Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 2

Capítulo 5: Negociaciones Comerciales En Otro Mundo (I)

Parte 1

 

 

Futarishizuka y yo concluimos nuestro trato ese mismo día. Dado que los artículos que estaba buscando eran bienes comunes en el Japón moderno, pudo conseguirlos sin muchos problemas. En términos de volumen, rápidamente despachó la caja de madera que yo había traído del otro mundo. El fácil flujo del comercio en los tiempos modernos sí que era de gran ayuda.

Con la mercancía solicitada a mano, partimos al otro mundo de inmediato; Futarishizuka ya sabía demasiado, así que no tuvimos reparos en llevar en teletransporarnos ahí mismo en el almacén, llevándonos a la princesa de cabello rizado y la caja de madera con nosotros.

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Luego de eso tomamos caminos separados. Habiendo dejado a la señorita Elsa en casa, nos dirigimos a la República de Lunge para cumplir nuestra promesa y llevar nuestros productos a Compañía Comercial Kepler. Dimos el nombre del señor Joseph en la parte delantera del edificio y en poco tiempo nos llevaron a una sala de almacenamiento.

—¿Realmente vas a vender todo esto?

—¿La cantidad es insuficiente, señor?

—¡Nada de eso! Es sólo que hablamos las garantías y…

—Debería poder traer un poco más la próxima vez.

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—Supongo que… ¿Está bien?

Nuestras mercancías estaban alineadas en un rincón del almacén. Aunque habían sido metidos al azar en la caja de madera, ahora todo estaba ordenado en una hoja de aspecto caro para que se pudiera ver todo de un vistazo.

La empresa comercial se había encargado de todo esto y me recordó un poco a la policía confiscando pruebas.

Eran artículos que había vendido a Compañía Comercial Hermann en el pasado. Además de las calculadoras y los binoculares, dispositivos mecánicos que no necesitaban una fuente de energía, también habíamos traído azúcar y chocolate; estos últimos lujos relativamente caros por aquí.

Los dulces habían ocupado un 90% de la caja de madera. Según el Conde Müller, entre las clases altas había una demanda considerable de azúcar. La fabricación en masa de azúcar blanco puro era algo que mi mundo sólo había logrado después de la revolución industrial, por lo que cualquier comerciante que comerciara al por mayor sería muy solicitado. De hecho, la mitad del precio de venta se iba sólo en el azúcar.

Pero fue la pequeña cantidad de elementos mecánicos lo que realmente se robó el show; incluso las calculadoras, que, pese a ser más de las que habíamos traído la anterior vez, sólo eran que si dos docenas. Compré cada uno por apenas 1.980 yenes, y el señor Joseph no podía quitarles los ojos de encima.

—Me gustaría aceptar este trato.

—Muchas gracias, señor Joseph.

Parecía que habíamos conseguido que aceptara sin problemas.

Con esto, no había duda de que podríamos establecer la Compañía Comercial Marc en este país. La mayor parte del crédito era para Futarishizuka. Sin su ayuda, habría sido mucho más difícil traer tantos bienes.

Especialmente los alimentos—todo lo que habíamos traído en el pasado combinado no equivalía ni a la mitad de lo que teníamos con nosotros esta vez. Comparativamente, este acuerdo fue enorme. No se podría obtener todo esto en un supermercado de barrio sin llamar la atención.

—Creo que hemos comprendido completamente sus intenciones, señor Sasaki.

—Me alegra oír eso.

Lo mejor de todo es que está vez abastecerse no había requerido ningún cambio de moneda. Dejé el resto de las ganancias de los lingotes—una cantidad considerable— bajo la supervisión de Futarishizuka. En el peor de los casos, sabía que ella podría salirse con la suya. Aun así, esta era la mejor opción para mi seguridad personal. Con este acuerdo, era poco probable que incluso el jefe de sección descubriera nuestros tratos.

—Ahora, —dije— me gustaría enviar un mensaje lo antes posible a su representante del Reino de Herz.

—Se agradecen sus esfuerzos —respondió el señor Joseph.

—No puedo prometer una fecha específica, pero avanzaremos en las cosas lo más rápido posible.

Con la aprobación del señor Joseph, nuestro trabajo en la República de Lunge había terminado por ahora. Dado que hay fronteras nacionales en juego, probablemente llevará algún tiempo. Pero era posible que la situación progresará la próxima vez que volvamos.

—En realidad, hay una cosa que me gustaría preguntarle, señor Sasaki.

—¿Qué podría ser eso?

—¿Por qué apoya al Reino de Herz?

—…No estoy seguro de entender.

—Perdone mi insolencia, pero no pareces ser de aquí.

Probablemente se refería a mi piel aceitunada y mis rasgos faciales más planos. Esta pregunta involucraba a Pii- chan, así que no quería discutirla demasiado. Pero por ahora, el plan era establecer una buena relación comercial con este hombre. Una pobre mentira podría alejarnos de su favor y yo quería evitar más inconvenientes; especialmente después de que ya lo habíamos engañado en el pasado.

—Ciertas relaciones interpersonales me han llevado a brindarles mi apoyo.

—¿Eso incluyea otros de tu tierra natal?

—No, me refiero a quienes me han mostrado amabilidad desde que llegué aquí.

—Ah, ya veo.

—¿Hay algo más que le interese saber?

—Me preguntaba si habría una comunidad en este continente, en algún lugar, de aquellos que comparten su tierra natal. Y de ser así, deseaba preguntarle si podría presentarme.

—Debo confesar que terminé aquí como resultado de un accidente. Desafortunadamente, he perdido contacto con cualquiera fuera de este continente.

—Ya veo. Pido disculpas por entrometerme.

Recordé haberle contado al Conde Müller una historia sobre un naufragio y mi llegada hasta aquí. Esa conversación ya estaba en el limbo, ahora que él sabía sobre Pii-chan, pero probablemente sería mejor que me apegara a mi historia.

No quería que hiciera más preguntas, así que ya era hora de cambiar de tema. —Ya que estamos, me gustaría hablar sobre mi próximo envío.

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—Si te refieres al azúcar y al chocolate, eso viene estupendo. Ese azúcar blanco en particular se venderá de inmediato; los de las clases altas tienden a preferir colores vivos en sus dulces.

—Me preguntaba de que otras fuentes se podría disponer en la República de Lunge.

—Ninguna con una azúcar tan blanca. Los métodos de fabricación son secretos celosamente guardados que impiden que la industria crezca. Y a eso se presentan problemas como la cautela de los productores que simplemente no pueden controlar su salida o su imposibilidad para producir en grandes cantidades. De cualquier manera, el precio de venta sigue siendo alto.

—Ah, ya veo.

—¿Cuánto podrás vendernos?


—Por el momento querría seguir suministrando a un precio fijo.

Según Futarishizuka, era más fácil si ordenaba al por mayor. En otras palabras, tendría que tener presente el C.M.P8 si iba a seguir almacenándolo en el futuro.

Eventualmente tendría que involucrar al señor Joseph en esas negociaciones…

—¿…Está seguro, señor Sasaki?

8 Cantidad Mínima de Pedido. 

—Si. Yo puedo encargarme de todo.

A pesar de las recientes fluctuaciones, un día en el mundo moderno todavía eran más de diez en este mundo. Si me perdiera, aunque fuera una sola visita, la operación se me iría en un parpadeó. Necesitaba traer los productos al menos una vez cada dos o tres días.

Pensar en esto me deprimió—era como si hubiera regresado a mis días como drone corporativo.

—¿Cuándo podemos esperar otro intercambio?

—Quería volver a visitarlo así dentro de un mes.

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En cuanto al importante precio de almacenamiento del azúcar, un lingote de oro pagaría lo suficiente para llenar varios de los contenedores que utilizamos para el transporte, incluida la mano de obra. Por otro lado, las ganancias que obtuve vendiendo esa misma cantidad de azúcar a Compañía Comercial Kepler equivalían a docenas de lingotes; calculé este valor basándome en la cantidad de monedas de oro que Pii-chan había usado para fabricar los lingotes. Si todo iba bien, a partir de la próxima visita, un solo viaje de ida y vuelta produciría ganancias en yenes japoneses de entre decenas de millones y cientos de millones, y todo iría a nuestro bolsillo.

Si se me permite dar mi opinión personal, esta cantidad de dinero era tan surrealista que me temblaban las piernas. «¿Estaba bien seguir así?» Ya me sentía ansioso. En algún momento, mis axilas empezaron a sudar. Mucho.

—Honestamente, no esperaba tanto.

—Siempre puedo traer una variedad de otros artículos, si los necesita.

—Eso es tranquilizador. Pero aprovecharé su oferta cuando llegue el momento. Sobre el azúcar nuevamente: si parece que puedes traer una cantidad mayor, agradecería que se comunicara conmigo de antemano. Lo mismo para los productos más complicados. Aunque el azúcar por sí solo podría servir como elemento central para una empresa comercial recién creada.

—Gracias por el consejo. Lo tomaré en cuenta. De verdad.

A diferencia de los productos manufacturados, que eran valorados por su novedad y rareza, los alimentos tenían el beneficio de un consumo perpetuo. Si pudiera aprovecharlos para afianzarme en este mercado, las finanzas de Compañía Comercial Marc seguramente estarían aseguradas.

La idea de un conflicto con otras empresas comerciales me asustaba, pero contábamos con el apoyo de Compañía Comercial Kepler, así que confiaba en que todo funcionaría. Y si surgía alguna situación verdaderamente precaria, siempre podía ir a llorar con el todopoderoso Señor Sabio de las Estrellas.

Estaba seguro de que me ayudaría, más aún si le proponía un chateaubriand de carne de Kobe.

***

 

 

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Después de dejar la Compañía Comercial Kepler, partimos de la República de Lunge con la magia de teletransportación de Pii-chan y regresamos a la ciudad de Baytrium del Conde Müller. Nuestra primera parada fue la casa del Conde.

Quería leer sobre cualquier novedad desde mi última visita. Probablemente también necesitaría explicarle lo que había pasado con la princesa del cabello rizado.

La diferencia horaria entre mundos significaba que llevaba varios días desaparecida. Por muy ocupado que estuviera el Conde Müller, no ver a su hija durante tanto tiempo debió inquietarle.

La había traído de regreso a la finca de antemano, por lo que probablemente había tenido una pequeña discusión entre padre e hija con él sobre lo que había sucedido. Habíamos sido bastante honestos con la señorita Elsa, así que quería creer que ella, hasta cierto punto, nos respaldaría en este caso.

Cualquiera sea la razón, el hecho es que habíamos secuestrado a su hija. Teniendo en cuenta eso, estaba tenso por nuestra visita.

Sin embargo, lo primero que hizo al encontrarnos en su finca fue inclinar profundamente la cabeza.

—Señor Sasaki, le pido disculpas sinceramente por el comportamiento de mi hija.

—¿Conde Müller?

Vi a la señorita Elsa esperando entre bastidores. Estábamos en la misma sala de recepción de siempre. Desde la invasión del Imperio Ohgen, la falta de mobiliario había hecho que el lugar se sintiera un poco solitario. No podría permitirme nada demasiado caro, pero tal vez podría comprar algunas cosas en el supermercado del barrio y traerlas aquí en algún momento.

—Ella me contó todo. Lo siento de verdad.

—Pero debería ser yo quien se disculpe, mi señor. Casi dejamos que se llevaran a su  hija. Si Futarishizuka no hubiera estado allí, la situación habría sido muy peligrosa.

—Es mi culpa por no contarle todo sobre usted, señor Sasaki. Creo que por eso Elsa sintió tanta curiosidad. Pero, por favor, ¿podrías encontrar en tu corazón la fuerza para perdonarla? Soportaré cualquier castigo que crea conveniente.

Su actitud me desanimó un poco: este nivel de formalidad simplemente no era necesario. La princesa de cabello rizado a su lado también estaba confusa.

—Um, está realmente bien.

—Pero…

Momentos como estos exigían unas pocas palabras de Señor Sabio de las Estrellas. Le lancé una mirada al gorrión en mi hombro.

Inmediatamente habló, dirigiéndose al Conde Müller: —Julius, relájate. Nosotros somos los culpables de esto.

—No, escuché todo de mi hija. Fue mi propio error.

—Fueron las acciones de un niño. Sonreír y perdonar esas cosas demuestra la magnanimidad de un adulto.

—Puede que sea una niña en términos de su edad, pero sigue siendo mi hija. Lo que hizo fue peligroso e irrespetuoso. Tomaré toda la responsabilidad.

Más allá del respeto que nos pudiera tener, podía sentir cuánto amaba a su hija. Al verlo, tuve que admitir que la idea de casarme y formar una familia podría ser realmente agradable… Dicho esto, la realidad era que yo era un anciano marchito y la perspectiva simplemente estaba demasiado por encima de lo que permite mi tiempo. Por ahora, quería concentrarme en llevarme bien con Pii-chan.

«Ahora que lo pienso, me pregunto si alguna vez se casó cuando era humano».

—Cualquiera que sea el caso, lo hecho, hecho está. No te preocupes demasiado por eso.

—Pero yo-—

—Tus disculpas también lo están preocupando.

Mi distinguido gorrión de Java me lanzó una rápida mirada. Los pájaros generalmente no tenían nada de blanco en los ojos, por lo que era más como si su cuello se hubiera movido en mi dirección. Hace unos días comenté cómo se sentía como si me estuviera mirando sin importar en qué ángulo estuviera, y desde entonces, había estado girando su cuello: qué pájaro tan amable. Me dieron ganas de acariciar su adorable cabecita.

—Señor Sasaki, el Señor Sabio Estelar está-—

—Comparto su opinión, así que deje de preocuparse por eso, mi señor.

Mientras estábamos ocupados haciendo un tsunami en una taza de té, se escuchó un conciso knock-knock-knock en la puerta de la sala de recepción. Dejamos nuestro intercambio a un lado ya que la atención de todos se dirigió naturalmente a quién fuera que estuviera esperando afuera de la habitación. No olvidaría pronto la intensa expresión de disculpa del Conde Müller. Pero ahora su voz se hizo más firme cuando gritó: —¡Estamos en medio de algo!

A cambio, recibió una respuesta bastante alterada.

—¡S-Señor, es que ha llegado un representante de la Compañía Comercial Hermann!

—¿…Qué? —La expresión del Conde se congeló.

No lo culpé. Esta era la persona que había hecho encarcelar al señor Marc. El gerente debe tener alguna idea de la estrecha relación entre el Conde Müller y el subgerente Marc. ¿Por qué le haría una visita?

Incluso si el gerente tuviera su propia relación con el Conde Müller, debía saber que este hombre estaba trabajando para liberar al señor Marc. Qué audaz de su parte entrar bailando el vals directamente en la fortaleza del enemigo.

—…Ah, está bien. Muéstrale la entrada.

—Sí, mi señor.

—Conde Müller, ¿debería…?

—Ya estás involucrado en esto, señor Sasaki. Me gustaría que te quedaras, si no te opones.

—Gracias por la consideración, mi señor.

Probablemente quería que Pii-chan estuviera aquí también.

Ahora que lo pienso, esta sería la primera vez que nos reuniríamos con el presidente de Compañía Comercial Hermann. Nunca antes habíamos tenido la oportunidad, ya que él llevaba tanto tiempo operando en la capital. Mi corazón empezó a latir más rápido. ¿Qué clase de persona era él?

***

 

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Después de una breve espera en la sala de recepción

del Conde Müller, varios guardias en trajes llamativos— policías militares, condujeron al hombre en cuestión. Era demasiada seguridad para un encuentro entre un simple comerciante y un señor local. Me encontré con alfileres y agujas pensando en la conversación que se avecinaba.

—¿Qué te trae hoy por aquí, Hermann?

—Escuché un rumor, mi señor Conde Müller, de que usted ha sido tan amable de mostrar consideración con respecto a un asunto interno en mi compañía comercial, y por eso he venido humildemente a visitarlo. Me he enterado de que has mostrado mucha buena voluntad hacia uno de los nuestros.

—¿Qué hay con eso?

Habíamos cambiado nuestras posiciones en la sala de recepción; ahora el Conde Müller y el presidente de la Compañía Comercial Hermann estaban sentados uno frente al otro. Me mudé a un sofá más pequeño al lado del del Conde. Pii-chan estaba sentado sobre mi hombro.


El presidente de Compañía Comercial Hermann era de estatura y complexión media, y parecía tener unos cuarenta y tantos años. Sus mechones de cabello castaño, igual de negros que sus ojos, apenas le cubrían la cabeza, siendo la línea del cabello se desvanecía en la coronilla. También estaba vestido con ropa bastante cara; si me hubieran dicho que era un noble, probablemente les habría creído.

Comparado con el delgado, musculoso y alto Conde Müller, parecía un poco endeble, aunque yo estaba en el mismo barco. Consideré brevemente ir al gimnasio la próxima semana, aunque ya había perdido la cuenta de cuántas veces había tenido esa idea y la dejé pasar por el tiempo.

—Todo esto es un asunto interno, mi señor, y el propósito de mi visita es asegurarle que no es nada que justifique sus esfuerzos. Estoy seguro de que está bastante ocupado con su nuevo título nobiliario.

—Seré yo quien decida eso.

—…

El gerente habló con mucha humildad, pero el Conde Müller fue directo. Era tan natural; me acordé de cómo había actuado la primera vez que lo conocí. Si bien solo habían pasado unas pocas semanas en tiempo real desde esa audiencia, extrañamente, parecía que había pasado mucho más tiempo.

Sin embargo, el directivo no estaba dispuesto a dar marcha atrás.

—Entonces permítame ser franco, mi señor.

—¿No lo estaba siendo? Hablé.

—El asunto que nos ocupa, mi señor, es una acusación de falta de respeto a la nobleza, presentada por el Conde Dietrich. Es en él en quien reside la autoridad para dictar sentencia. Esta ciudad puede ser su dominio, Conde Müller, pero rezo para que comprenda este hecho.

—Ya veo. Con que eso era a lo que venías.

—Así es, mi señor.

Los dos se miraron fijamente. Volaban chispas.

—Si por casualidad su ubicación aquí plantea algún tipo de problema con respecto al delincuente, significará otra discusión, y no conmigo, sino con el Conde Dietrich. Por favor, comprenda que el criminal ha sido transferido de la empresa comercial al Conde.

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El administrador, un plebeyo, hablaba cortésmente por respeto a la posición del Conde. Sin embargo, sus propios comentarios revelaban su hostilidad. Básicamente, estaba tomando prestado el nombre del Conde Dietrich para amenazar al Conde Müller.

En un mundo donde la división entre plebeyos y nobles era inviolable, la forma en que le hablaba a alguien que tenía el poder de la vida y la muerte sobre él era increíble. No en vano era dueño de su propia empresa comercial; el hombre tenía nervios de acero.

Pero el Conde Müller tampoco se cedió. Escuchó las palabras del gerente con calma e indiferencia. Debía estar acostumbrado a conversaciones como ésta.

No obstante, incluso su rostro se volvió ante las siguientes palabras del hombre:

—Dicho esto, mi señor, este asunto no se prolongará por mucho tiempo. Planeamos ejecutar al delincuente dentro de un mes. Hasta entonces, me disculpo por las molestias, pero le pido que nos preste espacio para retenerlo.

—… —La atractiva ceja del Conde se arqueó.

Incluso a mí me sorprendió eso—casi grité a mi pesar. Nunca hubiera imaginado que ya habían programado una fecha de ejecución para el subgerente. Pensé que primero tendrían algún tipo de juicio, incluso si fuera solo para aparentar.

De hecho, el propio Conde Müller me había dicho que así funcionaba la cosa.

—Aún no he preparado el juicio penal.

—El Conde Dietrich tiene prisa por regresar a sus propios dominios, mi señor. Esta vez hemos hecho una excepción y hemos prescindido de la formalidad. El incidente con el Imperio Ohgen no le ha ahorrado tiempo para disputas con los plebeyos. —dijo el gerente, sonriendo. Esta última parte fue probablemente la única razón por la que visitó.

—…Ya veo.

—Entonces, si me disculpa, mi señor, me iré.

No había duda de que Hermann había cambiado de bando—del Conde Müller al Conde Dietrich. Supuse que su plan era despedirse de esta ciudad para siempre una vez que trasladara la sede de la empresa comercial a la capital.

Considerando el conflicto con el Imperio Ohgen, tal vez nuestra proximidad geográfica al enemigo había influido en la decisión. En este mundo, donde montar una tienda requería mantener un inventario, podía entender su preocupación.

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El gerente de la Compañía Comercial Hermann salió de la sala de recepción muy animado y con una amplia sonrisa.

En cuanto a aquellos de nosotros que todavía quedamos en la habitación: «¿Y ahora qué?»

—Bueno, señor Sasaki, parece que debemos darnos prisa.

No era momento  para  perder  el  tiempo  en la República de Lunge.

Mi trato con la Compañía Comercial Kepler había sido para salvar la posición social del señor Marc, ya que había perdido su base de apoyo aquí. Ahora, sin embargo, parecía que su vida podría terminar antes de que pudiera siquiera pensar en su vida social.

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