Monogatari (NL)

Volumen 19: Orokamonogatari

Capitulo 1: Fiasco Sodachi

Parte 16

“Vaya, qué coincidencia, ¡yo también voy a asistir a esta escuela de repaso a partir de ahora! ¡Estoy tan feliz de haberte encontrado aquí, Yurugase-san! He estado muy preocupada por tu ausencia todo este tiempo. Pero me alegro mucho de que estés bien.” Seguí y seguí con ese tipo de mentiras exageradas, pero no obtuve absolutamente ninguna respuesta—Yurugase Amiko me miró con el ceño fruncido como si yo fuera algún tipo de demonio devorador de hombres y, con unas pocas palabras dirigidas a los amigos con los que parecía estar estudiando, se dirigió hacia mí con largas zancadas, me agarró por el cuello y me arrastró fuera de la sala de autoestudio.

A pesar de ello, intenté repetir mi confusa y vergonzosa explicación, pero Yurugase Amiko no me prestó oídos ni un poquito. Ahora que había llegado a esto, mi descontento porque no creyera mi mentira iba más allá de mi culpa por decir una mentira, pero como era muy posible que me asfixiara si mostraba mucha resistencia, dejé que me sacaran de la habitación sin más.

¿Qué está pasando? Es como si por fin me hubiera convertido en el centro de atención, y me hubiera ganado las miradas de todos los alumnos de la escuela de repaso que hasta ahora no se habían preocupado lo más mínimo por mí—fingí que no era para tanto con un gesto de la mano, pero desde la perspectiva de un extraño no había duda de que sólo podía parecer bastante doloroso.

De esa manera tan tonta, me llevaron hasta el exterior de la escuela de repaso—había pensado que volvería a entrar después de echarme, pero no fue así; parecía que Yurugase Amiko pretendía llevarme aún más lejos.

Supongo que así es como se sintió Kyakufuji Norika cuando la arrastré hasta el tejado con todas mis fuerzas… aunque, si es así, lo mire como lo mire, este castigo ha llegado demasiado rápido. Para que esto ocurriera el mismo día, Kyakufuji Norika debía ser demasiado querida por los dioses.

¿Adónde vamos? Quizá me lleve a un callejón o a un lugar así, y esta vez sí que me haga pasar por el fuego[25]… De base no había anticipado tal desarrollo, debido a mi propio maldito descuido—sin embargo, el lugar donde Yurugase Amiko finalmente me soltó fue dentro de un restaurante de comida rápida con servicio las 24 horas.

Desde luego, parecía un lugar que los estudiantes de secundaria utilizan para charlar entre ellos, aunque yo no había experimentado esa cultura personalmente—mientras Yurugase Amiko pedía una bebida en la barra, me sentó a mí y luego se sentó a mi lado.

Una al lado de la otra en una mesa para cuatro.

De alguna manera parecía la disposición de los asientos de dos muy buenas amigas, pero era sólo la segunda vez que hablaba con ella como es debido y, además, el ambiente era inaudita y terriblemente serio.

Sentí como si mi territorio hubiera sido violado descaradamente, y esto realmente no me sentó bien en el estómago—o más bien, incluso ahora, todavía no he aprendido la lección y sencillamente no puedo perdonarla.

Bueno, alguien a quien despreciaba la había visitado de repente sin cita previa, así que es inevitable que se enfadara con mi llegada—no había conseguido meterme en la cabeza esa posibilidad; soy una tonta sin remedio.

Sin embargo, si es así, ¿qué tipo de reacción esperaba realmente de ella? Definitivamente no puedo decir que no estaba imaginando algo malicioso como, dejarla atónita al revelarme de repente.

Si consigo salir de aquí sin que me peguen, tendré que considerarlo una gran suerte y, por supuesto, no tengo ninguna garantía de que no me peguen en el futuro. Aunque derrame su bebida por todo mi flamante uniforme, me propondré la encomiable hazaña de no elevar ni una sola queja.

Desde luego, no soy el tipo de persona que sentiría remordimientos por ello, pero, por otro lado, me sentí feliz y aliviada de haber encontrado a Yurugase Amiko en la sala de autoaprendizaje, estudiando seriamente con sus amigos.

Ella, después de todo, no está sola, ¿verdad?

Debían de ser amigos que había hecho en la escuela de repaso, o tal vez amigos que hizo en la escuela media que asistían a distintas secundarias. Aislada en nuestra clase, había faltado varios días seguidos, y aunque me resultaba inusualmente fácil simpatizar con su razonamiento para no faltar a la escuela porque era un lugar en el que no tenías que entablar relaciones interpersonales y lo único que tenías que hacer era estudiar, de algún modo, parecía que las cosas no se iban a resolver tan sencillamente.

¿No existe un lugar donde no se necesiten relaciones interpersonales?

Parecía que se estaba divirtiendo estudiando… Con Yurugase Amiko riéndose así, y yo empatizando voluntariamente, es insoportablemente embarazoso, insoportablemente insoportable, quiero simplemente desaparecer de la faz de la tierra.

Puede que Yurugase Amiko esté furiosa conmigo en este momento, pero yo estaba empezando a desbordarme gradualmente con un nivel similar de ira—me había convencido voluntariamente de hacer esto, había actuado por mi propia voluntad, y ahora me estoy enfadando voluntariamente. Hay que ver, realmente soy ingobernable.

Tanto si esas emociones mías se manifestaban sin que yo dijera nada (o si, más bien, una vez más había dicho demasiado accidentalmente), al final, Yurugase Amiko formuló la razonable pregunta: “¿Qué demonios te pasa?” Aquel tono prepotente era algo más calmado que cuando se había acercado a mí en el tejado—cómo decirlo, era como si estuviera totalmente perpleja ante mí, una persona extraña que era capaz de ver a través de sus circunstancias ocultas.

Bueno, yo sabía que no era más que una chica buena para nada con mala personalidad, pero viéndolo desde la perspectiva de Yurugase Amiko, como estudiante transferida que sigue tomando cursos de acción inesperados, sin saber mucho sobre mi verdadera naturaleza, podría parecer algo misteriosa.

Envuelta en misterio, o más bien, ominosa y espeluznante—si pareciera que soy una «persona especial» al nivel de que la gente no debería involucrarse conmigo, apenas podría contener la risa, y no creo que me alegre de ese malentendido, pero… era difícil negar que mi secuencia de acciones en esta ocasión se desviaba un poco de mi territorio habitual, y eso es lo que me preocupa.

Incluso por parte de Yurugase Amiko, dado que era sólo la segunda vez que hablaba conmigo, aunque me considerara misteriosa, aunque me considerara exótica, podría haberse sentido perdida sobre cómo abordarme—si se había equivocado en cómo tratar conmigo, era muy posible que no supiese cómo se comportaría en el futuro una estudiante transferida desconocida que parecía provenir de una cultura diferente, pero eso no era motivo para que su forma de hablar se volviera tímida.

Ante una visita mía sin previo aviso, no parecía que se le fuera a acabar el disgusto y la indignación—aun así, lo siguiente que salió de la boca de Yurugase Amiko fue: “¿Qué e’ta’ haciendo?” Y luego: “¿‘o ‘e dije cómo hace’lo bie’ e’ clase, hm?” Esa frase casi me hizo pensar que intentaba cuidarme.

Sin embargo, aunque pareciera que estaba preocupada por mí, una vez más sentí que su motivo oculto era empujar a un compañero problemático hacia alguien más en nuestra clase—dejando de lado ese tipo de sospechas, para responder pura y simplemente a su pregunta, ella me dijo cómo hacerlo bien… pero hablando con honestidad, si puedo encontrar las palabras para ello, ella me dijo cómo hacerlo bien, pero hoy, todo había quedado en nada por mi propia culpa.

Como no íbamos a arreglar las cosas si guardaba silencio indefinidamente, se lo conté suavemente. Luego, le dije descaradamente: “Después de hacer eso, fui a la escuela de repaso porque me preocupaba que faltaras a la escuela.”

No era mentira, pero desde luego era hipocresía.

Yurugase Amiko puso una llamativa cara de desagrado ante mi desvergüenza, pero, al exponerlo directamente una cosa luego de la otra, parecía que mi explicación de la situación había conectado dentro de su cabeza—en otras palabras, parecía como si de alguna manera, ella estuviera suponiendo que su consejo había «quedado en nada» como resultado de que yo estuviera «preocupada» por ella.

Podía ser inteligente—parecía que poseía una sensibilidad mucho más aguda que la imagen mental que sugerían el desorden de su tono y su actitud.

Tal y como supuse, hay una impresión de las «circunstancias de la clase» que ya había oído de Kyakufuji Norika—de todos modos, Yurugase Amiko puso cara de disgusto, como si se hubiera tragado un bicho.

Tal vez pensara que no me perdonaría que abusara de la información personal que me había ofrecido—como temía que me presionaran para que me disculpara, para eludir esa cuestión, le hablé de mi propia posición. Tartamudearé un poco, me quedaré sin palabras, pero decidí enfrentarme a ella.

Ya no me importa lo que piensen de mí—en cualquier caso, soy lo peor, así que, aunque me malinterpreten, esa imagen falsa debe ser preferible a la real.

Pero aunque no sé cuándo rendirme, al menos al principio, decidí empezar la conversación dulcemente.

Hmm, entonces.