Monogatari (NL)

Volumen 19: Orokamonogatari

Capitulo 3: Desatada Tsukihi

Parte 6

 

 

El duelo entre la chica mágica de la justicia y el monstruo babosa tendrá lugar en el Parque Namishiro/Rouhaku—sin ninguna razón en particular; simplemente resulta ser el único lugar apropiado que se me ocurre.

Hay otro espacio vacío y abierto: El santuario Kitashirahebi. Sin embargo, el dios que allí reside tiene una relación casi telepática con Oni no Onii-chan, que podría informarle de mis actos.

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Hay que ver, los nuevos (¿nuevos dioses[58]?) son tan inflexibles y difíciles de complacer. Haría bien en tratar estos asuntos con más delicadeza, por el bien de la comunidad de esta ciudad, es el consejo que tengo para ella.

Un parque infantil poco equipado por la noche es un escenario impecable. Aunque no es necesario, debería instalar una barrera, por si acaso.

Si montara el escenario delante de Araragi Tsukihi, entonces satisfaría su curiosidad hasta cierto punto.

Hablando de Araragi Tsukihi, parece tener una idea equivocada sobre actuar como apoyo de una chica mágica de la justicia—apareció con una hakama[59] negra, directamente de kyūdō[60].

Sí que lleva kimono siempre (la rarita se apuntó al club chadō[61] sólo porque le gustan), pero una hakama… ¿se considera una guerrera bishoujo?

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Que ande así por la noche la hace menos bishoujo y más sospechosa.

Pero indagando un poco más, resulta que no se lo pidió prestado al club de kyūdō, sino al de naginata[62].

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Escuelas privadas, cubren hasta las actividades más raras, eh.

El problema es que no sólo tomó prestado el traje, sino también el equipo, y no se trata de los análogos de bambú que usan en los clubes, sino de una naginata de verdad, con cuchilla.

“Ononoki-chan, ¡estoy lista para ser tu apoyo! Me protegeré a mí misma, así que Ononoki-chan, no tienes que preocuparte por mí, ¡puedes luchar como quieras!”

El aceite de ensalada ya era suficientemente amenazador en manos de Araragi Tsukihi, pero que ella empuñara una naginata, una de las armas blancas más fuertes conocidas por el hombre… incluso yo, alguien con mucha experiencia en combate, me quedé completamente sin palabras.

Estoy preocupada.

Dices que te protegerás, pero hace que quiera protegerme de ti.

Aunque esta situación nació de mi descuido, si uno piensa en ello, esta podría ser una excelente oportunidad para comunicarse directamente con Araragi Tsukihi, o, en otras palabras, una emocionante oportunidad para indagar en su mente, pero sinceramente, no estoy interesada en estudiar a fondo a esta chica.

En serio, aunque tengo grandes defectos en mi personalidad (de los que soy plenamente consciente), no es de extrañar que Gaen-san me insertara como espía. Si uno no puede separar su trabajo de su paciencia, vigilar a Araragi Tsukihi sería imposible.

“… ¿Trajiste las cosas que te pedí?”

Digo todo eso, pero no he renunciado por completo a preocuparme, aunque podría… Acabemos con esto de una vez. Con ese pensamiento, no dije nada más sobre su equipo, y aceleré hacia el Parque Namishiro/Rouhaku, preparando las cosas tan rápido como pude.

“Las he tomado~ de la cocina~, hay bastante en casa, así que he traído suficiente para mí y para ti, Ononoki-chan~. Pero, exactamente, ¿para qué es esta sal?”

Mientras ella preguntaba incrédula, Araragi Tsukihi sacó dos frascos de sal de su bolsillo. Parece que se ha tomado mi bravata como una fantasía extranjera, así que a pesar de llevar ropa japonesa, no tiene ni idea de que la sal es para exorcizar.

“Mis investigaciones sugieren que el monstruo se esconde en algún lugar de este parque. Pero el monstruo reacciona con la sal, así que si tuvieras la amabilidad de espolvorear un poco de sal alrededor de las zonas que te parezcan sospechosas, sería estupendo.”

Aunque no sea una completamente real, es una babosa.

Reaccionará contra la sal.

Por mucho que una mujer vestida de acuerdo a la naginata que sostenía esparciendo sal en un parque en plena noche resulte más que sospechoso, que al menos tenga cierto «sentido de la participación» es un procedimiento importante.

Por engorroso que resulte, a diferencia de la extracción de la Babosa Tofu de Sengoku Nadeko, es un paso que no se puede saltar. He oído que en los últimos espectáculos de entretenimiento se ha hecho hincapié en este «sentido de la participación»—quizá en el futuro, los especialistas tengamos que hacer lo mismo, anteponiendo el espectáculo a todo lo demás.

No es una tendencia que me guste.

“Entonces empezaré desde los columpios de allí, y deberías… podrías empezar desde el arenero.”

“Entendido~ ajaja, esparciendo sal en un arenal, me siento como un luchador de sumo~” Respondió Araragi Tsukihi animadamente, mientras se dirigía hacia el arenero y el tobogán.

Pero podría haber dicho «no, quiero columpiarme» sin ningún motivo. En cualquier caso, no puedo predecir ninguna de sus reacciones, así que me alegro de que acabara haciendo lo que le dije.

Hablando de enviar a Araragi Tsukihi al arenero, la razón por la que lo hice es porque durante el día, ya escondí la ilustración de la babosa de Sengoku Nadeko en el foso.

Acelera un poco la acción, y cuanto antes encuentre al «monstruo de otro mundo», mejor.

No importa si está sujetando una naginata o un poco de aceite de ensalada, no dejaré que ningún profano se encargue de ningún monstruo, pero al tenerla de testigo colocando una barrera y descubriendo al monstruo espolvoreando ella misma la sal, ya debería tener un gran «sentido de la participación». Lo único que queda por hacer (antes de que Araragi Tsukihi se entrometa innecesariamente) es acabar con la Babosa Tofu.

Después, la chica mágica de la justicia regresará a su dimensión de origen, y Araragi Tsukihi se quedará con su muñeca muda original.

En cuanto a la improvisación, es una historia decente.

Aunque dije que empezaría con los columpios, hacerlo sería un desperdicio de sal (y probablemente visto como una broma de mal gusto), así que seguí en silencio a Araragi Tsukihi.

Puede que haya dicho que lo haría, pero no confío en que realmente esparciera la sal por la arena. Podría (por poner un ejemplo extremo) abrir el tapón y engullir la sal sin motivo.

En realidad, bajo mi mirada, Araragi Tsukihi hizo algo extraño—no abrió el tapón, sino que primero se echó la sal en las palmas de las manos. Me quedé estupefacta ante sus acciones, pero probablemente sólo quería «sentirse como una luchadora de sumo», mientras arrojaba sal a la arena.

De verdad, por un momento pensé que pasaría algo, pero parece que las cosas acabarán bien—mis arreglos hechos para evitar inconvenientes han superado su mayor obstáculo.

Cuando el dibujo de Sengoku Nadeko en la arena—que, después de terminar el fondo, empezó a dibujar detalles, así que se lo quité a medias—reaccione químicamente, no, reaccione monstruosamente con la sal, y una vez que eso ocurra, lo derrotaré inmediatamente, y terminaré con un aplauso.

… No es que lo diga por alivio, pero justo en ese momento, comprendí de repente las palabras de Sengoku Nadeko.

No siempre consigo lo que quiero, y eso me hace feliz.

Cuando lo oí por primera vez, pensé que lo decía de dientes para afuera, que tal vez su aspecto manso oculta a una pervertida super masoquista, lo que sería un poco desagradable.

Pero, aunque no descarto por completo esos gustos, acabo de darme cuenta de que lo dijo desde un lugar completamente distinto al que yo pensaba.

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Sí, eso.

Probablemente se llame «valores humanos».

Hay quien dice que uno no puede darlo todo si no es feliz, pero igual que un avión necesita algo de viento en contra para despegar, una vida excesivamente edulcorada y llena sólo de altibajos llevará a uno a preguntarse si está realmente vivo, o si todo esto no era más que un sueño.

Por muy próspera que sea la vida de una persona—ya sea por haber nacido con una cuchara de plata, o por haber nacido con un talento, un intelecto o un físico incomparables—, la gente sigue viviendo con sus insatisfacciones, sus angustias, no por codicia, sino quizá porque sólo con esas quejas, con esas inseguridades, puede uno sentirse verdaderamente vivo.

Y, por tanto, perseguir los valores humanos.

Buscando inyectar un poco de dificultad en sus medios de vida.

“……”

Eh.

Puede que esté estropeando la vista al decir esto, pero morí hace mucho tiempo, así que nada de esto me importa.

Palabras como valores o estilos de vida me parecen sacadas de un libro difícil. Si las pusieras en una lista, nunca podría tomármelas en serio. Ni aunque fuera necesario.

… ¿Qué pasa con Araragi Tsukihi?

Puede que esa chica carezca de conciencia de sí misma, pero se trata de una excentricidad, un pájaro eterno e imperecedero, que cambia de una persona a otra, que continúa de una persona a otra, probablemente hasta el fin de la humanidad—la única excentricidad que posee tal eternidad: el ave fénix.

Una vez viví.

Ya no tengo recuerdos de aquella época, pero sé que una vez viví, lo que significa que conozco la diferencia entre lo que es estar muerto y lo que es estar vivo.

Lo segundo como un sueño, lo primero no mucho en realidad.

Oni no Onii-chan lo sabe.

La antigua Kiss-Shot lo sabe.

Pero, ¿qué pasa con el pájaro imperecedero?

Un ser que sólo vive, que sólo tiene vida, ¿sabe si está vivo o muerto?

No deseo la inmortalidad, e incluso con la mortalidad, prefiero vivir mi vida como un humano—llámalo autoindulgencia heroica (y Oni no Onii-chan probablemente lo haría), pero ¿qué se sentiría esa chica, como un verdadero inmortal, al escuchar esa línea?

Qué cruel.

Qué insultante debe ser oírlo.

“¡Kyaaaaaaaaaaaaa!

Mientras mi mente se enfrascaba en tan frívolas minucias, oí el chillido de Araragi Tsukihi—¿por qué esta chica sólo suena como una chica linda cuando chilla?, pensé mientras levantaba la vista.

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Puede que haya dicho que hemos superado el mayor obstáculo, pero quedaba una incertidumbre—no sé cómo reaccionaría la gente que no está en el campo al ver esta babosa monstruosa.

Es una excentricidad que puede gustar a la gente del campo, así que Oshino Onii-chan o Kaiki Onii-chan probablemente la disfrutarían, pero una babosa es una babosa y, aunque no asusta demasiado, la primera reacción de una chica sería «qué asco», y podría sentirse defraudada por su aspecto, algo que me preocupaba un poco, pero parece que no era necesario.

Normalmente, se necesita al menos algo de técnica para ver excentricidades. Si Araragi Tsukihi no puede ver al monstruo después de espolvorear sal y que aparezca, entonces todo este esfuerzo no habría tenido sentido, por eso puse especial atención no sólo en ponerlo por escrito, sino en que Sengoku Nadeko lo pusiera por escrito.

La ilustración que se materializa de repente de la arena iba a ser mi golpe maestro en el clímax de esta historia… pero, cómo decirlo…

Se materializó bien, pero también se expandió.

La babosa de Sengoku, por lo demás muy moe, salió disparada del foso de arena, con una longitud de decenas de metros.

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Un diseño simple y viscoso como una babosa puede parecer lindo desde cierta perspectiva, pero si es tan grande, incitará temores humanos. Cualquier persona gritaría al verlo, por no hablar de Araragi Tsukihi.

Buscaría eludir, y perdería la capacidad de pensar—

Los humanos lo harían.

Pero yo no.





Mi sorpresa, mis miedos se han separado de mis actos, mis emociones no les afectan en absoluto—si no fuera así, probablemente su tamaño me tragaría.

“Un—”

No cambié mi plan y volé hacia su cuerpo.

Araragi Tsukihi se quedó helada ante la impactante visión que se desplegaba frente a ella. Podría decirse que fue un feliz error de cálculo—que ella no se interpusiera fue de gran ayuda.

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Sin embargo, el plan original preveía un monstruo del tamaño de un vagón de tren—¿cómo hemos acabado con una Babosa Tofu que rivaliza con bloques de apartamentos?

Es simple: Sengoku Nadeko.

Le pedí laxamente que dibujara algo parecido a una babosa, pero no importa lo que dibujara. Lamentablemente, este también fue mi error.

Dibujar meticulosamente el fondo como en un manga, en lugar de hacerlo realista, provoca un error de perspectiva cuando el papel se convierte en tridimensional, haciendo que la babosa sea más grande. Esto también habla de las habilidades de ilustración de Sengoku Nadeko—aunque es demasiado pronto para saberlo, podría triunfar accidentalmente como dibujante de manga.

O una especialista.

“limited—”

Debería haber ido por la abeja de Araragi Karen, pensé, pero no me arrepiento de este giro de los acontecimientos. En todo caso, me alegro de que lo único que hiciera Kaiki Onii-chan fuera darle una babosa.

Una babosa puede ser gigantesca, pero aun así, sólo es gigantesca.

Puedo manejar esto—incluso con sólo un dedo.

“—Rulebook.”

Como un pincho que atraviesa un malvavisco, atravesé la Babosa Tofu con el dedo—la babosa, muy crecida, atravesada por mi dedo, muy engordado.

Se desintegró con poca resistencia.

Los restos de la babosa se esparcieron por todo el parque, un espectáculo bastante grotesco y producto de algunos accidentes, pero todo salió según lo previsto.

Mientras llovían trozos de babosa por todas partes, hablé con la todavía rígida Araragi Tsukihi.

“Gracias. El monstruo oculto ha sido derrotado gracias a ti.” Dije.

Una palabra de gratitud tan poco sincera como esta probablemente nunca se vuelva a escuchar. Por otra parte, soy un cadáver—no esperes de mí una actuación estelar.

Cambiando de tema, quería terminar esto lo antes posible—pero eso no me daría merito como profesional; más prisa, menos velocidad.

He fallado constantemente, no, me he equivocado desde el principio, y el mayor error hasta la fecha es apresurarme demasiado a acabar con todo, sin poner orden—debería mantener mi modo de batalla mientras un trozo de babosa siga en el aire.

Extraño. Esto no había ocurrido nunca.

¿Qué me ha pasado?

“¡Ononoki-chan! ¡Detrás de ti!”

Araragi Tsukihi, que había permanecido inmóvil hasta ese momento, finalmente dijo algo. Esto me hizo girarme por reflejo (lo cual es inusual, teniendo en cuenta que estoy muerta). Así que tardé en darme cuenta unas fracciones de segundo.

Detrás de mí había una Babosa Tofu gigante.

Devuelta a su tamaño y estado originales.

Una existencia real que existe en la realidad.

No, espera un segundo, las babosas no son ese tipo de organismo, ¿verdad? No son planarios—pueden parecerse, pero eso es todo, no se regeneran, ¿verdad?

Pero al final, pensar que las excentricidades pueden ser «ese tipo de organismo» es un pensamiento más tonto que incluso el de un forastero—una babosa es una babosa, pero la cosa de ese papel es una Babosa Tofu.

Me di cuenta.

Su superficie viscosa parecía enfocar su puntería y disparaba llamas. Uno no puede concebirlo como una criatura biológica, y mucho menos como una babosa, sino sólo como una bestia, un ser con ataques monstruosos, de eso me di cuenta.

No, podría esquivarlo si quisiera.

Pero con Araragi Tsukihi detrás de mí, no podía—Araragi Tsukihi puede ser la Shide no Tori, y viviría incluso bañada en las llamas de la babosa, pero si descubre lo que es por eso, entonces significaría malas noticias para mí.

En lugar de eso, seré su cortafuegos. Creo que suena bien. Por muy genial que suene, sin embargo, como he dicho antes, soy un cadáver débil contra el fuego, y como también he dicho antes, estoy empapada en aceite de ensalada.

Hablando de quemarse, fue como una pequeña hoguera—en un instante, las llamas envolvieron todo mi cuerpo.

“¡O-Ononoki-chan!” Gritó Araragi Tsukihi mientras yo saltaba hacia atrás para evitar herirla. No te preocupes, a pesar de mis constantes errores de cálculo, el arrepentimiento es otra cosa separada de mis acciones.

Incluso con un error inevitable, uno siempre puede luego corregirlo, tal es mi fuerte—no dejarme intimidar por el fracaso. De todos modos, rodé por el suelo, tratando de apagar el fuego.

No una rodada cualquiera, sino una rodada ultrarrápida ayudada por el uso ocasional de mi Unlimited Rulebook. Aunque no era precisamente digno, en un momento así la dignidad era lo de menos.

Este no es el momento de actuar con frialdad, podría genuinamente ir a la otra vida sólo por esta estupidez—¿qué pasa con este sentimiento de que nada va a salir según lo planeado?

Por supuesto, este fue también mi error.

La Babosa Tofu es algo que está más allá de mi pericia, y aun así luché contra ella en igualdad de condiciones—ese fue mi paso en falso. Lo último que esperaba era que lanzara llamas.

En pocas palabras, con el fin de hacer que resalte visualmente, Sengoku Nadeko añadió patrones de llamas como screentones a esa babosa (¿por qué iba a desperdiciar sus habilidades en algo así…?), pero incluso sin eso, no tengo ni idea acerca de la historia detrás de la Babosa Tofu.

Babosas y llamas—así que es eso…

Aparte de echarle sal, otro método antiguo para derrotarla era quemar incienso, cuando la sal era cara. O puede que la clave sea el tofu, como el yaki-tofu, o el yudofu[63]

Si ese es el caso, entonces esta excentricidad es más feroz de lo que pensaba, y completamente incompatible conmigo—inmune a los ataques físicos, y ataca usando llamas; en todo caso, esta excentricidad nació para enfrentarse a un monstruo como yo.

Teniendo en cuenta que esta excentricidad artificial era un producto de Kaiki Onii-chan, podría ser realmente así… no es nada fuera de lo normal que ese estafador se guardara un as en la manga contra mí.

Sí, nada fuera de lo normal.

Que todo no salga según lo planeado, estar en este estado de derrota, sin que te ocurra nada raro—no cambiar nada a pesar de echarle todo encima, esto es exactamente como los problemas de Oni no Onii-chan o Sengoku Nadeko, ¿no?

¿Esto le pasa a todos los que se cruzan con Araragi Tsukihi?

De todos modos, aunque diga eso, no puedo rendirme—ya sea por incompatibilidad o por una némesis, estoy obligada a arreglar mis propios desaguisados.

Aunque quedé con quemaduras por todo el cuerpo, las llamas por fin se extinguieron, e inmediatamente fui a por el enorme cuerpo de la babosa—era lo que tenía pensado en un principio, pero cuando volví la cabeza, el monstruo interdimensional ya se había desvanecido.

¿Eh?

Oi, oi.

¿Qué ha ocurrido en el poco tiempo que he pasado rodando para que haya desaparecido esa babosa de tamaño descomunal? Debería ser lo suficientemente grande como para aparecer a mi vista pase lo que pase.

Sólo había una respuesta.

Lo supe enseguida—está por encima de mí.

Miré hacia arriba y, sobre el parque, aquella tierna babosa estaba en lo alto del cielo, tan en lo alto que parecía bastante diminuta. No tengo ni idea de cómo saltó hasta allí, pero parece que va a por el ataque corporal más primitivo—aplastarme con su peso.

Los ataques cuerpo a cuerpo están bien, pero si además dispara llamas, no hay nada más que pueda hacer. Si me quema mientras estoy inmovilizada, estoy perdido.

Estar acabada sin haber hecho nada es el último resultado posible que quiero, así que la esquivé.

Por muchas veces que me haya avergonzado a mí misma, un torpe y mal pensado ataque corporal de arriba abajo es algo de lo que incluso una desgracia como Ononoki Yotsugi podría esquivar.

Sería una esquiva fabulosa, seguida de un contraataque.

Por suerte, tengo un plan. Tengo en la mano el frasco de sal que me dio Araragi Tsukihi. Aunque no pensaba usarlo, dado que mi oponente es una babosa, no importa el tamaño, la sal seguirá funcionando.

Onee-chan probablemente odiaría las soluciones solapadas como esta (si tengo que decirlo, este es más el enfoque de Oshino Onii-chan), pero no aferrarme obstinadamente a mi identidad, adaptarme e improvisar tácticas cuando las cosas se tuercen, esos son precisamente mis puntos fuertes—

“¡Cuidado, Ononoki-chan!”

Me golpearon.

Mientras me concentraba en lo que tenía encima, planeando una contra y esperando el momento oportuno, Araragi Tsukihi me golpeó por el costado—con mi centro de gravedad concentrado en un solo pie, hasta el débil empujón de una chica podía desequilibrarme. Volví a rodar por el suelo varias veces.

No, lo que me pasó no era importante.

En cualquier caso, estoy fuera de la zona de aterrizaje de la babosa, así que estoy bien—lo que significa que quién me golpeó, Araragi Tsukihi, está completamente en esa zona de aterrizaje.

Justo en el último momento posible.

Idiota. Después de haber estado paralizada de miedo por ese monstruo hasta no hace mucho, ¿por qué sólo te mueves en el momento en que se supone que menos debiste hacerlo?

Ni siquiera tuve la oportunidad de decírselo.

El pequeño cuerpo de Araragi Tsukihi fue aplastado por esa babosa gigante.

Y probablemente no quedó extendida como una sábana como en los mangas—no puedo imaginar qué horror inhumano se produciría al ser aplastado bajo un ser tan gigante.

Ser aplastado por una babosa, ser aplastado por un tofu, ¿cómo sería para un humano? ¿Realmente mueres como cuando te golpeas la cabeza con la esquina de un bloque de tofu[64]?

Por supuesto, el acto de autosacrificio de Araragi Tsukihi vino sin su propio plan de autodefensa. Como siempre, fue una decisión precipitada.

Sin saber que soy un cadáver.

Sin saber que ella misma era inmortal.

Dio su vida como si fuera lo natural.

“… Igual que Araragi Koyomi.”

Pero esto complica las cosas.

Más que engañoso—ha ocurrido lo peor.

La razón por la que lo digo es porque cuando me derribaron, la sal que tenía en la mano también había desaparecido. El as bajo la manga estaba ahora enterrado bajo la babosa, en algún lugar de las grandes profundidades, junto a Araragi Tsukihi.

Tiene que ser una broma.

Cada movimiento de Araragi Tsukihi fue hecho porque ella pensó que era lo correcto. Y todos sus movimientos se volvieron en su contra.

¿Cómo es posible que una persona que hace lo que cree correcto le salga el tiro por la culata de forma tan sistemática?

No, no como humano, sino como pájaro inmortal.

Sin el peligro que conlleva la mortalidad, no hay sensación de peligro. Sin la sensación de peligro, los desastres e incidentes normalmente evitables se suceden uno tras otro. En lugar de decir que es una portadora de plagas, sería más apropiado describir a Araragi Tsukihi como una bolsa de aire… no, ahora no es el momento de hacer catalogaciones.


Empezar a analizar en circunstancias tan terribles no es otra cosa que escapar de la realidad—debo idear una forma de acabar con la Babosa Tofu. Ajusté mi mentalidad.

Pero, incluso con una mentalidad ajustada, también está separada de mis acciones—o debería decir, con mi análisis calmado, que no tengo «a dónde ir».

Ni de la realidad, ni de lo que tengo delante.

No porque no pueda dejar a una Araragi Tsukihi aplastada. No es nada tan humanitario como eso. Cortar esta mentalidad, dejar de dar vueltas, dejar que la verdad salga a la luz a toda costa, y buscar la ayuda de Oni no Onii-chan, eso es lo que debería hacer el cadáver sin sangre, según se deduce del manual… pero todo eso está fuera de mi alcance, pues el fuego ha causado graves daños.

Quemaduras graves y profundas en todo mi cuerpo.

Este cadáver, ya muerto, también estaba parcialmente podrido.

Ni siquiera puedo moverme con rapidez, y mucho menos atacar con rapidez—ese empujón de Araragi Tsukihi fue el clavo en el ataúd.

Frente a esta babosa gigante y ardiente, no tengo adónde ir ni nada que hacer. Nada práctico, nada a la mano.

… Eh, lo que sea.

No puedo hacer nada, pero da igual.

Mi existencia está en juego.

Ni en mis peores pesadillas había soñado con encontrarme con mi creador de una forma tan errática, pero ya he apartado de mí incluso este auto tormento.

He hecho lo último que un profesional debería hacer—romper la confidencialidad—, aunque para ser sincera, este no es el peor final posible. Incluso con cosas como esta, incluso cuando ha sido convertida en polvo, Araragi Tsukihi no está muerta, y no morirá. Aunque el polvo provoque una explosión y la queme por completo, no morirá. Es inmortal y, por lo tanto, no se desprenderá de su cuerpo mortal, sino que volverá a la vida entre las llamas.

Mis errores no provocarán la desaparición de nuestro objeto de estudio—este es el listón más bajo de la gestión de riesgos de un profesional. Gaen-san, que puede percibir mis quemaduras, pronto librará al mundo de esta alborotadora Babosa Tofu.

Como cadáver, no tengo nada que perder.

Como espía, he hecho lo mínimo que podía hacer.

Con ese juicio, me rendí por completo, un juicio sereno y racional, definitivamente no del corazón.

No es de mi corazón.

Bueno, bueno, bueno, cómo decirlo, es un nuevo descubrimiento.

Con mi frío juicio, observando mi frío corazón, encontré algo intrigante, algo interesante—algo que merecía una risa, y me refiero a una risa amarga.

Para un cadáver que lleva mucho tiempo muerto, seguir resistiéndose a la muerte, seguir encontrándola petrificante…

Entonces.

Bien entonces—¡patan!

Se dobló.

No la babosa, sino el espacio mismo.

Es la única explicación que se me ocurre. La imponente Babosa Tofu se cerró de golpe con un «patan», desde ambos extremos por el centro.

La representación tridimensional es, al fin y al cabo, un pictograma bidimensional, una ilusión con la que se engañaría a un niño, y al igual que su deshilachado sin ceremonias, la babosa se desvaneció en el aire—por mucha sal que le echara, la babosa sólo perdía humedad y se encogía, no desaparecía tan limpiamente—¿qué está pasando?

Pero en realidad, la Babosa Tofu ha desaparecido de verdad.

Sin señales, sin presagios.

Lo único que queda es lo aplastado por el peso del monstruo, el ser que se ha mezclado con la tierra, los restos de Araragi Tsukihi—una visión molesta.

Un giro insondable de los acontecimientos, un fenómeno inenjuiciable—mientras estaba ocupada confundiéndome, oí una voz desde el arenal.

“Esto no es propio de ti, Ononoki-chan.”

Me volví hacia su fuente, y ahí estaba.

Vi a un dios.

La diosa de esta ciudad, el nuevo dios.

Con dos coletas gemelas y una mochila, con aspecto de niña ricachona—su nombre es Hachikuji Mayoi.

Mayoi Nee-san.

“No importa lo que le hagas en tres dimensiones, no es su cuerpo principal—debes golpearlo en dos dimensiones.” Dijo la niña—sostenía en la mano una hoja de manga genkō yōshi pulcramente doblada, presumiblemente desenterrada de la arena.

La encantadora ilustración de una babosa de la mangaka destinada a ser famosa ha desaparecido, una vez doblada—cubierta.

Sellada.

“……”

Ya veo.

Incluso cuando se materializó, seguía siendo una hoja de papel. Resulta que Araragi Tsukihi no era la cegada por las palabras de la chica mágica de la justicia, sino yo misma.

¿Cómo no se me ha ocurrido… algo tan sencillo?

Me quedé boquiabierta, mientras Mayoi Nee-san sacaba pecho.

“Ju, ju, ju. Parece que intentabas hacer esto en secreto, pero por desgracia para ti, yo soy la diosa que vigila esta ciudad, y me desplazo—en cualquier momento, a cualquier lugar.”

«A cualquier lugar» es probablemente un adorno.

Ah, sí, se me acaba de ocurrir, pero pensándolo bien, elegir este parque como escenario también fue una elección equivocada, ya que este parque también está estrechamente relacionado con el Santuario Kita-Shirahebi, que adora a las serpientes.


Una barrera era una pérdida de tiempo.

Si quería hacer esto a espaldas de Mayoi Nee-san, no sólo tendría que evitar su residencia en el Santuario Kita-Shirahebi, sino por extensión, también este parque—sin embargo, también fue este fallo lo que me salvó.

“No quería interferir con una profesional, pero con la ciudad en peligro y mi amiga en apuros, no podía quedarme de brazos cruzados. Así que, hice lo poco que pude para ayudar—lo que significa…”

El caracol y la serpiente, Hachikuji Mayoi, dobló la babosa sellada cada vez más pequeña, mientras esbozaba una majestuosa sonrisa, diciendo descaradamente algo parecido a su eslogan.

“Lo siento, me moddí la mano.”

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