Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 2

Capítulo 7: Negociaciones Comerciales En Otro Mundo(I)

Parte 3

 

 

Podría ser un novato jugando al comerciante en otro mundo, pero hasta yo podía decir que nos estaba desplumando. Estaba segurísimo de que realmente no esperaba que pagáramos esa cantidad. El objetivo de este conde no había cambiado; quería un suministro permanente de bienes de parte de un servidor.

Hasta hace unos días, una suma así me habría dejado en la calle. Yo habría dicho: “Bueno, esto es todo un desastre”…


Sin embargo, eso es el pasado.

—Entiendo, mi señor. Prepararé las mil monedas de oro.

Ahora que contaba con la ayuda de Futarishizuka en el mundo moderno y había conseguido un cliente importante en Compañía Comercial Kepler, mil grandes monedas de oro ya no eran una cantidad de dinero inalcanzable. Probablemente tendría más que suficiente para pagarlo una vez que vendiera el resto de lo que había traído esta vez.

Y estaba más que dispuesto a aceptar este trato si eso significaba salvar la vida del señor Marc.

—¿…Qué?

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Como resultado, el Conde Dietrich nos entretuvo con algunas expresiones muy divertidas.

Su cabello gris peinado hacia atrás y sus rasgos profundos y pronunciados… Esos ojos azules y ese bigote y barba impresionantes… Era un hombre de mediana edad muy atractivo. Y ahora esos rasgos se torcieron en una mirada de asombro vacío mientras me miraba fijamente. Había perdido su rostro tranquilo y sofisticado y en realidad se veía bastante lindo.

Sasaki To Pii-chan Volumen 2 Capitulo 7 Parte 3 Novela Ligera

—E-espera. ¿Hablas en serio?

Hasta ahora, había mantenido una cara seria. El cambio, sin embargo, me consoló: ¡Este sentimiento definitivamente tenía que ser lo que llamaban Schadenfreude13!

—Sí, mi señor, hablo muy en serio.

—Estoy hablando de monedas de oro grandes, no sólo de monedas de oro. Mil de esas.

—Lo prepararé todo hasta la última moneda, mi señor.

—¡Inmediato! ¡No puedo esperar años para que lo pagues todo! ¡Necesitará obtener el dinero antes de fin de año! ¡¿Estás diciendo que tienes ese tipo de poder financiero?!

—Sí, mi señor. Pagaré el importe total a finales del próximo mes.

El Conde Dietrich casi se ahoga. Sus labios se torcieron, haciendo temblar su bien cuidado bigote. Esto no fue un acto—estaba sinceramente sorprendido. Y con razón, puesto que no era una pequeña cantidad de dinero.

Pensándolo en retrospectiva, cuando mi negocio con el Conde Müller concluyó durante el conflicto con el Imperio Ohgen, mis activos totales eran alrededor de mil grandes monedas de oro. Eso incluía el restaurante que dirigía el señor French, así como mis acuerdos con Compañía Comercial Hermann.

13 Schadenfreude es un términode origen alemán que se usa para describir el placer generado por el sufrimiento ajeno.

Tal vez por eso los que estaban cerca, al enterarse de los acuerdos que estaba haciendo, comenzaron a armar un escándalo.

—Señor Sasaki, no puede… Eso es demasiado…

—Afirmar mentiras en situaciones como ésta es un delito penal, Sasaki.

El Conde Müller y el Príncipe Adonis me observaron con expresión preocupada.

El primero, especialmente, era uno con el que había hecho varios tratos en el pasado. Probablemente sabía cuál era mi situación financiera. Sin duda parecía un extranjero loco de piel aceitunada que decía tonterías.

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Pero lo mejor que podía hacer ahora era forzar mi camino hacia adelante. Finalmente pusimos al Conde Dietrich a la defensiva. Era hora de presionar aún más, para que no pudiera decir otra palabra.

—Si no le importa, mi señor, le pagaré trescientas monedas de oro grandes al final del día como pago por adelantado. A cambio, me gustaría que liberara al señor Marc, aunque sea sólo temporalmente. No está acostumbrado a vivir en una celda y eso lo ha agotado enormemente.

—Hablas muy alto en presencia de Su Alteza Real. Pero si esto resulta ser mentira, perderás tu título nobiliario. Sabiendo eso, ¿todavía insistes en que me pagarás? Esta es su única oportunidad de retractarse de su declaración.

—Entonces, como prueba, mi señor, ahora iré a preparar el pago por adelantado. Tomará aproximadamente una hora y también le escribiré un pagaré por los setecientos restantes.

—…

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El Conde Dietrich quedó estupefacto.

«Lo hice, Pii-chan. Parece que podré sacar al señor Marc de allí sano y salvo».

Casualmente, miré al pájaro en mi hombro y lo vi asentir sutilmente.

—Espero que no estés pensando en huir —dijo el Conde Dietrich, levantándose inmediatamente, sin dejar de mirarme. Como era tan alto, ser menospreciado de esa manera era petrificante. Su rango era mucho más alto que el mío, por lo que bien podía simplemente darme una paliza. Sólo podía esperar que no hiciera algo así delante del Príncipe Adonis.

—No, mi señor. Nunca se me ocurriría hacer algo así.

—¿…Para quién trabajas?

—Supongo que para nadie en particular, mi señor.

Digamos que esto es mi emprendimiento.

—¡Absurdo! ¡Ni siquiera un caballero al servicio del príncipe podría pagar una cantidad tan enorme! ¿No es esto obra suya, Conde Müller? ¡¿Has traído al príncipe hasta aquí sólo para hacerme quedar en ridículo?!

Al parecer, mi propuesta era incluso menos realista de lo que pensaba. El Conde Dietrich prácticamente se había vuelto loco. Y ni el Conde Müller ni el Príncipe Adonis pudieron ocultar su confusión. Ambos me miraban, claramente preocupados. No habíamos hablado de esto de antemano y me sentí un poco culpable—les preocupaba sinceramente que pudiera salir de esta…

Y ahí vi mi oportunidad. Este momento exacto era mi oportunidad de derrotar al Conde Dietrich.

—Perdóneme por repetirme, pero por favor libere al señor Marc. Vale al menos mil monedas de oro grandes. Su valor no sólo me beneficiará a mí, sino también al Conde Müller y al Príncipe Adonis… Y a usted mismo, mi señor.

—¿Qué?

—Conozco las dificultades entre facciones en la corte. Pero antes de eso, ¿no somos todos nobles del Reino de Herz? Seguramente nuestros vecinos nos atacarán de nuevo. Puede ser que una vez que se haya decidido la sucesión… No; puede que incluso antes, tengamos que confiarnuestras vidas en el campo de batalla.

—…

—Las facciones no tienen cabida cuando se trata de reunir fuerzas para oponerse a una fuerza invasora. Ésta es nuestra responsabilidad como nobles hertzianos. Y para eso necesitamos al señor Marc. Si lo perdemos ahora, nuestras pérdidas colectivas serán mucho mayores que mil grandes monedas de oro.

Y eso ciertamente no era mentira. Ya había invertido bastante en pedirle a la Compañía Comercial Kepler que estableciera la Compañía Comercial Marc. Además, todos los acuerdos que haríamos en este mundo en el futuro se gestionarán a través de la empresa que él encabezará; un acuerdo del que el señor Joseph podía dar testimonio.

—Pagaré la cantidad prometida, mi señor. Así que le pregunto: ¿Podríamos dejar estas riñas en tablas a favor del futuro?

—¿…Te refieres a la relación entre el Conde Müller y yo?

—Lo está entendiendo.

En realidad, no había pensado con tanta antelación.

Pero en ese momento, parecía que este era el camino correcto a seguir, así que no lo corregí. Cuantos menos enemigos tuviera a mano, más fácil le resultaría actuar al Conde Müller. Al fin y al cabo, el Conde Dietrich era el tipo de persona que podía colocar espías en la casa de alguien; seguro que le agradaría al Conde Müller que se echara atrás.

—…

—¿Qué opina, mi señor?

Desafortunadamente, a juzgar por la reacción del Conde Dietrich, todavía no era suficiente. Parecía estar pensando en ello, pero no parecía dispuesto a tomar una decisión. Eso sugería que el verdadero problema era una cuestión de apariencias, no de finanzas. Tanto el Conde Müller como yo éramos de rango inferior. Incluso si el príncipe nos superaba a todos en rango, la idea de simplemente aceptar lo irritaba.

En cuyo caso, no tuve más remedio que aprovechar la presencia del príncipe y empezar a lanzar críticas.

—Puede que sea de mala educación por mi parte decir esto delante del Príncipe Adonis, mi señor, pero para ser completamente honesto, no me importaría que el primer o el segundo príncipe sucedieran en el trono.

—¡¿Q-qué?! —exclamó el Conde Dietrich, nuevamente sorprendido. Sus ojos iban y venían entre el Príncipe Adonis y yo.

El príncipe se rio un poco en respuesta.

—Eso no me sorprende —dijo con un suspiro, con expresión afectuosa. Este pequeño truco sólo había funcionado porque el príncipe sabía de mi relación con Señor Sabio de las Estrellas. El Conde Müller también lo entendió, por lo que ninguno de los dos criticó por turno.

—Lo que es más importante, mi señor, es fortalecer el Reino de Herz para que estemos listos cuando llegue el momento. Me gustaría ayudar al Príncipe Adonis en ese sentido. Ver tu tierra natal desmoronarse y sumida en desgracia debe ser muy triste, en verdad. No quisiera que nadie tuviera que soportar eso.

No dije quién, específicamente. A pesar de mi compañía actual, era una frase bastante cursi. Me dio hasta algo de vergüenza.

—Tienes una lengua bastante plateada, ¿no, Sasaki?

—Esos son mis verdaderos y descarados sentimientos, señor.

—…Puedo entender por qué te da tanta confianza

—susurró el príncipe, mirando al gorrión en mi hombro.

El pájaro que estaba mirando no mostró ninguna respuesta particular. Simplemente miró al frente, en silencio como siempre. Seguí su mirada hasta algunas delicias de arroz en la mesa baja frente a nosotros.


«Espera, Pii-chan, ¿tienes hambre?»

—…Está bien.

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—¿Conde Dietrich?

—Esta vez confiaré en tus palabras —dijo, mirándome directamente a los ojos. Aunque su ceño había permanecido obstinadamente fruncido hasta ese momento, eso ahora cambió. Parecía renovado y su voz también se calmó. Era casi como si hubiéramos realizado un exorcismo.

Casi.

Al menos, no pude sentir más irritación u hostilidad por su parte.

—¿De verdad, mi señor?

—De hecho, pareces sincero.

—Le agradezco profundamente su comprensión, mi señor.

—No   esperaba que alguien de una nación extranjera demandara la unidad entre los nobles hertzianos. Pero últimamente parece que efectivamente hemos caído hasta ese punto. Si has llegado tan lejos, no me queda nada más que decir.

—…

«¿Entonces eso fue lo que te afectó?» Tuve que preguntarme.

Quizás el hombre tenía una personalidad más seria de lo que yo creía. Pero, en fin, bien está lo que bien acaba.

—Tampoco es necesario que pagues las mil grandes monedas de oro. Liberaré al comerciante en cuestión al final del día.

—¿…Está seguro?

—Si no muestro deferencia ante Su Alteza Real ahora, no podría considerarme un noble de este país.

—Después de todo, parece que su respeto por la corte era genuino, Conde Dietrich —comentó el príncipe.

—Dejando a un lado la cuestión de las facciones y la disputa de sucesión, señor, realmente temo por el futuro de este reino. Por tanto, no quiero negar el espíritu que ha demostrado este caballero cuando habló de convertirse en esa fundación sin atender a su propio bienestar.

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—Ya veo.

—Y admiro su magnanimidad, señor, por permitir tal relación.

—¿Entonces mi hermano mayor es diferente?

—No diré nada de él, señor. Pero creo que sabe la respuesta mejor que yo.

—Supongo que sí…

La mirada del príncipe pareció traspasar al Conde Dietrich y extenderse hacia algún lugar lejano. ¿Él y su hermano mayor no se llevaban bien? El Príncipe Adonis era una persona tan afable que no podía imaginarlo peleándose con su familia.

—Caballero Sasaki, el comerciante en cuestión se llama Marc, ¿correcto?

—Sí, mi señor.

—Si tus palabras anteriores fueron ciertas, entonces sospecho que no está lejano el día en que podamos ver esas mil grandes monedas de oro. Nuestras facciones pueden diferir, pero si, como dices, es por el Reino de Herz, entonces lo estaré esperando con ansias.

—…


Gracias a mi vergonzoso discurso, conseguimos el acuerdo del Conde Dietrich. Tenía toda la intención de pagar el dinero, así que ahora me sentí un poco decepcionado. De cualquier manera, todo había salido bien.

A este ritmo, la relación entre los dos cargos podría incluso estabilizarse. Ahora sólo teníamos que correr a la celda del señor Marc y liberarlo de su confinamiento.

Solté un suspiro de alivio y claramente lo maldije— y apenas lo hice, la puerta de la sala de recepción se abrió de golpe.

—¡Disculpe, mi señor!

Se escuchó un saludo exuberante y todos los presentes dirigieron su atención al recién llegado en el pasillo. Éste era uno que había visto antes: el gerente de Compañía Comercial Hermann.

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—¡Herman! ¿No crees que es de mala educación entrar sin llamar?

El Conde Dietrich fue quien respondió. Frunció el ceño, reprendiendo al hombre. Su voz también era bastante severa; probablemente quería salvar las apariencias frente al príncipe. A pesar de representar a una empresa comercial, el hombre seguía siendo un plebeyo y la recepción que recibió fue extremadamente fría.

Aun así, continuó dirigiéndose al Conde Dietrich en voz alta.

—¡Mi señor, alguien ha transferido, sin permiso, los bonos de nuestra tienda, emitidos durante la transferencia a la capital! ¡Y no sólo los bonos, mi señor-! ¡Todas las marcas que usted pagó durante el conflicto anterior han desaparecido del banco central!

—¡¿Qué?! ¡¿Quién se atrevió a hacer tal cosa?!

—No lo sé, mi señor. Intenté preguntarle al encargado, pero insistieron en que no sabían nada.

—Esto no es posible…

La calma del Conde Dietrich sólo duró unos momentos antes de que su expresión volviera a tornarse severa. «Es una persona tan expresiva», pensé a mi pesar. Además, ¿estaba bien que escucháramos lo que acababa de decir el gerente?

—Conde Dietrich, los dejaremos a solas…

Al comprender el ambiente, el Conde Müller se levantó del sofá. El príncipe también se levantó de su asiento. Seguí su ejemplo, por supuesto. No quería más problemas aquí.

Un momento después, el gerente de Compañía Comercial Hermann centró su atención en mí. Aparentemente ni siquiera se había dado cuenta de que estábamos aquí, probablemente debido a la urgencia de sus noticias. Al ver nuestros rostros familiares, sus ojos se agrandaron—el Príncipe Adonis provocó una reacción aún más marcada.

—¿Q-qué son el Conde Müller y ese caballero-? ¡¿Y Su Alteza Real?!

—¿Este es el gerente de Compañía Comercial Hermann, Sasaki?

—Y-y-yo… ¡Lamento muchísimo mi grosería! — exclamó el gerente, arrodillándose frenéticamente y humillándose en el acto.

Sus movimientos fueron excelentes. Quizás estaba acostumbrado a este tipo de cosas.

—Pareces ocupado con tus propios asuntos, así que nos disculparemos ahora.

—¡S-sí, señor! Lo siento mucho por… interrumpir su…

Todo el cuerpo del gerente se tensó cuando el Príncipe Adonis se dirigió a él. Fue muy cómicamente exagerado, pero destacó la relación entre la realeza y los plebeyos.

El Conde Dietrich fue el siguiente en dirigirse a él.

—Hermann, he decidido liberar al comerciante hoy.

—¿Eh…?

El gerente guardó silencio ante esta huelga de seguimiento imprevista.

Pero eso sólo duró un momento.

De inmediato empezó a quejarse. Bien insistente.

—¡P-pero eso no es lo que prometimos, mi señor!

—Se acaba de decidir. No escucharé ninguna objeción al respecto.

—¿Qué…?

El tono del Conde Dietrich era firme. Hermann volvió a guardar silencio. Como plebeyo, ser regañado por un noble debía ser una experiencia dolorosa. Si hubiera estado en su lugar, me habría quebrantado el espíritu. Este feudalismo hertziano respaldado por la aristocracia era realmente aterrador.

—Hermann, me gustaría dejar algo en claro. Aunque sólo tengo la palabra de estos buenos hombres, el empleado que usted metió en prisión es aparentemente un hombre de negocios muy astuto. Si deseas un gran éxito como comerciante, deberías aprovecharlo en todo su potencial, no descartarlo.

—Por favor, espere, mi señor. Eso significa que también tendré que reevaluar mi relación usted.

—¿…Como es eso?

—Sobre este asunto, también recibí una opinión del Marqués Koch. Si incumple nuestro acuerdo y no me deja ningún recurso, comprenda que también afectará su relación con el marqués. No estoy operando a mi entera discreción, mi señor.

—…

El gerente de la Compañía Comercial Hermann acababa de presentar un nuevo personaje—el Marqués Koch. Cada vez era más molesto recordar los nombres de todos. «Tal vez se lo deje a Pii-chan y los olvide a todos», pensé. Aun así, a juzgar por cómo iba esta conversación, las cosas no se resolverían tan fácilmente.

Parecía como si hubiéramos matado al jefe final sólo para ser recibidos por un jefe secreto.

—N-no. Ya lo he decidido… —tartamudeó el Conde Dietrich con expresión de dolor. Su tono anteriormente severo ahora se volvió laborioso. Sus expresiones realmente cambiaban a cada segundo.

—¡Conde Dietrich, por favor reconsidere!

—Dices esto, pero ¿realmente tuviste una audiencia con el marqués?

—Sí, mi señor. He tenido varias oportunidades de reunirme con él en el pasado. Nos ayudó muchísimo con nuestro traslado a la capital. Esa relación me ha dado la oportunidad de ayudar al marqués, por menor que sea mi ayuda.

—El Marqués Koch tiene conexiones con importantes empresas comerciales de la República de Lunge. Perdone por mis palabras, pero no veo porque le brindaría oportunidades a una empresa comercial suburbana como la tuya. ¿Puedes explicar esto a detalle?

Esto se estaba poniendo complicado.

Considerando mi futuro, probablemente debería haber intentado obtener tanta información como pudiera, incluso si tuviera que interrumpir. Pero en mi mente, finalmente había hecho lo que tenía que hacer: había arreglado las cosas. Quería ir a rescatar al señor Marc y comer algo en casa del señor French. Un poco de esa carne con el rico sazón.

El pájaro sobre mi hombro probablemente también tenía hambre. Y estaba fuera de mí por la preocupación, por saber cuándo mi estómago comenzaría a gruñir audiblemente. Sería horrible si eso sucediera aquí-—

Y entonces, como invocado por mis propios pensamientos, vi al señor French.

«No, espera. Eso es muy conveniente». Lo miré dos veces.

Pero allí estaba él, parado allí mismo con su traje de chef.

Hasta ahora, había estado más allá de la puerta de la sala de recepción que el gerente de la Compañía Comercial Hermann abrió con tanta brusquedad. Se hallaba parado justo afuera de la entrada de la habitación, mirando nerviosamente el interior. Parecía indefenso, apenas a un 20% del semblante audaz e imponente con el que trabajaba en la cocina.

—D-disculpen…

Finalmente, se recuperó y habló.

La atención de todos se centró en el señor French.

—¡¿Qué pasa ahora?! —rugió el Conde Dietrich.

El señor French se estremeció y dejó escapar un breve grito. Era lindo ver a un tipo tan grande y de aspecto severo, demasiado asustado para decir una palabra.

Sin embargo, logró responder. —Yo… He traído a alguien que dice conocerlo, señor… —dijo, mirándome directamente.

Inesperadamente me convertí de nuevo en el tema de conversación, lo que me puso tenso. —¿A mí?

—Vino al restaurante buscándole. Revisamos la propiedad del Conde Müller y escuchamos que usted estaba aquí, así que lo traje…


Cuando el señor French terminó de hablar, hubo un movimiento a su lado. Entonces otra persona asomó la cabeza por detrás del marco de la puerta-—

Y tal como había dicho el señor French, esta persona era alguien que ya había conocido antes. El mismo al que había ido a ver incluso antes que el Conde Dietrich, cuya ausencia durante mi visita me había dejado un poco insatisfecho. Supuse que no lo vería hasta mi próximo viaje.

—Hola, señor Sasaki. Ha pasado un tiempo, ¿no?

—¿Oh? Señor Joseph, no esperaba verlo en un lugar como este.

«Espera. ¿Qué estaba haciendo?»

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