashi Lily, lo que ocurrió en aquella clase justo antes de que me transfirieran parecía ser un asunto de este tipo.

Bueno, si lo llamo aventura, eso implicaría que ocurrió algo turbio… De todos modos, aquí es donde Hatamoto Ayakari hace su aparición.

La chica que no había venido a clase el día antes de que Yurugase Amiko empezara con sus continuas ausencias… No conocía su cara, ya que sólo había visto su apellido en la tabla de asientos.

Kyakufuji Norika tampoco había hablado mucho de ella—pensé que se había vuelto taciturna porque Hatamoto Ayakari era una parte crucial de la historia, pero no era eso; la verdad parecía ser que simplemente no sabía mucho sobre la naturaleza de Hatamoto Ayakari.

De algún modo, parecía que Hatamoto Ayakari no llevaba bien la vida social y tenía tendencia al aislamiento—era una historia que ya había oído en alguna parte, pero sin duda resultaría ser un presagio de la situación a partir de ahora.

No digo «tendencia» al aislamiento para matizar la verdad con un eufemismo—de hecho, no estaba completamente aislada. Hatamoto Ayakari casi no tenía amigos en clase, pero la única excepción era su estrecha relación con Yurugase Amiko.

Eran amigas de la infancia, o algo así.

… Desprecio enormemente palabras como «amigo y amiga de la infancia», pero en fin, como a Hatamoto Ayakari se le daba mal socializar, el hecho de tener una estrecha conexión con el miembro más poderoso de la clase, Yurugase Amiko, le aseguraba un lugar decente en el aula.

Pero aun así, no es lo que dices, sino cómo lo dices—no pude evitar albergar un considerable recelo; parecía que su relación estaba un poco distorsionada, pero bueno, ni siquiera yo soy lo bastante conservadora como para negar una amistad que ignoraba tan descaradamente la jerarquía de clases.

Si no hubiera pasado nada, habría estado bien, e incluso si hubiera pasado algo, no se convertiría en un asunto grave si se hubiera podido tratar adecuadamente—aun así, algo pasó, Yurugase Amiko no lo había tratado bien, y se convirtió en un asunto grave.

Kyakufuji Norika me había contado toda la secuencia de acontecimientos con cierto detalle, pero mientras escuchaba (lo que justo había preguntado) me había hartado y había empezado a ignorarla a medias… Para resumir, un día, Yurugase Amiko y Hatamoto Ayakari tuvieron una gran pelea.

Bueno, fue lo suficientemente feroz como para que evidentemente debiera llamarse una gran pelea, pero no fue un asunto de dos bandos como implica esa expresión—parece que todo el tiempo, Yurugase Amiko fue la que abusó verbalmente de Hatamoto Ayakari.

Así que, por muy profunda que fuera su amistad de la infancia, al final el equilibrio de poder estaba bastante claro—al fin y al cabo, decir que eran «amigas iguales» era el colmo del engaño. Aunque se podría decir que si dos amigos se odian sólo un poco, eso construye una amistad aún más fuerte, y en primer lugar, no es raro que una relación entre amigos corra el riesgo de romperse a veces.

Eso es lo que pienso.

Kyakufuji Norika también me contó el motivo de su pelea, pero como desde mi punto de vista era ridículamente insignificante, he decidido omitirlo (si se me permite una pequeña autorreferencia, fue un poco vulgar)—de todos modos, la amistad entre esas dos chicas se vino abajo.

Se había roto por la costura y no se podía remendar.

La razón por la que no podía hacer pasar esto como un asunto cotidiano era que su disputa tenía un efecto duradero, y no terminaba como un problema interpersonal—toda la clase sentía sus secuelas.

Al día siguiente, Hatamoto Ayakari empezó a quedarse en casa sin ir a la escuela—había dicho que era algún tipo de resfriado, pero cualquiera podía ver claramente que la causa residía en los incesantes y furiosos berridos que había recibido de Yurugase Amiko el día anterior.

Había empujado a su amiga, su amiga de toda la vida, a no asistir a clase. Había desplazado a alguien de una posición fuerte a una débil, razón más que suficiente para la caída del miembro más poderoso de la clase, Yurugase Amiko.

Suficiente, ¿eh?

Eso es lo que yo estaba pensando, extrañamente, como forastera. Más bien, es un poco más cercano a la verdad decir que el descontento arremolinado contra la tiranía de Yurugase Amiko utilizó esto como pretexto para estallar. Como mínimo, no cabe duda de que Suzubayashi Lily y los estudiantes cercanos a ella vieron en este hecho una oportunidad idónea para derribar a su rival.

Así, aislaron a Yurugase Amiko.

No era su tendencia, era un aislamiento llamativo y genuino que hasta una estudiante transferida podía ver.

Había caído desde una posición de popularidad en la clase, y como esa caída fue una experiencia que yo misma viví, no me pareció que fuera un problema ajeno—en mi caso, llegué al punto de aislarme del mundo durante varios años. Aunque sus circunstancias son muy distintas, y estoy segura de que a Yurugase Amiko no le gustaría que la metieran en el mismo saco que a mí, no era difícil imaginar que su vida escolar desde entonces ha sido insoportablemente más dolorosa.

La razón por la que me rechazó de esa manera debe haber sido que no quería que una inocente forastera como yo se involucrara despreocupadamente en esto—en ese sentido, ciertamente no parece una persona muy tiránica.

Sin embargo, no cabe duda de que a partir del día siguiente me utilizó como excusa para empezar a faltar a clase, así que es difícil agradecérselo. Como miembro de la clase, antes poderosa y popular, no parecía que su orgullo le permitiera empezar a faltar a clase como Hatamoto Ayakari después de haber estado ella misma aislada, pero es lógico que utilizara a regañadientes el hecho de escapar de una irritante alumna transferida como motivo para fingir estar enferma.

Al fin y al cabo, algo así no es más que una excusa para uno mismo—pero yo, por mi parte, conozco perfectamente la importancia de las excusas para uno mismo.

Si la razón por la que nuestros compañeros empezaron a ser excesivamente amables conmigo después de aquello era un acto de compensación por su remordimiento de conciencia por haber aislado a Yurugase Amiko, y haberla llevado al absentismo escolar de la misma forma que había alejado a Hatamoto Ayakari, entonces su excusa sólo sería efectiva para ella misma… no, al final, podría ser sólo un engaño que sólo ella misma no pudiera ver.

Fuera lo que fuese, el estado reciente de la clase se parecía a la alegre vida escolar con la que había soñado antes de transferirme—pero hay bastantes problemas de peso para interpretar este asunto como una discusión insignificante y trivial entre niños.

El equilibrio de poder entre Yurugase Amiko y Hatamoto Ayakari, y luego, la composición de toda la clase como una gran mayoría en oposición a Yurugase Amiko—la diferencia de poder indefendible entre los dos lados satisface perfectamente las condiciones requeridas para el caos en el aula. Si se ha llegado al punto de que dos alumnas se saltan las clases, con más razón, se ha salido del rango en el que podrían dejarlo pasar… y aun así, podría haber una razón diferente por la que todos esos chicos y chicas estuvieran entreteniendo a una forastera como yo.

Me metieron en la comunidad porque temían que si no me hacían «cómplice», como forastera testigo de sus actos, me convertiría en denunciante. No sé mucho al respecto, pero los jóvenes de hoy en día no ignorarían esa información.

Los jóvenes no carecen de conciencia de sí mismos cuando son jóvenes.

No había pensado que llegaría a esto… al menos, eso es lo que había dicho Kyakufuji Norika, pero me lo pregunto, es un poco sospechoso. No me cabe duda de que mis anteriores compañeros de clase probablemente dijeron lo mismo de mí.

Es cierto que Yurugase Amiko trató a Hatamoto Ayakari con prepotencia, y cuando fue aislada en retribución kármica, no hay forma de que la gente no dijera con orgullo cosas como: «Te lo mereces», con mucha mala voluntad por toda la clase—desde luego, no era inesperado que el peligro enconado dentro de la clase saliera a la luz.

Simplemente se estaba dando continuidad a la prefiguración.

Eso es lo que pienso, como pionera de esas circunstancias.

Si se tratara de un viejo cuento de hadas, este podría ser un buen momento para resumirlo con un: «Todos recibieron su merecido y vivieron felices para siempre»—sin embargo, Hatamoto Ayakari y Yurugase Amiko, por no mencionar a otros miembros de la clase como Kyakufuji Norika y Suzubayashi Lily, ninguno de ellos son personajes de un cuento de hadas, son personas reales con perspectivas de futuro.

Aquellos chicos y chicas habían enarbolado la bandera de la revuelta creyéndose víctimas, y ahora que todos se habían convertido en victimarios, temblaban como cobardes por miedo a ser reprochados y castigados… y, en cierto modo, puede que lo estuvieran deseando.

No lo pases por alto.

Porque todo el mundo, todo el mundo, conoce la verdad de lo fácil que es ser víctima.